_- Sea cual sea el resultado de las elecciones andaluzas de este domingo. El PP no se va a sentar a negociar de buena fe la renovación del CGPJ, que conllevaría inmediatamente la renovación del TC. Además de que tiene la convicción de que el CGPJ es su mejor arma, tiene también la de que su actitud no tiene coste electoral de ningún tipo
La renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Constitucional (TC) es una obligación. La Constitución ordena que se renueven en unos tiempos que la propia Constitución establece. Los preceptos relativos a dicha renovación son de fácil interpretación. Cada cinco años tiene que ser renovado el CGPJ en su totalidad. Cada tres se renueva por tercios el TC.
Una obligación no puede ser transformada en lo contrario, es decir, en un título de crédito que permita negociar los términos del cumplimiento de la misma. La renovación del CGPJ y del TC no puede estar sometida a condición de ningún tipo por parte de quienes están obligados a llevarla a cabo. Vincular la renovación al cumplimiento de determinadas condiciones unilateralmente establecidas es una operación de chantaje. Es en lo que está el señor Núñez Feijóo.
Aunque cuando se produjo la sustitución de Pablo Casado por Alberto Núñez Feijóo, se especuló con que dicha sustitución facilitaría el pacto para la renovación del CGPJ, estamos viendo que no solo no es así, sino que incluso se está endureciendo todavía más la posición del PP, que vincula dicha renovación a que el Gobierno de la Nación acepte determinadas propuestas del PP. El Gobierno no puede aceptar ninguna propuesta hasta que no se haya producido la renovación del CGPJ. Ya aceptó la de renovar parcialmente el TC, el Defensor del Pueblo y los miembros del Tribunal De Cuentas con la esperanza de que a continuación se renovara el CGPJ y ya hemos visto el resultado. El CGPJ, en su composición actual, es el instrumento de poder más importante para el PP. Estoy convencido de que no están dispuestos a perderlo.
Pienso que la misma forma en que se hizo y deshizo el acuerdo de renovación que se alcanzó en 2019, en el que el Presidente de la Sala Segunda, Manuel Machena, pasaría a ser Presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo, es una buena muestra de lo que digo. El PP no ha estado dispuesto nunca a negociar de buena fe la renovación del CGPJ. De ahí que el acuerdo fuera torpedeado por el senador Cosidó, que había sido uno de los negociadores del mismo, mediante la remisión de un SMS a los senadores del PP redactado en unos términos que no podían conducir más que a donde condujeron: a la ruptura del acuerdo y a remitir la renovación a una nueva negociación para la que no se fijaba ninguna fecha.
En esas estamos y me temo que vamos a seguir estando. Sea cual sea el resultado de las elecciones andaluzas de este domingo. El PP no se va a sentar a negociar de buena fe la renovación del CGPJ, que conllevaría inmediatamente la renovación del TC. Además de que tiene la convicción de que el CGPJ es su mejor arma, tiene también la convicción de que su actitud no tiene coste electoral de ningún tipo para él, mientras que sí lo tiene para el PSOE. El mensaje que están transmitiendo es que las instituciones no funcionan cuando el PSOE gobierna, mientras que sí lo hacen cuando gobierna el PP.
Impedir la renovación del CGPJ y del TC juega a su favor. Cuanto más ruido se genere, mejor. Su estrategia es la de que se produzca una descomposición del sistema político que obligue a disolver las Cortes Generales y convocar elecciones anticipadas. La renovación del CGPJ y del TC es una garantía de que la legislatura acabará cuando llegue la hora y de que no habrá disolución anticipada.
A menos que se produzca una intervención muy firme de la Comisión Europea, Alberto Núñez Feijóo seguirá con su estrategia de chantaje.
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domingo, 19 de junio de 2022
lunes, 13 de junio de 2022
_- Las izquierdas van a ganar en Andalucía
_- La tesis de la inevitabilidad del triunfo de las derechas ha sido puesta en circulación con una cantidad de medios extraordinarios y de manera muy prolongada en el tiempo con la finalidad de desmovilizar a los electores de las diferentes izquierdas para que no acudan a las elecciones
Antonio Avendaño, muy buen amigo y excelente analista, publicó el pasado domingo, 5 de julio, un artículo en El Plural Andalucía con el título “El 19-J en diez claves y un prólogo”, que comenzaba así: “estas son las primeras elecciones andaluzas en cuarenta años donde existe certeza de que la izquierda no gobernará”.
