Mostrando entradas con la etiqueta votar. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta votar. Mostrar todas las entradas

martes, 17 de octubre de 2023

Argentina en tobogán hacia el desastre. Por qué votan como votan… los que votan

Porqué votan como votan… los que votan: Argentina en tobogán hacia el desastre

Recomiendo:

Argentina en tobogán hacia el desastre
Por qué votan como votan… los que votan. Por Carlos A. Villalba | 26/08/2023 | Argentina

Fuentes: CLAE
“@Pontifex_es, a vos que te gusta la MIERDA de la justicia social, sería bueno que arranques repartiendo a los pobres las riquezas del Vaticano”. ENEMIGO DEL BIENESTAR. Tenía que ser PERONCHO ZURDO” -Javier Milei (junio de 2017)

«TOMÁ potato (@Pontifex_es) …!!! Andá a buscarla al ángulo zurdo cultor del modelo basado en el odio, la envidia y el resentimiento…!!! La basura de Chávez tenía un visión del dinero muy parecida a la tuya… y mirá el desastre que ha causado… Sos una laKra empobrecedora”. -Javier Milei (agosto de 2018)

“Dedicado a vos @Pontifex_es zurdo hijo de puta que andás pregonando el comunismo por el mundo. Sos el representante del maligno en la casa de DIOS. ¡VIVA LA LIBERTAD CARAJO!”. -Javier Milei (septiembre de 2018)

“@Pontifex_es zurdo sos un sorete mal cagado… siempre del lado de los asesinos empobrecedores si son rojos (…) Sos el representante del maligno sentado en el Trono de la Casa de DIOS”. Javier Milei (enero de 2019)

@Pontifex_es: twitter/x oficial del Papa Francisco| Javier Milei: Javier Milei

El domingo 13 de agosto hubo buen tiempo en prácticamente todo el territorio argentino; sin embargo, los solcitos de esos 3.694 kilómetros de extensión continental de Norte a Sur no invitaron a votar, las ganas de quedarse un rato más en la cama, comer un asadito, un sándwich, alguna empanada o de no hacer nada… fueron más fuertes. Fue la expresión de un tiempo en que las decepciones convirtieron a las urnas en cajas vacías, en el que las boletas partidarias no constituyen la herramienta de la esperanza de transformar la realidad en beneficio de las mayorías.

Y se produjo la hecatombe. Esta misma columna, días antes de las primarias presidenciales, aventuraba un horizonte que se columpiaba “entre el cadalso y el abismo”, en el que el escenario de la horca lo ocupaba el liberalismo macrista y el precipicio parecía la perspectiva para el candidato-ministro de un gobierno con 10% de inflación promedio mensual a lo largo de un año… Sin embargo, aquel domingo sin motivación sufragista lo rompió todo y, a menos de dos meses de las elecciones generales, el cadalso lo ocupó un ultramercadista antiderechos, descreído de los pactos sociales de las mayorías argentinas comprometidas con el respeto a la democracia, el Nunca Más a las dictaduras, la inclusión social y la tolerancia de las diversidades de cualquier orden, incluso el religioso: Javier Milei.

Al día siguiente de ese alud, cuya potencia no avizoró ni el propio “anarcolibertario”, comenzaron los análisis (hasta el hartazgo) sobre lo que había sucedido. Esta crónica tampoco escapa a dicha tentación; aunque se interesa más por el electorado (?) que por el votado y, pidiéndole prestado el título a Juan Sasturain, hasta podría llamarse “Manual de perdedores”.

Los numeritos del deseo
Otra búsqueda de los “analistas” políticos, empujados, claro, por las necesidades de sus contratantes, es la de nichos en los que cada fuerza podría picotear nuevos votos con miras a las generales del 22 de octubre próximo. Hay que recordar que ese día, si ninguna de las candidaturas alcanza el 45% de sufragios positivos o 40% y 10 puntos de diferencia, las dos primeras pasan a una segunda vuelta a desarrollarse el 19 de noviembre. Esa doble alternativa, también llamada “ballotaje”, es hija del Consenso de Washington, tributario del FMI, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos que, además de impulsar las políticas liberales, antiestatistas y privatizadoras en Latinoamérica y el Caribe, impuso criterios jurídicos afines a los intereses de las corporaciones transnacionales y diseñó un modelo electoral que subiera el piso de votos para hacerlo difícil de alcanzar para los sectores nacionales y populares y facilitase una segunda oportunidad a los partidos minoritarios de la primera ronda que participen unidos en la segunda.

En este caso, las fuerzas que aspiran a imponerse son:

· LA LIBERTAD AVANZA del ya descripto Javier Milei, con 7.116.352 votos, 30,04% de los emitidos.

· JUNTOS POR EL CAMBIO, con 6.698.029 de sufragios, equivalentes al 28,27% del total, de la liberal autoritaria ex montonera, ex delarruista, ex macrista, ex ministra de Trabajo y ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que se impuso con comodidad al jefe de Gobierno de la Ciudad con Autonomía de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.

· UNION POR LA PATRIA, que alcanzó los 6.460.689 de votos, 27,27% de los sufragados, que lleva como candidato al peronista del Frente Renovador Sergio Massa, ex funcionario de Néstor y Cristina Kirchner, actual ministro de Economía de la desteñida presidencia de Alberto Fernández. El hombre del Municipio de Tigre prácticamente triplicó el desempeño de su rival interno, el líder social cercano al Papa Francisco, Juan Grabois.

