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sábado, 27 de abril de 2013

La Policía Nacional han desarticulado una organización criminal que explotó sexualmente a más de 100 mujeres paraguayas en España.

La Policía Nacional han desarticulado una organización criminal que explotó sexualmente a más de 100 mujeres paraguayas en España, en el marco del Plan Policial contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual lanzado este mes.

Bien por la Policia Nacional. Sin duda han hecho una buena labor.

Dicho esto me pregunto:
¿Si son explotadas, quién las explota o se aprovecha de su explotación? Por que no se ha detenido a ninguno de ellos, me refiero claramente a "los llamados clientes".

Que curiosamente a nada que se investigue te dicen que tienen un "pacto entre caballeros" (¡menudos caballeros!) para guardar silencio sobre los que acuden, lo que hacen, como lo hacen y como se comportan en esos lugares. Pues "como pagan" "exigen" y el trato, excepto excepciones, es de verdadera maltrato, como un amo a su exclavo. Y no son perseguidos, al contrario, si se quejan de que se niegan a hacerle cualquier servicio, por repugnante que les parezcan, son maltratadas y castigadas de forma física, mental y con coste de dinero.

¿Dónde están los derechos constitucionales de estas mujeres tan invocados en tantas otras ocasiones? de pena. ¡¡¡Hasta cuando!!!

¿Estas personas no merecen se sujetos de derechos?
¿Donde está los defensores de los derechos humanos?
Y los tenemos en todas las ciudades, los conocemos todos. los que mantienen esa explotación alardean de ser "muy hombres".

Sólo conozco el caso de Suecia, donde se persigue "al cliente" ese "caballero" del que hablabamos y no a la mujer de la que dicen "libremente ha elegido esa profesión".

Cuando sabemos todos que, ni es libre, ni es profesión,...
Fuente: El País. Noticias de última hora dia 27 de abril 11:45.

jueves, 26 de enero de 2012

_--Aguas de Abril flores en mayo

_-- https://youtu.be/hJAJ2gpsje0

No sé de qué compás te deslizaste,
ni en qué estación de metro te perdí.
No vi llegar al lobo y me avisaste,
las tiendas "se han cerrao pa'mi"

Aguas Abril, flores en Mayo
beso una estatua de sal
Se fue mi tren, también el barco,
solo en mi puerto de mar...

Me visto de terraza sin licencia,
me lo hago de vuelo sin motor
De aquí pallá como el inspector Gadget
persigo algún indicio de tu amor

Aguas Abril, flores en Mayo,
camino solo por Madrid,
se acerca Junio y cumplo años
soy un extraño para ti

Estoy como Neptuno cuando hiela,
mi horóscopo me dice "precaución"
Que tú eres Cáncer y hoy es luna llena
y aún tengo que hacer otra canción

Aguas Abril, flores en Mayo,
aunque sonría no soy feliz
Junio me quema y llueve en Julio
quizás me vaya a San Fermín

No sé de qué compás te deslizaste,
ni en qué estación de metro te perdí.
Tampoco oí "Pastor, que viene el lobo",
las tiendas se han cerrado para mí

Aguas Abril, flores en mayo
beso una estatua de sal,
se fue mi tren, también el barco
solo en mi puerto de mar...

Luis Pastor.

miércoles, 25 de enero de 2012

Entrevista a Eric Hobsbawm; “Marx fue un profeta sin armas”

Con la crisis global, el pensamiento De Eric Hobsbawm ha vuelto a estar en boga. Aquí, habla sobre el interés de los financieros por las ideas de Marx, opina sobre el comunismo en China y afirma que en América Latina se siente “como En casa” porque todavía se habla el lenguaje del socialismo. Su libro “Cómo cambiar El mundo” será publicado próximamente.
Traduccion: Cristina Sardoy.

