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jueves, 23 de mayo de 2024

_- Por qué la turbulencia es uno de los más grandes misterios irresueltos de la Física

Avión

_- ¿Quien no ha sufrido con la turbulencia de un avión?

Es casi inevitable que la palabra evoque una asociación negativa.

Si has estado en un avión, alguna vez has tenido que lidiar con la desagradable sensación de pasar por una zona de turbulencia.

¿Pero sabías que para muchos científicos ese fenómeno es uno de los problemas físicos más importantes que no se han logrado resolver?

Diferentes publicaciones se refieren a una peculiar cita que se le atribuye a varios científicos, entre ellos el físico cuántico alemán Werner Heisenberg y el matemático británico Horace Lamb.

Aunque se desconoce con certeza su origen, refleja con claridad la complejidad que esconde la turbulencia.

"Cuando conozca a Dios le voy a hacer dos preguntas: por qué la relatividad es tan compleja y cómo se explica la turbulencia. Dios tendrá una respuesta para la primera".
 
Parque eólico

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,La dificultad de predecir la turbulencia se considera en el diseño de turbinas eólicas y muchos otros objetos

Complejo e importante

Caos. Esa es la palabra que se puede utilizar para describir el fenómeno.

La turbulencia es el movimiento desordenado de un fluido, sus moléculas no siguen trayectorias paralelas, sino que forman torbellinos. También se puede definir como un estado de agitación.

"Es el tipo de fluido en movimiento más común, más importante y más complicado", afirmó el ingeniero aeronáutico británico Peter Bradshaw en un libro que escribió acerca del tema en 1971.

Décadas después, no hay mucha más información de la que había en ese entonces, y muchos científicos siguen estando de acuerdo con Bradshaw.

"Está presente en una serie de eventos naturales y elaborados por el hombre, desde corrientes oceánicas y atmosféricas hasta aquellas que fluyen en un radiador", afirman en un artículo de la publicación Physics Today Alexander Smith, profesor de ingeniería aeroespacial de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, e Ivan Marusic, profesor de ingeniería mecánica de la Universidad de Melbourne, en Australia.

"Tiene efectos en el clima, en los niveles de contaminación, en el cambio climático y en el diseño de dispositivos de propulsión, turbinas de energía eólica, corazones artificiales y sistemas de irrigación", afirman los especialistas.

Océano.
 
Océano.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,Las moléculas en el agua empezarán a chocar contra el pilar, y a su vez, contra sí mismas. Se producen entonces una serie de movimientos con variedad de direcciones y velocidades.
El fenómeno físico está presente en múltiples eventos, uno de ellos son las corrientes marinas.

Impredecibles 

 El efecto que se forma alrededor del pilar de un puente que cruza un río con una corriente fuerte es un ejemplo perfecto de turbulencia. Las moléculas en el agua empezarán a chocar contra el pilar, y a su vez, contra sí mismas. 

Se producen entonces una serie de movimientos con variedad de direcciones y velocidades; La energía que se genera en un caso como ese causa cambios impredecibles, y esa característica dificulta el entendimiento de este fenómeno físico.

"El análisis de movimientos que no se pueden predecir y la interacción de un número infinito de partículas es muy difícil de modelar. Incluso los recursos tecnológicos más modernos no han logrado resolver los misterios de la turbulencia", señala Alasdair Wilkins en un artículo de la publicación Ciencia Inversa.

Los años transcurren y los secretos de este fenómeno físico siguen fascinando a los científicos. ¿Lograran descifrarlos? ¿O tendrán que preguntárselo a Dios?

sábado, 28 de abril de 2018

El mayor misterio de la humanidad, Rosa Montero

Un rosario de hallazgos en los últimos 20 años nos ha obligado a cambiar las egocéntricas teorías que sobre los neandertales manejamos durante siglos.


