sábado, 24 de agosto de 2024

Piloto preferido: a 80 años de la desaparición de Antoine de Saint -Exupèry

Este 31 de julio se cumplieron 80 años de la desaparición de Antoine de Saint -Exupèry, cuya creación mayor como escritor es la novela “El Principito“.

Indiscutible y perdurable éxito en todo el mundo, el supuesto libro para niños tiene en una de sus frases un mensaje más que actual:

“Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor”

Saint-Exupèry –no se olvide– es también un paradigma en el gremio de los aviadores, que siempre ha contado con gente muy singular; los hombres y mujeres de las insignias aladas no han perdido cierta imagen de heroísmo, aún cuando volar hoy es más seguro que conducir un automóvil o ejercer el periodismo. 

El principito sobre el asteroide B 612, acuarela de Antoine de Saint Exupery
 

No creo que muchos conozcan que este escritor francés, nacido en Lyon el 29 de julio del 1900, y desaparecido mientras volaba en misión de reconocimiento sobre la Francia ocupada por los nazis, es además uno de los nombres imborrables en la historia de la aviación civil, al punto de ser condecorado por el gobierno de su país cuando sólo contaba 30 años de edad. Su magnífica obra literaria ha opacado ese aspecto de su vida, aún cuando aquella tiene por pretexto a la aviación. Apunto pretexto, porque lo esencial en Saint-Exupéry es cuán bien aprovecha el drama del piloto enfrentado a lo desconocido, para regalar sabias enseñanzas sobre la condición humana.

Saint-Exupéry describe ese drama en su novela Vuelo Nocturno, en la persona del aviador Fabien: “Subió sorteando mejor los remolinos, gracias a los hitos que ofrecían las estrellas, cuyo pálido imán lo atraía. Había penado tanto en persecución de una luz, que no hubiera rechazado ni la más confusa. Afortunado con un simple farol de albergue, hubiera dado vueltas hasta la muerte alrededor de ese signo del cual estaba sediento. Y he aquí que ascendía hasta campos de luz”.
 


Vuelo Nocturno. Antoine de Saint Exupèry. Ediciones Anaya. Hablamos de libros.

Muchas veces leí ese párrafo en las horas más negras del llamado período especial (1991-¿1995?)) – hoy al parecer interminable.

Horas de hambre física; horas en que nunca soñé que sortear mis remolinos me haría ascender hacia los campos de luz del periodismo, oficio en el cual se confirma, se confirma y se confirma, y en el que la pluma o la tecla son la espada, la atribución el escudo y el editor el guardaespaldas. Claro, si es periodismo…

Consuelo Suncín, “La Rosa”…

¿Quiere conocer a un hombre? Observe a su mujer. El gran amor de St-Ex, como le nombran los aviadores galos, fue su esposa la salvadoreña Consuelo Suncín. Mujer controversial, fue considerada por algunos una adelantada a su época, y por otros una hembra con vocación “puteril”; así cuentan que escribió un infaltable en la historia y cultura mexicanas, pero también un despechado y corneado José Vasconcelos.
 


Antoine de Saint – Exupèry y Consuelo Suncín, “La Rosa”.

Bella, joven, viuda y con mucho dinero: Suncín y St-Ex fueron irremediablemente presa de un amor a primera vista; no exento de rayos y truenos, pero amor; hasta se conocieron a bordo de un avión que surcaba los aires en plena tormenta, y en sus memorias la salvadoreña relató haber sido ¿víctima? de un chantaje emocional: “Abráceme o nos estrellaremos”, le dijo Saint -Exupèry, mientras el avión se estremecía. Y lo abrazó…

Se casaron en contra de la voluntad de la familia del escritor; era odiada por la sociedad francesa por el hecho de ser extranjera, pero en realidad no le perdonaban que una viuda de origen indígena se ganara el corazón del escritor más famoso de Francia. La familia de St-Ex era muy antisemita y para ésta el matrimonio fue algo aún peor que casarse con una judía. La única defensora de Consuelo fue su suegra y, según sus propias palabras, “si su hijo la amaba, ella la amaba”.