Como habrán visto por el título que he puesto a esta entrada del blog, que no por casualidad se llama “Contracorriente”, no estoy de acuerdo con esta tajante afirmación de Antonio Avendaño. Tal como yo veo el proceso electoral que finalizará el próximo domingo, la tesis de la inevitabilidad del triunfo de las derechas ha sido puesta en circulación con una cantidad de medios extraordinarios y de manera muy prolongada en el tiempo con la finalidad de desmovilizar a los electores de las diferentes izquierdas para que no acudan a las elecciones. No viene de estos meses finales, sino que es una tesis que se viene reiterando de manera asfixiante desde que empezó la legislatura en diciembre de 2018. “Andaluz de izquierdas: estas no son tus elecciones”. Este es el mensaje.
Y es el que se ha concretado con la elección de la fecha electoral. El jueves 16 es el día del Corpus, que es festivo en varias provincias andaluzas y supone un corte en la semana final de la campaña electoral. Es un día del que se hace uso como comienzo de puente por muchas familias, especialmente cuando el calor aprieta, como lo está haciendo este año. La elección del 19-J no ha sido una elección inocente. Es un obstáculo más para la movilización del electorado de izquierda.
Y también con el planteamiento de la campaña electoral, en la que el PP y el Gobierno de la Junta de Andalucía están jugando a que las elecciones pasen desapercibidas, con la finalidad de que no haya debate que pueda despertar la atención de los electores. Ya tuvimos ocasión de comprobarlo en el primer debate electoral en televisión. La actitud cuasi ausente del candidato del PP, Juanma Moreno, fue, para mí, lo más llamativo del debate. Parecía casi que estuviera evacuando un trámite penoso y no participando en un acto central de la liturgia democrática. Su único objetivo parecía ser dejar que pasara el tiempo sin involucrarse en discusión de ningún tipo. Ni con los otros partidos de la derecha ni con los de las izquierdas. Lo único que faltó es que mirara su reloj, como hizo el Presidente Bush padre en el debate con Bill Clinton en 1992.
No tengo la menor duda de que esa va a ser su actitud esta semana final y especialmente en el debate de este lunes. Es algo para lo que los partidos de las izquierdas tienen que estar preparados. Con educación, pero con firmeza, tienen que reprocharle al Presidente Moreno Bonilla la forma en que ha comprometido nada menos que al Rey Felipe VI en su campaña electoral. Sería el momento oportuno para que se formulara la pregunta de si la Casa Real ha sido consultada por la dirección del PP antes de hacer uso de su imagen. No se puede tolerar que el juego sucio se lleve hasta hacer uso de la figura del rey.
Todo ello es indicativo de la inseguridad de las derechas en general y del PP en particular. Saben que son minoría y que únicamente si consiguen desmovilizar a los votantes de izquierda, pueden ganar. No es una campaña ganadora en la que se confía en el propio programa y su fuerza atractiva. No confían en ganar convenciendo, sino en ganar embarrando el terreno de juego para que la ciudadanía se ausente.
Esta fue la estrategia del Gobierno de Adolfo Suárez en el referéndum del 28-F, para impedir el acceso a la autonomía por la vía del artículo 151 de la Constitución. La reacción del cuerpo electoral andaluz desbarató dicha estrategia.
En este 19-J se está ensayando la misma estrategia con la finalidad de ir erosionando lo conseguido en las décadas que siguieron al 28-F. La movilización del cuerpo electoral no es menos importante en este 19-J de lo que lo fue en el 28-F. No hay que dar credibilidad a las encuestas y hacer oídos sordos a todos los mensajes para que la gente se quede en su casa. Si las izquierdas vamos a las urnas, ganamos.
Tenemos que prepararnos para celebrar el 19-J como un éxito. No aceptemos que nos condenen a la resignación.
https://www.eldiario.es/contracorriente/izquierdas-ganar-andalucia_132_9075256.html
Antonio Avendaño, muy buen amigo y excelente analista, publicó el pasado domingo, 5 de julio, un artículo en El Plural Andalucía con el título “El 19-J en diez claves y un prólogo”, que comenzaba así: “estas son las primeras elecciones andaluzas en cuarenta años donde existe certeza de que la izquierda no gobernará”.
