viernes, 7 de junio de 2024

Día D, 80 años después Europa de nuevo en guerra

Fuentes: Ganas de escribir

Hoy se celebra el 80 aniversario del Día D, el 6 de junio de 1944, cuando comenzó el desembarco de las tropas aliadas en Normandía y puede que el titular de este artículo parezca exagerado. Yo creo, sin embargo, que es un hecho. Los países que forman parte de la OTAN y algún otro más, encabezados y liderados por Estados Unidos, están ya en guerra con Rusia.

En guerra comercial es evidente que lo estamos. Según la base de datos Castellum, desde que se produjo la invasión de Ucrania se han ejecutado 18.472 sanciones que se unen a de las 2.695 anteriores, por parte de los siguientes países: Estados Unidos (4.490), Canadá (2.952), Suiza, (2.624), Unión Europea (2.005), Francia (1.948) y Reino Unido (1.800).

Una vez que la «operación militar especial», como la llamó el Kremlin, se convirtió en guerra abierta con Ucrania, la utilización de armamento de la OTAN ha sido masiva.

Según el Kiel Institute for the World Economy, desde febrero de 2022, Estados Unidos ha dedicado 69.800 millones de dólares a ayuda militar y 34.200 millones de apoyo presupuestario al gobierno de Ucrania y la Oficina de Presupuesto del Congreso cifra el total aprobado en 175.000 millones de dólares. Europa, por su parte, ha aportado 42 mil millones de euros. Entre ambos, representan el 95% de la ayuda militar recibida y, junto a otros socios de la OTAN, se alcanza el 99%, según reconoce la propia OTAN.

Se quiera o no, la realidad es que la guerra en Ucrania no la libran solamente ese país injustamente invadido y Rusia, sino también los que forman parte de esta última alianza militar.

Es cierto que la intervención militar de la OTAN en la guerra ha sido hasta ahora diluida o edulcorada por la prohibición de utilizar el armamento proporcionado a Ucrania para llevar a cabo ataques dentro del territorio ruso. Pero esto ha cambiado. Ucrania ya ha atacado objetivos militares en territorio ruso con el beneplácito explícito de Estados Unidos y de otros países que también le proporcionan armamento.

Ya no se puede disimular que estamos en guerra. El diario británico The Telegraph acaba de informar hace un par de días que la OTAN está construyendo carreteras que sirvan de corredores para que las tropas de Estados Unidos lleguen a la frontera rusa tras posibles desembarcos en puertos de Italia, Grecia, Turquía, en el sur, y Países Bajos o Noruega, por el norte. Es sabido que varios países han comenzado ya a poner en marcha el servicio militar obligatorio y los líderes europeos ni siquiera utilizan medias tintas ni disimulan cuando dicen que preparan a sus países para entrar en combate. Añádanse a ello las maniobras con decenas de miles de soldados y gran potencia de armamento realizas o previstas, y se tendrá un escenario que no es sino de guerra mucho más que latente.

Como siempre que actúa la OTAN, la operación se viste como estrategia defensiva; ahora, para responder «en caso de una invasión rusa de la OTAN». A pesar de que, a diferencia de lo que siempre había advertido que haría en Ucrania, Rusia ha señalado que nunca tendría interés alguno en ir más allá. No tendría ningún sentido.

La situación es muy peligrosa porque, lo mismo que los dirigentes europeos se equivocaron cuando decían que las sanciones acabarían con la economía rusa en unos meses, se van a equivocar de nuevo en el plano militar: no se le puede ganar una guerra a una potencia nuclear sin que se produzca una destrucción mutua. Y, para una guerra convencional de desgaste (seguramente, el objetivo de Estados Unidos para empantanar a Europa y beneficiarse del negocio de la guerra), Rusia estará siempre mucho mejor preparada que Europa, al menos a corto y medio plazo.

La Unión Europea se ha dejado caer en brazos de Estados Unidos, y esta potencia imperial ha conseguido lo que necesitaba: romper cualquier posible alianza estratégica entre Europa y Rusia, y hacer a los países europeos dependientes militar y económicamente. Es lo que necesita para que así no le pongan dificultades en su plan de enfrentamiento estratégico con China. Algo que inevitablemente se va a producir como consecuencia del declive de Estados Unidos como potencia y del auge, paralelo, de China.

Los mapas que transcribo abajo del mencionado Instituto Kiel reflejan cuáles son los países que proporcionan armamento a Ucrania. Ahí se ve claramente que no es un conflicto global, de Rusia contra el mundo, como se quiere hacer creer.

Justo ochenta años después del Día D, es Europa la que está de nuevo en guerra. Todavía de facto, a falta un detonante material y de su declaración subsiguiente como tal para que lo esté también formalmente. Una guerra desgraciada en la que Europa ha caído al cometer tres pecados de los que no sólo no se quiere hablar, sino que se persigue a quien los ponen sobre la mesa: haber contribuido a provocarla, no haberla sabido evitar y, finalmente, haberse involucrado materialmente en ella. Tres pecados que se resumen en uno capital: haber renunciado a la paz, como ideal y como práctica.

_- Cómo evitar problemas de salud por el calor extremo. La deshidratación y la insolación son más frecuentes en temporadas de calor. Así es como puedes protegerte.

_- El índice de calor alcanzó los 44 grados Celsius en Miami esta semana. En México caen monos muertos por el calor abrasador. India vive su crisis de calor más reciente.

Las temperaturas más cálidas aumentan las probabilidades de sufrir enfermedades relacionadas con el calor. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el verano pasado aumentaron considerablemente las visitas a urgencias por afecciones relacionadas con el calor en muchas partes de Estados Unidos. Y los expertos en meteorología vuelven a pronosticar temperaturas superiores a las normales en gran parte del país este verano.

Hemos preguntado a médicos de urgencias de todo Estados Unidos qué debe saber el público sobre el calor extremo.

Las enfermedades relacionadas con el calor van de leves a potencialmente mortales

Las afecciones leves por calor incluyen sarpullidos, hinchazón de manos y pies, calambres musculares y síncope por calor, es decir, desmayos tras permanecer mucho tiempo de pie o levantarse repentinamente. Las personas con agotamiento por calor presentan síntomas más graves, como dolor de cabeza, náuseas, vómitos y mareos.

Hany Atallah, médico de urgencias y jefe médico del Hospital Memorial Jackson de Miami, afirma que el agotamiento por calor es la enfermedad relacionada con el calor más frecuente que atiende en urgencias. Los médicos suelen poder ayudar a los pacientes a refrescarse e hidratarse adecuadamente y, en pocas horas, darles el alta, afirma.

El golpe de calor, causado por la exposición a un calor extremo o un esfuerzo extenuante a altas temperaturas, es menos frecuente pero mucho más peligroso. Los signos distintivos de la también llamada insolación son una temperatura corporal central superior a 40 grados Celsius y confusión, convulsiones u otros cambios del estado mental en el contexto de una exposición al calor extremo.

“El cuerpo pierde la capacidad de enfriarse”, explica Atallah. Esta afección puede provocar daños cerebrales, degradación muscular e insuficiencia renal.

“Cuando estos pacientes llegan al servicio de urgencias, hay que ponerse manos a la obra para quitarles toda la ropa, enfriarlos lo antes posible, administrarles líquidos por vía intravenosa y cualquier otro tipo de ayuda”, explica Atallah.

En casos extremos, los pacientes que sufren un golpe de calor pueden necesitar el apoyo de una máquina que se haga cargo del funcionamiento del corazón y los pulmones, dijo Jacquelyn Bowers, directora de servicios de urgencias del Sistema de Salud Ochsner-LSU del norte de Luisiana.

Buscar temperaturas bajas y tomar líquidos es esencial

Si muestras cualquier síntoma de enfermedad relacionada con el calor, lo mejor que puedes hacer es ir a un lugar fresco e hidratarte rápidamente. Esto puede ser tan sencillo como subirse a un automóvil, encender el aire acondicionado y beber un poco de líquido fresco. “Todo esto te ayudará”, dijo Atallah.

Quítate capas de ropa o cualquier prenda restrictiva. Si estás de excursión o en la playa, busca algo de sombra o métete en el agua.

“Si te sumerges en agua fría, te enfriarás más deprisa”, afirmó José Burgos, hospitalista del Centro Médico Universitario de El Paso.

Si estás en casa, date una ducha fría o un baño frío y enciende un ventilador. Echar aire sobre la piel húmeda ayudará a que el sudor se evapore y a que tu cuerpo se enfríe, dijo Ronna Campbell, médico de urgencias de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota.

Si estás muy deshidratado y te encuentras mal, las bebidas deportivas o el agua con tabletas de sal te ayudarán a recuperar los electrolitos, como el sodio, que pierdes al sudar y que son necesarios para mantener el equilibrio de líquidos.

Cada minuto importa

Si has intentado refrescarte y beber líquidos, pero los síntomas no han mejorado en media hora o empeoran, acude a urgencias, indicó Bowers.

Los expertos también recomiendan buscar atención inmediata si tú o alguien que conoces tiene síntomas relacionados con el calor y no es capaz de salir del calor, parece desorientado o tiene convulsiones.

Si el golpe de calor no se reconoce y trata rápidamente, “puede causar un deterioro rápido, en cuestión de minutos”, dijo Bowers. “Realmente tenemos que abordarlo como la emergencia que es”.

