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miércoles, 1 de mayo de 2024

Pedro Sánchez frente al desprecio

«Toda forma de desprecio, si interviene en la política, prepara o instaura el fascismo» 
(Albert Camus)


Las críticas que la derecha está dedicando a la carta que el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ha escrito a la ciudadanía tienen casi siempre tres variantes de un rasgo común -el desprecio- que muestran mejor que nada la naturaleza de la sociedad capitalista en la que vivimos.

La primera es basarse en juicios de intenciones. Se afirma generalizadamente, como si de un coro perfectamente orquestado se tratara, que el presidente no la ha escrito con sentimientos sinceros sino como una artimaña para volver con más fuerza a sus actividades a partir del lunes.

Es cierto, por un lado, que esa respuesta es lógica cuando viene de un adversario. Sin decirlo, trata de provocar el efecto que se desea que ocurra. En este caso, que Pedro Sánchez se vaya y no refuerce su posición política gozando de más simpatía, apoyo y movilización por parte de su electorado si finalmente no dimitiera. Lo que muestra, en realidad, esta reacción de la derecha política y mediática, pronunciándose como si supiera a ciencia cierta lo que hay en el cerebro y el corazón de Pedro Sánchez, es un miedo profundo a que finalmente no se vaya.

Sin embargo, recurrir al juicio de intenciones frente a los adversarios políticos es una práctica mucho más grave y deleznable. Es una de la más grandes muestras de desprecio a un ser humano porque con ella se consigue que nadie pueda defenderse de la infamia y la calumnia. Algo fundamental en esta época en la que vivimos, en la que la polarización, la promoción del odio y el rechazo de cualquier ser humano que no sea idéntico a nosotros se ha convertido en la lógica que gobierna las relaciones sociales. Una estrategia ahora esencial para conservar los privilegios, tal y como explico en un nuevo libro que estará en librería el próximo 15 de mayo y que ya se puede reservar.

La segunda característica de la reacción de la derecha ante la carta de Sánchez es la falta de piedad, el desprecio al dolor ajeno. Algo que tampoco es nuevo sino también una constante de la política de nuestros días.

Al margen de su sentido religioso, la piedad viene a ser el sentimiento humano que nos lleva a cuidar, ayudar, perdonar, comprender o asistir a quien padece sufrimiento o angustia. Una virtud de la que también hoy día carecen quienes dominan el mundo. Si no fuese así, se habría evitado ya hace mucho tiempo -porque hay recursos de sobra para ello- el hambre y la miseria en la que viven cientos de millones de personas. No habría terrorismo, ni los conflictos entre naciones se resolverían con matanzas de población y genocidios, ni mediante las guerras tan crueles que estamos viviendo.

Finalmente, la derecha mediática y política desprecia o incluso se ríe a tumba abierta de las alusiones al amor que Pedro Sánchez hace en su carta.

Es curioso, penosamente curioso, que las dos acciones que quizá pueden propiciar más bienestar al ser humano, la política y el amor, estén hoy día tan despreciadas. En la Grecia clásica se llamaba idiotas a quienes se despreocupaban de los asuntos públicos, de la política. En nuestros días, a base de convertirla en fango sucio, hay posiblemente más idiotas que nunca. Nos tenemos que hacer idiotas para no morirnos de asco. Y quizá sea porque los idiotas tampoco analizan ni razonan por lo que no apreciamos el amor y lo banalizamos. Porque, como escribió el filósofo y literato francés Alain Badiou en su Elogio del amor, «amar es una forma de pensar».

No es difícil deducir que el desprecio como rasgo común brota, en suma, de una poderosa raíz: la inhumanidad.