Como habrán visto por el título que he puesto a esta entrada del blog, que no por casualidad se llama “Contracorriente”, no estoy de acuerdo con esta tajante afirmación de Antonio Avendaño. Tal como yo veo el proceso electoral que finalizará el próximo domingo, la tesis de la inevitabilidad del triunfo de las derechas ha sido puesta en circulación con una cantidad de medios extraordinarios y de manera muy prolongada en el tiempo con la finalidad de desmovilizar a los electores de las diferentes izquierdas para que no acudan a las elecciones. No viene de estos meses finales, sino que es una tesis que se viene reiterando de manera asfixiante desde que empezó la legislatura en diciembre de 2018. “Andaluz de izquierdas: estas no son tus elecciones”. Este es el mensaje.
Y es el que se ha concretado con la elección de la fecha electoral. El jueves 16 es el día del Corpus, que es festivo en varias provincias andaluzas y supone un corte en la semana final de la campaña electoral. Es un día del que se hace uso como comienzo de puente por muchas familias, especialmente cuando el calor aprieta, como lo está haciendo este año. La elección del 19-J no ha sido una elección inocente. Es un obstáculo más para la movilización del electorado de izquierda.
Y también con el planteamiento de la campaña electoral, en la que el PP y el Gobierno de la Junta de Andalucía están jugando a que las elecciones pasen desapercibidas, con la finalidad de que no haya debate que pueda despertar la atención de los electores. Ya tuvimos ocasión de comprobarlo en el primer debate electoral en televisión. La actitud cuasi ausente del candidato del PP, Juanma Moreno, fue, para mí, lo más llamativo del debate. Parecía casi que estuviera evacuando un trámite penoso y no participando en un acto central de la liturgia democrática. Su único objetivo parecía ser dejar que pasara el tiempo sin involucrarse en discusión de ningún tipo. Ni con los otros partidos de la derecha ni con los de las izquierdas. Lo único que faltó es que mirara su reloj, como hizo el Presidente Bush padre en el debate con Bill Clinton en 1992.
No tengo la menor duda de que esa va a ser su actitud esta semana final y especialmente en el debate de este lunes. Es algo para lo que los partidos de las izquierdas tienen que estar preparados. Con educación, pero con firmeza, tienen que reprocharle al Presidente Moreno Bonilla la forma en que ha comprometido nada menos que al Rey Felipe VI en su campaña electoral. Sería el momento oportuno para que se formulara la pregunta de si la Casa Real ha sido consultada por la dirección del PP antes de hacer uso de su imagen. No se puede tolerar que el juego sucio se lleve hasta hacer uso de la figura del rey.
Todo ello es indicativo de la inseguridad de las derechas en general y del PP en particular. Saben que son minoría y que únicamente si consiguen desmovilizar a los votantes de izquierda, pueden ganar. No es una campaña ganadora en la que se confía en el propio programa y su fuerza atractiva. No confían en ganar convenciendo, sino en ganar embarrando el terreno de juego para que la ciudadanía se ausente.
Esta fue la estrategia del Gobierno de Adolfo Suárez en el referéndum del 28-F, para impedir el acceso a la autonomía por la vía del artículo 151 de la Constitución. La reacción del cuerpo electoral andaluz desbarató dicha estrategia.
En este 19-J se está ensayando la misma estrategia con la finalidad de ir erosionando lo conseguido en las décadas que siguieron al 28-F. La movilización del cuerpo electoral no es menos importante en este 19-J de lo que lo fue en el 28-F. No hay que dar credibilidad a las encuestas y hacer oídos sordos a todos los mensajes para que la gente se quede en su casa. Si las izquierdas vamos a las urnas, ganamos.
Tenemos que prepararnos para celebrar el 19-J como un éxito. No aceptemos que nos condenen a la resignación.
https://www.eldiario.es/contracorriente/izquierdas-ganar-andalucia_132_9075256.html
sábado, 21 de mayo de 2022
_- ¿Qué está pasando en Podemos?
_- ¿Cómo es posible que la dirección de Podemos no se haya dado cuenta de que había partido en Andalucía y que ella tenía que ser la que tomara la iniciativa de configurar la coalición de izquierda que saltara al terreno de juego?
