lunes, 26 de febrero de 2024

Los 4 tipos de amor según los antiguos griegos (cuáles son y su significado)

Los antiguos griegos empleaban cuatro palabras distintas para definir lo que hoy día conocemos por el término “amor”, estas eran: eros, ágape, philia y storge. Cada una de ellas tiene un sentido más profundo que el que le damos actualmente a una sola palabra.

Por un lado, el eros supone el amor pasional, aquel que se deja llevar por el deseo y la atracción. Por otro lado, el amor storge es fraternal, implica la admiración y el cariño recíproco. En cambio, el ágape refiere al amor incondicional, aquel que acepta al otro tal y como es. Mientras que philia es similar a la amistad, supone fraternidad y admiración.

El amor, en sus distintas formas, ha servido de inspiración a artistas desde tiempos inmemoriales. Veamos el significado de los cuatro tipos de amor que referían los griegos de la antigüedad ilustrados con ejemplos de obras artísticas, literarias y cinematográficas de todos los tiempos.

Amor Eros
un beso de amor

0 Psyché ranimée par le baiser de l'Amour - Canova - Louvre 1.JPG

Antonio Canova: Psique reanimada por el beso del amor. Mármol. 155 cm x 168. Museo del Louvre (París). En la mitología griega el Dios Eros representa la atracción, la pasión y la fertilidad. El tipo de amor eros se refiere al amor apasionado que implica deseo y atracción.

A diferencia del amor tal y como se entiende hoy día, eros ocupa una dimensión semántica más profunda. El eros griego a veces se trata solo de deseo o pasión.

En una de sus obras más famosas, El Banquete, Platón habla de la naturaleza del eros.

Para el filósofo, eros es el amor-deseo que mueve al mundo inteligible. Al principio, el eros comienza siendo deseo sensual, mediante la apreciación de la belleza. Una vez avivado este deseo no se complace en el mundo sensible. Para Platón, el amor (deseo) es un mediador entre el mundo de las ideas y lo humano.

Este tipo de amor se aprecia, por ejemplo, en fragmentos como estos de Safo, donde se percibe la pasión en los cambios que experimenta el cuerpo en presencia de la persona amada:

Un igual a los dioses me parece
el hombre aquel que frente a ti se sienta
de cerca y cuando dulcemente hablas
te escucha, y cuando ríes

seductora. Esto — no hay duda— hace
mi corazón volcar dentro del pecho.
Miro hacia ti un instante y de mi voz
ni un hilo ya me acude,

la lengua queda inerte y un sutil
fuego bajo la piel fluye ligero
y con mis ojos nada alcanzo a ver
y zumban mis oídos;

me desborda el sudor, toda me invade
un temblor, y más pálida me vuelvo
que la hierba. No falta — me parece—
mucho para estar muerta.

(Traducción de Aurora Luque)

En el arte se ha representado el eros en múltiples ocasiones. Un ejemplo de ello supone la escultura neoclásica de Antonio Canova, donde queda enaltecida la pasión amorosa que representa este tipo de amor.

El eros también podría identificarse en obras del periodo realista como Anna Karenina de Tolstói, donde se descubre una pasión amorosa entre la protagonista y Vronski, la cual surge a primera vista en la estación de tren. Al inicio de la novela, el romance es intenso y descontrolado, lo que lleva a la protagonista a cometer adulterio. Esta pasión lleva incluso a Anna al aislamiento social.

Amor Ágape
Multiplicación de los panes y los peces
Giovanni Lafranco: Milagro de los panes y los peces. 1620-1623. Óleo sobre tela. Galería Nacional de Irlanda. En la cultura griega antigua, la palabra ágape expresa el amor incondicional. Es un amor que tiene como prioridad el bienestar de los demás, es decir, supone aceptar al otro indistintamente de sus imperfecciones.

Ágape es un amor profundo y generoso, en el que se toma en consideración la dicha del ser amado y de los demás. Es un tipo de amor que no espera nada a cambio y se aleja de la superficialidad.

En el cristianismo el ágape es una comida fraternal cuyo fin es la conexión de amor mutuo entre los miembros de la comunidad.

En relación a esto se utilizaba este término en la Biblia. En este sentido, ágape supone dar aquello que se tiene, implica incluso la entrega absoluta, como Cristo. En este pasaje bíblico encontramos referencias a este tipo de amor:

El amor es paciente, es servicial, no es envidioso ni busca aparentar, no es orgulloso ni actúa con bajeza, no busca su interés, no se irrita, sino que deja atrás las ofensas y las perdona, nunca se alegra de la injusticia, y siempre se alegra de la verdad. Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

En el arte, el Milagro de los panes y los peces del pintor italiano Giovanni di Stefano Lanfranco, donde se representa este suceso narrado en los Evangelios, es un ejemplo ilustrativo de este tipo de amor. Jesús tomó la pequeña cantidad de alimento que había y consiguió alimentar a la multitud.

En el cine encontramos este tipo de amor en películas como La Pasión de Cristo de Mel Gibson. Este duro filme muestra las últimas horas de vida de Jesús, en los diferentes hechos que ocurren se ve reflejada la entrega, el amor incondicional sin esperar nada a cambio. El sacrificio de Jesús, al dar su vida por los hombres.

También puedes leer: Película La pasión de Cristo, de Mel Gibson

Amor Philia
Amistad de Jef Leempoels
Joseph Leempoels: Amistad. Óleo sobre tela.86 x 102 cm. Museo Nacional de Bellas Artes (Argentina).

Este tipo de amor tiene una acepción semejante al de amistad, implica cariño y afecto por el otro. Philia se caracteriza por ser fraternal y promover el bien del otro. Es un amor que se basa en la admiración.

La palabra filia viene del griego antiguo y significa amor o amistad. Este término también se utiliza como sufijo para referirse al amor por cosas concretas. Por ejemplo, filosofía significa amor, o amistad, por la sabiduría.

En la historia de la filosofía, Aristóteles en obras como Ética a Nicómaco o Ética Nicomáquea indicó que en la amistad “es preciso que tengan los unos para con los otros sentimientos de benevolencia, que se deseen el bien y no ignoren el bien que se desean mutuamente”. Por tanto, este tipo de amor que describe el filósofo también implica alegrarse generosamente por la felicidad del otro.

Así, las singularidades de este tipo de amor son solidaridad, fraternidad y lealtad. En el ámbito cinematográfico encontramos títulos como Cinema Paradiso (1988), donde se muestra este tipo de amor entre Salvatore y Alfredo, cuya amistad sobrepasa varias generaciones, también el tiempo y la distancia. El profundo interés de ambos por el cine consigue unirlos para siempre, entre ellos se forja una relación basada en la admiración mutua.

En el cuadro Amistad, de estilo realista, del pintor belga Joseph Leempoels se puede ver el retrato de dos hombres de edad avanzada entrelazando sus manos, donde queda inmortalizado un gesto de complicidad y conexión entre ellos.

Algo similar ocurre en una de las obras más populares de Ernest Hemingway, El viejo y el mar indaga en la relación absoluta de amistad entre Manolín y Santiago, joven y maestro respectivamente.

En los siguientes versos del poeta naturalista John Burroughs (1837-1921), también se puede apreciar el amor philia:

Aquel quien más pronto da que pide,
Aquel quien es el mismo hoy y mañana,
Aquel quien compartirá tu pena igual que tu alegría;
Ese es a quien yo llamo un amigo.

También te puede interesar:

Ética de Aristóteles


Amor Storge
Madre e Hijo de Pablo Picasso

Las imágenes pueden estar 
Pablo Picasso: Madre e hijo. 1901. Óleo sobre lienzo. 112 x 97,5 cm. Harvard Art Museum (Estados Unidos).
Este tipo de amor sucede de manera natural. Storge es un término menos recurrente en la antigua Grecia que los anteriores. Se refiere a las relaciones familiares y de amistad, tiene que ver con el afecto por ejemplo entre padres e hijos.

Storge supone un compromiso que perdura en el tiempo y surge de forma sosegada y cautelosa. Es un amor que se transforma y que busca más el compromiso duradero que la satisfacción placentera, tampoco da importancia a la apariencia física.

En el periodo azul de Picasso, donde representa la desdicha de sus protagonistas a través de tonalidades azules, encontramos esta obra que lleva por título Madre e hijo (1901). Los protagonistas quedan aislados por la frialdad tonal, pero se percibe el estrecho vínculo de amor entre ellos. Este podría ser un buen ejemplo de storge.

El amor storge entre familiares se puede ver representado también en poemas como Dulzura (Ternura, 1924) de Gabriela Mistral. En estos versos se percibe el amor incondicional de una hija hacia una madre, donde se demuestra el vínculo materno-filial que viene desde el vientre de la madre y parece unirlas de por vida:

Madrecita mía,
madrecita tierna,
déjame decirte
dulzuras extremas.

Es tuyo mi cuerpo
que juntaste en ramo;
deja revolverlo
sobre tu regazo.

El cine también ha dejado historias donde queda representado storge, lo encontramos por ejemplo en cintas como La vida es Bella de Roberto Benigni, donde Guido hace hasta lo imposible por salvar la vida de quién más ama: su hijo. En el peor de los lugares, un campo de concentración, el protagonista hace creer a su hijo que todo se trata de un juego, de esta forma consigue salvar a su pequeño.

