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martes, 24 de octubre de 2023

_- Las curiosas formas en que tu piel revela tu salud (y qué puedes hacer para cuidarla)

_- Mientras viajo en canoa por el desfiladero de Ardèche, en el sur de Francia, atraigo algunas miradas peculiares. Es una tarde soleada de julio y el cielo está de un perfecto azul cobalto.

Mujer que va envejeciendo

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Las arrugas reflejan mucho más que el paso de los años.


El poder del sol radiante se me hace más visible que nunca. Sus rayos han convertido la superficie del agua en un espejo de luz tan brillante que te ciega con solo mirarla. Yo no quiero arriesgarme: elegí mi ropa con la misma seriedad de un explorador que se aventura en el Sahara.

Mis brazos, mis manos y mi torso están completamente cubiertos con una camiseta de manga larga con protección para el sol, mientras que mi cabeza está cubierta por un sombrero de pescador con una tela para proteger mi rostro.

Los toques finales consisten en varias capas de protector solar de un factor elevado -que hace que la parte de mi piel que queda expuesta tenga la tonalidad pálida y reluciente del blanco titanio- y unas gafas de sol.

Mi vanidad no tiene límites y estoy decidida a evitar un mayor envejecimiento provocado por el sol. ¿Pero puede haber otros beneficios ocultos de estas medidas extremas?

De hecho, ¿es posible que mi obsesión para mantener mi piel saludable sea un golpe de genialidad accidental?

La respuesta a ambas preguntas es sí. Investigaciones recientes indican que nuestra piel no es solo un reflejo de nuestro estilo de vida, que muestra el efecto de años de fumar, beber, tomar sol y vivir bajo estrés. 

Las arrugas en la piel también pueden provocar envejecimiento.

Resulta que el órgano más grande de nuestro cuerpo es un participante activo en nuestro bienestar físico.

Esta es una nueva y extraña realidad en la que las arrugas, la piel seca y las manchas provocan envejecimiento, y no al revés.

Una extraña revelación

En 1958, el mismo año en que Estados Unidos aprobó la ley que llevó a la llegada a la Luna y la creación de la NASA, otro gran proyecto fue concebido silenciosamente.

El Estudio Longitudinal de Baltimore iba a ser una investigación científica del envejecimiento con una premisa atrevida y poco ortodoxa.

Antes, era una práctica científica estándar obtener información sobre la fisiología de las personas vivas a partir de los cadáveres donados. Pero esta vez, los sujetos serían escrutados antes, mientras que sus corazones aún estaban latiendo.

El estudio siguió a miles de hombres adultos (y luego mujeres) por décadas, para ver cómo evolucionaba su salud, y cómo esta se veía afectado por sus genes y el entorno.

Tan solo dos décadas después, los científicos ya habían hecho algunos descubrimientos intrigantes, desde el descubrimiento de que los hombres menos estables emocionalmente eran más proclives a ser diagnosticados con enfermedades coronarias, hasta la revelación de que nuestras capacidades para resolver problemas solo se reducen levemente con la edad.

Niña en la playa

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Protegerse del sol es vital para cuidar la piel... y la salud.

Pero uno de los hallazgos más sorprendentes confirmó lo que se sospechaba desde hace tiempo: qué tan joven te ves es una muestra impresionantemente precisa de tu salud interior.

Para 1982, los hombres que al principio del estudio parecían mayores para su edad, 20 años después tenían más probabilidades de estar muertos.

Esto está respaldado por investigaciones más recientes, que encontraron que, de los pacientes que parecían al menos 10 años mayores de lo que deberían, el 99% tenía problemas de salud.

Resulta que la salud de la piel puede usarse para predecir una serie de factores aparentemente inconexos, desde la densidad ósea hasta el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas o el riesgos de morir por una enfermedad cardiovascular.

Sin embargo, a medida que se fue sumando la evidencia, la historia dio un vuelco inesperado. Es la piel simplemente un recuento vivo del daño que hemos acumulado o es algo más complicado?

¿Podría, de hecho, mantener sanas a las personas sanas y empeorar la condición de los enfermos?

Otro tipo de cumpleaños

La edad cronológica no coincide necesariamente con la biológica.
Manos

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Hay dos formas principales de medir la edad de una persona. La primera es la estándar, conocida como la edad cronológica (la que que sigue las revoluciones del sol).

