sábado, 9 de agosto de 2025

_- Demócratas episcopales

_- La iglesia española, a través del presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Luis Argüello, se ha pronunciado recientemente sobre la necesidad de que en España se convoquen elecciones generales. Dice que la democracia exige que hable el pueblo. Estos señores (en la iglesia solo y siempre hay señores, las señoras no pintan nada: eso sí que es democracia) durante casi medio siglo no se acordaron de pedir elecciones de ningún tipo. Les parecía estupendo que el pueblo estuviera calladito. Se conoce que comulgaban con la creencia del dictador que decía que el pueblo español no estaba preparado para la democracia. La forma de preparase, por supuesto, no era ejercitarse en ella sino padecer la dictadura, que era una “democracia orgánica”. A los señores obispos les parecía estupenda. Estaban muy pendientes de sacar bajo palio al dictador, Caudillo de España por la gracia de Dios. Qué gracia. Ahora están preocupados porque el pueblo hable. Como si no lo hubiera hecho cuando los actuales gobernantes conquistaron el derecho a gobernar. Fue el pueblo quien puso ahí al presidente, que no fue elegido por la gracia de Dios, como el Caudillo.

Por si esto fuera poco, el secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, monseñor Francisco García Magán, se ha pronunciado en el mismo sentido. Presidente y secretario dan a las manifestaciones un carácter institucional que no deberían tener porque la Conferencia no se ha pronunciado al respecto.

En plena dictadura, monseñor Casimiro Morcillo decía que los sacerdotes no debían meterse en política. Y él era Consejero del Reino. Lo que quería decir es que los curas obreros, los curas rojos no tenían que meterse con el régimen.

Se le ha visto el plumero, monseñor. Porque aquí se da la pequeña circunstancia de que el gobierno que, en mi opinión afortunadamente, está en el poder, a ustedes no les gusta mucho, no es de su cuerda. Porque es de esos gobiernos que hacen leyes que a ustedes no les gustan: la ley del divorcio, la ley del aborto, la ley del matrimonio homosexual, la ley contra la violencia de género, la ley de memoria democrática, la ley de eutanasia…. Es de esos gobiernos que suben las pensiones, que elevan el salario mínimo interprofesional, que no quieren subir el gasto de defensa al 5% (el matón de la Casa Blanca amenaza con que pagaremos el doble y con que hundirá la economía española, que va tan bien), que quiere reducir la jornada laboral, que defiende con uñas y dientes la escuela y la sanidad publicas… Y, ustedes, con esas deseadas elecciones, quieren que haya otro gobierno, un gobierno de otro signo. No lo dicen. Porque no son claros. Y si invocan a la sacrosanta democracia quedan como Dios. Qué grandes demócratas episcopales tenemos en este país.

Monseñor Luis Argüello acaba de participar con Santiago Abascal en la presentación del libro del filósofo Miguel Ángel Quintana Paz, titulado “Cosas que he aprendido de gente interesante. Filosofía, política y religión”. “Dios los cría y ellos se juntan. Por la otra orilla también ha llegado pidiendo elecciones el expresidente Felipe González. Y otro socialista cabal como es Emiliano Page. Bonito grupo.

«Yo creo, dice monseñor Luis Argüello, que, cuando se produce una situación de bloqueo e incluso se hace muy difícil que la acción de un gobierno pueda desarrollarse con sus propios proyectos legislativos, con la importancia de tener un presupuesto y demás, hay que acudir a la Constitución», ha indicado el pasado martes a preguntas de los periodistas en Salamanca, donde ha participado en un foro de la Universidad Pontificia (UPSA), según recoge Efe.

Una «salida» que, en opinión de monseñor Luis Argüello, pasa por la convocatoria de unas nuevas elecciones generales, para que los españoles puedan expresar si respaldan o no la gestión del actual Ejecutivo de coalición liderado por el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez: «Yo creo que esto pide una salida, y en democracia pareciera que la salida más evidente es dar voz a los propios ciudadanos», ha reclamado monseñor Argüello.

No se preocupe, monseñor. La Constitución dice cuándo tiene que refrendar el pueblo español la acción del gobierno: cuando pasen cuatro años. ¿O lo tiene que hacer cuando al presidente de la Conferencia Episcopal le parezca oportuno?

También dice monseñor Argüello que eso de pedir perdón, como ha hecho el presidente del gobierno, no tiene mucha importancia. Lo importante es tomar medidas coherentes, es decir convocar elecciones generales para que se pueda ir a su casa el actual gobierno.

Es lo que llevan pidiendo por activa y por pasiva la derecha y la ultraderecha de este país. A Fejióo y a Abascal les duele la boca de pedir elecciones generales casi desde el mismo día en el que Sánchez formó gobierno. Acusan al presidente de aferrarse al sillón pero ellos dan muestras inequívocas del interés que tienen en ocuparlo.

Si tanto les preocupa la democracia a los señores obispos podrían haberle recordado al señor Abascal que el presidente del gobierno no es un presidente ilegítimo, como ha dicho con fiereza desde el primer día, ya que salió de unas elecciones generales.

Hay otro camino para que haya elecciones. Monseñor Argüello debería aconsejar a las fuerzas de la derecha que presenten una moción de censura ya que la situación que describe exige una salida. Sabrá que se puede salir por otra puerta.

Acabo de leer el libro de Javier Cercas “El loco de Dios en el fin del Mundo”. Un libro en el que el autor comienza diciendo: “Soy ateo. Soy anticlerical. Soy un laicista militante, un racionalista contumaz, un impío riguroso”. Pues bien, a ese escritor le encomienda el Vaticano hacer la crónica del viaje del Papa Francisco a Mongolia. No a España, no. A Mongolia, al fin del mundo. A un país alejado de la grandeza que tienen las naciones poderosas. A un país con una pequeña comunidad de católicos. La Conferencia Episcopal española no se sitúa en esas coordenadas. Está, más bien, del lado de los grandes, de los ricos, de la patronal, de las políticas reaccionarias, de las políticas de derechas.

A mí me repugnan los casos de corrupción de la izquierda. Me duele y me entristece conocer lo que ha pasado con este triángulo de la vergüenza: Koldo García, José Luis Ábalos, Santos Cerdán. Mucho más que los casos de corrupción que se producen en el seno de los partidos conservadores. Es preciso reaccionar con rapidez y contundencia con quienes corrompen la democracia.

La confianza que los ciudadanos depositamos en los políticos no puede ser aprovechada para robar y extorsionar a los electores. La justicia tiene que ser implacable. Y el dinero robado tiene que ser devuelto a la ciudadanía hasta el último céntimo. No hay justicia si no hay restitución del dinero. Y, además, si esta exigencia se pasa por alto se invita a los delincuentes al robo ya que podrán disfrutar del dinero robado cuando cumplan su condena de cárcel.

Pero la convocatoria de elecciones es otra cuestión. La convocatoria de elecciones tiene que ver con la operación de acoso y derribo que la oposición viene realizando desde que el gobierno fue constituido. La oposición usa el parlamento para para derribar al gobierno, para gritar “dimisión” al presidente y “cómplice” a la vicepresidenta. No para aprobar leyes y hacer propuestas.

Ha dado igual que se haya subido el salario mínimo interprofesional, que las pensiones se hayan revalorizado, que haya crecido la economía, que se haya creado empleo… Las críticas se dirigen a los apoyos de “separatistas”, de “etarras”, de “radicales”… sin tener en cuenta que ETA ya no existe (y que, por consiguiente, no mata), sin valorar que el independentismo haya rebajado su beligerancia, que esos a quienes llaman radicales gobiernan para que los ciudadanos vivan mejor…

Me ha parecido muy bien que el arzobispo de Tarragona. monseñor Joan Planellas, haya discrepado públicamente de las declaraciones del presidente de la Conferencia episcopal. Y que lo haya hecho invocando un argumento de peso. Habla de política partidista. Lo que pide el señor Argüello es lo que han pedido Vox y el PP desde hace tiempo. Y dice también que tanto el presidente como el secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal no han debido hacer esas declaraciones en nombre del Conferencia sino a título particular. De pura lógica. De pura decencia.

viernes, 8 de agosto de 2025

Alimentación. Sorpresa en la familia vegetal: la patata es hija del tomate

A farmer during potato harvesting in Qingdao, China, on June 25.
Un equipo liderado por científicos chinos descubre que hubo un cruce natural hace nueve millones de años, en una investigación con implicaciones geopolíticas: quien controla las papas, domina el mundo.

El historiador estadounidense William McNeill dedicó un provocador ensayo a intentar demostrar que la patata ha cambiado la historia del mundo. La planta, domesticada en lo que hoy es Perú hace unos diez milenios, fue la principal fuente de energía para el poderoso Imperio inca y después para los conquistadores españoles, que llevaron aquel desconocido superalimento a Europa alrededor de 1570. “Las patatas, al nutrir a poblaciones en rápido crecimiento, permitieron que un puñado de naciones europeas dominasen la mayor parte del mundo entre 1750 y 1950”, argumentó McNeill hace un cuarto de siglo. La historia social de la patata es conocida, pero su origen era un enigma hasta ahora. Un equipo internacional de científicos anuncia este jueves una sorpresa: la patata es hija del tomate.

“Por fin hemos resuelto el misterio”, sentencia el genetista chino Sanwen Huang, líder de la investigación en el Instituto de Genómica Agrícola de Shenzhen. Su equipo ha analizado el intrincado ADN de unas 60 especies emparentadas y ha descubierto que la patata se originó hace unos nueve millones de años a partir de un cruce natural en Sudamérica entre una mata de tomate y una etuberosum, una planta de apariencia similar a la patata pero sin sus característicos tubérculos comestibles.