Hampstead Heath, en la zona arbolada del norte de Londres, se enorgullece del papel destacado que tuvo en la historia del marxismo. Es aquí donde los domingos Karl Marx llevaba a su familia hasta Parliament Hill, recitando en el camino a Shakespeare y a Schiller, para pasar una tarde de picnic y poesía. Los días de semana, se reunía con su amigo Friedrich Engels, que vivía cerca, para hacer una caminata a paso ligero por el monte, donde los “viejos londinenses”, como se los conocía, reflexionaban sobre la Comuna de París, la Segunda Internacional y la naturaleza del capitalismo.

Hoy, sobre una calle lateral que sale del monte, la ambición marxista sigue viva en la casa de Eric Hobsbawm. Nacido en 1917 (en Alejandría, bajo el protectorado británico de Egipto) a más de 20 años de la muerte de Marx y Engels, no conoció personalmente a ninguno de esos dos filósofos, por supuesto. Pero al hablar con Eric en la espaciosa sala de estar, llena de fotos familiares, honores académicos y toda una vida de objetos culturales, se percibe una sensación casi tangible de conexión con estos hombres y su memoria.

La última vez que entrevisté a Eric, en 2002, su brillante autobiografía Años interesantes –la crónica de un joven en la Alemania de Weimar, el amor de toda su vida por el jazz y la forma en que realizó la transformación del estudio de la historia en Gran Bretaña– acababa de salir y había recibido críticas elogiosas. También coincidió con otro ataque cíclico de los medios a la pertenencia de Eric al Partido Comunista, tras la publicación del libro de Martin Amis contra Stalin, Koba el temible. En ese entonces, el “profesor marxista” explicó que no buscaba, tal como escribió, “acuerdo, aprobación o simpatía” sino más bien, comprensión histórica para una vida en el siglo XX moldeada por la lucha contra el fascismo.

La crisis neoliberal
Las cosas cambiaron desde entonces. La crisis global del capitalismo, que causa estragos en la economía mundial desde 2007, transformó los términos del debate.

De pronto, resurgió la crítica que hace Marx acerca de la inestabilidad del capitalismo. “Ha vuelto”, proclamó el London Times en el otoño de 2008 cuando las bolsas se desplomaban, los bancos eran nacionalizados en forma sumaria y Sarkozy, el presidente de Francia, era fotografiado hojeando Das Kapital (cuyas ventas aumentaron al punto de llegar a las listas alemanas de libros más vendidos). Hasta el papa Benedicto XVI se vio obligado a elogiar la “gran habilidad analítica” de Marx. Karl Marx, el gran ogro del siglo XX, había sido resucitado en las universidades, los encuentros de debate y las oficinas editoriales.

Parecería ser, pues, el momento ideal para que Eric Hobsbawm reúna sus ensayos más celebrados sobre Marx en un solo volumen, junto con material nuevo sobre el marxismo a la luz del colapso económico. Para Hobsbawm, el deber continuo de abordar a Marx y sus múltiples legados –entre otras cosas, en este libro, algunos nuevos capítulos excelentes sobre el significado de Gramsci– sigue siendo fuerte.

El propio Eric, empero, cambió. Sufrió una fea caída en Navidad y ya no puede eludir las limitaciones físicas de sus 93 años. El humor y la hospitalidad tanto suyos como de su esposa, Marlene, así como su intelecto, su agudeza política y su amplitud de visión, continúan no obstante maravillosamente intactos. Con un Financial Times sobre la mesa de café, Eric pasó sin contratiempos de los sondeos sobre Lula, el presidente saliente de Brasil, a las dificultades ideológicas que afronta el Partido Comunista en Bengala Occidental o las convulsiones en Indonesia que siguieron a la caída económica global de 1857.

La sensibilidad global y la ausencia total de provincianismo, siempre tan sólidas en su obra, siguen configurando su política y su historia.

