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domingo, 1 de octubre de 2023

_- Quién era Jacobo Árbenz, el último presidente progresista de Guatemala, derrocado por la CIA hace 70 años

Jacobo Árbenz Guzmán (centro), derrocado en una revuelta anticomunista, habla con un grupo de reporteros franceses en París

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_- Jacobo Árbenz Guzmán (centro)

Bernardo Arévalo se convirtió este domingo en el candidato más progresista en ganar unas elecciones en Guatemala desde el gobierno de Jacobo Árbenz, derrocado en 1954. 

 Con un discurso anticorrupción y prometiendo dejar atrás la clase política tradicional, el aspirante obtuvo el 58% de los votos.

La victoria de Arévalo supone un giro en la política guatemalteca que algunos comparan con el que dio su padre, Juan José Arévalo, que se convirtió en el primer presidente democrático del país tras décadas de regímenes militares.

Al finalizar su gobierno en 1951, le sucedió por el coronel Jacobo Árbenz Guzmán y Arévalo designado embajador itinerante.

Pero tras el derrocamiento de Árbenz, los Arévalo tuvieron que exiliarse en el extranjero, por lo que Bernardo nació en Montevideo, la capital uruguaya.

Pero, ¿quién fue Jacobo Árbenz y por qué fue derrocado por la CIA?

De la riqueza a la realidad guatemalteca

Hijo de un inmigrante suizo y una maestra guatemalteca, Árbenz nació el 14 de septiembre de 1913 en el seno de una familia de clase alta en la ciudad de Quetzaltenango, en el suroeste de Guatemala.

Según una biografía escrita por J. C. Cambranes (2011), puede que la familia de Árbenz sellara el destino del que sería futuro presidente con el traslado de su domicilio de la ciudad a una finca rural que regentaba el padre.

Campesinos guatemaltecos empunan machetes de carton durante el III Congreso Nacional Campesino en Ciudad de Guatemala, el 13 de diciembre de 2006.

Campesinos guatemaltecos empunan machetes de carton durante el III Congreso Nacional Campesino en Ciudad de Guatemala, el 13 de diciembre de 2006.

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Jacobo Árbenz entró en contacto con la realidad de su país a los 13 años.

Fue allí donde Árbenz, quien entonces tenía 13 años, “se encontró con la realidad de su país”, de acuerdo a la biografía “Jacobo Árbenz Guzmán: Por la Patria y la Revolución en Guatemala, 1951 - 1954”.

“Conoció personalmente las grandes miserias y el alto grado de explotación a que eran sometidos los campesinos indígenas por los  dueños (finqueros,) que veían en ellos simple mano de obra esclava”, asegura el texto.

“Lo que más impresionó al adolescente Jacobo Árbenz al entrar en contacto con el medio campesino fueron los abusos a que éstos eran sometidos por los patrones (finqueros), administradores, capataces y supervisores”.

Aunque se crio en una familia acomodada, la riqueza familiar se redujo progresivamente con la enfermedad de su padre y su posterior suicidio.

Carrera militar
Las aperturas económicas le impidieron estudiar Ingeniería en la universidad, como se lo había planteado, así que optó por pedir una beca en la Escuela Politécnica de Guatemala -donde se forman los oficiales del Ejército de Guatemala-, pese a que nunca le interesó una carrera militar.

Árbenz obtuvo la beca y en 1936 se convirtió en un joven cadete de la escuela militar, donde se destacó por su disciplina para los estudios.

Jacobo Árbenz

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Jacobo Árbenz renunció a la presidencia el 27 de junio de 1964.

Según el libro "Jacobo Árbenz: Soldado del pueblo, Coronel de la primavera", de Jorge Solares, el joven fue nombrado profesor de Organización y Logística Militar, Historia de América e Historia Militar en 1937, año en el que comenzó una carrera docente que "permitiría ampliar su limitada educación".

"Ya graduado, fue contador de glosa, profesor de química, física, matemática, geometría, mecánica, arte de la guerra, historia universal con énfasis en historia de América Latina y concentrada en el curso sobre Simón Bolívar", cuenta la biografía del expresidente.

Jacobo Árbenz Guzmán y su familia en Suiza en el año 1955.

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Jacobo Árbenz Guzmán y su familia en Suiza en el año 1955.


Primeras elecciones libres

A principios de la década de los 40, se acumulaba el descontento en la población guatemalteca con respecto a la dictadura de Ubico, mientras Árbenz, con apenas 27 años de edad, ya tanteaba ideas para llevar a su país a la libertad.

