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domingo, 4 de octubre de 2020

Chile y los «dueños del poder real»

Por Carlos Fernández Liria | 30/10/2020 | Opinión

Fuentes: Público [Foto: Centenares de personas celebran en las calles de Valparaíso el resultado del referéndum en Chile por la reforma de la Constitución. REUTERS/Rodrigo Garrido]

A mis alumnos siempre les digo que para comprender en general la historia del siglo XX, para hacerse cargo de la relación entre ciudadanía, democracia y capitalismo, para entender, en suma, las dificultades a las que siempre se ha enfrentado el proyecto político de la Ilustración, desde que la burguesía logró derrotarlo imponiendo su contrarrevolución francesa en 1794, incluso para entender a Carl Schmitt y a Hannah Arendt, o para que Habermas o Savater no te empujen a decir demasiadas tonterías, para todo esto y más, conviene que vean La batalla de Chile (1), la famosa película de Patricio Guzmán.

Este 25 de octubre, el pueblo chileno ha conquistado, por fin, el derecho a romper con el legado de Pinochet. Han pasado casi 50 años desde el golpe de Estado que, en 1973, acabó con la democracia chilena y con la vida de su presidente Salvador Allende. Es verdad que, ya en 1990, Pinochet había aceptado el resultado de las elecciones que él mismo se había visto obligado a convocar, y había traspasado el poder a Patricio Aylwin, que sería así, según nos dice la Wikipedia, el «primer presidente democráticamente elegido» tras la dictadura. Así más o menos se le quiere recordar. La verdad es que este señor, un senador demócrata cristiano, aplaudió, apoyó y vitoreó el golpe de Estado de Pinochet. La verdad es que la democracia cristiana había perdido las elecciones, porque las ganó Allende. Y no estaban acostumbrados a eso. Esa gente trabajó sin descanso para dar cobertura a un golpe de Estado militar que pusiera remedio a tan grave equivocación de los votantes chilenos. Una vez corregido este desliz popular, una vez escarmentado el electorado con miles de torturados, desaparecidos y represaliados, estos vampiros que se autodenominaban cristianos, empezaron a tomar posiciones más equidistantes, distanciándose hipócritamente de la dictadura y preparándose para el futuro que finalmente llegó. En 1990 ganaron por fin las elecciones, que habían perdido en 1970. Y encima, había que celebrarlo como la resurrección de la democracia.

Esto es lo que, en otros sitios, he llamado «la ley de hierro de la democracia en el siglo XX». No la descubrió Habermas, ni tampoco Hannah Arendt, ni mucho menos Fernando Savater. La formuló al desnudo Augusto Pinochet cuando, el 17 de abril de 1989, declaró que «estaba dispuesto a respetar el resultado de las elecciones con tal de que no ganaran las izquierdas». Al contrario de lo que dijo el editorial de El País al día siguiente, tales declaraciones no tenían nada de «pintorescas». Era la lógica Aylwin, la lógica del que finalmente ganó las elecciones, y la lógica general que presidió la democracia durante todo el siglo XX: las izquierdas tuvieron derecho a presentarse a las elecciones, pero no a ganarlas. Lo mismo que ocurrió en España en 1936. Aquí tardamos 40 años en pagar el crimen de haber votado a la izquierda. Y luego hemos cargado con las consecuencias. Tras 40 años de represión no se vuelve a ser el mismo. En 1978 no se devolvió el poder a la República y al Frente popular, sino que se convocaron elecciones y, naturalmente, las ganó la centroderecha, como era de esperar tras cuatro décadas de escarmiento. Lo que pasó en Chile. Tras década y media de torturas, el pueblo ya había sido suficientemente aleccionado: ya no se podía devolver el poder a Allende y a la Unidad Popular, se votó sobre un campo de cadáveres. Y ganaron, por supuesto, los moderados, los mismos demócratas cristianos que habían alentado el golpe de Estado cuando perdieron las elecciones en los años setenta. Jamás se hará un mejor retrato de esta gente que el que hizo la Polla Records: «Hinchado como un cerdo, podrido de dinero, ¡cómo hueles! / Hiciste nuestras casas al lado de tus fábricas / Y nos vendes lo que nosotros mismos producimos / Eres demócrata y cristiano, eres un gusano/ ¡Cristo, Cristo, qué discípulos!»