Huang y sus colegas subrayan que fue aquella mezcla genética la que permitió la aparición de estos engrosamientos subterráneos de los tallos, que funcionan como un almacén de nutrientes de la planta y hoy son un alimento básico para más de 1.000 millones de personas. Una patata de 170 gramos aporta 135 kilocalorías, la mitad de la cantidad diaria de vitamina C recomendada e incluso cuatro gramos de proteínas con todos los aminoácidos esenciales. Entender los entresijos genéticos que controlan su tamaño y sus componentes es un asunto clave en la geopolítica mundial, según la tesis del historiador William McNeill. Por eso China se ha volcado en la investigación de la patata.

El parentesco recién descubierto puede resultar chocante para una persona ajena a la agricultura, según explica el genetista Zhiyang Zhang. “Tal vez sorprende porque el tomate y la patata que compras en el supermercado son bastante diferentes. Sin embargo, lo que comemos en realidad son los frutos de la tomatera y los tubérculos subterráneos de la planta de la patata. Es normal que dos órganos distintos tengan una apariencia tan diferente, pero las plantas en sí mismas ―sus hojas y sus flores, por ejemplo― son similares”, reflexiona Zhang, primer firmante del estudio. La planta de patata se parece todavía más a la de etuberosum, pero los análisis genéticos revelan que es más cercana a la tomatera. “A nosotros nos ha sorprendido que la patata sea descendiente del tomate”, reconoce Zhang, también miembro del Instituto de Genómica Agrícola de Shenzhen, un gigantesco centro de investigación con 500 trabajadores dependiente del Gobierno chino.

Una planta de etuberosum, sin tubérculos, y otra de patatas (derecha). Instituto de Genómica Agrícola de Shenzhen (AGIS-CAAS)
Los autores subrayan que aquel innovador tubérculo, o sea el órgano lleno de nutrientes hoy llamado patata, surgió en un momento clave, en pleno levantamiento de la cordillera de los Andes. Aquellas nuevas plantas, dotadas de engrosamientos subterráneos en sus tallos, eran capaces de adaptarse a los climas más fríos de las montañas andinas. Colonizaron ecosistemas variopintos y protagonizaron una “diversificación explosiva”, en palabras de Huang, Zhang y sus colegas. Según sus cifras, hay más de un centenar de especies silvestres de patata. Hace 10.000 años, los habitantes de los Andes domesticaron una de ellas y abrieron el camino hacia la patata moderna.

La bióloga española Salomé Prat encabezó en 2011 el equipo que descubrió el interruptor genético que indica a la planta cuándo producir tubérculos, en función de las horas de luz: el gen SP6A. El nuevo estudio muestra que ese gen clave procede, sorprendentemente, de las tomateras. El misterio es qué ocurre después, cuando, por ejemplo, el sol de otoño activa el interruptor, recalca Prat, del Centro de Investigación en Agrigenómica, en la localidad barcelonesa de Cerdanyola del Vallès. “Cuando llega la señal de formar tubérculos, ¿qué es lo que pasa en ese tallo subterráneo para que empiece a engrosarse y acumular almidón y proteínas? No lo sabemos todavía”, expone. “Si logramos entender el kit de genes necesarios, en un futuro podríamos hacer plantas que produzcan granos y también tubérculos”, prosigue Prat. Patatas y cereales en una sola planta.

El equipo de Huang y Zhang recuerda que ya se han creado plantas híbridas de patata y tomate. Los investigadores mencionan un estudio de 1978, firmado por la genetista española Marisol Sacristán, fallecida en 2023 a los 87 años. La científica, de la Universidad Libre de Berlín, y otros dos colegas lograron combinar de manera rudimentaria una planta de tomate cherry y otra de patatas, hace casi medio siglo. “La capacidad existe. Y, ahora que sabemos que están tan tan tan relacionadas, en un futuro podríamos tener plantas que den tomates y patatas, pero para eso todavía queda, hace falta entender mejor el proceso”, opina Prat.

Sanwen Huang sobre el sabor de los tomates
El genetista Sanwen Huang, en el Instituto de Genómica Agrícola de Shenzhen (China). Academia China de Ciencias Agrícolas

Los tubérculos podrían aportar la energía al próximo imperio mundial. “China se ha volcado con la patata al 100% y nos va a barrer a todos. Se han dado cuenta de que es un cultivo superproductivo: con poco terreno recoges muchas patatas. Para el trigo, en cambio, necesitas campos enormes. Si ahora mejoramos la calidad de las patatas, haciendo, por ejemplo, que tengan más proteínas, será un superalimento”, argumenta Prat. China ya es el mayor productor mundial de patatas, con una superficie cultivada de 50.000 kilómetros cuadrados, equivalente al área de países enteros, como Costa Rica y Eslovaquia.

Una decena de instituciones chinas han colaborado en el nuevo estudio, que se publica este jueves en la revista especializada Cell. También han participado otros siete centros de Canadá, Estados Unidos, Alemania y Reino Unido. Los autores agradecen la ayuda de la científica colombiana Susy Echeverría, que dedicó su doctorado en el Imperial College de Londres a intentar entender por qué la familia de las patatas y los tomates es tan diversa y por qué algunos de sus miembros han tenido tanto éxito al colonizar diferentes ecosistemas en el planeta. “El punto más interesante no es tanto cuándo se originó el grupo de las papas, sino cómo”, considera Echeverría, que destaca que el desarrollo de los tubérculos surgiera de una combinación de genes procedentes de linajes distintos. Si William McNeill tenía razón y la historia se repite, quien entienda estos enigmáticos entresijos genéticos de la patata dominará el mundo.

jueves, 7 de agosto de 2025

Historia total de la segunda guerra mundial

Olivier Wieviorka 
Olivier Wieviorka es profesor en la École Normale Supérieure y miembro del Institut Universitaire de France y es reconocido como uno de los mejores especialistas de la segunda guerra mundial. Es autor de varios documentales.
Editado por Planeta.

miércoles, 6 de agosto de 2025

Hiroshima y Nagasaki 80 aniversario del mayor atentado terrorista de la historia


Imagen: Nube de hongo producto de las bombas atómicas sobre Hiroshima (izquierda) y Nagasaki (derecha) - Wikipedia


El número de Time del 13 de agosto de 1945 cita a Truman: “hace dieciséis horas un avión estadounidense lanzó una bomba sobre Hiroshima, una importante base del ejército japonés. Esa bomba tenía más poder que 20.000 toneladas de TNT… Es una bomba atómica. Es un beneficio del poder básico del universo; lo que se ha hecho es el mayor logro de la ciencia en su historia… […] ahora estamos preparados para destruir más rápida y completamente todas las empresas productivas que los japoneses tienen sobre su suelo… si no aceptan nuestros términos, pueden esperar otra lluvia de fuego, como nunca se ha visto en esta tierra”. En Londres, Winston Churchill también se refirió a estas proezas de la ciencia: “debemos orar para que este horror conduzca a la paz entre las naciones y que, en lugar de causar estragos inconmensurables en todo el mundo, se conviertan en la fuente perenne de la prosperidad mundial”.

En su portada del 20 de agosto, la misma revista recibía al lector con un gran disco rojo con fondo blanco y una X que tachaba el disco. No era la primera bomba atómica de la historia arrojada sobre una población de seres humanos sino el sol o la bandera de Japón. En la página 29, un artículo bajo el título de “Awful Responsability” (“Una responsabilidad terrible”) el presidente Truman trazaba las líneas de lo que iba a ser más tarde el pasado. Como un buen hombre de fe siempre que es colocado por Dios en el poder, Truman reconoció: “Le damos gracias a Dios porque esto haya llegado a nosotros antes que a nuestros enemigos. Y rezamos para que Él nos pueda guiar para usar esto según Su forma y Sus propósitos”. En la inversión semántica de sujeto-objeto, por “esto” se refiere a la bomba atómica que “nos ha llegado”; por “nuestros enemigos”, obviamente, se refiere Hitler e Hirohito; por “nosotros”, a nosotros, los protegidos de Dios.

En realidad, la barbarie de fuego había comenzado mucho antes. El general LeMay había sido el cerebro que planificó el bombardeo de varias ciudades de Japón, como Nagoya, Osaka, Yokohama y Kobe, entre febrero y mayo de 1945, tres meses antes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.

En la noche del 10 de marzo, LeMay ordenó arrojar sobre Tokio 1500 toneladas de explosivos desde 300 bombarderos B-29. 500.000 bombas llovieron desde la 1:30 hasta las 3:00 de la madrugada. 100.000 hombres, mujeres y niños murieron en pocas horas y un millón de otras personas quedaron gravemente heridas. Un precedente de las bombas de Napalm, unas gelatinas de fuego que se pegaban a las casas y a la carne humana fueron probadas con éxito. “Las mujeres corrían con sus bebés como antorchas de fuego en sus espaldas” recordará Nihei, una sobreviviente. “No me preocupa matar japoneses”, había dicho el general LeMay.

Cuando la guerra estaba decidida y acabada, una semana después de las bombas atómicas, cientos de aviones estadounidenses regaron con otras decenas de miles de bombas diferentes ciudades de Japón dejando otro tendal de miles de víctimas prontas para el olvido. El general Carl Spaatz, eufórico, propuso arrojar una tercera bomba atómica sobre Tokio. La propuesta no prosperó porque Tokio ya había sido reducida a escombros mucho tiempo atrás y sólo quedaba en los mapas como una ciudad importante.

El Japón imperial también había matado decenas de miles de chinos en bombardeos aéreos, pero no eran los chinos lo que importaban por entonces. De hecho, nunca importaron y hasta fueron prohibidos en Estados Unidos por la ley de 1882. El mismo general Curtis LeMay repetirá esta estrategia de masacre indiscriminada y a conveniente distancia en Corea del Norte y en Vietnam, las que dejarán millones de muertos civiles como si fuesen hormigas. Todo por una buena causa (libertad, democracias y derechos humanos).

