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jueves, 16 de septiembre de 2021

El pañuelo de Messi y el puro de Liszt

Cuando Messi se despidió del Barcelona este verano, después de 16 largos años de idilio con el club, derramó algunas lágrimas que se secó con un pañuelo que le entregó su esposa Antonella. Después de enjugar las lágrimas se sonó la nariz y arrojó el klinnex a una papelera. Un avispado conocedor de la estupidez humana lo rescató y lo está subastando por un millón de dólares. Habrá pujas a cuál más increíble.

¿Cómo es posible que las lágrimas y los mocos de un jugador de fútbol, aunque fuera el mejor de la historia, suscite una reacción que afecte al corazón y al bolsillo de forma tan espectacular? ¿De qué pasta están hechos los y las fans? ¿Con qué valores se tejen los poderosos vínculos que se crean entre los ídolos y sus seguidores? He aquí la cuestión.

Me intriga, por ejemplo, el entusiasmo que suscita en nuestros y nuestras jóvenes un grupo de cantantes puertorriqueños (Annuel, Osuna, Rauw Alejandro, Arcángel, Abraham Velázquez, Johnny Albino, Marc Anthony…) que arrasan en el mundillo musical. Digo esto porque las letras de sus canciones, a mi juicio, son machistas, literariamente deleznables, musicalmente machaconas y socialmente irrelevantes. No hay en el mundo ni un solo problema que resolver, ni una injusticia contra la que gritar, ni un sueño al que tengamos que perseguir, ni un lugar al que debamos llegar. En realidad, no salen de la cama.

¿Cómo es posible que nuestros jóvenes, y nuestras jóvenes sobre todo, se conviertan en sus fans incondicionales y entusiastas? ¿Dónde radica el magnetismo que generan? Porque sus vidas tienen tres pilares más que cuestionables: droga, alcohol y sexo.

La estética con la que se muestran es de un indiscutible mal gusto: tatuajes, pendientes, vestidos estrafalarios, gestos obscenos…

En octubre se celebrará en Málaga un concierto de Rauw Alejandro. Se agotaron las entradas en unos días. El fervor suscitado es, para mi, inexplicable. ¿Qué tipo de ídolos atraen a nuestros jóvenes? ¿Qué ideales presiden la elección? ¿Qué mensajes subyacen al seguimiento entusiasta de estos jóvenes cantantes?

La radiografía que ofrecen esos poderosos vínculos resulta inquietante. Los contenidos de las letras, la calidad de la música, el tipo de vida (nada ejemplar) de esos ídolos pone en cuestión el sistema de valores de nuestra juventud. Yo no soy quién para juzgar a nadie. Cada uno es libre para elegir el tipo de vida que quiere llevar. Mi pregunta no interpela a los cantantes (y a las cantantes, que también las hay de ese mismo corte: Bad Gyal, Karol G, Becky G…) sino a sus fans.

Los fans y las fans tararean las canciones, exponen sus fotos, escuchan a todas horas (y a toda potencia) su música en la ducha, en el coche, en las reuniones, en las discotecas, repiten sus lemas, conocen sus biografías y admiran su físico.

Me cuesta entender el atractivo que generan estas personas y sus producciones musicales. Me sorprende la admiración que muestran hacia el tipo de vida que llevan y proponen. ¿Qué es lo que realmente les atrae?

Mientras tanto, no conocen (y, por consiguiente, no admiran) a escritores, científicos, pintores, periodistas, investigadores, pensadores, políticos y artistas de indiscutible calidad. Ni los conocen, ni les importan, ni los valoran, ni los aprecian. Sin embargo, en sus vidas y en sus trabajos hay valores admirables de esfuerzo, de sacrificio, de perseverancia, de generosidad, de creatividad, de solidaridad, de respeto, de honradez…

