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lunes, 26 de julio de 2021

_- Los secretos de los centenarios.

_- Un estudio del Hospital Universitario de Ámsterdam sigue la evolución de 332 mayores de 100 años que conservan su capacidad cognitiva para contribuir a la lucha contra el alzhéimer.

Suena el timbre, y abre la puerta la dueña de la casa, Susan Hosang-Van Riemsdijk. Reside en la ciudad de Hilversum, en el centro de Países Bajos, en un inmueble de planta baja e independiente. Es un sábado de julio, corre una ligera brisa, y ella misma ha plantado las flores que adornan la entrada. Nada parece excepcional, a no ser por la edad de la anfitriona: 102 años. En perfecta forma, vive sola, nada, va en bicicleta y conduce su auto en distancias cortas, juega al bridge, sigue una dieta equilibrada y tiene una estrecha relación con sus dos hijas, seis nietos y 14 biznietos. Los centenarios son un grupo de población único para analizar los fundamentos genéticos de la longevidad, así como los factores de riesgo que determinan los desórdenes degenerativos y Susan es una de los 332 holandeses de dicha generación que participan en un estudio sobre la relación entre la salud y la capacidad cognitiva en la vejez. Dirigido por la bioquímica Henne Holstege desde el Hospital Universitario de Ámsterdam, los científicos han observado que el genoma de esta liga de centenarios está enriquecido con elementos genéticos protectores. A pesar de que con la edad han acumulado en su cerebro proteínas relacionadas con el alzhéimer, ellos parecen resistir los efectos de estos factores de riesgo, y esta investigación puede contribuir a la mejora de los tratamientos para pacientes con demencia.

Según explica Holstege, que investiga desde 2013 a los centenarios, si llegas a esa edad “la posibilidad de desarrollar demencia es mayor que la de morir, de modo que, una vez cumplido un siglo, no debería quedar nadie sano desde el punto de vista cognitivo”. Añade que hay personas que conservan la salud cognitiva pasados incluso los 110 años —los llamados supercentenarios— y le interesa saber “cómo es científicamente posible cumplir un siglo con una buena capacidad cognitiva, cuáles son los mecanismos moleculares que mantienen la salud mental a largo plazo, y qué papel juega la herencia”, asevera en conversación telefónica. Para lograrlo, su equipo visita anualmente desde 2013 a los integrantes del grupo de estudio, con un promedio de edad de 100 años y medio, para medir su atención, percepción, comprensión o memoria. También piden muestras de heces, estas últimas para analizar la microbiota. Un 75% son mujeres y más de la mitad viven independientes en residencias. Los expertos han secuenciado asimismo su genoma, y lo comparan con el ADN de otras personas aquejadas de demencia en colaboración con el Centro para el Alzhéimer, de Ámsterdam. Aspiran con ello a trazar las variantes genéticas protectoras enriquecidas en los centenarios sanos, y que los distinguen del resto de la población.

El genoma es una de las herramientas para entender qué va mal en un cerebro con demencia “porque entre un 60% y un 80% de la posibilidad de tenerla, o bien de sufrir alzhéimer, que es la forma prevalente, viene definido por factores genéticos 

Holstege indica que el genoma es una de las herramientas para entender qué va mal en un cerebro con demencia “porque entre un 60% y un 80% de la posibilidad de tenerla, o bien de sufrir alzhéimer, que es la forma prevalente, viene definido por factores genéticos”. Y añade: “Vemos que los centenarios han mantenido la eficacia de la respuesta inmunitaria —en el grupo de estudio algunos han superado un cáncer o el coronavirus— y se trata de saber cómo han resistido el declive de las defensas contra las enfermedades para proteger así a los que están en riesgo de deterioro mental”. Un 30% del grupo de estudio consiente en donar su cerebro a la ciencia llegado el momento.