Los niños y las personas mayores son más susceptibles

Los niños están particularmente en riesgo en el calor extremo, dijeron los médicos. Tienden a calentarse más deprisa, pero carecen de mecanismos para compensarlo porque sus sistemas son inmaduros. Por ejemplo, sudan menos, explica Campbell. Y puede que no se hidraten lo suficiente. “Se divierten y se olvidan de que tienen que tomar agua”, explica.

Las personas mayores también corren un riesgo elevado. Tienen más probabilidades de padecer enfermedades crónicas como diabetes, insuficiencia renal y cardiaca, que interfieren en la capacidad del organismo para regular la temperatura y equilibrar los líquidos, explica Burgos. Y los tratamientos para algunas de estas enfermedades, como los medicamentos para la tensión arterial que mantienen baja la frecuencia cardiaca o los diuréticos que eliminan líquidos del organismo, pueden mermar la capacidad del cuerpo para compensar el calor extremo. Las personas con depresión o demencia también pueden no darse cuenta de que tienen sed y olvidarse de beber agua, dijo Burgos.

Los pacientes con estas afecciones deben hablar con su médico de atención primaria, cardiólogo o nefrólogo sobre cómo adaptarse al calor extremo, dijo Burgos. “Tenemos que educarlos acerca de cómo lidiar con sus restricciones de líquidos y medicamentos y estar atentos a los síntomas”, dijo.

Ajusta tu rutina durante el calor extremo

Cuando suben las temperaturas, las decisiones inteligentes pueden marcar una gran diferencia, según los médicos. Si puedes, evita la actividad física al aire libre durante las horas más calurosas del día. (Consulta la previsión meteorológica local para hacer tus planes). Acude a una estación de enfriamiento o a un centro comercial, aunque solo sea durante un par de horas, si en tu casa no hay aire acondicionado

Cuando salgas o hagas ejercicio con calor, lleva ropa holgada y de colores claros, que absorberá menos calor y te ayudará a mantener el cuerpo fresco. Mantente hidratado, aunque no tengas sed. Evita el alcohol, que puede deshidratarte y mermar tu capacidad para reconocer si algo va mal.

Presta atención al tiempo. En lugares muy húmedos como el sur de Florida o Luisiana, el calor es más peligroso incluso a temperaturas más bajas. El sudor se evapora menos rápidamente de la piel, “por lo que al cuerpo le cuesta más enfriarse”, explicó Campbell.

Por el contrario, en el desierto, donde ejerce Burgos, las condiciones secas, la falta de sombra natural y la fuerte exposición directa al sol te harán sentirte “como en un horno”, afirmó. La gente puede calentarse fácilmente.

Si sabes que vas a estar en condiciones de calor extremo y realizar un trabajo o ejercicio extenuante, es importante que tengas un plan para aclimatar tu cuerpo de forma segura a lo largo del tiempo. Las investigaciones sugieren que puedes acostumbrar a tu cuerpo a la temperatura aumentando gradualmente tu actividad en un ambiente caluroso durante una o dos semanas, y tomando descansos para refrescarte e hidratarte adecuadamente.

jueves, 6 de junio de 2024

Aniversario en la vieja Europa. Cada año la prensa conmemora los hechos del 4 de junio de 1989 en Pekín y dos días después el aniversario del desembarco aliado en Normandía. Nos unimos a la iniciativa con dos textos escritos en junio de 2004 y 2005, hace veinte años, sobre ambos eventos.


Muchos creen que John Wayne y el soldado Ryan salvaron a Europa del fascismo, que Angloamérica salvó al viejo continente, poco menos que en solitario, y que el desembarco en Normandía fue la gran acción decisiva. No fue así. 

 Ni el curso de la guerra, ni la derrota del fascismo, se decidieron allá. Los principales héroes no fueron John Wayne ni el soldado Ryan, sino gente de apellido eslavo que murió por un país que ya no existe. Los escenarios realmente decisivos fueron; Moscú, Leningrado (Peterburgo), Stalingrado (Volgogrado), y Kursk.

En el frente del Este, el Tercer Reich perdió 10 millones de soldados y oficiales muertos, heridos y desaparecidos, 48.000 blindados y vehículos de asalto, 167.000 sistemas de artillería. 607 divisiones fueron destruidas. Todo ello representa el 75% de las pérdidas totales alemanas en la Segunda Guerra Mundial.

La diferencia en la escala militar es aplastante. En Normandía se registraron 10.000 muertos aliados, 4.300 de ellos británicos y canadienses y 6.000 americanos. En las grandes batallas del este, los muertos se contaban en centenares de miles. En la batalla de Moscú participaron unos 3 millones de soldados y 2.000 tanques. La URSS utilizó allí la mitad de su ejército, Alemania una tercera parte. En el Alemein, una batalla importante del otro frente, los alemanes disponían entre 60.000 y 70.000 soldados.

La escala del sufrimiento humano también es incomparable. La geopolítica de Hitler no tenía prevista la existencia de un estado ruso en Europa y en su escala racista los eslavos estaban muy abajo. La guerra en el este era a vida o muerte, muy diferente a la del oeste. Las ciudades y los pueblos eran destruidos, frecuentemente con sus habitantes. Murieron uno de cada cuatro habitantes de Bielorrusia, uno de cada tres de Leningrado, Pskov y Smolensk.

El esfuerzo angloamericano en el continente no empezó hasta que, en 1943, quedó claro que la URSS había parado el embate y que la derrota de Alemania era inevitable. Con otra actitud seguramente se hubieran evitado muchos muertos. Pero, ¿habría habido «segundo frente» si las cosas le hubieran ido bien a Hitler en el este?

Desde la firma del acuerdo británico-soviético sobre acciones militares comunes contra Alemania de julio de 1941, Stalin pedía la apertura de un «segundo frente» en Europa, es decir un desembarco aliado que aliviara la presión soportada por la URSS. La respuesta se demoró mucho.

El invierno de 1941, con los alemanes a las puertas de Moscú, fue crítico. Aquel año la URSS sufrió la mitad de las bajas militares de toda la guerra, 9 millones entre muertos, heridos y presos (dos terceras partes de los 27,6 millones de muertos soviéticos en la guerra fueron civiles), pero sólo recibió el 2% del total de los suministros que sus compañeros de coalición le enviaron durante toda la guerra.

Los documentos desclasificados de los archivos soviéticos están llenos de declaraciones de aliados occidentales que abundaban en la inconveniencia de apresurarse. ¿Por qué no dejar que las dos fieras se devoraran entre sí?

Visto desde Moscú, los angloamericanos desembarcaban en los lugares más alejados y menos relevantes para aliviar la presión sufrida por la URSS; primero en el norte de África (noviembre de 1942), luego en Sicilia (julio del 43), a continuación dos veces en Italia continental (en septiembre del 43 y en enero del 44), y sólo a menos de un año del fin de la guerra (en junio del 44) en Normandía.

Para entonces, el ejército soviético ya hacía 6 meses que había llegado a la frontera polaca de preguerra. Las democracias debían darse prisa si querían tomar alguna posición en Europa y evitar que «los rusos» volvieran a llegar a París, como habían hecho en el pasado.

Una manifiesta desconfianza presidió la alianza antifascista soviético-occidental desde sus mismos inicios. Sus motivos eran muchos y diversos. De parte occidental se acepta, por ejemplo, que el pacto germano-soviético de 1939 evidenció el parentesco entre nazismo y estalinismo. De las vergüenzas de las democracias, de su actitud ante el fascismo en vísperas de la guerra y de sus parentescos imperiales con Hitler y Mussolini, apenas se habla. Seguramente a causa de su manifiesta actualidad.

En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, aquellos políticos democráticos de Europa y América que luego «salvarían a Europa» mantenían un idilio con Hitler y Mussolini. Estados Unidos había apoyado al dictador italiano desde su llegada al poder en 1922. Sus desmanes se comprendían, porque conjuraban la amenaza bolchevique. Las inversiones americanas en Italia y en la Alemania fascista no disminuían, sino aumentaban, en los años treinta.

«Hitler ha prestado grandes servicios no solo a Alemania, sino a toda Europa Occidental, al cerrar el paso al comunismo (…) por eso es legítimo ver en Alemania un muro de contención occidental del bolchevismo», decía en 1938 el Secretario de exteriores británico, Lord Halifax.

Sobre la base común de aquella «contemporización», Londres y Berlín podían llegar a un «entendimiento». Halifax estaba dispuesto a conceder a Alemania todo lo que pidiera; «Danzig, Austria y Checoslovaquia», con tal de que esas anexiones se llevaran a cabo, «de forma pacífica y evolutiva».

Los principios de aquella Europa se habían retratado igualmente en su actitud ante la República Española.

La idea de que los proyectos de Hitler eran asumibles, que todo el mundo podía integrarse en ellos, y que la amenaza estaba en otra parte, era común en los gobiernos de la Europa de finales de los 30. Con Neville Chamberlain como jefe de gobierno en Londres y Edouard Daladier en París, las democracias calificaban de «paz con honor» la entrega de Checoslovaquia al Reich practicada por la Conferencia de Munich.

El ministro de exteriores polaco, Jozef Beck, prometía apoyar la reclamación nazi sobre Austria y tener en cuenta los intereses del Reich ante un «eventual ataque (polaco) contra Lituania». El embajador polaco en París, Lukaszewicz, explicaba a sus colegas norteamericanos que lo que estaba en juego en Europa era una lucha entre el nazismo y el bolchevismo, en cuyo campo incluía a «agentes de Moscú» como el Presidente checoslovaco, Edvard Benes. «Alemania y Polonia pondrán a los rusos en fuga en tres meses», decía el embajador, en vísperas de que la agresión contra su propio país marcara el inicio «oficial» de la Segunda Guerra Mundial.