Estaba fascinado por la Carta de Jamaica de Simón Bolívar, que resume el ideario y los proyectos de liberación de los pueblos de América, y hacía que sus alumnos la leyeran.

De allí habría sacado parte de sus ideas progresistas y revolucionarias.

En 1943, ascendió al grado de capitán y desde allí su avance hacia el poder fue rápido.

Después de la Revolución de octubre de 1944, un movimiento cívico-militar en el que se derrocó al gobierno de facto de Federico Ponce Vaides -sucesor del general Jorge Ubico-, se instauró una Junta de Gobierno conformada por Árbenz, Jorge Toriello Garrido y el mayor Francisco Javier Arana; y se convocó a las que se consideran como las primeras elecciones libres en Guatemala.

La mayoría de la población de Guatemala no tenía acceso a las tierras cultivables.

La mayoría de la población de Guatemala no tenía acceso a las tierras cultivables.

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La mayoría de la población de Guatemala no tenía acceso a las tierras cultivables.

Las elecciones se celebraron en diciembre de 1944, resultando ganador Juan José Arévalo, padre del que será próximo presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo.

Cambio "inédito"

Árbenz fue ministro de Defensa durante el gobierno de Juan José Arévalo y se convirtió en su sucesor al ser electo presidente en los comicios de noviembre de 1950.

El militar progresista había propuesto reformas agrarias que se consideraban una amenaza para los intereses de la poderosa corporación estadounidense United Fruit Company en Guatemala.

Poco después del inicio de su gobierno inició un movimiento de renovación ante la rampante pobreza de su país.

Según le contó en 2019 a BBC Mundo el historiador uruguayo Roberto García Ferreira, experto en el golpe de Estado de 1954, la llegada de Árbenz al poder en 1951 supuso un cambio "inédito" para la nación centroamericana.

"En ese momento, Guatemala era un país casi feudal y Árbenz comienza a tomar un grupo de medidas de corte progresista que trataban de solucionar esa situación de atraso que vivía el país", afirmó el también profesor de la Universidad de la República.

Para aquel entonces, las tres cuartas partes de la población guatemalteca controlaban, en conjunto, menos del 10% de las tierras.

Mientras, la United Fruit Company, de Estados Unidos, era dueña de más del 50% de todos los terrenos cultivables, de los que tenía sembrados apenas el 3%.

Clase obrera guatemalteca en los años 40.

Clase obrera guatemalteca en los años 40.

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Estados Unidos temía que Guatemala se volviera un satélite soviético y por eso decidió derrocar a Árbenz


"Es en ese contexto en el que Árbenz dicta una serie de medidas que promueven un cambio social y que llevaron a los guatemaltecos más pobres a sentir que estaban viviendo una época inédita", explicó García Ferreira.

Entrado 1952, los grandes terratenientes locales y la United Fruit Company comenzaron una campaña de deslegitimación contra el gobierno de Árbenz, al que acusaban de seguir los dictámenes de la Unión Soviética.

El hijo del expresidente derrocado, Jacobo Árbenz Vilanova, aseguró en una entrevista con la BBC en 2019 que a la United Fruit Company "no le gustaron los cambios cuando vieron que les afectaba su monopolio".

"Era precisamente la época de mayor apogeo de la Guerra Fría y, entonces, aprovecharon para tildar a mi padre de comunista, que era algo totalmente falso", prosiguió.

"Y así fue como promovieron y justificaron la idea de una invasión".

"Me tuve que esconder debajo de la cama"

Ernesto "Ché" Guevara

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Ernesto "Ché" Guevara estaba en Guatemala durante el golpe de Estado respaldado por la CIA.

Finalmente, la CIA se decidió a intervenir en Guatemala en junio de 1954.

Diseñaron una operación experimental encubierta que denominaron PBSUCCESS y que, según García Ferreira, sería una especie de laboratorio para futuras invasiones estadounidenses en América Latina.

Entre las consecuencias inesperadas que generó el golpe fue que Ernesto "Ché" Guevara, quien se encontraba en Guatemala, se radicalizó y concluyó que la única salida para cambiar las sociedades latinoamericanas era la lucha armada.

El hijo del expresidente tenía apenas 7 años cuando su padre fue depuesto en un golpe de Estado organizado por la CIA.

Todavía recuerda el sonido terrible de aquel 27 de junio que hizo que se diera cuenta de que estaban bombardeado Ciudad de Guatemala.

