lunes, 25 de diciembre de 2023

¿Dulce Navidad?


“Navidad, Navidad, dulce Navidad, la alegría de este día hay que festejar”, dice la letra de una conocida canción navideña. ¿Dulce Navidad? Imagino cómo será la Navidad de los niños y las niñas de Ucrania y los de la franja de Gaza. Cualquier adjetivo del diccionario será más preciso que el que figura en el título del artículo. Cualquiera de estos le convendría más a la realidad de estas criaturas: amarga, cruel, triste, horrible, catastrófica, infame, injusta, espantosa, terrible, dura, desastrosa… Navidad.

Se trata de genocidios puros y duros, tal como los define el convenio del 9 de diciembre de 1948 de las Naciones Unidas en el contexto del proceso de Nürenberg: “Se entiende por genocidio los actos cometidos con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”.

Cuando encendemos la televisión y vemos imágenes del horror no sabemos si se trata de escenas de una película o registros de la realidad. Este es un fenómeno inquietante, como explico en mi libro “Imagen y educación”: La película se hace realidad. De hecho, algunas veces lloramos ante la historia que se cuenta en una película. Pero, de la misma manera, alejamos emocionalmente las escenas recogidas de la realidad como son las de estas guerras, convirtiéndolas en escenas de ficción. Casi setecientos días de guerra en Ucrania. Más de dos meses de guerra en Oriente Próximo. No tenemos ni idea de cuándo llegará el fin. Podemos comer y hablar y reír mientras observamos la barbarie, mientras vemos niños muertos, niños que se han quedado huérfanos, niños y niñas mutilados, edificios destruidos, escenas devastadoras… Se destruyen hospitales, escuelas, museos, viviendas… Y en estas fiestas de Navidad pasearemos viendo la profusión de luces, cantaremos villancicos y comeremos y beberemos felices… El sufrimiento de tantos niños y niñas inocentes será simultáneo en el tiempo a esta riada de festejos.

Decía Plinio el Joven que “la guerra es un atentado contra el género humano”. Pero lo es especialmente contra los niños y las niñas. ¿Qué han hecho para ser víctimas o testigos de esa increíble brutalidad? Sostenía Kant que “la guerra es nefanda porque hace más hombres malos que los que mata”. Traigo a colación esta cita porque la guerra no solo causa daños en quienes la padecen sino en quienes la contemplan. Nos muestra el cruel y estúpido método para resolver los conflictos. “Salvo una batalla perdida no hay nada más triste que una ganada”, dice Arthur Wellesley, duque de Welington que combatió en la guerra de independencia española.

No habrá para los niños y las niñas de la guerra más que miedo y horror en esta Navidad. Miedo a las bombas, a la muerte, al hambre, a la enfermedad, a la pérdida de la familia… Horror ante la destrucción de viviendas, ante la muerte de personas queridas, ante un futuro incierto… La guerra es terrible; las secuelas de la guerra son inenarrables.

Esos niños y esas niñas no tendrán juguetes, ni árboles, ni belenes, ni villancicos, ni regalos, ni fiestas, ni dulces, ni sonrisas, ni luces, ni paz…

La guerra y la Navidad se repelen como fuerzas antagónicas. ¿En nombre de qué Dios se puede robar la Navidad a estos niños y a estas niñas? ¿En nombre de qué causa se les puede arrebatar sus derechos? Derecho a la paz, a la seguridad, al alimento, al cobijo, a la educación, a ser a queridos, a ser protegidos…

Los días se suceden en una y otra guerra sin que el resto del mundo haga otra que mirar asombrado esta brutalidad irracional. He recibido una tarjeta de felicitación en la que se ve a una pareja sentado en un banco al lado de un árbol de Navidad. Ella dice:
– La historia nos juzgará como cómplices de genocidio.
Él contesta:
Oye, que nosotros no hemos hecho nada.
Y ella replica de forma contundente.
Exacto.

Resulta casi inexplicable cómo en muchos países del mundo se celebran estas fiestas con millones de bombillas de colores, con todo el derroche que es imaginable, mientras en otros lugares del mismo mundo personas con iguales derechos mueren y pasan calamidades sin cuento.

¿Qué mundo les vamos a entregar a nuestros hijos y a nuestras hijas? ¿Qué leyes nos hemos dado? ¿Qué educación hemos recibido? ¿A qué escuela fueron los líderes que mantienen un día tras otro la decisión de acabar con la vida de tantos inocentes?

Los mandatarios de los países en guerra, los que tomaron la cruel decisión de exterminar a otro país y la mantienen cada día, ¿cómo pueden dormir y vivir con ese cargo de conciencia? ¿Qué piensan y qué sienten cuando ven en la televisión imágenes tan cargadas de horror? ¿Cómo pueden soportar ver los cadáveres de los niños y de las niñas asesinados? ¿Cómo pueden ver las ambulancias transportando criaturas inocentes medio destrozadas por la metralla?

Me centro en los niños y las niñas porque la Navidad es una celebración especialmente suya. La cristiandad celebra el nacimiento de un niño Dios. Y la cultura ha incorporado esta fiesta a sus tradiciones más significativas que los niños y las niñas viven con enorme ilusión.

Me duele escuchar decir al señor Putin que es importante y necesario cultivar el patriotismo en la juventud. Lo que quiere decir es que el amor a la patria les movilice para ofrecer la vida en la defensa de sus criminales planteamientos. Él toma la decisión de que vayan al frente y ellos ofrecen sus vidas para ir la guerra con alegría y orgullo.

Dalton Trumbo fue un famoso novelista y guionista estadounidense, perseguido por el macarthismo en la época de la caza de brujas. Dirigió una sola película titulada “Johnny cogió su fusil”. El guión fue escrito por el mismo Trumbo sobre una novela antibelicista de su autoría que tenía el mismo título. La película está protagonizada por Thimoty Botons. Cuenta la historia de un joven que es reclutado para combatir en la Primera Guerra Mundial, rompiendo una vida feliz y un futuro cargado de ilusiones y proyectos. En el frente es herido por una explosión y queda convertido en un tronco humano: sin ojos, sin oídos, sin habla, sin piernas ni brazos… Solo se puede comunicar a través de señales de morse dibujadas en la piel. Quienes quedamos en la sala hasta el final de los rótulos de crédito (siempre aconsejo quedarse hasta el final, no solo hasta la palabra fin que, en algunas ocasiones, debería decir por fin) pudimos leer una frase en latín que estaba llena de mordacidad: Dulce et decorum est pro patria mori. Es dulce y honroso morir por la patria. ¿Dulce? Qué horrible trampa la del patriotismo.