Pero también está la edad biológica, que indica el ritmo al que envejeces físicamente (la madurez de tus órganos y células).

Ambas pueden variar mucho entre sí entre distintas personas e incluso dentro del mismo cuerpo.

A medida que acumulamos años, se sabe que nuestra edad cronológica eventualmente se pondrá a la par de nuestra apariencia: la piel se vuelve más delgada y menos tonificada, pierde elasticidad, cuando las células responsables de producir pigmento y colágeno se mueren o se vuelven “senesentes”, lo que quiere decir que dejan de renovarse y continúan existiendo en un estado latente.

Pero es el medio ambiente el que tiende a generar el mayor daño. Si bien la radiación ultravioleta B (UVB) puede dañar el ADN –provocando quemaduras, mutaciones y cáncer de piel- el 95% de la radiación ultravioleta total que llega a la superficie de la Tierra es ultravioleta A (UVA).

Esta porción de los rayos de sol tiene una longitud de onda más larga, que le permite penetrar profundamente en la dermis, donde se descompone en colágeno y estimula a las células a producir melanina.

A nivel microscópico, la piel fotoenvejecida –piel que ha envejecido por efecto del sol- es más gruesa, con marañas de elastina deforme y fibras de colágeno.

A nivel visible, suele generalmente estar pigmentada de forma irregular y tiene muchas más arrugas.

Eso es así tanto si tienes piel muy clara, que es incapaz de broncearse como si tienes piel muy oscura. Incluso la piel muy pigmentada puede quemase y es suceptible al fotoenvejecimiento, aunque las arrugas tardarán más en aparecer.

De hecho, se cree que factores intrísecos son responsables de la fracción más pequeña del clásico aspecto “avejentado”, mientras que a la luz ultravioleta se le atribuye más del 80% de los cambios visibles en la piel.

Si pasas todo el día adentro con las cortinas cerradas, es posible que no veas alteraciones significativas en este órgano hasta que llegues a los 80.

Sin embargo, lo más importante es que junto con todos estos efectos, la piel sufre una transformación química. Y es esta la que puede tener un impacto profundo en nuestra salud en general.

Cóctel químico

En el año 2000 surgió un nuevo y radical concepto. Al observar la forma en que la mayoría de los organismos responden al estrés, un grupo de científicos de la Universidad de Bolonia, Italia, sugirió una nueva forma de pensar en el envejecimiento.

Mujer mayor

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Una inflamación de fondo de bajo grado acompaña el proceso de envejecimiento

En una persona joven y sana, el sistema inmune se activa de forma rutinaria para mantener el orden: reparando daños y ahuyentando infecciones.

Pero a medida que envejecemos, o cuando empeora nuestra salud, estas respuestas inflamatorias pueden superar un umbral crítico -un punto más allá del cual se aceleran y liberan una cascada de potentes sustancias químicas por todo el cuerpo, que destruyen células sanas y mutilan nuestro ADN.

Es la llamada “inflamación-envejecimiento”, una inflamación de fondo de bajo grado que acompaña el proceso de envejecimiento

Aquí es cuando cobra importancia la piel. Las investigaciones más recientes indican que la piel arrugada, enferma o dañada se vuelve parte de este sistema de inflamación, liberando un coctel químico que lleva a un mayor daño e inflamación.

“La piel envejecida cronológicamente muestra más altos niveles de expresión de todo un panel de citocitnas y quimiocinas inflamatorias”, explica Mao-Qiang Man, investigador de la Universidad de California San Franciso, en EE.UU., que dice que eso también se aplica a la piel fotoenvejecida.

A nivel local, estas sustancias químicas degradan el colágeno y la elastina, reduciendo aún más el grosor de la piel, generando arrugas, y reduciendo la elasticidad, explica Tuba Musarrat Ansary, investigadora de posdoctorado de la Universidad Médica Jichi, en Japón.

Esto se ve agravado aún más por las células senescentes en la piel –producto del envejecimiento natural o del daño de daño de los rayos UV- que también liberan sus propias sustancias químicas inflamatorias.
Piel

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Si bien los rayos UVB tienden a dañar la superficie de la piel, los UVA son mucho más profundos y ambos pueden provocar inflamación sistémica.

