La inquietante posibilidad de un impago de la deuda estadounidense tiene pocos aspectos positivos. Pero tengo que reconocer que el espectáculo de tantísima gente que lo ha estado negando y que de repente se ha despertado y ha olido la locura ha tenido su lado cómico, con un toque de humor negro. Varios analistas políticos parecen asombrados ante lo poco razonables que están siendo los republicanos. "¿Se ha vuelto loco el Viejo y Gran Partido?", se preguntan.
Pues ahora que lo dicen, sí. Pero esto no es algo que acabe de suceder; es la culminación de un proceso que dura desde hace décadas. Cualquiera que se sorprenda por el extremismo y la irresponsabilidad de la que ahora hace gala, o bien no ha estado prestando atención, o bien ha estado haciendo la vista gorda. Y a los que de repente dudan de la salud mental de uno de nuestros dos partidos principales me permito decirles lo siguiente: la gente como ustedes son en parte responsables de la situación actual de ese partido.
Hablemos un momento de lo que los líderes republicanos están negando. El presidente Obama ha dejado claro que está dispuesto a firmar un acuerdo sobre la reducción del déficit que consiste principalmente en recortes del gasto y que incluye recortes draconianos en programas sociales clave, incluido un aumento de la edad requerida para acogerse al programa de Medicare. Son unas concesiones extraordinarias. Como señala Nate Silver, de The Times, el presidente ha ofrecido unos acuerdos que están muy a la derecha de lo que el votante estadounidense medio prefiere y, de hecho, en el mejor de los casos, un poco a la derecha de lo que el votante republicano medio prefiere.
Sin embargo, los republicanos están diciendo que no. Es más, están amenazando con forzar un impago estadounidense y con crear una crisis económica, a no ser que consigan un acuerdo completamente sesgado. Y esto era totalmente predecible. En primer lugar, el Partido Republicano moderno básicamente no acepta la legitimidad de una presidencia demócrata (cualquier presidencia demócrata). Lo vimos durante el mandato de Bill Clinton y lo vimos otra vez en cuanto Obama asumió el cargo...
Pero no ha habido ninguna factura. Bush despilfarró el superávit de los últimos años de Clinton, aunque unos prominentes expertos pretendan que los dos partidos son culpables a partes iguales de nuestros problemas de endeudamiento. Paul Ryan, el presidente del Comité Presupuestario del Congreso, propuso un supuesto plan de reducción del déficit que incluía unas enormes rebajas fiscales para las empresas y los ricos, y luego recibió un premio a la responsabilidad fiscal.
Por eso el Partido Republicano no se ha visto presionado para mostrar ningún tipo de responsabilidad, o siquiera racionalidad, y efectivamente ha perdido los papeles. Si a alguien le sorprende, eso quiere decir que ese alguien fue parte del problema. Leer todo aquí en El País, Paul Krugman 17/07/2011
lunes, 18 de julio de 2011
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