La larga vida de una holandesa, Hendrikje van Andel-Schipper, que falleció en 2005 a los 115 años con plena lucidez, fue lo que llevó a la bioquímica a interesarse por estos mayores. Países Bajos no figura en la lista de las denominadas Zonas Azules del mundo donde hay gente que supera el promedio de edad de su entorno —están Japón, Grecia, Costa Rica, California e Italia— pero cuenta con una cifra llamativa de centenarios en buena forma. En 2020, había 2.006 mujeres y 392 hombres, de cien o más años, en una población de 17 millones de habitantes, según la Oficina Central de Estadística. Para el año 2029, la misma fuente espera que haya unos 3.400 centenarios “debido a un pequeño baby boom. 

Susan Hosang-Van Riemsdijk nació en 1919 y sus hijas tienen 74 y 70 años. En las fotos que adornan su sala de estar ambas parecen mucho más jóvenes. Su esposo, sin embargo, que era ingeniero electrónico, falleció a los 67 años. “Muy joven, una pena; era fumador”, dice, para relatar luego un capítulo de su juventud que resume la fortaleza física de ella y las penurias de la ocupación nazi del país durante toda la II Guerra Mundial. Con su marido escondido “en el hueco que quedaba entre el comedor y la cocina para que no le llevaran a hacer trabajos forzados a Alemania”, Susan iba a buscar comida en una bicicleta con ruedas reforzadas con madera y neumático de coche. “Pesaba mucho, pero recorría 145 kilómetros de ida, y otros tantos de vuelta, en busca de alimentos en una granja situada al este del país. Había más gente que hacía lo mismo, y los granjeros no querían dinero o joyas. Solo pedían ropa, y la primera vez volví vestida con un pijama que era lo único que me quedaba”, recuerda. Al principio de su matrimonio no trabajó, “así eran las cosas”, pero entre sus 50 y 80 años se dedicó a la pedicura, la estética y los masajes japoneses shiatsu, para lo que obtuvo los correspondientes diplomas.

Otro de los que participa en la investigación es Frits Brockhus, también de 102 años, que vive en la ciudad de Zandvoort, al oeste del país, famosa por su circuito de fórmula 1. Fue investigador policial durante tres décadas. Ágil y jovial, su jardín se llena de gorriones durante la charla. “Suelo desayunar fuera y se posan en mis rodillas esperando alguna migaja”, asegura. Se cuida la vista y el oído, le gustan la carne y el arenque y toma algo de vino, apenas ha fumado, lee en inglés al escritor británico John Le Carré y escucha música clásica. Y ha hecho mucho ejercicio. “He practicado fútbol y bádminton, senderismo y natación, y he usado a fondo la bici”, explica, para mostrar luego el triciclo de última generación con el que visita a su hija, de 64 años, yerno y dos nietas, a los que está muy unido. Sus retratos decoran el salón y los muestra encantado. Son 14 kilómetros entre ida y vuelta a casa de la hija, y hace dos años podía hacer hasta 80 kilómetros. Aunque también se ha caído: una vez en una partida de bádminton, con 80 años, y se rompió el fémur. A los 92 años, un perro lo tiró de la bici y pasó dos meses en reposo con una fractura de pelvis.

La madre de Susan llegó a los 95 años. Frits es el séptimo de 10 hermanos, y dos de sus hermanas cumplieron 102 años, una tercera 103 y otra 98. Los dos hermanos que le quedan tienen 98 y 95 años. Otro más falleció a los 52 años, “de fumar”, señala. Él califica su matrimonio de muy feliz, y se emociona al recordar que perdieron una hija a los 17 años, por un tumor cerebral, y a otros dos bebés. Su memoria es la del siglo XX, y la II Guerra Mundial le sorprendió con 21 años, cuando ya trabajaba en la policía local holandesa. “Fue una época muy difícil porque nunca sabías si la Gestapo iba a aparecer. Luego estaban los bombardeos, o cuando algún avión era derribado y nadie salía vivo. Espantoso”, recuerda. Sin conocerse, ambos centenarios coinciden en que “el ejercicio físico te ayuda a envejecer en mejores condiciones”. Según Henne Holstege, “cuanto mejor están cognitivamente, más años viven y vemos que sus hijos se benefician del factor hereditario”, y se ha propuesto aprender de ellos.

https://elpais.com/ciencia/2021-07-24/los-secretos-de-los-centenarios.html

sábado, 14 de septiembre de 2019

_- ¿Qué pasa si hereda una vivienda con hipoteca? Antes de decidir si acepta o renuncia al legado, tendrá que sacar la calculadora y tener en cuenta muchos factores, entre ellos, la existencia de una interesante alternativa: el beneficio de inventario.

