martes, 23 de enero de 2024

_- ARTE. Expolio nazi, heridas abiertas. El ‘caso Pissarro’ evidencia que el saqueo sistemático perpetrado por las tropas alemanas en Europa no está resuelto

_- El ‘caso Pissarro’ evidencia que el saqueo sistemático perpetrado por las tropas alemanas en Europa no está resuelto.

Soldados aliados recuperan obras de arte robadas y escondidas por Hermann Göring en una cueva de los Alpes en 1945.
Soldados aliados recuperan obras de arte robadas y escondidas por Hermann Göring en una cueva de los Alpes en 1945.

La furia ideológica de los nazis fue también una llave maestra para robar sin fin. Desde el corazón del Tercer Reich se planificó una sustracción sistemática de obras de arte de colecciones privadas y públicas en toda Europa, empezando por las familias judías alemanas. La última información sobre el expolio nazi es que un Tribunal de California ha concluido que el Museo Thyssen es el legítimo propietario de Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia, un óleo de 1897 de Camille Pissarro.

Los litigantes por la propiedad del cuadro desde hace casi 25 años son los descendientes de Lilly Cassirer, su bisabuela judía, quien en 1938 se vio forzada a malvender la pintura para conseguir un visado y huir de Alemania. “La familia Cassirer ya ha dicho que va a continuar recurriendo, así que queda mucha tela que cortar y años de batalla por delante”, declaró el miércoles Bernardo Cremades Jr, del bufete de abogados español que forma parte de la causa en representación de varias asociaciones judías españolas.

El debate, que trasciende fronteras, viene de lejos. Desde hace años, Anne Webber, presidenta de la Comisión para el Arte Expoliado en Europa, insiste en que hay que ser meticulosos con lo que se compra. “Es una cuestión de interés público que obras saqueadas a personas en las circunstancias más horribles cuelguen de las paredes de nuestros museos como los últimos prisioneros de guerra”, afirmó en una entrevista a The Guardian en el año 2000.

Precisamente entre los años noventa y el 2000, una investigación llevada a cabo por el periodista Héctor Feliciano abrió el debate sobre la cuestión de la propiedad y el paradero de los cuadros expoliados. En aquel tiempo esta cuestión “era un capítulo abierto, con mucho secreto. Casi nadie del mundo del arte quería hablar del tema”, explica. A lo largo de ocho años, Feliciano, corresponsal cultural en Europa para los diarios norteamericanos The Washington Post y Los Angeles Times, siguió las pistas de un rompecabezas con la mayoría de fichas perdidas y casi nula colaboración de las autoridades y museos. El resultado fue El museo desaparecido (Destino, 2004), una investigación que causó gran impacto en la comunidad artística y cultural francesa, primero, y en el resto de Europa y estados Unidos después.

Ahora, 20 años después, “se ha avanzado mucho” según Feliciano, pero las heridas siguen abiertas. “Un museo, por definición, está fuera de contexto respecto a sus obras, y hablar es importantísimo. Hay que abrir un diálogo, conocer la biografía de cada obra de arte y la historia trenzada a ella. También la del cuadro de Pissarro”, reflexiona al teléfono.

Miguel Martorell, autor de El expolio nazi (Galaxia Gutemberg, 2020), también abunda en esta idea. Del bellísimo óleo Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia -que Pissarro pintó desde la ventana de su hotel en la plaza del Théâtre Français, en París- dice: “no podemos olvidar de dónde viene y lo que significa. No debería aplicarse una lógica de mercado normal, porque su historia va ligada al Holocausto”.

En España se han dado dos casos de litigio relacionadas con el saqueo nazi, con finales más felices: el año pasado el Museo de Pontevedra devolvió a Polonia dos retablos del siglo XV atribuidos al pintor Dieric Bouts robados durante la guerra, y hace unos años el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía llegó a un acuerdo con los descendientes de David Weil, reclamantes de la obra La familia en metamorfosis, del surrealista André Masson, y se quedó con el cuadro.
'La familia en metamorfosis', cuadro de André Masson (1929), expuesto en el Museo Reina Sofía.'La familia en metamorfosis', cuadro de André Masson (1929), expuesto en el Museo Reina Sofía.
Según los Principios de Washington, firmados por España junto con otros 43 países en 1998, los gobiernos se responsabilizan de investigar la historia de las obras de arte de sus museos en el periodo del expolio nazi y, en caso de reclamaciones, se comprometen a llegar un acuerdo “justo” para todas las partes en conflicto: devolución, compensación o reconocimiento histórico.
 
Memoria y rapiña

Este tipo de litigios va más allá de una cuestión de la compra y venta. Robar las mejores creaciones fue un sueño de Hitler para crear el mejor museo del mundo en Linz (Austria), pero había otros objetivos. Por ejemplo, borrar sistemáticamente todo rastro de memoria judía a través de una política de requisas de sus obras de arte, pero también de objetos cotidianos como ropa, juguetes o bombillas. En enero de 1933, al poco de convertirse en canciller de Alemania, Hitler —que de joven vio cómo su solicitud de ingreso en la Academia de Bellas Artes de Viena fue rechazada en dos ocasiones— advirtió en una reunión en Stuttgart que era “un error pensar que la revolución nacional es solo política y económica. Es sobre todo cultural”.

Según el estudio El expolio nazi: un expolio con ‘recambio’ (Universidad de Barcelona, 2009), de Jone Sarriegui, las purgas nazis en la creación guardan similitudes con la idea de purga racial. Empezaron en el campo del arte, considerando “impuros” o “degenerados” los cuadros dadaístas, cubistas, expresionistas o surrealistas, todos ellos ajenos al canon “clásico” impuesto por el nazismo. De esta manera, la nueva ideología dictaba que el arte debía ser sano o puro, repleto de paisajes centroeuropeos, de hacendosos artesanos o de bellas mujeres de apariencia aria. “Se hace una selección de aquellas obras que interesan y el resto es eliminado o vendido (o trocado). Igual que se produce una exaltación de lo ario y se denigra, persigue o elimina al que no entra en esos cánones (judío, gitano, homosexual…), del mismo modo el arte no ‘germánico’ será perseguido y eliminado”, argumenta Sarriegui.

Bajo esa premisa, el programa de robo, confiscación, saqueo y pillaje de objetos de arte y otras propiedades culturales de la Alemania nazi alcanzó cuotas inauditas. Un documento de 1944 de la Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg (ERR) —Destacamento Especial del dirigente del Reich Rosenberg para los Territorios Ocupados, bajo las órdenes de Alfred Rosenberg, ideólogo del nazismo—, cifró en 21.903 las obras que requisaron en Francia entre cuadros, esculturas, muebles, tapices y pequeños objetos de arte pequeños como joyería o porcelanas. Y las investigaciones de Feliciano certificaron que durante los años de la guerra salieron de Francia hacia Alemania 29 convoyes cargados con 100.000 cuadros, esculturas y dibujos. En total, 203 colecciones de arte pasaron a manos alemanas, lo que suponía aproximadamente un tercio del arte que estaba entonces en manos privadas francesas.
Diptico Museo de PontevedraLos dos retablos del pintor Dieric Bouts, una 'Dolorosa' y un 'Ecce Homo', robados por los nazis y devueltos por el Museo de Pontevedra a Polonia en 2023.
DIPUTACIÓN DE PONTEVEDRA
Entre 1944 y 1945, algunas de las obras expoliadas por toda Europa fueron almacenadas en una mina de sal abandonada repleta de túneles y galerías rehabilitada, en Altaussee, un pueblo de los Alpes austriacos. Cuando finalizó la guerra, los Aliados y la subdivisión de Monumentos, Bellas Artes y Archivos —conocidos como los Monument Men— dieron con la mina y el fastuoso tesoro, que constaba de 6.755 pinturas de viejos maestros como Miguel Ángel, Velázquez, Rubens, Tintoretto, Rembrandt, Goya o una Gioconda falsa —un engaño de los franceses para pacificar el voraz apetito nazi—, además de 1.039 grabados, 230 acuarelas, 95 tapices, 68 esculturas, 43 contenedores con pequeñas obras de arte y otros 358 contenedores con libros.

