Belén Gopegui
Diagonal
Van a votar, contra un PP previsible y un PSOE entregado a Ciudadanos. No es casi nada un voto. Pero existe. Por lo demás, ahora ya saben que la lucha no se delega.
Dudan. Porque lo vieron entonces y creen volver a verlo ahora. Era el año 82, algo iba a cambiar. Los votos iban a traer otras relaciones sociales y económicas. Y votaron, y se desencadenó un proceso de engaño y miedo. Un miedo deshonesto, inconfesable, pues a grandes rasgos resultaba conveniente y conducía al yate y a la OTAN, al enriqueceos y a la comodidad de quien se apoya en espaldas ajenas.
Empezó Mitterrand nacionalizando unas cuantas empresas hasta que le dijeron basta. El PSOE no pudo siquiera lograr que algunos médicos del sistema público dejasen de trabajar además en la sanidad privada, detrayendo recursos. Lo intentó. Hubo otras muchas cosas, miles, que no llegó a intentar. Y nunca dijo que si hubiera avanzado más habría recibido presiones y habría tenido que movilizar a un electorado que, desde su punto de vista, prefería estar de fiesta.
Dudan. Miran a esos cargos del PSOE que odian de antemano lo que va a venir y quieren que su partido haga cualquier cosa menos intentar ser lo que un día dijo querer ser. Miran a quienes estrenan voto para que algo cambie. ¿Y si no cambia? No son cínicos, ni cínicas.
Piensan, con racionalidad, que las instituciones de la Ilustración son un buen modo de organizar a una sociedad en equilibrio, pero no son el modo suficiente para corregir el desequilibrio de partida: funcionan cuando el poder está dividido. Cuando no lo está, cuando la mayor parte radica en las grandes empresas que poseen el privilegio de dar o quitar trabajo, las instituciones quedan condenadas a gestionar, mejor o peor, lo que hay. A no ser que el poder de las grandes empresas encuentre un contrapeso.
Dudan. Barajan abstenerse. Esperar con el ya te lo dije en los labios. Luego piensan que no estamos en el 82. La degradación ambiental y el agotamiento de los recursos es tan cierta que no intentar nada sería un asesinato; el feminismo aun cuando siga siendo apartado, negado, no va a volver atrás, pues una cosa es la espuma a la que se permite asomar a la superficie y otra la conciencia y la fuerza de las mujeres; la explotación es más visible; si el miedo se repitiera no sería el mismo, llovería sobre mojado y el miedo encontraría respuesta.
Van a votar, contra un PP previsible y un PSOE entregado a Ciudadanos. No es casi nada un voto. Pero existe. Por lo demás, ahora ya saben que la lucha no se delega.
Fuente: https://www.diagonalperiodico.net/culturas/30747-dudan.html
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