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miércoles, 31 de mayo de 2017

Lo que han demostrado las primarias del PSOE y lo que no

En España cuesta demostrar las trampas más evidentes, ocultas o mareadas bajo muchas trampas más, pero alguna vez se hace la luz. La reelección de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE ha revelado, en primer lugar, la escandalosa maniobra que culminó en el ominoso Comité Federal del 1 de octubre que le obligó a dimitir. Por mucho que hayan insistido en su normalidad, la mitad de la militancia no les creyó. Ni lo tragó. Y mucho menos que fuera inevitable abstenerse para dar el gobierno a Rajoy como también se han cansado de repetir. Para su mala fortuna, la corrupción, las maniobras judiciales, hacían y hacen más flagrante ese apoyo.

Hablamos de todos aquellos que han quedado con sus desvergüenzas al aire en una operación tan chapucera como solo sabe hacerse en España cuando se ponen a ello. Se trataba de entronizar en el mando a Susana Díaz y echar de la faz de la tierra –de ser posible– a Pedro Sánchez. Por distintas motivaciones. Agravios personales en algún caso y, fundamentalmente, para que nada cambiara en el sistema, a mayor gloria de sus promotores.

Los análisis más equilibrados coinciden en que el fallo principal fue la candidata. Cuesta entender dónde le veían las grandes aptitudes que describían los medios a su favor –casi todos–. Carisma, fuerza, liderazgo, capacidad de unión y una gran destreza en coser los rotos provocados. El día de la votación aún aseguraba El País que del Comité “había salido un secretario general muerto políticamente y una aspirante al puesto más viva que nunca”. Juicio clínico, como tantos otros.

Tan segura de su triunfo estaba Susana Díaz que ni preparó su campaña, ni algunas ideas con peso a transmitir. Ya no faltó más que su propuesta de futuro, en particular la de “cultura”. La teoría de las clases medias asiáticas y las playas que tienen su versión en España, para dar playa e impulsar clases medias locales, nos llenó de estupefacción. Venía precedida de un discurso clasista, reaccionario e insultante sobre el fenómeno indignado. La playa aparecía otra vez. Acusaba a los descontentos de querer una segunda residencia frente al mar, y, lo que es todavía peor, de pretender llevar a sus hijos a la Universidad. Levantó ampollas.

Y allí estaban suscribiendo esa candidatura expresidentes, barones de toda España en abrumadora mayoría, lo más granado del PSOE. Y, apoyando por la banda mediática, los principales medios con El País en cabeza. Con un cúmulo de insultos a Pedro Sánchez y todos los parabienes para Díaz. Todos han fracasado. Es una aplastante realidad.

La presión para que saliera la presidenta andaluza queda reflejada en que la avalaron con su nombre y firma personas que luego no la votaron. Perdió en todas las comunidades salvo la suya y el País Vasco.

Ante nuestros ojos desfilan –y es solo el principio– las miserias de la condición humana. Ya se ven los hipócritas habituales que no tienen ni el mínimo pudor para cambiar a la chaqueta del acercamiento, tras las puñaladas traperas. Lo que domina sin embargo es una mezcla de ira y desprecio, con un punto de temor. Dirigentes del PP dicen que no hay nada que cambiar en el rumbo de su España. Albert Rivera e Inés Arrimadas resucitan sus peores fantasmas no vaya a ser que a Sánchez le dé por ir a la izquierda como dice. Como le pide la militancia.

La militancia. Qué obscenidad. Podemos, Unidos Podemos, Pablo Manuel, ya tenemos de nuevo todo el repertorio completo. A unos niveles de patetismo insuperables. El conductor de los Desayunos de TVE, con expresión de no haber pegado ojo, conmina a un miembro del equipo de Sánchez a que, prácticamente, se comprometa a que no pactarán con Podemos. “Con Podemos, no”, ordena con tono severo. Muestran todos ellos una desolación que entra en la categoría feliz de la justicia poética.

La basura plena llega a bautizar a Irene Montero como Yoko Ono y a hacerla responsable de un peligroso pacto de izquierdas. “No sería bueno”, había sentenciado Albert Rivera, no aclaró para quiénes, aunque es evidente.