Esta asombrosa tela de araña del saqueo la urdieron altos cargos nazis, pero en ella participaron soldados, marchantes, anticuarios, coleccionistas, directores de museo y buscavidas sin escrúpulos. Más allá de robar, algunos apostaron al arte del engaño. Se da el caso de Han van Meegeren, pintor que copiaba obras de arte y que se hizo multimillonario aprovechando la falta de conocimiento sobre el trabajo de Vermeer, uno de los artistas favoritos de los nazis, según investigaciones que empezaron en los años setenta con Marijke van den Brandhof.

Han van Meegeren llegó a inventarse una supuesta “etapa religiosa” del autor de La joven de la perla, y pintó un vermeer titulado Cristo y la adúltera, que vendió al comerciante de arte Alois Miedl. Después, Miedl revendió el cuadro a Hermann Göring, número dos de Hitler.

Trapicheos en España
Bajo la dictadura de Franco y como Estado “neutral”, España no fue un país de peso en el expolio, pero sí en su paso hacia otras tierras, sobre todo Latinoamérica. “Los traficantes vinculados al Tercer Reich contaron, si no con el respaldo, al menos con la anuencia de las autoridades franquistas, afirma Martorell, catedrático de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos de la UNED.

Pero también hubo comercio. Según la Unidad de Inteligencia aliada especializada investigar el saqueo de arte, entre los años cuarenta y cincuenta también hubo en España traficantes que vendieron obras de arte. Ese fue el caso de Miedl, el marchante de Göring —coleccionista obsesivo en competencia con el mismísimo Fürher—, quien se estima que se adjudicó unas 1.200 piezas saqueadas.

Miedl era un tipo fornido que se alojaba en el hotel Ritz de Madrid, conocido por muchos porque conducía un lujoso Ford Mercury por las calles de la ciudad. Y hay constancia documental de que introdujo en España entre 22 y 80 obras procedentes del expolio, haciendo llegar al puerto franco de Bilbao cuadros de Van Dyck, Corot, Cornelius Buys o Thomas Lawrence. Algunas de esas obras las intentó vender al Museo del Prado, sin resultado.

En el informe de la Unidad de Inteligencia aliada especializada en investigar el saqueo de arte (Art Looting Investigation Unit, ALIU en sus siglas en inglés) aparecen más de 2.000 nombres procedentes de 11 países relacionados con el saqueo nazi. En la lista referente a España, además de Miedl están los agentes de aduana Pujol-Rubio S.A., Baquera, Kusche y Martin, los cargadores de aduanas Schenker, o falangistas como Hugo Barcas o Martín Bilbao, que en su momento declararon haber manejado objetos saqueados de los países ocupados y traídos por los voluntarios españoles de la División Azul que fueron a Rusia y Polonia.

España fue el último país en romper las relaciones diplomáticas con la Alemania nazi, apenas un mes antes del final de la guerra, por lo que durante semanas llegaron vuelos desde Berlín con valijas diplomáticas cargadas de objetos de los que no ha quedado apenas rastro, apunta Martorell. Finalmente, el Tercer Reich se rindió el 8 de mayo de 1945, pero hasta principios de junio los Aliados no pudieron tomar posesión de los inmuebles de la Alemania nazi en Madrid. Cuando llegaron, se encontraron ante un panorama desolador: los funcionarios del gobierno nazi se habían llevado el contenido de las cajas de caudales y los archivadores. Y también los muebles, las máquinas de escribir, los aparatos de radio y las lámparas.

_- Naomi Klein: “Solo una renuncia de Biden puede frenar a Trump. Ha enfurecido a los jóvenes al apoyar el genocidio en Gaza”.

_- La ensayista, referente de los descontentos con la globalización, reflexiona en su nuevo libro sobre las realidades paralelas catapultadas por internet y recreadas en la política, en los medios y por la inteligencia artificial.


La escritora Naomi Klein, en Vancouver, en una imagen de julio de 2023.La escritora Naomi Klein, en Vancouver, en una imagen de julio de 2023.

La primera vez fue en 2011, en un baño público próximo a la acampada de Occupy Wall Street.

―“¿Has oído lo que ha dicho Naomi Klein?”, le preguntó una mujer a otra, indignada por unas críticas a la manifestación de ese día.

Klein, que las escuchó tras la puerta de uno de los cubículos y no había dicho nada al respecto, las corrigió al salir: “Me parece que estáis hablando de Naomi Wolf”.

Entonces, la confusión aún tenía cierto sentido. Ambas se llamaban Naomi y eran escritoras de izquierdas “de libros de grandes ideas”: feminismo, en el caso de Wolf, autora del éxito El mito de la belleza; los descontentos de la globalización, en el de Klein. Las dos eran judías de pelo largo moreno. Hasta sus parejas compartían nombre: Avram. Pero, después, Wolf se deslizó por el abismo de las conspiraciones, se hizo antivacunas, negacionista electoral, y empezó a aparecer en el programa de Steve Bannon, ideólogo del trumpismo y líder de la internacional nacionalpopulista. Cayó, como la Alicia de Lewis Carroll, en la madriguera, y la confusión trascendió el mero incordio hasta inspirar un poemilla que se hizo viral: “Si la Naomi es Klein / todo bien / si la Naomi es Wolf [pronúnciese Wulf] / uuuuf”.

Así que Klein (Montreal, 53 años) decidió durante la pandemia que debía escribir un libro a partir de “La otra Naomi”. Se titula Doppelganger, como cierto arquetipo de la literatura, no solo fantástica, que resulta de combinar en alemán Doppel (doble) y Gänger (caminante) y que Freud describió como “esa especie de miedo que parte de lo que antaño conocíamos bien, pero que de pronto se torna ajeno”. Editado por Paidós y traducido por Ana Pedrero e Ignacio Villoro, llega en español a las librerías.

Gracias a sus exitosos ensayos No Logo (1999), manifiesto contra la globalización corporativa, y La doctrina del shock (2007), sobre Milton Friedman y su recetas para el (capitalismo del) desastre, Klein se erigió en una de las voces más influyentes de la generación altermundialista del cambio de siglo, la que salió a las calles en Seattle, Génova y Porto Alegre, y volvió a hacerlo una década después para acampar en las plazas de Madrid a Nueva York. A la lucha contra la negación del futuro que trajo el cambio climático a los hijos de aquellos manifestantes dedicó Klein su activismo de la década siguiente (y los libros Esto lo cambia todo y En llamas, también en Paidós).

Doppelganger es otra cosa: una memoria personal e intelectual de la pandemia, una historia cultural sobre la idea del doble (de Doctor Jekyll y Mister Hyde a Vértigo o la magistral novela de Philip Roth Operación Shylock) y un tratado sobre la desinformación y cómo internet nos incita a crear nuestros propios clones para alimentar una cierta identidad de marca personal. Trata sobre ver cómo personas a las que creías conocer regresan radicalmente cambiadas de un día para otro de los rincones más oscuros de las redes sociales, y sobre quedarse “sin palabras” ante las teorías de la conspiración. El resultado es un brillante artefacto sobre el mundo en el que vivimos, con su difusión de la realidad y su abono para el extremismo, que no escatima críticas a la suficiencia de la izquierda y a la dialéctica del “nosotros contra ellos”.

La auténtica Naomi Klein estaba el jueves pasado poco después del amanecer esperando en el pintoresco puerto de Sechelt la llegada del único pasajero del hidroavión de línea que cubre el trayecto desde Vancouver. Estaba previsto que la entrevista se celebrara en la universidad de la ciudad canadiense, donde imparte una asignatura sobre justicia climática, pero hubo que reprogramar el encuentro debido a una tormenta de nieve.

