La educación del comportamiento de los hijos exige, sobre todo, perseverancia, persistencia y unas técnicas básicas de disciplina
Menos obligaciones y más ilusiones, más entusiasmo.
Carloooos! Que te he dicho que te duches, te sientes a la mesa y recojas tu cuarto… ¡YA! No entiendo por qué no me haces caso a la primera, siempre tengo que gritarte y ni por esas, me tienes hartísima. Cuando venga tu padre, se lo digo. Me desesperas. Si es que no puedo contigo, un día de estos te voy a dar un bofetón”.
Después de esta escena, algunas madres se van y dan un portazo, incluso las hay que lloran de desesperación. No entienden que su hijo no haga lo que se le pide a la primera. La explicación que dan es que el niño es (muy) desobediente, malo, y que no hay nada que hacer por conseguir la paz en casa. Terminan por juzgarse como malas madres e ineficaces y que no sirven en la educación de sus hijos.
En la escena podemos destacar varios errores para que Carlos no obedezca:
-Dar voces,
-Impartir órdenes contradictorias,
-Declararse vencida al comunicarle que ha perdido la batalla -o ha tirado la toalla-
-Y mostrarse impotente (“puedes conmigo, me desesperas”)
-Por fin al amenazarle con hablar con su padre le muestra que su autoridad es nula.
La mayoría de padres ve la tarea de educar como algo (muy) difícil, acepto y considero que es una labor compleja y con frutos a medio y largo plazo, (son muy raros que se produzcan a corto plazo o de forma inmediata) esto sin duda, normalmente dependerá más de nuestros hábitos y ejemplos de actuación y comportamiento el que lo transformemos en algo difícil. Y, sobre todo, si anticipa todo lo que puede fallar, que su hijo no estudiará, se relacionará con amigos que le "perjudiquen", no comerá bien… esto le desesperará y caerá en la profecía autocumplida "no sirvo o no soy buena madre y es lo que veo".
Lo más importante en la educación es, además del amor, establecer unas reglas razonables que no se salte ni usted. Trabaje para que se cumplan desde edad temprana. A partir de los seis meses los niños entienden muchas cosas; no se expresan, pero empiezan a diferenciar entre “esto sí se puede hacer y esto no”.
No trate de educar de un día para otro, a un chaval de 15 años al que lleva consintiendo todo ese tiempo, será bastante tarde y por ello más difícil. Educar es un proceso, un camino o método, no solo una meta.
Cuanto antes sepan sus hijos que hay normas, que los premios van asociados al cumplimiento de responsabilidades, que todos tienen que colaborar, antes conseguirá tener hijos educados, responsables y con autonomía.
Ser padre para el profesor Frank MaCourt es más duro que ser profesor, pues esta es una tarea pasajera, temporal. "Ser padre es algo que dura todos los días, durante todo el día y todo el tiempo."
La mejor prevención en educación es la intervención temprana. Los padres, sobre todo, los primerizos, están incluso asustados ante la enorme responsabilidad que se les viene encima. Muchos padres se quejan de que "los niños no vienen con un manual bajo el brazo", pero si siguen "estas reglas básicas", seguramente le allanarán el camino que supone la compleja labor de educar.
Primero. Volumen y tono de voz conversacionales. La entonación tiene mucha importancia, es lo primero que entiende un bebé. Usar su nombre con el tono adecuado nos facilita la mitad de la tarea. Conseguir que le hagan caso no es cuestión de hablar alto, modular bien la voz, su volumen, su tono, el énfasis que ponemos es fundamental, si usamos bien la voz, una madre o una maestra tiene hecho la mitad del camino, por el contrario la inadecuada utilización de la voz crea, desobediencia, desorden, incumplimiento y mal clima para educar en el respeto mutuo, el bienestar y la felicidad que mejora el aprendizaje, las actitudes y valores. El poder está más que en lo que se dice, en el tono y las consecuencias que conllevará no hacerlo a la primera, en la coherencia y en ser muy disciplinado con las rutinas. Si quiere que sus hijos le respeten, empiece por respetarles a ellos. Nadie quiere obedecer a alguien que no se muestra seguro y relajado.
Segundo. No dé órdenes contradictorias. Si le dice a su hijo que se duche, que recoja su cuarto y que se siente a la mesa, sin indicarle el orden, igual lo bloquea. Dígale lo primero que tiene que hacer, y cuando haya finalizado, lo segundo. Si su hijo tiene edad para memorizar varias órdenes, enuméreselas, dígale cuál es su prioridad. No espere que él la sepa, porque tiene las suyas propias.
Tercero. Imaginación. Humor. Haga un concurso por semana para que jueguen “a hacer lo que deben”; puede ser sobre cualquier comportamiento a corregir. Los domingos lo puede anunciar: “A partir de mañana, se celebra el fantástico concurso de ‘Quién tiene la dentadura más limpia’. Las bases son estas: limpiarse los dientes tres veces al día y pasar revista. Las puntuaciones de papá y mías se sumarán, y el viernes anunciaremos ganador”. Si quiere que los niños se lo tomen en serio, haga lo mismo. Y tenga paciencia, hasta que se convierta en rutina necesita tiempo. El juego y el humor -muy importante el sentido del humor y la alegría- genera un ambiente relajado en el que apetece más aprender y obedecer.
5 consejos para que tus hijos colaboren en las tareas de casa.