Poco después de los incontables bombardeos sobre civiles inocentes e indefensos, el heroico general LeMay reconocería: “si hubiésemos perdido la guerra, yo hubiese sido condenado como criminal de guerra”. Por el contrario, al igual que el rey Leopoldo II de Bélgica y otros nazis de Hitelr promovidos a altos cargos de la OTAN, LeMay también fue condecorado múltiples veces por sus servicios a la civilización, entre las que se cuentan la Légion d’honneur, otrogada por Francia.

Nada nuevo. La narratura de los hechos no es sólo para consumo nacional. Se exporta. En el puerto de Shimoda, un busto del capitán Matthew Perry recuerda y recordará, por los siglos por venir, el lugar y la fecha en que el capitán americano liberó el comercio de Japón en el siglo XIX a fuerza de cañón e hizo posible la voluntad del dios de esos cristianos tan particulares. Un siglo después, en 1964, el mismo gobierno de Japón le otorgó la Orden del Sol Naciente al general Curtis LeMay por sus servicios a la civilización. ¿Cuál fue su aporte? El general LeMay innovó las tácticas militares durante la Segunda Guerra mundial bombardeando de forma indiscriminada media docena de grandes ciudades japonesas en 1945. Meses antes de las célebres bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, sólo en una noche murieron cien mil civiles en Tokio bajo una lluvia de otras bombas estadounidenses. LeMay reconoció: “No me molesta matar japoneses”.

Claro que no todo fue a su gusto. Años después, le recomendó al joven inexperiente, el presidente Kennedy, lanzar algunas bombas atómicas sobre La Habana como forma de prevenir un mal mayor. Kennedy no estuvo de acuerdo. Un par de décadas más tarde, en una de las primeras conversaciones sobre el tema Cuba, Alexander Haig, nuevo Secretario de Estado, le dijo al presidente Ronald Reagan: “Sólo deme la orden y convertiré esa isla de mierda en un estacionamiento vacío”.

En 1968, el general Curtis LeMay será el candidato a la vicepresidencia por el partido racista y segregacionista llamado Partido Independiente de Estados Unidos. Para ser un tercer partido, recibió un respetable 13,5 por ciento de los votos. En 2024 pudo haber ganado fácilmente dentro del partido Demócrata-Republicano.

Luego del mayor acto terrorista de la historia, los gobiernos de Japón no ahorrarán en pedidos de perdón por el crimen de haber sido bombardeados en todas las formas posibles y sin piedad.

https://rebelion.org/80-aniversario-del-mayor-atentado-terrorista-de-la-historia/

martes, 5 de agosto de 2025

Cállese, señor González

Se hizo famosa la machacona frase del señor Aznar en el último mandato del presidente socialista: “Váyase, señor González”. Hoy, remedo la petición de quien le sucedió en la presidencia con las palabras que figuran en el título: “Cállese, señor González”. ¿Es necesario que opine públicamente sobre cualquier cuestión que conlleve una crítica sobre su partido, su gobierno y su presidente? ¿No se puede callar?

Cuando contemplé y escuché la entrevista de Onda Cero en la que Carlos Alsina exploró las opiniones de Felipe González, sentí tres emociones que se mezclaban intentando cada una, sin conseguirlo, imponer la hegemonía sobre las otras dos: vergüenza, tristeza y rabia.

Vergüenza porque me costaba comprender cómo un socialista de toda la vida atacaba sin piedad al presidente del gobierno y del partido. Había en el discurso un componente intelectual y otro afectivo. No se trataba solo de un análisis más o menos riguroso. Había un nivel elevado de animadversión y de inquina. Me dio vergüenza. No era la primera vez que se producían estas manifestaciones. Estaba de por medio la satisfacción de haber encontrado ahora argumentos incontestables de que la crítica persistente y despiadada de hace mucho tiempo se fundamentaba ahora en hechos incontestables: aprobación de la Ley de Amnistía por el Tribunal Constitucional, casos de corrupción de dos secretarios de Organización del Partido, investigaciones sobre la posible corrupción en el medio familiar del presidente… ¿Veis cómo tenía razón? ¿Veis cómo tenía que haber sido Eduardo Madina el que ganase las primarias como yo pensaba y sigo pensando? Pero la militancia dijo otra cosa, señor González.

Tristeza por la incoherencia de sus palabras que remitían casi inexorablemente a su último mandato como presidente del gobierno en el que proliferaron los casos de corrupción y en el que él no dimitió ni dejó el puesto a otro como ahora exige a Sánchez de manera pertinaz. Tristeza de ver a un personaje de la izquierda de carisma arrollador convertido en un viejo cascarrabias de carácter avinagrado defendiendo postulados de ultraderecha,

Y rabia porque no hay ayuda más grande a la derecha que sus palabras cargadas de agresividad y desprecio. La derecha puede ahorrarse el análisis: basta que se remitan a las palabras de Felipe González. Ahora es su líder. Su discurso es el discurso del Partido Popular e, incluso, el discurso de Vox.

Lo más grave, a mi juicio, es la seguridad con la que habla. Porque Felipe González en esa entrevista, no opina, sienta cátedra, defiende dogmas de los que se siente guardián, imparte lecciones de moral como si de un gurú espiritual se tratase. ¡Qué petulancia! Hasta el entrevistador se sorprende de la contundencia de sus palabras:

– Entonces, ¿usted cree que la ley de amnistía es corrupción política?

Y contesta, como si defendiera un dogma de fe:

¡Absolutamente!
Pues bien, ¿por qué hay tantas personas que no lo ven igual? El jurista sevillano, Javier Pérez Royo, Catedrático de Derecho Constitucional, entre otros muchos, dice que le produce una profunda pena la deriva del expresidente Felípe González. Sostiene que su posición ante la ley de amnistía es una barbaridad. Según González, todos los que dieron luz verde a la ley en el Parlamento, los seis magistrados que aprobaron la ley en el Tribunal Constitucional y todos los ciudadanos y ciudadanas que consideramos que la ley es constitucional y que ha beneficiado a la sociedad española somos también corruptos.

El juez Garzón hablaba hace unos días en la Sexta de la constitucionalidad de la ley de amnistía, El tribunal que emitió el fallo, ¿no le merece la menor credibilidad al señor González?, se preguntaba. Y yo me pregunto: ¿No le gusta la ley de amnistía porque es una barrabasada o es una barrabasada porque a él no le gusta?

Sin ir más lejos al expresidente Zapatero la ley le parece constitucional, apoya las políticas progresistas y las decisiones del gobierno y considera al presidente una persona honesta, un ciudadano cabal. Dos expresidentes.

Y acentúa González su posición de rechazo de la ley de amnistía por el hecho de que la promesa de promulgarla conquistase los siete votos de Junts para la investidura del presidente Sánchez. ¿Hubiera preferido Felipe González ver a Vox en el gobierno?

Dice en la entrevista que votará en blanco. Yo creo que, tal como piensa, no debería hacerlo. No. Lo razonable es que su voto se fuese a la derecha o a la ultraderecha. Porque su discurso es el mismo y porque piensa que Sánchez se equivoca cuando manifiesta que no le gustaría que la convocatoria de elecciones diera el gobierno a los partidos conservadores

González actúa como un inquisidor. Es el guardián de la moral socialista. El Tomás de Torquemada de la política española. Lo ideal sería poder arrojar al presidente Sánchez al fuego de la hoguera pero, como no puede, le echa de la presidencia del partido y del gobierno.

Me di cuenta enseguida de que tenía más interés el expresidente en hablar que el periodista en saber. “Si no le hacen la entrevista, revienta”, pensé. Imaginé a la derecha escuchando y aplaudiendo entusiasmada las opiniones, los insultos, los exabruptos, las descalificaciones y la promesa de votar en blanco.

No le puedo pedir a Felipe González que deje de pensar lo que piensa pero, ¿le obliga alguien a ir de televisión en televisión y de radio en radio? ¿Le obliga alguien a responder a los periodistas que le tiran de la lengua sobre cada cuestión en la que pueden mostrar cómo machaca a su gobierno y a su presidente?

Dice Felipe que Sánchez no tiene por qué preocuparse si la alternativa a su gobierno va a ser otro con el PP y Vox. Eso al señor González no le importa. Es que hasta pienso que le alegraría si sucediese. ¿No le tiene que importar quién gobierne? ¿No le importa que Vox expulse a millones de inmigrantes, que persiga a los homosexuales, que congele el salario mínimo interprofesional, que defienda la dictadura que sufrimos…? Qué decir de lo que sucedería, con la memoria democrática, con la escuela y la sanidad públicas, con el colectivo LGTBIQ, con la jornada laboral, con las pensiones ce los jubilados…

En un artículo que acaba de publicar el catedrático de economía Juan Torres, titulado “Si Vox gobernara, deuda por las nubes y pensiones de miseria” dice lo siguiente:

”Sustituir al actual sistema de pensiones públicas basado en el reparto (es decir, las personas empleadas actualmente financian con parte de sus sueldos la pensión de las ahora jubiladas) por uno basado en la capitalización (cada persona ahorra, se invierte ese ahorro en mercados financieros y al final de la vida activa se recupera lo ahorrado como pensión) tendría consecuencias catastróficas”.

“La primera vez que se puso en marcha un cambio de esa naturaleza fue en Chile con la dictadura de Pinochet. Significativamente, el cambio hacia la capitalización se impuso a toda la población trabajadora, menos a los militares y a la policía, cuyas pensiones todavía siguen garantizadas por un sistema de reparto. ¿Por qué fue así, si la capitalización es tan ventajosa?”-

No sé lo que pensará Felipe González sobre el concepto de lealtad. Porque, sin renunciar a su análisis podría estarse calladito ya que no hay palabras más rentables para la derecha que las que él pronuncia contra el presidente de su partido. Y podría hacer esos análisis desde dentro. Si de verdad pretende ayudar.