He leído en el precioso libro de Irene Vallejo “El infinito en un junco”, la anécdota del primer fan de la historia. Hoy sería inimaginable. Lo cuenta con estas palabras: “El primer fan conocido de la historia fue un hispano de Gades, obsesionado por conocer a su ídolo, el historiador Tito Livio. Nos cuentan que a comienzos del siglo I emprendió un peligroso viaje desde el rincón más remoto del mundo, o sea , la actual Cádiz, hasta Roma para ver de cerca, con sus propios ojos deslumbrados, a su artista favorito. Suponiendo que hiciese la ruta por tierra el devoto gaditano necesitó más de cuarenta días de trayecto para realizar su peregrinación idólatra, sufriendo las pésimas comidas y el suplicio de los piojos en las fondas polvorientas , traqueteando a lomos de jamelgos y en carros viejos, temblando por miedo a los salteadores de caminos en bosques solitarios. Recorrió las calzadas del imperio, bordeadas por cadáveres de los bandidos ejecutados que se pudrían empalados en estacas allí donde habían cometido su delito. Por la noche rezaba para que los esclavos que lo escoltaban no huyesen o se volviesen contra él en tierra extaranjera. Vació varias bolsas de monedas por el camino. El mismo adelgazó a causa de unas gigantescas diarreas provocadas por el mal estado de las aguas. En cuanto llegó a Roma preguntó por el famoso Livio. Consiguió verlo de lejos, tal vez se fijó en su forma de peinarse y vestir la toga para imitarlo y, sin atreverse siquiera a dirigirle la palabra, dio media vuelta de regreso –otras cuarenta jornadas de viaje- a su hogar. Plinio el Joven contó la anécdota en una de sus cartas, sin saber que estaba describiendo al primer perseguidor de celebridades conocido”.

¡Un historiador convertido en ídolo! Un escritor, un investigador, un sabio. Visto lo visto, creo que hemos ido retrocediendo en la escala de valores. Esta larga persecución en solitario (ahora los fans actúan como una masa) para solo ver unos segundos a su admirado historiador resultará una antigualla para nuestros jóvenes.

La imagen de adolecentes gritando, sollozando y desmayándose a la llegada de sus ídolos musicales no es un fenómeno de nuestros días. Lo que veo es que la calidad de los artistas es cada vez más pequeña. El primer músico al que se le aplicó el término de celebrity fue al pianista Frank Liszt. Nada comparable con estos chicos jóvenes que han saltado de la calle o de la cárcel a la fama.

“En las civilizadas salas de conciertos del siglo XIX, cuenta Irene Vallejo en el libro citado, un pianista húngaro que agitaba la melena al inclinarse sobre el teclado provoco un auténtico delirio conocido como lisztomanía o fiebre Liszt. Si a las estrellas de rock sus fans les lanzan la ropa interior a la cara, a Frank Liszt le arrojaban joyas. Fue el icono erótico del siglo victoriano. En la época se decía que sus balanceos y sus estudiadas poses al interpretar producían en la audiencia éxtasis místicos. Primero niño prodigio y después joven histriónico, protagonizó giras multimillonarias por el continente. Durante las apariciones públicas de Liszt sus fans se arremolinaban, chillando, suspirando y sufriendo mareos. Le seguían por las sucesivas capitales donde ofrecía conciertos. Intentaban robarle sus pañuelos y guantes y llevaban sus retratos en broches y camafeos. Las mujeres trataban de cortarle mechones de pelo, y cada vez que se rompía una cuerda del piano estallaban auténticas batallas campales por conseguirla para fabricarse una pulsera con ella. Algunas admiradoras lo acechaban por la calle y por las cafeterías, provistas de frascos de vidrio donde vertían los posos de café de su taza. Cierta vez una mujer recogió los restos de su puro junto al pedal el piano, y los llevó en el escote, dentro de un medallón, hasta el día de su muerte”.

Estos dos ejemplos nos dejan constancia de la calidad artística de los admirados ídolos. Un reconocido historiador y un gran músico. Pero, ¿quiénes son los líderes de nuestros jóvenes? Un futbolista y unos cantantes de poca monta.

¿Cómo es posible que esos chicos susciten tanta admiración y fanatismo entre sus oyentes? ¿Qué han hecho de mérito en sus vidas? ¿Qué calidad tiene la música que componen y ejecutan (nunca mejor dicho)? ¿Qué mensaje tienen las letras que cantan? Lo cual me lleva a pensar, por una parte, en la dimensión ética de la vida que proponen. Y, por otra, en la escasa elevación de miras de quienes los veneran. Porque se puede decir: Dime quiénes son tus ídolos y te diré qué tipo de persona eres o quieres ser.

El Adarve. Miguel Ángel Santos Guerra.

viernes, 27 de abril de 2018

Helping Children Succeed What Works And Why. Ayudando a los niños a triunfar. Qué trabajar y por qué.