Ese día, fuerzas de Estados Unidos, apoyadas por varios gobiernos de Centroamérica y el Caribe, lanzaron su ofensiva final contra el gobierno de su padre.

El golpe de Estado había comenzado días antes: en la noche del 18 de junio de 1954, casi 500 soldados al mando del coronel Carlos Castillo Armas habían cruzado la frontera desde Honduras con un único objetivo: poner fin al gobierno de Árbenz.

Más de una semana después, la ofensiva avanzaba indetenible hacia la capital y los aviones de guerra comenzaron a sobrevolar la ciudad.

"Recuerdo que me tuve que esconder debajo de la cama durante el bombardeo", le contó Árbenz Vilanova al programa Witness de la BBC.

Renuncia

Jacobo Arbenz Vilanova

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Jacobo Árbenz Vilanova, hijo del expresidente Jacobo Árbenz, derrocado durante un golpe de Estado promovido por la CIA.

Pero a su edad, todavía no era del todo consciente de que ese día se jugaba no solo la historia de Guatemala sino la de su familia.

"Mi padre pasaba la mayor parte del tiempo en el Ministerio de Defensa. Recuerdo que lucía muy preocupado, moviéndose de un lado a otro, fumando, tratando de pensar qué hacer después"

Cuando las bombas se acercaban al Palacio Presidencial, la familia completa tuvo que escapar.

"Recuerdo que a mis hermanas y a mí solo nos dejaron llevarnos algunos juguetes", contó el hijo del expresidente.

El 27 de junio de 1954, a las 9:00 PM, Árbenz renunció como presidente de Guatemala.

"Con la esperanza", dijo, "de salvar las conquistas democráticas de la Revolución".

Su figura todavía causa controversias y su legado sigue siendo un tabú décadas después.

Para muchos historiadores, el golpe de Estado fue también la puerta para la Guerra Civil que desoló el país años después: más de 250.000 personas murieron y otras 50.000 desaparecieron para siempre.

Jacobo Árbenz

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Una pintura al óleo con el retrato de Jacobo Árbenz se exhibe alrededor de la plaza central de la Ciudad de Guatemala el 20 de octubre 2019, durante las actividades de conmemoración del 75 aniversario de la revolución de 1944.

El expresidente que soñó reformar Guatemala murió en Ciudad de México el 27 de enero de 1971, en la tina de su baño, en un extraño accidente.

El gobierno de Guatemala se disculpó en 2011 con la familia del expresidente Jacobo Árbenz por el golpe respaldado por la CIA.

La petición de perdón tardó 57 años en llegar.

"Pedir perdón tiene implicaciones históricas para el país y para la memoria histórica de los guatemaltecos porque (el golpe) fue cuando comenzó la debacle de nuestro país", le dijo a la agencia AFP Ruth del Valle, jefa de la comisión presidencial de derechos humanos.

lunes, 11 de septiembre de 2023

Los 191 días del gobierno de Allende que terminaron en un golpe de Estado que aún divide a Chile

Augusto Pinochet y Salvador Allende juntos en agosto de 1973.

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Pinochet fue nombrado por Allende comandante en jefe del Ejército chileno apenas tres semanas antes del golpe en que lo derrocó.

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Conspiraciones,sabotajes, traiciones, disputas y violencias marcaron el camino al quiebre de la democracia chilena el 11 de septiembre de 1973. Reconstrimos esos hechos que cumplen 50 años.

Cuando el presidente Salvador Allende pronunció sus últimas palabras desde el palacio de La Moneda y los militares bombardearon el edificio hace 50 años, Chile y su rumbo histórico se terminaron de partir.

Esa mañana del martes 11 de septiembre de 1973 comenzó en el país una dictadura militar que duraría 17 años y dejaría cerca de 40.000 víctimas, incluidos más de 3.000 asesinados o desaparecidos.

Al mismo tiempo, con el golpe de Estado acabó un experimento inédito en el mundo: Allende fue el primer marxista elegido presidente de forma democrática, alguien que buscó “la vía chilena al socialismo” dentro del marco jurídico vigente.

El quiebre de aquel día fue tan hondo que aún divide a Chile entre quienes lo consideran un zarpazo traicionero que abrió paso a todo tipo de abusos, y quienes lo ven como un acto de rescate de un país en el despeñadero.

“El golpe tuvo un efecto peor que el terremoto más grande que hemos tenido” y “cambió también a la sociedad chilena: la hizo desconfiada, neoliberal, mucho más conservadora de lo que era”, dice Cristián Pérez, historiador de la Escuela de Periodismo de la universidad chilena Diego Portales, a BBC Mundo.