¿De dónde surge ese espíritu justiciero del señor González? No creo que pueda achacar al señor Sánchez apego al poder siendo él el presidente con más años seguidos en la presidencia del gobierno. Trece años, en los que hizo tanto por el país, que ahora le quiero agradecer. Le quedan la mitad al señor Sánchez para igualarle.

¿Qué hace en el Partido una persona que descalifica a su presidente por TODO lo que hace, que no reconoce ni un solo éxito conseguido (hasta Donald Trump se pronuncia sobre la buena marcha de la economía española), que propone el voto en blanco como postura ideológica hacia su partido?

Hay limitaciones, hay errores, hay fallos en la política del gobierno progresista de coalición. Hay que hacer autocrítica y hay que abrirse a la crítica, con humildad y valentía, pero yo considero que este gobierno es una luz en un tiempo de intensa oscuridad. Por eso me alegró el resultado de la sesión parlamentaria del miércoles pasado. La derecha tendrá que esperar. Por mucho que le duela al señor González.

lunes, 4 de agosto de 2025

_- Judith Prat, fotógrafa: “La huella más peligrosa de nuestro pasado esclavista es la idea perversa de la superioridad blanca”

La fotógrafa Judith Prat, retratada este miércoles 30 de julio en Zaragoza.
La documentalista española presenta, dentro de la programación de PHotoEspaña, una exposición que recorre las huellas de las rutas españolas del tráfico de esclavos.

Judith Prat (Altorricón, Huesca, 51 años) lleva años retratando las heridas del mundo que no han logrado sanar. Su lente la ha acompañado a los rincones del globo donde habita y ha habitado el dolor: la explotación en las minas de coltán en el Congo, los abusos en el Delta del Níger, la violencia de Boko Haram en Nigeria, o los feminicidios en Ciudad Juárez (México). En su nuevo proyecto, la exposición titulada Aquella niebla, este silencio, que forma parte de la programación de PHotoEspaña y que tras pasar por Madrid estará en Zaragoza en septiembre, aborda el punzante pasado esclavista de España —el último país europeo en abolir la esclavitud, a finales del siglo XIX— y retrata las huellas que sigue dejando en el presente.

Y lo hace a través de un viaje “histórico, geográfico y visual”, siguiendo el paso de los esclavistas en lo que se ha denominado como el comercio triangular: desde Sierra Leona y Ghana, pasando por los puertos de Cádiz y Barcelona, hasta llegar a Cuba, destino final de muchos esclavos. “Hablamos una de las mayores devaluaciones del ser humano. Un pasado tan incómodo que incluso hoy se sigue obviando”, cuenta la fotógrafa en conversación telefónica. “No soy historiadora ni analista política, solo soy una artista”, dice después para justificar una batería de respuestas directas y en las que hablará de racismo sistemático, reparación y memoria histórica.

Pregunta. La exposición se titula Aquella niebla, este silencio. ¿Hay un silencio en España en torno al esclavismo?
Respuesta. Es algo que no es que se haya olvidado, es que se ha ocultado deliberadamente. Pero, por otro lado, es incontestable porque tenemos tal cantidad de información que no hay dudas de lo que ocurrió. En torno a 15 millones de personas fueron sacadas de África, forzadas para ser esclavizadas, y dos millones y medio de esas personas fueron desplazadas a las colonias españolas.

P. ¿Y por qué se sigue ocultando?
R. Probablemente porque es un pasado duro y muy difícil de asumir. Los esclavistas siempre trataron de ocultar lo que habían hecho. Y hoy sigue ocurriendo lo mismo. Se siguen viendo monumentos a personas que fueron esclavistas en los que no se menciona su pasado. Sigue habiendo una voluntad clara de ocultar ese pasado. Creo que el hecho de tener un episodio tan duro y tan cercano como fue la Guerra Civil y que no se haya resuelto con claridad ni siquiera la memoria más reciente del país, ha hecho que de alguna manera dejemos en un segundo plano otras memorias y otros hechos relevantes de nuestra historia. Eso y que las víctimas están lejos o no las consideramos parte de lo que somos, aunque sí lo son.

La fotógrafa, Judith Prat, retratada este miércoles 30 de julio en Zaragoza.La fotógrafa, Judith Prat, retratada este miércoles 30 de julio en Zaragoza.

P. ¿Por qué es importante recuperar el pasado?
R. Hay que hacer frente de manera honesta a nuestro pasado y a nuestra historia para entender qué somos como sociedad y de dónde venimos. Sobre todo porque nos permite abordar debates muy actuales, como el racismo o los discursos de odio que yo percibo crecientes.

P. El racismo y los discursos de odio de los que habla, ¿son consecuencias del esclavismo?
R. El esclavismo es parte de lo que ha construido nuestra identidad. Los vestigios de la esclavitud se perciben de forma evidente. Pero quizá su huella más peligrosa sea la inmaterial, esa idea perversa y falaz de la superioridad blanca que tenemos incorporada como individuos y como sociedad. Viene de no reconocer nuestra historia. Y el problema es que el racismo no es una actitud individual, no es una actitud puntual. El problema es que es estructural, nos atraviesa a todos como sociedad, a las estructuras del Estado, es parte de lo que somos.

P. ¿Por qué elegir imágenes contemporáneas para contar ese pasado?
R. La memoria para mí no es pasado, es presente. Me interesa la posibilidad de generar contranarrativas y utilizar la fuerza y el potencial de la imagen para construir imaginarios colectivos que reparen. Sobre todo porque eso nos permite traer a la actualidad el pasado. Las fotografías buscan evocar más que narrar con literalidad, pero tienen un relato riguroso fruto de una investigación intensa. También hay imágenes de archivo que dialogan y se funden con mis imágenes y yo creo que eso enriquece la experiencia visual del espectador. Sacar los documentos del archivo y llevarlos a una sala de exposiciones me ha permitido mayor libertad de creación y la posibilidad de derivar mis imágenes más al terreno de lo sugestivo y de la evocación. Yo no quería reproducir la violencia en mis imágenes, más bien he buscado que el espectador se sienta atrapado por las fotografías y proponerle un viaje revelador que de alguna manera nos empuje a salir de la niebla y el silencio.

P. ¿Cómo ha construido ese viaje?
R. He ido desde los puertos de Cádiz o desde Barcelona, a las costas de Sierra Leona y Ghana, donde se capturaban a las personas que eran forzadas a salir de África en barcos con rumbo a Cuba o a República Dominicana, las colonias españolas. Con ello de alguna manera he querido provocar en el espectador la misma resonancia que yo he sentido en esta travesía al interior de nuestra identidad colectiva.
 
Sala de exposición de 'Aquella niebla, este silencio', de Judith Prat.

Sala de exposición de 'Aquella niebla, este silencio', de Judith Prat.

P. ¿Cómo fue el proceso de documentación?

R. Siempre dedico mucho tiempo a la investigación, es una fase que considero imprescindible. Además, es ahí donde en mi cabeza ya empiezan a formarse las imágenes, incluso de lugares que no conozco, y de alguna manera el puzle de la narración que yo quiero llevar a cabo a través de las imágenes empieza a encajar. También he ido a las fuentes originarias, a los archivos en Cuba o en España, donde la realidad se revela de manera indudable. No hay duda de lo que ocurrió porque se conservan muchos documentos de la época, de compraventa de personas, de persecución de esclavos que trataban de huir...

P. ¿Hubo algo que, con toda esa base documental, le conmovió o sorprendió al visitar los sitios?
R. Eso de ninguna manera minimizó el impacto que me causó recorrer esos lugares. Lugares donde además no se ha perdido la memoria del sufrimiento que se vivió. Me ocurrió de manera muy clara en África, en los castillos de Elmina o de Cape Coast en Ghana, donde se almacenaban personas antes de ser embarcadas rumbo a América. Y me ha ocurrido en Cuba, donde pude visitar antiguos ingenios, que eran esos complejos agrícolas e industriales dedicados al cultivo de la caña de azúcar y a la producción de azúcar, donde se empleó mano de obra esclava y gracias a eso se enriquecieron de forma extraordinaria. Están los descendientes de las personas esclavizadas que cuentan lo que ocurrió, que lo conocen perfectamente. Hay testimonios que llegan hasta la actualidad de la violencia que se empleaba contra los esclavos y las esclavas en esas plantaciones.

P. ¿Hay una herida abierta?
R. Obviamente hay una herida abierta porque no ha habido reconocimiento y ni mucho menos reparación, ¿no? Es importante por eso que hagamos un ejercicio de reconocer nuestra historia y de contarla abiertamente.

P. ¿Hace falta reparación?
R. No hay justicia si la justicia no es reparativa. O sea que también hay que plantearse qué se puede hacer para, como sociedad, reparar todo eso que ocurrió.

domingo, 3 de agosto de 2025

Entrevista a la escritora catalana Gemma Ruiz Palà «Hoy parece que el franquismo fue Disney»

La escritora narra en «Aulagas» la vida de tres mujeres de diferentes generaciones entre la Catalunya rural y la urbana antes, durante y después de la Guerra Civil.

El pulso literario de la periodista Gemma Ruiz Palà nace de poner en valor, de dar dignidad, a aquellas personas a las que se lo arrebataron en el pasado. Sobre todo a las mujeres, esa mitad de la población que ha quedado silenciada en la mayoría de los ámbitos. Lo hizo con Nuestras madres (Proa y Consonni), novela que cosechó un gran éxito y en la que ficciona la vida de esas mujeres nacidas durante la dictadura que lucharon para que sus hijas tuvieran un futuro diferente al suyo.