Esta «ley de hierro de la democracia», antes que Pinochet, ya la había formulado el gran jurista del siglo XX Carl Schmitt, que era un nazi, pero que no tenía un pelo de tonto y, además, precisamente porque era un nazi, no tenía muchas ganas de disimular y de mentir, como no han parado de hacer nuestros apologetas de la democracia y el Estado de derecho (siempre que no ganen las izquierdas, por supuesto). Lo dijo en 1923: «Seguro que hoy ya no existen muchas personas dispuestas a prescindir de las antiguas libertades liberales, y en especial de la libertad de expresión y de prensa. Pero seguro que tampoco quedarán muchas en el continente europeo que crean que se vayan a mantener tales libertades allí donde puedan poner en peligro a los dueños del poder real.» Estaba hablando del parlamentarismo. ¿Quién va a estar en contra del parlamentarismo? Seguro que nadie… ¿pero habrá alguien tan ingenuo de pensar que las libertades parlamentarias se van a mantener si algún día osan legislar contra «los dueños del poder real», contra los poderes económicos, en definitiva? Ah, claro que sí, el 90% de nuestros intelectuales funcionan así, con esa insensata ingenuidad oportunista. Mientras no ganen las izquierdas (o mientras las izquierdas no estén dispuestas a tocar los intereses de los que detentan el poder económico), da gusto declararse progresista y de izquierdas. Si ganan las izquierdas, no tanto, porque entonces te torturan, te matan y te desaparecen.

Esta es la terrible realidad del siglo XX. Así fue todo el rato. Nos lo había advertido un nazi: la democracia se tolera con tal de que no sirva para nada, si no… se acabó lo que se daba. Y nos lo confirmó ese gran filósofo político que fue Augusto Pinochet: los comunistas tenían derecho a presentarse a las elecciones, pero si las ganaban, así lo expresó con todas sus letras, «¡se acabó la democracia!». Y lo más divertido es que luego no ha parado de repetirse que los socialistas y los comunistas nunca hemos tenido respeto por la democracia. Que allí donde hemos gobernado nunca hemos sido democráticos. Que el «socialismo real» nunca fue democrático. Pues sí, eso es cierto, sólo que se podría haber añadido: cuando el socialismo intentó ser democrático, cada vez que intentó llegar al poder mediante unas elecciones, cada vez que intentó conservar todas las garantías constitucionales y trabajar parlamentariamente por el socialismo, siempre vino a ocurrir lo mismo: que un golpe militar acabó con la democracia, el parlamentarismo, la división de poderes y la libertad de expresión. Estos son los límites de la democracia bajo condiciones capitalistas, un paréntesis entre dos golpes de Estado, en el que ganan las derechas (o las izquierdas de derechas).

Hubo una inmensa excepción que confirma la regla. Lo que ocurrió en Europa tras la segunda guerra mundial, lo que se ha venido en llamar «el espíritu del 45» (por recordar la excelente película de Ken Loach). En realidad, la guerra había sido gestionada de forma socialista. Y si el socialismo había permitido ganar la guerra, podía también ganar la paz. Y así pareció que podía ser durante algunas décadas, hasta que, a partir de 1979, Reagan y Thatcher acabaron con ello. El Estado del Bienestar europeo fue, sin duda, un experimento socialista de primer orden. Fue la demostración fáctica innegable de que el socialismo es mucho más compatible con la democracia y el Estado de derecho que el capitalismo y el libre mercado. Hasta que lo asesinaron, el primer ministro de Suecia Olof Palme no dejó de luchar por un modelo económico que hoy en día sería considerado muy a la extrema izquierda del de Unidas Podemos. Un modelo que estaba resultando más exitoso cuanto más se lo radicalizaba.

