jueves, 26 de abril de 2012
Una victoria socialista en Francia no tendrá "efecto dominó" en Alemania
Los socialdemócratas alemanes piensan más en una gran coalición con Merkel, que en una alternativa de poder a la francesa
Prudencia en Berlín ante la primera vuelta de las presidenciales francesas: “la canciller mantiene su apoyo a Sarkozy”, dice su portavoz, pero trabajará con cualquier presidente, puntualiza. Contención también en el SPD. Alertan contra un apoyo a Sarkozy, del que dicen va a tener que echar carnaza a la extrema derecha de Le Pen para intentar remontar. Como precedente de la colaboración en esa carnaza mencionan la iniciativa conjunta de los ministros del interior, francés y alemán, para suspender hasta treinta días los acuerdos de Schengen en materia de control fronterizo. En la prensa, bastante crítica al mercurial Sarkozy. Las elecciones están siendo un referéndum contra él, se dice. “Prometió mucho presentándose como hombre del pueblo pero le hizo el juego a la casta parisina de poder”, observa el Suddeutsche Zeitung. Quizá el “insulso” y “aburrido” Hollande sea más pragmático y previsible. Por lo menos, “no estará tan subordinado a su propio ego”, se lee en el Financial Times Deutschland. El presidente francés lo tiene difícil en la segunda vuelta, auguran casi todos.
Una eventual caída de Sarkozy será, sin duda, una derrota para Merkel y su política fiscal en Europa. Puede incluso que la cobardía de los gobernantes meridionales más afectados por esa política, se haga más gallarda en Bruselas gracias al estímulo francés. Pero pensar que ese eventual cambio pueda llegar al extremo de provocar un “efecto dominó” en Alemania y precipitar una victoria socialdemócrata del SPD en las elecciones generales de otoño de 2013, es ir demasiado lejos. El SPD es otra parroquia. Está claramente a la derecha de Hollande y no busca una “mayoría de izquierdas”. Para hacerse con ella bastaría con abrirse a un tripartito con verdes y Die Linke cuya suma supera holgadamente cualquier coalición conservadora. Pero tal alianza, con el partido de Lafontaine, que es la variante alemana de lo que Melenchon representa en Francia, es tabú.
Si en Francia el parentesco entre Hollande y Melenchon es visto como algo natural, su traducción al alemán es anatema para lo que el semanario Freitag describe como “anticomunismo fundamental” del Estado alemán. Y hay que recordar que aquí la identidad política, incluida la de los partidos, se deriva mucho más de la fidelidad y el culto al Estado, cuyo sujeto es el “Staatsbürger” (el “ciudadano del Estado”), que de la sociedad, cuyo sujeto es el “citoyen”. A esa diferencia fundamental se suma otra.
Por tradición, el principal enemigo histórico del SPD es el partido comunista, y aunque Die Linke sea más bien un partido socialdemócrata, incluye componentes comunistoides que lo expulsan del establishment curtido en las primeras trincheras del anticomunismo occidental durante la guerra fría, algo desconocido en Francia, donde tanto los comunistas como la derecha gaullista participaron en la resistencia. En los últimos veinte años, el Partido Verde también se ha sumado a esa tradición de correcta obediencia. Hay algo más: el SPD ni quiere, ni puede explotar los errores de Merkel ¿Cuales son esos errores? Jakob Augstein un conocido analista local hace la lista.
La canciller, dice, “ha sido culpable de que la crisis salga mucho más cara, por haber dejado explosionar los costes de la quiebra griega, por haberse concentrado en el ahorro ignorando el crecimiento, lo que impone el látigo alemán de los ahorros como medicina insoportable y que todo lo empeora”. Con ello, Merkel, “reabre la cuestión alemana en términos del siglo XIX, en los que Alemania es vista como peligro para Europa”. Con todo esto se puede estar de acuerdo, o no, pero es clara materia para una oposición de izquierdas. El SPD no utiliza ese martillo. Su cuestionamiento de la euroreceta de Merkel es flojo y tangencial. La explicación está en sus líderes.
Son tres: Sigmar Gabriel, Peer Steinbruck y Frank-Walter Steinmeier, todos ellos ex ministros con Merkel, en su primer gobierno de gran coalición, y con responsabilidades en el gran recorte neoliberal alemán, la Agenda 2010, que efectuó el canciller Gerhard Schröder en 2003. La Agenda 2010 está directamente emparentada con la actual euroreceta, hasta el punto de que es citada como su precedente y modelo. Steinbrück fue ministro de finanzas en aquella época y abrió el país a los “hedge fonds”.
Con este liderazgo el SPD logró en 2009 los peores resultados de su historia, un 23%, de los que apenas remonta, pero no ha habido cambio, ni de dirigentes, ni de política. Y lo segundo no es posible sin cambiar lo primero. Todo sumado, aclara bien el misterio de por qué el SPD deja pasar, sin crítica ni batalla, los grandes temas sociales y financieros, alemanes y europeos que son el talón de Aquiles de Merkel. El resultado es que antes de dar la batalla, el SPD liderado por su triunvirato de perdedores, ya ha perdido.
“En la futura campaña electoral no se trata de ir contra la canciller Merkel”, dijo Gabriel, jefe del partido, en el último debate del SPD sobre las elecciones de 2013. “No se trata de luchar contra otros, sino en pro de una Alemania mejor”, añadió. Cuando el jefe de la oposición, dice que no se trata de criticar al líder rival en una campaña, quiere decir que el SPD busca un gobierno de coalición con Merkel, y, seguramente, liderado por Merkel, a tenor de la última encuesta electoral: CDU 35%, SPD 25%. Esta es otra parroquia. No tiene nada que ver con Francia. Un giro francés tendrá sin duda consecuencias, en Alemania y en Europa, pero no habrá efecto dominó que lleve al poder a la izquierda alemana.
Rafael Poch, La Vanguardia.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/internacional/20120424/54285768913/victoria-socialista-francia-no-efecto-domino-alemania.html
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