Desde sus casas de gobierno Putin y Netanyahu darán órdenes lejos de las trincheras, mientras los patriotas brindan sus vidas en defensa del genocidio. Es decir, que una guerra provoca víctimas en el enemigo y otras entre los combatientes del propio bando.

Acabo de escuchar sobrecogido la entrevista que Angels Barceló ha realizado a Ricardo Martínez, miembro de Médicos sin Fronteras. Qué horror. Qué crueldad. Qué tristeza. Miles de niños y de niñas que llegan a hospitales llenos de sangre y de heces porque el miedo les hace defecar. Muchos de ellos llegan con una etiqueta que produce un dolor insoportable: “niño herido sin familia sobreviviente”. Si se salva, ¿qué será de su vida? Miles de personas durmiendo a la intemperie con frío, sed, con heridas, hacinamiento en escuelas con una ducha para quinientas personas, falta de alimentos, falta de anestesia y de calmantes para los postoperatorios… ¡Con las fronteras cerradas para recibir ayuda humanitaria! ¿Por qué?

Israel tiene derecho a defenderse de los ataques terroristas de Hamás, pero lo que está haciendo sobrepasa todos los límites. Está sometiendo a la población de la franja de Gaza a un exterminio inadmisible.

No solo hay guerra en Ucrania y en la franja de Gaza. Hay más puntos infernales cargados de conflicto y de dolor en esta ¿dulce Navidad?: Siria, Yemen, Afganistán, República Democrática del Congo, Sudán del Sur… Decía Humberto Maturana, querido amigo que nos dejó no hace mucho, que los seres humanos somos “adictos al amor” y «dependientes para la armonía biológica de nuestro vivir cotidiano de la cooperación y la sensualidad, de las caricias y de vínculos positivos y sintonía emocional con los demás, no de la competencia y la lucha». ¿Qué nos está pasando, entonces? Ojalá que la Navidad avive en todos los seres humamos ese núcleo de bondad, de solidaridad y compasión hacia nuestros semejantes que, según Maturana, es consustancial a nuestra condición humana.

El Adarve. Miguel Ángel Santos Guerra.

domingo, 24 de diciembre de 2023

«El país se hunde»

Me escribe un amigo un mensaje por whatsapp con reflexiones sobre la España de estos días que me parece refleja perfectamente lo que nos viene pasando. O, mejor dicho, lo que viene pasando a una parte de España. Entristece leerlo, pero creo que vale la pena hacerlo y lo difundo con su permiso, aunque sin dar su nombre. 


 Tomado de Juan Torres López.

Las nietas que hunden sus manos en la tierra buscando a sus abuelos fusilados por el franquismo en España

Parte de las excavaciones gestionadas por ACVSSR

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Parte de las excavaciones gestionadas por ACVSSR. 

Ambos nacieron en 1902 y fueron fusilados en 1939. Las fechas están inscritas en lápidas inexistentes, lápidas que les fueron negadas cuando arrojaron sus cuerpos a la fosa común. Las sentencias no fueron solo de muerte, también de olvido. Pero sus verdugos fracasaron. Hoy sus nietas los nombran y recuerdan. 

Manuel Mateo López y Facundo Navacerrada Perdiguero eran jornaleros pobres, hombres de familia y ciudadanos involucrados en la vida pública de su comunidad.

En 1936, tras el golpe de estado del 18 de julio, el llamado a defender la República los colocó en posiciones de liderazgo sindical y municipal en el pueblo de San Sebastián de los Reyes, 18 kilómetros al norte de Madrid.

Manuel era alcalde cuando la aviación nazi bombardeó Colmenar Viejo, un pueblo vecino. En respuesta, Manuel mandó a construir refugios para proteger a los sobrevivientes y les garantizó alimentación y abrigo.

Facundo fue teniente alcalde del mismo concejo municipal. Juntos, le cerraron el paso al hambre y la enfermedad, males subsidiarios de la guerra, y solucionaron los problemas de abastecimiento que enfrentaba el pueblo.


Ambos sirvieron en el frente por la defensa de Madrid.

En medio de las explosiones, la sangre y la traición, Manuel y Facundo imaginaron e hicieron realidad maneras alternativas de organizar la vida.

Al parecer, ese fue su crimen. 

Carmen Carreras y Benita Navacerrada

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 Carmen Carreras, secretaria de la Asociación Comisión de la verdad de Sanse, junto a Benita Navacerrada, hija de uno de los represaliados en Colmenar.

En 1939, cuando los golpistas triunfaron, Manuel y Facundo fueron condenados a muerte. Los trasladaron a Colmenar Viejo.

El improvisado tribunal que los encontró culpables recurrió a denuncias espurias de vecinos que buscaban congraciarse con el nuevo régimen.

Facundo fue fusilado el 24 de mayo; Manuel, el 22 de octubre.

Sus cuerpos, junto con los de otras 106 víctimas, fueron enterrados en una fosa común en el cementerio de Colmenar Viejo.

84 años después, escucho esta historia en boca de Esther Mateo Cabrero y Gema López Navacerrada, nietas de Manuel y Facundo.

A Gema y Esther las mueve un objetivo concreto: remover la tierra para recuperar los huesos de sus abuelos.

"Por eso estamos aquí", dice Esther, "para dignificar la memoria de los nuestros, porque no fueron perros, sino personas que tenían un pasado, unos padres, unos hijos. Y ahora estamos aquí sus nietos".

Equipo de excavación de Aranzadi junto a miembros de la. Pie de foto,

Equipo de excavación de Aranzadi junto a miembros de la ACVSSR

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Equipo de excavación de Aranzadi junto a miembros de la ACVSSR.


Vine a Sebastián de los Reyes para reunirme con Gema y Esther, pero también con Luis Pérez Lara y Carmen Carreras Béjar, presidente y secretaria de la Asociación Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes (ACVSSR), quienes impulsan el proyecto de exhumación en el cementerio de Colmenar Viejo.

Nos encontramos en el centro cultural Blas de Otero, un espacio empeñado en propiciar el encuentro comunitario en tiempos de ensimismamiento digital.

Luis me da la bienvenida con una sonrisa hospitalaria. Ese hombre que ha visto de frente el horror no escatima sonrisas. Varias veces, quizá demasiadas, exclamo que no lo puedo creer cuando me dice que tiene 87 años.

La espalda erguida, la mano fuerte, la palabra resuelta me muestran a una persona por lo menos veinte años menor. Si Luis fuera distante y parco, si decidiera enfrentar la vida con una mueca amarga, nadie podría juzgarlo. Pero en cambio sonríe.

¿De dónde viene esa sonrisa? ¿De haber dado con la fórmula para convertir el sufrimiento en el combustible que le permite seguir creyendo que la justicia es posible?