FRANQUISMO. La expansión del virus del revisionismo histórico.

Revisionismo histórico
Varias personas rezan el rosario por la unidad católica de España en la parroquia del Inmaculado Corazón de María, en la calle Ferraz, en paralelo a las protestas contra la ley de amnistía junto a la sede del PSOE.
—“Unos señores pedían disgregar España; otros querían una revolución, todos querían destruir la cultura cristiana. Y eso fue por lo que se luchó en la guerra [civil española]. Unos a favor y otros para impedirlo y ganaron los que lo impidieron. Eso fue lo que permitió que España volviera a ser un país unido y próspero”.

—“No hubo ni un solo demócrata en las cárceles de Franco”.

—“La democracia viene del franquismo y todas las amenazas a ella vienen del antifranquismo”.
—“¿Cuál era la razón de la colaboración con la banda terrorista? La afinidad ideológica de fondo entre el PSOE y ETA, algo evidente. El PSOE y la ETA eran y son partidos socialistas, radicalmente antifranquistas, partidarios de leyes de memoria, de género etc.”.

El autor de estas afirmaciones, Pío Moa, paradigma del llamado revisionismo histórico, ha vendido decenas de miles de libros. En 38 años ha escrito más de 40. En 2006 publicó cinco. En 2007, otros cuatro. Es tan prolífico que los títulos, a menudo, se parecen, como ocurre con Adiós a un tiempo (2023) y De un tiempo y de un país (2002) o El derrumbe de la II República y la Guerra Civil (2001); 1936, el asalto final a la República (2005) y La República que acabó en Guerra Civil (2006). Además de ese frenesí editorial, Moa, exmiembro de los GRAPO, dispone de un blog, un espacio semanal en una emisora de radio, es asiduo a los productos televisivos predilectos de la extrema derecha y ha sido convocado para dar charlas en bibliotecas públicas por concejales de Vox, partido que también le invitó a una conferencia en Cataluña y que replica sus tesis. “Este es el peor Gobierno en 80 años”, llegó a declarar su líder, Santiago Abascal, en el Congreso de los Diputados: literalmente, con Franco vivíamos mejor. La asociación Pie en pared, de la que forman parte, entre otros, Juan Carlos Girauta y Marcos de Quinto (exmiembros de Ciudadanos), Esperanza Aguirre, del PP, y Alejo Vidal-Quadras (fundador de Vox), también lo incluyó en una charla titulada “El negacionismo histórico del PSOE”, celebrada, en este caso, en una universidad, la San Pablo-CEU.

“Para hacer la biografía de Franco o El holocausto español”, recuerda el hispanista Paul Preston, “invertí más de 10 años de investigación. De hecho, seguí añadiendo información en años posteriores. Y como yo, Julián Casanova, Enrique Moradiellos, Ángel Viñas… en fin, todos los historiadores serios”. A todos ellos y alguno más, les dedicó también Moa uno de sus libros, Galería de charlatanes (2022). Cuando Casanova, catedrático de historia contemporánea, lamentó, en un artículo en EL PAÍS, que José María Aznar hubiese recurrido a Moa, “que no es un historiador”, para “contrarrestar los ‘mitos’ de los historiadores a los que nunca tuvo necesidad de leer”, el aludido contestó: “En 2002, Aznar y su partido de señoritos se permitieron condenar el alzamiento del 18 de julio que libró a España de la disgregación y la sovietización. Lo cual demuestra que, contra lo que dice Casanova, Aznar sí leyó la bazofia historiográfica de los memoriadores y, lo que es peor, se la tragó entera”.

El primer presidente del PP había confesado que entre sus lecturas estaba Los mitos de la Guerra Civil, el gran pelotazo de Moa. Esfera de los Libros lo reeditó el año pasado. La nota promocional asegura que es “una de las obras de historia más vendidas en los últimos años, con 53 ediciones y más de 300.000 ejemplares”. Su traducción al francés y una polémica entrevista con el autor en Le Figaro provocaron gran revuelo y la protesta de periodistas del propio diario. El periódico llegó a asumir en un vídeo la tesis de Moa por la cual fueron los socialistas quienes empezaron la Guerra Civil. Francia se escandalizaba por algo que en España sucedía cualquier sábado por la mañana, cuando Moa colabora en la radio.

Se les llama revisionistas, pero los expertos entrevistados para este reportaje, autores todos ellos de obras de referencia sobre la Guerra Civil y la dictadura, alertan del mal uso del término. “Llamarles eso”, afirma Preston, “es darles una seriedad de la que carecen. Lo que hace el historiador es revisar continuamente su trabajo. Ellos son más bien propagandistas. Lanzan afirmaciones sensacionalistas con fines comerciales y políticos. Hay gente a la que todavía le disgusta que se hable mal de Franco y eso ocurre porque la dictadura fue un lavado de cerebro de 40 años. Pero todos estos libros que blanquean el franquismo niegan lo que ya es una verdad irrefutable. Hay investigaciones muy serias sobre la represión franquista en cada pueblo, ciudad y provincia. Decir que eso no existió o que no fue para tanto es insultante. Y no solo para los investigadores que han hecho de eso el trabajo de una vida, sino para los familiares de las víctimas”.

“Una cosa”, añade Casanova, “es la revisión y otra muy distinta el revisionismo, que es una enfermedad dentro de la historiografía”. “El pasado”, recuerda Ángel Viñas, “es inconmensurable. No existe. Lo que hace el historiador es acercarse con una linterna y alumbrar los archivos, las fuentes que te sirven para explicar por qué pasó lo que pasó. Pero a esta gente no le interesan los documentos, las fuentes, la investigación... solo tiene opinión”.

El fenómeno crece, gracias o paralelamente a la presencia de Vox. “El revisionismo”, prosigue Casanova, “es una traslación de lo que pasa en la política a la historiografía. Antes era al revés: se usaba políticamente la historia. Todo esto empezó cuando publicamos El pasado oculto [una de las primeras grandes obras sobre la represión franquista], creció a raíz de la apertura de fosas y las leyes de memoria y ahora coincide con un auge generalizado de la extrema derecha”. Viñas coincide: “El revisionismo es causa de la polarización y a su vez hace que aumente”. En Alemania, recuerdan, negar el Holocausto es un delito y se lleva a chavales de institutos a visitar campos de concentración para que conozcan su historia. La educación, comparten los historiadores, es la vacuna contra ese virus revisionista que carcome el conocimiento, ya que permite desmontar prejuicios y construir ciudadanos con espíritu crítico. Hoy, recuerda el catedrático de ciencia política, sociólogo e historiador Alberto Reig, “en las protestas frente a la sede del PSOE en Ferraz se ve a chavales cantar el Cara al sol y gritar ‘¡Viva Franco!”.

Parece un negocio rentable. La editorial Actas, fundada en 1990, se presenta como “un proyecto cultural necesario” contra “la historia oficial” en una “España revanchista”. Uno de sus últimos lanzamientos es La represión de la posguerra, del periodista Miguel Platón, muy recomendado por Moa —“acaba con las falsedades sobre las cifras de ejecuciones y la supuesta arbitrariedad de los juicios”—; por Andrés Trapiello en El Mundo y en la web de la Fundación Nacional Francisco Franco, que reproduce a menudo las tesis del autor. Hoy se pueden consultar, según recuerda el historiador Gutmaro Gómez Bravo, más de medio millón de consejos de guerra. El estudio de Platón, critica, analiza 30.000 con datos “sesgados”. A preguntas de este diario, Platón reduce la cifra total de procesos a 125.000, admite que “la justicia de los vencedores” fue “excesiva, incluso cruel”, pero al tiempo, asegura que “la inmensa mayoría de los ejecutados tras ser condenados a muerte tenían delitos de sangre”. “Cuando se ven los cargos, expediente a expediente, es la conclusión a la que se llega. Hubo decenas de miles de crímenes, luego alguien los cometió. Y se aplicó siempre el principio de in dubio pro reo”. Preguntado por casos como los de las 13 rosas, ejecutadas en agosto de 1939, afirma que es “por hechos cometidos después de la Guerra Civil” que no entran en esta investigación. Pío Moa, al que Platón considera “un autor muy interesante”, rechazó responder a preguntas de este periódico.

Casanova señala el salto cualitativo que supone que alguien como Trapiello, que conoce cómo funciona la universidad, sugiera que no son historiadores serios. “¿Piensa que a mí me contrata una facultad norteamericana por mi ideología?”. El prólogo del libro de Platón es de Stanley G. Payne. “Para mí”, afirma Viñas, “es el peor de todos, porque él sí es historiador y el único archivo del que bebe es el de la Fundación Franco. Payne escribe sin papeles. Eso en los setenta, cuando los archivos estaban cerrados a cal y canto, todavía, pero hoy no tiene justificación”.

Preston lamenta también que “Payne, que tiene libros admirables, defienda ahora a Franco” y recuerda: “Los consejos de guerra solo son una parte de la represión, la mayoría fueron ejecuciones extrajudiciales. En los juicios se procesaba a veces a 40 o 50 personas de golpe. Que no todas las condenas fueran a muerte no borra las largas condenas, en condiciones infrahumanas, ni todas las muertes que hubo en prisión”.