Lejos de reconocer su derrota, la derrota de toda su estrategia, El País siguió con sus artículos y editoriales incendiarios. Como decía Javier Gallego, Crudo, la elección de Sánchez ha demostrado la pérdida de influencia del que fuera el periódico de referencia español. Sus editoriales ya no son relevantes. A lo sumo para la camarilla que lo gestó todo y una corte de dinosaurios nostálgicos de un pasado que no volverá. Los pasados no vuelven por definición.

Consecuencia lógica en una audiencia crítica como ha tenido El País. Sus contenidos entran en terrenos preocupantes. Son ya demasiadas las veces que pone en cuestión el hecho de votar, y el lunes –en el amargo despertar en el triunfo del candidato detestado–, llegó a hablar de crisis de la democracia representativa. Puesto que Pedro Sánchez es, dice, igual que Trump y Podemos, y Podemos es lo mismo que la Falange por boca de su columnista Javier Marías, intranquiliza deducir el sistema que se está propugnando desde esas páginas. Las élites son las que saben. Sobre todo lo que conviene a las élites. Con Sánchez ven amenazada, dicen todos sus miembros, la estabilidad. La estabilidad de la corrupción y la desigualdad en la práctica.

Habrá que echarle otro ojo a Pedro Sánchez. La versión actual lo trae con un coraje y una tenacidad que aportan muchos puntos a su favor. Pero no está claro si ha cambiado realmente de intenciones, no se sabe qué va a hacer, como planteaba en preguntas concretas y decisivas Olga Rodríguez.

Quienes le siguieron en el NO es NO fueron apartados por la Gestora y hasta multados. El aparato copó los principales cargos, puede hacerle difícil la gestión. Y algunas primeras declaraciones tienen un cierto olor a déjà vu, a ya visto. Dos puntales del nuevo equipo, Adriana Lastra y Margarita Robles dicen en declaraciones a medios, que el NO es NO va también para la moción de censura de Unidos Podemos. Con un argumento de peso, sólido y racional como pocos: porque no apoyó a Sánchez (y su alianza con Ciudadanos) a la presidencia del Gobierno. El propio Sánchez resucitó esta versión en campaña. Igual volvemos al bucle, a dar vueltas en el tiovivo, aunque esto no está confirmado.

Al final, los ciudadanos responsables han demostrado que ya no son tan fáciles de engañar. Hay más medios que los tradicionales. E informan. De su paciencia sabemos: es mucha pero no infinita. A ver si por fin los tiempos cambian y la marea empapa y cruje los inamovibles muros. Lo decía Bob Dylan hace una eternidad. Aquí y hoy, al lado, en Portugal está siendo posible. También está demostrado. 

http://www.eldiario.es/zonacritica/demostrado-primarias-PSOE_6_646795346.html

miércoles, 12 de octubre de 2016

Javier Fernández, el equilibrista. El presidente de la gestora tiene más comprensión en Rajoy de las que encuentra en su propio partido

Hay que reconocer a  Javier Fernández, el mérito de haber neutralizado el incendio del PSOE, no hasta el extremo de domeñarlo, pero sí con suficiente habilidad para ir inculcando como natural el discurso de la abstención, dotándola de un adjetivo, "técnica", que la convierte en eufemismo, y subordinando el evidente compromiso de la investidura al énfasis con que se descarta cualquier compromiso de legislatura.

Es una manera de apuntalar el "no" a Rajoy, pero en un plano que trasciende el bloqueo, que evita las elecciones y que pretende sosegar la rebeldía en que puedan incurrir los socialistas reacios a semejante cambio de rumbo. Resulta ahora impensable que Sánchez proclamé la abstención desde su escaño. La cuestión consiste en adivinar cuántos camaradas van a secundarlo. Y cuánto es o no verosímil una escisión a la disciplina entre los socialistas vascos y catalanes, especialmente si deciden exponer la revisión de la cuestión mariana al criterio de sus militantes de base.