¿La reforzamos o, por el contrario, nos congraciarnos con nuestra auténtica naturaleza de seres adictos al amor que «dependemos, para la armonía biológica de nuestro vivir, de la cooperación y la sensualidad, y no de la competencia y la lucha,» como escribió el biólogo chileno Humberto Maturana? Esa, creo yo, es la cuestión.

https://juantorreslopez.com/pedro-sanchez-frente-al-desprecio-y-la-inhumanidad/

jueves, 4 de febrero de 2021

Jacqueline Novogratz: "Tenemos que encontrar una nueva manera de medir qué es el éxito"

Jacqueline Novogratz dice que la pandemia ha revelado todas las heridas abiertas de los sistemas que no son sostenibles. 

Trabajaba en Wall Street hasta que un día decidió hacer un cambio radical en su vida, tomó un avión y se fue a Ruanda a crear el primer banco de microfinanzas del país.

Ese fue el inicio de una larga carrera que ha llevado a la estadounidense Jacqueline Novogratz a trabajar en algunas de las comunidades más pobres del mundo.

Fundadora y directora ejecutiva del fondo de inversión sin fines de lucro Acumen, ya lleva más de tres décadas dedicada a apoyar proyectos emprendedores.

Autora de libros como "El suéter azul" y "Manifiesto para una revolución moral", Novogratz y su red de socios han implementado innovadores modelos para promover negocios exitosos con impacto social en zonas vulnerables, como el "capital paciente".

BBC Mundo habló con ella en el marco del HAY Festival Cartagena, que se realiza de forma vitual entre el 28 y el 31 de enero.

En la década de 1980 trabajaba en Wall Street y decidió renunciar a su trabajo. ¿Por qué tomó esa decisión?

Trabajaba en el Chase Manhattan Bank y el 90% del tiempo lo pasaba viajando por distintos países del mundo en desarrollo, especialmente en Latinoamérica, en una época donde había dictaduras y una crisis financiera gigantesca.

Quedé cautivada en Brasil con el extraordinario y duro trabajo que hacían las personas de las favelas y la yuxtaposición con nuestro trabajo.

Estábamos cancelando cientos de millones de dólares en préstamos impagos, y movíamos el dinero a cuentas en el extranjero, pero no invertíamos en el país.

Mientras trabajada en América Latina, especialmente en las favelas de Brasil, Novogratz llegó a la conclusión de que la banca no era el lugar para desarrollar su carrera.

Hablé con mi jefe y le dije que quizás sería mejor invertir en las personas de bajos ingresos en las naciones donde operábamos, ya que nos pagarían los préstamos y además haríamos una contribución al país. Pero no funcionó.

Es interesante ver cómo la banca ahora toma estos temas más seriamente. Pero en 1985 era diferente. Entonces me di cuenta de que no sería efectivo promover un cambio desde dentro del sistema bancario y que debía renunciar.

En esa época escuché sobre el trabajo de Muhammad Yunus y sus microcréditos.

Eran los primeros tiempos de las microfinanzas y de acercar la banca a personas de bajos ingresos.

Y ahora he estado haciendo este trabajo por 35 años.

¿Qué lecciones ha aprendido trabajando en el mundo de la pobreza?

La primera lección es que lo opuesto a la pobreza es la dignidad.

Creo que gran parte de esta idea viene del trabajo que hice en Ruanda. Fue ahí donde inicié el primer banco de microfinanzas del país con un pequeño grupo de mujeres líderes.

Cuando se produjo el genocidio en 1994 tuve que enfrentar el hecho de que esas mujeres asumieron distintos roles, incluyendo el de convertirse en perpetradoras del genocidio.

La emprededora social estaba desarrollando un proyecto en Ruanda, cuando ocurrió el Genocidio de 1994.

Esa experiencia me cambió. Aprendí que la pobreza no solo tiene que ver con los ingresos, se trata de dignidad. Se trata de tener la capacidad de contribuir al esfuerzo colectivo.

Aprendí que si vamos a construir un mundo sin pobreza, también tenemos que confrontar nuestro empobrecimiento espiritual y no solo la pobreza material.

Usted habla de dimensión material y moral de la pobreza. ¿No le parece que la dimensión política también es importante?, ¿no le hace falta esa pieza en el rompecabezas?