Esther Mateo, nieta de Manuel Mateo López y Gema Navacerrada. Pie de foto,

Esther Mateo, nieta de Manuel Mateo López y Gema Navacerrada

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Esther Mateo, nieta de Manuel Mateo López, junto a Gema Navacerrada, nieta de Facundo Navacerrada, dos de los represaliados en Colmenar Viejo tras la guerra civil española, se asoman a los trabajos en la fosa común de Colmenar Viejo.


"Se oye con mucha frecuencia", dice Luis, "que lo que aquí ocurrió fue una guerra y que hubo dos bandos que cometieron barbaridades. Yo digo que eso es mentira.

Aquí lo que hubo fue un golpe de Estado que trató de destruir la República y esta, que no era un ‘bando’, sino un gobierno elegido democráticamente, se defendió. Mis padres eran comunistas los dos y se fueron al frente a defender la República.

A mí, de tres mesesitos, me dejaron al cuidado de mis abuelos. Durante tres años fui el hijo de unos héroes.

Se acaban los tres años, triunfan los golpistas, y de un día a otro me convierto en el hijo de unos rojos asesinos, hijos de puta. Mi padre salió al exilio. A los 21 años, viajo a Francia a conocerlo.

Descubro un país que no se parece en nada al mío. En el mío las cárceles están llenas de opositores y todavía se ordenan fusilamientos. En ese momento me integro a la lucha clandestina.

En el año 68 me capturan y me sentencian a 13 años de cárcel. Para justificar la sentencia, la policía argumenta que se me encontraron octavillas que llamaban a los trabajadores a luchar por la democracia. Ese era mi delito.


Fui torturado por el equipo policial de Billy 'El Niño'. Yo pasé por sus desgraciadas manos"


Muestra de un cráneo de una de los exhumados con un impacto de bala

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Muestra de un cráneo de una de los exhumados con un impacto de bala.


Carmen, secretaria y vocera de la ACVSSR, tiene la mirada escrutadora y le interesa que todo cuanto diga esté fundamentado.

Su formación científica no le impide, sin embargo, emocionarse y me muestra sin reparos el brazo escalofriado cuando la conmueve algún episodio del relato que está comenzando a contarme.

"Este país nos ha mantenido con mentiras durante 40 años de franquismo y muchos de democracia. Yo me crie sin saber nada de esto. Apenas lo descubrí cuando fui a la universidad".

A mí me ocurrió lo mismo, le digo. No fue sino hasta que fui a la universidad que comprendí las dimensiones del horror que se había vivido en Guatemala, de donde vengo.

En Guatemala también se interrumpió un proceso democrático con la excusa de defender al país del comunismo.

En Guatemala, también, familiares de víctimas masacradas por el ejército continúan cavando agujeros en la tierra con la esperanza de encontrar los restos de sus parientes.

Una de las integrantes de Arazandi realizando labores de recopilación.

Una de las integrantes de Arazandi realizando labores de recopilación

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Una de las integrantes de Arazandi realizando labores de recopilación.


"Para llevar adelante este proyecto", dice Carmen, "nos enfrentamos al problema de que nosotros éramos una asociación local de San Sebastián de los Reyes y la exhumación había que hacerla en otro municipio".

La Asociación, sin embargo, consiguió que su ayuntamiento se pusiera de acuerdo con los alcaldes de los otros siete ayuntamientos, para presentar un proyecto al gobierno, amparado por la recién aprobada Ley de Memoria Democrática.

"Nuestra asociación", enfatiza Carmen, "se tiene que sentir orgullosa de que alcaldes del PP, del PSOE, de Ciudadanos e Independientes, se hayan puesto de acuerdo y dijeran que sí al proyecto. Hay cosas que simplemente superan los criterios partidistas".

En asocio con la Sociedad de Ciencias Aranzadi, el proyecto comenzó en 2022 y a la fecha se han recuperado más de la mitad de los restos de los 108 fusilados.

Sin embargo, hasta que finalice el proceso, la Unidad de Antropología Física de la Universidad Complutense de Madrid y el laboratorio BIOMICS, de la Universidad del País Vasco, no podrán analizar las muestras de ADN para determinar cuáles restos pertenecen a Facundo Navacerrada y cuáles a Man<-

Jornada de excavación.

Jornada de excavación

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Para los mayas, pueblo originario del país de donde vengo, los abuelos y las abuelas son quienes nos revelan lo que somos, nos proveen de un lugar en el mundo y nos consuelan frente al misterio cíclico de la vida y la muerte.

Nos plantan como a ceibas en la tierra y en el tiempo.

Tengo en mis manos dos folletos editados por la Asociación que honran la memoria de Facundo y Manuel. Las cubiertas muestran los retratos de ambos en blanco y negro: hombres jóvenes que miran a la cámara con orgullo.

Pienso primero que me está traicionando la imaginación, pero después de un par de ojeadas lo confirmo: Gema se parece mucho a Facundo, Esther se parece mucho a Manuel.

La genética ha conseguido hacerle un doblez al tiempo y los dos hombres parecen reunirse de nuevo a través de los genes de sus nietas.

En ese momento, Gema está hablando de su madre, Benita Navacerrada, que se ha convertido en símbolo de la lucha contra el olvido y representante de una generación para quienes la reivindicación de la memoria y la justicia parece haber llegado demasiado tarde.

A sus 91 años, Benita Navacerrada sigue en pie y en ella se reúnen las aspiraciones de miles de hombres y mujeres que murieron sin saber dónde estaban enterrados sus padres.

Gema dice que su madre se acuerda de todo.

"Lo cual", precisa, "es bueno y malo porque se pasa todo el día pensando en ello".

Hay un recuerdo que a Benita le causa especial sufrimiento: en San Sebastián de los Reyes todo el mundo decía que a Facundo no lo fusilaron, sino lo quemaron.

"De hecho, mi madre sabe quién llevó la gasolina. Y ese señor, con el que ella se vio forzada a convivir en un pueblo de 1.500 habitantes, pasó de ser un pobrecito a que le regalaran una finca".

Las lágrimas asoman en los ojos de Gema.

"Si es verdad que lo quemaron", continúa, "reconozco que no aparecerá y para mi madre eso va a ser muy duro. Ella dice que lo entiende, pero cuando empecemos a entregar los restos a los familiares y ella no tenga los de su padre…".

"Eso no lo sabemos", interrumpe Carmen, "yo espero que no sea cierto".

Con gran sabiduría y sensibilidad simbólica, necesarias para comprender los mecanismos sutiles del duelo, durante la primera excavación surgió la idea de recoger montoncitos de tierra de la fosa y colocarlos en pequeños saquitos de cuero para entregar a los familiares.

