Mostrando entradas con la etiqueta Stalin. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Stalin. Mostrar todas las entradas

viernes, 2 de mayo de 2025

_- Cómo murió Hitler hace 80 años y por qué hubo tanto misterio sobre el destino final de su cuerpo

_- "Los nazis han usado tanto la mentira como parte de su política y los informes sobre los supuestos dobles de Adolf Hitler están tan extendidos que esos anuncios van a dejar en muchas mentes la sospecha de que el maestro de la mentira intenta cometer un gran fraude final ante el mundo en un esfuerzo por salvarse".

La advertencia publicada hace 80 años por el diario The New York Times se cumplió.

La impactante noticia de la muerte del líder nazi y el inminente fin de la II Guerra Mundial fue recibida con una incredulidad que duraría décadas.

El fallecimiento fue informado en la noche del 1 de mayo de 1945 por Radio Hamburgo, detallando que había sucedido esa tarde "en su puesto de comando en la Cancillería del Reich luchando hasta su último aliento en contra del bolchevismo y por Alemania".

Pero el corresponsal de The New York Times reseñaba al día siguiente: "Los presos políticos alemanes con los que conversé, en general, no confían en la información. Sospechan que hay un truco detrás del anuncio. Hitler había sido tan bandido que algunos creen que era incluso incapaz de morir honestamente".

Y, en efecto, habían varias mentiras allí encerradas.

Las muchas muertes del Führer

Con la ocupación soviética de Berlín, afloraron distintas versiones sobre lo ocurrido. Las historias cambiaban y se contradecían entre sí.

El 3 de mayo de 1945, el Ejército Rojo informó que Hans Fritzsche, el número dos del ministro nazi de Propaganda, Joseph Goebbels, había dicho que este y Hitler se habían suicidado en el búnker del líder nazi en la sede de la cancillería en Berlín.

celebraciones tras la muerte de Hitler
celebraciones tras la muerte de Hitler

Fuente de la imagen,Getty Images


Pie de foto,
Aunque muchos celebraron el anuncio de la muerte de Hitler, abundaron también los escépticos que pensaban que la noticia formaba parte de una estratagema nazi.

Ese mismo día, una emisora de radio en París afirmó haber recibido reportes según los cuales el Führer había sido asesinado la noche del 21 de abril, tras una disputa con sus propios generales sobre la conveniencia de continuar la guerra.

Las versiones se multiplicaban con los días.

La agencia de noticias japonesa Domei informó que había muerto durante un ataque de artillería soviética sobre su residencia.

Un despacho de la agencia informativa UP citaba a un ex alto funcionario del Ministerio de Exteriores nazi que creía que Hitler había fallecido varios días antes a causa de una hemorragia cerebral y que había sido llevado a la capital alemana para morir como un héroe.

"Pueden estar seguros de que el cuerpo de Hitler no será descubierto", vaticinó.

Joseph y Magda Goebbels con sus siete hijos
Joseph y Magda Goebbels con sus siete hijos

Fuente de la imagen,Getty Images


Pie de foto,
Joseph y Magda Goebbels junto a sus seis hijos pequeños acompañaron a Hitler hasta el final y corrieron su misma suerte. El uniformado de la foto es Harald Quandt, hijo del primer matrimonio de Magda Goebbels. Los esfuerzos por encontrar el cadáver parecían fracasar.

El 4 de mayo la prensa soviética indicó que el Ejército Rojo no había logrado entrar en la sede de la Cancillería alemana -donde estaban las oficinas de Hitler- pues se encontraba en llamas y sus estructuras estaban al borde del colapso.

Dos días más tarde, los soviéticos afirmaron que habían hallado gran cantidad de cadáveres en la Cancillería, pero ninguno coincidía con Hitler ni con Goebbels.

"Entre los rusos persiste la creencia de que la información sobre sus muertes es otro truco nazi y que Hitler y sus allegados están vivos y ocultos", señalaba desde Moscú la agencia AP.

El 8 de mayo, un general ruso anunció el hallazgo en las ruinas de Berlín de un cuerpo abaleado que fue identificado como Hitler por miembros de su propio servicio doméstico, aunque un chofer aseguraba que era el cadáver de uno de los cocineros que también servía como "doble" del Führer.