Pero este éxito no es una excepción a la citada ley de hierro del siglo XX. Es más bien su confirmación a escala más amplia. Para comprobarlo, hay que comenzar por desmentir algunas leyendas. Para empezar, la de que Hitler ganó las elecciones en 1933. No, Hitler nunca ganó las elecciones, como tantas veces se pretende cuando quiere alertarse de los peligros de que ganen las izquierdas. Me limito a citar un espléndido artículo que Andrés Piqueras publicó en este mismo periódico hace ya años: «Hitler fue aupado políticamente y en enero de 1933 nombrado a dedo canciller por la gran industria y Banca alemana (los Bayer, Basch, Hoechst, Haniel, Siemens, AEG, Krupp, Thyssen, Kirdoff, Schröder, la IG Farben o el Commerzbank, entre otros), utilizando para ello la figura del presidente de la República, Hindenburg. Apenas un mes después el nuevo canciller provocó el incendio del Reichstag y acusó a los comunistas de haberlo hecho para conseguir que se dictara el estado de excepción, a partir del cual desató una fulminante represión contra las organizaciones de los trabajadores, cuyos partidos políticos juntos (KPD -comunistas- y SPD –socialistas-) le habían superado con creces (unos 13 millones de votos contra 11 y medio). Ilegalizó al KPD y prohibió toda la prensa y la propaganda del SPD. Después, el 6 de marzo, convocó unas elecciones y entonces ya sí, claro, las ganó». Luego, se autoproclamó Jefe del Estado. En resumen: cuando «los dueños del poder real» vieron que podían perder las elecciones, decidieron recurrir a los nazis, para que les quitaran de encima a esos «comunistas». Y provocaron una guerra mundial, durante la cual, aprovecharon para exterminarlos en campos de concentración, junto a los judíos y a los gitanos.

La otra leyenda que conviene desenmascarar es la de que fueron los aliados comandados por EEUU los que ganaron la segunda guerra mundial. No, ocurre que fueron precisamente los comunistas los que la ganaron en toda Europa. Tanto por el avance de las tropas soviéticas, como por la resistencia interna, que en casi todos los países fue protagonizada por los comunistas. Fueron los comunistas los que salvaron la democracia contra los nazis. Se entiende así que, al acabar la segunda guerra mundial, estaban en muy buenas condiciones para negociar una paz acorde, como hemos dicho, con el «espíritu del 45», que era contundentemente socialista.

De modo que el socialismo, el de verdad, no el que tenemos ahora, dio muy buenos resultados democráticos cuando pudo sostenerse sin guerras ni golpes de Estado. Esta es la tercera leyenda que hay que desmentir, la de que el socialismo «real» siempre ha sido incompatible con la democracia. En la fórmula «socialismo real» no sólo habría que incluir a los países que, como Cuba, lograron defender el socialismo por la fuerza de las armas, sino a los países que, como Chile, lo intentaron por la fuerza de la democracia y fueron castigados por ello acabando con la democracia. Hay varias decenas de casos en el siglo XX que son ejemplos de ello, sin ir más lejos, España en 1936.

Así pues, la historia de Chile puede muy bien instruirnos para sopesar los pilares sobre los que se asienta nuestro propio sistema democrático, y alentarnos a hacer una pregunta crucial: ¿realmente hemos logrado constitucionalizar, es decir, someter a legislación, a los «dueños del poder real», es decir, a los poderes económicos que serían capaces de suspender el orden constitucional y acabar con la democracia si se vieran amenazados por el Parlamento? Muy al contrario, les hemos dado carta blanca introduciendo en nuestra Constitución el artículo 135. Ahora, los golpes de Estado financieros ya no necesitan de los tanques, como dijo Yanis Varoufakis, cuando en 2015 se le forzó a dimitir como ministro de economía. Una historia parecida a la que ocurrió en Alemania en 1990, cuando una insensatez de los votantes había logrado que nombraran ministro de hacienda a Oskar Lafontaine, una inmensa victoria para la izquierda. El sueño no duró ni un mes. El presidente de la Mercedes Benz amenazó con trasladar toda su producción a los EEUU si no se le destituía de ipso facto y en seguida quedó claro quiénes eran «los dueños del poder real». Como decía Carl Schmitt, el nazi, el poder no lo detenta quien lo ejerce, sino quien te puede cesar por ejercerlo.

Si las democracias europeas no logran encontrar la vía para constitucionalizar la vida económica, nuestros parlamentos estarán siempre secuestrados y amenazados. Continuaremos viviendo en un nuevo Antiguo Régimen, sometidos al arbitrio de corporaciones privadas, verdaderos poderes feudales, capaces de anonadar cualquier espacio público, a los que la vida parlamentaria no se atreverá a enfrentarse jamás. Una situación premoderna y preilustrada, que indica todo lo contrario de lo que se proclama como soberanía popular. La democracia continuará siendo un paréntesis entre dos golpes de Estado.