Cuarto. No quiera modificar en su hijo/a todo lo que le molesta de una vez y menos de forma inmediata. Si se pasa el día diciéndole lo que hace mal, terminará por cargarse su autoestima. Elija una conducta a modificar y céntrese en ella siguiendo las pautas de este artículo. Cuando lo consiga, siga con otra.
Quinto. Cuando corrija o muestre su enfado con ellos, no los ningunee, ni ridiculice, ni haga juicios de valor. Si lo hace, terminarán por comportarse conforme a las expectativas que se han puesto en ellos y les afectará a la autoestima. Es mejor decir: “No me gusta ver tu cuarto desordenado; por favor, guarda los juguetes en las cajas”, a decirles: “Eres un guarro, qué asco de dormitorio”. No consiga que se cumpla la profecía autocumplida. Si les transmite que no confía en ellos y que no espera nada, puede que se cumpla.
Sexto. Sea constante. Aquello muy importante, basta con que lo argumente una vez, no busque más razonamientos porque su hijo no los necesita. Simplemente busca ganar tiempo para no hacer lo que debe. Dígale: “Esto no es negociable; cuanto antes empieces, antes podrás disfrutar de lo que más te gusta”. Negocie lo que sea negociable y no siente precedente con lo que no lo es. En los casos más complejos de conductas desafiantes ver estas orientaciones y la técnica de los tres cestos, aquí y, además, la relación positiva entre educación de la inteligencia emocional y disminución de la agresividad en la página del Equipo de Orientación Badajoz-2. Educación emocional, cómo hacerlo.
Séptimo. Paciencia y calma. Las personas que transmiten con paciencia son más creíbles y generan un ambiente cálido y relajado. Cuando introduce cambios en la manera de educar, al principio los niños reaccionan con incertidumbre: “¿Qué significa que mi madre/padre ahora están calmados y no me gritan?”. Deles tiempo, necesitan acostumbrarse a esta nueva forma de comunicarse. Los gritos crean un mal clima propicio a no obedecer que a su vez generan más gritos...
Octavo. No se contradiga con su pareja. Los niños tienen que saber que la filosofía y la escala de valores parten de los dos. Si no, estarán chantajeando a uno y a otro, fomentando el engaño para conseguir lo que quieren. Terminará por tener muchas discusiones con su pareja por eso. No se descalifiquen, ni ridiculicen, ni contradigan delante de ellos. Todo aquello en lo que no estén de acuerdo, háblenlo en la intimidad y dialoguen y negocien, hasta llegar a acuerdos comunes que mantendrán y cumplirán sin excusa.
Noveno. Nunca levante los castigos. Si bien hay que decir que no se debe castigar en pleno enfado pues después vemos las cosas de otra manera y tendemos a perdonar. Es preferible pensarlo bien y considerar que el tiempo para un niño va muy lento, mucho más que para nosotros, y cuanto más pequeños esta regla es más importante, una hora a los cinco años es mucho tiempo. Preferible es aplazarlo, pero que sea efectivo y lo cumpla, que imponer uno muy duro fruto de la ira y que luego levantará convirtiéndose en alguien a quien se puede chantajear. Dígale: “Esto merece un castigo, ya te diré qué va a pasar”. Sin dejar tampoco pasar mucho tiempo, el suficiente para que reflexionemos bien.
Décimo. Siempre es mejor el refuerzo que el castigo. Significa prestar atención a lo que hace bien, cualquier cambio, y decírselo alabándolo. Si continuamente centra la atención en lo que hace mal y le corrige y se enfada, su hijo aprenderá que esta es la manera de llamar su atención. Todo lo que se refuerza, se repite. Al niño le gusta que sus padres estén orgullosos de él, pero tiene que decirle de qué se siente usted orgulloso, porque él no lo va a adivinar. Educar en positivo I: alternativas al no
Recuerde lo más fundamental: hasta la adolescencia, no hay figuras más importantes que los padres. Si trata de educar en una dirección, pero se comporta en otra, será inútil. Los hijos copian, son esponjas. Educar con acciones, con el ejemplo, tiene mucho más impacto que con palabras.
A veces buenos padres pueden tener malos hijo, no siempre hay que culparse por ello. Ver aquí en español.
“Educad a los niños, y no tendréis que castigar a los hombres” (Pitágoras)
Lecciones con arte
La película
– "El club de los poetas muertos", del director Peter Weir.
Las frases
– “Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él”, (Inmanuel Kant).
“El propósito de la educación es lograr que los niños quieran hacer lo que deben hacer” (Howard Gardner).
Canciones
– "Lecciones de urbanidad", con ironía de lo que no se debe hacer, de Serrat.
Hoy puede ser un gran día
https://youtu.be/-KPcE0qTdNM
De vez en cuando la vida
Algunos casos excepcionalmente difíciles, de niños más violentos y sin empatía, el llamado "Síndrome del Emperador". Más sobre este síndrome aquí.
También existen programas de éxito en el proceso de ayudar a controlar las emociones, principalmente agresivas en adolescentes, mediante escritura creativa.
También puede ayudar a crear historias escritas.
Y no olvide que educar es principalmente crear, divertirse, re-crearse. El juego, la bondad, la compasión y el sentido del humor son fundamentales para el aprendizaje y la empatía, para educar.
Fuentes: El País. Aportaciones varias y de experiencias propias, como maestro, psicólogo y padre de 4 hijos (2 mujeres y 2 hombres) y 8 nietos muy diferentes.
Y un interesante blog sobre Escuela de Padres.
El diálogo padres-hijos.
¡Mira que hijo me ha salido!
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