La proliferación de títulos de este tipo, publicados por editoriales como Actas o SND, que comercializa obras como Tejero, un hombre de honor o Franco, memoria imborrable, además de una especie de trivial sobre el dictador —“estamos muy orgullosos de nuestros antepasados”— ha hecho que cale la idea de que hay historiadores de derechas y de izquierdas. Preston niega la mayor: “Yo me considero un demócrata, pero eso nunca me ha impedido contar los errores de los políticos democráticos, como hice con Largo Caballero en Un pueblo traicionado. Cuando empiezo una investigación, tengo la mente abierta, dispuesta a llegar a conclusiones según me vayan guiando las evidencias de los archivos o de las fuentes. Cuando empecé la biografía de Santiago Carrillo, por ejemplo, le admiraba mucho. No me imaginaba que el resultado final sería tan crítico como finalmente fue, casi devastador”.

El auge del revisionismo plantea un dilema para los historiadores serios. “Hubo un tiempo”, afirma Casanova, “en que los libros de revisionistas como Moa inundaban los escaparates. Su impacto ahora es menor, pero hemos entrado en una dinámica en la que historiadores buenos tienen que financiarse sus libros mientras esta gente ocupa espacios sin merecerlo. Cuando medios de comunicación acogen a personas como Moa o a periodistas que escriben libros de este tipo, se resta crédito a los historiadores, se desprecia el conocimiento. Y hay varias posturas: los que pasan, los que creen que hay que responderles y los que creemos que la forma de contrarrestar todo eso es seguir investigando y participar en medios y redes sociales, es decir, entender que la era digital está cambiando la forma de enseñar la historia”.

El historiador Alberto Reig decidió contestar. En 2006 publicó Anti Moa. La subversión neofranquista de la Historia de España. Recordaba, entre otras cosas, que el prolífico autor se limita a “copiar a los historiadores franquistas” que construyeron el relato para legitimar el golpe de Estado y la Guerra Civil. En 2017, Reig continuó desmontando a los revisionistas con el libro La crítica de la crítica. Antes, en 2004, participó en la serie documental de TVE Memoria de España. “Recibí amenazas de muerte por el capítulo de Franco”. El año pasado, también salió al mercado el libro Vox frente a la historia (Akal), una obra colectiva en la que varios historiadores combaten, con su avalada trayectoria e investigación, “la proliferación de mitos y desinformación por demagogos de extrema derecha que han hecho de la historia patria uno de los ejes de su combate por la hegemonía cultural”.

Los hits de los revisionistas, entre los que los entrevistados citan a Moa, César Vidal, Luis Togores o José María Marco, beben del relato franquista, a saber, que la guerra era inevitable; que la represión no fue tan dura, etcétera. Viñas señala llamativas coincidencias con algunos discursos políticos hoy: “España se rompe, la patria se desintegra y, curiosamente, los malos malos de la película ya no son los comunistas, sino los socialistas, que tienen ansias ‘totalitarias’. No es casual. Se alimentan de los revisionistas”. El amor es recíproco: “Solo queda Vox, el único partido que defiende claramente la unidad y soberanía de España”, repite Moa.

Lista de lecturas

Franco. Caudillo de España
Paul Preston
Debate, 2015 (edición actualizada del texto de 1993)
1.088 páginas. 31,26 euros

El holocausto español
Paul Preston
Debate, 2011
864 páginas. 23,65 euros

Quién quiso la Guerra Civil
Ángel Viñas
Crítica, 2019
504 páginas. 21,90 euros

Franco, Hitler y el estallido de la Guerra Civil
Ángel Viñas
Alianza Editorial, 2001
608 páginas. 32,95 euros

El pasado oculto. Fascismo y violencia en Aragón (1936-1939)
Julián Casanova, Ángela Cenarro, Julita Cifuentes, María Pilar Maluenda y María Pilar Salomón
Mira Editores, 2010
492 páginas. 26 euros

La iglesia de Franco
Julián Casanova
Crítica, 2022
384 páginas. 16,90 euros.

Entrevista a José Luis Martín Ramos sobre Afganistán. La última revolución del siglo XX (El Viejo Topo, 2023) «Nunca he considerado una invasión la intervención de la URSS en Afganistán»

Fuentes: Rebelión [Imagen: Paseantes por las calles de Kabul en 1979. Créditos: TASS, tomado de Peoples World]


José Luis Martín Ramos (Barcelona, 1948) es catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona. Entre sus principales publicaciones cabe citar aquí: Rojos contra Franco. Historia del PSUC, 1939-1947 (2002); La retaguardia en guerra. Catalunya, 1936-1937 (2012); El Frente Popular. Victoria y derrota de la democracia en España (2016); Historia del PCE (2021); La Internacional Comunista y la cuestión nacional en Europa (2022). Recientemente ha publicado en El Viejo Topo, Afganistán. La última revolución del siglo XX. En este último ensayo centramos nuestra conversación.

Salvador López Arnal.- Sorprende el título de tu libro: Afganistán. La última revolución del siglo XX. ¿Qué revolución fue esa? No suele hablarse a día de hoy de la revolución afgana.
José Luis Martín Ramos.- Es un olvido interesado para muchos. El 30 de abril de 1978 el Partido Democrático Popular, comunista, tomó el poder en Afganistán; el proceso de transformación revolucionaria acabó 14 años después.

Salvador López Arnal.- ¿Desde cuándo que existe Afganistán como nación, como Estado-nación si me permites la incorrección?
José Luis Martín Ramos.- Desde el último tercio del siglo XIX, cuando se afirma un poder regional pastún, con sede en Kabul, frente a la dominación británica en la India y en el límite de los avances del Imperio Ruso en el Sur de Asia Central.

El estado afgano –que difícilmente puede considerarse estado-nación– se consolidó cuando el emir Amanulah Khan, aprovechó el fin de la Gran Guerra para conseguir emanciparse del protectorado británico y proclamar luego, en 1926, el Reino de Afganistán.

Salvador López Arnal.- Comentas que Afganistán fue un territorio olvidado por el movimiento comunista hasta después de la Segunda Guerra Mundial, que no constituyó objeto de ninguna consideración particular en los debates de la Internacional Comunista sobre la cuestión colonial, ni en el Congreso de los Pueblos de Oriente desarrollado en Bakú en septiembre de 1920, ni en los debates sobre la cuestión colonial desarrollados entre el segundo y el quinto congreso de la IC. ¿Cómo puede explicarse ese olvido?
José Luis Martín Ramos.- Más que olvido, desconocimiento. La representación exterior de Afganistán estuvo en manos británicas hasta el final de la Primera Guerra Mundial; y dentro del país no había ningún germen de movimiento revolucionario. Por otra parte, el estado soviético consideró a Amanulah Khan como un aliado nacionalista frente al imperialismo. De hecho, la primera intervención del Ejército Rojo en Afganistán se produce en 1929 para ayudar a Amanulah Khan contra el golpe contra él promovido por el Imperio Británico.

Salvador López Arnal.- ¿Qué posición mantuvo Afganistán durante la II Guerra Mundial?
José Luis Martín Ramos.- De no intervención en el conflicto, aunque un sector de la Corte y de la élite de Kabul se inclinó por el Eje, como reacción al antiguo dominador británico.

Salvador López Arnal.- ¿Cuándo y cómo se formó el Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA)? ¿Fue propiamente una formación comunista?
José Luis Martín Ramos.- Lo fue desde el primer momento, por más que no lo explicite su denominación, que se inspiró en la del comunismo iraní (el partido Tudeh, partido de las masas populares).

Se formó por la fusión de diversos grupos marxistas en 1964, oficializada en congreso en enero de 1965.

Salvador López Arnal.- ¿Cómo consiguió el poder el PDPA? ¿Fue en algún momento una formación comunista al servicio de los intereses geopolíticos soviéticos?
José Luis Martín Ramos.- Mediante la insurrección de una parte del ejército, vinculada al PDPA, apoyada por los militantes del partido.

Fue una formación comunista alineada con la URSS, no al servicio de ningún interés geopolítico sino de lo que consideraban el interés de los pueblos de Afganistán.

Salvador López Arnal.- Hablas de “una división histórica” del PDPA. ¿Qué división fue esa? ¿Por qué fue importante en términos políticos e históricos?
José Luis Martín Ramos.- La división sobre los ritmos y los objetivos del proceso revolucionario, sobre si desarrollar un programa democrático popular o un programa de construcción inmediata del socialismo, sobre cuál había de ser la base social de la revolución. Temas todos ellos presentes a lo largo de la historia del marxismo revolucionario.

Tenía antecedentes en las diferentes orientaciones tácticas en los sesenta y setenta y se agravó con la toma del poder.

Salvador López Arnal.- ¿Es correcto afirmar, como tantas veces se ha hecho, que la URSS soviética invadió Afganistán como años antes interviniera en Checoslovaquia para aniquilar la Primavera de Praga? ¿Por qué intervino? ¿Pulsiones imperiales o fue otra cosa?
José Luis Martín Ramos.- Nunca lo he considerado una invasión, sí una intervención que se produjo desde el primer momento de acuerdo con una de las dos partes del PDPA.