Suncín fue mucho más que la esposa del escritor; éste la representó en uno de los personajes más conmovedores de El Principito: La Rosa. Vivieron 13 años de matrimonio; él con sus frecuentes viajes, el gusto por la vida bohemia y sus múltiples infidelidades, por las que otro personaje de la narración, El Zorro, aconsejó a El Principito: “Ve y visita nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo”.

Se cuenta que St-Ex escribió su obra mayor para pedir perdón por sus adulterios a Doña Consuelo. Si así fue , bien que lo ganó…
 

El Principito cuida a La Rosa. Antoine de Saint -Exupèry.

Mi Principito

No me separo de un ejemplar de Vuelo Nocturno, como siempre tengo a la mano una edición de El Principito, ilustrada con dibujos del autor, a su vez coloreados por mi hijo cuando apenas levantaba tres cuartas del suelo. Algunos de mis amigos me amonestaron fraternalmente por dejar a Miguel David “dañar” el librillo. Ese día sonreí en silencio, pues comprendí que hablaba con personas mayores, al decir de El Principito. Personas a quienes, como personas mayores, sólo interesan las cifras.

Por colorear los dibujos de Saint-Exupéry mi hijo devino otro de sus apasionados lectores, apenas sumó una cuarta a las tres anteriores. Un día, un día de particulares tristezas para mí, me sorprendió con el libro entre las manos y la invitación a leer una de sus frases: “Lo que embellece el desierto es que esconde un pozo en alguna parte” ¿Qué edad tenía entonces Miguel David? Quizás ocho, quizás diez.

Por ello, cuando en algún que otro momento peno en persecución de una luz en esta Cuba ¡tan a oscuras!, acudo a las obras de este singular aviador y escritor. Siempre acudo diciendo, como El Principito, que “es preciso que soporte dos o tres orugas si quiero conocer las mariposas”.

Antoine de Saint-Exupéry, mi piloto preferido, desapareció un 31 de julio de 1944 mientras volaba en misión de reconocimiento como soldado de la libertad sobre las tierras oprimidas de su patria; no quiso el destino que pudiera asistir a la liberación de su amada Francia del totalitarismo de Adolfo Hitler. No pudo aterrizar en París…

Ya se sabe, tras décadas de incógnitas: fue derribado por el entonces joven piloto alemán Horst Rippert, quien ni en la peor pesadilla soñó que había abatido a su ídolo literario: “En nuestra juventud todos lo habíamos leído, adorábamos sus libros. Su obra despertó la vocación de volar en muchos de nosotros. Yo amaba al personaje. Si lo hubiera sabido jamás habría disparado”, admitió a sus 88 años el después destacado periodista deportivo.
Horst Ripper, 1944, 2010. Souvenirs de guerre.
También está confirmada su muerte: “algunos testigos aseguraron haber visto caer un avión y hasta la Bahía de Carqueiranne llegó un cadáver que llevaba ropa de oficial e insignias francesas, pero fue enterrado poco después sin que llegase a ser identificado.Tuvo que pasar más de medio siglo para que apareciese un vestigio cierto del destino final del aviador. Fue en 1998, cuando un pescador de la costa de Marsella llamado Jean Claude Bianco encontró entre sus redes una esclava plateada con el nombre de Saint-Exupèry y el de su esposa. Aquel hallazgo fortuito fue la prueba de la muerte”.
 
Pulsera de plata con el grabado que demuestra haber pertenecido a Saint Exupéry. 

Sin embargo, aún con esas evidencias, me niego a creer. Algo me dice que St-Ex aparecerá bajo el implacable sol de Cuba y aterrizará felizmente, para traer un mensaje : “Haz de tu vida un sueño y de tu sueño una realidad”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Por Manuel David Orrio | 13/08/2024 | Cultura

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