Pero esto es solo el comienzo. Al ser el órgano más grande del cuerpo, la piel puede tener un impacto profundo. Las sustancias químicas liberadas por la piel enferma y disfuncional entran en el torrente sanguíneo, donde se propagan y dañan a otros tejidos.

En medio de la inflamación sistémica resultante, las sustancias químicas de la piel pueden llegar y dañar a órganos que parecen no tener relación alguna, incluyendo el corazón y el cerebro.

El resultado es el envejecimiento acelerado y un riesgo mayor de desarrollar la mayoría -o posiblemente todos- de los desórdenes relacionados.

Hasta el momento, la piel envejecida o enferma ha sido vinculada a la aparición de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y deterioro cognitivo, así como alzhéimer y enfermedad de Parkinson

Aunque todos estamos familiarizados con los riegos de fumar, beber, comer en exceso y la falta de ejercicio, se podría argumentar que la mala salud de la piel es el factor que todos solemos pasar por alto.

La buena noticia es que hay mucho que podemos hacer para mejorar.

Cuestión de hidratación

El primer paso para proteger la piel –y por ende, según esta nueva teoría, nuestra salud en general- es mantenerse lejos del sol. En un día soleado de playa, es crucial refugiarse en la sombra.

Mujer en la playa

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El método de protección más famoso es el protocolo australiano lanzado por primera vez en 1981 y luego ampliado a cinco puntos que consiste en: 
  • cubrirse una camiseta, 
  • usar protector solar de factor alto, 
  • llevar un sombrero de ala ancha, 
  • utilizar gafas de sol y 
  • ponerse en un lugar a la sombra.
Además, si la relación entre el daño de la piel y enfermedades vinculadas a la edad no es lo suficientemente convincente para animar a la gente a que se proteja, hay otras dos buenas razones para hacerlo.

La primera es que proteger a tu piel del sol es extremadamente efectivo para evitar los signos visibles del envejecimiento.

La segunda es que hay evidencia contundente de que el protector solar puede prevenir la mayor parte de la inflamación que se produce cuando la piel se expone al sol, el primer paso hacia el desarrollo de las enfermedades relacionadas con el envejecimiento.

Pero esta no es la única manera de que tu piel se mantenga en buenas condiciones. De hecho, la forma más fácil de mejorar la salud de este órgano es humectarse. Y existe evidencia directa de que esto reduce la inflamación, y de que puede ayudar a prevenir la demencia.

Además de tener un tono desigual y arrugas, tanto la piel envejecida por la edad como por el sol es significativamente más seca. Los niveles de humedad de la piel llegan a su punto más alto a los 40 años y luego caen en picado, produciendo cantidades cada vez más bajas de sus humectantes naturales (lípidos, filagrina, sebo y glicerol).

Esto es un problema, porque la piel deshidratada es una barrera menos efectiva entre el interior de nuestro cuerpo y el mundo exterior.

Cuando nuestra piel esta disecada y escamosa, sus tareas habituales –evitar la entrada de agentes infecciosos, toxinas ambientales y alérgenos, mientras se mantiene humectada- se vuelve más díficil.

Sin embargo, devolverle su humedad no es algo particularmente complicado, más allá de lo que digan las publicidades de cosméticos. Y en el campo del envejecimiento, esta simple intervención muestra resultados notables.  Usar cremas humectantes ayuda a rehidratar la piel.

En un estudio, un equipo internacional de investigadores, le pidió a voluntarios mayores que se aplicaran un hidratante tópico dos veces al día por un mes.

En comparación con otros participantes mayores que no hicieron ningún tratamiento, la piel de los participantes que se la hidrataron se restauró significativamente, mostrando niveles mas bajos de tres clases diferentes de sustancias químicas inflamatorias.

Estos prometedores resultados fueron seguidos rápidamente por otro estudio del mismo equipo, en el que participaron adultos de más de 65 años, con la indicación de ponerse crema hidratante dos veces por día por tres años.

La función cognitiva de los participantes se midió al comienzo y al final del estudio. El grupo de control que no se hidrató la piel mostró un declive significativo de su función cognitiva. En aquellos que se habían hidratado la piel, no se había deteriorado.