Para entonces, aquella guerra tenía ya ocho años de historia en el mundo. El mundo de los dominios imperiales de Asia y África, donde la guerra, el atropello, la invasión y el racismo, no contaban, mientras no colisionaran con los propios intereses.

En 1931 los japoneses se habían apoderado de un trozo de China mayor que Francia. En 1933 y 1935 habían expandido su invasión a otras tres provincias chinas, practicando su guerra química y bacteriológica con experimentos en la población civil.

En 1935 Italia invadía Abisinia, con el Mariscal Badoglio utilizando gas mostaza contra la población civil.

En julio de 1939 el gobierno británico declaraba, «reconocer por completo la situación actual en China».

Ni Londres ni Washington protestaron o se opusieron al ataque japonés contra Mongolia, retaguardia de la URSS, a partir de mayo de 1939 y que, en la batalla de Jaljyn Gol ocasionó una cifra de muertos «comparable sino superior» (Valentin Falin) a la de toda la campaña de la invasión alemana de Francia de mayo-junio de 1940.

No pasaba nada y el encargado de la «India Office», Leopold Amery, explicaba por qué con toda claridad, al defender la agresión japonesa contra China en la Cámara de los Comunes; «si condenamos lo que Japón ha hecho en China, tendremos que condenar igualmente lo que Inglaterra hizo en Egipto y la India».

En un libro escrito en una prisión británica entre abril y septiembre de 1944, coincidiendo con el desembarco de Normandía, Nehru, fundador de la nueva India explicaba así la situación: «Tras algunas de aquellas democracias había imperios en los que no había democracia alguna y donde reinaba el mismo tipo de autoritarismo (racista) que se asocia con el fascismo, así que era natural que aquellas democracias occidentales sintieran algún tipo de unión ideológica con el fascismo, por mucho que les disgustara algunas de sus expresiones más vulgares y brutales».

«La política británica había sido casi ininterrumpidamente profascista y pronazi», recapitulaba Nehru en su celda del Fuerte de Ahmadnagar, pero todo se acabó, cuando se vio que aquel «aliado natural», aquel pariente, se volvía contra los intereses occidentales.

«Se hizo cada vez más obvio que, pese al deseo de calmar a Hitler, éste se estaba convirtiendo en el poder dominante en Europa, desmontando por completo el antiguo equilibrio y amenazando los intereses vitales del Imperio Británico».

El resultado fue una alianza forjada sobre las circunstancias y la estupidez de Hitler, quien, si hubiera atacado primero a la URSS en lugar de atacar a Polonia, habría sido aplaudido por las democracias. Esta idea fue expresada al final de la guerra por el propio Hitler en un texto poco conocido.

En febrero de 1945, Martin Bormann recogió varios monólogos de Hitler que tienen valor de testamento político. Dos meses antes del final, Hitler coincidía en ellos, con la tónica de los políticos británicos y americanos de antes de la guerra, al reflexionar sobre los errores que habían conducido a la derrota.

La campaña contra Rusia era «inevitable», decía. Su problema era haberla desencadenado en un momento poco adecuado. La guerra en dos frentes había sido un error, reconocía, pero la responsabilidad última era de americanos y británicos, con quienes habría sido posible llegar a un acuerdo.

«La guerra contra América es una tragedia». «Ilógica y carente de todo fundamento». Sólo la «conspiración judía contra Alemania» la había hecho posible.

Cargada de delirios, su mirada al futuro, contenía un pronóstico del mundo bipolar que se avecinaba: «Con la derrota del Reich y la aparición de los nacionalismos asiáticos, africanos y puede que sudamericanos, sólo quedarán en el mundo dos potencias capaces de confrontarse; Estados Unidos y la Rusia soviética. Las leyes de la historia y de la geografía, las empujarán hacia una prueba de fuerza, sea militar o económica e ideológica».

El aparato de propaganda y relaciones públicas más formidable de la historia ha fabricado su leyenda sin apenas fisuras. Hollywood, la industria mediática en manos de magnates, los sistemas de alimentación oficial de esa industria y, por supuesto, el ejército de conformistas bien pagados encargado de transmitirla, han escrito la versión más conveniente. La historia es suya. Llegamos así al discurso de George Bush en la celebración del aniversario del desembarco.

Reivindicando lo único positivo que la intervención militar extranjera de Estados Unidos tiene en su haber en más de medio siglo, el Presidente vende su actual cruzada.

Obteniendo la merecida gratitud que los franceses, italianos, belgas y holandeses le deben al soldado Ryan, pretende mantener el vasallaje europeo ante la larga lista de crímenes impunes cometidos por el militarismo americano desde entonces.

El hombre que, según las encuestas, encarna la guerra y promueve la desestabilización global, para la mayoría de los europeos, habla hoy en Normandía de moral, de libertad y de principios, y recibe el tributo y el aplauso de los dirigentes de la «vieja Europa».

La generosidad y el heroísmo de los 10.000 caídos en aquellas playas francesas sirve, así, para reivindicar su «guerra contra el terrorismo», la destrucción de los frágiles rudimentos del derecho internacional y del control de armamentos, la agresión preventiva o «humanitaria», el armamentismo y la banalización del uso del arma nuclear en guerras convencionales. Es el momento de recordar quien era el máximo representante de esas mismas tendencias en el mundo de hace 60 años.

La guerra no la ganó el soldado Ryan en Normandía, pero un indigno peligroso reivindica su gloria.

(Publicado el 4 de junio de 2004)

(Referencias bibliográficas: Jawaharlal Nehru, The Discovery of India. 
Valentin Falin, Zweite Front, Die Interesen Konflikte in der Anti-Hitler Koalition. 
Hitler & Stalin, Parallel Lives, Alan Bullock.)

Fuente: Rafael Poch de Feliu

El mejor consejo sexual también puede ser el más difícil de seguir. Para tener buen sexo en una relación de pareja, lo mejor es hablar del tema. Pero también puede ser la parte más difícil. Aquí hay algunos consejos para empezar.

An illustration of a couple lying down and facing each other on a bed shaped like a three-dimensional speech bubble. They both wear pajamas.
Credit...Sonia Pulido

Como periodista que se ocupa del sexo y la intimidad, paso mucho tiempo escuchando a expertos que ensalzan las virtudes de una comunicación abierta y sincera. Para tener buen sexo —y seguir teniéndolo a lo largo del tiempo— las parejas deben estar dispuestas a hablar de ello, dicen.

Pero algunas personas prefieren abandonar sus relaciones antes que tener esas conversaciones, dijo Jeffrey Chernin, terapeuta matrimonial y familiar y autor de Achieving Intimacy: How to Have a Loving Relationship That Lasts, sobre todo si las cosas en el dormitorio no van especialmente bien.

“Una de las cosas que suelo decir a las parejas que tienen problemas es: ‘Ojalá hubiera otra forma de superar esto’”, comentó. “Pero la única forma que conozco de tener una vida sexual mejor, o de reanudarla, es hablarlo”.

Chernin reconoció lo estresantes que pueden ser esas conversaciones, que a veces se convierten en acusaciones, menosprecios o evasivas. Dicho esto, estas sugerencias pueden ayudar.

Acepta la incomodidad

Es habitual que a la pareja le cueste hablar de intimidad y deseo. Los estudios sugieren que, incluso en las relaciones duraderas, la gente solo sabe un 60 por ciento de lo que le gusta sexualmente a su pareja, y solo un 25 por ciento de lo que no le gusta.

Cyndi Darnell, terapeuta sexual y de relaciones en la ciudad de Nueva York, dijo que sus pacientes le dicen con frecuencia que hablar de sexo es “incómodo” —lo que es particularmente cierto “si has pasado meses o años evitándolo”, dijo.

“Nos han engañado haciéndonos creer que el sexo es algo natural”, añadió. “Pero si fuera fácil y natural, a la gente no le costaría tanto”.

Mencionó a una pareja con la que trabajó, ambos de unos 50 años, que hacía años que no tenían relaciones sexuales. Cada vez que hablaban de ello, se peleaban. Así que buscaron ayuda externa para superar la vergüenza y el enfado.

En la terapia, se dieron cuenta de que solo se habían centrado en la penetración, pero el marido en realidad anhelaba intimidad y ternura. Y una vez que la esposa se dio cuenta de que su marido no iba a “abalanzarse sobre ella” cada vez que se acurrucara con él, pudieron ser más sensuales el uno con el otro, y hablar de lo que les gusta hacer y por qué, dijo Darnell. Pero hizo falta un espíritu de voluntad, curiosidad y aceptación.

Muerte al ‘Tenemos que hablar’

Es posible atenuar el temor que suele acompañar a estas conversaciones, si se abordan con sensibilidad. “Cuando un interlocutor dice: ‘Tenemos que hablar’”, explicó Chernin, “la otra persona se siente como: ‘Voy a ir al despacho del director’”.

En lugar de eso, intenta:

Céntrate en resolver los problemas juntos

Eso significa decir algo como: “Por un lado, sé lo difícil que es para nosotros hablar de esto”, dijo Chernin. “Por otro lado, creo que es importante para nuestro matrimonio o para nuestra relación poder tener algunas discusiones sobre nuestra vida sexual”.

Luego pregunta: “¿Qué podemos hacer al respecto?”.

Prepara las preguntas con antelación

Un guion ofrece estructura, dijo Darnell. Y sugirió preguntas como: “Nuestra relación es muy importante para mí y me gustaría que el sexo volviera a formar parte de ella. Tengo curiosidad por saber si a ti también te gustaría”.

