La cobertura de lo que está ocurriendo en las elecciones primarias para el cargo de Presidente de EEUU por parte de los mayores medios de información españoles es, con limitadísimas excepciones, muy sesgada, traduciendo la orientación conservadora y/o neoliberal que caracteriza a la gran mayoría de tales medios. La bien conocida (a nivel internacional) falta de diversidad ideológica en la televisión y radio españolas, así como en la prensa escrita, con escasísima presencia de voces críticas de sensibilidad progresistas de izquierdas, se refleja en su presentación de lo que está ocurriendo en aquel país. Sus corresponsales en EEUU se limitan, por lo general, a traducir al castellano (o al catalán en Catalunya) lo que dicen los mayores medios de información estadounidenses, sin ir más allá y sin profundizar críticamente en lo que dicen aquellos medios. Y para complicar más las cosas, en su traducción de lo que dice la prensa estadounidense al español, copian literalmente lo que se escribe en tales medios, sin darse cuenta de que algunos términos tienen un significado opuesto a los dos lados del Atlántico. Así, el término “liberal” en EEUU se utiliza en aquel país para definir a un político que apoya el intervencionismo del Estado en la actividad económica, proponiendo medidas redistributivas y expansión del gasto público. Liberal, en EEUU, quiere decir lo que en Europa se conoce como socialdemócrata, mientras que en este continente, y por lo tanto en España, liberal define a un político que está en contra del intervencionismo del Estado, desfavorece las políticas redistributivas, y promueve la privatización de lo público. Definir en los medios españoles a los políticos de la izquierda estadounidense como liberales crea enormes confusiones en España (ver, como ejemplo de este error, el artículo de la corresponsal de El País en Washington, Amanda Mars, “Sanders centra su estrategia en asociar a Clinton con el poder financiero”, El País, 06/02/2016).
¿Qué pasa en EEUU?
Hoy, la noticia mayor que existe en EEUU es que un candidato a la Presidencia del país, que se presenta (sin tapujos y orgulloso de serlo) como socialista, y que pide una revolución política, utilizando esta expresión en cada uno de sus actos electorales, está causando un tsunami político semejante al que ha ocurrido en España con Podemos o con el candidato laborista británico, el Sr. Corbyn, en el Reino Unido. En las primeras elecciones primarias en el país para el cargo de Presidente de EEUU, que tuvieron lugar hace unos días en el Estado de Iowa, tal candidato socialista empató con la candidata claramente apoyada por el aparato del Partido Demócrata, la Sra. Hillary Clinton, que contaba con el claro apoyo, no solo de aquel aparato, sino también del establishment político mediático de aquel partido. Y esta casi victoria del Sr. Bernie Sanders, que es el candidato socialista, ocurrió a pesar de la clara hostilidad que sufrió su candidatura por parte de los mayores medios de información (prensa y televisión) de aquel país (tal como también ocurrió con Podemos en España y con el Sr. Corbin en el Reino Unido). Predeciblemente, tal hostilidad o animosidad ha aparecido, no solo en los mayores medios de información de EEUU, sino también de España, cuya cobertura mediática de la vida política de EEUU, como he dicho en el párrafo anterior, se limita, la mayoría de las veces, a la mera traducción al castellano (o al catalán en Catalunya) de lo que dicen los mayores medios de información estadounidenses.
El surgimiento de este movimiento antiestablishment, liderado por Bernie Sanders, tiene características semejantes a lo que ha estado pasando en España y en Reino Unido, y responde a una situación común en los tres países: las clases populares están hartas del maridaje entre los intereses económicos y financieros de las grandes empresas que constituyen la clase corporativa (the corporate class) por un lado, y las instituciones representativas por el otro, que las han transformado en meros instrumentos de tal clase. Tal situación ha sido posible por la privatización del proceso electoral en EEUU, donde todo candidato a un cargo electoral puede recibir tanto dinero como pueda generar y, a través de lo que se llaman Super PACs, financiar su campaña, comprando tanto espacio televisivo como quiera, sin que exista ninguna regulación al acceso a tales medios. La mayoría de los fondos que la clase política (lo que se llamaría casta en España) recibe, procede de las grandes empresas de la corporate class, el 1% top de la sociedad por su nivel de renta que controla o tiene una enorme influencia, también en la mayoría de los medios de información y persuasión del país.
La consecuencia de este maridaje entre el mundo del capital y las instituciones políticas es que las políticas aprobadas por el Congreso de EEUU (hoy controlado por la ultraderecha estadounidense, financiada masivamente por los elementos estadounidenses comparables al IBEX-35 de España), sistemáticamente favorecen sus intereses a costa de los del mundo del trabajo, que constituye la mayoría de las clases populares de EEUU.