Pero antes de ese, lo había hecho también con Arpelagues (Proa, 2016), su primer libro escrito en catalán que acaba de traducir Consonni con el título Aulagas. Una novela que narra la vida de tres mujeres de diferentes generaciones entre la Catalunya rural y la urbana antes, durante y después de la Guerra Civil. Un relato cotidiano y familiar que, lejos de la historia oficial que aparece en los libros de texto, habla entre otros muchos aspectos de los partos en el campo, de la pobreza extrema, de niñas siendo sirvientas, abusos silenciados y violaciones nunca antes contadas.

La palabra aulaga que da título al libro le sirve para explicar el papel de las protagonistas en el libro. ¿Qué significa y qué quería transmitir con ese término?
La palabra me iba bien porque era un plural femenino y, a su vez, me servía para hablar de la colectividad. Son arbustos que tienen pinchos, están en los márgenes de los caminos, nadie repara en ellos, cuando se quema un bosque siempre acaban rebrotando, son súper resistentes y solo tienen flor una vez al año. Una imagen que encontraba muy útil para explicar quiénes son las protagonistas: esas mujeres del populacho, las que están más pegadas al suelo.

La obra nace de la indagación en la vida de su abuela, su tía-abuela y su tía, esas mujeres que, como dice, están pegadas al suelo. ¿Debemos poner ahí el oído? ¿Qué aprendió de ellas?
Para mí fue un viaje hacia muchas cosas, todas ellas muy importantes. El primero, más personal, fue el de ver a mis ancestras como personas, sin las capas de cebolla que se van adhiriendo a través del relato familiar. Es decir, conocerlas como mujeres con sueños, independientes, con vida, con su sexualidad, etc. Para mí fue muy importante esto porque dejé de romantizarlas y de repente cobraron una dimensión que no tenían.

El segundo viaje fue más político y social. Para mí este fue muy potente porque me permitió ver y tocar el silencio que el franquismo impuso: hasta entonces no se hablaba nada o casi nada de lo que yo cuento en el libro. Yo me enteré preguntándoles a ellas. En mi barrio, que era obrero pero no súper politizado, por la noche te venían a coger a la tía o al tío porque habían sido republicanos y ya no los veías más. La represión fue muy dura, en Cataluña ni te digo, y aquí no se explicó nada. Hemos sido las nietas y las bisnietas, ya en democracia, las que hemos tirado del hilo. Es muy importante romper este silencio porque a veces se olvida.

«Hemos sido las nietas y las bisnietas, ya en democracia, las que hemos tirado del hilo. Es muy importante romper este silencio porque a veces se olvida».

Ese silencio del que habla fue, en mayor medida, cruel con las mujeres.
Neus Català, una de las supervivientes de un campo de concentración nazi, decía que las mujeres somos las vencidas de los vencidos. Algo que defiendo. Yo siempre estoy estudiando los sesgos de género en la historia de la literatura y del arte porque me interesa mucho. Algo que también he podido comprobar en la historiografía: parece que las mujeres siempre hemos estado en un cuarto cosiendo, que también, y sin ningún tipo de agencia en un conflicto armado, en una posguerra, etc. Sin embargo, cuando las vi corpóreas, en acción, explicándote qué hacían para conseguir comida, cómo vivieron la guerra, eso me dio la razón una vez más de que hemos estado en todos los sitios y muchas más que una. Verlo con mis ojos me dio esta parte de la historia que está borrada e invisibilizada. Si rascas un poco, es al revés.

Narra la historia de las mujeres que, como en su novela, no recibieron medallas por sus gestas, ni presidieron gobiernos. Vidas mundanas que son las que en realidad hacen la historia.
Hay un concepto para definir esto: el derecho a la trascendencia. Algo que a las mujeres se nos ha negado menospreciando nuestros espacios, temáticas y luchas. Pero claro que las vidas de las mujeres son trascendentes, aunque sea únicamente porque somos el del 50% de la población. Esto es fatal para la psiqué colectiva. Este libro intenta darnos todo eso que nos han quitado.

«El derecho a la trascendencia. Eso es algo que a las mujeres se nos ha negado menospreciando nuestros espacios, temáticas y luchas». Ese intento de visibilizar lo que ocurrió tiene mucho peso en la posguerra. En la historia oficial, la que se contaba por el altavoz, es la que nos ha llegado. Pero no la que se decía en susurros en casa.
Con todo lo que supuso la posguerra –hambre, la dificultad para encontrar trabajo, el intento de acabar con el papel de la mujer, etc–, más que una posguerra, fue una guerra contra lo popular. Por ejemplo, yo me fui a los libros de texto de la posguerra y vi qué se daba en el colegio. Los de la República se pueden dar la mano con los actuales, pero los del franquismo eran una bazofia. Hasta que no te metes en esos detalles no eres consciente de que el silenciamiento fue integral.

Además, como la gente que te lo cuenta vivió la dictadura durante su juventud, al final encuentran las brechas para sacar lo positivo. Pero cuando vas con la lupa poco a poco viendo qué significó vivir en una dictadura franquista, ves las carencias. Si nos hubieran explicado bien qué hizo Franco, seguramente estaríamos más inmunizados ante la romantización del franquismo. Hoy parece que fue Disney, algo que se debe a que nos falta mucha información.

También lo consigue dando voz a esas “niñitas, a las que arrebataron la honra”.
Los crímenes de violencia sexual, si actualmente son complicados de investigar, imagínate durante el franquismo. Un cuerpo que entró violando con carta blanca. Hace poco se ha sabido que nuestros aliados, nuestros grandes salvadores que se tiraron en paracaídas en Normandía, violaron a una gran cantidad de francesas. Por ello, fue muy difícil encontrar información sobre esto. Pero gracias a las historias orales pude armar esa experiencia de vida que casualmente solo te pasa si eres mujer. Y dime tú si no es importante que se sepa esto.

«Los crímenes de violencia sexual, si actualmente son complicados de investigar, imagínate durante el franquismo». Antes contaba que durante el franquismo se intentó imponer una ideología. Pero en el caso de sus familiares nunca perdieron sus raíces: sus tías y abuelas siguen teniendo una fuerte identidad catalana.
Es curioso esto porque mi familia está cero politizada. Es más, en mi casa nunca se ha hablado de política. Como mucho se ha dicho “el podrit del Franco”. Sin embargo, siempre se ha defendido que somos catalanes. Algo que es de grado cero de politización, pero que te dice muchas cosas.

En un momento, hay un personaje de su novela que dice que disfrutar de la cultura amplia es la solución para el bienestar del ser humano. ¿Usted también lo cree?
Sí, totalmente. Pero para poder llegar ahí también dice que tienes que tener solucionada la tripa. La cultura te permite entender al otro y seguramente pensártelo dos veces antes de quererle mal, que es lo que nos pasa ahora. A esto se suma que está bien visto ir en contra de la cultura, del pensamiento, es decir, en contra de todo lo que es constructivo.

Fuente: 

sábado, 2 de agosto de 2025

_- El negocio de la guerra

_- No me explico por qué se han plegado a las exigencias de Donald Trump todos los presidentes de los países que integran la comunidad europea. Porque Portugal, Italia, Reino Unido y muchos otros no van a poder cumplir aquello que han firmado si no es con grandes recortes que no podrán ni querrán hacer. ¿Por qué han dejado solo al presidente Sánchez? ¿Por qué no han secundado su rechazo a la propuesta del señor Trump? ¿Tienen miedo a las represalias?

Los políticos europeos han actuado como marionetas cuyos hilos ha manejado a su antojo el presidente de los EE.UU con los aplausos del señor Rutte. No han tenido ni las agallas ni la dignidad necesarias para decir “no vamos a cometer ese disparate en perjuicio de nuestros ciudadanos y ciudadanas”. Trump no solo amenaza con el uso de la fuerza sino que acude a la reunión de la OTÁN después de haber bombardeado Irán. El juego es perfecto. Creemos la inseguridad y el miedo, multipliquemos por lo más posible el presupuesto de defensa y que se enriquezcan sin límites los productores de armamento.

No ha existido ni el más mínimo debate sobre el porqué y la cuantía del aumento. Si hubiera existido, es probable que los argumentos les hubiesen llevado a aumentar de forma elevada el presupuesto destinado no a defensa sino a educación. Para acabar con la guerra, más que armas necesitamos principios. La solidaridad, la confianza, el respeto nos alejarán de la guerra. Si todos nos cogemos de la mano, ¿quién empuñará las armas?

“La exigencia de que Auschwitz no se repita es la primera de todas en la educación. Hasta tal punto precede a cualquier otra que no creo deber ni poder fundamentarla”, dice el filósofo alemán Theodor Adorno.

No son las armas lo que nos va a librar de ese tipo de desastres, va a ser la educación. La escuela formará a los líderes y a los ciudadanos que van a elegirlos, a seguirlos o a defenestrarlos si no se atienen a los principios en los que se han formado.

¿Por qué el 5%? ¿Por qué no el 3, el 15 o el 20? No hubo ningún dato, ningún estudio, ninguna investigación, ningún tipo de argumentación para fijarlo. Fue una decisión caprichosa del señor Trump. Y el Secretario General de la OTAN, el neerlandés Mark Rutte, considera que se trata de un éxito sin precedentes del Presidente americano. El servilismo del Secretario General causa bochorno. Llamar “dady” a este cacique resulta casi ridículo. Y esa actitud servil le lleva a callarse cuando Trump, como un mafioso, amenaza de forma indecente a nuestro país con tener que pagar el doble, con reventar el éxito de su economía. Pero, ¿en qué orden moral se mueven estos gobernantes? ¿De qué paz pueden hablar si están dejando actuar libremente a la fuerza bruta?