“La disminución de los niveles de hidratación del estrato córneo (la capa externa de la epidermis) es probablemente el factor que más contribuye a la ‘“inflamación-envejecimiento’”, dice Man.

Y añade que como la piel seca tiende a tener niveles de inflamación más altos puede provocar picazón. Si no puedes resistir el impulso de rascarte, la inflamación empeora.

Sin embargo, señala Man, muchos ingredientes naturales pueden ayudar. Entre estos se incluyen el glicerol, la vaselina, el ácido hialurónico y los lípidos, que normalmente se encuentran en esta capa de la piel y son los ingredientes típicos de incluso las cremas hidratantes más básicas

También es posible que simplemente bebiendo más agua pueda ayudar a mantener la piel más hidratada, aunque la evidencia es más ambigua.

Para visualizar hasta qué punto la piel puede afectar al resto del cuerpo, ayuda pensar en cuánta piel tienes, y recuerda que toda la piel que ves en la parte externa de tu cuerpo, como es de esperar, se replica también en el interior. Y cuando tu piel está dañada, cada centímetro puede liberar sustancias químicas tóxicas.

Así que protegerla tiene su recompensa, pero no te olvides de hidratarla también. 

 *Este artículo fue publicado en BBC Future. Haz clic aquí para ver la versión original.

martes, 12 de mayo de 2015

Nacer a final de año influye en las notas. El sistema educativo español se rige por la edad cronológica y no evolutiva del alumno.

No contempla que un niño nato en diciembre progresa más lento y que peligra su autoestima

En 2010 por estas fechas muchas parturientas confiaban en dar a luz antes del 31 de diciembre. La fecha límite para cobrar los 1.500 euros del desaparecido cheque-bebé. Ese aliciente económico ha desaparecido en 2011, pero lo que continúa es una leve preocupación: ¿Haber nacido a finales de año le pasará factura a mi hijo en su formación? ¿Sería mejor que estuviese escolarizado con los niños de 2012? Distintos estudios por todo el mundo indican que el calendario puede influir en los resultados académicos, pues los más pequeños del año arrastran un déficit evolutivo relativo que disminuye a medida que crece.

“En niños de infantil se suele notar bastante la diferencia en lo intelectual y en lo físico, pero no es el único condicionante. Las niñas son más espabiladas y el que se hayan escolarizado pronto influye. Cada niño es un mundo”, afirma Germán Caballero, profesor de primaria en Valladolid. La clase social del estudiante, la profesión de sus padres o la estructura de su familia son también factores socioculturales que contribuyen para bien o para mal en los resultados académicos, según concluyen Juan Jesús Fernández y Juan Carlos Rodríguez en Los orígenes del fracaso escolar en España (2008).

Que la edad sí tiene un efecto apreciable y bastante consistente en los diversos países da cuenta el tan cacareado y polémico informe PISA. En ciencias, por ejemplo, hay un contraste en España de 18 puntos (497/ 479, ver gráfico) entre los extremos del año. “La diferencia entre países no es uniforme, aunque es bastante regular, y si bien sería difícil afirmar que hay sistemas escolares que amplifican o atenúan la influencia de la maduración de los alumnos sobre los resultados PISA, tampoco sería fácil negar esa posibilidad”, afirma Julio Cabaña, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense en Las diferencias entre países y regiones en las pruebas PISA (2006).

“El problema del sistema educativo en España es que se rige por la edad cronológica y no evolutiva”, se lamenta Paqui Escobero, de la Asociación Profesional de Orientadores de Extremadura. “Al ingresar en primaria a un niño que ha nacido 10 meses antes que otro no podemos pedirle avances curriculares iguales —la prescritura y la prelectura— y de autonomía, como atarse los cordones cuando no tiene la misma motricidad en las manos”.

En España, cuando comienza el curso en septiembre, están obligados a matricularse en primero de primaria (seis años) todos los alumnos nacidos durante ese año natural. En otros países solo empiezan los que ya han cumplido los seis (en Suecia a los siete), quedándose así cada generación partida en dos. Es el caso, entre otros de Austria, República Checa, Suiza, Irlanda, Países Bajos o Rusia.