Las habilidades que sus estudiantes dominaban eran muchas que se parecían exactamente a lo que otros educadores llamaron carácter: los estudiantes persistían en tareas difíciles, superando grandes obstáculos; manejaron la frustración, la pérdida y el fracaso con aplomo y resistencia; se dedicaron a metas a largo plazo que a menudo parecían imposiblemente distantes.
Helping Children Succeed: What Works and Why
Como mencioné anteriormente, el primer día de kindergarten es un marcador importante para nuestras burocracias educativas - ese es el día, en la mayoría de los estados, cuando "infancia temprana" oficialmente llega a su fin y el establecimiento público se convierte legalmente responsable de la educación y habilidad de cada niño desarrollo. Y, sin embargo, en realidad, nada particularmente cambios consecuentes en el desarrollo de un niño viaje en ese primer día de kindergarten. Él sigue siendo el mismo niño, golpeado por el mismo ambiente social, ambiental, y las fuerzas psicológicas que han guiado su progreso a través de sus primeros cinco años. Los niños cambian, por supuesto, Mientras crecen. Las habilidades de funciones ejecutivas que son tan crítico en la primera infancia profundizar y evolucionar en una colección más compleja de hábitos, modos de pensar y carácter fortalezas. Pero ese crecimiento ocurre a través de infancia, a veces gradualmente, a veces de forma repentina chorros, en un horario que tiene poco que ver con el formal calendario académico.

Aún así, para la mayoría de los niños el primer día de kindergarten marca un cambio importante en el ambiente que influye y da forma a su crecimiento. Desde ese día en adelante, la mayoría de los niños pasan más horas despiertas en el cuidado de sus maestros que en el cuidado de sus padres. Este cambio tiene dos implicaciones importantes. Primero, en una sentido práctico, significa que si queremos intervenir en los entornos de los niños desfavorecidos, lo que haremos probablemente encuentre un apalancamiento más efectivo, después de los cinco años, si centramos nuestra atención en su escuela en lugar de su casa. En segundo lugar, en términos de desarrollo, significa que los niños que han estado creciendo en ambientes adversos lleno de estrés, ahora tienen un nuevo escenario en el que aquellas tensiones pueden manifestarse y multiplicarse.

Para niños que crecen sin experiencias significativas de la adversidad, el proceso de desarrollo de habilidades conducir al jardín de infantes generalmente funciona de la manera se supone que debe: interacciones tranquilas, consistentes y receptivas en la infancia con padres y otros cuidadores crear conexiones neuronales que sientan las bases para una un conjunto saludable de habilidades de atención y concentración. Sólo como el estrés temprano envía señales al desarrollo nervioso sistema para mantener una vigilancia constante y prepararse para una vida de problemas, calidez temprana y capacidad de respuesta envía el mensaje opuesto: Estás a salvo. La vida va a estar bien. Baja tu guardia; las personas a tu alrededor te protegerá y brindará por ti. Se curioso el mundo; está lleno de sorpresas fascinantes. Estas señales desencadenar adaptaciones en los cerebros de los niños que les permiten frenar y considerar problemas y decisiones más cuidadosamente, para enfocar su atención por períodos más largos, y para comerciar de buena gana la gratificación inmediata para promesas de beneficios a largo plazo. Esas habilidades, aunque no siempre pensamos en ellos como de naturaleza académica, son enormemente útiles

más allá. Y si no tienes las tendencias mentales que una infancia temprana estable y receptiva tiende a producir, es probable que la transición al jardín de infantes sea significativamente más cargado, y el desafío de aprender las muchas cosas que pedimos a los estudiantes de kindergarten a el maestro puede ser abrumador. Lo que significa que el neurocognitivo disfunciones pueden convertirse rápidamente en académicos disfunciones. Los estudiantes no aprenden a leer a tiempo porque es más difícil para peor para ellos mismos y peor para la escuela. Ese crea más estrés, lo que a menudo alimenta el comportamiento problemas, lo que lleva, en el aula, a la estigmatización y el castigo, que mantiene sus niveles de estrés elevado, lo que hace que sea aún más difícil concentrarse y así sucesivamente, y así sucesivamente, a lo largo de la escuela primaria.

Tal vez porque estos emocionales y psicológicos capacidades tienen sus raíces en la primera infancia, muchos Los educadores K-12 asumen que son la responsabilidad de padres y educadores de la primera infancia. Cual significa que cuando los niños llegan a la guardería sin estas habilidades fundamentales, a menudo hay pocos recursos en su lugar para ayudar a los niños a desarrollarlos, y la escuela los administradores a menudo no saben cómo ayudar.