_- El año pasado, los españoles renunciaron a una de cada 10 herencias que recibieron de sus difuntos. Si en 2017 las renuncias fueron unas 42.600, en 2018 no se aceptaron 46.679 legados, un 8,6% más. Según el Consejo General del Notariado, esta cifra se ha multiplicado por cuatro desde 2007. Aunque no existen datos sobre las razones que llevan a rechazar una herencia, entre los expertos hay consenso en decir la causa de una parte importante de los desistimientos se encuentra en la deuda que presentan las viviendas que forman parte de los legados.

¿Qué es mejor hacer cuando se hereda una vivienda que está gravada por un préstamo hipotecario?

“Es muy frecuente que, tras el fallecimiento de un familiar o allegado, automáticamente vayan los herederos al notario y acepten la herencia, sin reparar en que el fallecido podía tener deudas y desconociendo la responsabilidad que asumen con ello, ya que podrían responder con su patrimonio personal de las cargas y obligaciones que tuviese el fallecido”, dice Natalia López, abogada del bufete Maher. Por ello, esta letrada destaca que, antes de decantarse por una aceptación o una renuncia, es fundamental hacer un inventario de los bienes que tenía el difunto y, sobre todo, de sus deudas.

Número uno: infórmese
El primer paso, en palabras de Antonio Ripoll, notario en Alicante, es acudir a la notaría de referencia, en la que se podrá tramitar el certificado de últimas voluntades, tras haber presentado el certificado de defunción. “Con ambos documentos se obtiene la copia autorizada del testamento, si existe”, explica Ripoll. De lo contrario, el notario tramitará una declaración de herederos abintestato, un documento imprescindible cuando la persona que ha fallecido no ha dejado testamento.

Una vez establecido con exactitud quiénes son los herederos, estos podrán “investigar el patrimonio y la solvencia que tenía el difunto, recopilar los títulos de propiedad, la información del registro de la propiedad y los extractos bancarios”, añade este notario. Es muy probable que los herederos sean personas próximas al fallecido, por lo que suelen tener indicios sobre su situación patrimonial, cuál era su banco o las propiedades que tenía. “Sin embargo, en otros casos será necesario hacer una labor de investigación”, admite Ripoll.

Habrá que calibrar todo ello, sin que de la cuenta se escapen los impuestos. “En muchas comunidades autónomas –por suerte, cada vez menos–, aceptar una herencia supone pagar tributos que pueden ser astronómicos”, destaca el experto en finanzas del comparador bancario iAhorro, Ricardo Gulias. Se trata del impuesto de sucesiones, que varía entre el 7,65% y el 35% (“aunque en muchas regiones está bonificado al 100%”, insiste Gulias) y el impuesto de plusvalía municipal.

Situaciones complejas
Ya que las herencias no se pueden aceptar solo en parte, una vez liquidado el impuesto de sucesiones en el plazo de seis meses desde el fallecimiento, según Ripoll es necesario calcular si el activo, es decir, el conjunto de los bienes y derechos del difunto, supera al pasivo, que son las obligaciones a las que debía hacer frente.

De esta manera, “puede ser que la hipoteca esté prácticamente pagada y represente una parte insignificante en el conjunto de los bienes hereditarios”, sugiere Ripoll, para quien, en este caso, lo lógico sería aceptar la herencia y que los herederos hagan frente al pago del préstamo. Pero, cuidado. Todos ellos responderán indistintamente del total del importe de la deuda, independientemente de los acuerdos que hayan pactado entre ellos. “El que pague por los demás podrá reclamar contra sus coherederos, si se da tal circunstancia”, añade.