Klein se mudó desde Estados Unidos junto a su esposo y su hijo a este remoto rincón de la costa sur del Pacífico canadiense durante la pandemia para “estar cerca de sus padres”. Fue entonces cuando empezó a obsesionarse con su doble, y a recibir clases de escritura. “Doppelganger”, explicó al volante de su 4X4, que condujo por carreteras nevadas, “surgió del deseo de escribir diferente. Estaba aburrida de la no ficción tradicional y deprimida de lo que esta era capaz de lograr. No me veía con fuerzas para hacer otro libro-alerta sobre que solo nos quedan cinco años para evitar la catástrofe climática”.

PREGUNTA. De la creadora de eslóganes como “no logo” o “capitalismo del desastre”, llega ahora el “mundo del espejo”. ¿Cómo lo define?

RESPUESTA. Tiene que ver con el concepto del doppelganger. Hemos creado una suerte de partición de la sociedad, una línea divisoria entre “ellos y nosotros”. El mundo del espejo no es solo donde Bannon y Wolf viven con sus teorías de la conspiración, es también una dinámica que se ha establecido entre el centro-izquierda y la derecha alternativa. Son como realidades paralelas, con medios, editoriales, redes y discusiones que discurren sin tocarse. Se reflejan, pero no se cruzan.

“Ciertas ideas del movimiento antiglobalización han sido absorbidas por la extrema derecha para retorcerlas”

P. ¿Como uno de esos espejos de la comisaría para ver sin ser visto?
R. En cierto modo. Bannon y los suyos observan a la izquierda, estudian a quién dejan atrás y qué argumentos conviene absorber para su proyecto político. Es parecido a lo que hace Georgia Meloni, en Italia.

P. O Vox, en España.
R. Son todos parte de la red internacional de Bannon. Vengo de los movimientos antiglobalización, y me llama mucho la atención cómo ciertas ideas nuestras han sido absorbidas por esa extrema derecha para retorcerlas. Señalan entre sus enemigos a los globalistas, los bancos o las compañías tecnológicas, pero no desde la crítica anticorporativa, sino para atacar a los migrantes, a los vulnerables. Recogen argumentos abandonados por el centro y la izquierda para absorberlos en provecho de la agenda fascista. Bannon me interesa como síntoma de un cambio sísmico en la derecha del que forma parte Trump. Como cerebro de una operación internacional, ha superado a la izquierda estadounidense, tan provinciana. No saben mirar más allá de la frontera.

P. Todos conocemos a alguien que cayó por la madriguera y que vuelve irreconocible, atiborrado de teorías conspirativas. 
 R. Hay un cierto engreimiento de la izquierda cuando recurre a esa imagen. Dicen: “No, nosotros no hemos caído por la madriguera, la realidad está de nuestra parte, estamos comprometidos con la libertad, con la ciencia”. En el fondo, es una distracción pensar que se está en el lado correcto del espejo. Por eso también hablo en el libro de las “zonas de sombra”, a las que preferimos no mirar, pero que demuestran que vivimos en un mundo basado en la explotación, la contaminación y el colonialismo, y que nadie es inocente. En los días de No logo, se trataba de llamar la atención sobre algo inadvertido. Ya no podemos fingir que no tenemos toda la información.

P. ¿Y qué demonios pasó con la realidad?
R. Me hace gracia la pregunta de qué es la realidad. Se la hice al escritor ojibwe Jesse Wente. Me dijo: “La realidad es una montaña”. Tal vez necesitemos volver a lo básico, porque ya no estoy segura de que Canadá sea real o de que el dinero lo sea. No sé lo que es la realidad, pero sé que las montañas son reales.

P. En su investigación, viajó a las catacumbas de internet. Escribe: “Los teóricos de la conspiración se confunden en los hechos, pero aciertan con las emociones”. ¿Entendió por qué la gente acaba absorbida por el agujero? ¿Le tentó dejarse caer?
R. Las teorías de la conspiración satisfacen un impulso de entender, aunque las razones sean incoherentes. Es natural que la gente busque respuestas. Yo misma las busco, dibujo mapas para explicar el mundo a partir de sistemas como el capitalismo o el colonialismo, porque esos sistemas lo explican mucho mejor que una conspiración que dice que los judíos, los chinos o los miembros del Club Bilderberg se reunieron en Davos para urdir una pandemia para enriquecer a las farmacéuticas. Ojalá fuera culpa de Bill Gates: sería más fácil resolver los problemas deshaciéndonos de él. Cuanto más estudias el capitalismo, más resistente te haces a las conspiranoias. La única forma de contrarrestar la cultura de la conspiración es reconocer que la gente tiene buenas razones para sospechar y sentirse traicionada. Necesitan un chivo expiatorio, y eso es peligroso. En momentos de gran quebranto colectivo, como los años treinta o ahora, la gente quiere explicaciones a por qué se torcieron las cosas. Si no llegan a un análisis que invite a buscar juntos una solución, empiezan los conflictos. Y la cosa se puede poner muy fea. Me parece que estamos en ese punto.

“Ojalá todo fuera culpa de Bill Gates, como dicen los conspiranoicos: sería más fácil resolver los problemas deshaciéndonos de él” P. Cuando alguien como Wolf se pasa al otro lado… ¿busca recuperar lo que perdió en este? John Milton decía: “Mejor reinar en el infierno que servir en el cielo”.
R. Hay algo perverso en saber constantemente qué de lo que vendes funciona. Todos estamos pendientes de esa retroalimentación inmediata en las redes sociales. En el caso de Wolf, creo que fue esencial el oprobio al que fue sometida tras la publicación de su libro de 2019 [Outrages, en el que interpretó erróneamente archivos sobre supuestas ejecuciones por sodomía en la Inglaterra victoriana]. Le quedó muy claro que nunca más iba a colocar otro ensayo en los cauces tradicionales. Pero lo cierto es que ha escrito dos más, más uno a medias con Bannon. Tal vez no te enteraste, porque sucedió en el mundo del espejo. No creo, con todo, que lo haga por dinero. Tiene que ser porque piensa que es lo correcto, aunque sea como parte de un delirio increíble.

P. ¿Cómo reaccionó a la publicación de Doppelganger?
R. Lo achacó a una conspiración para destruir su reputación, como si ella misma no la hubiera destruido sola. La conspiración es la siguiente: mi marido [el cineasta y periodista Avi Lewis, que en 2021 se presentó a las elecciones federales en Canadá] trabaja para empresas farmacéuticas, cuando en realidad se limitó a hablar en unos eventos para extender la cobertura de la sanidad universal en Canadá, que no es exactamente lo que las farmacéuticas desean. También descubrió que mi suegro fue el embajador de la ONU para el sida en África. Eso aparentemente lo convierte en agente de las farmacéuticas. Según esa teoría, ambos me pidieron que escribiera este libro para atacarla. No le hago mucho caso, aunque su marido me preocupa más: tiene más armas.

P. ¿Cree que es buena idea proscribir a gente de las redes sociales o que eso los hace más fuertes? Wolf se presenta a sí misma en X como “la que ha sido expulsada ocho veces y sigue teniendo razón”.
R. No es verdad que se pueda desplataformizar a alguien. No existe el poder de expulsarlos de todas las redes que existen. La derecha ha sabido cómo convertir esos vanos intentos en condecoraciones.

P. En el libro define las redes sociales como un “baño global asqueroso y poblado de gente”. En el caso de Twitter, el retrete es además propiedad de Elon Musk.
R. Desde que lo compró, es mucho peor. Parte del problema es que hemos dejado de confiar en los medios. Cuanto más nos fiamos de esas plataformas corporativas para obtener información, más se agrava ese problema.

