martes, 18 de septiembre de 2012

Crisis y salud cardiológica. Los ajustes impiden el acceso a los mejores anticoagulantes.

“El ahorro está en hacer las cosas bien”, dice el portavoz de los cardiólogos. La revolución teórica en el tratamiento de la fibrilación auricular, una de las patologías cardiacas más frecuentes, ha chocado con la tozudez de los presupuestos sanitarios. Esta es la descripción de la situación que han hecho esta mañana Ignacio Fernández Lozano, presidente de la Sección de Electrofisiología y Arritmias de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y Alfonso Martín, coordinador del Grupo de Arritmias Cardiacas de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), al presentar su nuevo documento de consenso para el tratamiento de estas patologías. En concreto, se referían a que las sociedades médicas apuestan por los últimos anticoagulantes que han llegado al mercado, que, en contra de los más usados, se dan a dosis fijas y no hay que estar haciendo controles periódicos. Pero son más caros. “Son la opción preferente”, recalcó Martín, “pero hay muchas restricciones”, añadió Lozano. “No es que los médicos no quieran, es que no pueden indicarlos”, añadió el urgenciólogo.

 Los recelos de los gestores tienen un claro origen. El envase de 60 unidades del acenocumarol (el principio activo del Sintrom, el anticoagulante clásico) cuesta, según el Vademécum, 1,89 euros; el del posible sustituto, el dabigatran, cuesta 98,35 euros. “Si se compara caja a caja, es mucho más caro”, admite Lozano. Pero el cardiólogo recuerda que para el primero hay que hacer unos controles periódicos que el segundo evita. “En ese precio no se incluyen los análisis, la enfermera, la tira radiactiva… Y luego está el mayor riesgo de ictus, y eso sí que es caro”, afirma. Martín le da la razón: “En estas patologías, lo caro no es la medicación, son los ingresos”, añade. Y un fármaco más sencillo de tomar “aumenta la adhesión [el cumplimiento por parte del paciente de las pautas de la medicación]”, dice. Y es que una de las diferencias entre ambos productos es que el primero tiene una dosis variable que hay que ir ajustando según las analíticas del paciente; el segundo se da a dosis fijas, lo que supone, por un lado, que es más fácil de administrar, y, por otro, que es más sencillo de controlar...

Pese a todo, Lozano está convencido de que “sin crisis, el Sintrom se estaría retirando más deprisa. Los nuevos anticoagulantes lo desplazarían”... Leer más aquí en El País.
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Foto del autor: Playa de Sanlúcar con el Parque de Doñana al fondo.

El engaño autonómico

Los conflictos territoriales de hoy nacen de las mentiras vertidas ayer para lograr la adhesión popular.

El Estado de las autonomías ha sido un engaño. Su fundamento consistía en ofrecer a cada comunidad una promesa de derechos de autogobierno, a lo que se añadía, como señala el artículo 150 de la Constitución de 1978, una cesión de «facultades» con «la correspondiente transferencia de medios financieros», que iba a poner en manos de los gobiernos autonómicos un volumen considerable de recursos. En la concesión de derechos políticos no se llegó a lo que se esperaba, frenada por todo tipo de obstáculos, e incluso sometida a retrocesos. Pero todo se fue pasando por alto mientras el maná presupuestario, al que se añadía una parte de las ayudas europeas, proporcionó a las autonomías dinero para gastar y malgastar. Todo marchó más o menos bien hasta que el desastre financiero del 2008 agotó los recursos del Estado, que en estos momentos no puede atender a los problemas de aquellas, porque necesita otros 4.500 millones de euros para seguir arrojándolos al pozo negro de Bankia (porque ¡váyase a saber los cocodrilos que podrían salir de ahí!)

 En estas circunstancias el tinglado se ha venido abajo. Que la vertiente política del sistema fuese una farsa lo ha puesto en evidencia la señora Cospedal cargándose el Parlamento de Castilla-La Mancha sin ningún escrúpulo (resulta sorprendente el empeño de esta señora en reclamar a los demás que cumplan la Constitución, cuando muestra tan solemne desprecio por su título octavo). Otra cosa es la segunda parte del trato, el reparto del dinero, como lo ha venido a recordar el presidente de la comunidad extremeña, que no se muestra dispuesto a ceder la parte que le corresponde. No es verdad, como se dice con frecuencia, que el despliegue autonómico hubiera de modificarse como consecuencia del malestar de los militares, y que fuera el golpe del 23 de febrero de 1981 lo que obligó a imponer las limitaciones de la LOAPA. Tanto Felipe González como Leopoldo Calvo-Sotelo han insistido en que las reformas se habían puesto en marcha con anterioridad y, por lo menos en este punto, hay que admitir que dicen la verdad.

Lo que me mueve a hablar de engaño es la comprobación de cuán limitadas eran las intenciones reales de quienes pusieron en marcha el Estado autonómico, contradiciendo lo que dejaban creer en sus manifestaciones públicas. Podemos tomar como ejemplo el caso del PSOE, que en el manifiesto de la Plataforma de Convergencia Democrática, de la que era el miembro más destacado, afirmaba: «La Plataforma de Convergencia Democrática, consciente de la existencia de nacionalidades y regiones con personalidad étnica, histórica o cultural propia en el seno del Estado español, reconoce el derecho de autodeterminación de las mismas y la formación de órganos de autogobierno en las nacionalidades del Estado desde el momento de la ruptura democrática y propugna una estructura federal en la Constitución del Estado español». La Plataforma se disolvió en marzo de 1976, para fundar Coordinación Democrática con la Junta Democrática y transformarse en una organización aún más amplia, y no menos radical en sus promesas: la Plataforma de Organismos Democráticos, que se fundó el 23 de octubre de 1976.