Y después de una hora hablando sobre Marx, el materialismo y la lucha continua por la dignidad humana frente a los chubascos del libre mercado, uno se va de la terraza de Hobsbawm en Hampstead –cerca de los senderos por los que solían caminar Karl y Friedrich– con el sentimiento de haber pasado por un seminario vertiginoso con una de las grandes mentes del siglo XX. Una mente resuelta, además, a mantener una mirada crítica sobre el XXI.

¿En el núcleo de este libro hay una idea de reivindicación? ¿De que aun cuando las ideas propuestas en su momento por Karl Marx no sean ya relevantes, él hacía las preguntas correctas sobre la naturaleza del capitalismo y que el capitalismo que surgió en los últimos 20 años se parecía mucho a lo que Marx pensaba allá por el año 1840?

Sí, sin duda. El redescubrimiento de Marx en esta época de crisis capitalista se debe a que en 1848 predijo más que ningún otro el mundo moderno. Es, creo, lo que ha atraído hacia su obra la atención de una serie de nuevos observadores, paradójicamente, en primer lugar gente de negocios y comentaristas de negocios más que de la izquierda. Recuerdo haberlo observado justamente en la época del 150° aniversario de la publicación de El manifiesto comunista, cuando en la izquierda no se estaban haciendo muchos planes para celebrar. Descubrí para mi gran asombro que los editores de la revista que daban en el avión de United Airlines decían que querían publicar algo sobre El Manifiesto.

Al poco tiempo, estuve almorzando con el financiero George Soros que me preguntó: “¿Qué piensa usted de Marx?” Aunque no coincidíamos en muchas cosas, me dijo: “Ese tipo definitivamente algo tenía”...

¿Y ese discurso de “un fin de la expansión y contracción” y salir del ciclo económico?
Exactamente. Lo que pasó a partir de los años 1970, primero en las universidades, en Chicago y el resto, y finalmente, desde 1980 con Thatcher y Reagan fue, supongo, una deformación patológica del principio de libre mercado que propicia el capitalismo: la economía de mercado pura y el rechazo del Estado y de la acción pública que no creo que ninguna economía del siglo XIX haya puesto en práctica realmente, ni siquiera los Estados Unidos. Y estaba en conflicto, entre otras cosas, con la forma en que el capitalismo había funcionado en su época más exitosa, entre 1945 y comienzos de los 70...

Y usted considera que el renovado interés por Marx también se debió al fin de los Estados marxistas/leninistas. ¿La sombra leninista desapareció y usted pudo volver a la naturaleza original de la escritura de Marx?

Con la caída de la Unión Soviética, los capitalistas dejaron de tener miedo y en ese sentido tanto ellos como nosotros pudimos analizar el problema de una manera mucho más equilibrada, menos distorsionada por la pasión que antes. No obstante, yo creo que fue más la inestabilidad de esta economía neoliberal globalizada la que empezó a ser muy notable al final del siglo. ...

Cómo cambiar el mundo es un relato de lo que hizo fundamentalmente el marxismo en el siglo XX, en parte a través de los partidos socialdemócratas que no derivaron directamente de Marx y de otros partidos –los partidos laboristas, los partidos de los trabajadores, etc.– que subsisten como gobierno y como partidos potenciales en el gobierno en todas partes.

Y segundo, a través de la Revolución rusa y todas sus consecuencias. El precedente de Karl Marx, un profeta sin armas, inspirador de grandes cambios, es innegable. De manera muy deliberada, no digo que haya perspectivas equivalentes en este momento. Lo que digo ahora es que los problemas básicos del siglo XXI requerirían soluciones que ni el mercado puro, ni la democracia progresista pura pueden resolver adecuadamente.

Y en ese sentido, habría que pensar una combinación diferente, una mezcla diferente de público y privado, de acción y control del Estado y libertad. Cómo se llamará eso, no lo sé. Pero podría perfectamente no ser capitalismo, ciertamente no en el sentido en el que lo hemos conocido en este país y en los Estados Unidos. Tritram Hunt Clarín.
Leer toda la entrevista aquí.

Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/historia/Marx-Eric_Howsbaum_0_434356568.html