El búnker de Hitler
El búnker de Hitler

Fuente de la imagen,Getty Images


Pie de foto,
El búnker de Hitler estaba oculto en la sede de la Cancillería alemana. En junio de 1945, las autoridades soviéticas informaron que los restos de Hitler no habían sido encontrados y que, probablemente, él aún estaba con vida.

Ese mismo verano, empezaron a circular informaciones según las cuales el líder nazi había sido visto en diferentes lugares y muy distantes entre sí.

"Se informó que Hitler estaba viviendo como ermitaño en una cueva cerca del lago Garda, en el norte de Italia. Otro reporte decía que ahora era pastor en los Alpes suizos. Una tercera versión apuntaba que era croupier en un casino en Evian (Francia). Fue visto en Grenoble, en St. Gallen (Suiza) e incluso frente a las costas de Irlanda", escribieron los historiadores Ada Petrova y Peter Watson en el libro "La muerte de Hitler".

Las autoridades estadounidenses interceptaron, en julio de 1945, una carta en la que se aseguraba que Hitler vivía en una hacienda en Argentina, ubicada a unos 700 kilómetros de Buenos Aires. El caso llegó hasta las manos del jefe del FBI, Edgar J. Hoover, quien terminó por desestimarlo.

El engaño soviético

Pero ¿qué sucedió en realidad con Hitler?

Tras el éxito de su ofensiva sobre Berlín en abril de 1945, las fuerzas soviéticas se hicieron con el control del refugio que el Führer tenía en la sede de la Cancillería alemana.

fin de la Segunda Guerra

fin de la Segunda Guerra

Fuente de la imagen,Getty Images


Pie de foto,
Para julio de 1945, las fuerzas aliadas de Occidente se habían encontrado con las soviéticas en Berlín. El 2 de mayo, miembros del cuerpo de contrainteligencia soviética -conocido como Smersh- sellaron el jardín de la Cancillería y el búnker donde el líder nazi se había instalado desde enero cuando el Ejército Rojo avanzaba sobre Polonia rumbo a Alemania.

La operación de búsqueda del cadáver fue ejecutada bajo el más absoluto secreto al punto de que, según el historiador Anthony Beevor, incluso al mariscal Georgy Zhúkov, comandante de las fuerzas soviéticas que ejecutaron el asalto sobre Berlín, le fue negado el acceso con el argumento de que "el lugar no era seguro".

Al mismo tiempo, iniciaron los interrogatorios a todo el personal que lograron identificar. De acuerdo con Beevor, el proceso era seguido con mucha atención e interés desde Moscú.

"(Josef) Stalin estaba tan desesperado por recibir noticias que un general del NKVD, predecesor de la KGB, fue enviado a supervisar los interrogatorios. Él recibió una línea telefónica segura con un codificador para que pudiera informar a Moscú después de cada entrevista", contó Beevor en un artículo publicado en The New York Times.

El 5 de mayo, los agentes del Smersh hallaron el cadáver de Hitler y de su pareja, Eva Braun, enterrados en un hueco abierto por una bomba en el jardín de la Cancillería.

Los cuerpos habían sido rociados con gasolina y estaban parcialmente quemados. El de Hitler era difícil de reconocer, por lo que una vez en la morgue le removieron la mandíbula para intentar identificarlo a partir de la dentadura.

Una zanja abierta por una bomba en el jardín de la Cancillería alemana

una zanja abierta por una bomba en el jardín de la Cancillería alemana

Fuente de la imagen,Getty Images


Pie de foto,
Los cuerpos de Hitler y de Eva Braun fueron enterrados y parcialmente quemados en una zanja abierta por una bomba en el jardín de la Cancillería alemana.

Esto pudo hacerse pocos días después, cuando los soviéticos ubicaron a Käthe Heusermann, asistente del dentista del Führer, quien les facilitó su historial médico y los datos requeridos con los que confirmaron que, en efecto, se trataba de él.

Posteriormente, un estudio de odontología forense ratificó en 1973 que el cadáver recuperado era, en efecto, el de Adolf Hitler.