Avance rápido unos años, hasta el momento en que esos los estudiantes llegan a la escuela media o secundaria, y estos los desafíos de la función ejecutiva son ahora, a los ojos de muchos profesores y administradores, vistos como problemas de "actitud" o motivación. Pero Jack Shonkoff, el director del Centro sobre el niño en desarrollo de Harvard, señala que esa percepción se pierde algunos importantes elementos para concentrarse en las palabras de la página. No aprenden los conceptos básicos de sentido numérico porque están demasiado distraídos por el emociones y ansiedades sobrecargando sus sistemas nerviosos. A medida que el material académico se vuelve más complicado, se quedan atrás A medida que se retrasan, se sienten mal y se portan mal.

jueves, 23 de marzo de 2017

_--‘Sisu’, el efectivo remedio finlandés cuando la vida te golpea

_--Se trata de un término que engloba todo lo necesario para “tener agallas” en los momentos más complicados de tu existencia.


Si algo nos ha enseñado la crisis es la “perseverancia frente a la adversidad” que tenemos los españoles. De hecho, se podría decir que los españoles tenemos mucho ‘sisu‘, aunque se trate de una palabra que se utiliza para definir el carácter de los finlandeses. Sisu es un concepto con el que se identifica al pueblo finlandés y que tiene toda una construcción cultural en torno al mismo. Aunque no tiene una traducción literal, sería algo así como tener agallas en los momentos más complicados. Sin embargo la palabra “sisu” esconde diferentes significados, que unidos, podrían llegar a ser incluso una nueva filosofía de vida, que nos ayudaría a salir fortalecidos de los momentos de crisis.

Perseverancia y estoicismo:
La primera idea que queda clara del “sisu” es la perseverancia. Sobre esta idea la psicóloga Yolanda Cuevas, explica que es un valor difícil de encontrar en el mundo actual, “donde la impaciencia y la tecnología nos hacen quererlo todo ya”. Es por ello que no conseguir las cosas de forma inmediata acaba produciendo sufrimiento, sobre todo a las nuevas generaciones. En cambio, las personas con “sisu” son las que son capaces de perseverar con cabeza. “La perseverancia necesita de momentos de reflexión, de creatividad, que solo llegan si paras la máquina mental y das espacio a su reposo”. También supone trabajar la aceptación, que no la resignación, de las cosas que ocurren en el proceso. “Esta aceptación es clave para no dejarse llevar por la rumiación mental de emociones que se cronifican, restando energía y descentrando la atención de lo que sí funciona o depende de mí”.

Gestión del estrés:
Para conseguir sobrevivir a una situación adversa, no solo hay que tener perseverancia, también hay que ser capaz de hacer una gestión de la ansiedad, ante la incertidumbre y el estrés. Sobre este punto, Yolanda Cuevas explica en primer lugar que, si bien el estrés puede activarnos en un momento dado, “vivir estresado genera sentimientos de descontrol, de saturación y de no ser capaz de afrontar el día a día. La vida se vuelve demasiado dura, grande y pesada y se pierde la capacidad de disfrute”. Esto es así porque, según la experta, el estrés es mecanismo que nos ayuda a centrar todos nos esfuerzos ante una situación difícil, activando nuestro sistema circulatorio, respiratorio o los músculos, pero desactivando, para compensar el esfuerzo, el aparato reproductor, el sistema inmune y el sistema digestivo. Es por todo ello que no hacer una gestión del estrés que produce una situación complicada que si alarga en el tiempo puede acarrear “problemas relacionados con enfermedades del corazón, contracciones o lesiones musculares, problemas respiratorios, problemas para dormir, problemas sexuales, problemas para concebir, problemas digestivos y relacionados con la comida, o diferentes enfermedades al quedarse el sistema inmune al descubierto”.

Honestidad e integridad:
Tener “sisu” no significa mantenerse en las trece pase lo que pase, significa hacerlo para defender nuestros valores y lo que creemos que realmente merece la pena. Es por ello que la honestidad y la integridad son también dos cualidades básicas, no solo con los demás, sino sobre todo, con nosotros mismos. “Actuar cómo se piensa y siente, para no llevar una doble vida, es tener calidad humana”, añade Yolanda Cuevas. Algo que parece sencillo, pero que en los momentos difíciles no todo el mundo consigue.