Benita Navacerrada recibió uno y lo apretó contra su pecho.

A Esther le hubiera gustado que su padre, hijo de Manuel, viera lo que ella está viendo, que protagonizara junto a Benita esta historia.

"Mi padre nunca lo superó. Siempre lo llevó muy mal. Desgraciadamente, murió joven, con 69 años. Por eso me da tanta alegría ver a Benita, que ella sí ha podido ver los homenajes que se han hecho a su padre, el poder estar allí en la fosa. Yo veo a Benita… Y veo a mi padre".

Esther llora y sujeta con fuerza la mano de Gema, que llora también. Se miran a los ojos, como si encontraran, la una en la mirada de la otra, respuestas a preguntas esenciales: ¿qué harán cuando reciban los restos de sus abuelos, cuando se vacíe la tierra que ocupan?

¿Cuánto cambiarán sus vidas cuando termine la búsqueda y el duelo encuentre algún alivio? ¿Cómo será el día después de la justicia?

* Esta crónica se publicó originalmente en el sitio de Centroamérica Cuenta, y es parte de un proyecto de relatos realizados en los países en que se realiza el festival itinerante.

Benita Navacerrada, madre de Gema e hija de Facundo Navacerrada.

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Benita Navacerrada, madre de Gema e hija de Facundo Navacerrada.


https://www.bbc.com/mundo/articles/c9r64xz1p4wo

sábado, 23 de diciembre de 2023

Yuval Noah Harari: “Netanyahu construyó una coalición de fanáticos mesiánicos y sinvergüenzas oportunistas” El historiador y escritor israelí, autor del superventas ‘Sapiens’ y con más de 45 millones de libros vendidos, es uno de los pensadores estrella de ámbito mundial

Netanyahu Israel
Yuval Noah Harari, en el Ateneo de Madrid, donde estuvo el pasado mayo en una charla del Global Youth Leadership Forum.
El historiador y escritor israelí, autor del superventas ‘Sapiens’ y con más de 45 millones de libros vendidos, es uno de los pensadores estrella de ámbito mundial.

Barro es una palabra importante en la vida de Yuval Noah Harari (Kiryat Atta, Israel, 47 años). Cuando era niño, cuenta, vivía en una casa rodeada por un lago. Allí jugaba al fútbol, observaba las especies animales que aterrizaban por el lugar y solía construir castillos con la tierra húmeda, pese a que acabara sumido en el fango. Entonces debía quedar algo absorto entre sensaciones encontradas y conceptos que conectaban paradójicamente. Quizás por eso, a veces tienda a utilizar términos que resuenan en su subconsciente, y aunque no tengan que ver con sus ideales de infancia, sí entrañan ciertas sensaciones pegajosas. “Parte del problema de hoy”, dice, “es que nos hallamos enfangados en una cantidad de información que no podemos procesar y la mayoría de esta, con la que nos alimentamos, es información basura”.

Por eso, además, se atreve a darnos un consejo: “Como ocurre con la comida, nos estamos atiborrando de información basura. Necesitamos una dieta. Debemos medir las raciones de información que ingerimos”.

Dieta también es una palabra con peso en la vida de Harari. Es vegano, aunque no ultra. Si visita a su madre y a ella se le ocurre añadir queso de cabra a una tarta, se la come. Su vocación austera y la medida del tiempo rigen su vida. Lo administra bien, como observamos mientras le acompañamos en su visita más reciente a Madrid, en mayo pasado. Allí, por la mañana, habló media hora clavada para cientos de empleados de Sanitas sobre el futuro de la salud en la Fábrica de TapicesDe pie, con su tono de voz agudo y su habilidad para desentrañar conceptos complejos ante todo tipo de públicos, aseguró que nos encontramos ante una nueva era en ese ámbito: “La revolución tecnológica no solo nos lleva a curar a enfermos, sino a mejorar la salud de quienes se encuentran sanos”.

Aunque, a juzgar por lo que horas después, en el Ateneo de Madrid, por la tarde, dijo Harari durante la presentación del VIII Global Youth Leadership Forum, uno se pregunta hasta qué punto vale la pena mantener las analíticas en niveles óptimos: “Si no regulamos pronto las nuevas tecnologías de la información, perderemos el control de nuestras vidas”, soltó. Y así, entre el advenimiento del apocalipsis y la constatación de los mejores avances y progresos a nuestro alcance, el filósofo israelí ha construido su disquisición de la época en que vivimos no solo en su obra —sobre todo con tres superventas, con más de 45 millones de copias, como Sapiens, Homo Deus o 21 lecciones para el siglo XXI, principalmente—, también en sus charlas, conferencias y debates públicos.

Harari es una estrella del pensamiento mundial. Entre esos dos extremos, consciente del yin y el yang que balancea en su vida y su filosofía, me atreví a preguntarle, ya al final de su jornada madrileña, bajo el retrato de Manuel Azaña en el Ateneo, sentados frente a frente y rodeados de tres miembros de su equipo, si era optimista. “Trato de ser realista”, contestaba entonces. “No me considero un pesimista que piense que nos encontremos condenados y sin salida porque entonces: ¿qué sentido tiene intentar hacer algo? Pero, por el contrario, un optimista cree que al final todo se va a arreglar por sí solo y no se responsabiliza de nada. La verdad es que afrontamos retos enormes, pero en la época que nos ha tocado vivir disponemos del conocimiento y los recursos suficientes para resolverlos”.
 
Yuval Noah Harari, en el Ateneo de Madrid.
Yuval Noah Harari, en el Ateneo de Madrid.
 FRANCIS TSANG

No había estallado entonces la última guerra en Oriente Próximo. Pero en medio del conflicto le volvimos a preguntar. Harari se había movilizado contra el asalto a la democracia en su país por parte del Gobierno de Benjamin Netanhayu y la situación no ha disminuido sus críticas: “Él no es culpable del ataque que perpetró Hamás. Pero ha fracasado a la hora de preparar al país para una guerra”, afirma. “Ha gobernado casi sin interrupción desde 2009 y, por desgracia, ha antepuesto sistemáticamente sus intereses personales a los nacionales. Construyó su carrera política dividiendo al país y debilitando cualquier institución del Estado que no lo sirviera ciegamente”.