“En ocasiones, el único activo de la herencia es el bien hipotecado”, detalla Ripoll. “En tal caso, lo conveniente es calcular cuánto quedaría después de venderlo, ya que, a veces, todo lo obtenido se debería destinar al pago de las deudas hereditarias, como consecuencia de la depreciación”, explica. “Si fuera así, sería un grave riesgo aceptar la herencia”, advierte “pues, puede que solo traiga quebraderos de cabeza”.

Si, además del difunto, existen codeudores (a menudo, el cónyuge) o fiadores (por ejemplo, los padres), que posiblemente figuren entre los herederos, las cosas se complican. El problema, en estos casos, no es tanto aceptar o no la herencia, sino “los enredos que se generan como consecuencia de la posición contractualmente asumida en el momento de la contratación del préstamo”, señala Ripoll.

El seguro de vida
Sea como fuere, una vez averiguados los bienes y deudas que se heredarían, y antes de tomar cualquier decisión, López del despacho de abogados Maher aconseja comprobar si existe un seguro de vida vinculado a la hipoteca y las condiciones financieras que tenía firmadas el fallecido. “La mayoría de las hipotecas que se conciertan en nuestro país tienen asociado un seguro de vida a nombre de los deudores hipotecarios, de tal manera que al fallecimiento de uno de ellos o de los dos, se cancela la hipoteca”, apunta López.

No obstante, al no ser obligatorio, el seguro podría no existir, por lo que los herederos que acepten la herencia tendrán que asumir la hipoteca en las mismas condiciones que suscribió el difunto y abonar el pago mensual de las cuotas por la vivienda que recibirán. “El banco sólo sustituirá al titular de la hipoteca los herederos, por la proporción que cada uno ha heredado”, detalla.

Basta con comunicar al banco el fallecimiento y este abriría un expediente al que habría que acompañar la escritura de aceptación de la herencia realizada por los herederos e inscrita en el Registro de la propiedad en el que se encuentre el bien hipotecado. “El cambio de titularidad no suele conllevar gastos ni tasas en la entidad bancaria”, asevera López, “pero si los herederos quieren hacer algún tipo de modificación en las condiciones financieras del préstamo, deberán solicitar al banco una novación de la hipoteca y pagar las comisiones que imponga la entidad, más los gastos notariales y registrales”.

¿Cómo renunciar?
Renuncia a una herencia, en opinión de Ripoll, es un procedimiento muy sencillo. Basta con una declaración formal realizada ante el notario. “En ocasiones, sin embargo, debe tenerse en cuenta quiénes serán los llamados tras el renunciante, porque puede que algún allegado, como nuestros hijos, a los que queremos proteger, se coloquen en nuestro lugar y deban reiterar declaraciones de renuncia”. Por ello, aconseja renunciar de forma asesorada y con conocimiento de los efectos, también para evitar realizar, antes de la decisión, actos de gestión patrimonial que puedan implicar aceptación tácita de herencia.

La tercera vía: el beneficio de inventario
En el sistema hereditario español existen dos formas de aceptar una herencia: la aceptación pura y simple, o a beneficio de inventario. “La primera de ellas, supone que aceptamos la herencia en su totalidad, con sus derechos y obligaciones; el patrimonio heredado se fusiona con el propio y se responde de las deudas de la herencia con los bienes heredados y con los propios”, dilucida López.

Por el contrario, a través de una aceptación a beneficio de inventario, el heredero separa por completo el patrimonio propio y el heredado. O, dicho de otra manera, “la aceptación de la herencia a beneficio de inventario excluye la obligación del heredero que acepta una herencia de responder con su patrimonio de las deudas que se heredan”, aclara. Solo tendrá la obligación de pagar las deudas de la herencia con los bienes de la herencia, heredando el sobrante –si lo hay– libre de cargas.

