Mar Johnsson (Barcelona, 19 años) hizo la Selectividad en junio de 2021, y está en segundo de Matemáticas en la Universidad de Barcelona (UB). Estudia ahí porque no entró en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). “La nota de la UPC era un 13,2 y yo saqué un 12,9. Tenía que hacerlo perfecto, y no estuve a la altura”, lamenta. De las 10 carreras con la nota de corte más alta de España, 7 tienen matemáticas en su nombre, y el doble grado de Física y Matemáticas es, año tras año, la carrera de más difícil acceso en todo el país, con un 13,825 sobre 14 en la Universidad Complutense de Madrid, y más de un 13,7 en las de Sevilla, Murcia, Zaragoza y Granada. ¿Por qué ese éxito de las matemáticas en las aulas cuando hace una década quedaban plazas sin cubrir?
“Las matemáticas están viviendo una época de esplendor, pues ahora, con el auge de las nuevas tecnologías, hay una plena conciencia de su utilidad. La sociedad se ha dado cuenta de que son muy necesarias porque, al final, detrás de todo hay matemáticas”, reflexiona sobre el fenómeno Eva A. Gallardo, presidenta de la Real Sociedad Matemática Española (RSME). Johnsson está satisfecha de estudiar lo que estudia. “Las matemáticas lo explican todo, son la base de absolutamente todo. Aunque luego no quiero dedicarme a ellas, y haré un máster en Administración y Dirección de Empresas porque quiero trabajar en el mundo de las finanzas, de la Bolsa, sé que gracias a ellas tendré trabajo al salir”, afirma.
Sobre las salidas profesionales que ofrecen estas ciencias, Gallardo expone que son “infinitas”. “La tasa de empleo siempre ha sido altísima. Los matemáticos son personas con perfiles muy muy versátiles, con mentes analíticas, acostumbradas a los desafíos, a los retos, y no se asustan ante un problema. No siempre saben resolverlos, pero sí encontrar la raíz, el quid de la cuestión. Y eso interesa muchísimo a las empresas”, considera. Científico de datos, auditor financiero o programador son algunos de los empleos en los que pueden trabajar los graduados en Matemáticas. Según una encuesta del INE del año 2019, la tasa de paro de los estudiantes de este grado es tan solo del 3,7%, siendo esta carrera una de las que más empleabilidad tienen.
Aumenta la brecha de género
Por estas razones, explica Gallardo, las matemáticas llevan años desbancando a las ingenierías y a las medicinas. “Sin embargo, el aumento de demanda no se ha visto acompañado por el aumento de plazas, y por eso las notas de corte son tan altas”. Y esto, dice, tiene sus inconvenientes. “Muchos jóvenes a los que les gustan las matemáticas quizás no son tan buenos en lenguas, historia o filosofía, y no llegan a la nota de corte necesaria. Para eso, tienes que ser excelente en todo, y eso no es nada fácil”. Por esta razón, sigue, los estudiantes de matemáticas de ahora son “chavales con perfiles muy ejecutivos, que además de estudiar van al conservatorio y a la academia de idiomas, con unas inquietudes intelectuales altísimas”.
Gallardo lamenta la brecha de género en este grado, que se ha agrandado cuanto los estudios se han convertido en sinónimo de éxito profesional. Es un fenómeno reciente: entre 2000 y 2005 se redujeron en un 43% las matrículas en Matemáticas, que han resurgido con los hombres a la cabeza. En este sentido, la presidenta de la RSME lanza un mensaje: “En las matemáticas cabemos todos, y la diversidad es buenísima. La forma en la que yo me enfrento a las matemáticas es distinta a la manera en la que mi marido se enfrenta a ellas, y eso es enriquecedor. Conforme ha ido subiendo la demanda, ha ido decreciendo la tasa de mujeres que quiere estudiarlas, aparentemente por la competitividad. No es una cuestión de capacidad, obviamente, sino de parámetros sociales, de educación. Yo quiero decirles a las chicas que si quieren hacerlo, porque les gusta, vayan a por ello”.