La razón de la intervención fue el más que previsible colapso de la RDA ante la política sectaria de Amin. La intervención, que se preveía limitada en su presencia territorial y en su actividad, tuvo que ampliarse ante la debilidad del ejército afgano frente a la rebelión islamista apoyada y financiada por EEUU.

No veo pulsiones imperiales en ningún momento.

«Nunca lo he considerado una invasión, sí una intervención que se produjo desde el primer momento de acuerdo con una de las dos partes del PDPA»

Salvador López Arnal.- ¿Qué interés tenía Estados Unidos en Afganistán? ¿Desde cuándo intervino en los asuntos políticos del país?
José Luis Martín Ramos.- Aunque la CIA está presente desde los años cincuenta, el interés explícito de EEUU se produce en 1978, impulsado inicialmente por la esperanza de generar dificultades en la frontera sur de la URSS y orientar a la población musulmana de la URSS contra el estado soviético. Lo hizo ayudando a la rebelión islamista antes de que se produjera la intervención militar soviética y se mantuvo reforzada tras ella con el objetivo de arrastrar a la URSS a un conflicto de larga duración, a una “trampa para osos”, como la llamó un agente de los servicios secretos pakistaníes, intermediarios fundamentales de esa intervención.

Salvador López Arnal.- ¿Tiene sentido afirmar que la guerra en Afganistán fue también una guerra por delegación entre Estados y la URSS en el marco de la guerra fría?
José Luis Martín Ramos.- Solo por parte de EEUU. La URSS no interviene para luchar contra la influencia de EEUU, que no existía apenas en el país; EEUU sí interviene a través de la rebelión islamista para desequilibrar a la URSS.

Salvador López Arnal.- ¿Hay alguna duda a día de hoy sobre la ayuda política, económica y militar de Estados Unidos a los rebeldes islamistas con el objetivo de erosionar a la URSS?
Ninguna en absoluto.
Dedicatoria que se podía leer en la película Rambo III, estrenada en 1988: «esta película está dedicada a los bravos luchadores muyaidines de Afganistán». Créditos: fotograma de la película, en la actualidad suprimido.

Salvador López Arnal.- ¿Qué balance haces del papel político que ha tenido Babrak Karmal en la historia de Afganistán?
José Luis Martín Ramos.- Pienso que en la pugna que lo enfrentó a Taraki primero y a Amin, tenía razón. Su proyecto de revolución democrática popular era el adecuado. Otra cosa es si tuvo la firmeza y la capacidad suficiente para desarrollarlo a partir de 1980, o si los vaivenes de Gorbachov se lo permitieron.

«Su proyecto [de Babrak Karmal] de revolución democrática popular era el adecuado»

Salvador López Arnal.- ¿Por qué se retiró la Unión Soviética en tiempos de Gorbachov de Afganistán? ¿Fue una decisión correcta en tu opinión? ¿Se tenía que haber producido antes tal vez?
José Luis Martín Ramos.- Correspondió al giro de la política exterior soviética por parte de Gorbachov, de retirada del apoyo a los movimientos revolucionarios en el Tercer Mundo. Fue una decisión compleja –para mí negativa- imposible de resumir en cuatro líneas.

Salvador López Arnal.- ¿Colapsó la República Democrática tras la retirada de la URSS?
José Luis Martín Ramos.- No inmediatamente, no tras la retirada militar, que es la que ordena Gorbachov; en 1990, Yeltsin amplió la retirada a todo apoyo político, financiero y de suministros militares y a pesar de ello el colapso tardó año y medio en producirse.

Salvador López Arnal.- Te cito: “La República de Afganistán desapareció en medio del caos. Con ella acabó el proyecto de reforma revolucionaria iniciado en abril de 1978, recuperado en enero de 1980 y suspendido en espera de un proceso de transición a la paz, que nunca llegó, a partir de 1987. El futuro, en los siguientes treinta años, no volvería a ver una propuesta popular reformadora semejante, el estado afgano fue derivando hacia un estado fallido y la polarización cultural, ideológica, fue dominada finalmente por las versiones extremas del islamismo político, mientras que la narcoeconomía siguió dominando la producción para el mercado e interfiriendo en beneficio de sus mafias, y las internacionales, en todos los ámbitos de la sociedad y de la política afgana”. ¿Esa es aproximadamente la situación de Afganistán a día de hoy?
José Luis Martín Ramos.- Sin duda.

Salvador López Arnal.- Te vuelvo a citar: “La segunda conquista de Afganistán por el movimiento talibán, permitida -como mínimo- por el gobierno de EEUU y consumada el 15 de agosto de 2021…”. ¿Permitida como mínimo, alentada por el gobierno de EEUU? ¿Por qué?
José Luis Martín Ramos.- No tengo la respuesta exacta; sí la sospecha de que Biden decidió soltar el lastre de un país que nunca interesó por sí mismo a EEUU.

Salvador López Arnal.- Una pregunta inapropiada tal vez: ¿cuál es la principal aportación de tu ensayo?
José Luis Martín Ramos.- Espero que sea superar el olvido.

Salvador López Arnal.- ¿Qué sentido tuvo, si lo tuvo, aquella dura y prolongada discusión entre comunistas afganos y no-afganos en los primeros años ochenta en nuestro país (y creo también en otros países próximos)? ¿De qué discutíamos exactamente? Ser afgano era más o menos como ser estalinista, dogmático y antidemocrático.
José Luis Martín Ramos.- Esa sí fue una polémica por delegación. No se discutía de la situación afgana, que desconocíamos, sino de nuestros propios problemas y de los de la relación del comunismo europeo con la URSS.

Salvador López Arnal.- ¿A quién interesa hoy lo que sigue sucediendo allí? ¿Cuál es la situación de la mujer en estos momentos? Hace pocos días mujeres afganas han hecho un llamamiento a la “comunidad internacional” para que las liberen de la esclavitud y la tortura que están sufriendo de nuevo desde agosto de 2021.
José Luis Martín Ramos.- A casi nadie. Y esa situación -muchísimo peor que la de la mujer en Irán- no se originó en 2021, sino en la derrota de la revolución afgana en 1992. Nadie se acuerda, ni parece querer acordarse, del importante movimiento por la emancipación de la mujer que acompañó a la revolución, liderado por Anahita Ratzebad.

Anahita Ratzebad, de pie a la derecha, dirigiéndose a un grupo de activistas. Créditos: familia Ratzebad, vía X, tomado de Peoples World.

Salvador López Arnal.- ¿Sigues estudiando, sigues investigando sobre Afganistán?
José Luis Martín Ramos.- No. Intento seguir lo que está pasando, pero la información que nos llega es prácticamente nula.

Salvador López Arnal.- Muchas gracias por tu amabilidad y por tu libro.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Bisfenol A: el plástico que ingerimos cientos de veces por encima de lo que se considera seguro. La Comisión Europea planea la prohibición de este compuesto, presente en buena parte de los envases alimentarios

Cada vez que alguien come o bebe un producto envasado, es muy probable que esté ingiriendo cantidades microscópicas de bisfenol A, un plástico muy usado por la industria alimentaria que está desde hace años en el punto de mira de las autoridades sanitarias. Es lo que se conoce como un disruptor endocrino, una sustancia que tiene la capacidad de alterar el correcto funcionamiento del organismo. Hasta este mismo año, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) sostenía que estas trazas entraban dentro de los límites de lo que se consideraba seguro. Pero una revisión que publicó en abril da la vuelta a la situación por completo: establece unos umbrales 20.000 veces inferiores y ahora prácticamente cualquier ingesta, por ínfima que sea, está considerada “un riesgo para la salud”.

Límite de ingesta segura de BPA
Microgramos diarios por kg de peso corporal
En 2015 4 μg
Revisión de 2023 0,0002 μg
Fuente: Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria.

Ante este contundente informe, es la Comisión Europea la que tiene que mover ficha: está planeando prohibir el BPA en todos los envases en contacto con los alimentos, pero antes de eso habrá que encontrar alternativas seguras. En el pasado ya tomó cartas en el asunto, reduciendo las cantidades permitidas a medida que iban surgiendo estudios que ponían en entredicho la seguridad del BPA. En 2011 lo vetó de los biberones y de alimentos y bebidas destinados a menores de tres años, ya que son los niños y las mujeres embarazadas los más sensibles a esta sustancia. Pero este nuevo informe de la EFSA supondrá previsiblemente su eliminación total.

Mientras eso ocurre, surgen muchas preguntas: ¿Cómo influye en la salud? ¿qué alimentos están más contaminados? ¿qué alternativas hay a este plástico? ¿qué debería hacer la ciudadanía ante esta situación? ¿qué plazos maneja la Comisión Europea para prohibir el bisfenol? No todas tienen una respuesta clara, pero lo que sigue trata de contestarlas.

El nuevo informe de seguridad de la EFSA está motivado por la revisión de más de 800 estudios que se han ido publicando a lo largo de los años. Algunos de ellos mostraban que estas pequeñas cantidades de BPA producían un incremento de un tipo de glóbulo blanco, denominado T helper, en el bazo de ratones, que se emplean normalmente para evaluar los riesgos de los aditivos alimentarios y de otras sustancias. Estas células desempeñan un papel esencial en los mecanismos inmunitarios y, según el organismo, un incremento de este tipo podría dar lugar al desarrollo de inflamación pulmonar alérgica y a trastornos autoinmunes. La Comisión Técnica también tuvo en cuenta otros efectos potencialmente nocivos para la salud en los sistemas reproductivos, de desarrollo y metabólico que se detectaron en la evaluación del riesgo.

