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miércoles, 3 de marzo de 2021

6 claves para salir adelante y recuperar la confianza en ti mismo si perdiste el empleo


Perder el trabajo es una prueba dura, pero se puede salir adelante.

Para algunas personas el trabajo es casi todo en la vida. Y si de pronto lo pierden, se quedan como un náufrago en medio de la tormenta.

"Pierdes el trabajo y no sabes quién eres", le dice a BBC Mundo Rebecca Zucker, socia fundadora de la firma estadounidense Next Step Partners, que se dedica a ayudar a la gente a enfrentar los desafíos laborales.

En muchos casos el trabajo no solo te da un salario, explica. Te da reconocimiento, estatus, sentido de pertenencia, autoestima y refuerza la imagen que tienes de ti mismo.

Por eso es bastante común que las personas vinculen su propia identidad a su identidad laboral.

"Como pasamos demasiado tiempo en el trabajo, muchas personas caen en la trampa de considerar el trabajo como una fuente de validación personal", explica.

El problema ocurre cuando pierdes el empleo, porque no solo estás perdiendo tu fuente de ingresos. Estás perdiendo una de las partes más importantes de tu vida y "no sabes cuál es realmente tu identidad", agrega.

Incluso aunque la pérdida del trabajo no tenga ninguna relación con tu desempeño y obedezca simplemente a necesidades de la empresa, te quedas con una sensación de catástrofe que te puede llevar a una crisis existencial.

"Aunque no sea algo personal, es difícil no sentirlo como algo personal", apunta.

En casos más extremos, te puede hacer sentir que no vales nada. Zucker dice que frente a este tipo de situaciones, hay muchas estrategias que te pueden ayudar a ponerte de pie, redescubrir tu identidad y recuperar la confianza en ti mismo.

La consultora estadounidense Rebecca Zucker solía trabajar en la banca de inversiones hasta que descubrió cómo potenciar algunos de sus mayores talentos.

Estas son las 6 claves que Rebecca Zucker recomienda seguir si has perdido el empleo y no estás seguro de qué camino tomar.

1-Acércate a amigos de toda la vida

Retoma el contacto con amigos de la infancia, la universidad o de trabajos previos -con los que aún tienes un vínculo- porque pueden ser un buen espejo en el que puedas observarte.

Habitualmente nuestras relaciones de confianza suelen reflejar quiénes somos. Se trata de personas que te conocieron y te apreciaron antes de que estuvieras en el trabajo que perdiste. Personas que vieron el valor que tenías como persona, independiente de tu último trabajo.

Hablar con personas de confianza que te conocieron en otras etapas de tu vida puede recordarte quién eres, más allá de tu identidad laboral.

Hablar con ellos puede recordarte quién eres, más allá de tu identidad laboral. Es posible que te conectes con partes de tu personalidad que habías dejado de lado, como la habilidad de pensar creativamente, de tomar riesgos, de guiar a otras personas.

2-Pon a prueba las creencias que te limitan

Nuestra identidad y el sentido de lo que somos son construcciones mentales. Cuando nos sentimos estancados, a menudo es porque nos vemos desde una sola perspectiva (a menudo improductiva).

Nuestra identidad y el sentido de lo que somos son construcciones mentales, por lo tanto se pueden cambiar.

Un camino para desafiar creencias sobre ti mismo es preguntarles a contactos personales y profesionales "¿qué valoras en mi?", para confrontar tu autoimagen, y "¿qué valoras de ti?", para descubrir una perspectiva que puede ir mucho más allá del trabajo.

Lo más probable es que ninguna de las respuestas esté relacionada directamente con tu trabajo y que muchas de ellas te lleven a reflexionar sobre el valor intrínseco que tienes como persona.

3- Participa en un conjunto más amplio de actividades

Ya sea por las presiones laborales o por las metas que te has fijado tú mismo, probablemente le dedicabas demasiadas horas al trabajo. Aquellos con una fuerte identidad laboral están más inclinados a desarrollar ese tipo de conductas.