Tengo en mi despacho la foto de la cabeza de un hombre de unos 40 años. Su cráneo rasurado está teñido con un pigmento rojo y luce un bonito tocado de plumas de ave. Dos largas espinas decorativas le atraviesan elegantemente las orejas. Una raya de pintura negra desciende por la mitad de su frente y cubre el puente de su gran nariz. Sus ojos son suspicaces y orgullosos, y de su rostro perfectamente afeitado emana una impresión de fuerza y de poder. Podría ser cualquier gran jefe indio de las praderas americanas. Pero no. Es la reconstrucción de un cráneo de neandertal a la luz de las nuevas evidencias científicas.

Durante siglos, con el pomposo egocentrismo que nos caracteriza, hemos visualizado a esos otros Homos, los neandertales, como bestias hirsutas, feas como demonios y patizambas; muy parecidos, en suma, a como imaginamos ahora a los ogros, a los yetis y a todas esas criaturas legendarias que en realidad no son sino la huella mítica del recuerdo real de aquellos primos. Hasta hace muy poco creíamos que esos brutos no sabían hablar y no nos extrañaba que se hubieran extinguido de un plumazo cuando nosotros, lampiños, inteligentes y bien plantados, salimos con paso alegre de África camino de la gloria. Pero en los últimos 20 años una cascada de descubrimientos nos ha ido hundiendo el ego en la miseria.

Como no todos hemos heredado los mismos rasgos, sumando a unos y otros conservamos entre un 20% y un 30% de genes neandertales.

Hoy sabemos que hablaban y que tenían nuestra misma capacidad craneal, la misma inteligencia. Durante cierto tiempo intentamos atrincherarnos en la estética: sostuvimos que habíamos sido nosotros, los cromañones, quienes empezamos a fabricar adornos. Me encantó esa teoría; era emocionante que los sapiens nos hubiéramos salvado de la extinción gracias a necesitar esa cosa tan inútil que es la belleza. Pero la alegría duró poco; enseguida se encontraron collares de conchas en los asentamientos de nuestros primos. Estaban tan heridos por la belleza como nosotros.

Se sabe que hemos coincidido con los neandertales, que nos emparentamos y tuvimos sexo e hijos. Entre el 1% y el 4% de nuestros genes (salvo en los subsaharianos) proceden de ellos. Como no todos hemos heredado los mismos rasgos, sumando a unos y otros conservamos entre un 20% y un 30% de genes neandertales. Su herencia nos predispone, entre otras cosas, a la depresión y a las adicciones. Yo, que fumé durante 20 años tres paquetes de tabaco al día, debo de tener una abuela neandertal de armas tomar.

Ha habido otras especies humanas, como el Homo denisovano o el de Flores, pero los neandertales han sido los más importantes, porque duraron más de 200.000 años (una proeza: recordemos que la escritura y nuestra historia empezaron hace solo 6.000 años). Ahora acaba de hacerse un descubrimiento colosal: una nueva datación en las pinturas rupestres de tres cuevas españolas han demostrado que fueron hechas por neandertales hará 65.000 años. Son las obras de arte más antiguas del planeta, y no son nuestras. Sí, nos parecíamos mucho. Y se extinguieron. Ah, qué inquietud. Si nada nos diferencia, podríamos extinguirnos nosotros también. El enigma de la desaparición de los neandertales se está convirtiendo en el mayor misterio de la humanidad.

Apunta Yuval Noah Harari en su brillante ensayo Sapiens que fue la capacidad de crear ficción lo que nos hizo triunfar como especie. Una preciosa explicación aunque, la verdad, no me la creo: me imagino muy bien a mi abuela neandertal contándoles historias a sus nietos en la hoguera. A mí me convence más una profesora norteamericana, Pat Shipman, que hace un par de años expuso una teoría que me deslumbró. Verán, los neandertales eran más robustos que nosotros y necesitaban más cantidad de alimentos. Cuando se extinguieron estábamos en plena glaciación; no solo escaseaba la comida, sino que de repente habían aparecido unos extranjeros que hacían algo muy raro: se aliaban con los lobos para cazar. Humanos y perros formamos un equipo depredador de formidable eficacia, tanta que la fórmula sigue vigente. Probablemente fuimos una especie de arma letal por carambola: acaparamos la comida y los matamos de hambre. Así que ni más listos, ni más artistas, ni más sofisticados: nos salvaron los perros. Somos poca cosa. Y desagradecidos.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Un paseo por la Sevilla encantada. Un curioso 'tour' descubre historias ocultas y misterios de la ciudad hispalense