Aporta algo positivo

Maggie Bennett-Brown, investigadora del Instituto Kinsey y profesora adjunta de la Universidad Tecnológica de Texas, afirmó que “no tiene por qué ser explícito”. Tal vez solo con que le digas a tu pareja que te gusta cuando te abraza o planeas una noche romántica en la ciudad.

Si ha pasado tiempo desde que tuvieron intimidad, puede ayudar el hecho de recordar, y eso puede dar paso a una pregunta más profunda. “Si la gente nunca ha tenido una conversación sobre: ‘¿Qué te gusta?’, es un buen primer paso”, dijo Bennett-Brown.

Cuidado con el momento oportuno

Ten cuidado al iniciar una conversación sobre sexo mientras estás en la cama, dice Chernin, sobre todo si estás siendo crítico. (Aunque a algunas parejas les puede resultar más fácil hablar de sexo cuando están disfrutando del afterglow postsexo, dijo).

“Piensa en la conversación como una serie de discusiones”, dijo Chernin. “De ese modo, no te presionas demasiado a ti mismo ni a tu pareja”.

Detecta cuándo se debe hablar con un profesional

Si en una pareja, una parte no está dispuesta a hablar —o si la conversación se siente dolorosa, no solo incómoda, afirmó Darnell— un terapeuta sexual o consejero de parejas podría ayudar a mediar.

Darnell no le restó importancia a lo arriesgadas que pueden ser estas conversaciones. Pero añadió que el sexo no siempre es un componente necesario de una relación romántica satisfactoria.

“Una de las preguntas que suelo hacer a las parejas para las que el sexo es un tema delicado y difícil es: ¿Es necesario que esta relación sea sexual?”, comentó. En una oportunidad trabajó con una pareja de entre 30 y 40 años que se dio cuenta de que les gustaba coquetear, pero no querían ir más allá. “Permitirse no tener relaciones sexuales en esta fase de su relación fue un gran alivio”, recordó.

“El sexo es mucho más que lo que hacemos cuando no tenemos pantalones”, afirmó.

Catherine Pearson es una reportera del Times que escribe acerca de familias y relaciones.

miércoles, 5 de junio de 2024

Últimas noticias desde el infierno: 7.500 españoles murieron en los campos nazis. El libro ‘Deportados y olvidados’ amplía el listado de víctimas nacionales que perdieron la vida engullidos por el Holocausto, así como el número de deportados, que sumaron 15.000.

‘Deportados y olvidados’ libro
La célebre imagen de los supervivientes de Mauthausen recibiendo a los soldados estadounidenses el 5 de mayo de 1945, día de la liberación del campo, bajo una pancarta que dice en español: "Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras".

El libro ‘Deportados y olvidados’ amplía el listado de víctimas nacionales que perdieron la vida engullidos por el Holocausto, así como el número de deportados, que sumaron 15.000

“¿En caso de defunción, a quién quiere usted que se le comunique?”. Esta pregunta, de cierta cortesía, planteada por un oficial de un campo de concentración nazi resulta macabra. Es lo que se les decía a los deportados a Mauthausen tras un recibimiento que consistía en tener que desnudarse, ser rapado y dar los datos personales. “Muchos infelices se desploman por el frío [...]. De allí son llevados al crematorio, son ya seres inservibles”. Es el testimonio de un español en su primer día en el infierno creado por los nazis durante la II Guerra Mundial. “Desde hoy dejas de llamarte García, tu nuevo nombre es este número que debes saber siempre”, le ordenaron. De ahí pasaban a recoger el conocido pijama de rayas blancas y azules y al barracón a intentar descansar en una pequeña cama de madera que compartían tres personas. Así se cuenta en el libro Deportados y olvidados. Los españoles en los campos de concentración nazis (La Esfera de los Libros), de los historiadores Diego Martínez López y Gutmaro Gómez Bravo.

Esta obra ofrece como principal novedad un listado actualizado y ampliado de las víctimas españolas, los Spanier, porque se ha rastreado su presencia en los diferentes campos, subrayan los autores. “Hemos registrado que murieron unos 7.500, cuando hace tiempo se hablaba de 4.500″, dice por teléfono Gómez Bravo, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid y autor de numerosos libros sobre el franquismo.

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En cuanto a los deportados, estiman que fueron “unos 15.000, cuando la cifra anterior era de 12.000″. Esto significa que murieron algo más de la mitad de los que fueron a parar a los campos. Una investigación que ha sido posible gracias a la documentación consultada de los archivos de los Aliados, especialmente de Estados Unidos (”aunque no lo han desclasificado todo”); de los campos nazis (”las fuentes alemanas nos han servido de mucho”) y de los papeles de los propios internos.

Del total de deportados, a Mauthausen fueron 7.251, “el campo más terrible, conocido como ‘el de los españoles’ por los propios alemanes”, donde empezaron a llegar los prisioneros en agosto de 1940. “Los españoles fueron empleados para construir los hornos crematorios. Mauthausen llegó a tener 50 subcampos y su media de mortalidad estaba 10 puntos por encima de la de otros recintos”. Una diferencia que estribaba en las terribles condiciones por el frío, la escasa alimentación y las enfermedades.

“Era un campo catalogado de categoría III por los nazis, lo que significaba que los presos enviados allí lo eran para ser explotados hasta la muerte”. Los investigadores han contabilizado en Mauthausen “4.747 muertos españoles, el 60% en la cantera del subcampo de Gusen”, y en solo nueve meses. Esa cantera es tristemente conocida por los testimonios y fotografías de su mortal e irregular escalera de 186 peldaños, por la que los prisioneros tenían que subir rocas de más de 20 kilos de peso. “Los guardias no dudaban en recurrir a la paliza o al asesinato en caso de traspiés”, se lee en el libro.

Prisioneros cargando rocas en la cantera de Mauthausen, en 1942, en una imagen cedida por los autores del libro. 
Prisioneros cargando rocas en la cantera de Mauthausen, en 1942, en una imagen cedida por los autores del libro.
Prisioneros cargando rocas en la cantera de Mauthausen, en 1942, en una imagen cedida por los autores del libro. ARCHIVOS DEL MEMORIAL DE MAUTHAUSEN EN AUSTRIA

Hubo también españoles en los campos de Sachsenhausen, Ravensbrück (que era para mujeres), Buchenwald, Dachau, que tenía en su entrada el célebre lema “Arbeit macht frei” (El trabajo nos hace libres)… o en el castillo de Hartheim, escenario de siniestros experimentos médicos. “Hemos contabilizado 445 españoles usados como cobayas, fundamentalmente para probar vacunas, que murieron entre septiembre de 1941 y febrero de 1942″, apunta Martínez López, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid.

El libro remarca que la presencia de españoles en los campos del nazismo “no obedece a una derivada de la Guerra Civil, como se ha considerado habitualmente, sino que es una cuestión que se inserta en un proceso europeo, que es el de los países ocupados en la guerra mundial”, apunta Gómez Bravo. Fueron engullidos por el sistema de campos y por el Holocausto, en el caso de los sefarditas. “Respecto a estos, su suerte no dependió tanto de lo que hizo o no Franco, como se ha querido ver. Ha sido en todo caso difícil rastrearlos porque los había sin nacionalidad española”, añade Martínez López. “Además, por la propia historia de España durante ese periodo es algo que ha pasado más desapercibido”.

“Creemos que con los judíos se han estudiado más las excepciones, las que protagonizaron varios diplomáticos españoles a título personal que salvaron vidas”, señala Gómez Bravo. “Tras la guerra mundial, el franquismo decía que había ayudado a los judíos, pero no fue así. Según los propios archivos alemanes, más allá incluso del Desembarco de Normandía [6 de junio de 1944], España no muestra oposición a lo que sucede con los sefarditas en Europa. Los alemanes los tratan como a judíos, pero al ser de países amigos tienen alguna consideración hacia ellos, como dilatar el proceso de deportación o, cuando lo hacen, mandarlos a Bergen-Belsen, que dentro del horror era un campo menos terrible”.
Ficha del preso español Juan Andreu Adelantado en Mauthausen. Ficha del preso español Juan Andreu Adelantado en Mauthausen. Ficha del preso español Juan Andreu Adelantado en Mauthausen. AROLSEN ARCHIVES

Su compañero agrega: “Cuando el régimen franquista responde a las requisiciones alemanas, a veces han pasado seis meses, con lo cual esas personas ya habían sido asesinadas. La respuesta habitual era el silencio administrativo. Franco solo permitió el tránsito de judíos por España hacia otros países”. Este historiador asegura que “la idea de la neutralidad del franquismo en la II Guerra Mundial está cada día más discutida” por los expertos.

En cuanto a las españolas, fueron enviadas sobre todo a Ravensbrück. “Se trataba principalmente de mujeres que habían pasado a Francia tras la Guerra Civil y que no cumplían con la legislación del régimen colaboracionista de Vichy. Por lo tanto, se las envía para trabajar. Allí lo hacen para la compañía Siemens, algo que hemos sabido gracias a los recibos localizados de esta empresa”, sostiene Gómez Bravo.

