Durante la época del neoliberalismo que abarca desde finales de la década de los años setenta hasta ahora, la postura hegemónica en los centros financieros, políticos y mediáticos en el mundo más desarrollado económicamente (donde se genera la sabiduría convencional transmitida por las mayores instituciones internacionales, desde el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, a la OCDE, entre otros) es que la Banca privada es más eficiente que la pública. De esta creencia se derivan las políticas estatales en la mayoría de tales países, incluyendo España, de privatizar la Banca y, en España, las cajas de ahorro, convirtiéndolas todas ellas en Bancas privadas. Esta ideología o creencia, sin embargo, se apoya en fe más que en evidencia científica, la cual apoya posturas opuestas a las que los establishments financieros, políticos y mediáticos están promoviendo. Un ejemplo de ello es lo que ocurre en EEUU. Veamos los datos.
El Estado de EEUU que tiene una economía más eficiente, con el mayor porcentaje de la población empleada, con el menor desempleo, con los salarios más elevados, y con un mayor superávit en sus ventas es North Dakota. ¿Cuál es la causa de ello? A primera vista parecería que se debe a que es un Estado afortunado: tiene petróleo. Y ello crea riqueza. Ahora bien, otros Estados tienen petróleo y sus indicadores siguen la pauta general del país: alto desempleo, destrucción de empleo, y con cuentas públicas en negativo. Entre ellos está el Estado de Alaska, uno de los Estados que produce más petróleo en aquel país. Montana y Wyoming también son ricos en recursos energéticos –gas y petróleo- y en cambio están –como lo está también Alaska- en crisis profunda. Parece, pues, que tener petróleo no es la causa principal de que a North Dakota le vaya tan bien.
Analizando las causas, Ellen Brown, una analista, conocida por sus estudios de las economías de los Estados, ha concluido que el éxito de North Dakota (su desempleo es del 3.3%, el más bajo de EEUU) es que tiene un Banco Público. El Estado deposita todos los ingresos que recibe en este banco, el cual tiene como objetivo ayudar a la economía del Estado, teniendo prohibido invertir fuera del Estado y practicar comportamientos especulativos. Ayuda a las empresas basadas en el North Dakota y tiene como función primordial proveer crédito a los residentes en aquel Estado. El contraste en la manera como este Estado maneja sus ingresos –a través de la Banca Pública- y la manera como lo hace, por ejemplo, California –a través de la Banca Privada- es espectacular.
El profesor de Economía y Director de la Facultad de Derecho de Orange, del Estado de California, el Sr. Timothy Canova, ha hecho esta comparación ítem por ítem, y llega a la conclusión de que parte del enorme problema del Estado de California es que, además de tener desregulada a la Banca, deposita todo su dinero en la Banca privada, la cual lo utiliza fuera del Estado y para fines especulativos que crea un gran riesgo e inestabilidad financiera. Es más, una vez el Estado lo deposita en los bancos, pierde la oportunidad de invertirlo en fines encaminados a favorecer la economía productiva californiana. California, como resultado de ello, tiene gravísimos problemas, con elevadísimo desempleo y cuentas públicas muy negativas, al contrario que North Dakota.
Esta experiencia se reproduce también en Europa. El país que hoy tiene unos mejores indicadores sociales y económicos es Noruega, que es uno de los pocos países que tiene un Banco Público. Como en el caso de North Dakota, la clave no es el petróleo, sino la existencia de una entidad pública que garantice el crédito.
LA SITUACIÓN EN ESPAÑA
Las privatizaciones masivas que tuvieron lugar en España a partir de la década de los años noventa, y muy en particular durante el gobierno del Partido Popular, empobreció a la larga al Estado español. Éste dejó de recibir fondos producidos por empresas públicas altamente rentables, tales como Telefónica, Tabacalera, Repsol, Gas Natural y Endesa, entre otras. Para darse cuenta de lo que significa para el Estado tales privatizaciones, hay que conocer que los beneficios de la Lotería nacional que el gobierno español ha intentado privatizar ha dado en 2011 unos beneficios al Estado de 2.643 millones de euros, que es mucho más que el dinero que el Estado ha intentado ahorrarse congelando las pensiones y reduciendo los salarios de los empleados públicos. Un tanto semejante ocurría en aquellas otras instituciones que han sido privatizadas: han dejado de generar recursos al Estado.
Tal empobrecimiento ha ocurrido también en el sector financiero. Las instituciones financieras Argentaria, Banco de Crédito Industrial y Banco de Crédito Agrícola, hoy parte del BBVA, eran altamente rentables cuando fueron privatizadas. En realidad la privatización del crédito ha dificultado enormemente la misión que tiene el Estado de garantizar la disponibilidad del crédito como medida necesaria para estimular la actividad económica. La única institución que tiene como objetivo primordial esta garantía de crédito, es el Instituto de Crédito Oficial (ICO) que, por cierto, es rentable, presentando unos beneficios anuales de 20 millones de euros. Su tamaño es excesivamente limitado y un gobierno progresista debería haber estimulado su desarrollo y transformación en una Banca pública que hubiera garantizado la disponibilidad de crédito, uno de los mayores obstáculos para que la economía española se recupere. Es decepcionante que el gobierno Zapatero, cuyo equipo económico ha estado imbuido del dogma neoliberal, no haya considerado el establecimiento de tal Banca pública, y también es frustrante que el candidato Rubalcaba haya rechazado la propuesta de que se estableciera la Banca pública en España, una de la mayores condiciones para que la economía española se recupere. En cuanto al mayor partido de la oposición, el partido Popular, sus propuestas de desregular el sector bancario y su deseo de continuar la privatización de las cajas de ahorros dificultarían todavía más la disponibilidad de crédito y, por lo tanto, la recuperación económica. Fuente, Vicenç Navarro, Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
domingo, 8 de abril de 2012
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