Es decir que entre las tres candidaturas existen apenas 655.663 votos de diferencia, en un continente ciudadano mucho más amplio:

· Hay 35.394.425 electores habilitados

– 18.207.762 mujeres

– 17.606.722 hombres

– 1.075 personas con documento de identidad no binario

· La participación electoral fue del 69%, una de las más bajas en una elección

presidencial desde el retorno de la democracia en 1983, tanto en primarias como en las generales, en las que siempre aumenta la concurrencia.

· Esto implica que hay más de 11.700.000 personas más con derecho, y obligación, a presentarse a votar.

Dentro de aquellos votos positivos hay porcentajes altos de votos en blanco:

· En todo el país se registraron 1.148.34, equivalentes al 4,78% de los emitidos, constituyendo la cuarta preferencia, por encima del gobernador peronista antikirchnerista cordobesista, Juan Schiaretti que, con su “Hacemos Por Nuestro País”, alcanzó los 907.437, 3,83% de los válidos.

· El voto en blanco se ubicó por encima de la media nacional en la Provincia de Buenos Aires, motor del resultado que le permite a Massa mantenerse en carrera. Esos 988.492 sufragios elevan esa forma de expresión electoral al 10,94% del total.

En síntesis, hay aproximadamente 13 millones de votos sin atar; de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias a las elecciones generales se produce un aumento sustantivo de participantes, en este caso se calcula en 4 millones, con un piso de 3. Números… solo son números, la pregunta es si ellos se distribuirán proporcionalmente a lo ya sucedido o habrá corrimientos; ¿el “ganador”, por serlo, atraerá más sufragios que sus rivales?, ¿el de Macri, habrá sido el abrazo del oso para él?, ¿la aparición de un liberalismo sin disfraces ni tapujos, habrá corrido de manera definitiva a Bullrich del tablero?, ¿el miedo a la pérdida de derechos, de todo tipo, y al encarecimiento de la vida hasta límites no vistos ni durante la gestión Macri le dará una oportunidad a Massa, a pesar de todo…?

De candidatos y muñequitos
La mercadotecnia muchas veces logra presentar determinadas candidaturas con características diferentes a las que realmente las definen. La realidad, con deterioro económico, desánimo, imposibilidad de ver luces en el horizonte vital, de acceder ya no a la compra de una casa sino hasta de alquilarla, también genera opiniones y sentimientos. A veces, ambos procesos coinciden, el “muñequito” que construyen las técnicas y, por supuesto, la Cadena de Propaganda Privada de las Corporaciones Económicas, se ensamblan como en una sala cinematográfica en la que una parte de las y los votantes proyectan sus expectativas sobre el playmobil que le ofrecen. El psicoanalista, más o menos, diría que ese mecanismo, la “proyección” que defiende a las personas de las cuestiones que lo acucian, facilita el atribuirle impulsos, sentimientos… deseos propios a otro sujeto que, en realidad, no los tiene.

Cuando Milei logró superar sus presencias ridículas en televisión, disfrazado de dudoso superhéroe, y se convirtión en “candidato posible”, empezó a recibir “memes”, sátiras que lo ridiculizaban y lo convirtieron en una víctima de “bullying”, igual que las chicas y los chicos acosados por los “malos” del aula. Muchos internautas, jóvenes, fueron juntándolos en sus videítos de TikTok e inundaron las redes, dónde terminó constituyéndose en una “víctima” de acoso que despertó simpatías, mimos, cercanías, tibiezas… Se convirtió en un mar audiovisual querible; la “cibermilitancia”, tan espontánea como dirigida por las redes, lo hizo.

Nadie puede acusar a Milei, Licenciado en Economía de inminentes 53 años y adicto al plagio de “copiar y pegar” textos de distintos autores económicos, de ocultar las políticas que pretende aplicar en caso de gobernar. Dice, a los gritos cuando derrapa del libreto de “control” que le impusieron sus asesores, que va a privatizar la Salud y la Educación, a dolarizar la economía y dejar la obra pública en manos de los grandes grupos económicos y acabar con el proceso de desarrollo tecnológico argentino; apoya la libre portación de armas y niega la existencia del calentamiento global y las consecuencias ya irreversibles de la tragedia climática en curso; defiende la venta de órganos, la derogación de la Ley de interrupción legal segura y gratuita del embarazo y la educación sexual integral (ESI) en las escuelas; su hipermercadismo lo lleva a considerar que hasta la venta de niños “se podría debatir” en el futuro; desprecia la reivindicación nacional de la soberanía sobre las Malvinas y las islas del Atlántico Sur usurpadas por Inglaterra y se apoya en una candidata a vicepresidenta (Victoria Villarruel) negacionista del terrorismo de Estado de la última dictadura cívico militar, a cuyos protagonista reivindica, y de la existencia de 30 mil detenidos desaparecidos en la Argentina.

Esa es la auténtica “propuesta” de Javier Gerardo Milei a la sociedad argentina. Sin embargo, sus votantes se engancharon con otros componentes del “muñequito Milei” y obviaron estas cuestiones, contrarias al pensamiento de la mayoría de ellos y perjudiciales para sus propias vidas, como sería la multiplicación de los costos de los servicios públicos y de la medicina y la educación, basadas en modelos que fracasaron hace décadas en su admirada Gran Bretaña.

La encuesta cualitativa del mes de mayo, a solo tres meses de las PASO, realizada por Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), ofrece una foto entre lo que se desea y lo que se proyecta sobre la “pantalla Milei”:

– el 60% opina que el préstamo con el FMI no se puede devolver tal y como se acordó, por lo cual se hace necesario o bien dejar de pagar esa deuda o, cuanto menos, renegociarla;

– 68 % se pronuncia a favor de la eliminación de los privilegios tributarios a las grandes empresas; la mayoría propone un Estado fuerte,

– con 53 y 55% de apoyo para que administre el litio como recurso estratégico y de las compañías eléctricas como EDESUR y EDENOR

– y un 56 % de rechazo a la privatización de Aerolíneas Argentinas.