¿Qué decir de nuestra patriótica oposición? Tanto Abascal como Feijóo se han callado como muertos ante las mafiosas amenazas del presidente de los Estados Unidos sobre la economía española. Nunca han valorado que la economía vaya bien, hecho que reconoce hasta el excéntrico presidente americano, pero nada les importa si la echan a perder.

Armarse hasta los dientes no es un modo de asegurar la paz sino de aumentar el riesgo de guerra. No es el miedo al otro lo que disuade de verdad, es el respeto a la dignidad de los seres humanaos. No es cierto que a más armas, más paz. Más bien sucederá lo contrario.

La guerra es un modo irracional, cruel y estúpido de resolver los conflictos. No tiene lógica ni justicia pensar que quien más muertes cause al enemigo, que quien destruya con más eficacia al adversario es quien tiene razón.

Me parece admirable la postura del presidente español. Se siente uno orgulloso de ser una excepción por este motivo. Que, como se ha visto, ha llevado al matón de la Casa Blanca a amenazar de forma indecente y abusiva a nuestro país.

Van a pagar el doble, amenaza Trump. ¿Por qué el doble? Pues como un castigo por oponerse a su deseo que todos han convertido en una orden. Lo suyo sería decir que acabará pagando pero, ¿el doble?

Y no solo eso, Donald Trump reconoce que le economía española marcha muy bien y se permite formular una amenaza indecente:

– Puedo hundir su economía.

¿Cuáles son los principios morales de este personaje, cuáles son sus reglas del juego? Pues muy sencillo: el uso arbitrario del poder. Tengo la sensación de que se ha entregado a un loco sentado en un arsenal de pólvora, un mechero que puede hacer volar al mundo por los aires.

Lo que es indiscutible es el que el planteamiento de Trump tiene un efecto más que positivo en el negocio armamentístico. El negocio de las armas se ha visto bendecido por este cacique al que los estadounidenses han conferido un poder que puede ponerse al servicio de la destrucción.

Todos los países tienen un Ministerio de Defensa. Pero, si todos sin excepción tratan de defenderse y no hay ningún Ministerio de Ataque resultará que no habrá ocasión de defenderse de nadie.

He leído atentamente un excelente artículo del economista Juan Torres, querido excompañero y siempre amigo, titulado “No es defensa, es negocio”. En él dice el catedrático de la Universidad de Sevilla:

“No es verdad que los ejércitos de hoy día se mantengan y financien para ser instrumentos que defiendan a sus pueblos de amenazas exteriores, o para garantizar su independencia y la soberanía de sus naciones. No protegen la unidad o la integridad de sus patrias, sino que, en su mayor parte, está controlada, a su vez, por grandes fondos de inversión. El gasto militar no responde a necesidades reales de defensa nacional. El proceso es justo el contrario del que se nos cuenta. Para alimentar al negocio armamentístico se genera miedo e inseguridad, se incentiva el conflicto bélico y se dinamita la diplomacia, porque la negociación y los acuerdos son el peor enemigo de las empresas de armamentos.

Son estas grandes corporaciones las que fijan sus demandas de inversión y presionan a los políticos y legisladores para que aumenten sin cesar el gasto militar. El vicepresidente de Boeing lo dijo claramente al Wall Strett Journal en octubre de 2001: «Cualquier miembro del Congreso que no vote por los fondos que necesitamos para defender este país buscará un nuevo trabajo después del próximo noviembre».

Y añade:

“El reclamo de Donald Trump para que los países miembros de la OTAN dediquen un 5% de su PIB a gasto militar es la más desvergonzada imposición de rentas feudales que se haya visto nunca en el capitalismo moderno. Trump se comporta como lo que ha sido siempre, un casero rico que trata a sus inquilinos como seres indeseables, aunque ahora estos sean sus propios socios comerciales y militares. No se puede consentir”.

El gasto militar sigue creciendo y creciendo en el mundo, pero el mundo no es hoy más seguro. Más bien, sucede lo contrario. Hace ya mucho tiempo que se ha comprobado que la sentencia si vis pacem para bellum encierra una falsedad difícilmente contestable.

Hay que salir de la OTAN que, como se ve, es una organización feudalizada por los EE.UU. Trump no es un aliado, es un capo. Ya se ha visto cómo amenaza a quien no se pliega a sus caprichos. Hay que conseguir que la Unión Europea elabore una estrategia propia encaminada a la seguridad, a la paz, a la ayuda a los ciudadanos ante catástrofes y a la defensa de los derechos humanos.

viernes, 1 de agosto de 2025

¿Cuándo perdieron los nazis? ¿Cuál fue la batalla más importante? Las últimas preguntas sobre la Segunda Guerra Mundial

Battle of Kursk, August 1943.
El investigador francés Olivier Wieviorka publica en el 80º aniversario del final del conflicto ‘Historia total de la Segunda Guerra Mundial’

Cuando están a punto de cumplirse 80 años del final de la Segunda Guerra Mundial —el 15 de agosto de 1945, con la rendición incondicional de Japón tras los bombardeos atómicos contra Hiroshima y Nagasaki—, poco a poco van desapareciendo aquellos que combatieron en ella. La época de los testigos está a punto de acabarse. El 21 de julio falleció, a los 102 años, Jake Larson, uno de los últimos veteranos del desembarco de Omaha el 6 de junio de 1944. Larson se había convertido en una estrella de TikTok, donde contaba sus experiencias durante la invasión de Europa, lo que refleja hasta qué punto el interés por el conflicto más sangriento de la historia nunca ha parado de crecer.

Los investigadores siguen estudiando cada rincón de la guerra que, entre 1939 y 1945, provocó entre 60 y 70 millones de muertos, borró del mapa ciudades enteras y durante la que los nazis llevaron a cabo el crimen de los crímenes, el Holocausto, el exterminio industrial de seis millones de judíos, contando en muchos casos con la complicidad de una parte de la población de los países ocupados. El historiador Antony Beevor la definió como “el mayor desastre provocado por el hombre”. Ochenta años después, todavía bastantes debates siguen abiertos y los investigadores continúan buscando respuestas.

El historiador francés Olivier Wieviorka, de 65 años, profesor de l’École Normale Supérieure, acaba de publicar una Historia total de la Segunda Guerra Mundial (Crítica, traducción de David León Gómez), mil páginas que resumen un conflicto que cambió la configuración del planeta en medio de un sufrimiento difícil de medir e imposible de concebir. Como hicieron antes Beevor y Max Hastings, narrar en un solo libro, de forma amena y clara, los seis años más trágicos y desafiantes del siglo XX es una auténtica hazaña bélica.

La ciudad japonesa de Hiroshima destruida tras el bombardeo atómico de agosto de 1945. Universal History Archive (Universal Images Group via Getty Images)

En esta conversación, que tuvo lugar por videoconferencia a mediados de julio, el profesor Wieviorka respondió a algunas cuestiones que siguen abiertas en el debate académico y también avanzó alguna de sus tesis, que desafían ideas bastante asentadas sobre el conflicto.

Una de las cuestiones todavía abiertas es cuándo los Aliados ganaron la guerra o, mejor dicho, el momento en que la perdieron las potencias del Eje. “Podemos decir que, desde que la guerra relámpago fracasa ante Moscú en diciembre de 1941, Hitler ha perdido la guerra”, explica Wieviorka. “Alemania no tenía la capacidad para sostener una guerra larga. En el caso de Japón se puede matizar más. Si Japón no llega a atacar a EE UU y hubiese limitado sus ambiciones a un perímetro razonable —y son muchos síes—, hubiese podido lograr los objetivos que perseguía. Desde el momento en que, por un lado, ataca a EE UU y por el otro no pone límites a su expansión asiática, se enfrenta a la vez a una potencia industrial y militar de primer orden y, por otro, tiene un enorme territorio que administrar y proteger, con líneas de abastecimiento muy amplias, y eso no lo puede sostener. Podemos decir que la hubris [arrogancia] de Alemania y Japón fueron su perdición porque sus objetivos no estaban coordinados con sus medios”.
American troops landing on Omaha Beach, June 6, 1944.

Tropas estadounidenses desembarcando en la playa de Omaha, el 6 de junio de 1945. Photo 12 (Universal Images Group via Getty Images)

Tampoco está claro cuál fue la batalla más importante de la Segunda Guerra Mundial y por qué unas, como el Desembarco de Normandía de 1944, son recordadas de manera constante, y otras, como la batalla de tanques de Kursk, entre julio y agosto de 1943, no han llegado a entrar en la imaginación popular. “En una batalla, están los hechos militares; en ese sentido, Kursk es más importante que Stalingrado. Pero no solo existen las consecuencias militares, está además todo lo que sacude la imaginación y lo que permite identificarse con sus protagonistas. Desde ese punto de vista, Stalingrado es una batalla en la que el hombre está en el centro, todo dependió de los individuos, los rusos defienden Stalingrado casa a casa, calle a calle, hay actos individuales de valor, como los francotiradores. También ocurrieron cosas abominables, como los niños a los que los nazis obligan a buscar agua en el Volga y que los rusos matan fríamente. Hay cumbres del heroísmo y cumbres del horror. Sobre el Desembarco de Normandía, existe toda una dramaturgia de la batalla: ¿va a seguir el mal tiempo? ¿Van a morder los alemanes el anzuelo de que el desembarco sería en el Pas-de-Calais? También es popular porque es una historia feliz, no hay miles de muertos en las playas, las pérdidas son menos importantes y empieza la liberación de Francia. En las grandes batallas hay una dramaturgia que interesa a la opinión pública y batallas sin dramaturgia que no han llegado a la imaginación”.