Pero, ¿cómo llegó el país sudamericano a ese punto bisagra medio siglo atrás?

“Una vía alternativa”

Es difícil precisar el momento exacto en que el gobierno de Allende, un médico carismático con vasta experiencia como senador, entró a un callejón sin salida.

De hecho, algunas dificultades que enfrentó, como la polarización política o una inflación creciente, habían aparecido en Chile antes que Allende fuera electo en septiembre de 1970 con 36% de los votos, en su cuarto intento, al frente de la coalición de izquierda Unidad Popular (UP), que incluía a socialistas como él y comunistas.

Salvador Allende rodeado de seguidores en las elecciones de Chile de 1970.

Salvador Allende rodeado de seguidores en las elecciones de Chile de 1970.

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 Allende se volvió en 1970 el primer marxista elegido presidente en una democracia, algo que puso las miradas del mundo sobre Chile.

Pero esos y otros problemas se agravaron una vez que Allende asumió el poder el 3 de noviembre de ese año sin mayorías legislativas y comenzó a implementar un programa destinado a rehacer la estructura económica chilena.

El presidente tomó medidas para expropiar empresas, estatizar los bancos, redistribuir ingresos y profundizar la reforma agraria lanzada por su antecesor, el democristiano Eduardo Frei Montalva, aparte de nacionalizar el cobre con el respaldo unánime del Congreso.

Todo eso asustó a los conservadores chilenos, que se organizaron para frenar las reformas.

Mientras sectores empresariales y gremiales realizaron huelgas y protestas, en la ultraderecha surgió el frente Patria y Libertad, una organización que inició acciones de sabotaje contra el gobierno.

En el otro extremo ideológico, fuera de la UP actuaba el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), un grupo guerrillero que ocupaba tierras privadas y fábricas inspirado en la revolución cubana, la cual también despertaba admiración dentro del Partido Socialista.

Estados Unidos, a instancias del entonces presidente Richard Nixon y su consejero de Seguridad Nacional, Henry Kissinger, boicoteó a Allende desde su elección para impedir que su gobierno socialista proyectase una imagen exitosa y generase fenómenos similares en otros países en plena Guerra Fría, según documentos desclasificados por Washington.

Richard Nixon y Henry Kissinger hablando en 1972

Richard Nixon y Henry Kissinger hablando en 1972

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A instancias de Nixon y Kissinger, EE.UU. operó para desestabilizar a Allende.

Con acciones encubiertas, EE.UU. primero buscó evitar que el Congreso chileno ratificara la victoria electoral de Allende en 1970, apoyando un plan fallido de la ultraderecha para secuestrar al comandante en jefe del Ejército y defensor del orden constitucional, René Schneider, quien resultaría asesinado.

Después financió a la oposición y bloqueó créditos a Santiago para hacer “chillar” la economía chilena, a pedido textual de Nixon.

En ese escenario, en Chile se agudizaba la polarización, la violencia política y problemas económicos como desabastecimiento de comercios y un incipiente mercado negro.

Allende procuró ayuda financiera de la Unión Soviética, que había aportado dinero a su campaña electoral y luego dio maquinaria agrícola o becas estudiantiles a Chile, pero Moscú consideró inviable dar sustento monetario a un país tan lejano y enredado.

Así, el 4 marzo de 1973, Chile celebró unas elecciones parlamentarias que podían inclinar la balanza del poder.

La UP de Allende obtuvo en esos comicios 43% de los votos, siete puntos más que en 1970 pero debajo del apoyo que precisaba para lograr mayorías en el Congreso.

Un hombre vende diarios con los resultados de las elecciones parlamentarias de 1973 en Chile.

Un hombre vende diarios con los resultados de las elecciones parlamentarias de 1973 en Chile.

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Las elecciones parlamentarias de marzo de 1973 fueron clave para lo que ocurriría en Chile.

Y aunque la derecha agrupada en la Confederación para la Democracia (Code) sumó 56% de los votos, no alcanzó el objetivo que se planteaba de tener dos tercios del Senado para poder destituir a Allende.

Entonces a la derecha chilena se le plantea una disyuntiva, dice Pérez: “O espera hasta 1976 que haya nuevas elecciones, o busca una vía alternativa para sacarlo (a Allende) que sea inconstitucional, es decir, un golpe de Estado”.

Faltaban 191 días para el 11 de septiembre.

Y era evidente que Chile ya giraba en una espiral peligrosa para la democracia que había consolidado desde 1932.

