Una vez que el ministro José Ignacio Wert ha dado cuestionables pasos en materia de educación y ciencia, viene ahora, en otro arrebato cultural, a ensalzar la tauromaquia como un rasgo de la marca España, tan en boga. No le niego al señor Wert que tanto las corridas como los festejos taurinos, incluso aquellos tan vergonzosos como el Toro Encadenado de Zamora, el Toro Embolado de Valencia o el Toro de la Vega, tienen un buen número de adeptos, pero ese dato no convierte a tan tristes espectáculos en cultura.
Muy concurridas eran también en la época de la Inquisición las ejecuciones públicas o el acoso de fieras en el circo de la Antigua Roma y, sin embargo, hoy en día, nadie, ni el propio señor Wert, supongo, consideraría tales actos como culturales. Maltratar y consentir el maltrato hasta la muerte de un pobre animal a fuerza de golpes o de puyazos es una simple cuestión de crueldad y cobardías colectivas, no una cuestión de libertad.
Justificar ese maltrato aduciendo una supuesta importancia turística y económica, un cinismo intolerable.— Paloma Nicolás Muñiz. Cartas al director, El País.
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domingo, 29 de septiembre de 2013
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