Por fin, el 5 de mayo de 1945, 22 soldados de la 11ª División Acorazada de EE UU entraron en Mauthausen por la puerta principal. Un momento histórico registrado con la célebre fotografía de los supervivientes recibiendo a los militares con una pancarta en uno de los accesos que decía en español: “Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras”. Los informes de los soldados estadounidenses hablaban de que hasta seis personas compartían cama en algunos barracones y que las inyecciones de benzeno o los lanzamientos desde lo alto de la cantera formaban parte de los métodos de aniquilación en las postrimerías del espanto.
Presos españoles trabajaban en el campo de concentración de Mauthausen, en una imagen sin datar.
Presos españoles trabajaban en el campo de concentración de Mauthausen, en una imagen sin datar. EFE

Tras la guerra mundial, la Organización Internacional para los Refugiados, de las Naciones Unidas reconoció a los Spanier como “víctimas del régimen falangista en España”, señala Martínez López. Sin embargo, hasta 1951 la Convención de Ginebra (sobre derecho internacional humanitario) no estableció un marco jurídico. “Hubo unas docenas de prisioneros que volvieron a España pero no sabemos qué pasó con ellos”. En paralelo, se produce una diáspora entre Francia, adonde van la mayoría; Austria y otros países europeos, y luego están los que embarcan para América, en especial a Argentina. Una dispersión que impidió cualquier tipo de reconocimiento a estas personas en España. No fue hasta 2019 cuando el Gobierno de Pedro Sánchez aprobó que el 5 de mayo de cada año se instaurara como día de homenaje a las víctimas españolas del nazismo.


martes, 4 de junio de 2024

_- Un nuevo episodio de severas turbulencias deja 12 heridos en un vuelo de Doha a Dublín

Un avión de la compañía Qatar Airways

_- El avión fue recibido el domingo por los servicios de emergencia en el aeropuerto de Dublín.

Doce personas resultaron heridas debido a las turbulencias en un vuelo que operaba la ruta de Doha a Dublín, República de Irlanda. 

 El Boeing 787-9 Dreamliner experimentó turbulencias mientras volaba sobre Turquía, según informó el operador del aeropuerto de Dublín, la DAA.

Al aterrizar, poco antes de las 13:00 hora local, el vuelo QR017 de Qatar Airways fue recibido por los servicios de emergencia, incluidos la policía del aeropuerto, una ambulancia y bomberos.

Las autoridades reportaron seis pasajeros y seis miembros de la tripulación heridos.

"El equipo del aeropuerto de Dublín continúa proporcionando asistencia en tierra a los pasajeros y al personal de la aerolínea", dijo un portavoz de la DAA.

Las operaciones en la terminal aérea o se vieron afectadas, añadió.

El Servicio Nacional de Ambulancias dijo que recibió una alerta previa para asistir al aeropuerto y se encuentra "actualmente en el lugar facilitando y apoyando” a los pasajeros.

Un avión de la compañía Qatar Airways 

Un avión de la compañía Qatar Airways

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
El avión aterrizó en el aeropuerto de Dublín el domingo por la tarde. Qatar Airways le dijo a la BBC en un comunicado que "un pequeño número de pasajeros y tripulantes sufrieron heridas leves durante el vuelo y ahora están recibiendo atención médica".

"Lo sucedido queda ahora sujeto a una investigación interna", añadió.

El incidente se produce tras la muerte de un británico de 73 años en un vuelo con destino a Singapur que experimentó graves turbulencias a principios de esta semana.

Más de 100 personas resultaron heridas, 20 de las cuales se encuentran en cuidados intensivos con lesiones en la columna.

El director general de Singapore Airlines, Goh Choon Phong, se disculpó y ofreció sus “más sinceras disculpas a todos los afectados” por la “repentina y extrema turbulencia”.

El gobierno de Singapur ha prometido una investigación exhaustiva.
 
Interior del avión que sufrió turbulencias extremas

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
Así quedó el interior del avión a Singapur en el que un pasajero perdió la vida.

¿Por qué hay cada vez más turbulencias?

Las turbulencias durante los viajes aéreos han aumentado conforme el cambio climático ha ido subiendo la temperatura del planeta, asegura un grupo de investigadores.

Científicos de la Universidad de Reading, en Reino Unido, estudiaron estas perturbaciones atmosféricas en cielos despejados, que son más difíciles de evitar para los pilotos, y descubrieron que las turbulencias severas aumentaron un 55% entre 1979 y 2020 en una ruta muy transitada en el Atlántico Norte.

Los académicos atribuyeron el incremento a los cambios en la velocidad del viento a gran altura. Eso se debe a que el aire es más cálido como consecuencia de las emisiones de carbono.

lunes, 3 de junio de 2024

El New York Times y su genocidio lingüístico de los palestinos

En el genocidio del pueblo palestino por el ocupante sionista, que se transmite en vivo y en directo, participan diversas fuerzas mundiales, que pertenecen al imperialismo occidental, que se autoproclama “comunidad internacional”. Entre esas fuerzas tiene un papel relevante falsimedia, en todas sus formas (radio, televisión, redes antisociales, cine y, desde luego, la prensa diaria).

El sionismo tiene una importante base de apoyo, ideológica, cultural y simbólica, en los grandes medios de prensa en el occidente colectivo, porque muchos de esos medios o son propiedad del capital sionista o están atrapados en los intereses geopolíticos y económicos del lobby que respalda a Israel y le cubre las espaldas por sus numerosos crímenes.

El periódico que representa como ningún otro los intereses de Israel en Estados Unidos y en el imperialismo occidental es The New York Times [NYT], al que algunos consideran como el medio de prensa más importante del mundo. Quienes eso dicen arguyen que NYT es un ejemplo de seriedad, respeto, pluralismo y un faro en la defensa de la libertad de expresión y opinión. Quienes estos piensan olvidan que ese periódico ha falseado la realidad en numerosas ocasiones, como en la Guerra de Irak, donde recordemos que fueron masacrados un millón de personas. En rigor, el NYT tiene untadas sus manos de sangre por todos los crímenes de Estados Unidos y sus secuaces, tanto como los actores imperialistas que los han realizado.

NYT como ejemplo del cinismo y el doble rasero del occidente imperial desde 1967 viene dando un apoyo incondicional a Israel y respalda todos sus crímenes, sin importar que a veces pudiera publicar un u otro artículo aparentemente crítico con Israel, cuya responsabilidad corre por cuenta de los autores que lo escriben, porque en términos editoriales NYT es un defensor incondicional de Estado sionista.

NYT es coparticipe en el genocidio de Gaza, porque sostiene abiertamente los dogmas sionistas con sus postulados centrales: “Israel tiene derecho a defenderse”, “quienes atacan a Israel son terroristas”, “Israel es la única democracia del próximo oriente” … Sin embargo, NYT en la actual coyuntura ha dado un paso que va más allá de reproducir la propaganda sionista. Ahora practica un genocidio lingüístico contra Palestina. Si, como puede leerse, y no es exageración.

Tal genocidio lingüístico, que no solo está referido al hecho de mentir impunemente, supone negar la existencia de los palestinos en los artículos que publica en estos días sobre Gaza. Así como Israel quiere eliminar física y culturalmente a los palestinos, el NYT los quiere eliminar lingüísticamente, es decir, que de ellos no quede ni siquiera su nombre ni su recuerdo.

En efecto, NYT ordenó a sus periodistas en un memorando secreto dirigido a los que cubren el genocidio de Gaza a que dejaran de usar ciertos “vocablos incomodos” y otros se usaran menos o se restringiera su utilización. Entre los términos prohibidos que desaparecieron de la cobertura del NYT están “genocidio”, “limpieza étnica”, “territorios ocupados”, e incluso que no se hable de Palestina y de palestinos para referirse al territorio y a sus habitantes milenarios. Igualmente, se restringe la utilización del término “campamento de refugiados” a la hora de hablar de las zonas habitadas por palestinos que han sido expulsados por los ocupantes coloniales de Israel desde 1948.

La guía fue distribuida en noviembre y se actualiza cada mes, con nuevas restricciones. Entre sus disposiciones se encuentra oponerse a un “lenguaje incendiario” y no mencionar las palabras masacre o genocidio cuando se está hablando de lo que hace Israel: “Deberíamos ser muy cautelosos al utilizar ese lenguaje, incluso entre comillas. Nuestro objetivo es proporcionar información clara y precisa, y el lenguaje acalorado a menudo puede oscurecer el hecho en lugar de aclararlo”. Continúa señalando: “Palabras como ‘masacre’ y ‘carnicería’ a menudo transmiten más emoción que información. Piénselo bien antes de usarlos con nuestra propia voz. […] Debemos centrarnos en la claridad y la precisión: describir lo que sucedió en lugar de utilizar una etiqueta”. Lo significativo es que esta cautela se usa para referirse a Israel, pero no a Hamas ni a la resistencia palestina, porque cuando se trata de describir los sucesos del 7 de octubre y los ataques a los soldados de Israel si se habla de matanza, masacre o asesinato.

Con respecto al vocablo “terrorista”, el memorando ordena: “Es correcto utilizar ‘terrorismo’ y ‘terrorista’ al describir los ataques del 7 de octubre, que incluyeron ataques deliberados contra civiles mediante asesinatos y secuestros […]. No debemos rehuir esa descripción de los acontecimientos o de los atacantes, especialmente cuando proporcionamos contexto y explicación». La infamia del NYT, como rasgo de su genocidio lingüístico, llega al extremo de prohibir que se use la palabras “combatiente” o “militantes” al hablar de Hamas: “Evitar ‘combatientes’ cuando se refieran al ataque del 7 de octubre; el término sugiere una guerra convencional más que un ataque deliberado contra civiles. Y tenga cuidado al utilizar ‘militantes’, que se interpreta de diferentes maneras y puede resultar confuso para los lectores”.