A Física y Matemáticas le siguen otras dobles titulaciones: Traducción e Interpretación (Francés) y Relaciones Internacionales en la Pablo de Olavide (UPO), en Sevilla, que exige un 13,76 para acceder. La tercera del podio es Relaciones Internacionales y Derecho en la misma universidad, con un 13,73. La cuarta con más difícil acceso es Biotecnología y Farmacia en la Universidad de Salamanca, con un 13,661. Y la quinta, Ingeniería Informática y Matemáticas en la Complutense, con un 13,65.
Alta demanda de lo internacional
“En Relaciones Internacionales, hay poca oferta de plazas y mucha demanda, y por eso se disparan las notas de corte. Baja oferta y alta demanda, igual a inflación”, resume José Antonio Sánchez Medina, vicerrector de estrategia y planificación académica de la UPO. “Las Relaciones Internacionales se han puesto de moda, porque nuestros chicos cada vez viven en un mundo más global, y quieren comprenderlo. Quieren entender otros países, otras culturas”, explica, sobre el atractivo de esta disciplina. Entre las 20 carreras con el acceso más complicado de España, 7 tienen el adjetivo “internacional” en su título.
“Como carrera, no está tan establecida como Derecho o Administración y Dirección de Empresas. No todas las universidades la dan, y las que lo hacen ofrecen pocas plazas”, señala Sánchez Medina. En la UPO, tienen 60 plazas para el grado de Relaciones Internacionales, 20 para el doble con Derecho, y 10 para los dobles con Traducción e Interpretación (Francés) y Geografía. “Yo lo llevo con enorme disgusto. La nota de corte no es sinónimo de calidad, sino la combinación de poca oferta y jóvenes de 10 que han estudiado muchísimo”, recalca.
Álvaro Cabello (Herrera, Sevilla, 22 años), que hizo la Selectividad en junio de 2018 en la capital andaluza, está en quinto curso del doble grado en Estudios Internacionales y Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid. “Era mi primera opción, pero no me esperaba entrar. O sea, como la nota de corte era muy alta [un 13,49], era una posibilidad que no entrara. Pero yo iba a por todas y era mi plan número uno”, empieza. “La escogí porque siempre me había interesado mucho la historia, la cultura de otros países y los idiomas, y porque la carrera era en inglés, pero también barajé hacer Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Granada, que tenía una nota de corte más baja”, explica.
Sobre su rutina durante el bachillerato, Cabello cuenta que estudiaba de cuatro a ocho todas las tardes de entre semana y todos los sábados. También iba al conservatorio, estudiaba inglés y salía con sus amigos. “Un bachillerato muy normal”, dice. “Tuve profesores y compañeros muy buenos y cuando llegó la Selectividad, sentía que ya me lo sabía todo. Daba un repaso, pero las dos semanas de antes no estudiaba más de ocho horas al día”. Sacó un 13,65. En su opinión, la nota de corte es tan alta por la baja oferta de plazas, y porque es una doble titulación muy demandante que atrae a personas muy estudiosas que se exigen mucho a sí mismas. “Cuando entré, todos éramos matrícula de honor en el instituto, teníamos las mejores notas de la Selectividad de nuestra comunidad autónoma…”, señala.
Sobre las salidas profesionales de la carrera, comenta: “Realmente, una mitad quiere opositar, y la otra mitad quiere meterse en el mundo de la abogacía, en consultorías o grandes bufetes. Es verdad que los despachos nos llaman mucho, están muy interesados en nuestro perfil. Luego, hay una minoría que va a hacer másteres de derechos humanos, de derecho internacional”. Aunque entró queriendo opositar a diplomático (“lo que todos queríamos ser cuando entramos”), Cabello va a concursar al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado. “En un mundo como el nuestro, cada vez más complejo, más intercultural, donde las miradas monolíticas son más inútiles, los estudios polivalentes te abren la mente, y eso es buenísimo”, confirma Sánchez Medina, el vicerrector de la UPO.
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