Sin temor a equivocarse, puede decirse que constituye una opinión contraria a las propuestas “libertarias”. Sin embargo, al pasar al capítulo cuantitativo, Milei encabezó las preferencias de voto con el 29 %, el entonces Frente de Todos (hoy Unión por la Patria) 26 % y Juntos Por el Cambio 25 %

El estudio, que adquiere más importancia ante los resultados electorales, también sentencia una variable determinante en el comportamiento electoral: una ciudadanía mayoritariamente disgustada con la situación del país,

– con 7 de cada 10 personas con “sentimientos negativos” como bronca, decepción o incertidumbre,

– 77 % que evalúan de forma negativa la gestión del Gobierno Nacional

– y 69 % que percibe un aumento pronunciado en la cantidad y la violencia de los delitos en los últimos meses.

Se trata de un electorado que escucha “dolarización” y, lejos de recordar o enterarse del daño estructural que esa medida generó al país, se convence de que va a cobrar en pesos estadounidenses… en todo caso en moneditas, que sería en lo que se convertiría su salario con dólares a varios miles de pesos.

El economista Hernán Letcher, director del Centro de Economía Política Argentina (@ctrocepa), presentó en el programa Caballero de Día del multimedio El Destape un trabajo ilustrativo de los costos de una hipotética dolarización. Lo llamó “La Canasta Milei” y demostró los saltos que darían los precios de productos y servicios: Educación Universitaria de $0 a 1,5 / 2 millones, con un “voucher” para las escuelas primarias y secundarias de máximo de $4.000; Salud: las prácticas hoy cubiertas por los diferentes sistemas, se elevarían por encima del “seguro” básico en $19.540 para un tratamiento por hipertensión o $ 68.252.485 para un cáncer mamario, más los remedios que, hoy, los jubilados tienen cubiertos; la Canasta de Alimentos llevaría la yerba de los actuales $1.100 a topes de entre $2.599 y $10.530, según el corte del dólar, y el asado de los actuales $1.900/2.500 a $4.600 con picos de $18.716; el Transporte de $60 a $600, la nafta se duplicaría en el acto y la tarifa promedio luz en el segmento más bajo de la población saltaría de $6.500 a $11.500. Todo eso en un marco de suspensión de las negociaciones paritarias de sueldos. Es el señor que está detrás del muñequito consumido.

Peste, desazón y explicación

El 10 de diciembre de 2019, cuando el Frente de Todos se hizo cargo de la administración nacional, el país estaba en una situación desesperante. Apenas tres meses después, un coronavirus sin vacuna que lo frenara obligó a paralizar todas las actividades que no fuesen esenciales, para disminuir la velocidad de transmisión del virus y, fundamentalmente, salvar vidas ante una peste que, a la fecha, causó 7 millones de muertes con 769 millones de casos en el mundo. El parate inevitable hizo que los problemas sociales y económicos aumentaran, hasta incluir a segmentos que estaban “parcialmente integrados”. Se dañó el tejido laboral y la situación se agravó a raíz de la escalada inflacionaria; finalmente, la salida de la crisis fue con mayor desigualdad que a la entrada y los sectores más golpeados por el aislamiento fueron los sectores informales de la economía y las pymes, incluso a pesar de las políticas de protección a los trabajadores formales y a los informales, que solo recibieron ingresos de emergencia. La falta de expectativas, la desesperanza, aumentaron.

En ese sector trabajan alrededor de 8 millones de personas que, en su mayoría, además de haberse inventado sus trabajos, carecen de derechos laborales; su población se caracteriza por ser joven, en la que el 44% tiene entre 18 y 29 años. El director de Economía Social y Desarrollo Local del Ministerio de Desarrollo de la Nación, Pablo Chena, explica que la mayoría de esos trabajadores y trabajadoras carecen de derechos laborales y es por eso no temen que se los quiten”. Constituye “el universo de jóvenes informales que seduce Milei, con su discurso de libertad y supuesto fin de los privilegios”, concluye el economista, quien tiene a su cargo el Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (ReNaTEP).

Fantasías eróticas
Además del bolsón de quienes no se expresaron o lo hicieron en blanco, los estrategas y analistas de campañas y comportamiento electoral construyen una serie de escenarios provenientes de distintos hechos e, incluso, de meras especulaciones:

– ELECCIONES BLANDAS: Las primarias son elecciones “blandas”, un fenómeno semejante a los comicios legislativos de medio término, en el que un sector de los votantes se dan ciertos “lujos”, como votar candidaturas de izquierda, por su compromiso y su presencia junto a quienes menos tienen, pero que no van a ganar las generales, o “castigar” a los sectores de su simpatía negándoles el voto. En ese camino, las generales “recentran” aquellos escarceos y las boletas vuelven a los rediles habituales.

Es una de las expectativas, sobre todo del oficialismo. Aunque una sombra oscurece esos optimismos: que el hartazgo haya empujado aquel “gustito” del castigo en las PASO hacia un camino sin retorno a un grupo importante de votantes.

– EL PERONISMO NO DESPLEGÓ “EL APARATO”. Ante la crítica situación económica y social en la que se encuentra el país, la mayoría de los gobernadores provinciales adelantaron las elecciones, tanto, que solo tres se realizaron en simultáneo con la primaria nacional.

En la práctica, con las cartas ya echadas en los pagos chicos, el 13 de agosto prácticamente no se desplegó la logística de actos, pintadas, afichaje, transporte, viandas, boletas y hasta viáticos que acostumbra el peronismo, una maquinaria de mucho peso y altos porcentajes de tracción para lograr, por lo menos, que “todos los que nos van a votar… nos voten”.