Neil Talkoff, un psicoanalista estadounidense, dice que "cuando invertimos demasiado en el trabajo, lo hacemos a expensas de otras áreas de nuestra vida en las que podríamos encontrar significado y propósito".

Atrévete a descubrir actividades que le pueden dar sentido a tu vida y que te pueden ayudar a cambiar la manera en que te ves a ti mismo.

Hay otras áreas de la vida que son importantes, como las aficiones, las relaciones personales, aprender nuevas habilidades, hacer deporte, leer, ver películas, viajar o simplemente estar con la familia.

Participar en un conjunto más amplio de actividades puede ayudarte a encontrar sentido en otras cosas y cambiar la manera en que te ves a ti mismo.

4- Visualiza dónde estarás en el futuro

Nuestras identidades no son estáticas. Evolucionan con el tiempo. Poca gente diría que eres la misma persona que hace 10 años.

Sin embargo, tenemos un sesgo que puede mantenernos atrapados en una visión rígida de nosotros mismos, percibiendo que nuestra identidad actual es una especie de identidad perpetua.

Una buena estrategia es visualizar dónde te gustaría estar en 5 o 10 años.

Basta con que alguien te diga, ¿te acuerdas cuando hacías tal y cual cosa?, y en ese mismo instante te das cuenta que esa persona también es parte de esa identidad, solo que te habías olvidado.

La clave está en visualizar dónde te gustaría estar en 5 o 10 años. Enfocarse en tu "yo futuro" y en quién quieres convertirte, te permite cambiar la narrativa que has construido sobre tu identidad -la historia que te cuenta sobre quién eres realmente- y reenfocar tus objetivos.

Esta práctica puede ayudarte a comenzar a cambiar tu comportamiento y , como ocurre con cualquier objetivo, es más probable que lo logres si se lo cuentas a otras personas.

5- Identifica tus valores fundamentales

Un aspecto de nuestra identidad que se mantiene bastante constante a lo largo del tiempo son nuestros valores fundamentales.

Los valores tienen que ver con lo que consideramos importante y por eso los defendemos: son la esencia de lo que somos.

Un aspecto de nuestra identidad que se mantiene bastante constante a lo largo del tiempo son nuestros valores fundamentales.

Lo que puede cambiar con el tiempo es cómo expresamos esos valores y su importancia relativa. Si bien pueden ayudarte a encontrar significado y satisfacción en tu trabajo, trascienden tu identidad laboral.

(Por ejemplo, Rebecca Zucker solía trabajar en la banca de inversiones, hasta que descubrió que uno de sus valores -apoyar a clientes y colaborar con colegas- era un valor fundamental en su vida. Y en su trabajo actual como coach laboral ha redescubierto valores que antes no se expresaban, como la aventura y la independencia).

6- Pide ayuda

Aunque el proceso de examinar cómo le das sentido a la pérdida de un trabajo puede ser un desafío personal, siempre ayuda tener el apoyo de un terapeuta capacitado o de una persona que haya pasado por una situación similar para avanzar con más éxito.

Este proceso a menudo requiere una especie de neutralidad mental e intelectual, según explica Neil Talkoff, con la que un individuo puede dar un paso atrás y mirarse a sí mismo de manera más objetiva.

Aunque puedes hacerlo solo, siempre ayuda tener el apoyo de un terapeuta capacitado.

El apoyo externo es particularmente importante para quienes la pérdida del trabajo reafirma las creencias negativas que tienen sobre sí mismos, como sentirse indeseado o inútil.

"Asimilar los pensamientos, observaciones y perspectivas de otra persona puede ayudarte a usarlos como herramientas para crear nuevas ideas y nuevas perspectivas por tu propia cuenta cuenta", dice Talkoff.