(1) . https://www.youtube.com/watch?v=NuQhPEmjUQQ
. https://www.youtube.com/watch?v=lUKR_lKRoQc
. https://www.youtube.com/watch?v=6kF233Ab_HM
Carlos Fernández Liria es Profesor de Filosofía de la UCM. ‘La Filosofía en canal’, https://www.youtube.com/channel/UCBz_dr-JLhp0NDJxNeigqMQ
Fuente: https://blogs.publico.es/dominiopublico/34967/chile-y-los-duenos-del-poder-real/

jueves, 11 de febrero de 2016

Varoufakis, Lafontaine y Lapavitsas lanzarán desde Madrid el Plan B para Europa

La conferencia ‘Por un Plan B para Europa’ contra las políticas de austeridad de la Unión Europea que se celebrará en Madrid los días 19, 20 y 21 de febrero va tomando forma. Entre los asistentes se encontrarán, entre otros protagonistas de la izquierda europea que todavía no han confirmado su presencia, el ex ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, el también ex ministro de Finanzas alemán y uno de los fundadores de Die Linke, Oskar Lafontaine, y el economista griego Costas Lapavitsas. Además, participarán también representantes de movimientos sociales de todo el continente, entre los que destacan la Plataforma por la Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD), la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), Ecologistas en Acción o Attac, desde España. Esta iniciativa, que surgió tras el lanzamiento del manifiesto ‘Un plan B para Europa’, el cual ya cuenta con unas 13.000 firmas, es apoyada también por los eurodiputados de Podemos, Miguel Urbán y Lola Sánchez y por los de IU, Marina Albiol y Javier Couso, quienes también participarán en las jornadas y están formando parte activa de su organización.

Otros firmantes del manifiesto fueron la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; el de Cádiz, José María González ‘Kichi’; el dirigente de IU, Alberto Garzón; el secretario de Economía de Podemos, Nacho Álvarez; la ex socialista y ahora integrante de Somos Izquierda, Beatriz Talegón, o el politólogo y colaborador de este medio, Manolo Monereo. Aunque firmaron el manifiesto, todavía no han confirmado si asistirán o no a la conferencia, salvo Monereo que asegura a cuartopoder.es su participación. A nivel internacional destacan las firmas del cineasta británico Ken Loach; el intelectual estadounidense Noam Chomsky o el portavoz del Comité Internacional para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, Éric Toussain. Tampoco están cerradas su participaciones en el evento de Madrid.

De este modo, Varoufakis participará en el taller titulado “La Unión Europea como campo de batalla”, que se celebrará el sábado 20 de febrero a partir de las 10 horas. El que fuera ministro de Finanzas de Grecia se encuentra hoy en Berlín presentando su iniciativa ‘Diem25’, la cual pretende la democratización de las instituciones europeas frente a la hegemonía de los poderes financieros, y se prevé que sea allí donde anuncie su presencia en Madrid. Por su parte, Lapavitsas participará en alguno de los talleres sobre Economía y Deuda que se desarrollarán durante el fin de semana. El político alemán Oskar Lafontaine estará en la presentación de dicho Plan B para Europa, el viernes, a las 18:30 horas. Está previsto que tanto Varoufakis como Lafontaine participen en el acto de cierre de las jornadas que será el domingo en el parque de La Melonera. El resto de las jornadas se celebrarán en instalaciones próximas al Matadero de Madrid.

En las jornadas se desarrollarán diferentes mesas redondas, conferencias y talleres sobre distintas alternativas a las políticas de austeridad. Todas estas ponencias estarán centradas en cinco ejes fundamentales. En primer lugar, habrá un eje temático sobre el problema de la deuda. Otro de los temas que se tratarán en profundidad es el de las migraciones y las política exterior de la Unión Europea. El ter cer eje será el que trata sobre los mercados, así como sobre los diferentes tratados internacionales firmados y en negociación por parte de la Unión Europea, como sería el TTIP. El cuarto eje es el de la moneda, en el que se debatirá sobre si es posible crear una Europa social con el Euro o es necesario terminar con la moneda común para que se puedan desarrollar políticas de izquierdas. Por último, habrá una serie de reflexiones sobre la gobernanza y la estructura política de la Unión Europea.