P. Parece que una parte de la juventud ve la extrema derecha como algo excitante frente a la izquierda, aburrida y mojigata. Como quien disfruta más con un monólogo bestia de Ricky Gervais que con chistes políticamente correctos.
R. Es cierto, y es peligroso. Tiene que ver con la pasión censora de la izquierda, esa vigilancia del discurso y la crueldad que despliega cuando alguien se pasa de la raya. Podríamos hablar de la cultura de la cancelación, si no fuera un concepto tan cargado. No tengo duda de que a veces incorpora un cierto elemento de matonismo, que tiende a orillar a cualquiera que se salga de la raya. No soy la única persona en la izquierda a la que eso le preocupa. Puede que a esos jóvenes la izquierda les resulte asfixiante, un lugar en el que un error puede hacer que tus amigos se vuelvan contra ti, y que crean que la derecha es ese ámbito en el que es posible estar en desacuerdo, aunque no sea verdad. En ambos lados del espejo hay control, pero creo que la derecha aprovecha mejor esa estrategia para sumar gente a su causa. Ojalá en la izquierda pensáramos más en cómo engordar nuestras filas en lugar de en cómo depurarlas. Ese es parte del problema de las universidades, donde se ha normalizado cancelar discursos de personas con las que no estás de acuerdo. El discurso sobre Palestina está ahora siendo severamente restringido. Y libramos esa batalla por la libertad de expresión con una mano atada, porque las mismas personas que dicen que no se censure ese discurso intentaron cancelar a [el pensador conservador canadiense] Jordan Peterson hace unos meses. Hoy basta que alguien que se considere una víctima se sienta mal para que algo ya no se pueda decir. Esa política de la diferencia está sirviendo para censurar cantos como “Desde el río hasta el mar” o la exhibición de banderas palestinas en los campus.

P. Visto en perspectiva, el principio de la pandemia fue una ilusión para quienes creían que íbamos a salir mejores de ella. Mientras, en el otro lado del espejo se iban cargando de odio por las mascarillas o las vacunas. Total: salimos peores.
R. Hubo algo de belleza, y al mismo tiempo destapó nuestras contradicciones: aplaudíamos a los sanitarios, pero acumulábamos papel higiénico. El problema con el capitalismo es que nos mantiene en un estado de pánico, escasez e inseguridad, y alienta nuestro egoísmo. Por eso creo en trabajar para cambiar ese sistema. No hay un futuro si mantenemos el statu quo; las cosas tendrán que cambiar, y están cambiando. A diferencia de mis libros anteriores, Doppelganger no tiene tan claro su enemigo; podría ser yo misma. Es un ensayo más íntimo. Es una amenaza tanto o más grave que la de cualquiera de mis otros libros o incluso que todos ellos juntos. Y es una historia de terror.

“El problema con el capitalismo es que nos mantiene en un estado de pánico, escasez e inseguridad, y alienta nuestro egoísmo” P. La pandemia fue el shock definitivo, y, al mismo tiempo, ese momento en el que la extrema derecha se apropió de sus teorías de La doctrina del shock para afirmar que, como en Chile en los 70 o tras el huracán Katrina, el poder se estaba aprovechando de nuestros miedos para introducir cambios de calado…
R. Fue como vivir una experiencia extracorpórea. Pero la doctrina del shock continúa. En la Argentina de Milei o tras los incendios de Maui de este verano, que se usaron para engordar el mercado inmobiliario. Y pasa ante nuestros ojos en Israel.

P. ¿Se está cometiendo un genocidio en Gaza, como defiende Sudáfrica ante el Tribunal Internacional de Justicia?
R. Me parece que manejan un caso muy robusto. El mayor argumento son esos funcionarios israelíes hablando públicamente de despoblar Gaza y de la necesidad de reasentar a cientos de miles, si no millones, de palestinos. Si eso no es una limpieza étnica, no sé lo que es. Lo que está haciendo Israel es el ejemplo más claro y violento de la doctrina del shock que quepa imaginar: tenemos a un gobierno de extrema derecha con planes explícitos y esperanzas de despoblar Cisjordania y específicamente Gaza, que siempre ha sido la mayor amenaza demográfica para la idea de una mayoría judía. Emplearon inmediatamente el 7 de octubre para impulsar sus sueños y ambiciones más radicales. Ojo, no estoy diciendo que fuera una conspiración, sino una op_ortunidad para un grupo de personas extremadamente oportunistas. Y sí, creo que toda esa operación se ajusta a la definición de genocidio.

P. En Doppelganger cuenta una vista suya a Gaza, en la que fue hostigada por el ejército israelí. ¿Le sorprendió el ataque del 7 de octubre?
R. Fue una sorpresa para todos, también para Netanyahu. Porque había estado allí y conozco la arquitectura [de la ocupación], entendí por qué hubo quien lo equiparó con la fuga de una prisión. Por supuesto, me horrorizó ver el alcance de la masacre de Hamás. Como alguien que ha sido parte de los movimientos de solidaridad palestina durante mucho tiempo, sé lo importante que es para Palestina que el derecho internacional signifique algo; de eso trata el caso de Sudáfrica. Esas convenciones son tan poderosas como la fuerza moral tras ellas. Por eso me preocupó también en esos días ver a algunas personas de izquierda hablar con indiferencia sobre las violaciones del derecho internacional [de Israel]. Escribí sobre eso, y me atacaron. No era la primera vez, pero sí la primera en que esos ataques provenían también de la izquierda.

P. ¿Está creciendo el antisemitismo en Norteamérica?
R. Crecen todos los discursos del odio. La derecha usa el verdadero antisemitismo como arma, para justificarse. Escucho a judíos mayores convencidos de que tienen a la turba a la puerta de casa. Creo que les meten ese miedo para que apoyen a Israel acríticamente.

P. Trump ha firmado una victoria aplastante en el inicio de las primarias. ¿Hay algo que pueda interponerse en su camino hacia la Casa Blanca?
R. Honestamente, solo una renuncia de Joe Biden. Ha enfurecido tanto a los votantes jóvenes al apoyar el genocidio de Israel en Gaza, que dudo de que pueda ganar. Por no hablar de los electores árabes en Estados clave como Míchigan y Pensilvania.

“No conozco a nadie que no se sienta frustrado por todo lo que tiene que hacer para alimentar su imagen en internet”

P. Al releer No logo, hay ideas que ahora suenan naíf. No tanto por culpa del libro como de la brutal evolución del turbocapitalismo. Escribió sobre el poder de las marcas, pero no vio que todos acabaríamos convertidos en una.
R. Era algo que les empezaba a pasar a los famosos. Entonces parecía ridículo pensar que todos podríamos cultivar nuestra marca. ¿Cómo? ¿Poniendo anuncios en el periódico? No existían Instagram o TikTok. Y míranos ahora: no conozco a nadie que no se sienta frustrado por lo que tiene que hacer para alimentar su imagen en la Red. Esto está teniendo un impacto profundo en nuestra comprensión de lo que es la vida o para qué sirven las amistades.

P. Lo que era imposible de prever es el auge de películas sobre marcas, de Air a Tetris, y que una de ellas, Barbie, se colocara en el centro de un debate cultural de aparente calado sobre feminismo.
R. Barbie es como un subidón de azúcar. A todos nos gusta mientras sucede. Pero luego te sientes mal, avergonzada, con una resaca Barbie. Todas esas películas que planea hacer Mattel… me recuerdan a la inteligencia artificial, otra expresión de nuestra era de doppelgangers: es una máquina de duplicación y mimetismo, que remezcla la cultura de una manera que puede parecer innovadora, pero no lo es.

https://elpais.com/ideas/2024-01-21/naomi-klein-solo-una-renuncia-de-biden-puede-frenar-a-trump-ha-enfurecido-a-los-jovenes-al-apoyar-el-genocidio-en-gaza.html

lunes, 22 de enero de 2024

Guterres condena las "desgarradoras" muertes de palestinos en Gaza a manos de Israel

Guterres condena las "desgarradoras" muertes de palestinos en Gaza a manos de Israel

El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, ha condenado a Israel por las "desgarradoras" muertes de civiles palestinos en Gaza y ha calificado de inaceptable resistirse a la creación de un Estado para el pueblo palestino.