“Un costo”

Tras las elecciones parlamentarias se agravó la crisis político-económica chilena, con episodios de violencia, huelgas, un intento de golpe de Estado y un creciente protagonismo de los militares.

El gobierno socialista siguió impulsando su programa, pero se estancaron reformas como la Escuela Nacional Unificada, un proyecto de reestructura educativa que criticó en marzo de 1973 la Iglesia católica, temerosa de perder influencia en la enseñanza.

Esa reforma era emblemática para Allende, en cuyo mandato aumentó 17% la cantidad de alumnos registrados en diferentes niveles educativos.

A su vez, en los meses siguientes cobró intensidad un pulso entre los poderes Ejecutivo y Judicial.

La Corte Suprema —presidida por un magistrado que luego apoyó el golpe y omitió castigar los abusos del régimen militar— acusó al gobierno de Allende de intentar someter los tribunales a sus necesidades políticas y propiciar una crisis del Estado de derecho, algo que el mandatario rechazó.

Enfrentamiento callejero entre opositores y partidarios del gobierno chileno de Allende en 1972-

Enfrentamiento callejero entre opositores y partidarios del gobierno chileno de Allende en 1972-

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La polarización y la violencia política crecieron en Chile en los años de Allende.

En el plano político, hubo negociaciones infructuosas entre la UP de Allende y la Democracia Cristiana de centro para evitar el colapso del gobierno.

La premiada historiadora chilena Sol Serrano señala que una posibilidad era “nombrar un gabinete cívico-militar con poderes para las Fuerzas Armadas, lo cual significaba represión al ‘poder popular’ y de hecho el fin del programa de la UP aunque no del gobierno”, o “que Allende enviara al Congreso una reforma constitucional para poder llamar a un plebiscito que iba a perder”.

Pero ya parecía inviable una salida política, en la que insistía el presidente, debido a la falta de voluntad partidaria para alcanzarla y a que “había un costo que Allende no iba a pagar, que era romper la coalición de gobierno”, dice Serrano a BBC Mundo.

En la mañana invernal del 29 de junio hubo un intento de golpe de Estado, el último de varios en los años previos al 11 de septiembre, cuando oficiales sublevados del regimiento blindado Nº2 con el apoyo de Patria y Libertad avanzaron con tanques y vehículos militares hacia La Moneda.

Conocido como “Tanquetazo”, el ataque fue sofocado por una contraofensiva dirigida por el comandante en jefe del Ejército, Carlos Prats. Dejó 22 muertos y la sensación de que el golpismo aún carecía de apoyo pleno en las Fuerzas Armadas.

Sin embargo, quienes estaban dispuestos a derrocar a Allende parecieron tomar nota de la importancia que tenían los oficiales leales a él.

Un hombre pasa delante de un tanque militar durante el intento de golpe de Estado en junio de 1973 en Chile.

Un hombre pasa delante de un tanque militar durante el intento de golpe de Estado en junio de 1973 en Chile.

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El "Tanquetazo" fue un aviso de lo que se venía en Chile.

Menos de un mes más tarde, el 27 de julio, fue asesinado el edecán naval del presidente, Arturo Araya, en un ataque armado frente a su casa.

Poco después, el 9 de agosto, Allende nombró al general Prats como su ministro de Defensa y a otros altos mandos militares y policiales para dirigir ministerios cruciales en lo que se denominó un “gabinete de salvación nacional”.

En ese momento ya se había reanudado un paro de transportistas que en octubre de 1972 bloqueó el país y acentuó las dificultades económicas. Más tarde se supo que los camioneros, al igual que el diario conservador El Mercurio, recibieron financiamiento de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EE.UU.

“Si las huelgas y lo demás derribaron al gobierno, lo dudo”, dijo Alexandro Smith, un propietario de dos autobuses y un taxi que se definía como un izquierdista frustrado con Allende y que se plegó al paro.

“Pero por supuesto”, agregó Smith en una entrevista con la BBC poco después, “eso fue añadiendo presión para que los militares se hicieran con el poder”.

“En un tránsito histórico”

Con más sangre derramada en choques políticos callejeros y una inflación desbocada que superaría 600% en 1973, la pregunta que muchos se hacían era si Chile se encaminaba a una guerra civil.

Pero lo inminente era el golpe de Estado.

Manifestantes lloran y se cubren por el gas lacrimógeno lanzado por la policía chilena en marzo de 1973

Manifestantes lloran y se cubren por el gas lacrimógeno lanzado por la policía chilena en marzo de 1973

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Protestas y problemas económicos complicaron al gobierno socialista chileno.