Sufren una débil penalidad salarial del -1,5%”, según un estudio francés

“Probablemente antes se notasen más las diferencias, pero no ahora que, como las madres trabajan, los niños van a la guardería desde los meses y están más estimulados”, considera Jorge Plaza, que enseña a 17 niños de primero de infantil (tienen tres años). Aunque luego afina su declaración y enumera detalles: les falta picardía, no saben mentir y prestan menos atención, fundamental para aprender”.

Los tardíos, calculan en el británico Institute for Fiscal Studies, tienen el 72% de posibilidades de que le consideren un alumno con necesidades educativas especiales. “No hay que etiquetar a los alumnos por cuándo han nacido. Pero sí que, mediante prueba, hay que conocer la madurez intelectual y emocional del estudiante. Si se detectan carencias, hay que establecer vías de entendimiento para potenciar sus capacidades intelectuales y sus habilidades sociales. Es la forma de que el niño no se desmotive y tenga un buen rendimiento escolar”, explica Pedro Santamaría, portavoz del Colegio de Pedagogos y Psicopedagogos de Madrid. Los siete años es la edad idónea para detectar el déficit, piensa, pues entonces se complican los contenidos. “Con sentido común se tienen que implicar el claustro de profesores, los padres y el departamento de orientación. No hay que actuar de primeras porque un niño haya nacido en diciembre”. Santamaría, que ha trabajado en equipos de orientación, reconoce que se ha enfrentado a varios casos de padres angustiados que se planteaban que repitiesen. “Muchas veces, niños con grandes capacidades intelectuales han terminado en Garantía Social —cursillos para adolescentes que no han aprobado el graduado escolar— porque no se les ha tratado en su momento”.

Hay quien propone tomar medidas incluso antes. “Un niño de 3 años nacido el 1 de enero y otro del 31 de diciembre no solo se llevan un año, sino un tercio de vida”, recuerda Juan Antonio Planas, presidente de COPOE (Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España). Y si a eso unimos, dice, que este último sea varón, de origen inmigrante o familia desestructurada las posibilidades de fracaso escolar aumentan. “Por eso animo a que algunos niños de primero de escuela infantil (tres años) repitan curso porque el problema va a más. Es un círculo vicioso. Progresan más lentos y eso merma su autoestima, sobre todo la lecto-escritura, en un momento en el que la constancia y las expectativas de éxito son fundamentales para que mejoren”, sostiene Planas, también presidente de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía.

“Hay que ser más flexible, actuar en secundaria es demasiado tarde. Ahora pueden repetir desde segundo de primaria. Antes solo si la inspección da el visto bueno a un informe sobre un alumno de necesidades educativas especiales de los orientadores”, continúa Planas, el único orientador en un instituto con 1.200 alumnos.

El Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa (ISEI-IVEI) ha constatado que el 15% de los nacidos de enero a marzo ha repetido en Euskadi algún curso al llegar a 2º de ESO (14-15 años), frente al 25% de los alumnos del último trimestre. En 4º de primaria (9 -10 años) las diferencias de conocimientos en matemáticas son evidentes: los mayores consiguen una puntuación de 260/300, mientras que los pequeños 246/300 (ver gráfico). Con el tiempo las distancias se atenúan hasta hacerse casi imperceptibles. En 2º de ESO les separan tan solo 4 puntos: 261-257/ 300.

Pese a este estrechamiento de las diferencias, hay algunos estudios que indican que persisten hasta el fin del bachillerato, en especial en los ambientes más desfavorecidos. Julian Grenet, profesor del Paris School of Economics, así lo asegura en ¿La edad de nacimiento influye en las trayectorias escolares y profesionales? Una evaluación de los datos franceses. No solo repiten más —35% de los de enero a los 15 años en Francia, frente al 51% de los de diciembre (ver gráfico)—, sino que la edad condiciona su futuro. No abandonan más los estudios, pero optan más por los ciclos de grado medio —tres puntos más, con una media del 30%— y, por consecuencia, sufren “una débil penalidad salarial pero estadísticamente significativa (-2,3% los hombres y -0,7% las mujeres)”. Grenet ha llegado a esta conclusión analizando el porcentaje de diplomados medios entre los nacidos de 1945 a 1965 por trimestres y el gráfico perfilado en dientes de sierra no deja dudas.