Otro de los temas que siguen suscitando polémicas 80 años después del final del conflicto es la colaboración de los pueblos ocupados en el Holocausto. En algunos casos, como ocurrió en Polonia con el Gobierno ultraconservador, se llegó a aprobar una ley que amenazaba a los historiadores incluso con penas de cárcel por sostener algo sobre lo que existen incontestables pruebas documentales: que algunos ciudadanos denunciaron y mataron a judíos durante el conflicto, como ocurrió en muchos otros países, desde Holanda hasta los países Bálticos o Francia. “Sin la colaboración de un cierto número de individuos y de regímenes, el exterminio de los judíos europeos se hubiese producido, pero no hubiese alcanzado la misma amplitud. Cuando se produjeron fenómenos de movilización, impulsados por el aparato del Estado y apoyados por la población, como en Dinamarca, o espontáneos, como ocurrió en Francia e Italia, el número de muertos fue menor. La amplitud del exterminio se explica por la complicidad de los pueblos o de los gobiernos aliados del Tercer Reich”.

El historiador Olivier Wieviorka, en una imagen cedida por la editorial Crítica. Bruno Klein

Wieviorka dedica un capítulo de su libro al ejército regular alemán, la Wehrmacht, y tiene muy claro que el relato que se forjó durante la posguerra —que solo las SS cometieron atrocidades— tenía un sólido motivo político detrás —no se podía considerar enemigos a todos los alemanes que habían combatido para poder reconstruir la paz en Europa—, pero no se correspondía con la realidad. “Era más fácil para los alemanes admitir esa idea, que el mal fue cometido por las SS. Ese mito se rompe en 1994 con una exposición sobre los crímenes de la Wehrmacht. Los alemanes se dieron cuenta de que no era el ejército limpio que pensaban, sino que había participado en los crímenes de guerra, incluso en crímenes contra la humanidad”.

También sostiene otra tesis que puede parecer bastante chocante: la inmensa mayoría de los soldados no entraron en combate. “Imaginamos la Segunda Guerra Mundial como en las películas y en las películas tiene que haber acción, así que pensamos que se trató de un combate constante. Pero los combatientes fueron relativamente limitados. Se trataba de ejércitos modernos, en los que la logística y el apoyo tienen una importancia enorme con respecto a los combatientes. Incluso hoy, en el frente de Ucrania, no combate más que una parte, el resto llevan municiones, víveres, medicamentos. En la guerra moderna hay menos combatientes que, por ejemplo, en la Guerra de Secesión estadounidense, donde lucharon el 97% de los soldados. El otro elemento es que en las operaciones de combate solo lucha una parte, porque el resto son tropas de apoyo y de refresco, que no siempre combaten”.
World war 2, battle of stalingrad, a medic rendering first aid to a wounded red army man northwest of stalingrad, january 1942 Soldados soviéticos durante la batalla de Stalingrado, en el invierno de 1942. Sovfoto (Universal Images Group via Getty Images)

La Historia total de la Segunda Guerra Mundial es un libro complejo y, a la vez, sencillo de leer porque su narración no es solo cronológica, sino también temática. Está lleno de muerte y destrucción, de seres humanos capaces de lo mejor y de lo peor y entra en todos los charcos posibles. Sostiene, por ejemplo, que el racismo nazi que produjo el Holocausto no tiene parangón en la historia, pero explica que tampoco se puede olvidar que el racismo estaba institucionalizado en otros países, por ejemplo en Estados Unidos, donde los soldados negros casi no combatieron para que no pudiesen reclamar sus derechos al volver a casa. “El humo de los crematorios de Auschwitz no nos ha protegido contra los crímenes que están por venir”, escribe con lucidez al final de un ensayo que se publicó durante la guerra de Ucrania, pero antes del exterminio en Gaza. La última frase del libro es una cita de Primo Levi, el escritor italiano superviviente de la Shoah: “Si comprenderlo es imposible, es necesario conocerlo”. Que las preguntas sigan abiertas no significa que no haya que buscar respuestas incansablemente.

jueves, 31 de julio de 2025

Indignidad europea ante el engaño trumpista

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el de Estados Unidos, Donald Trump, acaban de escenificar una auténtica y desvergonzada obra de teatro.

Como ha hecho con otros países, Donald Trump no ha buscado ahora con la Unión Europea un buen acuerdo comercial para los intereses de la economía estadounidense, como él se empeña en decir. Y en lo que ha cedido von der Leyen no es en materia arancelaria para evitar los males mayores de una escalada de guerra comercial, como afirman los dirigentes europeos. El asunto va por otros derroteros.

Los aranceles del 15 por ciento acordados para gravar casi todas las exportaciones europeas los pagarán los estadounidenses y, en algunos casos, con costes indirectos aún más elevados.

Eso pasará, entre otros productos, con los farmacéuticos que se ven afectados. Puesto que en Estados Unidos no hay producción nacional alternativa y siendo generalmente de compra obligada (los economistas decimos de muy baja elasticidad de la demanda respecto al precio) los consumidores terminarán pagando precios más elevados. Suponiendo que fuese posible o interesara la relocalización de las empresas para irse a producir a Estados Unidos (lo que, desde luego no está nada claro), sería a medio plazo (lo expliqué en un artículo anterior).

Los aranceles a los automóviles europeos serán del 15 por ciento, pero los fabricantes estadounidenses deben pagar otros del 50 por ciento por el acero y el cobre, y del 25 por ciento por los componentes que adquieren de Canadá y México. Sería posible, por tanto, que los coches importados de la Unión Europea sean más baratos que los fabricados en Estados Unidos y que a los fabricantes de este país les resulte mejor producirlos en Europa y llevárselos de vuelta. Además, la mayoría de los automóviles de marcas europeas que se venden en Estados Unidos se fabrican allí, de modo que no les afectarán los aranceles, mientras que en Europa apenas se venden coches estadounidenses, no por razones comerciales sino más bien culturales o de gustos. Otros productos en los que Europa tiene ventajas, como los relativos a la industria aeroespacial y algunos químicos, agrícolas, recursos naturales y materias primas no se verán afectados.

En realidad, en términos de exportación e importación de bienes generales, el «acuerdo» no es favorable a Estados Unidos. Como explicó hace unos días Paul Krugman en un artículo titulado El arte del acuerdo realmente estúpido, el que suscribió con Japón (y se puede decir exactamente lo mismo ahora del europeo y de todos los demás) «deja a muchos fabricantes estadounidenses en peor situación que antes de que Trump iniciara su guerra comercial».

No obstante, todo esto tampoco quiere decir que Europa haya salido beneficiada. Las guerras comerciales no suele ganarlas nadie, y muchas empresas y sectores europeos (los del aceite y el vino español, por ejemplo) se verán afectados negativamente. Pero no perderán porque Trump vaya buscando disminuir el déficit de su comercial exterior, sino como un efecto colateral de otra estrategia aún más peligrosa.

La realidad es que a Estados Unidos no le conviene disminuirlo porque este déficit, por definición, genera superávit y ahorro en otros países que vuelve como inversión financiera a Estados Unidos para alimentar el negocio de la gran banca, de los fondos de inversión y de las grandes multinacionales que no lo dedican a invertir y a localizarse allí, sino a comprar sus propias acciones. El déficit exterior de la economía estadounidense no es una desgracia, sino el resultado deliberadamente provocado para construir sobre él un negocio financiero y especulativo de colosal magnitud.

Lo que verdaderamente busca Estados Unidos con los «acuerdos» comerciales no es eliminar los desequilibrios mediante aranceles. Eso es algo que no se ha conseguido prácticamente nunca en ninguna economía). El objetivo real de Estados Unidos es hacer chantaje para extraer rentas de los demás países, obligándoles a realizar compras a los oligopolios y monopolios que dominan sus sectores energético y militar y, por añadidura, humillarlos y someterlos de cara a que acepten más adelante los cambios en el sistema de pagos internacionales que está preparando ante el declive del dólar como moneda de referencia global.

En el «acuerdo» con la Unión Europea (como en los demás), lo relevante ni siquiera son las cantidades que se han hecho públicas. Los aranceles son una excusa, un señuelo, el arma para cometer el chantaje. Lo que de verdad importa a Trump no es el huevo que se ha repartido, sino el fuero que acaba de establecer. Es decir, la coacción, el sometimiento y el monopolio de voluntad que se establecen, ya formalmente, como nueva norma de gobernanza y dominio de la economía global y que Estados Unidos necesita imponer, ahora por la vía de la fuerza financiera y militar debido a su declive como potencia industrial, comercial y tecnológica.

Siendo Donald Trump un gran negociador, si quisiera lograr auténticas ventajas comerciales para su economía no habría firmado lo que ha «acordado» con Europa (y con los demás países), ni hubiera dejado en el aire y sin concretar sus aspectos más cuantiosos. La cantidad de compras de material militar estadounidense no se ha señalado: «No sabemos cuál es esa cifra», dijo al escenificar el acuerdo con von der Leyen. El compromiso de compra de 750.000 millones de dólares en productos energéticos de Estados Unidos en tres años sólo podría obligar a Europa a desviar una parte de sus compras y tampoco parece que se haya concretado lo suficiente. Y la obligación de inversiones europeas por valor de 600.000 millones de dólares en Estados Unidos es una quimera porque la Unión Europea no dispone de instrumentos (como el fondo soberano de Japón) que le permitan dirigir inversiones a voluntad y de un lado a otro. Además, establecer esta última obligación sería otro disparate si lo que de verdad deseara Trump fuese disminuir su déficit comercial con Europa: si aumenta allí la inversión europea, disminuirán las compras de Europa a Estados Unidos, y lo que se produciría será un mayor déficit y no menor.