Los eurodiputados Miguel Urbán, de Podemos, y Javier Couso, de IU, forman parte de la comisión organizadora de estas jornadas. Con ambos habla cuartopoder.es. Para Urbán, nos encontramos en un momento “en el que el sueño europeo se está evaporando”. “La crisis humanitaria nos ha mostrado una Europa fortaleza, insolidaria y xenófoba, y el chantaje al pueblo griego nos ha demostrado que la austeridad atenta contra la democracia”, explica, considerando que “las jornadas de Madrid pretenden ser el principio del fin de la Europa de la austeridad, de la Europa de la xenofobia, un paso fundamental, en un largo proceso de luchas que esperemos que terminen con una ruptura democrática de la Unión Europea para alumbrar una Europa democrática en sus instituciones pero sobre todo en su economía”. “Pretendemos que estas jornadas sean el mayor encuentro europeo contra la austeridad de los últimos años, permitiendo abrir espacios de confluencia y debate, para crear alternativas, tejer lazos y coordinar movilizaciones”, añade Urbán. En la misma línea se expresa Couso: “Estas jornadas son un encuentro de reflexión colectiva para pensar cómo pueden los pueblos revertir una política puesta al servicio del poder económico”. “Vivimos en la Unión Europea de la desigualdad, un proyecto que busca un estado de excepción permanente, y hace falta encontrar un Plan B que ponga por encima los intereses de la mayoría social”, continúa el de IU.

Para Javier Couso esa nueva Unión Europea, “necesariamente tendría que ser un proyecto que abandone el diseño de Maastricht, que puso en marcha una Europa de centro y periferia, con un Alemania que ejerce de centro industrializado y con superávit; y unas periferias desindustrializadas y endeudadas”. “La solidaridad, la economía real y un poder democrático por encima del poder financiero serían pilares fundamentales de la nueva Unión Europea que queremos construir”, añade el eurodiputado de IU. Por su parte, Miguel Urbán considera que “el Plan A de la Europa de las élites es la austeridad y la xenofobia”, por lo que “ahora es el momento de que los de abajo, las clases populares podamos construir un Plan B para Europa”. “Este sería un proyecto que necesariamente está en construcción, pero que tiene en la solidaridad, el apoyo mutuo, en la democracia de base, en la igualdad, en el reparto del trabajo y la riqueza, en un cambio de modelo productivo severo y respetuoso con la vida y el planeta sus pilares”, argumenta el eurodiputado de Podemos, que añade: “Por supuesto, el Plan B será feminista o no será”.

Yago Álvarez es integrante de la PACD y uno de los organizadores de las jornadas. Para este activista esta conferencia es “muy importante” porque “la Unión Europea ha fallado y hay que reflexionar sobre cómo hacerla funcionar para la ciudadanía”. Álvarez cree que “el ejemplo de Grecia es el mejor para demostrar que la Unión Europea y sus políticas de austeridad han fallado”. Por ello, asegura al respecto: “Es necesario buscar puntos de encuentro entre los movimientos sociales y los partidos políticos para debatir qué Unión Europea queremos”. Manolo Monereo también participará en las jornadas, concretamente, “en algún taller sobre soberanía”. El politólogo, autor del blog de cuartopoder.es Carta al Amauta, explica que “es muy importante que se hable sobre Europa sin complejos, porque es un debate prohibido”. “La izquierda, en su conjunto, tiene un problema real con la Unión Europea, los países del sur se ven obligados a cumplir con tratados y memorandums firmados por gobiernos neoliberales que hipotecan a la izquierda cuando llegan al gobierno”, explica Monereo, que añade: “El nuevo Gobierno de España tendrá que sufrir un plan de ajuste de 10.000 millones de euros”. Este teórico considera, además, que “el Euro es un problema gravísimo para los pueblos de Europa”, por lo que cree que hace falta “una reflexión crítica sobre la moneda” y considera que “estos espacios son los propicios para ello y para construir la alternativa”.

Fuente: http://www.cuartopoder.es/lentesdecontacto/2016/02/09/varoufakis-lafontaine-y-lapavitsas-lanzaran-desde-madrid-un-plan-b-para-europa/2495

viernes, 9 de agosto de 2013

El exministro alemán que participó en la creación del euro pide su ruptura por conducir al "desastre"

Oskar Lafontaine, el exministro de Finanzas alemán que lanzó el euro, ha reclamado una ruptura de la moneda única con el objetivo de que el sur de Europa pueda recuperarse, advirtiendo que el curso actual está "llevando al desastre".

"La situación económica está empeorando mes a mes, y el desempleo ha alcanzado un nivel que pone las estructuras democráticas cada vez más en duda", señala Lafontaine figura emblemática del Partido Socialdemócrata y, más recientemente, del partido La Izquierda en declaraciones que recoge The Telegraph.

"Los alemanes aún no se han dado cuenta de que el sur de Europa, incluido Francia, se verán obligados por su miseria actual a luchar contra la hegemonía alemana, tarde o temprano", ha señalado.