Creo que todo está conectado. Si la política está divorciada de nuestra humanidad, la gente se vuelve invisible. Cuántas veces nos hemos enfrentado a la invisibilidad de los pobres.

En India, por ejemplo, trabajamos con mujeres de bajos ingresos, en una zona en que los políticos querían trasladar el barrio a otra parte para crear oportunidades para la inversión extranjera, sin ninguna consideración por las personas.

Coronavirus: "La alternativa para los próximos 20 años es una forma sostenible de capitalismo"
A menudo es la corrupción una de las causas que mantiene a las personas en la pobreza. Entonces, es un conjunto de elementos.

La buena noticia es que está en nuestras manos. La pobreza es dignidad y la dignidad depende de un esquema moral más saludable.

Eso significa que nuestros sistemas políticos y económicos también deben inscribirse dentro de ese esquema moral.

Y en el trabajo que ustedes hacen en Acumen, ¿por qué no incorporan campañas para impulsar cambios a nivel macro en la toma de decisiones políticas y económicas?

Es una pregunta que me he hecho toda la vida.
Como emprendedores sociales trabajamos en la construcción de buenos modelos de negocios. En la medida que esos modelos han crecido, hemos hecho alianzas con gobiernos o en algunos casos con empresas.

Estamos agradecidos de los activistas que hacen campañas para que cambien las políticas; nosotros contribuimos con lo que hemos aprendido sobre cómo esas políticas pueden ser implementadas de una manera pragmática.

Entender cuál es nuestro rol y con quién tenemos que hacer alianzas es muy importante.

Jacqueline Novogratz
Hemos apoyado a cerca de 750 líderes emprendedores emergentes en distintos países"
Lo otro que hemos aprendido es que necesitamos liderazgo y no solo modelos de negocios.

Por eso creamos una academia concebida como una escuela para el cambio social.

Desde ahí hemos apoyado a cerca de 750 líderes emprendedores emergentes en distintos países.

Muchos de ellos se han convertido en personas influyentes en sus comunidades y, en algunos casos, se han transformado en funcionarios gubernamentales.

Nuestras empresas y nuestros líderes han ayudado a proveer servicios asequibles en áreas como la salud, educación, energía, agricultura, para cerca de 300 millones de personas de bajos ingresos.

Ganar dinero y descontaminar el planeta: dónde están invirtiendo los que manejan grandes fortunas
Ustedes son una organización sin fines de lucro, pero hay muchos fondos que invierten su capital con la idea de conseguir rentabilidady, al mismo tiempo, contribuir a causas sociales o ambientales. ¿Cómo ve ese tipo de iniciativas?

Aunque somos una organización sin fines de lucro, tenemos tres servicios con fines de lucro bajo nuestra estructura corporativa.

La razón es que hay un amplio espectro de capital que permite que los emprendedores construyan el tipo de empresas que puede crecer y llegar a millones de personas.

Por eso trabajamos con distintos tipos de fondos, como las subvenciones a los proyectos en su etapa inicial, que denominamos "capital paciente", donde los inversores esperan una rentabilidad en el largo plazo, 10 o 15 años.

También trabajamos con fondos filantrópicos y otro tipo de inversiones.

La realidad es que operamos en áreas difíciles hasta llegar a un punto en que podemos decir que es una empresa para invertir en ella.

Novogratz y su red de colaboradores han invertido en proyectos de energía solar en Busia, Kenia.

Por ejemplo, en las zonas posconflicto en Colombia ha habido muy poca inversión. Ahí hay un bajo nivel de habilidades, muy poca infraestructura y casi nada de confianza.

Nosotros hemos trabajado con una asociación de agricultores por muchos años hasta llegar a un punto en que los granjeros tienen su propio plan de negocios, pagan los préstamos y son dueños de su propia empresa.

El problema es que a menudo es muy difícil para las personas de bajos ingresos acumular activos, como puede ser una casa o tener un negocio, que es la manera de construir riqueza.