Pero, ojo con el plazo, que es perentorio: “el heredero solo dispone de 30 días desde que supiera su condición”, afirma López, por lo que “el heredero que pretenda valorar si acepta o no una herencia a beneficio de inventario, tiene que acudir lo antes posible a un abogado o a un notario, ya que, pasado este plazo, ya no podrá beneficiarse de esta opción”.

https://elpais.com/economia/2019/08/23/mis_finanzas/1566561140_960680.html

jueves, 13 de septiembre de 2018

Qué influye más en lo que somos, ¿la genética o la crianza? El conocido dilema, herencia-medio o genética-educación.



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El día que mis dos gemelos idénticos nacieron mediante una cesárea de emergencia, noté una diferencia en su comportamiento. El gemelo A, que se había visto presionado durante varias horas contra una pelvis inflexible, pasó la mayor parte de su primer día alerta y mirando a su alrededor, mientras que el gemelo B, quien se había librado de ese estrés prenatal, dormía plácidamente como un típico recién nacido.

Mi marido y yo hicimos lo mejor que pudimos para tratarlos igual, pero era un desafío sostener al gemelo A —lo llamábamos nuestro “bebé langosta”—, en tanto que el gemelo B se dejaba cargar fácilmente. A medida que los niños se desarrollaron, vimos otras diferencias. El gemelo B practicaba todas las metas ambulatorias —gatear, caminar, andar en bicicleta, patinar, etcétera—, mientras que su gemelo observaba y luego copiaba la habilidad una vez que el hermano la tenía dominada.

Aunque compartían todos los genes y crecieron con los mismos padres amorosos, estaba claro que había diferencias en esos niños que se habían visto influidas por otros factores de su entorno, tanto anteriores como posteriores a su nacimiento.

Desde hace siglos, filósofos y psicólogos han debatido sobre la importancia relativa de la naturaleza y la educación en el desarrollo de los niños; es un debate que ha tenido considerables efectos en las políticas públicas, algunos de ellos negativos.

Por ejemplo, el programa “Head Start” del Departamento estadounidense de Salud y Servicios Humanos fue diseñado para darles a los niños de entornos socioeconómicos desfavorecidos una ventaja académica. Sin embargo, quizá habría sido más eficiente enseñarles a sus cuidadores y tutores habilidades para ser padres y para criarlos, además de mostrarles cómo enriquecer el entorno del niño y resistirse a las malas influencias.

Los niños aprenden de lo que ven a su alrededor. Si lo que experimentan principalmente es violencia, abuso, asentismo escolar y ninguna expectativa de éxito, sus posibilidades de un futuro sano se ven comprometidas desde el comienzo. Como dijo Erik Engquist, colega periodista y quien fue el gemelo A: “Los genes definen tu potencial, pero es principalmente tu entorno lo que determina quién serás. Los pocos que escapan a las influencias negativas son un caso aparte”.

Si el potencial genético está ahí, el hecho de que un niño tenga en su vida al menos a un adulto amoroso que lo apoye puede marcar una gran diferencia en su desarrollo.

Estudios que han durado décadas sobre hermanos gemelos y mellizos —y en algunos casos trillizos— que fueron separados a una edad temprana y después criados en entornos sorprendentemente distintos dan cuenta de la importante interacción de la naturaleza y la crianza, y ayudan a explicar sus contribuciones relativas al desarrollo de los niños.

“Una dicotomía estricta entre los genes y el entorno ya no es pertinente; funcionan en sintonía”, dijo Nancy Segal, psicóloga de la Universidad Estatal de California, en Fullerton; Segal es melliza y ha dedicado su carrera al estudio de los gemelos, como un análisis famoso de familias de gemelos de Minnesota. Es autora de Born Together — Reared Apart: The Landmark Minnesota Twins Study (Nacidos juntos, criados aparte), publicado en 2012 por la Universidad de Harvard.

Los numerosos estudios de miles de pares de gemelos y de mellizos, criados tanto juntos como separados, han permitido evaluar los efectos relativos que tienen los genes y el entorno en una gran cantidad de características.