"Las operaciones militares de Israel han sembrado la destrucción masiva y han matado a civiles a una escala sin precedentes durante mi mandato como secretario general", declaró Guterres en la inauguración de una cumbre del G77+China en Kampala, capital de Uganda. "Esto es desgarrador y totalmente inaceptable. Oriente Próximo es un polvorín, debemos hacer todo lo posible para evitar que estalle el conflicto en toda la región".

Guterres ha añadido que la negativa a aceptar la solución de dos Estados para israelíes y palestinos es totalmente inaceptable, y ha afirmado que negar a los palestinos el derecho a tener un Estado "prolongaría indefinidamente un conflicto que se ha convertido en una grave amenaza para la paz y la seguridad mundiales".

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, compareció el sábado para rebatir las declaraciones del presidente estadounidense, Joe Biden, sobre la creación de un Estado palestino una vez finalizada la guerra contra Hamás. Según su oficina, en las conversaciones mantenidas el viernes con Biden, Netanyahu "reiteró su política de que, una vez destruido Hamás, Israel debe mantener el control de la seguridad sobre Gaza para garantizar que Gaza deje de suponer una amenaza para Israel, un requisito que contradice la exigencia de soberanía palestina". (Reuters)

Aquí están los 10 experimentos más bellos de la ciencia. Por GEORGE JOHNSON

Corrección adjunta

Ya sea destruyendo partículas subatómicas en aceleradores, secuenciando el genoma o analizando la oscilación de una estrella distante, los experimentos que captan la atención del mundo a menudo cuestan millones de dólares para ser ejecutados y producen torrentes de datos que serán procesados durante meses por supercomputadoras. Algunos grupos de investigación han crecido hasta alcanzar el tamaño de pequeñas empresas.

Pero, en última instancia, la ciencia se reduce a la mente individual que lucha con algo misterioso. Cuando Robert P. Crease, miembro del departamento de filosofía de la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook e historiador del Laboratorio Nacional Brookhaven, pidió recientemente a los físicos que nominaran el experimento más bello de todos los tiempos, los 10 ganadores fueron en gran medida actuaciones en solitario, involucrando como máximo a unos pocos asistentes. La mayoría de los experimentos, que se enumeran en Physics World de este mes, se llevaron a cabo en mesas y ninguno requirió más potencia computacional que la de una regla de cálculo o una calculadora. Lo que tienen en común es que personifican la elusiva cualidad que los científicos llaman belleza. Esto es belleza en el sentido clásico: la simplicidad lógica del aparato, como la simplicidad lógica del análisis, parece tan inevitable y pura como las líneas de un monumento griego. La confusión y la ambigüedad quedan momentáneamente dejadas de lado y algo nuevo acerca de la naturaleza queda claro. La lista de Physics World se clasificó según su popularidad, y el primer lugar fue para un experimento que demostró vívidamente la naturaleza cuántica del mundo físico. Pero la ciencia es una empresa acumulativa, y eso es parte de su belleza. Reorganizados cronológicamente y comentados a continuación, los ganadores ofrecen una vista panorámica de más de 2000 años de descubrimiento.

1. La medida de Eratóstenes de la circunferencia de la Tierra
Al mediodía del solsticio de verano en la ciudad egipcia que ahora se llama Asuán, el sol se cierne sobre nosotros: los objetos no proyectan sombras y la luz del sol cae directamente en un pozo profundo. Cuando leyó este hecho, Eratóstenes, el bibliotecario de Alejandría en el siglo III a.C., se dio cuenta de que tenía la información que necesitaba para estimar la circunferencia del planeta. Ese mismo día y hora, midió las sombras en Alejandría y descubrió que los rayos solares allí estaban un poco inclinados, desviándose de la vertical unos siete grados.
 El resto fue sólo geometría. Suponiendo que la Tierra es esférica, su circunferencia abarca 360 grados. Entonces, si las dos ciudades están separadas por siete grados, eso constituiría siete 360vos del círculo completo, aproximadamente un quincuagésimo. Calculando a partir del tiempo de viaje que las ciudades estaban separadas por 5.000 estadios, Eratóstenes concluyó que la Tierra debía tener 50 veces ese tamaño: 250.000 estadios de circunferencia. Los eruditos difieren sobre la longitud de un estadio griego, por lo que es imposible saber con qué precisión estaba. Pero según algunos cálculos, su diferencia era sólo de alrededor del 5 por ciento. (Clasificación: 7)

2. El experimento de Galileo sobre la caída de objetos.
A finales del siglo XVI, todo el mundo sabía que los objetos pesados caen más rápido que los más ligeros. Después de todo, Aristóteles lo había dicho. El hecho de que un erudito griego antiguo todavía mantuviera tal influencia era una señal de hasta qué punto había decaído la ciencia durante la Edad Media.
 Galileo Galilei, catedrático de matemáticas en la Universidad de Pisa, tuvo el descaro de cuestionar el conocimiento común. La historia se ha convertido en parte del folklore científico: se dice que dejó caer dos pesos diferentes desde la Torre Inclinada de la ciudad, lo que demuestra que aterrizaron al mismo tiempo. Sus desafíos a Aristóteles pueden haberle costado a Galileo su puesto, pero había demostrado la importancia de tomar a la naturaleza, no a la autoridad humana, como árbitro final en cuestiones científicas. (Clasificación: 2)

3. Los experimentos de Galileo con bolas rodantes por planos inclinados
Galileo continuó perfeccionando sus ideas sobre los objetos en movimiento.

Tomó una tabla de 12 codos de largo y medio codo de ancho (aproximadamente 20 pies por 10 pulgadas) y cortó una ranura, lo más recta y lisa posible, en el centro. Inclinó el avión y hizo rodar bolas de latón hacia abajo, cronometrando su descenso con un reloj de agua, un recipiente grande que se vaciaba a través de un tubo delgado en un vaso. Después de cada carrera, pesaba el agua que había salido (su medida del tiempo transcurrido) y la comparaba con la distancia que había recorrido la pelota.

Aristóteles habría predicho que la velocidad de una bola rodante era constante: al duplicar su tiempo en tránsito se duplicaría la distancia que recorría. Galileo pudo demostrar que la distancia es en realidad proporcional al cuadrado del tiempo: duplíquela y la pelota llegaría cuatro veces más lejos. La razón es que la gravedad lo acelera constantemente. (Clasificación: 8)

4. La descomposición de la luz solar de Newton con un prisma.
Isaac Newton nació el año en que murió Galileo. Se graduó en el Trinity College de Cambridge en 1665 y luego se refugió en casa durante un par de años esperando que pasara la plaga. No tuvo problemas para mantenerse ocupado.
 La sabiduría común sostenía que la luz blanca es la forma más pura (nuevamente Aristóteles) y que, por lo tanto, la luz coloreada debe haber sido alterada de alguna manera. Para probar esta hipótesis, Newton hizo brillar un rayo de luz solar a través de un prisma de vidrio y demostró que se descomponía en un espectro proyectado en la pared. La gente ya conocía los arcoíris, por supuesto, pero se los consideraba poco más que bonitas aberraciones. En realidad, concluyó Newton, eran estos colores (rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo, violeta y las gradaciones intermedias) los fundamentales. Lo que parecía simple en la superficie, un rayo de luz blanca, era, si uno miraba más profundamente, maravillosamente complejo. (Clasificación: 4)

5. El experimento de la barra de torsión de Cavendish
Otro de los aportes de Newton fue su teoría de la gravedad, que sostiene que la fuerza de atracción entre dos objetos aumenta con el cuadrado de sus masas y disminuye con el cuadrado de la distancia entre ellos. Pero, en primer lugar, ¿qué fuerza tiene la gravedad? A finales del siglo XVIII, un científico inglés, Henry Cavendish, decidió averiguarlo. Tomó una varilla de madera de dos metros y le colocó pequeñas esferas de metal en cada extremo, como una mancuerna, y luego la suspendió de un cable. Dos esferas de plomo de 350 libras colocadas cerca ejercieron la fuerza gravitacional suficiente para tirar de las bolas más pequeñas, lo que provocó que la mancuerna se moviera y el cable se torciera. Al montar piezas de marfil finamente grabadas en el extremo de cada brazo y en los lados de la caja, pudo medir el sutil desplazamiento. Para protegerse contra la influencia de las corrientes de aire, el aparato (llamado balanza de torsión) se encerró en una habitación y se observó con telescopios montados a cada lado.
 El resultado fue una estimación notablemente precisa de un parámetro llamado constante gravitacional, y a partir de ahí Cavendish pudo calcular la densidad y la masa de la Tierra. Erastóstenes había medido la distancia alrededor del planeta. Cavendish lo había pesado: 6,0 x 1024 kilogramos, o alrededor de 13 billones de billones de libras. (Clasificación: 6)