Otra cosa es una general presidencial. Ninguno de los jefes locales justicialistas quieren estar sometidos a la autoridad de un mandatario que no sea de sus filas, y menos de alguien que ya adelantó su intención de terminar con la coparticipación federal de impuestos que ordena la Constitución. De volver ese esfuerzo de movilización, complementario al de la militancia, la máquina de contar votos puede recibir un alimento sustantivo.

– UN MILEI DE 15 PUNTOS. La Argentina de los ocho últimos años sufrió el peor encadenamiento de hechos negativos: Macri con destrucción de la economía productiva y endeudamiento con el FMI + Pandemia + Sequía + Mala gestión de la situación heredada por parte del gobierno de Alberto Fernández, con pésimo acuerdo con el mismo Fondo. Con semejante panorama, la posibilidad de Unión por la Patria de imponerse al macrismo parecía utópica… a menos que apareciese una “tercera fuerza”, que le mordiera votos de Juntos por el Cambio, así surgió la fantasía de “un Milei de 15 puntos”, apoyado en el buen desempeño que el antiestatista en 2021 y en sus características formales que iban atrayendo simpatías digitales, sobre todo entre los jóvenes.

El justicialismo lo cuidó, le sumó candidatos a listas vacías en muchos distritos, repuso boletas, incluso las trasladó hasta las escuelas, se encargó de que no le rapiñaran votos en los establecimientos en los que no tenía fiscales… La espuma fue subiendo.

– CORTE CONSENSUADO DE BOLETAS. A esas acciones se le sumó la más poderosa, entregar boletas cortadas, por un lado, solita, la presidencial de Milei y, por el otro, el resto de la sábana oficialista (lo que explica, junto al reconocimiento a su gestión, que el fenómeno no se llevara puesto, también, al gobernador Axel Kicillof), y se sintió el efecto. Más allá de que hay tradición de mayor cantidad de votos a los intendentes, las diferencias entre ellos y Massa superó cualquier previsión: el Conurbano bonaerense arrojó una diferencia de 190.000 votos (el 78% de la diferencia que lo separan de Patricia Bullrich), con picos de hasta 25 puntos.

Lejos de aquellos 15 puntos esperados, la noche electoral terminó con un Milei de 30,04% y 7.116.352 votos, lo que mostró que, además de ayudas y cuidados, el Licenciado tenía sus seguidores… y seguidoras.

El Dr. Frankestein había logrado su objetivo. Habrá que ver si la ciudadanía consigue lo que él no pudo en el cuento de Mary Shelley.

– RECUPERACIÓN DEL VOTO AUSENTE. Las jefaturas de las dos coaliciones perdedoras creen que pueden recuperar la simpatía activa de sus votantes de ayer que ahora no visitaron las urnas. Ahí se entusiasma más el equipo massista, ya que el sector perdió 5 millones y medio de votos (de 12,9 a 6,5 millones) entre PASO y PASO y el macrismo 4,1 millones (de 10,8 a 6,7 millones).

El dato que aporta el ya mencionado CELAG es que, de la pérdida del oficialismo, “sólo” el 23% se corrió hacia Milei, mientras que el 77% no fue a votar y a la inversa, de la poda causada a Bullrich y Larreta el 80% corrió hacia La Libertad Avanza y “solo” el 20% esquivó sus obligaciones ciudadanas.

– LOS “NACIONALES” QUE SE QUEDARON SIN CANDIDATOS. El fracaso de sus candidatos al no trasponer la barrera del 1,5% de los votos válidos emitidos para participar en las generales, hizo que queden 720.000 votantes “libres”; en UP creen que en su mayoría son más afines a ellos que a los liberales, contabilizando simpatizantes que van desde Guillermo Moreno hasta Libres del Sur.

– EL ALFAJOR CORDOBÉS. En Unión por la Patria se relamen tras la vidriera que muestra los 907.437 del cordobesismo de Schiaretti, quien adelantó que no transa, pero ya se sabe que cada día es más difícil encolumnar el voto propio, más aún si en frente le ponen una imagen endemoniada.

La Casta
En 2014, de la mano de Juan Carlos Monedero, Pablo Escudero Íñigo Errejón y otras figuras, irrumpió en la política española el partido “Podemos”, que se presentó eligiendo como enemigo a “la casta”, constituida por todos los dirigentes políticos que tuvo España desde la muerte del franquismo, simbolizando los “caracteres hereditarios”, sólidos, rígidos e inmóviles de determinada variedad de una especie animal.

Años después, cambió su vocablo fetiche por el de “trama”, en alusión a lo que considera como una red corrupta de políticos y empresarios que ostentan el verdadero poder en su país y la palabrita quedó boyando hasta que lo tomó la ultraderecha de VOX, primero para desacreditar al colectivo LGBTQ+ y a la dirigencia sindical y luego a quienes considera “políticos corruptos”.

De ahí la tomó Milei y la transformó en un ariete exacto con el que describe a sus enemigos y orienta a sus amigos. Con apenas un artículo y un sustantivo define a los dos gobiernos que fueron criticados en las urnas, aquellos a los que el cronista necesita describir como “el que destruyó el país y el que no supo generar la terrible herencia que recibió”, para describirlos. Con 7 letras él dibujó el blanco contra el cual disparar.

No fue el único acierto semántico. El concepto “libertario”, remitió en su electorado a su obvia derivación de la palabra “libertad”. Los ensordecidos oídos del mundo mediático y de las redes, impiden ver que la supresión del Estado que proclama el momentáneo “star” no apunta a la autogestión beneficiosa del trabajo, por el contrario, apunta al reemplazo de las instituciones por “el mercado” y sus leyes de exterminio del equilibrio social y eliminación de cualquier redistribución de riquezas y defensa de derechos.