La riqueza no se construye solo con ingresos. Y ese problema es parte de un sistema que falla en el capitalismo.

En relación a eso, algunos dueños de grandes empresas y fondos de inversión han dicho que es necesario arreglar el capitalismo, ¿es partidaria de esa idea?

Yo creo que tenemos que reimaginar el capitalismo.

Por demasiado tiempo este sistema ha funcionado bajo la primacía de los accionistas y no se ha hecho cargo de las externalidades que produce, usando términos económicos.

No premiamos a las compañías por sus buenas acciones, como instalarse en áreas difíciles o contratar y apoyar a personas que no han desarrollado habilidades.

Tampoco se toma en cuenta el daño medioambiental que producen nuestras empresas. Eso no es sostenible.

Una de las cosas en que nos hemos enfocado en los últimos 20 años, es medir lo que realmente importa, en vez de medir solamente lo que se puede contar.

Tenemos que reimaginar el capitalismo. Por demasiado tiempo este sistema ha funcionado bajo la primacía de los accionistas" Jacqueline Novogratz
Es fácil medir las ganancias, pero es muy difícil medir el impacto social.

Para cambiar el capitalismo hay que entender las necesidades de todas las partes que participan en un negocio y no solo los accionistas.

Tenemos que pensar a largo plazo. Tenemos que encontrar una nueva manera de medir qué es el éxito. El cambio requiere un ética que reconozca el valor de lo colectivo.

Nosotros vemos los cambios que ocurren con nuestros proyectos cuando a la gente se le paga bien, cuando los empleados tienen oportunidades reales para su crecimiento, cuando las personas pueden tomar sus propias decisiones y pueden crear empresas sostenibles en el largo plazo.

¿Pero cómo va a convencer a las personas con poder económico y político que no tienen esa ética colectiva, que solo están interesados en la rentabilidad de su empresa? Le pregunto porque la ética en los negocios, o el marco moral al que usted hace referencia, es algo a lo que no se puede obligar...

Yo partiría con el creciente número de directores de empresas que quieren hacer cambios, que quieren redefinir el propósito de los negocios, porque el camino que estamos siguiendo ahora no es sostenible para la humanidad.

Lo segundo es mostrarles a ciertas empresas que si siguen por el mismo camino su propio negocio no será viable.

Lo bueno es que hay una nueva generación que no está interesada en trabajar para empresas que dañan el medioambiente, por ejemplo.

Además, el mundo tiene ciertas herramientas para desafiar a esas empresas que no quieren avanzar en el cambio.

Y por otro lado, los clientes están cada vez más interesados en cómo viven las personas que intervienen en la cadena de producción.

En el largo plazo, las empresas sin un propósito más allá de las ganancias, tendrán menos valor y serán menos exitosas.

Entonces las empresas deberían ajustar el rumbo por su propia sobrevivencia, no solo por fines morales...

Sí, por su propia sobrevivencia y porque es lo correcto.

¿Piensa que el aumento de la desigualdad, especialmente ahora durante la pandemia, puede causar una nueva ola de disturbios sociales?

No se trata de si la va a causar o no. La desigualdad ya está provocando disturbios en muchas naciones. Lo hemos visto en Nigeria, Pakistán, India.

Esta pandemia no solo ha dejado en evidencia la gran desigualdad, también ha revelado todas las heridas abiertas de los sistemas que no son sostenibles.

"En el largo plazo las empresas sin un propósito más allá de las ganancias, tendrán menos valor y serán menos exitosas", afirma Novogratz.

Las personas de menores ingresos son las que más se enferman porque viven en espacios hacinados, con acceso limitado a la salud. Y en educación, estamos viendo una generación que quedará aún más atrás.

En las comunidades donde trabajamos, hemos visto cómo la gente se queda sin comida y hemos visto cómo el hacinamiento genera más violencia.

Hay una urgencia de ir más allá de las ideologías y enfocarnos en cómo le podemos dar más al mundo de lo que tomamos de él, como un imperativo moral.