Prosigue el Memorando con un pretendido tono condescendiente y pluralista, que ratifica con el uso de sinónimos su apología de Israel y la condena a Hamas: “No necesitamos asignar una sola etiqueta o referirnos al asalto del 7 de octubre como un ‘ataque terrorista’ en cada referencia; la palabra se utiliza mejor cuando se describen específicamente ataques contra civiles. Debemos actuar con moderación y podemos variar el lenguaje con otros términos y descripciones precisos: un ataque, un asalto, una incursión, el ataque más mortífero contra Israel en décadas, etc. De manera similar, además de «terroristas», podemos variar los términos utilizados. para describir a los miembros de Hamás que llevaron a cabo el ataque: atacantes, agresores, pistoleros”.

En el caso de Israel, jamás se habla de ataques terroristas al referirse a las acciones de Israel, incluso cuando sus objetivos son civiles, que es casi siempre, o cuando se ataca a periodistas, hospitales, escuelas, universidades, o se destruyeron las sedes de gobierno de Gaza.

El memorando se escandaliza con el uso de la palabra genocidio, lo cual se apoya en un craso leguleyismo, propio por lo demás de Estados Unidos cuando dicen aplicar y respetar las leyes cuando les conviene y les sirve para legitimar sus acciones criminales: “’Genocidio’ tiene una definición específica en el derecho internacional. En nuestra opinión, en general deberíamos utilizarlo sólo en el contexto de esos parámetros legales. También deberíamos poner un listón alto para permitir que otros lo utilicen como acusación, ya sea entre comillas o no, a menos que estén presentando un argumento sustancial basado en la definición legal”.

En cuanto al término limpieza étnica, sin el cual es imposible comprender lo qué es Israel y por qué existe, NYT instruye a sus periodistas: “Si alguien hace tal acusación, debemos presionar para que se proporcionen detalles o proporcionar el contexto adecuado”.

El genocidio lingüístico del NYT hace lo mismo que Israel, pisotear el derecho internacional existente y pasar por encima de la ONU. Lo más claro al respecto es negar la existencia de “territorios ocupados” y de “refugiados” o incluso prohibir la utilización de la palabra Palestina. Sobre esto justifica su postura negacionista de esta forma: “No utilizar […] textos rutinarios o titulares, excepto en casos muy raros, como cuando La Asamblea General de las Naciones Unidas elevó a Palestina a la categoría de Estado observador no miembro, o referencias a la Palestina histórica”.

Sobre los “campos de refugiados”, que existen objetivamente y cuyo existencia es reconocida por la ONU en términos jurídicos, se ordena a los periodistas: “Aunque se denominan campos de refugiados, los centros de refugiados en Gaza son barrios desarrollados y densamente poblados que datan de la guerra de 1948. Consúltelos como barrios o áreas y, si es necesario un mayor contexto, explique cómo se les ha llamado históricamente campos de refugiados”.

Es decir, de un plumazo se niega la existencia de los ochos campos de refugiados que existen en Gaza, donde antes del 7 de octubre de 2023 había 600 mil personas, la mayor parte descendientes de los expulsados en 1948 y en las sucesivas razias genocidas de Israel. Este ha estado negando a los palestinos el estatus de refugiados, porque significa reconocer que fueron expulsados de sus tierras y tienen el derecho legítimo a regresar y el NYT lo que hace es sostener que los palestinos refugiados no existen y, por tanto, no tienen derecho a ser nombrados.

Además, y ese es el papel siniestro del genocidio lingüístico, esos campos de refugiados están siendo bombardeados en forma sádica y asesina por Israel. En la lógica del genocidio lingüístico del NYT tenemos, entonces, que no se bombardean campos de refugiados sino barrios consolidados, lo cual, aunque en el mundo real no cambie nada, en la apreciación de los lectores de NYT si tiene impacto, porque bombardear barrios suena como menos bestial.

Sobre la utilización de “territorios ocupados” señala: “Cuando sea posible, evite el término y sea específico (por ejemplo, Gaza, Cisjordania, etc.), ya que cada uno tiene un estatus ligeramente diferente”. Acá también se desconoce el derecho internacional, puesto que la ONU y la vasta mayoría de países del mundo reconocen a Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental como territorios palestinos, todos los cuales fueron tomados por Israel en la guerra de los seis días en 1967.

El objetivo de prohibir hablar de “territorios ocupados” en este genocidio lingüístico tiene una finalidad: presentar a Israel como un país normal que nunca roba, ocupa y expropia territorios de otros, de los palestinos, y además los encarcela, tortura y mata y dar la impresión de que si algo pasa en la Palestina histórica empezó en la mañana del 7 de octubre de 2023, tras los ataque de Hamas, pero antes de esa fecha Israel era un pacífico e indefenso país. Por eso, dice el Memorando que no es que Israel ocupe, sino que “supervisa la ribera occidental”.

Mientras Israel destruye en forma premeditada a la UNRWUA [Agencia de Refugiados para Palestina y el Próximo Oriente], asesina a sus funcionarios, calumnia y miente para justificar la desaparición de esa instancia de protección de los refugiados palestinos, el NYT refuerza la tarea negando la existencia de esos refugiados, mediante argucias terminológicas. Ese es otro mecanismo abierto del genocidio lingüístico de los palestinos, que Netanyahu, Biden y los otros genocidas aplauden.

El estilo del NYT propio de su genocidio lingüístico niega a su vez el genocidio real que sucede sobre el terreno en Gaza. Al respecto es notable el uso que hacen de la voz pasiva, en la que nunca se sabe ni queda claro quien ataca a quien. Es como si los palestinos murieran por bombas que nadie dispara, sino que llegan del cielo sin explicación lógica de ninguna índole. Así, por ejemplo, después de que Israel bombardeó un campo de refugiados el NYT decía: “explosiones que los gazatíes atribuyen a un bombardeo aéreo dejan innumerables bajas en un barrio densamente poblado”. Obsérvese, el lenguaje sibilino: no es que los habitantes de Gaza sean bombardeados, es que ellos en su imaginario creen que fueron bombardeados y de esos bombardeos imaginarios que, por supuesto no hace Israel, dejan numerosos muertos. Israel en la lógica del NYT es una mansa paloma que no hace nada, sino que los habitantes de Gaza mueren como moscas no se sabe por qué ni por quién.

En síntesis, este genocidio lingüístico del principal periódico liberal del mundo es un complemento a la deshumanización de los palestinos que sobre el terreno Israel lleva a la práctica de manera sistemática y planificada. Mientras en Gaza y Cisjordania Israel realiza un genocidio, limpieza étnica y numerosos crímenes de guerra y lesa humanidad, en Nueva York el NYT se encarga de ocultar ese genocidio y, lo que es peor, de poner en marcha su propio genocidio de los palestinos, de índole lingüística y simbólica. El caso es tan notorio que en forma satírica puede concluirse que el NYT ha inventado unas nuevas matemáticas para no contabilizar a los miles de palestinos asesinados, y reducirlos a meras anécdotas numéricas, porque cómo no existen no es posible contabilizarlos ni darlos por muertos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

domingo, 2 de junio de 2024

_- La amnistía y la Constitución.

_- La amnistía está en el primer artículo en el que la Constitución regula la potestad legislativa de las Cortes Generales con carácter general. No en un artículo cualquiera, sino en un artículo que ocupa un lugar destacado en la economía de nuestro ordenamiento constitucional
— El rechazo de jueces y fiscales pone a prueba la ley de amnistía


“El principio de legitimidad democrática que enuncia el art.1, apartado 2, de la Constitución es la base de TODA nuestra ordenación jurídico-política”. Son palabras de una de las primeras sentencias del Tribunal Constitucional, la STC 6/1981.

Si nos las tomamos en serio, no se entiende que se haya reiterado de manera ininterrumpida que la amnistía no solamente no está presente en la Constitución, sino que es incompatible con ella.

Únicamente en el caso de que la amnistía no se pudiera deducir del principio de legitimidad democrática, se podría llegar a esa conclusión. Pero esa una conclusión imposible de alcanzar con el diseño de la arquitectura constitucional que deriva de dicho principio en la Constitución de 1978.

Con ese principio resulta difícil de justificar el primer peldaño de la arquitectura constitucional, que en la Constitución de 1978 es el Título II, dedicado a “La Corona”. El “pueblo español” como lugar de residenciación de la “soberanía nacional, del que emanan los poderes del Estado”, no puede hacer acto de presencia en dicho Título, ya que La Corona, en cuanto magistratura hereditaria, no puede tener legitimación democrática. Puede no ser antidemocrática, pero, en ningún caso, puede ser democrática. Digamos que es “ademocrática”. Esta magistratura ademocrática es la primera institución del Estado que regula la Constitución de 1978, que, en esto, se diferencia de todas las constituciones monárquicas españolas anteriores, en las que el Título dedicado a Las Cortes precedió siempre al Título dedicado al Rey.

“El pueblo español” como origen de los poderes del Estado aparece por primera vez en el primer apartado del primer artículo del Título III, De las Cortes Generales. “Las Cortes Generales representan al PUEBLO español…” dice el artículo 66.1. de la Constitución. Esta es la forma que tiene el constituyente español de indicar que a partir de este momento se está hablando de “poderes” del Estado y no simplemente de órganos del Estado. La Corona es un órgano, pero no es un poder. Las Cortes Generales son simultáneamente órgano y poder del Estado. Es la base de toda la arquitectura constitucional. Justamente por eso, en el artículo 66.2 la Constitución atribuye a las Cortes Generales como primera función la “potestad legislativa”. Y se la atribuye en régimen de monopolio. Únicamente las Cortes Generales pueden crear Derecho. En el origen del Derecho tienen que estar siempre las Cortes Generales. Directa o indirectamente. Si no aparecen, ese Derecho es anticonstitucional.