Lo que han hecho von der Leyen y Trump (por cierto, en Escocia y ni siquiera en territorio europeo) ha sido desnudarse en público. Han hecho teatro haciendo creer que negociaban cláusulas comerciales, pero en realidad se han quitado la ropa de la demagogia y los discursos retóricos para mostrar a todo el mundo sus vergüenzas manifestadas en cinco grandes realidades:

El final del gobierno de la economía global y el comercio internacional mediante reglas y acuerdos y el comienzo de un nuevo régimen en el que Estados Unidos decidirá ya sin disimulos, a base de chantaje, imposiciones y fuerza militar. A Estados Unidos no le va a importar provocar graves daños y producir inestabilidad y una crisis segura en la economía internacional para poner en marcha ese nuevo régimen. Quizá, incluso lo vaya buscando, lo mismo que buscará conflictos que justifiquen sus intervenciones militares.

La Unión Europea se ha sometido, se arrodilla ante el poder estadounidense y renuncia a forjar cualquier tipo de proyecto autónomo. Como he dicho, a Trump no le ha importado el huevo, sino mostrar que Europa ya no toma por sí misma decisiones estratégicas en tres grandes pilares de la economía y la geopolítica: defensa, energía e inversiones (en tecnología, hace tiempo que perdió el rumbo y la posibilidad de ser algo en el concierto mundial). Von der Leyen, con el beneplácito de una Comisión Europea de la que no sólo forman parte las diferentes derechas sino también los socialdemócratas (lo que hay que tener en cuenta para comprender el alcance del «acuerdo» y lo difícil que será salir de él), ha aceptado que la Unión Europea sea, de facto, una colonia de Estados Unidos.

Ambas partes han mostrado al mundo que los viejos discursos sobre los mercados, la competencia, la libertad comercial, la democracia, la soberanía o la paz eran lo que ahora vemos que son: humo que se ha llevado el viento, un fraude, una gran mentira.

Por último, han mostrado también que el capitalismo se ha convertido en una especie de gran juego del Monopoly regido por grandes corporaciones industriales y financieras que han capturado a los estados para convertirse en extractoras de privilegios, en una especie de gigantescos propietarios que exprimen a sus inquilinos aumentándoles sin cesar la renta mientras les impiden por la fuerza que se vayan y les hablan de libertad.

La Unión Europea se ha condenado a sí misma. Ha dicho adiós a la posibilidad de ser un polo y referente mundial de la democracia, la paz y el multilateralismo. Ahora hace falta que la gente se entere de todo esto y lo rechace, lo que no será fácil que suceda, pues a esos monopolios se añade el mediático y porque, como he dicho, esta inmolación de Europa la ha llevado a cabo no sólo la derecha, sino también los socialistas europeos que, una vez más, traicionan sus ideales y se unen a quien engaña sin vergüenza alguna a la ciudadanía que los vota.

Juan Torres López

martes, 29 de julio de 2025

_- Qué vitaminas son fundamentales para la salud y qué alimento aporta la mayor variedad

Plato con kale

_-El kale -o col rizada- es una buena fuente de vitaminas.

El difunto y gran comediante australiano Barry Humphries (famoso por su personaje Dame Edna) habló una vez con humor sobre los beneficios para la salud del kale (o col rizada).

Solo un puñado, bromeó, contenía suficientes vitaminas, minerales y oligoelementos esenciales como para mantenerte sentado en el baño durante dos días enteros. Al parecer, no era lo suficientemente sabroso como para justificar una segunda ración.

En un mundo en el que los "superalimentos" se comercializan sin descanso por su supuesta capacidad para aportarnos todos los nutrientes que necesitamos, vale la pena preguntarse: ¿qué vitaminas son realmente esenciales?

Y, aparte de la col rizada (que, por cierto, me gusta bastante), ¿qué alimentos nos ayudan a cubrir nuestras necesidades diarias?

Vitamina A
Empecemos por lo más importante.

La vitamina A, también conocida como retinol, se encuentra en alimentos como los huevos, el pescado azul y los productos lácteos. Desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de la salud de la piel y el sistema inmunológico.

Plato con huevos y otros alimentos 

Plato con huevos y otros alimentos

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Alimentos


La vitamina A, también conocida como retinol, se encuentra en alimentos como los huevos.

Pero probablemente sea más conocida por su contribución a la visión. La vitamina A se une a los pigmentos sensibles a la luz de las células de los conos y bastones de la retina, lo que ayuda a ver, especialmente en condiciones de poca luz.

La deficiencia de vitamina A, aunque poco común en los países ricos, puede provocar graves problemas de visión e incluso ceguera. Otra fuente de vitamina A es el betacaroteno, que se encuentra en frutas y verduras de colores vivos como las zanahorias, los pimientos, las espinacas y la calabaza.

El cuerpo convierte el betacaroteno en vitamina A, por lo que asociamos las zanahorias con la visión en la oscuridad.

Vitamina B
Las vitaminas B son una familia de ocho nutrientes diferentes, cada uno con su propio número y función.

La vitamina B1 (tiamina) ayuda al sistema nervioso y favorece la digestión. Las personas con alcoholismo crónico corren un riesgo especial de sufrir deficiencia, lo que puede provocar el síndrome de Wernicke-Korsakoff, un trastorno neurológico grave que afecta a la memoria y al movimiento.

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Las vitaminas B se encuentran en todo tipo de alimentos, desde legumbres y leguminosas hasta carne, pescado y lácteos.

La B2 (riboflavina) y la B3 (niacina) tienen funciones similares, mientras que la B9 (folato) y la B12 (cobalamina) son esenciales para la producción de glóbulos rojos. La falta de cualquiera de ellas puede provocar anemia.

El folato es especialmente importante al inicio del embarazo, ya que ayuda a prevenir defectos del tubo neural como la espina bífida. Por eso se recomienda a las personas embarazadas o que están intentando concebir.

Las vitaminas B se encuentran en todo tipo de alimentos, desde legumbres y leguminosas hasta carne, pescado y lácteos; una amplia familia de nutrientes en una gran variedad de alimentos.

Vitamina C
La vitamina C (ácido ascórbico) es la vitamina a la que recurrimos cuando nos sentimos mal, ya sea por un virus o por una resaca, y se la conoce como la vitamina "curativa" por una buena razón. Favorece la cicatrización de las heridas, ayuda a la reparación de los tejidos y contribuye al mantenimiento de los vasos sanguíneos y los huesos.

La deficiencia de vitamina C provoca escorbuto, una enfermedad que antes era común entre los marineros, con síntomas como fatiga, hematomas, depresión y enfermedades de las encías.

Cítricos 

Cítricos

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La vitamina C se encuentra principalmente en los cítricos.

Afortunadamente, la vitamina C se encuentra en muchas frutas y verduras diferentes, especialmente en los cítricos. Por eso, a los marineros británicos del siglo XIX se les daba limas para prevenir el escorbuto, lo que les valió el apodo de "limeys".

Vitamina D
La vitamina D es esencial para los huesos, los dientes y los músculos. Se puede absorber a través de la dieta, especialmente del pescado azul, los huevos y la carne, pero el cuerpo también la produce en la piel gracias a la luz solar.

En verano, la mayoría de las personas obtienen suficiente vitamina D al estar al aire libre. Sin embargo, en los meses de invierno, la dieta y, si es necesario, los suplementos cobran mayor importancia.

La deficiencia es más común, especialmente en zonas con exposición solar limitada. Puede provocar huesos blandos y debilitados y síntomas como dolor óseo, fracturas y deformidades, incluida la clásica apariencia de piernas arqueadas. En los niños, esta afección se conoce como raquitismo; en los adultos, se denomina osteomalacia.

Vitamina E
A menudo pasada por alto, la vitamina E ayuda a proteger las células, favorece la visión y refuerza el sistema inmunológico. Se encuentra en los frutos secos, las semillas y los aceites vegetales, y suele ser fácil obtenerla en cantidades suficientes a través de una dieta variada.

Frutos secos

Frutos secos

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Los frutos secos son una gran fuente de vitamina E.

Vitamina F (más o menos)
En realidad no es una vitamina, la "vitamina F" es solo un apodo para dos ácidos grasos omega: el ácido alfa-linolénico (ALA) y el ácido linoleico (LA). Estas grasas esenciales favorecen el funcionamiento del cerebro, reducen la inflamación y ayudan a mantener la piel y las membranas celulares sanas.

Como técnicamente no son vitaminas, las dejaremos pasar discretamente.

Vitamina K
No, no te has perdido las vitaminas G a J: simplemente se les ha cambiado el nombre con el paso de los años. Pero la vitamina K es real y es fundamental para la coagulación de la sangre.

La vitamina K -que se obtiene a través de alimentos como las verduras de hoja verde y los cereales- es fundamental para la coagulación de la sangre.

Alimentos de hojas verdes

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Las deficiencias son más comunes en los niños y pueden provocar hematomas y hemorragias difíciles de detener. Los suplementos son eficaces y se administran después del nacimiento.

La mayoría de los adultos obtienen la cantidad suficiente a través de alimentos como las verduras de hoja verde y los cereales.

Y el ganador es...

Todas estas vitaminas son importantes, y todas se encuentran en una amplia variedad de alimentos cotidianos. Pero, ¿qué alimento proporciona la mayor variedad?

El kale, el pescado azul y los huevos ocupan los puestos segundo, tercero y cuarto. Pero el número uno es: el hígado.

Hígado

El hígado es tan rico en vitamina A que se recomienda consumirlo solo una vez a la semana para evitar la toxicidad. 

Hígado

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Sí, el hígado. Ese alimento que tanto temíamos de niños y que solía servirse demasiado cocido en los comedores escolares. Pero también es rico en vitaminas A, B, D y K.

De hecho, es tan rico en vitamina A que se recomienda consumirlo solo una vez a la semana para evitar la toxicidad por vitamina A, y no consumirlo en absoluto si se está embarazada. A veces, simplemente no se puede ganar.

*Dan Baumgardt es profesor, Escuela de Fisiología, Farmacología y Neurociencia, Universidad de Bristol.