Primera. Una y otra vez, se refiere al comportamiento tributario de su novio como destinatario de una multa de Hacienda. No, señora Ayuso, no. Es el agente de dos delitos (con falsedad documental), que él mismo reconoce y que usted sistemática y maliciosamente ignora.
Me pregunto por qué lo hace. Por qué habla una y otra vez de una multa. Solo le falta decir que se trata de una multita de nada, cuando se trata de un fraude de 350.000 euros, con el añadido de falsedad documental. Cabría pensar que no le da la cabeza para más y que no es capaz de comprender lo sucedido. Pero, claro, no es fácil mantener esa hipótesis ya que es la adalid del razonamiento crítico contra el gobierno. Parece que es capaz de razonar. ¿Por qué, entonces, esa ignorancia supina? Pues porque nos considera estúpidos a los demás. No se trata de una multa, ella lo sabe bien. Pero insiste una y otra vez en que Hacienda le ha puesto una multa a su novio y que, además, el pobrecito quiere pagarla. ¿Cuál es entonces el problema para ella? Pues que quienes quieren destruir a la señora presidenta son requetemalos y han puesto toda la maquinaria del Estado para destruir a una adversaria inocente a través de un particular perseguido e indefenso. Pues no.
Resulta que ese hecho, el hecho de que convive con un delincuente confeso, en unos pisos de origen misterioso (y funcionamiento irregular según la inspección de urbanismo), que ha hecho negocios oscuros en tiempos de pandemia, es lo de menos. Ahora estamos todos mareados buscando a quienes han filtrado lo sucedido. Lo sucedido no tiene importancia, lo que tiene importancia es conocer quién y cómo lo ha filtrado. Cuando el dedo señala la luna el dedo mira la mano. Y más si se tiene en cuenta que el bulo inicial lo lanza su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez. Pero, en su habitual estrategia de retorcer la realidad, la presidenta dice que MAR acudirá a la cita del Supremo para desmontar los bulos.
Ya ha rodado, por este motivo de las filtraciones, la cabeza del jefe de la oposición madrileña, Juan Lobato. Y esas cosas suelen suceder con quienes pretenden enfrentarse a la señora presidenta. Ya le entregaron en bandeja de plata la cabeza del señor Casado, presidente de su partido, que osó preguntar por los negocios de su hermano. Solo por preguntar. Pero ella nunca ha lamentado la fulminante desaparición de la política del joven presidente. No sabía con quién estaba tratando. Y lo pagó caro.
Segunda. Ha vuelto la señora presidenta de una visita institucional a Corea del Norte. Y, en una entrevista realizada en el programa televisivo Espejo Público, de la mano de la periodista Susana Grisso, le han faltado insultos para descalificar a sus adversarios políticos. Y no es solo lo que dice, es el desprecio con el que lo dice.
Ha ridiculizado el Congreso del Partido Socialista celebrado en Sevilla, calificando de norcoreanos a los asistentes y organizadores. Ha descalificado los aplausos de los militantes socialistas tachándolos de serviles. Según esta clarividente señora, quienes aplauden en el Congreso socialista lo hacen para aparecer en las listas y porque el líder no admite la discrepancia. (Ahí está el señor Page discrepando sistemáticamente del presidente y ahí está el señor Lambán manteniendo la presidencia del partido en Aragón, pero eso no lo ve la señora presidenta). Han producido más viento con sus aplausos que todos los molinos de Aragón, dice. Como si en su Asamblea no les dolieran las manos a sus parlamentarios de aplaudir las insensateces que ella suelta cada día. Como si sus correligionarios no hubiesen aplaudido ese mismo día al presidente de su partido. Y no conozco a ninguno de sus parlamentarios que haya discrepado de los planteamientos de su presidenta. ¿Es ella norcoreana? Me indigna ese sectarismo torpe y perverso. Es que no ve ni un ápice de bondad en sus adversarios y ni un ápice de maldad en el suyo. Qué ecuanimidad. Qué profundidad democrática. El colmo de su trampa es decir que antes gobernaba en Madrid el comunismo y el socialismo y ahora gobierna la libertad. ¿Por qué no decir el fascismo?