Javier Fernández, por tanto, tiene que trabajarse con pedagogía y paciencia el tabú de la disciplina de voto. Y tiene que trabajarse menos, curiosamente, el proyecto de la abstención sin condiciones. Rajoy ha anunciado que no va a ponérselas. No ya asumiendo con sensatez la responsabilidad que se le presupone a un estadista en una situación de emergencia, sino distanciándose del fervor de los cortesanos.

Quiere decirse que Mariano Rajoy es mucho menos marianista que los marianistas. Y que éstos últimos, alentados por las bravuconadas verbales de Fernández Díaz y de Rafael Hernando, habían promovido una estrategia de presión al PSOE en su propia agonía cuyo desenlace aspiraba a forzar las terceras elecciones y proporcionarle a Rajoy un botín de 150 diputados en la ambición de una legislatura estable.

El presidente del Gobierno en funciones ha disipado las dudas. Puede que haya dos almas en el PP respecto a la manera de velar el cadáver socialista —¿investidura inmediata o elecciones en diciembre?—, pero la propia dialéctica se expone al papel cesarista que ejerce Rajoy. El alma es la suya. Y es la única que tiene valor, entre otras razones porque el líder popular había insistido sólo hace unas semanas en el disparate y la aberración que implicaríam convocar unos nuevos comicios legislativos.

Javier Fernández tiene más comprensión en Rajoy de cuantas encuentra en su propio partido. El cráter del sábado es demasiado profundo y demasiado reciente. Por eso el PSOE necesita más una gestoría que una gestora, un espacio de tranquilidad administrativa. Y por idénticas razones, el presidente asturiano se ha puesto los manguitos, asumiendo la interinidad del cago, pero consciente de que esta transición es más importante que cualquier legislatura.

Más información
http://politica.elpais.com/politica/2016/10/07/actualidad/1475822753_025336.html


La gestora comunica a Rajoy que el PSOE no le garantiza la estabilidad
http://politica.elpais.com/politica/2016/10/06/actualidad/1475779799_117053.html

“Si los socialistas no nos respetamos, ¿quién coño va a venir a respetarnos?”
http://politica.elpais.com/politica/2016/07/15/actualidad/1468598485_168643.html

El PSOE revisará su ‘no’ a Rajoy si roza la mayoría absoluta con otros grupos
http://politica.elpais.com/politica/2016/07/09/actualidad/1468093084_865502.html

SUSANA DÍAZ: "NO PERMITIRÉ ENTREGAR MI PARTIDO A PRECIO DE SALDO"

RAÚL LIMÓN, SEVILLA
La situación del PSOE y del Gobierno de España ha vuelto al Parlamento andaluz, donde la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se ha sometido a una sesión de control marcada por la situación de su partido y las posibilidades de favorecer una formación de Gobierno. “Tengo clarísimo que nunca voy a permitir entregar a precio de saldo mi organización a ninguna otra organización y que se lleve por delante la historia de un partido centenario como el que milito", ha respondido al portavoz de IU, Antonio Maíllo. Tanto este como el presidente del PP, Juan Manuel Moreno, afirmaron que desean que el PSOE encuentre una salida a su crisis.
Díaz, ante las dudas de la oposición sobre su dedicación a Andalucía ante la crisis del PSOE, ha recuperado la afirmación de que la comunidad tiene que ir bien para que España también lo haga y ha recordado las críticas que recibió el expresidente norteamericano Ronald Reagan, de quien la oposición decía que era incapaz de andar y mascar chicle al mismo tiempo. "Yo soy capaz de defender a Andalucía y al mismo tiempo defender los intereses del país al que quiero y al que amo", ha afirmado.
Moreno, quien ha afirmado que el PSOE es necesario –“España lo necesita”, ha afirmado-, ha recurrido a esa misma expresión para criticar a Díaz. “Tiene demasiados chicles pegados a la suela de su zapato”, le ha reprochado para reclamarle “la máxima atención para Andalucía.
Díaz ha replicado acusando al presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, de ser el “responsable principal del bloqueo que vive este país”. “Quiere una salida razonable sin mover una pestaña. Es el colmo de la flojera”, ha afirmado.