De una tumba a otra

"La estrategia de Stalin, evidentemente, era asociar a Occidente con el nazismo y hacer ver que los británicos o los estadounidenses debían estar ocultándolo", escribió Beevor en su libro "Berlín, la caída 1945".

Para Luke Daly-Groves, historiador en la Universidad de Leeds, fue una jugada política del dirigente comunista.

"Él sabía que los soviéticos habían hallado los restos del Führer cuando decía que Hitler podía haber escapado a España o a Argentina. Pero diciendo esto ayudaba a debilitar a sus oponentes políticos y fortalecía su posición en las disputas territoriales", escribió Daly-Groves en la revista NewStatesman.

Al final de cuentas, la derrota del nazismo abrió las puertas al inicio de la Guerra Fría.

Moscú contaba con una gran ventaja para defender su versión: tomaron y controlaron Berlín de forma exclusiva de mayo a comienzos de julio de 1945, cuando se establecieron las zonas de ocupación.

Además, detuvieron y mantuvieron cautivos por años a varios de los sobrevivientes del búnker, incluyendo al ayudante de cámara de Hitler, Heinz Linge; a su asistente de campo, Otto Günsch, y a su piloto, Hans Baur.

En su empeño por ocultar la verdad, detuvieron en secreto a Heusermann, la asistenta dental que les ayudó a identificar el cadáver. Tras seis años en aislamiento, la condenaron por haber participado voluntariamente en el tratamiento odontológico del Führer.

Stalin (izquierda), Harry S. Truman y Winston Churchill

Stalin (izquierda), Harry S. Truman y Winston Churchill

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,
Los aliados occidentales de Stalin, Harry S. Truman y Winston Churchill, no llegaron a Berlín hasta julio de 1945 para la Conferencia de Postdam.

Los restos de Hitler permanecieron al cuidado de la unidad Smersh que los encontró. Cada vez que esta se trasladaba, los llevaba consigo.

Así, estuvo enterrado en un bosque a las afueras de Berlín, luego en la localidad de Rathenow (en el estado de Brandemburgo) y finalmente en una base que los soviéticos instalaron en 1946 en Magdeburgo, en el centro este de Alemania.

No fue sino hasta 1968 cuando en un libro escrito por Lev Bezymenski, un periodista y agente de inteligencia soviético que participó en el asalto final a Berlín, se dieron a conocer públicamente detalles de los archivos que Moscú tenía sobre Hitler, así como de su autopsia.

Y recién en 2009 Rusia informó que los restos de Hitler fueron incinerados en 1970 y las cenizas lanzadas al río Biederitz para evitar que la tumba se convirtiera en un santuario nazi.

La medida fue recomendada por el entonces jefe de la KGB, Yuri Andropov, después de que la Unión Soviética acordó traspasar a Alemania oriental el control de la base en Magdeburgo.

Moscú, sin embargo, conservó en la sede de la FSB (sucesora de la KGB) la mandíbula con la dentadura de Hitler y en el Archivo del Estado un fragmento de su cráneo.

Heinz Linge, el asistente personal de Hitler, al centro de la imagen

Heinz Linge, el asistente personal de Hitler, al centro de la imagen

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,
Heinz Linge (al centro de la imagen), el asistente personal de Hitler, fue uno de los testigos que estuvo en el búnker de Hitler hasta el final y que pudo contar luego los detalles de lo ocurrido.

Entre el veneno y la bala

Un informe presentado en noviembre de 1945 por el historiador Hugh Trevor-Roper, quien durante la II Guerra Mundial sirvió como oficial de inteligencia británica y estuvo a cargo de investigar la muerte de Führer, sostuvo que este se suicidó en torno a las 15:30 del 30 de abril de 1945, junto a Eva Braun, con quien se había casado el día anterior.

Él se quitó la vida detonando una pistola en su boca, mientras que ella habría ingerido una cápsula de cianuro.

Esta versión fue puesta en duda en el libro de Bezymenski, en el que se menciona además que al cadáver de Hitler le "faltaba una parte del cráneo".

En 2016 Jean-Christophe Brisard y Lana Parshina tuvieron acceso parcial y controlado a los archivos de Estado de la Federación Rusa, así como a archivos militares y de la policía secreta relacionados con el caso.