La (in)Justicia
Los medios fueron clave en la generación de sentido contrario al peronismo en general y a Cristina Fernández de Kirchner en particular y los estrados judiciales más importantes del país jugaron un papel determinante en la expulsión de la cancha electoral de la persona con mayor convocatoria popular del país. La dos veces presidenta y actual VIcepresidenta de la Nación explicó las inconsistencias de las causas presentadas contra ella, consideró que las sentencias constituían una amenaza que se dispararía en cuanto presentase su candidatura, eludió la situación al considerarse proscripta y proponer la candidatura de Sergio Massa.

En el transcurso de ese desarrollo, el jueves 1 de septiembre de 2022 a las 20:52, en el barrio porteño de Recoleta, sufrió un intento de asesinato que falló porque, a 15 centímetros de su cabeza, la pistola se trabó. La actual candidata Patricia Bullrich no repudió el hecho y los encargados de la investigación decidieron iniciar el juicio sin investigar en a los señalados como posibles instigadores, partícipes y financistas, ligados por un hilo que conduce a personas relacionadas con la oposición macrista.

Fin de ciclo
El proceso de construcción del voto es complejo, contiene variables que inciden más o menos según la coyuntura -en particular la económica-, la oferta electoral y la situación personal de cada votante. El actual deterioro económico es preocupante y se vive en el día a día, sin embargo eso no necesariamente se traslada de manera mecánica a los resultados de los comicios.

La confrontación electoral de octubre, aunque la ciudadanía no lo piense de ese modo, constituye la primera batalla de una guerra que determinará el futuro de las próximas décadas entre el liberalismo que apuesta al mercado sin límites y en beneficio de las corporaciones económicas y la defensa de la participación estatal como amortiguadora de las desigualdades materiales, en salud, educación, vivienda, agua potable… Este sector, en la Argentina, básicamente se denomina “peronismo”.

Por eso, algunos sectores de ese espacio, refractarios a las actuales autoridades y a CFK, como el que representa Guillermo Moreno, ya pidieron la unidad del sector. Por eso empiezan a producirse corrimientos en la “cordobesidad” justicialista. Por eso el propio Massa ya anunció que su gobierno sería amplio multipartidario, sumando al radicalismo, “peronistas del PRO” e independientes varios y multisectorial y, también por eso, aunque muy levemente, empiezan a desgajarse algunos radicales de la conducción que, además de destruir el país, los humilló una y otra vez. Y, por último, hasta Rodríguez Larreta deshoja la margarita de su apuesta, después de haber hecho todos los deberes y quedarse sin nada.

Las dos primeras décadas del siglo muestran que el “modelo democrático” actual le queda chico a ambos polos de la contradicción. La dinámica de los grupos económicos, acelerada, financiarizada y de concentración, los empuja a salirse de los márgenes de las leyes, las constituciones y las autoridades elegidas por sus pueblos, imponen condiciones, hambrean multitudes, multiplican ganancias, violan soberanías, controlan la comunicación y, peor aún, usan la Justicia para expulsar presidencias o candidaturas populares.

En estas jornadas de confusión y realineamientos en la Argentina, por ejemplo, se orquestaron robos en banda contra distintos mercados y negocios en general; no fueron los hambreados, que sobran en el país, sino los guiados por una mano tan “invisible” como la del mercado, a los que se sumaron algunos desesperados de ocasión. Lo cierto es que los sucesos le fueron funcionales a la candidata Bullrich que, inmediatamente, se puso el uniforme de portadora del “orden” y pidió el Estado de sitio, el mismo que implantó hace 22 años el gobierno cuya conducción integraba y se fue dejando la sangre de más de 50 argentinos muertos y 500 heridos en todo el país.

Las mayorías, por su parte, comprueban mes a mes que con esa “democracia” no “se come, se cura y se educa”, como le enrostraba Raúl Alfonsín a una dictadura en fuga hace 40 años. También les queda chica y, ahora, hasta les rebana las esperanzas, sobre todo a las generaciones jóvenes, que llevan años sin ver luces en el horizonte.

Aquella expresión de Pablo Chena acerca de que quienes carecen de derechos laborales “no temen que se los quiten” es exacta. También es real que elegir el cadalso no es una opción para quienes pretender seguir viviendo. Octubre hablará, un mes en el que la gente de trabajo clavó el mojón más importante de la Historia contemporánea argentina.

Notas
1. Juan Sasturain: Manual de perdedores (https://www.penguinlibros.com/ar/novela-negra-misterio-y-thriller/141099-ebook-manual-de-perdedores-9789500734202?/ar)

2.- Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG): Panorama Político y Social, Argentina mayo 2023

(https://www.celag.org/encuesta-argentina-mayo-2023/)

3.- Agustín SALVIA, Jésica Lorena PLA, Santiago POY: La Sociedad Argentina en la Pospandemia (https://sigloxxieditores.com.ar/libro/la-sociedad-argentina-en-la-pospandemia/)

* Periodista argentino. Investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (http://estrategia.la/). Miembro de la Usina del Pensamiento Nacional y Popular (https://usinadelpensamientonacional.com.ar)

Fuente:

domingo, 14 de mayo de 2023

La responsabilidad de votar

No comparto, aunque respeto, la postura de quienes se muestran tan defraudados por los políticos que deciden no acudir a las urnas bajo el pretexto de que todos son malos y de que todos son iguales. O de este otro argumento: los políticos de antaño eran magníficos, pero los de ahora son impresentables. Da igual elegir que no elegir porque el desastre está asegurado. Pienso que no es verdad ni una cosa (ahora todos son malos) ni la otra (ahora todos son iguales). No ir a votar supone dejar en manos del azar o de los dioses o de no se sabe quién el futuro del país. No ir a votar supone una declaración explícita de que es mejor que alguien gobierne sin elecciones, es decir, que gobierne un dictador. Votar, por consiguiente, es un deber democrático. No el único, ciertamente. Entre votación y votación no dejamos de ser ciudadanos y ciudadanas, con derechos y deberes.