6. Experimento de interferencia luminosa de Young
Newton no siempre tuvo razón. A través de varios argumentos, había llevado a la corriente científica hacia la convicción de que la luz se compone exclusivamente de partículas y no de ondas. En 1803, Thomas Young, un médico y físico inglés, puso a prueba la idea. Hizo un agujero en la contraventana de una ventana, lo cubrió con un trozo de papel grueso al que le habían perforado un pequeño agujero y utilizó un espejo para desviar el fino rayo que entraba. Luego tomó "un trozo de tarjeta, de aproximadamente un treintavo de pulgada de ancho" y la sostuvo de canto en el camino del rayo, dividiéndola en dos. El resultado fue una sombra de bandas claras y oscuras alternadas, un fenómeno que podría explicarse si los dos rayos interactuaran como ondas.
Thomas Young, el hombre que sabía demasiado | OpenMind Aparecieron bandas brillantes donde dos crestas se superponían, reforzándose entre sí; bandas oscuras marcaban donde una cresta se alineaba con un valle, neutralizándose entre sí.

La demostración se repitió a menudo a lo largo de los años utilizando una tarjeta con dos agujeros para dividir la viga. Estos experimentos llamados de doble rendija se convirtieron en el estándar para determinar el movimiento ondulatorio, un hecho que llegaría a ser especialmente importante un siglo después, cuando comenzó la teoría cuántica. (Clasificación: 5)

7. El péndulo de Foucault
 El año pasado, cuando los científicos montaron un péndulo sobre el Polo Sur y lo observaron oscilar, estaban replicando una célebre demostración realizada en París en 1851. Utilizando un alambre de acero de 220 pies de largo, el científico francés Jean-Bernard-Léon Foucault suspendió un peso de 62 libras. bola de hierro de la cúpula del Panteón y la puso en movimiento, balanceándose hacia adelante y hacia atrás. Para marcar su progreso, colocó un lápiz óptico en la pelota y colocó un anillo de arena húmeda en el suelo de abajo. El público observó con asombro cómo el péndulo parecía girar inexplicablemente, dejando un rastro ligeramente diferente con cada movimiento. En realidad era el suelo del Panteón el que se movía lentamente, y Foucault había demostrado, más convincentemente que nunca, que la Tierra gira sobre su eje. En la latitud de París, la trayectoria del péndulo completaría una rotación completa en el sentido de las agujas del reloj cada 30 horas; en el hemisferio sur rotaría en sentido antihorario y en el ecuador no giraría en absoluto. En el Polo Sur, como han confirmado los científicos modernos, el período de rotación es de 24 horas. (Clasificación: 10)

8. El experimento de la gota de aceite de Millikan
Desde la antigüedad, los científicos habían estudiado la electricidad, una esencia intangible que venía del cielo en forma de relámpago o que podía producirse simplemente pasando un cepillo por el cabello. En 1897 (en un experimento que fácilmente podría haber figurado en esta lista), el físico británico J. J. Thomson había establecido que la electricidad consistía en partículas cargadas negativamente: electrones. Le correspondió al científico estadounidense Robert Millikan, en 1909, medir su carga.
 Usando un atomizador de perfume, roció pequeñas gotas de aceite en una cámara transparente. En la parte superior e inferior había placas de metal enganchadas a una batería, haciendo una positiva y la otra negativa. Dado que cada gota recogía una ligera carga de electricidad estática a medida que viajaba por el aire, la velocidad de su descenso podía controlarse alterando el voltaje de las placas. (Cuando esta fuerza eléctrica igualaba la fuerza de gravedad, una gota, "como una estrella brillante sobre un fondo negro", flotaba en el aire). Millikan observó una caída tras otra, variando el voltaje y notando el efecto. Después de muchas repeticiones, llegó a la conclusión de que la carga sólo podía asumir ciertos valores fijos. La más pequeña de estas porciones no era otra que la carga de un solo electrón. (Clasificación: 3)

9. El descubrimiento del núcleo por Rutherford
Cuando Ernest Rutherford estaba experimentando con la radiactividad en la Universidad de Manchester en 1911, generalmente se creía que los átomos consistían en grandes masas blandas de carga eléctrica positiva con electrones incrustados en su interior: el modelo del "pudín de ciruela". Pero cuando él y sus asistentes dispararon diminutos proyectiles cargados positivamente, llamados partículas alfa, contra una fina lámina de oro, se sorprendieron al comprobar que un pequeño porcentaje de ellos rebotaba. Era como si las balas hubieran rebotado en la gelatina.

 Rutherford calculó que, en realidad, los átomos no eran tan blandos después de todo. La mayor parte de la masa debe estar concentrada en un pequeño núcleo, ahora llamado núcleo, con los electrones flotando a su alrededor. Con modificaciones de la teoría cuántica, esta imagen del átomo persiste hoy. (Clasificación: 9)

10. El experimento de la doble rendija de Young aplicado a la interferencia de electrones individuales
Ni Newton ni Young tenían toda la razón acerca de la naturaleza de la luz. Aunque no está hecho simplemente de partículas, tampoco puede describirse puramente como una onda. En los primeros cinco años del siglo XX, Max Planck y luego Albert Einstein demostraron, respectivamente, que la luz se emite y se absorbe en paquetes, llamados fotones. Pero otros experimentos continuaron verificando que la luz también tiene forma de onda
 Fue necesaria la teoría cuántica, desarrollada durante las siguientes décadas, para reconciliar cómo ambas ideas podían ser ciertas: los fotones y otras partículas subatómicas (electrones, protones, etc.) exhiben dos cualidades complementarias; son, como dijo un físico, "ondículas".

Para explicar la idea, a los demás y a ellos mismos, los físicos solían utilizar un experimento mental, en el que la demostración de la doble rendija de Young se repite con un haz de electrones en lugar de luz. Obedeciendo las leyes de la mecánica cuántica, la corriente de partículas se dividiría en dos y las corrientes más pequeñas interferirían entre sí, dejando el mismo tipo de patrón de rayas claras y oscuras que genera la luz. Las partículas actuarían como ondas.

Según un artículo adjunto en Physics Today, escrito por el editor de la revista, Peter Rodgers, no fue hasta 1961 que alguien (Claus Jönsson de Tubinga) llevó a cabo el experimento en el mundo real.

En ese momento, el resultado no sorprendió a nadie y el informe, como la mayoría, fue absorbido de forma anónima por la ciencia. (Clasificación: 1)

Fotos: Galileo Galilei (Corbis-Bettmann); Ernest Rutherford (The New York Times, principios de los años 1930); Eratóstenes; Jean-Bernard-Léon Foucault (Photo Researchers Inc.); Thomas Young (Foto Investigadores Inc.); Henry Cavendish; Isaac Newton (Sir Godfrey Kneller); Robert Millikan (Los New York Times, 1950); (Los New York Times); (Foto investigadores Inc.)

domingo, 21 de enero de 2024

5 de las preguntas más apasionantes que la ciencia aún no ha podido responder.

5 signos de interrogación de colores

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Hay pocas cosas más emocionantes que desentrañar los misterios del mundo natural.

Y no son sólo para las mentes brillantes que lo logran.

Es un placer que, afortunadamente, está al alcance de todos.