La buena noticia es que como seres humanos somos espíritus emprendedores capaces de resolver problemas.

Durante la pandemia he visto un extraordinario nivel de innovación, con emprendedores en comunidades de bajos ingresos que resuelven sus problemas con lo que sea que tienen a la mano. Yo diría que donde hay oscuridad, al mismo tiempo hay luz. 


Más en este blog.

sábado, 13 de febrero de 2016

Los deberes no siempre ayudan

España es uno de los países donde los alumnos se llevan más tarea a casa. “Los de peor rendimiento sienten que ese esfuerzo no les sirve”, advierte un analista de la OCDE


España está entre los países en los que los alumnos de 15 años destinan más horas a los deberes para casa, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). En España dedican 6,5 semanales frente a las 4,8 de media entre los países industrializados. ¿Qué ocurre con los alumnos de peor rendimiento a los que alude el organismo internacional en su último informe? Los estudiantes españoles de bajo rendimiento en matemáticas dedicaron una media de 4,7 horas a la semana a hacer deberes (frente a una media de 3,5 de la OCDE) mientras que los alumnos con un rendimiento por encima del nivel básico de aptitud —aquellos que saben resolver problemas complejos— dedicaron hasta siete horas semanales frente a las 5,3 de media de la OCDE.

¿Influye eso en los malos resultados de los más rezagados? “Estos estudiantes sienten que su esfuerzo en deberes no es productivo. Y el resultado es que, si se frustran y dejan de hacerlos, se quedan vendidos”, apunta Alfonso Echazarra, analista de la OCDE. "Hacer deberes ayuda pero, si parte de lo que se lleva a casa se hiciera en clase, puede que consigamos mejores resultados”, añade.

La OCDE ya apuntaba en informes previos que puede abrirse una brecha entre alumnos con más o menos recursos —la renta de las familias es uno de los principales factores que influyen en el rendimiento de los alumnos— aunque defiende razones "muy sólidas" para asignar tareas después de clase como "ayudar a los estudiantes con dificultades", asegurar que lo retienen en su memoria a largo plazo o dar un estímulo adicional para los estudiantes de altas capacidades.

El asunto preocupa a los padres de la escuela pública, la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa), hasta el punto de que han pedido oficialmente su reducción, un asunto del que recogió el guante el PSOE en su programa electoral.
http://politica.elpais.com/politica/2016/02/10/actualidad/1455097698_663436.html

viernes, 28 de agosto de 2015

Las puertas que abre ser alguien de trato fácil. Sonreír, mantener la discreción, o ayudar a los demás. Claves para ser alguien agradable con quien todos desearán relacionarse

En inglés se llaman easy going persons. En castellano se podría traducir como personas flexibles, de trato fácil con las que puede relacionarse cómodamente. Todos tenemos en mente a alguien así: dan los buenos días con una sonrisa sincera, se ofrecen y prestan ayuda, hablan con un tono y volumen conversacionales, son discretos y apetece estar con ellos.


Mostrarse relajadamente le llevará a disfrutar más. Las relaciones que establecemos pueden llegar a ser una fuente de satisfacción o todo lo contrario. Uno está a diario en contacto con otros, desde la pareja a los hijos, pasando por los compañeros de trabajo, el personal que le atiende en una ventanilla o el taxista que le lleva a su destino. De ahí la importancia de tener alrededor a gente de trato fácil y poder entrenarse para ser uno de ellos. Es difícil tener una vida de la que se sienta orgulloso y feliz si no la disfruta. Y si las relaciones sociales son estresantes, su vida también estará llena de tensiones.

Los hombres y mujeres agradables son gente con la que apetece contar y compartir el tiempo de ocio, se les tiene en cuenta para planificar un viaje, una barbacoa o tomar un café relajado, y se convierten en un modelo al que le gustaría parecerse. ¿Por qué? Porque su presencia le hace sentir bien y relajado.