Respeto menos la actitud de quienes por pereza, dejadez, comodidad o desinterés, ni se molestan en saber quiénes se presentan, con qué programas, con qué ideología, con qué promesas electorales. Sencillamente, me parecen irresponsables. No solo no votan sino que se desentienden de cualquier exigencia ciudadana. Eluden el deber democrático de votar y se declaran apolíticos.
Es curiosa y significativa la actitud de los políticos cuando entran en campaña electoral porque es la etapa en la que manifiestan claramente quién es el que manda en una democracia. Mientras dura la campaña se acercan a la ciudadanía, la escuchan, la adulan. Bajan de las alturas a pie de calle para explicar, para preguntar, para prometer, para dialogar. Porque su futuro depende de los votantes y de las votantes. El problema es que una vez finalizadas las elecciones ese vínculo se debilita o se rompe.

Es deber de los ciudadanos y las ciudadanas escuchar, analizar, solicitar, exigir y acudir a las urnas. Es un deber mirar hacia atrás y escudriñar si todo lo que se prometió en anteriores elecciones se ha cumplido o se ha dejado de cumplir y por qué.

Algunos periodistas intensifican su campaña permanente añadiendo una dosis mayor de virulencia. El grado de parcialidad de algunos es tan exagerado, tan agresivo, tan visceral que convierten cada palabra en un insulto y en un desprecio a los políticos que no piensan como ellos y, en consecuencia, a todos aquellos que los votan. También aquí diré que no todos los periodistas son malos ni todos son iguales.

Me voy a referir a dos que me parece que encarnan la antítesis de la racionalidad y de la ética. Y voy a decir sus nombres. Me refiero a Carlos Herrera, de la COPE, y a Federico Jiménez Losantos de Es radio. El nivel de las descalificaciones, de los insultos, de los juicios de valor, de las actitudes despectivas, de las bromas crueles, sobrepasa las líneas básicas del respeto. Sus adversarios (de izquierdas, claro) son la encarnación del mal. Criticar es discernir, no es demoler. Analizar es argumentar no insultar. Libertad de expresión no es libertad de agresión. ¿Cómo se creen que se sienten los votantes de quienes tanto desprecian y a quienes tanto insultan?

No me gusta que en la campaña electoral se introduzcan altos niveles de descalificación del adversario. Parece que el núcleo de la argumentación está más en la destrucción del argumentario de los otros, que en la defensa rigurosa del propio. Qué decir de ese afán malsano de buscar y sacar en época de campaña todos los trapos sucios del contrincante. Como si la suciedad solo se encontrase debajo de unas siglas. No se dan cuenta del daño que se hacen a sí mismos cuando tratan de mostrar lo despreciables que son los otros. Por eso me gustan más los debates que los mítines. Me gusta más la argumentación serena que los insultos, los gritos y las descalificaciones.

En el libro “Aristóteles y armadillo llegan a la capital”, cuyos autores son los filósofos estadounidenses Daniel Klein y Thomas McCachcart y cuyo subtítulo es “Cómo analizar las mentiras de los políticos con humor”, aparecen unos políticos dialogando sobre el discurso que se va a pronunciar en un mitin. Uno de ellos dice a los colegas: El discurso para el mitin ha quedado muy bien, solamente hay dos ideas que no han quedado suficientemente confusas.

Hay una acusación que siempre me ha resultado pintoresca. Cualquier iniciativa que se plantee en plena campaña merece una inmediata descalificación:

Es una medida electoralista.
Pero, caramba, también esa crítica es electoralista. ¿Hay que dejar de hacer algo que es necesario, oportuno, y conveniente hacer por temor al etiquetado? Pues resulta que no hacer nada también sería electoralista, en el sentido inverso.

Lo que no me parece de recibo es llenar la campaña de promesas falaces, a sabiendas de que lo son. Porque se puede prometer algo sinceramente y después no cumplirlo porque las circunstancias son otras. Pero entonces hay que explicar el porqué del cambio, el por qué de la imposibilidad. He contado alguna vez la historia de un político que muere y llega al otro mundo preguntando por la normativa que existe sobre el destino definitivo. Le dicen que es necesario pasar veinticuatro horas en el cielo y otras veinticuatro en el infierno. Y, después, con sumo cuidado, ya que no existe la posibilidad de cambiar la decisión, es preciso elegir dónde se desea pasar la eternidad.

Deciden comenzar por el infierno. Cuando le abren las puertas del infierno se encuentra a otros políticos de su partido paseando en un clima estupendo y en un camino hermoso. Tienen rostros juveniles y sonrientes, visten trajes elegantes y conversan de manera animada. Camina sin rumbo y encuentra un campo de golf de verde resplandeciente y se entretiene en jugar unos hoyos con otras personas que juegan sin ninguna prisa.

Cuando pregunta dónde se puede comer algo, le dicen que hay un restaurante llamado El Tridente en el que la carta es extraordinaria y completamente gratuita. Se acerca al restaurante y pide caviar, langosta, vinos de marcas exquisitas. Comparte la comida con un alegre grupo de hermosas y elegantes mujeres.

