Pensé que me estaba dando una embolia. Estaba sola. Llamé a un amigo que vino rápidamente. Después de un rato, cuando había pasado la tormenta, me dijo: “No te asustes, pero creo que has sufrido un ataque de pánico”.
Daniel Liévano
Por supuesto, me asusté, ¿estaba enloqueciendo? Lo que había sentido en el cuerpo, ¿era producto de mi imaginación?
Se estima que hasta uno de cada tres adultos sufrirá de un ataque de pánico alguna vez en su vida. Las razones son muy diversas —por ejemplo, la muerte de un ser querido, las penurias económicas, tener que hablar en público— y las formas en que se manifiestan también.
Nuestra colega de la sección Well, Dani Blum, escribe:
Muchos investigadores creen que los ataques de pánico pueden producirse cuando el cerebro no es capaz de enviar correctamente los mensajes entre el córtex prefrontal, asociado a la lógica y el razonamiento, y el cuerpo amigdalino, que controla la regulación emocional. Durante un ataque de pánico, el cuerpo amigdalino está hiperactivo, mientras que la corteza prefrontal reacciona menos, lo que nos hace entrar en una espiral.
Solemos pensar que estos episodios son solo un asunto mental. Sin embargo, sus síntomas son también de carácter físico. Reconocerlos de forma oportuna y adecuada, como me pasó a mí, puede ser tremendamente útil en un momento de gran angustia.
Por eso tenemos en español este estupendo interactivo que ayuda a identificar los síntomas de un ataque de pánico y ofrece estrategias que los expertos recomiendan para manejarlos.
¿Has sufrido un ataque de pánico? ¿Cómo lo enfrentaste? Participa en los comentarios. A veces también ayuda saber que no estamos solos.
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