Este tipo de riegos no son inmediatos ni se traducen necesariamente en el desarrollo de enfermedades. Pero una exposición continua al bisfenol incrementa el riesgo de desarrollarlas, sin que esté cuantificado exactamente en qué medida. A pesar de estas incertidumbres, el documento advierte de los peligros y pide su retirada, ya que “la población general de todos los grupos de edad está expuesta a niveles que exceden en dos o tres órdenes de magnitud [cientos o miles de veces] la ingesta diaria tolerable”; esto es, la cantidad que una persona podría consumir todos los días de su vida sin que tuviera repercusión para su salud.

José Manuel López Nicolás, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Murcia, reconoce que es una revisión “contundente e inusual”: “Nunca se había rebajado en 20.000 veces la Ingesta Diaria Tolerable”. Pero recuerda que otros organismos, como la Agencia Europea del Medicamento y el Instituto Federal Alemán de Evaluación del Riesgo, con la misma evidencia sobre la mesa, han llegado a conclusiones distintas y no consideran que se puedan extrapolar de forma directa los resultados de los estudios en ratones a los humanos.

“Dicho esto, sería un error ignorar la evaluación de la EFSA. La Comisión Europea debe hacer caso de la nueva recomendación y revisar la presencia del BPA [de los envases alimentarios]”, prosigue López Nicolás, quien, sin embargo, no considera alarmante la ingesta actual. “Como ciudadano no me preocupa en absoluto. No pienso estar viendo los envases para ver si tienen bisfenol A, habrá que esperar a las medidas que tome la UE y que se adapte a las nuevas recomendaciones”, concluye.

Es una opinión distinta a la de Ángel Nadal, catedrático de Fisiología en la Universidad Miguel Hernández de Elche. Reconoce que hoy por hoy es casi imposible evitar el consumo excesivo de BPA, pero sí recomienda limitar la ingesta de alimentos que están envasados con este producto. “Es especialmente importante en embarazadas y niños de hasta tres años, que son más susceptibles al daño que pueden producir. Los disruptores endocrinos alteran la expresión de los genes y en esta fase se produce la mayor expresión génica”, señala.

Esto no quiere decir, continúa, que los adultos estén por completo exentos de riesgo. “Los estudios epidemiológicos han mostrado su conexión con muchísimas patologías que tienen que ver con el sistema endocrino, desde obesidad y la diabetes, hasta cáncer de mama; también se ha relacionado con el autismo. Lo que sucede a los niveles que estamos expuestos es que aumenta la predisposición a sufrir estos trastornos, pero de forma sutil, no es como un tóxico al uso, que si se consume te enferma”, señala Nadal.

¿Cómo se puede evitar la ingesta de BPA? Los umbrales establecidos son tan pequeños, que prácticamente cualquier alimento en contacto con bisfenol supera ampliamente los límites establecidos ahora por la EFSA. Y una amplia porción de los productos envasados lo tienen. El propio organismo hizo en 2015 un estudio de varias comidas y bebidas y estableció medias de cuánta sustancia llevaban.

Concentración de bisfenol A
Microgramos de BPA por kilo de producto envasado (media)

Producto, μg
Aperitivos, postres y otros alimentos, 52
Hierbas, especias y condimentos 41,4
Pescado y otros mariscos 37
Alimentos compuestos 37
Cereales y productos a base de cereales 36,6
Legumbres, frutos de cáscara y semillas oleaginosas 34,6
Carne y productos cárnicos 31,5
Hortalizas y productos vegetales 23,5
Frutas y productos a base de frutas 13,4
Leche y productos lácteos 4,9
Zumos de frutas y verduras 2,7
Bebidas alcohólicas 0,8
Bebidas no alcohólicas 0,5
Azúcar y confitería 0,2
Agua potable embotellada 0

Fuente: Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, 2015.

Es imposible establecer exactamente en qué medida, porque varía en función de marcas y productos, pero en general los postres, pescados envasados y cereales son los que más cantidad tenían (también las hierbas, pero su ingesta suele ser mucho menor). Los alimentos grasos que están en contacto con el químico portan normalmente mayores cantidades, ya que es liposoluble, lo que también le permite entrar con mucha facilidad en las células humanas.

Los envases no tienen por qué advertir de su presencia, aunque el código de reciclaje puede dar pistas. Suele estar más presente en los que tienen los números 3, 6 y 7. Algunas marcas incluyen etiquetas que anuncian que están libres de BPA, aunque hoy por hoy son una minoría. Es complicado evitar esta omnipresente sustancia ligera, resistente, coloreable y muy rentable para la industria.

Ricardo José Bosch Martínez, catedrático de Biología de la Universidad de Alcalá de Henares, recomendaba en una entrevista publicada en la web de la universidad usar envases de vidrio o acero y evitar calentar los plásticos, como los de los tuppers, ya que de esta forma se aumenta la migración del BPA y otras sustancias a los alimentos.

Prohibición en Europa
Una vez que recibió el informe de la EFSA, la Comisión Europea se puso a trabajar para prohibir el bisfenol A. Prevé tener un plan de acción para el primer trimestre de 2024, aunque para que este se pueda desarrollar será necesaria una alternativa segura al BPA. Nadal cree que es posible que busquen otros bisfenoles de la familia, menos estudiados, pero que plantean parecidos problemas para la salud. “Las que están proponiendo hasta ahora son derivados del mismo tipo de molécula: el bisfenol F o S, que molecularmente actúan de maneras parecidas”. Dicen que existen otros plásticos que se están empezando a estudiar y que no presentan efectos estrogénicos.

Pero como reconoce uno de los autores de la revisión de la EFSA, que prefiere no identificarse, es probable que si otros plásticos se someten a revisiones y estudios tan rigurosos como los que se han llevado a cabo con el bisfenol, acabarán apareciendo problemas, en mayor o menor medida. Y renunciar al plástico por otro tipo de envases, como podría ser el vidrio, es hoy por hoy casi impensable por las implicaciones logísticas que esto tiene (es mucho más pesado y difícil de almacenar).

En un mundo plagado de plásticos, el BPA es uno más de los 40 disruptores endocrinos que afectan a los seres humanos y cuyas consecuencias no están del todo medidas. “Es casi imposible hacer ciertos estudios porque no hay nadie libre de ellos, así que no se pueden hacer grupos de control para comparar poblaciones”, señala Nadal. No obstante, la previsible retirada del bisfenol supondrá, en opinión del catedrático, “una victoria para la salud de los europeos”.

PSICOLOGÍA. 10 errores que no cometen las personas emocionalmente inteligentes.

Reprimir emociones, culpar de la infelicidad propia a los demás, y otros fallos que nos alejan de la inteligencia emocional.
 
Desde que, en 1995, Daniel Goleman publicara el ya clásico Inteligencia emocional (Kairós), la capacidad de reconocer las emociones propias y las de los demás se ha incorporado al mundo de la educación y la empresa. Sin embargo, ¿qué implica tener inteligencia emocional en nuestra vida cotidiana? La escritora Brianna Wiest responde a esta pregunta en su antología 101 reflexiones que cambiarán tu forma de pensar (Gaia). Esta joven autora estadounidense, que recientemente ha sido publicada por partida doble en España, aborda la cuestión desde el extremo opuesto: ¿cuáles son las 10 cosas que las personas con un alto nivel de inteligencia emocional no hacen?

Asumir que lo que piensan y sienten se corresponde con la realidad. Cada mirada sobre la situación que se está viviendo es parcial y subjetiva. Considerar que “llevas razón” y que los demás están equivocados es un seguro de sufrimiento, como recomienda Joseph Nguyen en su libro del mismo título, No te creas todo lo que piensas.

Hacer depender el bienestar emocional de causas externas. Culpar de nuestra infelicidad a los demás o a circunstancias fuera de nuestro control lleva a una indignación que nos desempodera, ya que dejamos de ocuparnos de lo que depende de nosotros y nos abonamos a la pasividad y el resentimiento.

Saber qué nos haría felices. Las personas con baja inteligencia emocional suelen asumir que aquello que no tienen es lo que podría darles el bienestar personal. Sin embargo, todo deseo lleva a otro, como una zanahoria que nunca se alcanza.

Retroceder ante lo que tememos. En palabras de Brianna Wiest, “el miedo significa que estás tratando de avanzar hacia algo que amas”. Por lo tanto, una persona con inteligencia emocional asumirá el temor como una puerta que invita a ser cruzada para alcanzar otra realidad.

Entender que la felicidad debería ser permanente. Esta aspiración es ilusoria, ya que la vida se compone de distintas experiencias y hay que aprender a transitar por todas ellas con naturalidad, relativizando lo que estamos viviendo.

Dejarse arrastrar por los pensamientos. Lo que en budismo se llama “mente de mono” describe los brincos de las ideas propias y ajenas que pululan por nuestra mente. Para liberarnos de esa esclavitud, el primer paso es, en lugar de seguir al mono, tomar conciencia de nuestras creencias para desidentificarnos de ellas.