Los altavoces anuncian que en breves momentos comenzarán los bailes y las fiestas. Todos están invitados. No puede estar más feliz. Pasan las horas velozmente. Y, cuando casi se ha olvidado de por qué está allí, le llega un aviso recordándole que ha finalizado su tiempo de estancia en el infierno.

– ¿Qué tengo que hacer ahora?, pregunta.

– Tiene que pasar veinticuatro horas en el cielo, le dicen.

Abren las puertas del cielo y ve unas nubes blancas de diferentes tamaños, le dan un arpa y le informan de que puede pasar de una nube a otra libremente. No hay nadie y nadie vendrá. Él comenta que no sabe tocar el arpa. Tiene que estar solo. Dice que es suficiente, que ya ha decidido. Pero informan de que no es posible abreviar la estancia. El tiempo se le hace interminable y aburrido.

Llega el momento de decidir dónde quiere pasar la eternidad. Dice que no tiene dudas. Quiere ir al infierno. Le advierten una vez más que no puede cambiar la decisión. Lo tiene más que claro. La diferencia ha sido enorme. Si no se puede cambiar, mejor.

Entra de nuevo en el infierno, pero ahora todo es diferente. Los políticos de su partido siguen allí, están vestidos con harapos y buscan comida en la basura. Sus rostros son decrépitos. El clima es asfixiante, el olor fétido e insoportable. Camina en busca del campo del golf para olvidar la pésima impresión, pero está calcinado. Cuando pregunta por el restaurante y la comida le dicen que tiene que buscar en la basura como están haciendo sus compañeros.

Entonces decide cambiar la decisión. Prefiere ir al cielo porque, aunque aburrido, al menos es soportable. Le recuerdan que no es posible. Entonces, irritado, pide elevar una queja enérgica. Le han engañado miserablemente para toda la eternidad. Le aconsejen que vaya a presentar esa queja a las oficinas del infierno.

Ayer pasé aquí veinticuatro horas maravillosas pero hoy, después de elegir pasar aquí toda la eternidad, he visto que todo ha cambiado. ¿Qué ha sucedido? – Muy sencillo, señor. Ayer estábamos en campaña electoral.

Hasta aquí la historia y la evidente conclusión. No se debe prometer hacer un puente en un pueblo en el que no existe un río. No puede ser la campaña una competición para ver quién da más.

Los ciudadanos tenemos que ser exigentes. Para ello tenemos que saber pensar y tenemos que trabajar para convivir en una sociedad justa. Hace unos años Philippe Perrenoud escribió un breve y contundente artículo titulado “La escuela no sirve para nada”. En él dice que puede un político despreciar al pueblo y ser votado masivamente en las siguientes elecciones. Se pregunta el autor: ¿Para qué les sirvió a esos votantes la escuela? ¿Qué aprendieron en ella? ¿Les enseñó a pensar? ¿Les enseñó a convivir en una sociedad cada vez más justa? Inquietantes preguntas.

sábado, 19 de febrero de 2022

_- Tongo, tongo o tonto, tonto

_- En época de elecciones los políticos casi se muestran serviles con los votantes. Todo son halagos, promesas, parabienes y sonrisas. La cercanía es constante en mítines, reuniones y encuentros de todo tipo. Necesitan hablar con el pueblo, necesitan al pueblo. Van corriendo detrás de los electores y las electoras para pedirles el voto. Lo hemos visto estos días durante la campaña electoral por la presidencia de la Comunidad de Castilla y León, mi querida tierra.

“Si te he visto, no me acuerdo”, dirán algunos bajo cuerda. Los halagos se vuelven desprecios, las promesas se olvidan, los parabienes desapareen y la cercanía se transforma por arte de magia en lejanía y olvido. Ahora ya están atrincherados en sus despachos y hace falta pedir audiencia para que te escuchen durante unos minutos.

Es cierto que no se puede generalizar. Yo no lo hago, al menos. No digo que todos los políticos sean iguales y, mucho menos, que todos los políticos sean malos. Defiendo con rotundidad la buena voluntad de muchas personas que se dedican a la política. Cuando no se manifiesta esa bondad hay que denunciarlo públicamente.

Hemos visto un caso de olvido de los intereses de los ciudadanos y ciudadanas en el proceso de votación de la Ley de Reforma Laboral. Es que no se ha hablado de la ley. De si es buena o de si es mala, de si es beneficiosa para la ciudadanía o no. De si es buena para el país o no. Y por qué. Lo que se ha hecho es convertir la ley en un arma arrojadiza contra el adversario político. Y los apoyos no se han producido por modificaciones o mejoras del texto legal sino por la concesión de prebendas a cambio del sí.

Los motivos de la oposición para rechazarla no se han basado en el análisis de la ley. Ni los de los socios de gobierno, salvo el PNV. Se han ignorado los beneficios que reporta su articulado y las consecuencias positivas que su aprobación suponía para la llegada de fondos europeos.

¿Qué importancia tenían los trabajadores y las trabajadoras, los empresarios y las empresarias? Porque ellos veían la bondad de la ley, aunque fuese mejorable. ¿Qué valor le daban a los acuerdos alcanzados por los sindicatos y la patronal? ¿Qué importancia tenían los que durante el período electoral eran tan necesarios como votantes? Lo que importa es machacar al gobierno, es destruir a Sánchez, es echar de la Moncloa a los socialistas y a los comunistas, a los independentistas y a los etarras. Les pedíamos a estos que abandonasen la vía armada y que abrazasen la vía política pero, cuando lo han hecho, siguen siendo igual de malditos. Se trataba de dar una patada a Sánchez en el culo de los trabajadores y las trabajadoras. Que sufran.