Cambiar nuestra forma de ser es posible. Huya del “yo soy así” y entrene los puntos que aparecen a continuación. Es imposible fallar en todos. Puede que necesite trabajar unos cuantos. No se agobie. Los cambios requieren el deseo de renovarse, planificarlos, pasar a la acción, entrenarlos a través de la repetición y tener paciencia con ellos. Interprete con benevolencia. Si tiene alguna duda de la intención de un comentario o de la acción de alguien, es mejor que le pregunte antes que decidir que lo ha hecho o dicho para fastidiarle. Si piensa que los demás tienen malas intenciones, no se dará cuenta de lo bueno que puedan hacer por usted.

"Hablo a todos de la misma forma, ya sea
el basurero o el presidente de la universidad".
Albert Einstein

Expectativas positivas. El “piensa mal y acertarás” solo le lleva a anticipar que la gente le va a fallar. ¿Usted falla a los demás, es poco fiable, deshonesto, mentiroso? No, la mayoría de nosotros somos personas de bien. Nos equivocamos y cometemos errores, pero no suelen ser intencionados. Yo creo que ese refrán lo inventó el mismo que dice que “cree el ladrón que todos son de su condición”. Lo que esperamos de los demás condiciona el trato que tenemos con ellos. Si espera cosas buenas, será amable, será amable, sonreirá, dará tiempo, se sentirá tranquilo, confiará. Pero también ocurrirá lo contrario. Si espera que le fallen se fijará más en detalles negativos. Está claro que alguien en algún momento de nuestra vida va a ser injusto con nosotros. Pero sacar conclusiones de que todo el mundo será igual es un sinvivir. No es fácil relacionarse con personas desconfiadas porque nos hacen sentir deshonestos.

Busque relacionarse con personas con una escala de valores parecidas. Esto le allana el camino y le facilita las relaciones. Las personas parecidas nos facilitan el trato. Las similitudes permiten anticiparnos y estar en una zona confortable. Relacionarse con clientes de otras culturas o con valores distintos genera un sobre esfuerzo, porque lo que usted entiende que está bien, a otros les puede parecer un disparate. Hay culturas en las que los comerciantes no entienden que no se les regatee, y clientes que se sienten incómodos cuando tienen que pactar el precio. Por eso, ser parecidos nos convierte en personas de trato fácil con ese grupo de gente.

Flexibilidad. ¡Qué difícil es mantener una relación tranquila con alguien terco e inflexible! La capacidad de adaptación es una conducta inteligente y requiere flexibilidad. Transigir no es una debilidad. Ceder es tener empatía y reconocer que la opción del otro también es una buena opción. Si consiente, los demás también lo harán. Pero si no es capaz de adaptarse a los planes de los demás y se ofusca cuando no se sale con la suya, nadie querrá contar con usted porque supondrá una barrera para las prioridades del equipo o de otra persona. La flexibilidad mejora mucho la comunicación y facilita el entendimiento.

Dulzura. La dulzura se encuentra en el volumen, el tono, en la expresión facial, en las palabras que elige o en su mirada. Las personas dulces proyectan una calidez sincera. Su expresión facial invita a devolverles una mirada o sonrisa iguales. Su manera relajada de pedirle algo hace que se sienta valorado y querido. La dulzura es la mejor rival de la agresividad y del trato seco.

Transparencia. Guarde un as en la manga para los trucos de magia, pero no para relacionarse con los demás. Hable, exprese cómo se siente, qué le ocurre o lo que le preocupa. Hágalo con naturalidad. Las personas que hablan de sí mismas con naturalidad nos parecen cercanas. Por el contrario, hay personas que parecen misteriosas y que esperan que los demás adivinen lo que les pasa. Es gente que no nos hace sentir cómodos.

Deje la seriedad para las emergencias. No es sinónimo de responsabilidad. Sea divertido y desenfadado. Relacionarse con personas serias a veces es incómodo. No provoca un ambiente relajado y distendido en el que los demás se sientan con confianza para ser ellos mismos.