Según informaron, en la dentadura de Hitler se hallaron trozos de vidrio, lo que sugeriría que tomó cianuro, y pusieron en duda que se haya pegado un tiro.

En una entrevista en 2018 con el diario Times of Israel, Parshina dijo que el líder nazi daba muestras de sufrir Parkinson durante sus últimos días, por lo que se preguntaba cómo pudo dispararse con su mano derecha en esas condiciones.

Hitler y Eva Braun

Hitler y Eva Braun

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,
Hitler y Eva Braun se casaron el 29 de abril de 1945, un día antes de morir. Brisard, por su parte, destacó que no hallaron rastros de bala en la boca de Hitler, aunque cree posible que él haya pedido a alguien de confianza -como su asistente Heinz Linge- que le diera un tiro de gracia tras tomarse el veneno.

Otras versiones sugieren que se suicidó ingiriendo veneno y, luego, disparándose en la sien.

En todo caso, en general, los expertos coinciden en que el cadáver hallado por las fuerzas soviéticas es el de Hitler y en que la versión que ofreció la radio de Hamburgo aquel 1 de mayo de 1945 erraba en dos cuestiones centrales: el líder nazi no había muerto aquel día y, más importante aún, no lo hizo en combate.

En el momento de la muerte, no estaba en la vanguardia sino que se batía en retirada para evitar sufrir la suerte de Benito Mussolini -de cuya ejecución sumaria había sido informado dos días antes- o tener que rendir cuentas por sus actos ante la justicia.

El hombre que había prometido construir un imperio que duraría un milenio abandonaba la carrera tras pasar en el poder 12 años, en los que sacudió al mundo a sangre y fuego, dejando una Europa en ruinas y una Alemania destruida y ocupada.

miércoles, 23 de junio de 2021

_- Operación Barbarroja: 10 preguntas para entender el “peor error” de Hitler en la Segunda Guerra Mundial

_- El 22 de junio de 1941, la Alemania nazi lanzó la operación Barbarroja, su gran ofensiva contra la Unión Soviética entonces comandada por José Stalin. 

Se trató de la mayor invasión militar de la historia, y la arriesgada apuesta con la que Adolf Hitler pretendía decantar decisivamente a su favor el sino de la Segunda Guerra Mundial.

Pero las cosas no salieron cómo el führer había planeado, y los historiadores consideran el fracaso de la operación un punto de inflexión en la contienda y el principio del fin de la superioridad alemana.

La Operación Barbarroja dio inicio a 6 meses de batallas titánicas entre dos superpotencias totalitarias, una contienda que acabaría por resultar decisiva en el desenlace de la guerra.

Bautizada como Barbarroja por Federico Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico del siglo XII, la invasión alemana de la URSS supuso la ruptura del pacto Germano-Soviético firmado en 1939.

Las fuerzas del Eje lanzaron 3 millones de hombres, divididos en tres grupos con las ciudades de Leningrado, Kiev y Moscú como objetivo respectivamente.

Las fuerzas soviéticas fueron tomadas por sorpresa y sufrieron terribles bajas en los primeros combates. Se calcula que murieron millones de hombres, y ciudades como Kiev, Smolensk y Viazma fueron conquistadas por los nazis.

Aunque estos también pagaron un alto precio, y la mejora paulatina de las defensas soviéticas, junto con la dureza del invierno ruso frenaron el avance de la Wehrmacht, la infantería alemana, en diciembre, cuando ya había llegado a las puertas de Moscú. Entretanto, Hitler había tomado la decisión de no pasar a la ofensiva en Leingrado, sometiéndola en cambio a un largo asedio.

Aunque las tropas soviéticas sobrevivieron al embate inicial, las fuerzas alemanas lanzaron nuevos ataques en 1942 y avanzaron aún más dentro del territorio de la URSS. Fue la batalla de Stalingrado, entre 1942 y 1943, lo que haría cambiar el curso del pulso bélico y acabó empujando al repliegue alemán.

Ahora que se cumplen 80 años del inicio de la invasión, el historiador británico Anthony Beevor, especialista en historia militar y en la Segunda Guerra Mundial, respondió a 14 preguntas de BBC History para intentar entender el peor error de Hitler.

