No, este no es un artículo más acerca del sorprendente éxito de Bertín Osborne al frente de 'En la tuya o en la mía'. No vamos a hacer hincapié en ese espíritu cotilla que nos lleva a querer ver cómo son las casas de los famosos como uno de los motivos del éxito del programa. Tampoco vamos a hablar de la espontaneidad del presentador –cantante, actor, showman, lo que surja–, ni de la tranquilidad de sus entrevistas. Redundar en algo que ha dicho todo el mundo sería una auténtica grosería para los usuarios de Twitter que viven pegados al minuto de la noticia. Aunque, claro, nunca deberíamos olvidar que repetir siempre la misma cantinela únicamente tiene una utilidad: convencernos de lo que no estamos seguros.
Los que se han rendido a las bondades del espacio de Televisión Española basándose en sus buenos datos de audiencia, imagino que serán los mismos que también reconocen la valía de Gran Hermano por los mismos motivos. Puede que Bertín se lleve más del 20% de los espectadores que se sientan a ver la televisión cada miércoles pero es que el reality de Telecinco hace lo propio los jueves, incluso los martes y los domingos –no todos, claro–. Juzgar un producto únicamente por la aceptación que parece despertar en los espectadores sería tan absurdo como pensar que a los españoles nos gusta que nos roben a manos llenas viendo la victoria del Partido Popular en las últimas elecciones. Y, claro, ¿a quién le gusta que le roben? Seguro que a ninguno de los presentes.
El éxito de Bertín Osborne, por mucho que nos pese, va más allá de los niveles de audiencia. De hecho, no tiene nada que ver. El presentador ha conseguido, sin que nadie se despeine, colar los peores valores en el horario de máxima audiencia nacional y recibir aplausos por ello. Un regalo envenenado perfectamente envuelto. Una factura impecable, unas versiones de hits musicales estupendas, un ritmo estudiadamente tranquilo y unas risas en un mullido sofá. Detalles nada nimios que han conseguido que la gente crea que está viendo un programa inofensivo cuando la realidad es muy distinta. En la tuya o en la mía evidencia todo lo mal que está haciendo nuestra sociedad. ¿Todo? Todo. ¿Exagerado? Bueno, tal vez un poco. Peor sería que nos gobernara el primer partido imputado en un juicio... ¡Oh, wait!
Machismo a gogó
Cree Bertín Osborne que presumir de tener pocas cualidades en la cocina y preguntarle a tu mujer dónde están los utensilios es algo chistoso. Ay, los hombres, qué despistados somos, no podemos hacer dos cosas a la vez. Pobres de nosotros. ¿Hasta cuándo vamos a arrastrar este tópico? Argumentar que las mujeres pueden hacer dos cosas a la vez no deja a los hombres por debajo, sino que les aúpa a una posición mejor. Yo, como hombre, puedo permitirme el lujo de hacer una cosa y pasar de las demás, mientras que las mujeres están obligadas a hacer muchas al mismo tiempo. No es que yo sea tonto, es que soy demasiado listo. Y el problema no es que lo diga un presentador cualquiera, que, al fin y al cabo, es un particular. Lo grave es que el presidente del gobierno caiga en lo mismo. Mariano Rajoy nos lo dejó bien claro. Amigas, la cocina impoluta que los machos alfa están ocupados haciendo cosas...
http://elpais.com/elpais/2016/02/04/tentaciones/1454588001_778390.html
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