El Capítulo primero del Título III la Constitución lo dedica al órgano, a las Cámaras, Congreso de los Diputados y Senado. El Capítulo II lo dedica a la potestad legislativa: “De la elaboración de las leyes”. El constituyente procede de una manera extraña. Empieza con las excepciones y no con la norma. La Ley Orgánica primero (art. 81). La ley de delegación y los decretos legislativos después (arts. 82 a 86). El Decreto-ley (artículo 86). Y empieza a regular la potestad legislativa en general en el artículo 87, empezando por donde se tiene que empezar, por la iniciativa legislativa.

Y ahí aparece la amnistía. No en un artículo cualquiera, sino en el artículo en el que la Constitución empieza a regular con carácter general la potestad legislativa del Estado. La Constitución reconoce como titulares de la potestad legislativa al Gobierno, al Congreso de los Diputados y al Senado (art. 87.1), a las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas (art. 87.2) y a la iniciativa popular (art. 87.3).

El reconocimiento de la titularidad del Gobierno, del Congreso de los Diputados y el Senado y la de las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas se hace sin limitación material alguna. El reconocimiento de la iniciativa legislativa popular, por el contrario, se hace con limitaciones materiales. “No procede dicha iniciativa en materias propias de ley orgánica, tributarias o de carácter internacional, NI EN LO RELATIVO A LA PRERROGATIVA DE GRACIA” (art. 87.3 de la Constitución).

El constituyente prohíbe expresamente que se eleve a las Cortes Generales una proposición de ley de amnistía mediante la iniciativa legislativa popular, con lo que está implícitamente aceptando que el Gobierno sí puede enviar un Proyecto de Ley de Amnistía y el Congreso o el Senado e incluso las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas una proposición de ley de amnistía.

La amnistía, insisto, está en el primer artículo en el que la Constitución regula la potestad legislativa de las Cortes Generales con carácter general. No en un artículo cualquiera, sino en un artículo que ocupa un lugar destacado en la economía de nuestro ordenamiento constitucional. Decir que la amnistía no figura en la Constitución y que incluso está prohibida por la Constitución únicamente puede hacerse desde el desconocimiento más incomprensible de lo que dice la Constitución.

¿Quiere decirse que no hay límite constitucional alguno para el legislador al aprobar una ley de amnistía? En modo alguno. Las Cortes Generales tienen los límites generales que la Constitución impone: el contenido esencial de los derechos fundamentales (art. 53.1 de la Constitución) y como consecuencia del “mandato interpretativo” del artículo 10.2 de la Constitución, las normas de derecho internacional relativas a los derechos fundamentales.

Estos y únicamente estos son los límites constitucionales. La ley, por definición, no entra nunca en contradicción con el ejercicio de la función jurisdiccional. La función legislativa y la función jurisdiccional operan en planos distintos. Puede ocurrir que en el ejercicio de la función jurisdiccional un órgano del poder judicial entre en contradicción con la potestad legislativa de las Cortes Generales y que pueda llegar a incurrir incluso en el delito de prevaricación, pero no ocurre a la inversa.

Cuando las Cortes Generales aprueban una ley de amnistía es obvio que se alcanza una decisión distinta a la que se alcanzó en su día por un órgano jurisdiccional, pero se alcanza por razones políticas y no jurídicas. Las Cortes Generales no discuten la fundamentación jurídica de una decisión judicial. Eso lo podrá hacer, en su caso, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos o el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, pero no lo puede hacer nunca el Parlamento.

El Parlamento lo único que hace es identificar que la sociedad tiene un problema de naturaleza política que tiene que tener una respuesta política y que, por la razón que sea, no la ha tenido. Una vez identificado el problema, las Cortes Generales disponen de “libertad de configuración” para aprobar la respuesta que tiene que dársele a ese problema.

Para eso es para lo que existe el órgano Cortes Generales, que es el único que tiene legitimación democrática directa. La ley de amnistía no corrige a ningún órgano judicial. Simplemente constata que ha habido una respuesta insatisfactoria para un problema que tiene que tenerla, porque es un problema nuclear en el funcionamiento del Estado democrático de Derecho. La integración de Catalunya en el Estado es el caso que España tiene en este momento.

No hay nada ni en el ordenamiento español, ni en el de la Unión Europea, ni en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos que suponga un obstáculo a la Ley de Amnistía aprobada este jueves por las Cortes Generales.

sábado, 1 de junio de 2024

Entrevista al escritor y profesor Andreas Malm «El proyecto fundamental de la ultraderecha es defender el privilegio blanco ligado a los combustibles fósiles»

Fuentes: La marea climática [Imagen: Profesor asociado de Ecología Humana de la Universidad de Lund, en Suecia, Malm está interesado en una amplia gama de aspectos de las relaciones de poder en un mundo que se calienta rápidamente y necesita enfriarse con urgencia. Foto: Capitán Swing.]




El escritor y profesor publica nuevo libro en castellano: ‘Piel blanca, combustible negro’ (Capitán Swing, 2024), un ensayo co-escrito con el Colectivo Zetkin que explora la relación del fascismo actual con el extractivismo de recursos fósiles.

Andreas Malm (Mölndal, Suecia, 1977) se conecta puntual a nuestra videoconferencia desde Nueva York. Gesticula mucho y piensa cada palabra profundamente antes de pronunciarla, como reconociendo que los temas son peliagudos y merecen reflexión. Acaba de publicar en España Piel blanca, combustible negro. Los peligros del fascismo fósil (Capitán Swing, 2024), un ensayo espectacular co-escrito con el Colectivo Zetkin, que demuestra que, lejos de la creencia en un posible futuro ecofascista, el fascismo actual se articula en torno a una defensa férrea del statu quo basado en el gas y el petróleo, en estrecha relación con el racismo. Este profesor de la Universidad de Lund (Suecia), temporalmente afincado en Estados Unidos, es capaz de establecer vínculos transcontinentales para examinar un panorama global nada halagüeño marcado por la crisis climática. Elogiado por la mismísima Naomi Klein, su voz es una de las más originales y atrevidas del pensamiento ecologista. Charlamos tranquilamente, más allá de su libro: Gaza, la movilización ciudadana y las políticas de Biden también le preocupan.

¿Cómo surgió este libro? ¿Por qué lo escribiste?
Vivo en Estados Unidos, y no van a pasar muchos meses hasta que Donald Trump vuelva a ser presidente. La primera vez que lo fue [2016], se notaba un estado de shock entre la gente, también en el ecologismo, porque, de repente, teníamos el negacionismo que creíamos parte del pasado en la Casa Blanca. No era un caso aislado: vimos el ascenso de partidos similares, negacionistas, en Europa; en Brasil estaba Bolsonaro… Así que el libro surgió en este momento, y mayormente se redactó en 2019. Era un intento de lidiar con estas fuerzas políticas de la extrema derecha, y con la manera en que negaban la crisis climática y hacían todo lo posible por impulsar los combustibles fósiles.

Luego empezó la pandemia, lo cuentas en el libro… ¿Crees que la COVID-19 cambió la política en general, en el sentido de que supuso un parón para movimientos muy visibles entonces como Fridays for Future [Juventud por el Clima en España], o Extinction Rebellion, y contribuyó a que la derecha se adueñara de nociones como la «libertad» debido a los confinamientos?
La pandemia fue un desastre total para los movimientos ecologistas, pero no creo que se la pueda culpar exclusivamente. Fridays for Future y Extinction Rebellion decidieron que teníamos que suspender nuestras actividades e irnos a casa. Estas decisiones se tomaron en un momento de conmoción e inseguridad, y la gente pensó que era imposible lanzarse a las calles en estas condiciones. Ahora bien, medio año más tarde tenemos el asesinato de George Floyd y las mayores protestas de los Estados Unidos, así que, de hecho, no era imposible una movilización masiva en las calles durante la pandemia, pero el ecologismo quizá no lo sabía. Se tomó esa decisión, que fue, en cierto sentido, suicida, porque mató la ola de movilizaciones de 2019. Y luego esa energía no se recuperó, así que estamos viviendo en la estela de la pandemia, pero no estoy seguro al 100% de que la COVID crease cambios políticos duraderos en nuestros países. En los últimos ocho meses, Palestina está causando un mayor impacto en el escenario político que la pandemia.

Fue un desastre que Trump ganara las elecciones en 2016, y quizá hasta vuelva a ocupar la Casa Blanca, pero ha habido una gran decepción respecto a Biden. Se podría argumentar que su plan climático es un plan de seguridad energética: ha concedido un gran número de permisos de extracción de gas y petróleo. ¿Esto no es otra forma de negacionismo?