1. ¿Tenía Hitler un plan a largo plazo para invadir la URSS?

Adolf Hitler cambiaba con frecuencia su actitud hacia las grandes empresas, pero creo que su invasión de la URSS es algo que viene desde ya el final de la Primera Guerra Mundial.

Su aborrecimiento del bolchevismo era absolutamente visceral, pero esa idea estuvo influida también por la ocupación alemana de Ucrania en 1918 y la creencia de que podría convertirse en un gran granero en el futuro.

Asegurar ese territorio podría evitar que se repitiera el bloqueo británico y la consiguiente hambruna en Alemania que se dieron en la Primera Guerra Mundial. Así que fue algo estratégico, pero también instintivo.

En realidad, el plan no se concretó en detalle hasta diciembre de 1940. Curiosamente, Hitler justificó la invasión de la URSS ante sus generales como la única forma de sacar a Reino Unido de la guerra.

Si la Unión Soviética era derrotada, entonces los británicos no tendrían más remedio que rendirse, lo que era un análisis un tanto particular de la situación.

2. ¿Fue el pacto Germano-Soviético algo más que una solución temporal para Hitler?

Fue muy deliberado. Hitler comprendió que tenía que derrotar primero a los aliados occidentales.

Y esto muestra una notable confianza, sobre todo si uno piensa que el ejército francés era considerado el más potente entonces.

Stalin, por su parte, tenía grandes esperanzas de que los Estados capitalistas y la potencia nazi se desangrarían mutuamente hasta quedar exangües.

El pacto Germano-Soviético era esencial para él también, porque acababa de purgar a todo el Ejército Rojo y necesitaba posponer todo posible enfrentamiento con Alemania. 

3. Se suele criticar que los alemanes esperaron demasiado para lanzar la invasión. ¿Está de acuerdo con esto? 

Sin duda, es cierto que la operación Barbarroja se lanzó demasiado tarde y ha habido mucho debate sobre el porqué de esa tardanza. Una vieja teoría afirma que fue la invasión de Grecia en abril de 1941 lo que la aplazó, pero ya en la época se sabía que el motivo principal fue el tiempo.

El invierno de 1940-1941 había sido muy lluvioso y esto causó dos problemas. En primer lugar, los aeródromos avanzados de la Luftwaffe, la aviación militar alemana, habían quedado totalmente inundados y simplemente no podían recibir aviones hasta que no se secaran.

En segundo lugar, el mal tiempo retrasó la redistribución de los vehículos de transporte hacia el frente oriental.

Otra cuestión interesante es que cerca del 80% de las divisiones alemanas de transporte motorizado procedían en realidad del derrotado ejército francés.

Es una de las razones por las que Stalin detestaba a los franceses y en la Conferencia de Teherán de 1943 defendió que debían ser tratados como traidores y colaboracionistas. El hecho de que no hubieran destruido sus vehículos al rendirse era para Stalin un punto muy serio en su contra. 

4. Se sabe que Stalin era extremadamente paranoico. ¿Cómo pudo ignorar tantas advertencias sobre un ataque alemán? 

Esta es una de las grandes paradojas de la historia.

A Stalin, uno de los hombres más suspicaces de todos, lo engañó Hitler. Ha llevado a toda una serie de teorías diferentes, incluida la de que Stalin estaba planeando invadir Alemania primero.

Sin embargo, esa teoría no tiene demasiado sentido.

Se basa en un documento de un plan de contingencia soviético del 11 de mayo de 1941 en el que el general Zhukov y otros, que estaban al tanto de los planes nazis de invasión, examinaban posibles respuestas.

Una de las ideas que contemplaron fue la de un ataque preventivo. Pero el Ejército Rojo era entonces totalmente incapaz de llevar a cabo una acción así. Para empezar, ¡porque el transporte principal de su artillería eran los tractores que se estaban utilizando para la cosecha!

Pero es interesante cómo Stalin rechazó todas y cada una de las señales de alarma que le llegaron. No solo de los británicos, sino de sus propios diplomáticos y espías...

Quizá la explicación esté en que estaba convencido desde la Guerra Civil española de que todo el que vivía en el extranjero se había corrompido y era instintivamente antisoviético.