La protesta contra Netanyahu se convirtió en un asunto central entre sus actividades. “Me siento muy comprometido contra esa situación. De una manera que nunca imaginé que lo haría. Hasta el punto de que en primavera me vi en medio de una plaza en Tel Aviv dando un discurso ante miles de personas. Cuando el fuego rodea tu casa y te planteas cómo sería vivir en una dictadura, no te queda más remedio”, nos contaba en mayo pasado. Sobre todo, cuando su trabajo se basa en la libertad de expresión y se ve obligado a escribir cosas no muy agradables sobre líderes políticos o empresariales… “Pensar que un día te puedes levantar y esa libertad haya desaparecido, que en 2024 podamos estar cerca de vivir las últimas elecciones democráticas en Estados Unidos o que el Gobierno de Israel triunfe a la hora de destrozar la independencia judicial y la libertad de pensamiento y los derechos humanos, me obliga a reaccionar”.

A lo largo del año pasado, cuenta Harari, la situación de asedio a la democracia en su país empeoró. “Netanyahu construyó una coalición de fanáticos mesiánicos y sinvergüenzas oportunistas que se dedicaron a ignorar los muchos problemas que tenemos, incluyendo el deterioro de la seguridad, y en lugar de eso se concentraron en acaparar un poder ilimitado para sí mismos”, denuncia ahora. “Para perseguir esos objetivos adoptaron unas políticas extremadamente divisivas, expandieron teorías de la conspiración sobre las instituciones públicas que se oponían a sus estrategias y calificaron a las élites de servicio comprometidas como traidores desestabilizadores”.

En medio de esa estrategia populista del Gobierno, prefirieron taparse los oídos ante las advertencias de las fuerzas de seguridad. “Fueron continuamente prevenidos por el Ejército y los servicios de inteligencia acerca de que esas políticas situaban al país en peligro y erosionaban nuestra capacidad ante ataques externos. Se burlaron de los expertos e ignoraron todos sus avisos”, asegura.

Los oídos sordos llegaron a ser de tal calado que, “para colmo”, afirma el filósofo, “cuando el comandante en jefe del Ejército le pidió una reunión para prevenir a Netanyahu de hasta qué punto sus políticas afectaban a la seguridad nacional, el primer ministro rechazó el encuentro. Y cuando el ministro de Defensa, Yoav Gallant, levantó la alarma, lo cesó y fue obligado a restituirlo solo por la indignación popular que esa decisión provocó”.

En medio de toda esa ceguera, Hamás atacó el pasado 7 de octubre para impedir, según Harari, algo muy concreto. “Israel estaba a punto de firmar un acuerdo de paz con Arabia Saudí. El tratado estaba destinado a normalizar las relaciones entre Israel y el mundo árabe, mejorar las condiciones de los palestinos y reanudar el proceso de paz. Esa perspectiva de normalización ha aterrorizado tanto a Hamás como a Irán, su principal apoyo. Por eso se produjo el ataque, por eso lo perpetraron con tanta saña contra civiles e incluso lo filmaron. El objetivo era desbaratar el acuerdo y esparcir semillas de odio que acaben con cualquier oportunidad para una paz futura”, cree.

Pese a todo, reta a su Gobierno a no caer en una trampa: “No deberían encerrarnos en una guerra sin fin. Espero que, tras desarmar a Hamás, eso no implique frustrar acuerdos de paz futuros, que Israel regrese a la propuesta saudí, se comprometa en el camino de la pacificación y se dé cuenta de que esta solo puede ser alcanzada si conlleva la posibilidad de dotar a los palestinos de una vida digna en su propia patria”.

Pero el objetivo se aleja. La obcecación del Gobierno israelí y las señales autoritarias de los últimos años hacían temer lo peor y esto se produjo. “Ese comportamiento a lo largo de los años ha corroído el poder del Ejército y el Estado. Israel ha denominado la operación militar como Espadas de hierro. Pero si mantienes esas espadas en agua salada, se oxidan. Da lo mismo lo que uno pueda pensar acerca del conflicto palestino-israelí, la manera en que las políticas populistas de Netanyahu han corroído el Estado de Israel deberían servir de aviso a todas las democracias del mundo. Si das el poder a los populistas, te puede ocurrir a ti”.

No será porque él se canse de advertirlo. Tiene la oportunidad de decírselo a la cara a los líderes más influyentes del mundo cuando se reúne con ellos. Los despachos de ciertos mandatarios en el cargo son habituales en los viajes que Harari realiza por el mundo, como los de empresarios, fundaciones y think tanks… Es el gurú favorito de Silicon Valley. Quizás no haya diseñado un pensamiento original propio. Pero nadie duda de que ha logrado resumir en esta era de la incertidumbre atiborrada de datos gran parte de lo que nos ocurre. Lo ha hecho en una obra que ha tratado de explicarnos nuestro pasado en Sapiens, el futuro en Homo Deus y el presente en 21 lecciones para el siglo XXI.

Probablemente seduzca a los magnates tecnológicos por los principios del contrapunto. No usa teléfono inteligente, aunque tiene uno, solo para emergencias. Ataca los peligros de la inteligencia artificial y demanda con urgencia su regulación en todo el mundo, una iniciativa que ya ha tomado la Unión Europea. Dedica dos horas al día a la meditación y al menos uno o dos meses al año al retiro en completo silencio bajo las reglas de la ortodoxia vipassana. En cuanto a los líderes, Harari desafía conceptos básicos del pensamiento político: desde la libertad a la igualdad. No las cree productos de un derecho inalienable del hombre, sino obra de su capacidad de ficción, como sostiene en Sapiens. No quiere decir esto que nos encontremos ante un furibundo anarcoiliberal: todo lo contrario. Como hemos visto, se siente cada vez más comprometido con la defensa de la democracia.

Vive en Tel Aviv y mantiene su cuartel en las oficinas de su compañía: Sapienship, fundada junto a su esposo y mánager, Itzik Yahav. Antes de publicar Sapiens fue profesor de Historia Medieval y Militar en la Universidad Hebrea de Jerusalén, donde, dice, además de dar clase se dedicaba a escribir artículos y estudios que apenas llegaban a nadie. Mientras estudiaba, entre otras cosas, la conquista de México y dedicaba su tiempo a las crónicas de Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, nos cuenta cómo se le fue ocurriendo Sapiens. “Al mismo tiempo leía sobre chimpancés, para divertirme”.

Yuval Noah Harari. FRANCIS TSANG 

Y fue hilando. Entendió que necesitaba destrozar su propio método de escritura: “Cuando estás metido en el doctorado y redactas artículos académicos, los haces de una forma que agrade a tus colegas, con ese código que sabes que les gusta. He tenido que olvidarme de eso y reaprender a escribir para hacerlo accesible”, afirma. Buscó influencias. “Para mí, una muy importante fue la lectura de Armas, gérmenes y acero, el libro de Jared Diamond. Cambió mi vida. No solo a la hora de plantearme cómo escribir, sino sobre qué hacerlo”, confiesa. “En la Universidad te empujan a especializarte, él me hizo ver que como científico vale centrarse en ello, pero debes ampliar el foco hacia la historia del universo”. Otra influencia para Harari fue La política de los chimpancés, de Frans de Waal. “Me enseñó que puedes aplicar el sentido del humor, me divertía y a la vez podías enterarte con profundidad del comportamiento animal y humano”.