Lo más importante es entender que somos mucho más que nuestro trabajo y que, por lo tanto, perder el empleo no tiene por qué significar que nos hemos perdido a nosotros mismos.

jueves, 23 de marzo de 2017

_--‘Sisu’, el efectivo remedio finlandés cuando la vida te golpea

_--Se trata de un término que engloba todo lo necesario para “tener agallas” en los momentos más complicados de tu existencia.


Si algo nos ha enseñado la crisis es la “perseverancia frente a la adversidad” que tenemos los españoles. De hecho, se podría decir que los españoles tenemos mucho ‘sisu‘, aunque se trate de una palabra que se utiliza para definir el carácter de los finlandeses. Sisu es un concepto con el que se identifica al pueblo finlandés y que tiene toda una construcción cultural en torno al mismo. Aunque no tiene una traducción literal, sería algo así como tener agallas en los momentos más complicados. Sin embargo la palabra “sisu” esconde diferentes significados, que unidos, podrían llegar a ser incluso una nueva filosofía de vida, que nos ayudaría a salir fortalecidos de los momentos de crisis.

Perseverancia y estoicismo:
La primera idea que queda clara del “sisu” es la perseverancia. Sobre esta idea la psicóloga Yolanda Cuevas, explica que es un valor difícil de encontrar en el mundo actual, “donde la impaciencia y la tecnología nos hacen quererlo todo ya”. Es por ello que no conseguir las cosas de forma inmediata acaba produciendo sufrimiento, sobre todo a las nuevas generaciones. En cambio, las personas con “sisu” son las que son capaces de perseverar con cabeza. “La perseverancia necesita de momentos de reflexión, de creatividad, que solo llegan si paras la máquina mental y das espacio a su reposo”. También supone trabajar la aceptación, que no la resignación, de las cosas que ocurren en el proceso. “Esta aceptación es clave para no dejarse llevar por la rumiación mental de emociones que se cronifican, restando energía y descentrando la atención de lo que sí funciona o depende de mí”.

Gestión del estrés:
Para conseguir sobrevivir a una situación adversa, no solo hay que tener perseverancia, también hay que ser capaz de hacer una gestión de la ansiedad, ante la incertidumbre y el estrés. Sobre este punto, Yolanda Cuevas explica en primer lugar que, si bien el estrés puede activarnos en un momento dado, “vivir estresado genera sentimientos de descontrol, de saturación y de no ser capaz de afrontar el día a día. La vida se vuelve demasiado dura, grande y pesada y se pierde la capacidad de disfrute”. Esto es así porque, según la experta, el estrés es mecanismo que nos ayuda a centrar todos nos esfuerzos ante una situación difícil, activando nuestro sistema circulatorio, respiratorio o los músculos, pero desactivando, para compensar el esfuerzo, el aparato reproductor, el sistema inmune y el sistema digestivo. Es por todo ello que no hacer una gestión del estrés que produce una situación complicada que si alarga en el tiempo puede acarrear “problemas relacionados con enfermedades del corazón, contracciones o lesiones musculares, problemas respiratorios, problemas para dormir, problemas sexuales, problemas para concebir, problemas digestivos y relacionados con la comida, o diferentes enfermedades al quedarse el sistema inmune al descubierto”.

Honestidad e integridad:
Tener “sisu” no significa mantenerse en las trece pase lo que pase, significa hacerlo para defender nuestros valores y lo que creemos que realmente merece la pena. Es por ello que la honestidad y la integridad son también dos cualidades básicas, no solo con los demás, sino sobre todo, con nosotros mismos. “Actuar cómo se piensa y siente, para no llevar una doble vida, es tener calidad humana”, añade Yolanda Cuevas. Algo que parece sencillo, pero que en los momentos difíciles no todo el mundo consigue.