Sí. Usamos la metáfora del péndulo en la política estadounidense: entre las medidas aparentemente progresistas de Obama, luego Trump, luego Biden –similar a Obama–, luego otra vez Trump… Los presidentes demócratas, por supuesto, aceptan la ciencia del cambio climático, no son negacionistas en ese sentido, y además han apoyado medidas para la instalación de energías renovables y cosas así. Lo que no han hecho –a eso te refieres– es intentar quebrar el poder de la industria de los combustibles fósiles y poner algún tipo de límite a la extracción [de gas y petróleo]. En el libro hablamos de la relación entre la gobernanza capitalista y el negacionismo más duro de la ultraderecha, una relación antagonista pero también productiva. Claro que existe una diferencia significativa entre las políticas climáticas de Biden y Trump, pero Biden nunca ha intentado ningún tipo de control de la industria de los combustibles fósiles. En consecuencia, ésta sigue ahí, más poderosa que nunca, y favorece a Donald Trump, porque él no tiene la pretensión de hacer nada respecto a la crisis climática, así que los presidentes republicanos son una apuesta segura contra cualquier forma de política medioambiental. Pero la inutilidad de los presidentes demócratas en lo que respecta a la industria fósil es, asimismo, lo que mantiene a esa industria tan bien posicionada y poderosa como para recuperar poder político constantemente a través de un presidente republicano…

No sé si has leído unas declaraciones recientes de Trump: se reunió con los jefes de las principales petroleras y les dijo: «si me proporcionáis apoyo para mi campaña presidencial, me aseguraré de eliminar todas las regulaciones climáticas cuando llegue al poder».

Lo de Biden me sigue pareciendo un tipo de negacionismo. ¿Sabes que está perdiendo apoyos entre la gente joven? En parte por el conflicto en Gaza, pero también por su inacción respecto al cambio climático.
Sí, se puede analizar como un tipo de negación, en el sentido de que niega lo que se debería hacer [en términos climáticos]. Y, por supuesto, respecto a Gaza y el genocidio la negación es extrema.

En el libro cuentas que la inmigración es un tema importante en las campañas de la extrema derecha y cómo se relaciona con la industria fósil. Ahora bien, el cambio climático está provocando, y provocará, millones de refugiados que vendrán a los países de occidente. ¿No podrían esos partidos afrontar el problema para evitar la oleada de refugiados, aunque sea por motivos completamente racistas y xenófobos? ¿Puedes explicar mejor la lógica de su pensamiento?
En la extrema derecha se pueden encontrar algunos ecofascistas argumentando eso mismo, que hay que parar el cambio climático para que los migrantes no vengan, pero estas voces son marginales. En el libro analizamos cómo el proyecto fundamental de la ultraderecha en el norte global es defender los privilegios de los blancos, y estos privilegios están profundamente ligados a los combustibles fósiles y tecnologías derivadas. Eso es lo prioritario. Creo que lo más importante en la mente de la extrema derecha es proteger su vida privilegiada, defender un estilo de vida que es… una isla de afluencia, contra la inmigración, pero también contra cualquier tentativa de cuestionar los coches, la carne, etc. Eso quiere decir que la resistencia a las políticas climáticas domina su agenda.

¿Crees que es posible una Europa y un Estados Unidos completamente fascistas, gobernados por regímenes fascistas, pronto? Quizá nos encaminamos a eso, ya que los partidos (social)demócratas no actúan con contundencia y la derecha promueve activamente el capitalismo fósil, tenemos una política migratoria bastante dura, y además, de fondo está la guerra en Ucrania…
Creo que hay un movimiento que apunta hacia esa dirección, pero no diría que Europa o Estados Unidos estén gobernados por partidos fascistas. Siempre está la pregunta de la definición exacta del fascismo, cuándo empieza… es un debate complicado. La definición que barajamos en el libro gira alrededor de la violencia a gran escala contra la gente no blanca y eso se vincula a la expansión de los combustibles fósiles: es lo que llamamos fascismo fósil. No es completamente imposible que nos acerquemos a ello durante una segunda presidencia de Trump. Por ejemplo, ha dicho que será un dictador para que podamos «perforar, perforar, perforar» [pozos de gas y petróleo], que quiere deportar a 10 millones de personas no blancas, y parece mucho más agresivo que antes en lo referido a eliminar políticas climáticas y promover la extracción fósil sin límites… Claramente, hay una posibilidad, un riesgo de desarrollar políticas mucho más brutales en lo racial y en lo climático que durante su primer mandato. Si las cosas suceden así… quién sabe, sería la hora de empezar a hablar de fascismo.

En Europa las tendencias son similares. Creo que hay una «fascistización». Es útil entenderlo como proceso. Pero, por supuesto, el paisaje político europeo es muy variado. Podemos mirar a España: el PSOE, obviamente, no es un partido fascista. Creo que España no se ajusta a los patrones de una extrema derecha más fuerte, porque a VOX le ha ido muy mal en las últimas elecciones. También en lo referido a Palestina. Desde mi punto de vista, España es uno de los países menos locos de Europa. Suecia, por ejemplo, es terrible, y se encuentra de facto gobernada por un partido que ataca a las personas no blancas y está empeñado en destruir cualquier medida climática.

En el libro hablas de «aparato ideológico del Estado» en el sentido utilizado por el filósofo Louis Althusser, y lo relacionas con el negacionismo inicial de algunas empresas y gobiernos («no existe el cambio climático»), que luego se transformó en greenwashing. ¿En qué momento nos encontramos ahora respecto a las estrategias comunicativas que tienen que ver con el clima, teniendo en cuenta que vivimos en la era del algoritmo? ¿Has pensado en cómo parar la desinformación provocada, por ejemplo, por bots?
No. Otras personas han investigado cómo los bots pueden ayudar a diseminar los mensajes de la extrema derecha, y tienes razón en que las redes sociales han acelerado la difusión de las mentiras. Pero no creo que la principal estrategia comunicativa de las petroleras sea ahora negar el cambio climático; creo que es hablar de la captura de carbono, decir: «estamos investigando estas tecnologías, somos parte de la solución» y, posiblemente, mostrar que podemos continuar con el petróleo y el gas porque hay mecanismos para reducir el CO2. ExxonMobil, por ejemplo, era una empresa inicialmente negacionista y ahora dice que el Santo Grial es la captura de carbono. Eso es una estrategia de comunicación, porque no están invirtiendo mucho dinero, y es extremadamente dudoso que la captura de carbono funcione a gran escala. Pero lo que están haciendo es crear una imagen de sí mismos como empresa que apoya los esfuerzos para sacar el CO2 de la atmósfera. Eso es una forma de negacionismo, de mentira.

Explicas que el amor por la naturaleza siempre ha estado presente en el fascismo tradicional. Me pregunto si esto se puede transformar para implementar regulaciones climáticas o incluso desmantelar el ecofascismo desde dentro.

Mmm… Creo que las pocas tendencias ecofascistas que había cuando estaba escribiendo este libro [2019] han perdido fuelle desde entonces. El ecofascismo fue un intento de la extrema derecha de responder al interés climático de los jóvenes, pero ese interés está silenciado por diferentes razones. Por ejemplo, desde que comenzó la guerra en Palestina, ocupa un lugar secundario en la política; el foco está en Palestina. El ecofascismo está ahí, pero muy débil, y yo no diría que guarda ningún potencial para hacer nada bueno respecto a las emisiones o la destrucción medioambiental en general, porque ataca a las personas no blancas como (en teoría) el origen del problema, ¡y ellos no son el origen del problema! La idea de que si deportamos a la población musulmana de Francia mejorará la situación del clima es un disparate. No va a mejorar nada, ¡sería un crimen horrible! Deberíamos mostrarnos 100% vigilantes y hostiles frente al ecofascismo.

Creo que me he expresado mal. He notado ligeras conexiones entre grupos ecologistas de izquierdas y gente de derechas que tienen que ver con la preservación de la naturaleza, el amor a la tierra, cultiva tu propio huerto…

Sí, hay puntos de convergencia, similitudes, especialmente en lo relacionado con lo local: me mudo al campo y protejo mi finca, y la mantengo limpia y sostenible… Lo que hacemos en el libro es precisamente advertir sobre esa retórica ecofascista. Pretendemos crear conciencia dentro del movimiento ecologista sobre esta corriente política con la que no deberíamos tener ningún contacto ni convergencia retórica. Pero aún se puede encontrar, en los márgenes del ecologismo, a gente que piensa que la sobrepoblación es la fuente del problema.

Para terminar, ¿cómo crees que debería movilizarse la ciudadanía para evitar lo peor? Ya que te enfocas en los partidos políticos y las empresas… ¿qué debería hacer la gente corriente?
Deberíamos recuperar las acciones del movimiento climático que había en 2019, algo similar pero a gran escala, y con mayor diversidad de tácticas. Ahora mismo está todo muy tranquilo, pero los desastres climáticos nos van a golpear en un futuro próximo, en España, en Suecia, ocurre todo el tiempo en el sur global… En algún momento tendremos que responder con una lucha masiva, porque obviamente las clases dominantes y los gobiernos no van a hacer nada al respecto, no por voluntad propia. La gente común, por desgracia, tiene una gran responsabilidad y una gran misión histórica por delante.

Quizá las protestas por Gaza sean una buena señal. Ver a esos estudiantes movilizados, ¿no te da esperanza?
Sí, es fantástico, aunque no tiene mucho que ver con el clima, pero yo mismo estoy muy comprometido con esta causa [Palestina].

Pero tiene que ver con la protección de la vida, con no permitir ciertas injusticias, con romper con las generaciones anteriores en muchos aspectos, es antirracista…

Sí, sí. Hay muchos vínculos con el clima y, por supuesto, las voces contra el genocidio en Palestina expresan que no puede ser normal que decenas de miles de personas sean asesinadas únicamente porque no son blancas, son sólo gente pobre en Gaza, y ¿sabes?, esto tiene implicaciones respecto a la crisis climática, que es una máquina planetaria de matar a gente no blanca, y normalizar su muerte. Claro que es prometedor este movimiento, ojalá crezca.