Lafontaine ha escrito en la web del grupo parlamentario Die Linke (La Izquierda), que la canciller Angela Merkel "se despertará de su sueño autosuficiente" una vez los países en dificultades se unan para forzar un cambio en la política de la crisis a expensas de Alemania.

Su predicción parece haberse confirmado después de que este fin de semana el ministro francés de Finanzas, Pierre Moscovici, proclamara el fin de la austeridad, después de que la Comisión Europea diese a Francia y a España dos años más, hasta 2016, para reducir el déficit público por debajo del 3%.

"Es algo decisivo; un giro para la historia del proyecto europeo desde el inicio del euro", declaró el ministro en una entrevista a la cadena de radio francesa Europe 1. "Hemos sido testigos del final de una cierta forma de austeridad y el final del dogma de la austeridad", añadió.

Lafonatine asegura que respala la Unión Económica y Monetaria, pero no cree que sea sostenible. "Las esperanzas de que la creación del euro forzarían un comportamiento económico racional en todos lados fueron en vano", sentencia.
Fuente: elEconomista.es

miércoles, 18 de enero de 2012

Carta de Jean-Luc Mélenchon y Oskar Lafontaine a los trabajadores europeos

Durante años han estado dando cada vez más poder al sector financiero con un balance catastrófico: han sacrificado el medio ambiente, el paro se ha multiplicado, los trabajadores están cada vez más explotados y empobrecidos, los bancos han secuestrado a la economía real.

Ahora, con la excusa de la crisis que ellos mismos han provocado, los gobiernos europeos quieren proseguir y empeorar las políticas de austeridad. Presionados por Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, han decidido redactar un nuevo tratado que robaría definitivamente a los pueblos europeos el derecho a decidir libremente su presupuesto y supondría la imposición de la austeridad. No entra dentro de sus planes consultar a los pueblos europeos su opinión sobre un texto tan fundamental. Se trata de una huida hacia delante, hacia la Europa de la austeridad. Europa no puede construirse sin los pueblos ni contra los pueblos. Por ello, exigimos la convocatoria de un referéndum sobre este tratado en nuestros países.

Sarkozy y Merkel quieren aplicar en toda Europa la desastrosa Agenda 2010 que ha degradado tan cruelmente la situación de los trabajadores alemanes. Su objetivo consiste en incrementar la competencia entre los trabajadores europeos para armonizar a la baja los derechos que habían convertido a Europa en la región más avanzada socialmente. Esta estrategia enfrenta de forma deliberada a los pueblos europeos. Sarkozy y Merkel no han dudado en echar más leña al fuego del nacionalismo y la xenofobia, a pesar del riesgo que esto conlleva de reabrir nuevas heridas. Los amigos de Merkel hablan de obligar a los griegos a vender sus islas. Sarkozy califica de caramelos envenenados a los nuevos miembros de la Zona Euro. Estas provocaciones buscan un chivo expiatorio para desviar la atención de los trabajadores, para que no culpen de la crisis a sus verdaderos responsables: los bancos, el sector financiero y los gobernantes que han cedido su poder a los mercados. Hacemos un llamamiento a todos los trabajadores para que se resistan con todas sus fuerzas a este retroceso de la civilización europea.

Os pedimos que no caigáis en la trampa que amenaza la paz en Europa. Mantenernos todos juntos, y en concreto conservar la amistad entre el pueblo alemán y el francés, es una condición indispensable para salvaguardar la paz en toda Europa.

Pero, ¿cómo garantizar la paz en Europa ? La paz no se declara por decreto: se construye mediante la cooperación entre los pueblos, al servicio de todas las personas. La paz no es compatible con el arrogante dominio de dos jefes de gobierno europeos sobre todos los demás. La paz tiene que basarse en una política al servicio del interés general europeo. Ha llegado la hora de gobernar para satisfacer las necesidades y las aspiraciones de la mayoría de la población, los trabajadores europeos: reparto de la riqueza, defensa y ampliación del derecho a la jubilación, recuperación de los servicios públicos, erradicación de la precariedad, lucha implacable contra la pobreza y las desigualdades, transición ecológica...

Trabajadores europeos: ¡no os resignéis! El sector financiero no puede enfrentarse a los pueblos que luchan. La verdadera riqueza es fruto del trabajo humano. Si se movilizan, los trabajadores europeos pueden acabar con las orgías financieras y comenzar a construir por fin un mundo más justo y humano.

Traducido por Elvira Hdez.
Fuente: http://www.humanite-en-espanol.com/spip.php?article1023