Capacidad de resolución ante los conflictos:
Se da por hecho que una situación adversa en nuestra vida, bien sea una crisis económica, una enfermedad o la pérdida de alguien querido, van a aparecer conflictos que deberemos de afrontar. Las personas con “sisu” son aquellas que no rehúyen los problemas, sino que les buscan soluciones. Algo que va unido a una buena inteligencia emocional, según Cuevas, ya que tal y como desarrolla, “el conflicto es parte de la vida y por ello es clave aprender a gestionarlo con mente y corazón”. Porque resolver conflictos no consiste solo en enfrentarse a ellos, sino que también supone saber tomar las mejores decisiones. Es por ello que la experta insiste en que “desarrollar la capacidad de percepción es clave para sumergirte en el iceberg de cada situación, ya que quedarse con lo que se ve aparentemente o a primera vista no ayuda, si no que condiciona”.

Resiliencia:
Tener agallas en una situación crítica, no supone solo sobrevivir a la misma, sino saber recuperarse e incluso salir reforzado. “La resiliencia es la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado por ellas de manera positiva”, conceptualiza el también psicólogo Miguel Ángel Rizaldos. Es decir, que no es sino el proceso por el que somos capaces de adaptarnos de la mejor manera posible a la adversidad. Esto no quiere decir que no suframos o sintamos angustia, ya que “el dolor y la tristeza es algo natural en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas”. Por ello el resiliente, aunque sufre, es capaz de salir del sufrimiento pese a los obstáculos. El experto aclara, además, que “las investigaciones han demostrado que la resiliencia puede ser natural al ser humano, y no algo extraordinario. Así que todas las personas podemos desarrollar resiliencia en una situación extrema”.

Ver más allá del momento:
Algo así como entender que después de la tormenta llega la calma, incluso después de tormentas muy largas. Cuando estamos sumergidos en un problema, no podemos ver más allá del mismo, pero la persona con “sisu” sabe ver más allá de las cosas y de lo obvio para darle perspectiva a su situación o a su problema. Según Rizaldos, “muchas veces no podemos evitar que ocurran circunstancias negativas que no dependen de nosotros, pero sí podemos manejar la manera en la que reaccionamos ante estas. En este caso, se trataría de considerar que el presente negativo, según como vino, se irá”. Volviendo al refranero, también podría aplicarse a no perder de vista aquello de que: “No hay mal que 100 años dure”.

Pasión por los ideales y metas:
Una persona con “sisu”, que se refuerza ante situaciones críticas, es la que tiene un verdadero convencimiento en lo que hace, o la que, dando un paso más, siente pasión por un proyecto o un ideal, que sigue defendiendo aunque las cosas se pongan complicadas. Sin embargo, Rizaldos aclara que para que la pasión no nos arrase, “hay que tener metas realistas, en relación con nuestros valores, con lo que queremos”. De esta forma, “se trata de hacer algo regularmente que nos dirija hacia nuestras metas, aunque en principio te parezca que es un paso pequeño. En vez de enfocar nuestros esfuerzos en objetivos que resultan muy difíciles, lo ideal es que consigamos centrarnos en las cosas que tenemos más probabilidad de lograr hoy y que se aproximen en la dirección hacia la cual queremos ir”.

Valentía y autoconfianza:
Para afrontar todos estos retos, desde luego, parece claro que hay que tener otras dos cualidades claras. Ser valiente, que no implica no tener miedo, sino precisamente saber enfrentarlo, y tener autoconfianza, es decir, confiar en que somos capaces de enfrentar esos temores. Miguel Ángel Rizalos apunta a que “tenemos que buscar oportunidades para descubrirnos a nosotros mismos”, porque en las situaciones difíciles es cuando más se aprende de no solo de los demás, sino de nuestra propia persona. De esta forma, será cuando tengamos un mayor crecimiento personal. “Está demostrado que un porcentaje significativo de las personas que han experimentado tragedias y situaciones difíciles, han mejorado en el manejo de sus relaciones personales, han tenido un incremento en la fuerza personal aun cuando se sienten vulnerables, la sensación de que su autoestima ha mejorado, una espiritualidad más desarrollada y una mayor apreciación de la vida”.

Fuente: http://smoda.elpais.com/belleza/sisu-finlandia-superar-adversidades/