Reprimir las emociones. Inteligencia emocional no es contener lo que sentimos, sino gestionarlo adecuadamente para tomar mejores decisiones y expresarlo en la forma y momento adecuados.

Pensar que el sufrimiento acabará contigo. Según la autora de la mencionada antología, las personas con alta inteligencia emocional “han desarrollado la suficiente conciencia y resiliencia para saber que todas las cosas, incluso las peores, son transitorias”.

Intentar hacerse amigo de todo el mundo. Una persona inteligente emocionalmente es empática y busca promover la confianza y la intimidad, pero no de forma indiscriminada. Elige de modo consciente a quién permite entrar en su vida personal, aunque sea amable con todo el mundo.

Confundir un sentimiento triste con una vida triste. Lo primero obedece a una experiencia puntual y, por lo tanto, pasajera. No hay que extrapolar la tesitura actual con un futuro por hacer. Según Wiest, las personas con verdadera inteligencia emocional “se permiten tener ‘días malos’ porque son plenamente humanas”. No resistirnos a lo que nos trae el presente, de hecho, es la llave de la paz personal.

Este último punto era un fundamento de los filósofos estoicos como Séneca, quien llegó a afirmar que “no hay nadie menos afortunado que la persona a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba”.

Reflexiones de este tipo pueden soliviantar a quien esté pasando por un mal momento, pero el pensador romano nacido en Córdoba apunta a que muchas veces estamos “más asustados que heridos”, en el sentido de que padecemos ante escenarios catastrofistas que no se llegarán a cumplir. Sufrir antes de lo necesario es sufrir más de lo necesario, comenta Séneca, y esa sería la muestra última de inteligencia emocional, ocuparnos de lo bueno y de lo malo en su debido momento, sin anticipar la vida. Entregarlo todo a hoy, haciendo simplemente lo que debemos hacer con atención y naturalidad, es la manera más sabia de caminar por el mundo.

La parábola de los ciegos y el elefante

— Una de las fábulas más célebres de la tradición india cuenta que cuatro personas ciegas estaban intentando examinar un elefante que había llegado al poblado.

— La primera, al tocar la trompa, exclamó asustada que aquello era una enorme serpiente. La segunda, que estaba palpando una de las patas del animal, afirmó que se trataba de un árbol. La tercera tenía las manos en una de las orejas, que identificó como un abanico. La cuarta persona, que había agarrado un colmillo, dijo que estaba tocando una lanza.

— La discusión prosiguió hasta que un lugareño vidente se acercó a explicarles que todos tenían algo de razón, pero el error venía de tomar la parte por el todo; eso les impedía entender el conjunto.

— Aplicado a la inteligencia emocional, una clave es entender que cada persona ve la realidad desde su perspectiva, condicionada por sus propias experiencias, y que por lo tanto la verdad absoluta no existe.

domingo, 25 de febrero de 2024

Raphael Lemkin, el hombre que inventó la palabra "genocidio"

 Raphael Lemkin

Raphael Lemkin dedicó su vida a conseguir que el genocidio fuera considerado un crimen internacional.


Irene Hernández Velasco Especial para BBC News Mundo.

Winston Churchill lo llamó en 1944 "el crimen sin nombre".

Y es que no existía un término, una palabra, para expresar la gigantesca y enorme barbarie que los nazis cometieron contra el pueblo judío, que según los cálculos se saldó con el asesinato de seis millones de hombres, mujeres y niños.

Dos de cada tres judíos que se contaban en Europa antes de la II Guerra Mundial fueron exterminados.

Sólo en agosto, septiembre y octubre de 1942, los nazis perpetraron cada mes alrededor de medio millón de asesinatos de judíos, es decir, mataron cada día a 15.000, según un estudio publicado liderado por Lewi Stone, profesor de Matemáticas en la Universidad de Tel Aviv.

Sin embargo, no había un vocablo con el que denominar a esa matanza contra un colectivo realizada de manera sistemática e industrial, algo desconocido hasta entonces.

"Ocurrió algo sin precedentes, aterrador", en palabras del historiador israelí y experto en estudios sobre el Holocausto, Yehuda Bauer.

"Por primera vez en la sangrienta historia de la humanidad, en un Estado moderno, en el centro de un continente civilizado, se puso en marcha una decisión cuyo objetivo era localizar, registrar, marcar, aislar de su entorno, desposeer, humillar, concentrar, transportar y asesinar a cada uno de los miembros de un grupo étnico".

Ese "crimen sin nombre" consiguió por fin tener uno gracias al empeño y al tesón de un judío polaco.

Se llamaba Raphael Lemkin y fue él quien acuñó el término "genocidio", una palabra que creó a partir del sustantivo griego "genos" (raza, pueblo) y del sufijo latino "cide" (matar).

Gracias a sus esfuerzos, el genocidio, definido como "actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso", fue reconocido por la ley internacional.

El día en que todo cambió

Hay una fecha en la biografía de Lemkin, nacido en 1900 en Bezwodne (entonces perteneciente al Imperio Ruso, a partir de 1919 a Polonia y desde 1945 a Bielorrusia), que marcó su vida: el 15 de marzo de 1921.

Ese día, en Berlín, un joven armenio llamado Soghomon Tehlirian asesinó en plena calle a Talat Pashá, quien hasta tres años antes había sido ministro del Interior del Imperio Otomano.

Lo hizo por venganza, pues consideraba a Pashá responsable de la masacre que sufrió su aldea al haber sido el principal orquestador de la persecución de los armenios domiciliados en el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial.

Según varias fuentes, entre 1915 y 1923, alrededor de un millón y medio de ellos fueron exterminados.
 
Talat Pashá

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Talat Pashá nunca fue procesado por sus crímenes y vivía en la Alemania de la posguerra como un ciudadano común y corriente, a pesar de ser responsable de la casi destrucción de una comunidad étnica.

Lemkin tenía entonces 20 años, vivía a 885 kilómetros de Berlín y estudiaba Lingüística.

Pero cuando arrancó el juicio por asesinato contra el joven armenio (quien, por cierto, fue absuelto) y salieron a la luz detalles del exterminio sufrido por su pueblo a manos de los turcos, se sintió profundamente conmocionado.

Tanto que decidió aparcar la Lingüística y dedicarse al Derecho.

"Me di cuenta de que el mundo debía adoptar una ley contra ese tipo de asesinatos raciales o religiosos", dejó escrito Lemkin en su autobiografía, titulada "Totalmente Extraoficial".

Y a eso dedicó su vida a partir de ese momento: a lograr que, en nombre de la justicia universal, el Derecho Internacional tipificara una ley que condenara ese tipo de asesinatos en masa.

Ya antes, con tan sólo 12 años, se había dado de bruces con el concepto de genocidio cuando leyó "Quo Vadis", la novela de Henryk Sienkiewicz, especialmente al llegar al pasaje en el que los cristianos eran arrojados a los leones.

Al principio, y al no tener una palabra específica para denominar a esas matanzas, Lemkin las designaba como "crímenes de barbarie", entendiendo por tales aquellas "acciones exterminadoras" realizadas por motivos "políticos y religiosos".

"Cuando una nación es destruida, no es la carga de un barco lo que es destruido, sino una parte sustancial de la humanidad, con toda una herencia espiritual que toda la humanidad comparte", decía en el documento que preparó para presentar en la conferencia sobre Derecho Penal que en 1933 tuvo lugar en Madrid.

Pero finalmente no pudo asistir: las autoridades polacas no querían enemistarse con Hitler -quien ya en 1919 había escrito que la "cuestión judía" debía resolverse mediante la eliminación total de los judíos de Europa a través de una eficiente planificación- y le denegaron el visado para viajar a España.

Y eso que para entonces Lemkin ya era un jurista de gran prestigio.

Huída de Polonia

Como judío que era las cosas se fueron poniendo cada vez más difíciles para él en Polonia, sobre todo después de que los nazis la ocuparon en 1939.

Por suerte, ese mismo año logró escapar de su país y del destino atroz que allí le esperaba.

Sus padres no consiguieron huir y fueron asesinados en el campo de exterminio de Auschwitz.

En total Lemkin perdió a 49 familiares en el Holocausto.

Número en el brazo de una sobreviviente del Holocausto

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Número en el brazo de una sobreviviente del Holocausto

En vísperas de la ocupación alemana en 1939, en Polonia vivían allí 3,3 millones de judíos. Al final de la guerra, unos 380.000 judíos polacos seguían con vida.

Lemkin puso rumbo hacia Estados Unidos, y allí se dedicó a denunciar con voz firme y clara las brutalidades de los nazis mientras daba clases en la Universidad de Duke, en Carolina del Norte.

En 1944 publicó el libro "El poder del Eje en la Europa ocupada", en el que desgranaba todas las atrocidades cometidas por los nazis con el objetivo de exterminar al pueblo judío y donde por primera vez aparece la palabra "genocidio".

Pero "genocidio" era sólo una forma de dar nombre a lo que hasta entonces no lo tenía.

La gran lucha de Lemkin se concentraba en lograr que la legislación internacional reconociera el delito de genocidio.

