La mejor estafa es aquella en la que el estafado nunca llega a ser consciente de su condición. La estafa perfecta aun va un paso más allá, y en este caso el estafador es capaz de conseguir el agradecimiento de la víctima.
Nos amenazan con el abismo, para acto seguido rebajarnos el sueldo como única salvación posible. Nos aseguran que estamos al borde del precipicio inmediatamente antes de convencernos de que lo único que puede evitar que caigamos son los recortes. Nos advierten de que las prestaciones sociales nos van a conducir a la ruina e inmediatamente comienzan a desmantelarlas. Los derechos laborales son incompatibles con el crecimiento así que hay que eliminarlos. Nos quitan de nuestros bolsillos el dinero que hay que entregar como intereses a los especuladores y usureros. Y en medio de este naufragio hay que salvar primero a los bancos si es que queremos tener alguna opción de salvarnos todos los demás.
Finalmente entre amenazas de fin del mundo acaban por convencernos de que todos tenemos que ser más pobres para que los ricos lo sean un poco mas, que al parecer es la única forma de que el mundo siga girando.
La estafa viene de lejos, de muy lejos, tal vez nos hayan estado estafando siempre, pero ahora está llegando a su perfección. Nos recortan salarios, nos despiden, nos despojan de derechos, nos roban y nos mienten. Y están a punto de conseguir que aun les demos las gracias.— Sebastian Fernández Izquierdo. Cartas al Director en El País.
La contrarreforma del sistema sanitario
Hace casi tres años, en medio del debate sobre la reforma del sistema sanitario en Estados Unidos, me publicaron una carta en el Los Angeles Times en la que, en mi calidad de angelino residente en España, defendía con orgullo el sistema de sanidad público español.
Qué irónico que ahora me encuentre escribiendo otra carta, esta vez a un diario español, para mostrar mi total indignación ante unos recortes que desvirtúan el modelo actual; donde el acceso a la sanidad pasa de ser “un derecho universal” a un derecho limitado a los “asegurados”, dejando sin cobertura a ciertos colectivos y penalizando a otros con copagos.
Yo ya sabía que sería muy difícil lograr la muy necesaria reforma del sistema de salud norteamericano, pero lo que nunca me hubiera imaginado es que en mi país de adopción se iba a producir la contrarreforma.— José Joaquín Recasens. Cartas al Director en El País.
lunes, 30 de abril de 2012
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