El 22 de agosto, la Cámara de Diputados declaró que el gobierno de Allende había causado un “grave quebrantamiento del orden constitucional” y señaló que las Fuerzas Armadas y la policía “son y deben ser, por su propia naturaleza, garantía para todos los chilenos y no sólo para un sector”.

La resolución —aprobada por 81 votos a favor, incluidos los de diputados democristianos, y 47 en contra— sería usada como justificación para el derrocamiento de Allende, quien respondió que el texto facilitaba “la intención sediciosa de determinados sectores”.

Al día siguiente ocurrió lo que la inteligencia de EE.UU. definiría en un informe secreto como la remoción del “principal factor atenuante contra un golpe de Estado”: la renuncia al ministerio de Defensa y a la jefatura del Ejército de Prats, el general leal a la Constitución.

Esa dimisión se produjo después de que Prats pidiera sin éxito una declaración de apoyo de sus generales, tras una protesta frente a su casa en la que participaron esposas de altos oficiales militares.

Prats recomendó entonces que Augusto Pinochet lo sucediera como jefe del Ejército, sin imaginar que poco después ese mismo general conduciría el golpe de Estado y el largo régimen militar que lo asesinaría a él mismo junto a su esposa en un atentado en Argentina en 1974.

El 9 de septiembre, Pinochet y el nuevo jefe de la Fuerza Aérea, Gustavo Leigh, recibieron una carta escrita a mano por el almirante José Toribio Merino avisándoles que el 11 sería “el día D”, y ambos aceptaron.

Militares apostados frente al palacio de La Moneda bombardeado en el golpe del 11 de septiembre de 1973 en Chile.

Militares apostados frente al palacio de La Moneda bombardeado en el golpe del 11 de septiembre de 1973 en Chile.

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El bombardeo a La Moneda por los militares golpistas el 11 de septiembre de 1973 fue un punto bisagra en la historia chilena.

“Ese domingo 9 de septiembre se decide: creo que Pinochet piensa que debe embarcarse en el golpe porque está consciente que Merino va a dar el golpe”, señala el historiador Pérez. “Lo que no les podía pasar es que se dividieran, (porque) habría estallado una guerra cívico-militar”.

El mismo día ocurrieron otros dos hechos relevantes.

El entonces secretario general del Partido Socialista, Carlos Altamirano, dijo en un polémico discurso junto al líder del MIR en el Estadio Chile que se había reunido con suboficiales de la Armada contrarios al golpe y advirtió que el país se transformaría en “un nuevo Vietnam heroico” si la sedición pretendía dominarlo.

El mensaje marcó una vez más las diferencias que arrastraba la izquierda entre los radicales que agitaban la crisis y los moderados que buscaban conciliar.

En las horas previas al golpe, Allende reiteró a sus allegados la idea de convocar a un plebiscito y preparó un mensaje público que nunca llegaría a pronunciar.

Otro fue el discurso inolvidable que Allende pronunció por radio aquel 11 de septiembre, antes que los aviones Hawker Hunter de la Fuerza Aérea atacaran La Moneda.

“Yo no voy a renunciar. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo”, dijo y finalizó instantes después: “Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que por lo menos habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”.

Allende rodeado de custodias en el palacio de La Moneda durante el golpe que lo derrocó el 11 de septiembre de 1973.

Allende rodeado de custodias en el palacio de La Moneda durante el golpe que lo derrocó el 11 de septiembre de 1973.

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Allende se negó a renunciar durante el ataque golpista al palacio de La Moneda.

El médico de cabecera del presidente, Patricio Guijón, relató a la BBC días más tarde cómo encontró a Allende muerto sobre un sofá rojo en La Moneda: "Ya no había nada que hacer porque literalmente se había volado la cabeza. No tenía pulso. Su muerte fue instantánea”.

Tras el golpe, Guijón y otros colaboradores cercanos de Allende fueron detenidos y enviados temporalmente a la isla Dawson, en el sur del país. El Estadio Chile se volvió centro de detención y tortura. Y los militares seguirían en el poder hasta 1990, en un régimen que simbolizó las dictaduras que atravesaba la región en esa época.

Medio siglo después, aquel trágico quiebre institucional enseña que “no pueden hacerse cambios fuera de la democracia, (y) nada justifica la violación de los derechos humanos”, concluye Serrano. “La principal lección: la importancia radical de la política”.