Cuando el presidente del Gobierno se marchó a Polonia para ver el partido de la selección española, al día siguiente de aprobarse el rescate de la banca, declaró muy ufano que ya se habían solucionado todos los problemas y por eso podía irse tranquilamente al fútbol. No hemos necesitado mucho tiempo para comprobar lo errado de su pronóstico.
Ahora, tras los últimos recortes, el Gobierno se empeña en hacernos creer que sus decisiones son la única opción política posible.
Modestamente, quiero aportarle dos ideas que suponen una alternativa. La primera, me la ha sugerido la afirmación del ministro de Hacienda de que es necesario subir el IVA porque hay quienes no lo pagan. Si el ministro sabe que hay quienes no pagan, y siguen sin pagar tras la reforma, ¿por qué no persigue a los defraudadores en lugar de aumentar el porcentaje de los que ya pagan?
La segunda, me surge a partir de las declaraciones recientes del ministro de Economía. Pide a las grandes empresas que reduzcan el sueldo de sus directivos. Si entiende que los beneficios obtenidos por tales directivos son excesivos, ¿por qué no sube los tramos altos del IRPF y les deja que ganen lo que quieran?— Luis Rodríguez Lobato en el País, cartas al director
Fraude Electoral
Soy socio de una cooperativa. Hace unos meses vino a mi empresa un comercial ofreciéndonos la materia prima que utilizamos a unos precios y con unas ventajas muy interesantes, he de decir que no estábamos muy contentos con el proveedor que teníamos. Firmamos un contrato con él por cuatro años como proveedor principal.
Pasados unos meses de la firma del contrato, los productos que nos traía y los precios no coincidían con lo acordado, eran de peor calidad y más caros. Hablamos con él y nos explicó que a su empresa tampoco le gustaba incumplir el contrato, pero que a su vez, las circunstancias del mercado y su proveedor, que era de otro país, les estaban obligando a aceptar condiciones distintas a las pactadas. Por esa vez aceptamos.
Unos meses después los productos y los precios volvían a empeorar, se seguía incumpliendo lo firmado en contrato y lo prometido después. Reunidos en asamblea, los socios de la cooperativa, decidimos denunciar el contrato por incumplimiento y buscar otro proveedor que no nos mintiera.
Lo has entendido correctamente. Soy español, mi empresa es España y el comercial el PP.— Reyes Maestre Fraguas, en El País, cartas al director.
jueves, 19 de julio de 2012
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