Así fue conformando un estilo propio y radicalmente distinto al del aplicado doctorando. Una manera de contar que ha enganchado a decenas de millones de personas y en la que caben en sus páginas la cultura popular y la ciencia de alto nivel. Harari tira de cómics como Jabato para explicar el cerco de Numancia o de Harry Potter para que mastiquemos mejor algoritmos y disquisiciones que investiga. “Mi trabajo es establecer un puente entre ese conocimiento más sesudo y el gran público”, asegura. Y no le importa que le acusen, como han hecho algunos expertos que han tratado de desmontarlo, de populismo científico. “Es verdad y no creo que sea malo. Mi objetivo se centra en eso, en popularizar la ciencia. Ya he escrito artículos que han leído algo así como cinco personas en todo el mundo. Ahora lo que hago es estudiar lo que han hecho otros colegas y no escribir para alentar teorías de la conspiración, pero sí acercarme a muchos lectores más. Si no llegas a ellos, se crea un vacío donde entran las mentiras. Si pierdes a ese público, lo atrapan otros”.

Son muchos los científicos que no saben cómo comunicar bien sus descubrimientos, asegura. “En esa comunidad, escribes con el peso de los números, las ecuaciones, los hechos. No se admiten chistes, ni bromas… Pero no cuadra, no llega, porque somos una especie acostumbrada a las historias, pensamos en esa clave, nos engancha eso, no las estadísticas”. Esa es la teoría principal de Sapiens. En su libro, Harari sostiene que la especie ha logrado imponerse en el mundo gracias a su capacidad para entrelazar ficciones que han mantenido a lo largo de los siglos comunidades enteras. “Así que si deseas explicar los grandes temas necesitas esas herramientas, las de contar bien historias. Ceñirte a la ciencia y los últimos descubrimientos, pero traducirla a una materia interesante y accesible hasta para los adolescentes”.

Pero no solo pretende convencer a sus lectores en más de 60 lenguas con teorías a menudo poco complacientes, como que la especie de los sapiens se impusiera a los neandertales a causa del primer genocidio de la humanidad o que el cambio climático que se nos viene encima no cuenta como el primero, sino el tercero. También busca influir en quienes llevan las riendas. “A menudo les aconsejo que se aparten, que mediten, que busquen tiempo y espacio para sí mismos”, afirma. “Demandamos que nuestros líderes empleen todas sus fuerzas en nosotros, pero si ellos carecen de la oportunidad de contemplar y calmarse, no ejercerán bien su trabajo”. Lo tiene comprobado. Y para resumirlo emplea una parábola moderna al alcance de todo el mundo: “Me doy cuenta a menudo de que, si no tienes hueco para recrearte en una amplia conversación con ellos, nada bueno ni que merezca la pena saldrá de ahí. Si solo dispones de 20 minutos, no llegas a nada. En cuanto aparece el silencio, se marchan a lo siguiente”. ¿Miedo al vacío? “Así solo te quedas en los clichés. Las mejores ideas aparecen cuando se presentan esos silencios, cuando te aburres”.

La ansiedad se ha conformado contra nosotros mismos. Biológicamente resulta insostenible. Por eso Harari detesta la palabra excitante. “El cuerpo humano está construido así. Tienes ciclos de excitación, cierto, cuando aparece el peligro o se presentan oportunidades. Pero luego te calmas. Si mantienes al organismo en una continua sucesión de lo primero, colapsa. En EE UU la palabra excitante se ha convertido en un término estrella: Todo es exciting…, incluso el hecho de saludar a alguien. No es bueno. El cumplido debería ser lo contrario: que los calme mucho el hecho de conocerte”.

Él trata de no venirse demasiado arriba. Aunque se sienta sorprendido de su propio éxito global. “Sí, desde luego. Mi especialidad de estudio es la historia militar en la época medieval: es decir, temas como los Reyes Católicos y la unificación de España o las cruzadas… Y por extrañas coincidencias me veo hablando de la inteligencia artificial… No lo vi venir. Llevaba una vida tranquila, poca gente venía a mis conferencias, publicaba artículos que apenas atraían a nadie. A mí me encanta la historia. Si me das a elegir un libro sobre los Reyes Católicos o Elon Musk, escojo a Isabel y Fernando”.

Su base a la hora de armar los libros sigue siendo radicalmente histórica, basada en su especialidad y su pasión desde niño. “Me atraía la guerra, quizás porque en Israel vivíamos rodeados de ella y mi padre, ingeniero, trabajaba en la industria armamentística”, recuerda. Aun así, el primer conflicto que le marcó fue el de las Malvinas: “Curioso, ¿no? Me fijé en el que teníamos más lejos”.

Tras haber celebrado con una edición conmemorativa por 10 años de éxito ininterrumpido la aparición de Sapiens en 2023, actualmente se encuentra inmerso en tres volúmenes para público infantil: su serie titulada Imparables, que resume la historia del mundo. Para este año anuncia novedad. “Un nuevo libro que tratará la inteligencia artificial y la tecnología de la información desde una perspectiva histórica amplia. De hecho, tiene más capítulos de historia que sobre los avances de Silicon Valley. Al fin y al cabo, no soy un informático, soy historiador”. Aún no tiene título: “Es lo último que pongo. Estoy más o menos satisfecho, pero evito pensar el título hasta el final porque el mismo proceso de investigación me sorprende y me lleva hacia otros lugares. Si te ciñes a una idea, ¿dónde vas a parar? Si lo sabes todo desde el principio, ¿qué sentido tiene empezar? No descubres nada nuevo”.

SOBRE LA FIRMA

Jesús Ruiz Mantilla

Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía. 

“Me explotó en la cara”: cuán comunes son todavía los accidentes con ollas a presión y cómo evitarlos

Accidente con olla a presión

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Solo entre Río de Janeiro y São Paulo, hubo 104 llamadas para atender accidentes con ollas a presión en 2022.


Cada semana, el médico Marcos Barretto, de 70 años, parece oír la misma historia.

“Doctor, la olla a presión explotó”.

El cirujano, que desde hace décadas está al frente de un centro de tratamiento de quemados que es referencia en Brasil, cuenta que al menos una persona a la semana acude allí tras sufrir un accidente con esa clase de ollas.