Piensa en ese momento maravilloso en el que comprendes por primera vez un enigma, generalmente gracias a que una o, a menudo, varias de esas mentes brillantes dieron sus almas, corazones y vidas por desvelarlo.

La ciencia ha tenido un éxito sorprendente en la investigación, pero quedan muchos interrogantes aún sin resolver.

Algunos son de larga data, otros han ido surgiendo a medida que adquirimos más conocimiento: cuanto más sabes, más sabes qué no sabes.

Así que, desde cómo las bicicletas se mantienen en posición vertical hasta los incomprensiblemente raros números primos, hay un vasto océano de incógnitas.

Eso es estupendo. Las preguntas nunca se deben agotar, no sólo porque encierran la esperanza de una respuesta, sino porque la curiosidad, como dijo el filósofo Thomas Hobbes, es la lujuria de la mente.

Pero, ¿cómo escoger cuáles si te prometimos sólo 5?

Pues con mucha dificultad, algo de reflexión y la lamentable arbitrariedad que caracteriza estas tareas.

1. ¿De qué está hecho el Universo?

Signo de interrogación en el espacio

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El Universo en sí es una fuente de interrogantes: qué había antes de que existiera; es infinito o sencillamente inmenso; es único o uno de muchos...

Pero particularmente curioso es el hecho de que los científicos, por el momento, sólo comprendan la naturaleza del 5% de su estructura.

Aunque eso no es poca cosa.

Estamos hablando de los átomos, de sus componentes -protones, electrones y neutrones- y de los neutrinos, las esquivas partículas que pueden atravesar la materia (hasta toda la Tierra) como si no hubiera nada ahí.

Todo eso nos suena familiar ahora pero conviene recordar que, a pesar de que la idea del átomo fue registrada ya en el siglo V a.C. y fueron los griegos lo que le dieron el nombre, no fue sino hasta principios del siglo XIX que el químico John Dalton desarrolló un argumento muy persuasivo que llevó a la sorprendente conclusión de que toda la materia estaba hecha de pedacitos muy, muy pequeños, indivisibles... atómicos.

Así que desde entonces, muchas preguntas han sido respondidas.

Pero persiste un gran misterio, y es sustancial: de qué está hecho el otro 95%.

Lo que se sabe es que aproximadamente el 27% es materia oscura.

Fue descubierta por primera vez en 1933 y actúa como un pegamento invisible que une galaxias y cúmulos de galaxias.

Se sabe que está en la vecindad pues tiene masa y, por ende, fuerza de gravedad, que se puede medir cuando atrae al 5% conocido.

Y si ese manto invisible es misterioso, aún más lo es lo que compone más o menos el 68% del Universo: la energía oscura.

Sabemos de su existencia desde 1998.

Los expertos explican que es algo parecido al éter, que llena el espacio e impulsa la expansión del Universo a velocidades cada vez mayores.

Y poco más.

Hay varias hipótesis pero tras décadas de investigación, el misterio pervive.

2. ¿Cómo surgió la vida?

Muñeco examinando signo de interrogación

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Si te vinieron a la mente las palabras "caldo primigenio" vas por buen camino.

La hipótesis, propuesta en la década de 1920 por Alexander Oparin en la URSS y el genetista británico JBS Haldane simultánea e independientemente, es una de las varias teorías que compiten como respuesta.

La noción es que cuando la Tierra era joven, los océanos estaban llenos de sustancias químicas simples importantes para la vida, y que con la mezcla de gases en la atmósfera y la energía de los rayos, se podrían haber formado aminoácidos, los componentes básicos de las proteínas.

Es para muchos científicos la mejor candidata para explicar cómo surgió la vida en la Tierra.

Pero no está universalmente aceptada ni es la única.

De hecho, sobre la vida no hay acuerdo ni siquiera sobre dónde empezó.

Hay estudiosos que creen que en el mar, otros que en piscinas geotérmicas, en el hielo o hasta lejos de la Tierra (y llegó aquí con asteroides o polvo espacial).

¿Y cuándo? Mmm... no se sabe con exactitud: el momento del origen de la vida también está en duda.

Lo único que sabemos con certeza es que ocurrió después de que la Tierra se formara, hace 4.500 millones de años, y antes de hace 3.400 millones de años, la época de los fósiles más antiguos confirmados.

Aún más complicado es cuál fue el mecanismo.

Aquello de que los aminoácidos se ensamblaban formando proteínas es una posibilidad, pero no es tan popular como la hipótesis de que la vida comenzó con el ARN, un primo cercano del ADN que puede transportar genes y copiarse a sí mismo, y además plegarse y actuar como una enzima.

Otra idea es que los primeros organismos eran simples masas o burbujas, unas "protocélulas" que actuaban como contenedores para los componentes de la vida.

Así que aún no hay acuerdo sobre la respuesta a una de las preguntas más profundas de la ciencia.

Y eso que no nos atrevimos a formular esa otra pregunta: por qué empezó la vida.

3. ¿Qué nos hace humanos? 


Manos levantando signos de interrogación

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Es una pregunta que se ha ido volviendo más difícil de contestar.

Antes había aspectos que parecían excepcionalmente humanos: el lenguaje, reconocernos al vernos reflejados, la capacidad de crear y usar herramientas o de solucionar problemas complejos.

Pero animales como los pulpos y los cuervos, por nombrar sólo a dos, nos fueron quitando ese complejo de superioridad.

¡Y qué decir del ADN!

Resultó que el genoma humano es 99% idéntico al de un chimpancé, ese animal que horrorizó a tantos cuando les pareció que Charles Darwin había insinuado que era de la familia.

Es cierto que nuestros cerebros son más grandes que los de la mayoría de los animales: tenemos, por ejemplo, tres veces más neuronas que los gorilas.

Pero teniendo en cuenta que nos superan animales como el elefante, no parece que la respuesta esté ahí.

Ni en ningún lado aún: lo que hay son preguntas.

¿Será por tener la corteza frontal más gruesa? ¿O el pulgar opuesto? ¿Quizás nuestra cultura, o la capacidad de cocinar, o nuestro dominio del fuego? ¿Tal vez la cooperación, de compasión y el intercambio de habilidades?

Pero, ¿es algo de eso lo que nos hace humanos o sencillamente dominantes?

4. ¿Qué es la consciencia?

Cerebro y signo de interrogación

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Cerebro y signo de interrogación

De pronto la consciencia es lo que nos hace humanos, pero es difícil saberlo sin entender qué es.

El órgano de la consciencia, según los expertos, es el cerebro humano, lo más complejo del universo conocido: 100 mil millones de células nerviosas incesantemente activas que controlan las funciones biológicas y nos ayudan a pensar.

No sólo nos permite responder a sonidos, aromas y toda clase de señales ambientales sino también a retener información.

Es más: al integrar y procesar mucha información, podemos concentrarnos y bloquear esos estímulos sensoriales que nos bombardean en vez de reaccionar.

Además, nos permite distinguir entre lo que es real y lo que no lo es, e imaginar múltiples escenarios futuros que nos ayuden a adaptarnos y sobrevivir.

Pero no es una computadora, es mucho más.

Nos da una vida interior: nosotros no sólo pensamos sino que además sabemos que pensamos.

¿Cómo genera el yo, la experiencia única que tenemos de ser únicos?

¿Cómo hace posible el pensamiento abstracto?

La consciencia es lo más sorprendente del cerebro y un interrogante que quizás nunca podremos resolver.

5. ¿Por qué soñamos?

Muñeco pintado en tablero con burbuja de signos de interrogaciónMuñeco pintado en tablero con burbuja de signos de interrogación.

Los científicos y expertos en sueño saben cuándo soñamos: normalmente durante la parte de movimientos oculares rápidos (REM) del ciclo de sueño.

Lo que no saben es por qué soñamos.

Sigmund Freud creía que los sueños eran expresiones de deseos insatisfechos (a menudo sexuales); otros conjeturan que los sueños no son más que imágenes aleatorias de un cerebro en reposo.