Capacidad de resolución ante los conflictos:
Se da por hecho que una situación adversa en nuestra vida, bien sea una crisis económica, una enfermedad o la pérdida de alguien querido, van a aparecer conflictos que deberemos de afrontar. Las personas con “sisu” son aquellas que no rehúyen los problemas, sino que les buscan soluciones. Algo que va unido a una buena inteligencia emocional, según Cuevas, ya que tal y como desarrolla, “el conflicto es parte de la vida y por ello es clave aprender a gestionarlo con mente y corazón”. Porque resolver conflictos no consiste solo en enfrentarse a ellos, sino que también supone saber tomar las mejores decisiones. Es por ello que la experta insiste en que “desarrollar la capacidad de percepción es clave para sumergirte en el iceberg de cada situación, ya que quedarse con lo que se ve aparentemente o a primera vista no ayuda, si no que condiciona”.

Resiliencia:
Tener agallas en una situación crítica, no supone solo sobrevivir a la misma, sino saber recuperarse e incluso salir reforzado. “La resiliencia es la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado por ellas de manera positiva”, conceptualiza el también psicólogo Miguel Ángel Rizaldos. Es decir, que no es sino el proceso por el que somos capaces de adaptarnos de la mejor manera posible a la adversidad. Esto no quiere decir que no suframos o sintamos angustia, ya que “el dolor y la tristeza es algo natural en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas”. Por ello el resiliente, aunque sufre, es capaz de salir del sufrimiento pese a los obstáculos. El experto aclara, además, que “las investigaciones han demostrado que la resiliencia puede ser natural al ser humano, y no algo extraordinario. Así que todas las personas podemos desarrollar resiliencia en una situación extrema”.

Ver más allá del momento:
Algo así como entender que después de la tormenta llega la calma, incluso después de tormentas muy largas. Cuando estamos sumergidos en un problema, no podemos ver más allá del mismo, pero la persona con “sisu” sabe ver más allá de las cosas y de lo obvio para darle perspectiva a su situación o a su problema. Según Rizaldos, “muchas veces no podemos evitar que ocurran circunstancias negativas que no dependen de nosotros, pero sí podemos manejar la manera en la que reaccionamos ante estas. En este caso, se trataría de considerar que el presente negativo, según como vino, se irá”. Volviendo al refranero, también podría aplicarse a no perder de vista aquello de que: “No hay mal que 100 años dure”.

Pasión por los ideales y metas:
Una persona con “sisu”, que se refuerza ante situaciones críticas, es la que tiene un verdadero convencimiento en lo que hace, o la que, dando un paso más, siente pasión por un proyecto o un ideal, que sigue defendiendo aunque las cosas se pongan complicadas. Sin embargo, Rizaldos aclara que para que la pasión no nos arrase, “hay que tener metas realistas, en relación con nuestros valores, con lo que queremos”. De esta forma, “se trata de hacer algo regularmente que nos dirija hacia nuestras metas, aunque en principio te parezca que es un paso pequeño. En vez de enfocar nuestros esfuerzos en objetivos que resultan muy difíciles, lo ideal es que consigamos centrarnos en las cosas que tenemos más probabilidad de lograr hoy y que se aproximen en la dirección hacia la cual queremos ir”.

Valentía y autoconfianza:
Para afrontar todos estos retos, desde luego, parece claro que hay que tener otras dos cualidades claras. Ser valiente, que no implica no tener miedo, sino precisamente saber enfrentarlo, y tener autoconfianza, es decir, confiar en que somos capaces de enfrentar esos temores. Miguel Ángel Rizalos apunta a que “tenemos que buscar oportunidades para descubrirnos a nosotros mismos”, porque en las situaciones difíciles es cuando más se aprende de no solo de los demás, sino de nuestra propia persona. De esta forma, será cuando tengamos un mayor crecimiento personal. “Está demostrado que un porcentaje significativo de las personas que han experimentado tragedias y situaciones difíciles, han mejorado en el manejo de sus relaciones personales, han tenido un incremento en la fuerza personal aun cuando se sienten vulnerables, la sensación de que su autoestima ha mejorado, una espiritualidad más desarrollada y una mayor apreciación de la vida”.

Fuente: http://smoda.elpais.com/belleza/sisu-finlandia-superar-adversidades/