En 2º de ESO ha repetido un 10% de los vascos de enero y un 25% de diciembre

¿Cómo solventar esta desventaja? María Gutiérrez Dòmenech —que revela también en Factores determinantes del rendimiento educativo: el caso de Cataluña (La Caixa, 2009) que los menores consiguen peores resultados el conocimiento global, lengua catalana y actitud escolar— propone la “organización de tutorías especializadas o la creación de mayor número de cursos para que los intervalos de edad fuesen menores”.

Ya en algunas escuelas infantiles separan a los alumnos por meses. “Soy totalmente partidaria. De hecho, y a pesar de tener a niños de edades muy similares (como mucho la diferencia es de 5 meses), a la hora de trabajar los divido en grupos pequeños según su maduración, de esta forma, tiene una educación más personalizada”, cuenta Nerea López Vergara, maestra en una escuela infantil de Valladolid.

Plaza, docente en la pública, es detractor. “Lo hacen las escuelas privadas para diferenciarse, para publicitarse, pero no tiene sentido. Se aprende por efecto contagio. Los niños no quieren ser diferentes del resto y repiten conductas. Si yo pongo a uno de modelo los otros lo siguen”.

Kelly Bedard y Elizabeth Dhuey, del departamento de Economía de la Universidad de Santa Bárbara, aseguran que los jóvenes tardíos de Estados Unidos y Canadá tienen menos posibilidades de acceder a la universidad. Por eso proponen agrupar antes a los estudiantes por aptitudes en The Persistence of Early Childhood Maturity: International Evidence of Long-Run Age Effects (2006).

Finlandia y Dinamarca lo aplican en la educación primaria. En el colegio Escandinavo de Madrid, por ejemplo, no aspiran a alcanzar “metas específicas por semestre”, sino que otorgan “flexibilidad a los profesores para conseguir las metas de acuerdo con la madurez de cada niño”. Por ese motivo a menudo “hay unos en una clase trabajando con el mismo tema pero a niveles diferentes”, explican en su ideario. En el colegio Japonés de Madrid, que no llega a la treintena de alumnos, también se tiene en cuenta la madurez de cada uno. No hay suspensos y recuperaciones, se les puntúa del 1 al 5 para evaluar su evolución y, si lo necesitan, destacar qué ayuda necesitan. Los mejores ayudan a los rezagados.

A Escobero, que orienta a niños de educación infantil y primaria en Castuera (Badajoz), le gustaría tomar nota: “En España también la educación debería ser personalizada, que no individualizada, porque aprendemos relacionándonos y observando a los otros. Si un niño está suficientemente estimulado no tienen por qué notarse tanto las diferencias de edad”.

Para conseguirlo, aconseja escolarizar pronto a los niños nacidos a finales de año o al menos socializarlos yendo al parque o quedando con otros de su edad. Y, en su casa, estimularlos con música, hablándoles o con juegos. “Hasta los seis años no atendemos con apoyo a niños que tengan un atraso en el habla porque entendemos que cada uno tiene un desarrollo”, comenta.

Pablo nació el 5 de septiembre pero nadie lo diría. Es conocido en su colegio como “Pablo el que lee”. No es para menos. A sus cuatro años el niño, que perezoso tardó en andar, es el único de su clase capaz de leer. Curioso, quiso aprender y hoy hojea el menú en los restaurantes o juega al ahorcado. “Siempre hemos estado pendientes de él. Desde pequeño le leíamos por la noche y si cambiábamos el final nos corregía. También le hemos incitado mucho a hablar”, cuenta su padre, Javier Rojas, que cumple a la perfección los consejos de Escobero.

En sus conclusiones Grenet plantea lo siguiente: “Ya que no elegimos la fecha de nacimiento, sería deseable que el sistema educativo proveyese algunos mecanismos institucionales para corregir las desigualdades escolares ligadas a este factor. Entre las soluciones factibles figura aplicar un coeficiente compensatorio para enderezar los resultados escolares de los alumnos en función del mes de nacimiento. Este dispositivo, que debería ser utilizado sobre todo en primaria permitiría fortalecer la equidad del sistema educativo francés de una manera simple y poco costosa”. ¿El problema? No es el único condicionante.
Fuente: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2011/12/30/actualidad/1325256407_157420.html