Debemos firmar una Declaración Universal de la Democracia para legar un mundo sin miedos ni guerras.
Hay momentos, muy pocos, en los que, de pronto, el cambio es posible. Durante siglos, los seres humanos han vivido atemorizados y obedientes al poder absoluto de unos cuantos hombres. Durante siglos, la ley del más fuerte: “si quieres la paz, prepara la guerra”. Historia ensangrentada, donde la paz es tan solo una pausa, donde la creatividad humana es simple destello. Siglos y siglos de silencio, de sumisión. Siglos y siglos al cabo de los cuales las asimetrías sociales y la pobreza extrema predominan en una Tierra que también, con influencia de la actividad humana, se deteriora.
Y siglos más recientes con predominio de unos imperios a escala global.
Décadas cercanas en las que, por fin, se “escucha” al pueblo y se acepta que de él emane todo poder… que sigue siendo masculino en su inmensa mayoría, y sigue basado en la fuerza, un poder que “cuenta” a los ciudadanos en los comicios electorales, pero después no los toma en cuenta permanentemente, que en esto consiste la democracia.
Si contemplamos hoy el mundo en su conjunto veremos, con loables excepciones, que seguimos siendo súbditos, que los mecanismos que asegurarían una participación real no funcionan, no son atendidos… Los últimos estertores del capitalismo están produciendo, en la debacle ética de Occidente, no solo desgarros sociales muy graves y que va a ser difícil recomponer, sino también deslocalizaciones productivas donde la gente sigue sometida y trabaja en condiciones insoportables.
Vivimos pendientes en Occidente y, sobre todo en Europa, de las fluctuaciones de los valores bursátiles (los morales ya no existen) y de las primas de riesgo, al mismo tiempo que quienes controlan los pozos de petróleo y la mayoría de los medios de comunicación procuran que nuestro fanatismo deportivo y nuestros sentimientos de afiliación vayan supliendo cualquier otro sentimiento y reacción, y se desdibujen los auténticos grandes desafíos como los que afectan al medio ambiente, a la salud, etc.
Contemplamos impasibles como los “mercados” llegan a la desfachatez increíble de nombrar gobiernos en la propia cuna de la democracia, Grecia, y en Italia. Y no pasa nada. Vemos como el Banco Central Europeo obedece a los intereses de un solo país sobre 27… y no pasa nada.
Dejamos que el poder se halle en muy pocas manos y que sean ellos quienes, en último término, decidan… Y la gente, los pueblos, en medio de un despliegue mediático inverosímil, siguen distraídos, indiferentes, desapegados del acontecer político y sus protagonistas —¡a los que “suspenden” en todas las encuestas!— interesados tan solo en los más goleadores, en los “detalles” de las noticias más espectaculares,… Más en El País. (FEDERICO MAYOR ZARAGOZA 21 AGO 2012)
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