En busca de una ley

En los juicios de Nuremberg (los procesos que arrancaron en noviembre de 1945 en esa ciudad alemana y en los que fueron sentados en el banquillo dirigentes y colaboradores del régimen nazi) los fiscales emplearon la palabra "genocidio".

Pero no apareció escrita en ninguna de las 190 páginas de la sentencia.

Todos los 18 condenados en Nuremberg lo fueron por crímenes contra la humanidad, no por genocidio.

"El día más negro de mi vida", lamentó Lemkin.

Los acusados en el tribunal de Nuremberg conversando (diciembre 4, 1945).

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Los acusados en el tribunal de Nuremberg conversando (diciembre 4, 1945).

No obstante, un año después, en diciembre de 1946, la Asamblea General de la recién creada ONU aprobó la resolución 96, donde por primera vez en la legislación internacional se habló de "crimen de genocidio", entendiendo por tal "una negación del derecho de existencia a grupos humanos enteros, de la misma manera que el homicidio es la negación a un individuo humano del derecho a vivir".

Y concluye: "La Asamblea General afirma que el genocidio es un crimen del Derecho Internacional que el mundo civilizado condena y por el cual los autores y sus cómplices deberán ser castigados".

La Convención para la Prevención y Sanción del delito de Genocidio fue aprobada por la ONU en 1948 y, posteriormente, ratificada por cada uno de los estados miembros.

La Corte Internacional de Justicia (el principal órgano judicial de Naciones Unidas, establecido en 1945 y con sede en La Haya) se encargaría a partir de ese momento de juzgar los crímenes de genocidio.

Lemkin invirtió toda su vida y todos sus ahorros en conseguir eso.

De hecho, cuando a los 59 años un ataque al corazón acabó con él, se encontraba en la más absoluta miseria.

Pero había logrado su objetivo.

Alemania reabre el caso de los asesinados por la (medicina) ciencia nazi.

La Sociedad Max Planck conserva fragmentos de cerebros de unos 3.000 niños y adultos ejecutados por padecer enfermedades mentales. Una investigación intenta ponerles nombre casi 80 años después.

Foto inédita de la ficha hospitalaria de Ernestine D., asesinada en el psiquiátrico de Kaufbeuren cuando tenía 13 años
Foto inédita de la ficha hospitalaria de Ernestine D., asesinada en el psiquiatrico de Kaufbeuren cuando tenia 13 añosMUSEO DEL HOLOCAUSTO

Entre 1939 y 1945, unos 300.000 niños y adultos con discapacidad o enfermedades mentales fueron asesinados en Alemania. A un número desconocido les extrajeron el cerebro. Los órganos se enviaban a centros de investigación del país, donde se cortaban en rodajas y se preparaban como muestras para estudiar enfermedades mentales. En aquellos años, Julius Hallervorden, uno de los neurólogos más respetados del país, recordaba haber dicho: “Si realmente vais a matar a toda esa gente, sacadle al menos el cerebro para que puedan ser útiles. Ellos me preguntaron, ‘¿cuántos podría analizar?’ Yo les dije, ‘un número ilimitado, cuantos más, mejor”.

Casi ochenta años después, la Sociedad Max Planck de Alemania ha puesto en marcha una investigación independiente para identificar, por primera vez, a todas las víctimas de la ley de Eutanasia nazi cuyos cerebros laminados siguen en los archivos de este organismo de investigación científica, uno de los más prestigiosos del país. La entidad ha anunciado este mes que un equipo de cuatro investigadores ajenos a la institución comenzará en junio a cotejar las miles de muestras existentes con los archivos de los psiquiátricos donde los pacientes recibían inyecciones letales o eran gaseados usando las mismas técnicas que después se aplicarían en los campos de exterminio.

“Tenemos que analizar todos los archivos de neuropatología en los archivos de la Sociedad Max Planck de Berlín y el Instituto de Psicología Max Planck de Munich”, explica Gerrit Hohendorf, uno de los responsables de la investigación, dotada con 1,5 millones de euros y que durará tres años. “Iremos nombre por nombre para recuperar la cifra exacta de personas cuyos cerebros fueron usados para investigación neuropatológica, calculamos que habrá entre 2.000 y 3.000 víctimas”, señala.
Imagen de la ficha de Adolf H., asesinado a los ocho años.Imagen de la ficha de Adolf H., asesinado a los ocho años. MUSEO DEL HOLOCAUSTO DE EE. UU.
El objetivo final será crear una base de datos pública que contribuya a rememorar este episodio que apenas se recuerda dentro y fuera de Alemania. Cada 27 de enero, fecha de la liberación de Auschwitz, el parlamento alemán rinde homenaje a las víctimas del Holocausto. Por primera vez, este año los diputados recordaron también a las 300.000 víctimas de la ley de Eutanasia, según Deutsche Welle.

“Lo más sobrecogedor es que la mayoría eran niños”, explica Patricia Heberer-Rice, historiadora del Museo del Holocausto de EE UU y miembro del equipo de investigación. Heberer-Rice estudia los archivos del hospital psiquiátrico de Kaufbeuren, al sur de Alemania, donde médicos y enfermeras asesinaron a 1.500 pacientes durante el nazismo, explica. En 2000 se enviaron al Museo del Holocausto copias de los historiales médicos del hospital alemán. Entre los documentos hay cartas entre los médicos que enviaban los cerebros y los neurólogos que los recibían y relataban cómo los habían preservado para los estudios de neuropatología.

Una de las 118 víctimas ya identificadas por Heberer-Rice es Ernestine D. Nació el 1 de noviembre de 1929 en Bavaria. “Era hija ilegítima y parece que la separaron de su madre en algún momento. Sufría discapacidad intelectual, era medio ciega y sorda, y padecía ataques epilépticos. Murió el 21 de marzo de 1943 en Kaufbeuren por una sobredosis letal de medicamentos. Tenía 13 años”, explica Heberer-Rice. Adolf H., otra de las víctimas, sufrió daño cerebral durante el nacimiento y padecía epilepsia. Tenía ocho años cuando fue asesinado. Los cerebros de estos y otros niños se enviaban a la Sociedad Kaiser Guillermo, de la que el Max Planck es heredera.

El objetivo final es crear una base de datos pública que contribuya a recordar este episodio que apenas se recuerda dentro y fuera de Alemania

Hallervorden, jefe de Neuropatología de la institución, llegó a reunir 697 cerebros. En una entrevista con el neuropsiquiatra estadounidense Leo Alexander, médico experto durante los juicios de Nuremberg, Hallervorden contaba cómo conseguía su material de estudio de los centros de eutanasia: "Les di fijadores, jarras y cajas e instrucciones para extraer y fijar los cerebros y ellos me los enviaban puntualmente como si fueran muebles. Había un material maravilloso entre esos cerebros, bellísimos defectuosos mentales, malformaciones y enfermedades infantiles. Yo acepté los cerebros, por supuesto. De dónde vinieran y cómo llegaban hasta mí no era asunto mío". Hallervorden sobrevivió a la guerra y continuó su carrera científica sin sufrir pena alguna. Hoy su apellido sigue dando nombre a una enfermedad neurológica que describió junto a Hugo Spatz.

“La historia de esas muestras continuó durante mucho tiempo y se siguieron utilizando para hacer estudios científicos hasta los años 80”, explica Paul Weindling, historiador de la Medicina de la Universidad Oxford Brookes (Reino Unido). La Max Planck tardó varios años en tomar en serio las denuncias sobre el origen de las muestras y abrir su propia investigación, según explicaba el investigador en un estudio de 2012. “Estamos ante una institución muy prestigiosa, con un enorme presupuesto de investigación y que hace ciencia rompedora. Pensaron que dañaría su reputación reconocer todo esto, pero ahora han cambiado de opinión, lo que es un indicativo de que las investigaciones futuras se harán en las mejores condiciones posibles”, explica Weindling, que también participa en el análisis encargado por la Max Planck.

En 1990 la Max Planck retiró todas las muestras humanas recogidas durante la era nazi y las enterró como parte de una ceremonia de homenaje a las víctimas, pero sin identificarlas ni aclarar cuántas muestras había. Una investigación posterior demostró que aún quedaban más láminas en el Instituto de Psiquiatría Max Planck que podían ser de víctimas. La sociedad hizo una nueva auditoría de sus archivos en 2016 en la que se listaron 24.500 muestras tomadas entre 1920 y 1980. Es parte del material que el equipo analizará ahora. En último término, opina Weindling, es posible que haya que desenterrar el material inhumado en 1990, “aunque será decisión de la Max Planck”, señala.

Los investigadores reconocen el reto de publicar los nombres de todas las víctimas por las leyes de protección de datos, pero creen que será viable y necesario. “Puede que las familias de los fallecidos sepan que uno de sus parientes fue asesinado”, explica Wiendling. “Lo que seguro será nuevo para ellos es que los cerebros de sus abuelos o tíos siguieron usándose para investigaciones científicas durante mucho tiempo y ahora están o bien en los archivos del Max Planck o bien enterrados en Munich”, concluye.

https://elpais.com/elpais/2017/05/19/ciencia/1495220303_187485.html#?rel=mas

sábado, 24 de febrero de 2024

Traficantes de felicidad.