Barretto recuerda algunos ejemplos llamativos: una vez que la comida hirviendo se le quedó pegada a la cara a un paciente, u otra en la que un paciente perdió parte de la vista.

Suelen ser mujeres pobres, amas de casa o empleadas domésticas.

También llegan adolescentes de 12 o 13 años que empiezan a ayudar en la cocina o que decidieron meterse donde no debían.

A pesar de enfrentarse a tantos ejemplos trágicos cada semana en el trabajo, al propio Barretto nunca se le ha pasado por la cabeza dejar de utilizar una olla a presión.

“En casa la utilizamos sin ninguna dificultad. Para cocinar lengua de vaca, alguna carne, frijoles”, dice. “Un uso adecuado no supone ningún riesgo”.

La opinión de que la olla a presión no debe dejar de ser utilizada es compartida por expertos.

“No hay que tener miedo a estos elementos, sino respetarlos. Con un mantenimiento al día, el riesgo de accidente es prácticamente cero”, argumenta el ingeniero y máster en Ciencia de Materiales Leandro Possamai.

“No hay nada que temer, porque su uso es seguro. Hay que recordar que la cocina esencialmente es un ambiente de riesgo, no se puede encender el fuego e ir a jugar con el celular”, añade la chef y profesora Zenir Dalla Costa.

A pesar de ello, los accidentes siguen ocurriendo, como demuestran las decenas de vídeos compartidos en las redes sociales que captan momentos de explosiones y que acaban sembrando miedo entre una parte de la población.

La razón del elevado número de accidentes, según los expertos, es la falta de información.

Olla a presión

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Según los expertos, si se usa adecuadamente, la olla a presión no representa ningún riesgo.

Cómo reducir en gran medida la probablidad de accidentes en las ollas a presión

  • Lea el manual de seguridad de la olla que compró para saber con qué frecuencia se debe realizar el mantenimiento preventivo.

  • Verifique siempre que la válvula por donde sale el vapor esté despejada y limpia.

  • No llene la olla más allá del máximo indicado por el fabricante (en general, son dos tercios). y tenga en cuenta que hay alimentos que crecen cuando se cocinan.

  • Nunca utilice la olla sin agua.

  • Nunca utilice recipientes dentro de la olla, como latas de leche condensada, que pueden explotar por la presión interna.

  • Compruebe que la tapa esté bien cerrada.

  • Cuando apague el fuego, deje que la olla se enfríe y libere la presión de forma natural (nunca tire de la válvula con un tenedor, por ejemplo, para no quemarse con el vapor).

  • Si quiere acelerar el proceso de enfriamiento y la liberación de la presión, puede verter agua fría en la olla (pero tenga cuidado de no derramar agua sobre la válvula por donde sale el vapor).

  • No abra nunca la tapa hasta que haya salido todo el vapor.

  • Si la olla no alcanza la presión, apague el fuego inmediatamente y espere a que se enfríe.

Infográfico olla a presión

“Pasé nueve días en el hospital con la cara quemada”


Lucileide

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La cara de Lucileide resultó quemada después de que explotó la olla.

Lucileide Maria da Silva, de 52 años, estaba cocinando el almuerzo en su casa cuando todo se descontroló.

Estaba revolviendo el arroz en uno de los fogones de la estufa, mientras en el otro se cocinaban las alubias en la olla a presión. Fue entonces cuando explotó. Los frijoles salieron volando y le cayeron en la cara.

“Lo único que pude hacer fue cerrar los ojos y sentir el vapor caliente en la cara. Le grité a mi hijo: ‘Ayúdame aquí’”, recuerda.

El tejado de la casa quedó dañado y a la ama de casa se le rompieron las gafas.

La familia de Lucileide la llevó a un centro de salud. No recuerda mucho dolor, sólo que aún tenía la cara sucia por los granos calientes.

Pero el resultado fueron quemaduras de segundo grado en toda la cara, por lo que tuvo que ser hospitalizada durante nueve días. Bajo anestesia, se sometió a procedimientos de limpieza y tomó medicación.

Como en la mayoría de los casos, lo que provocó la explosión fue la falta de comprensión del funcionamiento de la olla a presión.

El ama de casa recuerda que, semanas antes del accidente, su marido adulteró la válvula de seguridad de la olla para impedir que se abriera, bloqueándola para que no pudiera salir el vapor, “para no asustar a la gente de la casa”.

“Por increíble que parezca, no teníamos esa información de que la válvula tiene que abrirse para que salga el vapor y no explote. Y te digo más: aquí, en la periferia, te aseguro que mucha gente no lo sabe”.

Cocina destruida 
Cocina destruida

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La estufa de la casa de Lucileide, en Recife, quedó destruida después de que explotó la olla.

¿Cuál es la diferencia entre una olla “normal” y una olla a presión?

Infográfico aumento de temperatura en olla común Infográfico sobre olla a presión
Infográfico aumento de temperatura en olla común

Infográfico sobre olla a presión

La falta de información “quema”

“La falta de cuidado causa más quemaduras que el fuego”, afirma el médico Marco Barretto.

Los que están informados no sólo no se accidentan, sino que no tienen miedo, subraya Zenir Dalla Costa, profesora de Gastronomía.

“Algunos alumnos vienen con ese miedo, pero nos empeñamos en enseñarles que es seguro si se le hace el debido mantenimiento a la olla y se mantiene limpia la válvula”, afirma.

Uno de los consejos esenciales para evitar que la olla explote es prestar siempre atención a la válvula. Dalla Costa explica que se puede limpiar con una aguja desatascadora.

También es importante cambiar la goma que sella la tapa si está desgastada o suelta.

En el Instituto Federal de Goiás, donde enseña física, el profesor Leandro Possamai ha desarrollado un proyecto para utilizar la olla a presión como ejemplo práctico en el aula.

La idea es mostrar que los objetos cotidianos no “funcionan porque sí”.

“No vemos la física que entrañan estos aparatos cotidianos. Y los alumnos son muy receptivos cuando enseñamos con este ejemplo”.

El profesor explica a los alumnos de secundaria, por ejemplo, que cuando la olla alcanza la presión, podemos bajar el fuego porque el agua ya ha alcanzado la temperatura máxima dentro de la olla, y que esto reduce el tiempo de cocción y el gasto de gas.

Y no es solo por economía (de tiempo y dinero) que la olla a presión es importante. También es fundamental para la calidad de algunos alimentos.

Los frijoles, por ejemplo, tienen mejor calidad si se cocinan en ollas a presión, afirma Dalla Costa. “Si se cocinan en una olla normal, aparte de la enorme cantidad de gas que se utiliza, los fríjoles serán más oscuros, y no serán tan uniformes”.