Tal situación también afecta a gran parte del Partido Demócrata. Fue precisamente el Presidente Clinton el que desreguló la banca (siendo su Ministro de Finanzas Robert Rubin, que era en su vida privada uno de los mayores banqueros de Wall Street, el centro financiero de EEUU), creando las bases para que se diera la mayor crisis financiera que el país ha vivido desde la Gran Depresión, crisis que ha creado un gran descenso del nivel de vida de las clases populares, a la vez que ha acentuado un incremento incluso más intenso de las desigualdades existentes en EEUU. Como constantemente señala Bernie Sanders, “una décima parte del 1% superior de la población controla el 90% de la riqueza del país”. Y los datos, fácilmente accesibles, señalan la veracidad y credibilidad de su mensaje.
La revuelta popular en contra del establishment político-mediático
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¿Podrían pagarse las propuestas de Sanders?
Este argumento se reitera constantemente, en cualquier país, por voces conservadoras y neoliberales, como objeción a medidas que requieran una expansión del gasto público social. Es interesante subrayar que nunca se hizo la pregunta, por parte de las mismas voces que señalan que no hay recursos para la expansión del gasto social, si el país tenía dinero para pagar el rescate de sus bancos. De haberse hecho ésta, se podría haber contestado ahora de la misma forma. Si el país tuvo dinero para rescatar a los bancos, también lo tenía para rescatar a la población (y la misma respuesta aplica a España).
Y en EEUU (y en España) los fondos existen. Y así lo muestra el candidato Sanders: reduciendo el gasto militar significativamente, prohibiendo las inversiones de las empresas (del organismo equivalente al IBEX-35) en los paraísos fiscales haciendo que paguen impuestos como todos los demás, y aumentado la carga fiscal de las grandes fortunas, entre otras medidas. Con ellos se generarían recursos más que suficientes para asumir tales gastos. La no existencia de estos fondos ahora se debe a causas políticas (el maridaje poder económico-poder político) no a causas económicas.
El grupo de economistas del candidato Sanders ha publicado cómo se pagarían cada una de las reformas que él propone. Por ejemplo, el programa de universalización de los servicios sanitarios (conocido como single payer) sustituiría la financiación privada del sistema sanitario estadounidense (que se basa en el pago de pólizas a los seguros privados, pólizas que alcanzan unos niveles prohibitivos para millones de personas y que determina que tengan muchas dificultades para poder recibir atención sanitaria) por una financiación pública, de manera que la ciudadanía, en lugar de pagar a las compañías de seguro privadas (que ofrecen una cobertura insuficiente), lo harían en una cantidad mucho menor a una agencia pública, que les garantizaría una cobertura sanitaria completa, tal como ocurre en Canadá (cuya popularidad del sistema sanitario es mucho mayor que la del sistema privado estadounidense). En realidad, los impuestos para la mayoría de la población no aumentarían, pues la expansión de los servicios públicos sería a base del aumento de los niveles impositivos de los billonarios, que hoy apenas pagan impuestos, y cambios en las prioridades del gasto público, transfiriendo fondos de las áreas militares hacia las sociales...
... en cuanto al retraso de la edad de jubilación (que es 67 años en EEUU), propuesta a la que se opone Sanders pero que no descarta la Sra. Clinton. Ni que decir tiene que la Sra. Clinton es una alternativa mucho mejor que cualquiera de los candidatos republicanos. Pero para una persona progresista, Sanders cubre mejor la papeleta.
¿Permitiría el establisment político-mediático que Sanders fuese Presidente?
Esta observación, procedente de grupos escépticos en las izquierdas, tiene mucho peso. Es una realidad que el establishment muestra enorme hostilidad a la candidatura de Sanders. Los mayores canales de televisión ABC, CBS y NBC, por ejemplo, dan mucha más cobertura a los otros candidatos que a Sanders. Según el análisis de tiempo de cobertura de los candidatos (The Tyndall Report), tales canales ofrecieron en el año 2015 dieciséis veces más tiempo de exposición televisiva al candidato republicano Trump que al candidato demócrata Sanders, que goza de mayor apoyo popular que Trump. Similar discriminación ocurrió en España, comparando el tiempo de exposición y presentación favorable a Albert Rivera versus Pablo Iglesias en las elecciones últimas.
Hacerse esta pregunta lleva al centro del problema: la captación de las instituciones democráticas por los intereses económicos y financieros corrompen el significado de democracia. De ahí que la llamada a que cambien las instituciones políticas (y mediáticas) que Sanders define como Revolución Política sea la misma que la llamada a un nuevo orden económico, justo y solidario. Y este es el gran reto que hoy tienen tanto EEUU como España. Sin lugar a duda, estamos en un periodo histórico, en el que estamos viviendo el fin de una época con los albores de una nueva, de la cual no conocemos todavía su posible configuración. El enorme enfado de las clases populares puede canalizarse por fuerzas políticas profundamente reaccionarias (como Trump en EEUU) o profundamente democráticas (como Sanders). Ahora bien, el futuro a favor de las alternativas democráticas y progresistas dependerá de las movilizaciones populares que presionen para que ello ocurra. Así de claro.
Fuente: Vicenc Navarro,
http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2016/02/08/lo-que-se-oculta-o-se-ignora-en-la-prensa-y-en-la-television-sobre-las-elecciones-de-eeuu/
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