Una ola de protestas que exige más democracia y menos neoliberalismo recorre la antigua Yugoslavia. Por efecto dominó, podría extenderse a todo lo que fue el Pacto de Varsovia. Los últimos lustros han sido frustrantes
Aunque en contadas ocasiones resulta gratificante atreverse con la adaptación cinematográfica de una novela, creo que en el caso de Cirkus Columbia del oscarizado director Danis Tanovic el esfuerzo vale la pena. No solo recomiendo ver la película, sino leer también la novela homónima del periodista Ivica Djikic en la que se basa. Y no tanto por el hecho de juzgar si el director ha sido fiel al espíritu de la novela, sino porque tanto la novela como la película son excelentes y se complementan en una visión certera de las causas del desplome de la antigua Yugoslavia.
La novela Cirkus Columbia es una corrosiva y durísima sátira del nacionalismo suicida de los Balcanes durante los años noventa del pasado siglo, negrísima a pesar o gracias al humor tan característico de la zona. A través de sus personajes de diferentes edades, estratos sociales y nacionalidades asistimos al colapso de la sociedad yugoslava. Los que optaron por la emigración ya no volvieron a su país, y si volvieron no lo reconocieron. Djikic no deja títere con cabeza y a partir de su experiencia como periodista disecciona con su afilado escalpelo la sociedad exyugoslava desde una pequeña ciudad de provincias en Herzegovina, aireando todas sus vergüenzas y todos sus crímenes. A pesar de que la crítica ha visto influencias de Fellini y Kusturica en la novela, la huella de autores centroeuropeos como Ödon von Horváth es mucho más evidente... CHRISTIAN MARTÍ-MENZEL 19/07/2011
viernes, 22 de julio de 2011
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