Hay que tener cuidado con los alimentos que sueltan la piel, como los garbanzos y algunos tipos de habas. Si la olla está demasiado llena, esta piel puede acabar obstruyendo la válvula.

“Generalmente, cuando eso pasa, el agua se escapa por la válvula”, dice Dalla Costa. 

“La olla siempre dará señales de que algo no funciona”.

“Eso es lo que siempre digo: no puedes ponerla al fuego, dejar la olla ahí e irte. La cocina no funciona así”.

viernes, 22 de diciembre de 2023

_- Una estafa con nombre decente

_- Larry Fink no se encuentra en el top de las personas más ricas del mundo. Ocupa el puesto 2.478 en la lista que todos los años publica la revista Forbes, pues ”sólo” tiene un patrimonio de 1.100 millones de dólares (200 veces menos que el más rico, Bernard Arnault). Sin embargo, Fink es el consejero delegado de Blackrock, el mayor fondo de inversión del mundo que maneja unos 10 billones de dólares, casi tanto como toda la riqueza de América Latina, el doble de la de Africa, o más de seis veces el PIB de España y sólo superados por el de Estados Unidos y China.

Junto a otros tres o cuatro grandes fondos de inversión, se podría decir que el fondo de Fink es el dueño efectivo en España, como en otros muchos países, de la banca, las compañías de seguros, constructoras, un buen número de grandes empresas industriales, transporte o comerciales, fabricas de armas… y, por supuesto, de los medios de comunicación más influyentes.

Sus inversiones sólo tienen un objetivo: aumentar continuamente sus beneficios a costa de lo que sea. Y ese “lo que sea” significa generalmente que lo que menos importa es mantener viva a medio o largo plazo la actividad de las empresas que adquiere o controla.

Y si les importa poco la vida de las empresas que adquieren, mucho menos les afecta lo que pase con la naturaleza a la hora de ganar dinero.

En 2020, Larry Fink afirmó que “el riesgo climático es riesgo de inversión” y que, por lo tanto, Blackrock iba a vigilar el comportamiento ambiental de las empresas en las que participaba para no invertir en las contaminantes. Pero esa idea no le duró mucho y pronto volvieron a las andadas, invirtiendo allí donde hubiera ganancias, con independencia de la contaminación que se produjera.

Blackrock, Vanguard, State Street y algunos otros fondos más, controlan la principal cartera de inversiones en combustibles fósiles más contaminantes del mundo y diversos estudios han mostrado que es habitual que utilicen su influencia en los consejos de administración en los miles de empresas en donde participan para evitar que se tomen medidas que podrían frenar el cambio climático.

Por si hacía falta algo que confirmara su total ausencia de compromiso climático y que tan sólo buscan el beneficio inmediato, Larry Fink anunció hace unos días que creará un fondo que incluirá inversiones en criptomonedas.

El destrozo ambiental que hace la producción de estas últimas es brutal. Según un estudio reciente de Naciones Unidas, para producir bitcoins que sirven básicamente como activos para la especulación, ha sido necesario utilizar la energía eléctrica que gasta un país de 230 millones de personas, como Pakistán. Para compensar la huella de carbono que generó sería necesario plantar 3.900 millones de árboles, en una superficie equivalente a la de Países Bajos, Suiza o Dinamarca; y el gasto de agua realizado con ese exclusivo fin de especular equivale al necesario para satisfacer las necesidades actuales de agua doméstica de más de 300 millones de personas en las zonas rurales del África subsahariana (di más datos sobre lo que “cuestan” realmente las criptomonedas y su verdadera utilidad aquí).

Para hacer todo eso, incluso recurren al fraude. En 2021 se descubrió que Blackrock y otros fondos encargan la evaluación ambiental de sus inversiones a auditoras que utilizan métricas engañosas para disimular el daño climático real que producen.

Los causantes del extraordinario peligro ambiental al que nos enfrentamos y del destrozo de la naturaleza tienen nombres y apellidos y se sabe perfectamente cómo lo hacen. Lo sorprendente es que, en lugar de ponerlos en evidencia y detener a quienes lo provocan, se les permita controlar los medios de comunicación desde los que nos quieren hacer creer que sólo gracias a ellos podremos solucionar el problema.

Comentario de Wenceslao.

Al capitalismo de nuestros días, revestido de conceptos como libertad de empresa, competencia, responsabilidad social, emprendimiento, progreso… se le podría aplicar lo que decía Ramón Pérez de Ayala sobre las estafas: «cuando ya son enormes, toman nombrDefine la RAE hipocresía como “Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan” y tenemos también en la forma de proceder lo que llamamos “doble rasero”, diferente modo de juzgar a personas o grupos de personas, por el cual unos reciben un mayor castigo o reprobación que otros por los mismos hechos. Bien partiendo de estas premisas, todo lo que se muestre por estos “sensibles” periodistas es pura hipocresía, está más que demostrado, USA_OTAN asesinó sólo en su invasión de Irak más de 500.000 personas, vimos sus carnicerías vía Wikileaks y clama al cielo que todo ciudadano con dignidad debería de denunciar y que no es otra cosa que si USA ordena a la OTAN taparse la nariz, la OTAN se tapa la nariz y punto, SOLO el día que Europa deje de estar subyugada a USA_ISRAEL, ese día la “denuncia” que se muestra en ese video tal vez tenga algo de repercusión, en la actualidad eso sólo sirve para “hacer” llorar a algunos y el resto se tapará la nariz no sea que el “jefe” se enfade , ya lo dijo Biden hace muchos años, en 1986, el actual presidente de Estados Unidos Joe Biden confesó que la mejor inversión para defender sus intereses en Medio Oriente es en Israel, y en el caso de que ese país no existiera, Estados Unidos inventaría uno, pero es más USA con más de 750 bases militares por todo el mundo, con más de 250 intervenciones militares en terceros países desde 1945 no respeta ni respetará el derecho de los pueblos como reza en la carta de la ONU y Europa asiente esa actitud de su “jefe” sumisamente incluso en contra de su economía y estatus mundial, de la que China, Rusia, India, Irán, Brasil, Arabia Saudí, etc., están tomando buena nota y crean al Brics+, dice el dicho que “Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar”, esos países han visto lo que le ha hecho USA a Rusia a la que quieren robarle Siberia y no han dudado en unirse para hacer frente al latrocinio de USA y sus súbditos.Europa, la OTAN, es vasalla de USA_Israel, antes y ahora calla ante sus atrocidades, no es la OTAN y su jefe USA ejemplo de nada, son ejemplo de cómo someter por la fuerza a los que no se dejan robar. Buen día. RESPONDER