Sevilla tiene muchas caras y existen muchas formas de conocer cada una de ellas. La ciudad devota que se engalana en Semana Santa. La ciudad festiva que celebra la Feria de Abril cada primavera. O la ciudad encantada llena de supuestos espectros y experiencias paranormales.

Esa Sevilla es la que muestra la empresa Naturanda, que organiza cada fin de semana una ruta encantada por la ciudad. Para vivir esta experiencia turística hay que tomárselo con humor y estar dispuesto a entrar en un universo que aúna pasado, leyendas y arquitectura. La cita se celebra los jueves, viernes y sábados a las 22.00 horas en la plaza del Triunfo, a los pies de la Giralda y la Catedral. Su precio es de 5 euros por persona (los niños pagan 2 euros) y dura dos horas. Durante el trayecto un guía nos adentra en la Sevilla romana, árabe, judía y cristiana y nos ayuda a revivir hechos singulares que estremecieron a los habitantes de la ciudad, aunque hay anécdotas que nos arrancarán una sonrisa. Al fin y al cabo, no hemos cambiado tanto con el paso de los años y en materia de amor, envidia o celos descubriremos lo poco que se ha evolucionado.

Este particular tour hispalense tiene un total de 15 paradas en las que se descubren historias ocultas, misterios y hasta cuentos de fantasmas que todavía habitan en la ciudad. El recorrido permite incluso escuchar extraños ruidos de edificios como la Facultad de Bellas Artes, en cuyo sótano están enterrados los literatos Gustavo Adolfo Bécquer o Fernán Caballero (su nombre real era Cecilia Böhl).

Susona también es conocida como la calle de la Muerte./ PILAR BERNAL
La primera parada se sitúa en el barrio de Santa Cruz, donde nos adentramos en la calle de la Muerte (ahora Susona), conocida así por la trágica historia de una mujer judía que por salvar a su amante cristiano entregó a su familia a las autoridades. De allí se va a la plaza de Alfaro para contemplar la reja del diablo, cuyos barrotes no están soldados, pegados, ni atornillados, sino entrelazados como si fuese un tejido. La Casa de Murillo (Santa Teresa, 8) será el pretexto para escuchar la leyenda que cuenta cómo una gitana profetizó que el pintor moriría en una boda. Entre relatos llegamos a la Plaza de la Alfalfa, donde aún está el testigo, en forma de escultura en la pared, del rey don Pedro I, apodado el Cruel, y donde un viejo candil colgado de una ventanuca nos recuerda el duelo trágico en el que el rey hirió de muerte al caballero Guzmán.

En el camino hacia la calle Puente y Pellón nos llevan a casas encantadas que, según cuenta el guía, las inmobiliarias de la ciudad no consiguen vender ni alquilar, y que tienen en vigilia constante a los vecinos. La ruta concluye en la calle Laraña, en la que se encuentra la Milla de Oro de los fenómenos paranormales, formada por el antiguo Teatro Álvarez Quintero (hoy sede de la Fundación Cajasol), la Facultad de Bellas Artes y el restaurante Viandas, donde se pueden escuchar más historias de espíritus.

El mágico paseo concluye a medianoche, justo cuando las campanadas de las iglesias cercanas comienzan a sonar, momento ideal para tomarse unas copas en los baretos de la Alameda de Hércules y volver a la realidad.