— La Junta Electoral de Andalucía rechaza incluir a Podemos en la coalición andaluza de izquierdas
En buena lógica la coalición de las izquierdas que, por el motivo que sea, no se reconocen en el partido socialista, debería estar siendo liderada por Podemos. No solamente en Andalucía de cara a las elecciones del próximo 19 de junio, sino en el conjunto del Estado, ya que no se puede perder de vista que en mayo de 2023 habrá elecciones municipales en todos los municipios y elecciones autonómicas en 12 Comunidades Autónomas más las dos Ciudades Autónomas. Y que a finales de 2023 habrá elecciones generales en el supuesto de que no se celebren antes, cosa que, tal como está el patio, no es descartable.
Con el resultado de las elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid se abrió un nuevo ciclo electoral, ya que la dirección del PP en ese momento creyó que se le abría una oportunidad de reforzar su liderazgo y de frenar a Vox con la anticipación de las elecciones primero en Castilla y León e inmediatamente después en Andalucía. Aunque el resultado de las elecciones en Castilla y León no fue el que la dirección del PP esperaba, el adelanto electoral en Andalucía se ha producido en todo caso.
Nadie en el terreno de la izquierda no socialista puede llamarse a engaño. Todos las diferentes formaciones políticas en dicho terreno sabían que el calendario electoral era el que iba a ser y con unas fechas previsibles, mes arriba mes abajo. Para competir eficazmente, era obvio que había que iniciar la negociación de la forma en que se iba a concurrir en cada Comunidad Autónoma y en los municipios más importantes. Los programas y los candidatos que tendrían que explicárselos a los ciudadanos tenían que ser acordados. Y esto solo hay una forma de hacerlo: negociando entre las direcciones de todas las formaciones que estuvieran dispuestas a hacerlo.
Dada la primacía de Podemos, cabía esperar que fuera dicha formación política la que hubiera tomado la iniciativa y hubiera convocado a las demás para empezar a discutir el qué y el cómo de lo que se iba a producir inexorablemente. Podemos ha sido la gran novedad en la izquierda del sistema de partidos español. Hasta su aparición, PSOE e IU habían ocupado el espacio casi por completo. La llegada de Podemos revolucionó dicho espacio. Lo hizo con una eficacia extraordinaria. Yo milité en el PCE y fui candidato en las elecciones de 1977 y 1979 y recuerdo la imposibilidad en que nos encontramos de llegar más allá de los 23 escaños. Por eso valoré y sigo valorando la hazaña que supuso la irrupción de Podemos de la forma tan extraordinaria en que lo hizo.
Lo que no acabo de entender es por qué habiendo hecho lo más difícil, romper el corsé que entre la Ley para la Reforma Política de 1976 y el Real Decreto-ley de normas electorales de marzo de 1977 impuso al ejercicio del derecho de sufragio, que supuso décadas de bipartidismo, esté renunciando a ocupar la posición que había conseguido y a dirigir la única coalición que puede consolidar dicha posición.
En Castilla y León la situación para las izquierdas era muy difícil, pero en Andalucía no lo era. Con la aprobación de la reforma laboral y con la visibilidad de los efectos de la misma, que conlleva un cierre de filas de los sindicatos en torno a las candidaturas de izquierda, socialistas y no socialistas, se había abierto una posibilidad de competir con la derecha en un partido de resultado abierto.
¿Cómo es posible que la dirección de Podemos no se haya dado cuenta de que había partido en Andalucía y que ella tenía que ser la que tomara la iniciativa de configurar la coalición de izquierda que saltara al terreno de juego? Para mí no es que me haya parecido incomprensible que se haya firmado por Podemos fuera de plazo la formalización de la coalición ante la Junta Electoral, sino que no haya sido el primer firmante al que hubieran seguido todos los demás.
Me temo que para las elecciones andaluzas ya no hay solución. Podemos no va a poder formar parte, jurídicamente, de la coalición electoral de las izquierdas, aunque en las listas puedan figurar dirigentes de Podemos sin aparecer identificados como tales. En el terreno electoral, el componente jurídico del proceso político es muy importante y, en consecuencia, el error tiene un coste alto para ellos.