“Depende de cada rasgo específico”, comentó Segal, y la variación de los porcentajes depende de la característica en cuestión. “En una única persona no es posible calcular las contribuciones específicas de los genes y el entorno, pero a partir de una base demográfica podemos calcular en qué proporción las diferencias genéticas, de educación y ambiente explican las variaciones de una persona a otra”.

Los estudios de gemelos que han crecido separados han demostrado que, en general, la mitad de las diferencias en la personalidad y la religiosidad están determinadas por la genética. Mientras que para un rasgo como el cociente intelectual, la variación genética promedio es de 75 por ciento y solo el 25 por ciento se debe a la influencia del entorno.

Además, puede haber diferencias según el género en la influencia de la genética. Un estudio de 4000 pares de gemelos en Suecia descubrió que la genética tenía una mayor influencia en la orientación sexual en los gemelos que en las gemelas.

Pero, como lo observé en mis propios hijos y aprendí de estudios, para otras cuestiones el entorno sí es clave para determinar si el potencial genético se manifiesta. Por ejemplo, poder entonar la voz a la perfección es algo que usualmente se hereda —se cree que está vinculado a un solo gen—, pero si no hay una educación musical temprana es poco probable que este rasgo se manifieste.

El documental reciente Three Identical Strangers habla sobre trillizos idénticos separados al nacer entre los cuales hubo diferencias en la susceptibilidad a las enfermedades mentales: el que fue criado por un padre autoritario se vio más gravemente afectado que los otros dos, quienes tuvieron padres más cálidos y afectuosos.

Los genetistas ahora saben que, aunque el ADN personal es básicamente inmutable, una amplia variedad de factores ambientales puede conferir lo que se conoce como diferencias epigenéticas. La epigenética define cuáles genes en el genoma de una persona pueden activarse o desactivarse. Se ha demostrado que factores como el ejercicio, el sueño, los traumas, el envejecimiento, el estrés, las enfermedades y la dieta tienen efectos epigenéticos, algunos de los cuales se pueden pasar a futuras generaciones.

Los investigadores están buscando formas de alterar deliberadamente la manifestación de los genes con la esperanza de descubrir cómo prevenir o tratar enfermedades con un fuerte componente genético, como la diabetes.

También puede haber cambios en el genoma de un gemelo idéntico cuando el cigoto se divide, lo que tiene como resultado un defecto en un gen específico, explicó Segal. En un par de gemelas idénticas, una puede experimentar un fenómeno llamado inactivación del cromosoma X. De las quintillizas Dionne, por ejemplo, dos eran daltónicas como resultado de dicho efecto genético.

Segal, quien también escribió Twin Misconceptions: False Beliefs, Fables, and Facts About Twins (Fábulas, falsas creencias y hechos sobre los gemelos), comentó que los estudios subrayan la importancia de mantener a los gemelos juntos cuando se les adopta.

Usó como ejemplo el documental de los trillizos. “Resintieron profundamente haber sido separados. Se perdieron años maravillosos que pudieron haber pasado juntos”*, dijo Segal. “Había un vínculo inmediato, un entendimiento mutuo, que se hizo evidente tan pronto como se encontraron”.

Jane Brody es columnista de salud personal, puesto que ha tenido desde 1976; ha escrito más de una decena de libros, incluyendo sus éxitos editoriales "Jane Brody’s Nutrition Book" y "Jane Brody’s Good Food Book".

https://www.nytimes.com/es/2018/08/22/naturaleza-crianza-gemelos/

* Es curioso como, en muchos centros educativos españoles, hay profesorado empeñado en separarlos, cuando no existen investigaciones que confirmen o aconsejen esta práctica como deseable y es evidente que para ellos, los gemelos o mellizos, la separación es una fuente de sufrimiento.
Más:
A propósito de la discusión herencia medio, un famoso fraude en psicología a favor de la herencia.
Cyril Burt, un ejemplo paradigmático de fraude cientifico.

martes, 24 de mayo de 2016

¿Fracaso escolar? No culpen a los genes. El análisis de 300.000 personas descubre 74 variantes genéticas relacionadas con el logro educativo, pero su efecto es minúsculo. Lo importante es el entorno, la educación.