Por eso ignoró los avisos que llegaron desde Berlín, incluso cuando le enviaron un pequeño diccionario para las tropas alemanas en el que figuraban expresiones como “llévame a tu granja comunal”. Estaba convencido de que eran todos provocaciones inglesas para forzar una lucha con Alemania.

Sin embargo, es extraordinario que Stalin aceptara incluso las garantías de Hitler de que se estaban desplazando tantas tropas hacia el este para alejarlas del radio de acción de los bombarderos británicos, que en aquel tiempo eran tan débiles que eran incapaces de hacer ninguna mella en las fuerzas alemanas. 

5. ¿Cuáles eran los objetivos alemanes? ¿Buscaban realmente una conquista total de la URSS? 

El plan era avanzar hacia lo que se llamó la línea AA, de Arcángel a Astracán. Esto les habría llevado más allá de Moscú y más allá del Volga.

Por eso, cuando llegó la batalla por Stalingrado, muchos soldados alemanes creían que con solo capturar la ciudad y llegar hasta el Volga habrían ganado la guerra.

La idea era que las tropas soviéticas que hubieran sobrevivido a las grandes batallas al comienzo de la ofensiva no serían más que un remanente y se las podría mantener a raya mediante bombardeos.

Mientras tanto, las áreas conquistadas de Rusia y Ucrania quedarían abiertas a la colonización y los asentamientos alemanes. De acuerdo con el Plan de Hambre alemán, la población de las principales ciudades habría muerto de inanición. Calculaban en 35 millones los muertos.

Todo el proyecto dependía de un rápido avance hasta la línea AA y, sobre todo, de la destrucción del Ejército Rojo mediante grandes sitios.

Algunos de estos sitios efectivamente tuvieron lugar. Kiev, por ejemplo, resultó ser una de las mayores batallas en número de prisioneros capturados en la historia de la humanidad. 

6. ¿Tuvieron los alemanes alguna posibilidad de éxito? 

A finales de 1941, en un momento de pánico, Stalin le dijo al embajador búlgaro que pensaba que Moscú iba a ser capturada y todo quedaría hecho pedazos.

Pero Stamenov, el embajador, respondió: “Está loco. Incluso si se retira hasta los Urales, acabará ganando”.

Para mí, esto ilustra una clave por la que la Operación Barbarroja no iba a funcionar. El tamaño del país significaba que la Wehrmacht y sus aliados rumanos y húngaros nunca tuvieron tropas suficientes para la conquista y ocupación de un territorio tan vasto.

En segundo lugar, Hitler no había aprendido la lección del asalto japonés sobre China, en el que otra fuerza altamente mecanizada y técnicamente superior atacó un país de una enorme extensión.

Aquello reveló que puedes imponerte al principio, pero el shock y el terror provocado por la crueldad, que también Hitler utilizó contra la Unión Soviética, acaba provocando tanta resistencia como pánico y caos.

Hitler nunca tuvo esto en cuenta. “Patea la puerta y toda la estructura se derrumbará”, era la frase que seguía usando, pero subestimaba completamente el patriotismo de la mayoría del pueblo soviético, y su rabia y determinación de continuar la lucha. 

7. ¿Sería correcto afirmar que Stalin fue un impedimento para la defensa soviética? 

Su negativa a permitir las retiradas, en especial del sitio de Kiev, conllevó la pérdida de cientos de miles de hombres. Fue una orden de resistir o morir en la que había muy poca flexibilidad.

Fue solo en la última fase de la retirada a Moscú que Stalin dio un poco más de margen, y estuvo bien que lo hiciera porque eso preservó tropas suficientes para poner a salvo la ciudad. 

8. ¿Llegó a haber algún peligro de que el régimen soviético colapsara en las primeras fases de la invasión? 

No hubo ninguna posibilidad de una revuelta popular ni nada parecido que lo derrocara.

De hecho, no eran muchas las críticas, porque realmente nadie sabía lo que estaba pasando y el enfado de la gente en ese momento estaba totalmente centrado en los alemanes y en su traición al pacto Germano-Soviético.

El riesgo principal para Stalin era un golpe palaciego. Hubo un momento en que algunos líderes soviéticos fueron a verle a la dacha en la que se había retirado en completa depresión.