De los errores se aprende o, mejor dicho, se debe aprender. Y esto es lo que tendría que hacer Podemos. Además de participar en la campaña electoral como si formalmente figurara en la coalición electoral, debería poner en marcha el proceso de preparación de todos los procesos electorales del 2023. Le va en ello su propia supervivencia.
https://www.eldiario.es/contracorriente/pasando_132_8978850.html
— La Junta Electoral de Andalucía rechaza incluir a Podemos en la coalición andaluza de izquierdas
En buena lógica la coalición de las izquierdas que, por el motivo que sea, no se reconocen en el partido socialista, debería estar siendo liderada por Podemos. No solamente en Andalucía de cara a las elecciones del próximo 19 de junio, sino en el conjunto del Estado, ya que no se puede perder de vista que en mayo de 2023 habrá elecciones municipales en todos los municipios y elecciones autonómicas en 12 Comunidades Autónomas más las dos Ciudades Autónomas. Y que a finales de 2023 habrá elecciones generales en el supuesto de que no se celebren antes, cosa que, tal como está el patio, no es descartable.
Con el resultado de las elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid se abrió un nuevo ciclo electoral, ya que la dirección del PP en ese momento creyó que se le abría una oportunidad de reforzar su liderazgo y de frenar a Vox con la anticipación de las elecciones primero en Castilla y León e inmediatamente después en Andalucía. Aunque el resultado de las elecciones en Castilla y León no fue el que la dirección del PP esperaba, el adelanto electoral en Andalucía se ha producido en todo caso.
Nadie en el terreno de la izquierda no socialista puede llamarse a engaño. Todos las diferentes formaciones políticas en dicho terreno sabían que el calendario electoral era el que iba a ser y con unas fechas previsibles, mes arriba mes abajo. Para competir eficazmente, era obvio que había que iniciar la negociación de la forma en que se iba a concurrir en cada Comunidad Autónoma y en los municipios más importantes. Los programas y los candidatos que tendrían que explicárselos a los ciudadanos tenían que ser acordados. Y esto solo hay una forma de hacerlo: negociando entre las direcciones de todas las formaciones que estuvieran dispuestas a hacerlo.
Dada la primacía de Podemos, cabía esperar que fuera dicha formación política la que hubiera tomado la iniciativa y hubiera convocado a las demás para empezar a discutir el qué y el cómo de lo que se iba a producir inexorablemente. Podemos ha sido la gran novedad en la izquierda del sistema de partidos español. Hasta su aparición, PSOE e IU habían ocupado el espacio casi por completo. La llegada de Podemos revolucionó dicho espacio. Lo hizo con una eficacia extraordinaria. Yo milité en el PCE y fui candidato en las elecciones de 1977 y 1979 y recuerdo la imposibilidad en que nos encontramos de llegar más allá de los 23 escaños. Por eso valoré y sigo valorando la hazaña que supuso la irrupción de Podemos de la forma tan extraordinaria en que lo hizo.
Lo que no acabo de entender es por qué habiendo hecho lo más difícil, romper el corsé que entre la Ley para la Reforma Política de 1976 y el Real Decreto-ley de normas electorales de marzo de 1977 impuso al ejercicio del derecho de sufragio, que supuso décadas de bipartidismo, esté renunciando a ocupar la posición que había conseguido y a dirigir la única coalición que puede consolidar dicha posición.
En Castilla y León la situación para las izquierdas era muy difícil, pero en Andalucía no lo era. Con la aprobación de la reforma laboral y con la visibilidad de los efectos de la misma, que conlleva un cierre de filas de los sindicatos en torno a las candidaturas de izquierda, socialistas y no socialistas, se había abierto una posibilidad de competir con la derecha en un partido de resultado abierto.
¿Cómo es posible que la dirección de Podemos no se haya dado cuenta de que había partido en Andalucía y que ella tenía que ser la que tomara la iniciativa de configurar la coalición de izquierda que saltara al terreno de juego? Para mí no es que me haya parecido incomprensible que se haya firmado por Podemos fuera de plazo la formalización de la coalición ante la Junta Electoral, sino que no haya sido el primer firmante al que hubieran seguido todos los demás.
Me temo que para las elecciones andaluzas ya no hay solución. Podemos no va a poder formar parte, jurídicamente, de la coalición electoral de las izquierdas, aunque en las listas puedan figurar dirigentes de Podemos sin aparecer identificados como tales. En el terreno electoral, el componente jurídico del proceso político es muy importante y, en consecuencia, el error tiene un coste alto para ellos.
De los errores se aprende o, mejor dicho, se debe aprender. Y esto es lo que tendría que hacer Podemos. Además de participar en la campaña electoral como si formalmente figurara en la coalición electoral, debería poner en marcha el proceso de preparación de todos los procesos electorales del 2023. Le va en ello su propia supervivencia.
https://www.eldiario.es/contracorriente/pasando_132_8978850.html
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