No, este artículo no es sobre los “genes de la educación”. El jefe de la investigación, Daniel Benjamin, nos prohíbe de forma explícita presentar así sus datos y, siendo el principal responsable del descubrimiento de 74 genes que afectan al logro educativo (y a su recíproco, el fracaso escolar), lo mejor será que le hagamos caso. No es que Benjamin dude de sus datos: es que sabe que, pese a que son sólidos, solo explican una mínima parte de la permanencia o el abandono de los estudios. Lo más importante sigue siendo el entorno.

El estudio es una exhibición de fuerza de la genómica contemporánea. El rendimiento educativo se mide por un parámetro clásico: el número de años de escolarización completados por casi 300.000 personas (293.723, para ser exactos; el promedio de toda la muestra es de 14,3 años de escolarización). Los voluntarios provienen de 15 países, pero todos ellos son de ascendencia europea. Los genomas de todas esas personas se examinan después para 9,3 millones de snips (single nucleotide polymorphisms, o variaciones en una sola letra del ADN).

Lo demás son matemáticas, destinadas a encontrar correlaciones entre rendimiento educativo y variaciones genéticas. De ahí salen las 74 variaciones genéticas que están asociadas de manera significativa con el número de años de escolarización completados. Han intervenido 253 científicos de Australia, Dinamarca, Estonia, Islandia, Holanda y Estados Unidos, coordinados por Benjamin, de la Universidad de Southern California en Los Ángeles. Presentan su macroestudio hoy en Nature.

“El rendimiento educativo viene influido por los genes y el entorno”, explica Bejamin. “Las variantes genéticas que hemos encontrado solo dan cuenta de una pequeña fracción de las diferencias entre individuos en educación”. Por ejemplo, incluso la variante con mayor efecto de las 74 solo explica nueve semanas de permanencia en la escuela. Recordemos que el promedio de permanencia en toda la muestra es de 14 años.

El asunto no tiene un interés exclusivamente académico. En 2011, el Instituto de Estudios Económicos de la CEOE, la patronal española, presentó una propuesta de reforma educativa que declaraba que “la herencia genética tiene una importancia sustantiva en el rendimiento escolar de los hijos, equivalente o algo superior a la del origen socioeconómico”. Era uno de los argumentos para desaconsejar un incremento en el gasto educativo. El presidente de la patronal, Juan Rosell, reconoció entonces que el argumento era “políticamente incorrecto”. Por lo que vemos ahora, también parece ser matemáticamente incorrecto.

“Que los efectos de las variantes genéticas individuales sean muy pequeños es en sí mismo un hallazgo importante”, dice Benjamin. “Significa que las interpretaciones simplistas de nuestros resultados, como llamarlos ‘genes de la educación’, son completamente engañosos; al mismo tiempo, y pese al pequeño efecto de las variantes genéticas individuales, los datos son útiles porque podemos aprender mucho del estudio de los efectos combinados de las variantes genéticas en su conjunto”.

Las bases de datos genómicas permiten descubrir también los procesos biológicos implicados en cadasnip, o variante de una sola letra en el ADN. Y en el caso de las 74 variantes de este estudio, tienen todo el sentido: la proliferación de las células madre precursoras de las neuronas, la migración de las neuronas recién formadas a una u otra capa del córtex cerebral (tiene seis capas), la proyección de los axones a sus dianas en otras neuronas, la forma en que brotan las dendritas de cada célula y la plasticidad de las sinapsis, o conexiones entre neuronas. Es decir, los procesos básicos de la construcción de un cerebro, y sobre todo en el periodo prenatal.

Son datos valiosos para la ciencia. No tanto para las patronales.

http://elpais.com/elpais/2016/05/11/ciencia/1462975795_807494.html?rel=lom