Cuando aparcamos proyectos por pereza y falta de esfuerzo, nos sentimos mal
No busque más justificaciones para su actitud y dele al modo acción
¿Cuántos proyectos, sueños y oportunidades ha dejado pasar por falta de voluntad? Muchos. ¿Y cómo se ha sentido? Mal, rematadamente mal. ¿Y qué le ha dicho su crítico interior? “Eres un vago, todo te da pereza, es imposible conseguir algo en la vida si no te implicas y te esfuerzas”. Cuando no tenemos fuerza de voluntad nos descalificamos sin piedad. Es de las flaquezas que menos nos perdonamos, porque la lectura que sacamos de nosotros es debilidad, falta de compromiso, dejadez y holgazanería. Los errores cometidos por su valentía, tienen perdón. No alcanzar los objetivos cuando uno no se esfuerza, no.
Pero no solo es crítico usted con su desidia, también el resto de la sociedad: familiares, profesores, entrenadores, amigos, incluso su pareja. Nadie se queda inmune ante la dejadez, que es una de las debilidades más criticadas. El mundo se divide entre los voluntariosos, capaces de invertir en esfuerzo y trabajo para lograr un proyecto, y los que no lo son.
Esa fuerza es la capacidad que tenemos para decidir qué hacer, y optar por un determinado tipo de comportamiento. Y se asocia con el ahínco necesario para alcanzar objetivos que a corto plazo suponen un sacrificio, pero que benefician a largo plazo. Y aquí es donde aparece el primer problema: el sacrificio inmediato. Cuesta mucho pensar en el largo plazo.
La voluntad no es innata. Así que deje de lamentarse por no haber sido agraciado por la fortuna de la voluntad, y arremánguese para tenerla de su lado.
Deje de etiquetarse. Y de tener expectativas negativas sobre usted mismo. Que los demás le juzguen tiene un pase, que se machaque usted a sí mismo, no. Si cree que volverá a postergar y fallar en el intento, al final es lo que conseguirá: abandonar. Coja su idea con ilusión, enamórese de ella y espere cosas buenas de usted y de la relación que ahora comienza con este nuevo propósito. Se puede equivocar todas las veces que sea necesario; lo que debe rechazar es no verse capaz de cometer errores y tirar adelante. ¿De verdad que va a permitir que la falta de voluntad le frene? Deje de justificarse y dele al modo acción.
Leer más, Fuente: El País Semanal.
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miércoles, 13 de agosto de 2014
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