Felicidad
Una mujer siendo feliz en plena naturaleza.
El pensamiento actual no ha resuelto la tensión entre el hedonismo y la devoción, pero sí ha añadido una nueva dimensión al debate: la búsqueda de una vida psicológicamente rica.

Como todo el mundo quiere ser feliz y nadie lo consigue, la felicidad se ha convertido en una droga legal que venden los oportunistas y compran los adictos al género. Este tráfico de esperanzas infundadas ya se había consolidado antes de las redes sociales, aunque con ellas está a punto de alcanzar el paroxismo. Si cometes la osadía de poner “libros sobre la felicidad” en cualquier buscador te verás sepultado bajo estratos de títulos seductores sobre la “auténtica” felicidad, el flow, los hábitos de un cerebro feliz, la ciencia de la felicidad y la vida que florece, junto a una ensalada de inventarios de los 12 mejores libros sobre la felicidad, los 10 mejores libros para ser feliz y los mejores libros sobre la felicidad para niños. De las webs ya ni hablemos.

Conscientes de que la búsqueda de la felicidad es un asunto central para la naturaleza humana, los filósofos llevan milenios analizando el asunto con su lupa analítica de alta precisión. Han identificado dos categorías muy diferentes en este apartado de apariencia tan simple. La primera es el hedonismo, la recomendación clásica de priorizar el placer, la estabilidad y el disfrute sobre otras consideraciones. Y la segunda, llamada a veces eudaimonía, aconseja buscar un significado a la vida, tener un propósito, una devoción, un espíritu virtuoso. Ya sé que comprarías los dos paquetes enteros, pero el problema es que hay que elegir entre uno y otro. Ambas filosofías de vida persiguen la felicidad por caminos contradictorios. No se puede ser Bertrand Russell y Frank Sinatra al mismo tiempo, y solo se vive una vez.

El pensamiento actual no ha resuelto la tensión entre el hedonismo y la devoción, pero sí ha añadido una nueva dimensión al debate: la búsqueda de una vida psicológicamente rica. El énfasis se pone ahora en los compromisos mentales complejos, la amplitud de las emociones profundas y las experiencias novedosas, como resume el psicólogo Scott Barry Kaufman. Ni entregarse al placer ni cocerse en la devoción, sino buscar una vida intensa, interesante e inteligente (las tres intes, si me permites el chascarrillo). El demonio ya no es la inestabilidad ni la falta de propósito en la vida, sino el puro y simple aburrimiento. Se trata de buscar la riqueza psicológica. Es un cambio de óptica interesante.

Según los experimentos con voluntarios, la riqueza psicológica muestra una fuerte correlación con la curiosidad, el espíritu abierto al mundo y la capacidad de experimentare emociones intensas, sean positivas o negativas. La aversión al riesgo está muy bien si paseas por un acantilado, pero no como guía vital ni tabla de los mandamientos.

Cuando los investigadores preguntan a sus voluntarios si prefieren el hedonismo, la entrega a un propósito o la riqueza psicológica, la mayoría (del 50% al 70% según los países) opta por el hedonismo, y bastante gente (del 14% al 39%) elige la devoción. Solo una minoría prefiere la riqueza psicológica, y curiosamente son muchos menos en Singapur (7%) que en Alemania (17%). De entrada, esto da la razón a la filosofía clásica, pues la gran mayoría de la gente encaja muy bien en las dos categorías tradicionales. Pero la diferencia entre Singapur y Alemania también indica que la cultura recibida tiene un peso sustancial en las decisiones vitales. Tal vez la riqueza psicológica se pueda estimular en las poblaciones humanas, y tal vez eso incremente el bienestar de las personas. Tal vez lo incremente más que los traficantes de felicidad que hemos padecido hasta ahora.

El filósofo austriaco-israelí Martin Buber (1878-1965) escribió: “No acepto ninguna fórmula absoluta para vivir. Ningún código preconcebido puede prever cualquier cosa que pueda ocurrir en la vida (…). Apostemos nuestra existencia entera por nuestra voluntad de explorar y experimentar”. El consejo es gratis.

Un proyecto de información que desafía a los dueños del mundo. Democracy Now! Contra el silencio y las mentiras

Producido en Nueva York cada día, de 8 a 9 de la mañana hora local, Democracy Now! es un programa de radio y televisión que se transmite a través de internet y más de 900 emisoras de los cinco continentes. Desde su fundación en 1996, sus contenidos combinan informaciones, entrevistas, debates y reportajes de investigación, con una orientación preferente hacia la cobertura de los movimientos y luchas sociales por la justicia en todo el mundo. La crítica del poder corporativo y la política exterior norteamericana son también objetivos destacados.

La sección en español de Democracy Now! se incorporó en 2005 y en la actualidad es transmitida por más de 430 medios. Cualquiera canal de radio puede emitir estas noticias sin costo y también se ofrece una columna semanal a los periódicos interesados en publicarla.

La voz más frecuente al frente de los programas es la de Amy Goodman, periodista que se dio a conocer por sus arriesgadas indagaciones en asuntos como la independencia de Timor Oriental, la ocupación marroquí del Sáhara Occidental o las actividades criminales de la petrolera Chevron en Nigeria. David Goodman, Denis Moynihan, Juan González y Nermeen Shaikh son otros colaboradores habituales.

Para celebrar el vigésimo aniversario de las emisiones, en 2016 Amy Goodman publicó Democracy Now! Veinte años cubriendo los movimientos que están cambiando Estados Unidos (versión castellana de Hoja de Lata, 2018, trad. de Miguel Sanz Jiménez). Este libro repasa la historia de un proyecto que nació para informar de hechos y procesos esenciales que los poderes económicos, políticos y mediáticos, tres cabezas de la hidra capitalista, no quieren que sean divulgados. La crónica nos acerca así a las movilizaciones contra las guerras sucesivas del imperialismo norteamericano y a las heroicidades de personas como Julian Assange, Edward Snowden, Chelsea Manning o Thomas Drake, gracias a las cuales fueron reveladas informaciones clasificadas enormemente relevantes. Ocupan un lugar preferente también los problemas de los inmigrantes ilegales, la pena de muerte y las luchas del movimiento Occupy Wall Street y de los que enarbolan la justicia climática o los derechos LGTBI+. No faltan tampoco capítulos en el libro sobre lacras como la violencia policial contra las gentes de color o la tortura institucionalizada en los interrogatorios policiales, asuntos todos ellos abordados reiteradamente en las emisiones.

Algunos episodios destacados de la historia de Democracy Now! reflejan bien su insobornable compromiso. Un buen ejemplo es lo que ocurrió en 1997, tras un año en antena, cuando el programa entrevistó a Mumia Abu-Jamal, que llevaba ya por entonces quince años en el corredor de la muerte de una cárcel de Pensilvania culpado del asesinato de un policía. Este exmiembro de los Panteras Negras tenía mucho que decir sobre la discriminación racial en el país y la pena de muerte, y dijo mucho aquel día, pero su plática a través de las ondas sirvió para que las doce emisoras de Pensilvania que retransmitían el programa, y eran propiedad de la universidad Temple, cancelaran su contrato.

Noam Chomsky, Angela Davis, Arundhati Roy, Joseph Stiglitz, Noemí Klein y Ralph Nader han sido entrevistados frecuentemente. Respecto a los debates, algunos de los más memorables en la historia del programa fueron los dos entre Tariq Ali y Christopher Hitchens en 2003 y 2004 sobre la guerra de Irak, o el que se realizó en julio de 2016, en plena campaña de las elecciones que llevarían a Donald Trump a la presidencia y tras la derrota de Bernie Sanders como optante a la nominación demócrata. Los contendientes en este caso fueron Robert Reich, que defendió apoyar a Hillary Clinton, como mal menor, y Chris Hedges, que se decantó por Jill Stein, candidato del partido verde.

El programa es fiel a su lema de ir siempre a donde está el silencio y ha recibido numerosos reconocimientos, pero no han faltado tampoco coletazos represivos. En 2008, mientras cubrían protestas durante la convención nacional republicana, Amy Goodman y otros dos periodistas de Democracy Now! fueron arrestados con acusaciones por “causar disturbios”. Sin embargo, la rápida circulación en internet de un video que recogía una de las detenciones, extraordinariamente violenta, consiguió que los cargos fueran retirados. En 2016 se emitió una orden de arresto contra Amy Goodman después de que cubriera las protestas contra la construcción de un oleoducto en Dakota del Norte durante las cuales la policía soltó perros y atacó con gases a los manifestantes. Los cargos fueron desestimados por el juez, pero los fiscales del condado no descartaron presentar otros en el futuro.

En un mundo en el que los canales dominantes de la información se superponen con las instituciones del poder económico, los problemas creados por la dinámica perversa del sistema tienden a ser silenciados, lo mismo que los movimientos que surgen para denunciarlos o proponer alternativas y mejoras. Democracy Now!, con sus veintiocho años de esfuerzo y lucha, ha servido para demostrar que a las ocultaciones, mentiras y artimañas de los mass media es posible oponer un honesto caudal de información veraz que llegue a todos los rincones y cree una nueva conciencia.

Blog del autor: http://www.jesusaller.com/

En él puede descargarse ya su último poemario: Los libros muertos.