No podía creer lo que veía. Me tenía que frotar los ojos ante la pantalla del televisor para dar crédito a lo que estaba pasando en el Congreso de los Diputados.

Se trataba de votar la Ley de Reforma Laboral que habían pactado (oh, milagro) los sindicatos y la patronal. Un acuerdo importante ya que la ley en vigor se había aprobado con el rechazo de los sindicatos, en un momento de mayoría absoluta del Partido Popular. Era muy conveniente que se aprobase la Ley porque de ello dependía, como he dicho, la recepción de importantes fondos europeos.

La aritmética parlamentaria, después de negociaciones interminables, auguraba una votación ajustada: 176 síes y 173 noes. Si no había imprevistos, errores, deserciones, compra o venta de votos. Existían algunos temores. Porque dos diputados de UPN (Unión del Pueblo Navarro), los señores Sergio Sayas y Carlos García Adanero, decían que iban a votar sí por disciplina de voto, pero que su postura personal era de rechazo. ¿Cómo se pudieron fiar de ellos?

Se procede a la votación presencial a cuyos votos habría que añadir los votos que se que se habían emitido de forma telemática. Catorce votos exactamente.

Al hacer el recuento, la presidenta del Congreso, Meritxel Batet, comete un error y da por rechazada la Ley con el consiguiente alborozo, los intensos aplausos y el jolgorio de la derecha. ¿Qué es lo que aplaudían? ¿Que no se produjesen las mejoras para los trabajadores y las trabajadoras? ¿Descalificar el acuerdo social? ¿Que no llegasen los fondos europeos? Cuesta explicar tanta alegría.

Segundos después la presidenta anuncia: “Me informan los servicios de la Cámara que la Ley ha sido aprobada por 175 votos a favor y 174 en contra”. Y ahora los aplausos y el regocijo eran de los partidos del gobierno de coalición y de todos los que habían votado favorablemente. Mientras tanto, los diputados de la derecha gritaban: ¡tongo, tongo, tongo!, aunque creo que deberían haber dicho, refiriéndose a su distraído diputado:¡tonto, tonto, tonto!

¿Qué había pasado? Dos cosas que habían roto las previsiones de unos y otros.

Los dos diputados de UPN, antes citados, habían roto la disciplina de voto de su partido y, aunque habían dicho durante todo el día que iban a votar que sí, a la hora de la verdad, votaron que no. Ese cambio, del que algunos recelaban, hacía que ganase el no. 174 síes y 175 noes. La operación habría sido perfecta. La maniobra era magistral.

Pero hubo otro hecho insospechado. Un diputado del PP, Alberto Casero, se equivocó a la hora de emitir el voto telemático y en lugar de votar no, votó sí. Con lo cual el resultado era de 175 síes y 174 noes.

Los dos diputados díscolos habían traicionado a su partido ya que habían dicho que acatarían la decisión. Y habían mentido a todo el mundo, principalmente a los partidos del gobierno. Se puede invocar el voto por conciencia en algunos casos. En este, no. No se puede decir que “no le quiero lanzar un salvavidas a Sánchez”, “o no me llevo bien con el jefe de mi partido”, o “no me llamaron por teléfono”, sean cuestiones de conciencia. Ni “yo conozco lo que piensan los electores”, es un argumento que tenga que ver con la ética. Se convirtieron en tránsfugas porque fueron elegidos en listas cerradas y fueron votados por pertenecer a UPN. Es el partido el que tiene que tomar la decisión.

Y ahora vienen las reacciones. El PP, de forma visceral y alocada habla de error informático, luego de error humano subsanable, después de que no habían dejado entrar en el Congreso al Diputado Casero (¡enfermo de gravedad!, que no podía ir a votar, pero sí a reclamar), después de que no se hubiera reunido la mesa del Congreso, luego que era necesaria una comprobación telefónica invocando una norma de 2012 ya caducada, luego hablan de pucherazo, de conspiración, de fraude electoral, de prevaricación de la Presidenta de la Cámara.

Pus bien, no hay una mínima prueba de error informático, no era subsanable el error del diputado porque no se puede votar dos veces, nadie pidió la reunión de la mesa, las puertas del Congreso se cierran preceptivamente desde el inicio al final de la votación, no hubo omisión de llamada para la comprobación del sentido del voto porque esa comprobación ya se hace en el sistema de votación (“Compruebe si el sentido de su voto es correcto”, se dice en el proceso de votación), y nunca antes se ha hecho una llamada desde 2020 ya que había caducado la norma de 2012, ni es posible, cuando se ha votado telemáticamente, volver a votar presencialmente. Se podría hablar de pucherazo o complot si hubo connivencia entre el PP y la mentirosa actitud de los dos diputados de UPN. Si el señor Casero hubiera pulsado el sí, ¿estaríamos hablando de conspiración?

El PP no ha soportado esta rocambolesca derrota. Con la bonita jugada que habían preparado para ganar el partido, se desesperaron porque alguien por torpeza o despiste, metió un gol en propia puerta. Y los goles en propia puerta suben al marcador.

Y ahora vuelvo al comienzo del artículo. ¿Dónde han estado los intereses de los ciudadanos y las ciudadanas del país? ¿Cuándo se ha preocupado la oposición del interés común en esta votación? ¿En quién han pensado los tránsfugas para desobedecer la orden del partido? Si se hubiesen tenido en cuenta los intereses de la ciudanía, esta ley debería haber tenido un respaldo unánime, no digo mayoritario, digo unánime.

Tenemos que ser exigentes. En primer lugar tenemos que informarnos de lo que sucede. Y luego, analizar con rigor esa información, levantar la voz con energía y tomar decisiones racionales y justas a la hora de votar.

El Adarve