Trabaje su expresión facial y sus gestos. La sonrisa invita al otro a sonreír, y los demás le interpretan como una persona asequible, relajada y abierta a relacionarse. Sonreír es gratis y le abrirá muchas puertas. No mire por encima del hombro, ni levante el dedo acusador. La naturalidad a la hora de expresarse de forma agradable requiere un entrenamiento. Si ha decidido sonreír más, lo normal es que al principio su gesto risueño no le salga con toda la naturalidad del mundo. Pero concédase un tiempo.

Sea un tipo divertido y páselo bien. Cuanto más disfrute de la vida y más desarrolle su sentido del humor, mayor satisfacción y bienestar tendrá. No es atractivo ni grato relacionarse con personas rencorosas, envidiosas y victimistas. Lo mismo que hace ahora puede realizarlo con más diversión: ponga música, sea creativo, caricaturice la situación y recuerde emociones positivas que le hagan sentir vivo durante un momento de estrés. Hay muchas maneras de cambiar su estado emocional. No permita que las situaciones ni otras personas le superen y le sumerjan en la apatía y la rabia. Modifique su mundo y se transformará usted.

Escuche y preste atención. Nos gusta relacionarnos con las personas que se interesan por nosotros y nos escuchan. Haga sentir bien a los demás prestándoles atención, reforzando las pasiones del otro, valorando sus progresos, elogiando detalles, desde la ropa que llevan a su último logro laboral. Deje la crítica y los consejos no pedidos. Se trata de pasar un buen rato, no de dar lecciones a otros.

Pregunte e interésese por los otros. A las personas les gusta hablar de ellas mismas y se sienten a gusto cuando se les da la oportunidad de contar sus cambios, su vida en pareja, el futuro de sus hijos, intereses, el trabajo… No sea el protagonista de las conversaciones. No necesita tener una relación íntima con la persona para interesarse.

Sea servicial, que no servil. Haga favores gratuitos, de esos que salen de uno con la única finalidad de ayudar y contribuir al bienestar de otra persona. No mida, actúe en función de su corazón, valores y sentimientos. Las personas serviciales se ofrecen: “¿Puedo ayudarte en algo?”. No se trata de estar al servicio de los demás y perder espacio para nosotros. Pero también hay que olvidarse de vez en cuando de uno mismo para pensar en qué y cómo puedo contribuir y prestar ayuda. Busque el término medio para tener tiempo para todo.

La forma en que ves a la gente es la forma en la que la tratas,
y la forma en la que la tratas es en lo que se convierte.
Goethe

Mejor tener paz que tener razón. ¡Qué tranquilidad da poder permitirse no justificar todo, no tener que argumentar las ideas para sentirse comprendido y qué relax para cualquier intercambio, sobremesa o conversación! Las personas que siempre quieren llevar razón son agotadoras. Muestran con orgullo sus conocimientos, argumentos y se creen en posición de la verdad. No es agradable conversar con ellos.

Sea discreto, sobre todo con la información de otros. En este mundo de cotilleo en el que muchos viven la vida de los demás por no vivir la suya propia, se ha terminado por convertir el hablar de otros en algo normal. La indiscreción y la imprudencia le alejan de las relaciones de confianza. No hable de la vida privada, chismes o intimidades de nadie, y menos sin haber pedido permiso. No espere que le digan: “Esto no lo cuentes”. Coja la costumbre de no hacerlo.

Trate bien a todos. Dice un proverbio del libro Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, de Dale Carnegie: Si quiere coger miel, no pegue puntapiés a la colmena. Esperamos ser bien tratados porque forma parte del respeto que merecemos y porque nos hace sentir especiales. Pero este deseo debe acompañarse de comportamientos recíprocos y bidireccionales.

Para saber más

Libros
"Cómo ganar amigos e influir sobre las personas". Dale Carnegie (Elipse)
Películas
"El cartero y Pablo Neruda". Michael Radford
"Forrest Gump". Robert Zemeckis
"Gandhi". Richard Attenborough

Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/08/20/eps/1440090968_118776.html