Ángel Cano, consejero delegado del BBVA, ha acusado al Gobierno de “responder a presiones populistas” que pueden “estropear un mercado hipotecario de referencia a escala mundial.” No le ha gustado nada al número 2 del BBVA el anuncio de José Luis Rodríguez Zapatero –divulgado durante el Debate del Estado de la Nación- sobre la aprobación de medidas de protección para las personas que afrontan una ejecución hipotecaria por imposibilidad de pago. “Hay que evitar esto a toda costa”, subrayó Cano, firme defensor “de la seguridad jurídica”
El flamante Cano trabajó a lo largo de siete años en Arthur Andersen, que era una de las más prestigiosas auditoras norteamericanas hasta que en 2001/2 esa empresa legendaria desapareció abruptamente. Ello sucedió como consecuencia de sus vinculaciones con el escándalo financiero de Enron, que salpicó gravemente al entorno de George W. Bush. Cano era entonces uno más de los expertos en auditorías y es seguro que él no tuvo responsabilidad alguna en el fraudulento hundimiento de Arthur Andersen, que fue acusado, entre otros delitos, de obstrucción a la justicia.
Asunto Enron
Sin embargo, el actual consejero delegado del BBVA sí conoció de cerca cómo se las gastan los amos y señores de las grandes finanzas. El asunto Enron fue una especie de precursor de los tejemanejes multimillonarios, impulsados por la desregulación del sistema financiero de EE.UU, lo que dio paso -menos de una década después- a la crisis económica financiera internacional, ésa que nos azota sin contemplaciones.
Vieja conocida
Conviene recordar, para que no olvidemos quiénes fueron los culpables más directos de la crisis, cuando el Bank of America decidió pagar 31.000 millones de euros a Merill Lynch, factoría de capitales, de gestión de capital, de inversiones y todo género de brillante magia económica, para protegerla del previsible colapso de Lehman Brothers. Meryll Lynch, por cierto, es una veterana empresa de hacer dinero, vieja conocida de Francisco González, al que le dio algunos disgustos y ciertos dolores de cabeza. Fue presidente del BBVA por la gracia de José María Aznar López, cuando sostenía éste que España iba bien. Y, mientras, él se autodenominaba así: “Yo soy el milagro español”.
Y a vivir que son dos días
Pues bien, ahora que se acercan las elecciones generales, Francisco González parece que quiere hacer méritos ante Mariano Rajoy. El BBVA da la impresión estos días de que no es un banco. Se asemeja a lo que es Génova 13 o la FAES. A sus 65 años, González necesitaba, como es lógico y natural, una jubilación a la altura de su alto cargo de banquero nombrado por Aznar. O sea, que se embolsó hace un año su pensión de 79´7 millones de euros y a vivir que son dos días. ¡Que suerte, don Francisco, usted no debe de tener problemas con las hipotecas!
Con sensibilidad social
Desde el inicio de la crisis hemos visto cómo unos y otros magos de las finanzas procuraban taparse con discreción, o sin ella, sus vergüenzas. Se han venido protegiendo, en la medida de lo posible, los bancos y las factorías de dinero especulativo. Pero, como demuestra la doctrina de Cano, contraria a la protección de las personas que quedan atrapadas por sus hipotecas, una cosa es que los poderosos –muchos de ellos enriquecidos por métodos en absoluto ejemplares- se protejan entre sí y otra que los Gobiernos con sensibilidad social, nada que ver con el populismo, señor Cano, intenten proteger a los desvalidos frente a las hipotecas.
sábado, 2 de julio de 2011
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