De paso, tacha de palmeros a los militantes socialistas. Y de jetas, y de caraduras. Sin el menor rubor, sin el menor sentido de la decencia. Con toda la desenvoltura. Y, por supuesto, refiriéndose a todos y a todas, sin excepción.
Al presidente le reserva el calificativo de cobarde, No sé por qué, la verdad, Porque no creo que ese sea un adjetivo que se avenga con su forma de proceder. Pero bueno, era uno de los adjetivos que le faltaban para la colección: déspota, tirano, traidor, mentiroso, hijo de puta…
Tercera. En los actos que se han realizado para celebrar el aniversario de la Constitución de 1978 ha silenciado la voz del gobierno. Este año no participó el delegado el gobierno en la comunidad de Madrid por decisión de la señora presidenta. ¿Por qué? Porque el año pasado dijo algo que no le pareció aceptable, algo crítico con su proceder y sentir. Ella, que acusa de dictador al presiente del gobierno, ella, que dice que respeta las instituciones del Estado, elimina a una de las instituciones porque no le gustó lo que dijo el delegado en su intervención el año anterior. Y no, señora presidenta, las instituciones están por encima de las personas.
El día de la Constitución (al menos ese día, por Dios) hay que cultivar el sentido de la concordia, de la unidad, de la participación de todos Si los padres de la Constitución hubiesen tenido la actitud de esta mujer, hubiera sido imposible llegar a ningún acuerdo
Cuarta. La señora presidenta ha contratado con FEMAR el precio de las comidas de los ancianos y ancianas de las residencias de su comunidad: 6.48 euros por las cuatro comidas del día, desayuno, comida, merienda y cena. Me gustaría que ella estuviese solo una semana haciendo sus cuatro comidas por ese precio.
No es de extrañar. Todavía no ha dado cuenta, ni los jueces tan severos con otros comportamientos se la han pedido, de las más de siete mil muertes de ancianos en las residencias de la comunidad de Madrid durante los años terribles de la pandemia. Si no tengo mala información, esa causa está en manos del juez Juan Carlos Peinado, tan ocupado en otros menesteres.
Ella dio una explicación muy convincente: más pronto que tarde esos ancianos y ancianas tenían que morir. Lo he oído con mis propios oídos. Nadie me puede persuadir de que no ha dicho lo que realmente ha dicho.
Ahí está, para su sonrojo, el libro en el que su Consejero de Asuntos Sociales, Alberto Reyero Zubiri, dejó el testimonio de lo sucedido con unos protocolos de la vergüenza que impidieron a los ancianos ser tratados en los Hospitales de la comunidad. El título del libro no puede ser más elocuente: “Morirán de forma indigna” . Y así murieron.
Quinta. Es proverbial el desafecto de la señora Ayuso por la sanidad pública y la educación pública. Lo suyo es privatizar. Mientras escribo estas líneas la sanidad pública lleva tres días con el sistema informático caído. Con la consiguiente dificultad de los profesionales para la organización de las citas y para el seguimiento del historial de los pacientes. Y mientras escribo estas líneas remolonea para firmar la recepción de una partida de más de cien millones para la Universidad Complutense. (No olvidemos que en la comunidad de Madrid hay más Universidades privadas que públicas).
Cuando pienso en el caso de esta mujer, siempre acabo concluyendo lo siguiente: esos comportamientos, esos discursos, esas actitudes que a mí me parecen deleznables no parecen tener incidencia en el fervor con el que la siguen y la votan Lo cual me lleva a una segunda conclusión: ¿cómo analizan la realidad los votantes de la señora Ayuso? Y esa segunda conclusión me lleva a una tercera: ¿qué han aprendido en tantos años de sistema educativo?
Lo mismo me sucede cuando veo con asombro los resultados de las elecciones a la presidencia de Argentina o a la presidencia de los Estados Unidos. Y acabo pensando que el problema no son esos personajes sino que tengan tantos y tan fervientes votantes.
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