Algunos estudios parecen señalar que los sueños podrían desempeñar un papel en la memoria, el aprendizaje y las emociones.

Aunque también podrían ser una forma de reflexionar o liberar el estrés de la vida cotidiana, o incluso una forma inconsciente de desentrañar experiencias desafiantes.

Nuestros sueños también pueden proporcionar una especie de mecanismo de supervivencia al permitirnos simular amenazas potenciales o ensayar situaciones sociales con anticipación.

Pero quizás no cumplen una función específica. De pronto no son más que el subproducto de la incesante actividad de nuestro cerebro mientras dormimos.

Más poéticamente, recordando a Calderón de la Barca, son eso: sueños, como la vida, y los sueños, sueños son.

Cómo lo que pensamos antes de dormir afecta la calidad del sueño

Mujer con insomnio

Estás en la cama, tratando de conciliar el sueño, pero tus pensamientos no se detienen.

Tu cerebro está ocupado haciendo planes detallados para el día siguiente, repitiendo momentos vergonzosos (“¿por qué dije esto o aquello?”), o produciendo pensamientos aleatorios (“¿dónde está mi certificado de nacimiento?”).

Muchos usuarios han compartido vídeos en las redes sociales de cómo dormirse más rápido conjurando “escenarios falsos”, como una historia romántica donde tú eres el protagonista.

¿Pero qué dicen respeto a esto las investigaciones? ¿Tiene alguna influencia lo que pensamos antes de dormir en cómo dormimos?

Diferencias importantes

Resulta que la gente que duerme bien y las personas que tienen una calidad de sueño pobre tienen diferentes tipos de pensamientos antes de dormir.

Quienes duermen bien reportan que experimentan mayormente imágenes sensoriales visuales mientras se quedan dormidos (ven personas y objetos, y tienen experiencias similares a las de un sueño).

Para muchos, dormir bien no representa un problema.

Puede que tengan menos pensamientos ordenados y más experiencias alucinatorias, como por ejemplo imaginarse que están participando en eventos en el mundo real.

Para las personas con insomnio, los pensamientos previos a conciliar el sueño, tienden a ser menos visuales y más enfocados en la planificación y resolución de problemas.

Estos pensamientos son generalmente menos placenteros y menos aleatorios en comparación con los de las personas que duermen bien.

Las personas con insomnio también son más proclives a estresarse por el sueño cuando están tratando de dormir, lo que da lugar a un círculo vicioso, ya que hacer esfuerzo para dormir te despierta aún más.

Las personas con insomnio reportan con frecuencia que se preocupan, planifican o piensan en cosas importantes a la hora de acostarse, o se centran en problemas o ruidos en el entono, y tienen una preocupación general por no dormir.

Desafortunadamente, toda esta actividad mental previa, puede evitar que te quedes dormido.

Quienes duermen bien reportan que experimentan mayormente imágenes sensoriales visuales mientras se van durmiendo.

Un estudio encontró que las personas que normalmente duermen bien, pueden tener problemas para dormir si están estresados por algo cuando se van a dormir (como, por ejemplo, el tener que dar un discurso a la mañana siguiente).

Incluso niveles moderados de estrés a la hora de acostarse pueden afectar el sueño de esa noche.

Atracones de TV

Otro estudio de 400 adultos jóvenes investigó cómo los atracones de televisión pueden afectar el sueño.

Los investigadores encontraron que los niveles más altos de visualización compulsiva están asociados con una mala calidad del sueño, más fatiga, y un aumento en los síntomas de insomnio.

La “excitación cognitiva”, o la activación mental, provocada por una narrativa interesante y la identificación con los personajes, también puede desempeñar un papel.

Los programas con narrativas interesantes no ayudan después a que uno se duerma con facilidad.

La buena noticia es que hay técnicas que puedes usar para cambiar el estilo y el contenido de tus pensamientos antes de dormir.

Estas pueden ayudarte a reducir la excitación cognitiva nocturna o reemplazar los pensamientos no deseados con otros más placenteros. Estas técnicas se denominan “reenfoque cognitivo”.

¿Qué es el reenfoque cognitivo?

El reenfoque cognitivo, desarrollado por el psicólogo e investigador estadounidense Les Gellis, involucra distraerte con pensamientos placenteros antes de acostarse.

Es como los “escenarios falsos” que publican los usuarios de las redes, pero el truco es pensar en un escenario que no sea demasiado interesante.

Decide antes de ir a la cama en qué vas a pensar cuando estés acostado, esperando quedarte dormido.

Elige una tarea cognitiva atractiva, con suficiente alcance y amplitud para mantener tu interés y atención, sin que te cause excitación física o emocional. Así que nada demasiado aterrador, emocionante o estresante.

Por ejemplo, si te gusta la decoración interior, puedes imaginarte rediseñando una habitación en tu casa. Si eres amante del fútbol, puedes repetir en tu mente una parte del juego o imaginarte un plan de juego.

Un fan de la música puede recitar mentalmente las letras de su álbum favorito. Alguien a quien le gusta tejer puede imaginarse tejiendo una manta.

Si te gusta tejer, por ejemplo, imagínate tejiendo una manta.

No importa lo que elijas, asegúrate de que sea algo que se adapte a ti y a tus intereses. La tarea necesita ser placentera, sin ser demasiado estimulante.

El reenfoque cognitivo no es la solución perfecta, pero puede ayudar.

Un estudio de personas con insomnio encontró que aquellos que probaron el reenfoque cognitivo experimentaron una mejora significativa en los síntomas de insomnio en comparación con el grupo de control.

Meditación y conciencia plena

Otra antigua técnica es la meditación o conciencia plena.

La práctica de la meditación puede aumentar nuestra autoconsciencia y hacernos más conscientes de nuestros pensamientos. Esto puede ayudarnos con los pensamientos rumiantes. A menudo, cuando tratamos de bloquear o frenar pensamientos, la situación puede volverse peor.

El entrenamiento en esta práctica puede ayudarnos a reconocer cuándo estamos entrando en una espiral de pensamientos rumiantes, y ayudarnos a dar un paso atrás, casi como si fuéramos un espectador pasivo.

Trata de observar tus pensamientos, sin juzgarlos. Puedes incluso decirles “hola” a tus pensamientos y dejarlos pasar e irse. Déjalos estar allí y míralos por lo que son: solo pensamientos, nada más.

Investigaciones de nuestro grupo han demostrado que las terapias basadas en la conciencia plena pueden ayudar con el insomnio.

Trata de observar tus pensamientos sin juzgarlos.

También pueden ayudar a las personas con condiciones psiquiátricas como desorden bipolar, obsesivo compulsivo y esquizofrenia a dormir más.

¿Qué puedes hacer para aliviar tus pensamientos antes de dormir? Un buen sueño comienza en el momento en que te despiertas. Para darte la mejor oportunidad de dormir bien por la noche, empieza levantándote a la misma hora todos los días y exponte al sol de la mañana (sin importar cuánto has dormido la noche anterior).

Ten un horario consistente para irte a la cama, reduce el uso de la tecnología por la noche, y haz ejercicio regularmente durante el día.

Si tu mente está ocupada cuando te vas a dormir, trata de practicar el reenfoque cogntivo.

Elige un “escenario falso” que mantenga tu atención pero que no sea aterrador o estimulante.

Practica ese escenario en tu mente cuando te vas a dormir y disfruta la experiencia.

También puedes probar:

Mantener una rutina constante a la hora de acostarte, para que tu cerebro pueda relajarse 

Anotar tus preocupaciones en algún momento del día (para no pensar en ellas cuando te acuestas) 

Adoptar una mentalidad más compasiva (no te castigues a la hora de dormir por tus defectos imaginados) 

*Melinda Jackson es profesora asociada del Instituto Turner para la Salud Mental y del Cerebro, Escuela de Ciencias Psicológicas, Universidad Monash, Australia. 

Hailey Meaklim es psicóloga e investigadora del sueño, Universidad de Melbourne, Australia.