Los vio llegar y pensó que habían llegado para arrestarlo, pero pronto se dio cuenta de que estaban tan asustados como él y lo convencieron de que tenía que seguir adelante. 

9. ¿Cuán decisivo resultó el invierno ruso en la batalla por Moscú? 

No hay duda de que la severidad de aquel invierno fue importante.

Fue especialmente frío, con temperaturas que cayeron a veces por debajo de los 40º bajo cero y los alemanes no estaban equipados para eso, ni en lo que se refiere al armamento ni a la ropa.

Las ametralladoras alemanas, por ejemplo, se congelaban a menudo y tenían que orinar sobre ellas para tratar de calentarlas.

Los blindados Panzer tenían unas orugas muy estrechas, por lo que no se podían manejar en la nieve, mientras que las más anchas de los soviéticos T-34 les daban ventaja.

La dureza del invierno ruso frenó el avance de la temible infantería alemana

Los alemanes ya habían visto ralentizado su avance por los fangos del otoño y la nieve no hizo sino empeorar las cosas. Tuvieron que encender fuegos bajo los motores de los aviones durante la noche para asegurarse de que arrancarían al llegar a la mañana siguiente. 

10 ¿Fue la invasión de la URSS el peor error de Hitler? 

Lo fue. 

Si hubiera mantenido el status quo resultante de la derrota de Francia y fortalecido sus ejércitos sostenidamente con los recursos de los países que ya había conquistado, hubiera estado en una posición muy fuerte.

Entonces, si Stalin hubiera intentado lanzar un ataque preventivo en 1942 y 1943, hubiera sido desastroso para la Unión Soviética.

No hay duda de que fue el momento decisivo de la guerra. Un 80% de las bajas de la Wehrmacht se produjeron en el frente oriental; fue la Operación Barbarroja lo que quebró la columna vertebral del ejército alemán. 


Nota: 
Más que hablar de errores hablaría de crímenes. los que iba cometiendo Hitler.

Lo que no se entiende es que un cabo de la I G M, gobernara a toda una nación y a un ejército como el alemán considerado como el más selectivo, aristocrático y mejor preparado de su tiempo. Y ese ejército le obedeciera ciegamente en su camino al desastre y el hundimiento. La "nobleza prusiana" dio un ejemplo de necedad y estulticia increíble. Y fue derrotado por un ejercito formado por hijos de obreros y campesinos,...  Cierto que con 27 millones de muertos. 

Surgen, además, muchas preguntas. Por ejemplo, si los alemanes perdieron la guerra por qué no pagaron con las mismas muertes su derrota siendo, además, que ellos invadieron la URSS a traición, sin declaración previa de guerra y rompiendo sin aviso el pacto Germano-soviético de no agresión.
Sin olvidar que la mayoría de la población nunca votó a los nazis, aunque nos repitan una y otra vez lo contrario. El 60% de los alemanes nunca le votaron.

“¡Oh Alemania, pálida madre! 
Entre los pueblos te sientas cubierta de lodo. 
Entre los pueblos marcados por la infamia 
tú sobresales”. 

Bertolt Brecht

jueves, 30 de agosto de 2018

Fontana

La vieja idea aquella de los anarquistas, que decían que enseñándole a los ricos qué bueno sería el mundo si fuera mucho más justo se dejarían convencer, no suele funcionar

En 2004 se presentó en Pontevedra el historiador Josep Fontana i Lázaro, fallecido ayer.  Lo trajo otro historiador, Xosé Fortes Bouzán, uno de los fundadores de la Unión Militar Democrática (UMD), esa asociación que se le montó a Franco delante de sus narices, o sea, en el Ejército. Fontana vino a dar un curso magistral invitado por la Menéndez Pelayo que abarcaba, aproximadamente, el mundo desde 1945. Siempre fue un hombre de ambiciones y su mérito es que, cuando no pudo satisfacerlas, lo hizo habiéndolo intentado con método y elegancia. Aquel día de septiembre nos encerramos media mañana en un aula universitaria. A mitad de la entrevista, cuando llevábamos dos horas, me dijo algo así como que si no tenía suficiente, pero yo no había ido como periodista, sino como intruso, o sea, como siempre; ser periodista a los 25 años era poder hablar con la gente que yo quisiera de los asuntos que yo propusiese, y eso había incluido a Santiago Carrillo contándome su encuentro con Stalin o a Isabel Allende hablándome de los últimos momentos de su padre en La Moneda. Así, con decenas y decenas de mujeres y hombres a los que luego, si la charla había merecido la pena, yo les gratificaba con una página en Diario de Pontevedra.

En el caso de Fontana fueron dos. Con tal cantidad de texto y tan poca foto que me sorprende que Antón Galocha, mi director, trabajase aquel día. Las ha recuperado Ramón Rozas, las tengo delante y son, digamos, impresionantes. El entrevistador azuza al entrevistado, cita las revoluciones francesa y rusa, anima a justificar la violencia, llora la desaparición de la URSS. Fontana, un poco apabullado, dijo: “No se puede llamar fría a una guerra que ha causado millones de muertos”. De Irak avisó de que los norteamericanos lo único que iban a tolerar era la victoria, “que es una cosa que no tiene el menor sentido ni la menor utilidad”.

Ha corrido tanto el mundo que la entrevista parece de 1985. Uno de los éxitos de Fontana fue subirse a ese mundo y asumir su velocidad. Claro que 14 años dan para mucho, hasta para que el foco se mueva solo: “Los Estados deberían dejarse de exhibir banderas y tocar trompetas”, dijo. Habló de la victoria y de la derrota, y de la necesidad de los países por prolongar guerras que saben que no van a ganar por la mera imposibilidad de presentarse como derrotados. Y dijo esto, ya en piedra: “La vieja idea aquella de los anarquistas, que decían que enseñándoles a los ricos qué bueno sería el mundo si todo fuera mucho más justo se dejarían convencer, no suele funcionar. Y entonces ocurre que el que tiene un privilegio cuesta mucho que lo abandone”.


https://elpais.com/elpais/2018/08/28/opinion/1535450393_702321.html


Muere a los 86 años el historiador Josep Fontana


miércoles, 6 de julio de 2016

‘El doctor Zhivago’ en la Guerra Fría. Dos libros demuestran a partir de documentos desclasificados que la CIA conspiró para que la novela de Pasternak se distribuyese en la URSS y para que le diesen el Nobel.

Las relaciones entre el poder político y la intelligentsia en la URSS variaron a lo largo del tiempo. Dependía de quien mandase. La errática primavera de los creadores que se extendió con Lenin durante los primeros años de la revolución bolchevique fue agostada mediante la brutal represión estalinista y el Gran Terror, que no permitieron alejamiento alguno de la ortodoxia, marcada directamente por el secretario general del Partido Comunista (PCUS). Cuando muere Stalin en marzo de 1953 y es sustituido por Jrushchov, la represión disminuye pero no desaparece. Son los años de la Guerra Fría. Boris Pasternak era uno de los grandes poetas de la URSS, pero la obra por la que la Academia Sueca le concedió el Premio Nobel de Literatura y por la que ha sido reconocido universalmente fue la novela El doctor Zhivago. Pasternak tuvo que sufrir los rigores tanto del régimen estalinista como del posestalinismo, y fue considerado un traidor por recibir el galardón en 1958 (tuvo que renunciar a él para sobrevivir, y estuvo al borde del suicidio).

Pasternak tardó más de una década en escribir El doctor Zhivago (entre 1945 y 1955, aproximadamente). Su protagonista, era un trasunto del propio autor. Personaje y escritor procedían de un pasado perdido, el refinado ambiente de la intelligentsia moscovita de antes de la Revolución. En las letras soviéticas este era un mundo que había que despreciar, si es que se evocaba siquiera. Pasternak sabía que el entorno editorial oficial retrocedería ante el tono distinto de El doctor Zhivago, su manifiesta religiosidad, su inmensa indiferencia por el realismo socialista y la obligación de doblar la rodilla ante la Revolución de Octubre. El entusiasmo inicial de Zhivago por los bolcheviques no tardó en desvanecerse. En el Moscú de la Revolución, los libros, las obras de teatro, las películas, los poemas eran instrumentos cruciales de la propaganda de masas.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/05/29/actualidad/1464525485_084373.html