 Pues bien, según nos cuenta Juan María de Peñaranda en un libro reciente, aquel mismo 23 de octubre de 1976 se reunieron, en una suite del hotel Princesa-Plaza de Madrid los comandantes Faura y Cassinello (que llegaría más adelante a teniente general), y dos dirigentes del PSOE, Felipe González y Alfonso Guerra, que estaban en aquellos momentos negociando la legalización de su partido. En la entrevista, «que duró tres horas largas en un ambiente de extrema cordialidad», Felipe González definió «la actitud de su partido» respecto de la política española. Respecto de la concepción del Estado, que era lo que más angustiaba a Cassinello, se expresó de tal modo que Peñaranda, que participaba en la reunión, nos dice: «Los representantes del Seced nos sentimos reconfortados con tan patriótico e inesperado lenguaje».

 Se pasó entonces a otro de los temas fundamentales, que era el del «nacionalismo». En este terreno Felipe González se encargó de dejar bien claro que nunca toleraría los «conciertos económicos»: «¡Nosotros no vamos a pasar por ahí en la vida! Detrás está en realidad la defensa de los intereses económicos de la alta burguesía catalana». Pero tampoco se sentía más generoso respecto de las concesiones en el terreno de la política. Le preocupaba que en Catalunya los comunistas tuviesen «mayor implantación que el PSOE en la base obrera inmigrada», y se disponía a luchar en este terreno buscando un entendimiento con los grupos socialistas catalanes que existían en aquellos momentos. Pero se cuidó de dejar claro que no iba a permitir un partido socialista catalán autónomo: «¡Esto ni hablar!»

Las diferencias entre este lenguaje y el de los manifiestos con los que se buscaba la adhesión popular y, en un inmediato futuro, el voto, me parece que justifican plenamente un calificativo como el de engaño. De las mentiras de ayer surgieron, en definitiva, los conflictos de hoy. Josep Fontana. El Periódico. Josep Fontana es Historiador. Fuente: http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/engano-autonomico-2205180

lunes, 17 de septiembre de 2012

Joseph Stiglitz: “Un dólar un voto expresa el fracaso de la democracia”

Joseph Stiglitz: “Un dólar un voto expresa el fracaso de la democracia”

 El escritorio de Joseph Stiglitz es caótico, con papeles en todas direcciones. Es imposible ver el fondo. Sobre ellos, dos latas de Coca-Cola Light. No quedaba otra que poner la grabadora sobre tan frondoso forraje, de casi cuatro dedos de espesor. Su despacho en la Universidad de Columbia mira a la biblioteca. Está en la octava planta, altura suficiente para ver el perfil de Manhattan, corazón del capitalismo. Pero el calor pegajoso del verano se ocupó de poner una capa blanca de humedad para evitar distracciones.

 Stiglitz, economista jefe del Banco Mundial hasta 2000 y Nobel de Economía en 2001, publica en España su último libro, en el que explica las causas por las que la desigualdad crece tan rápido en EE UU y trata de anticipar su impacto económico. Una obra que nace de un artículo que escribió en Vanity Fair, un vehículo poco usual para los académicos, y cuyo título se convirtió hace un año en el lema del movimiento social de protesta Ocupemos Wall Street. “El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita”, señala el autor. De alguna manera, este trabajo es una vuelta a su origen, ya que la desigualdad en un contexto de crecimiento económico fue el tema de su tesis doctoral. Ahora explica que los mercados no son ni eficientes ni estables y tienden a acumular la riqueza en las manos de unos pocos. Trata de lanzar un debate en torno a El precio de la desigualdad. Cómo la división social pone en peligro nuestro futuro (Editorial Taurus).

 Como si tratara de inyectar moralidad al capitalismo. El día de la entrevista, la revista New York lanzaba en su portada una pregunta que, por un lado, revela la nostalgia que los estadounidenses tienen sobre su pasado y, por otro, evidencia en su respuesta la polarización actual del debate en una sociedad inmersa en una batalla ideológica constante.

 ¿Está América muerta?
[Se ríe] Eso es una hipérbole, una exageración.

 Pero ¿incita a la reflexión?
Cierto, porque claramente algo no funciona.

¿No cree que hay cierta obsesión de los estadounidenses con su propio declive?
Hay un consenso amplio y muchas obras escritas sobre la cuestión. Resaltan que el concepto que tiene América de sí misma –ser número uno en todo– ya no está tan claro como antes. Seguimos siendo la economía más grande del mundo, pero China lo será en breve y no hay nada que se pueda hacer contra eso. Ya no somos la economía que crece más rápido, ni tenemos la renta por habitante más alta. Somos la mayor potencia militar, pero no somos capaces de resolver ningún problema. Mi libro aborda esa preocupación general. Además del sentimiento de ser número uno, EE UU se veía como un país con igualdad de oportunidades, como una sociedad justa. Esos eran los principios básicos sobre los que pensábamos que nos distinguíamos de los demás.

 La igualdad de oportunidades, la idea de llegar a lo más alto, es una de las bases del sueño americano. Es una noción muy fuerte de una sociedad justa. Fue lo que hizo que la gente emigrara hacia EE UU, buscando sus sueños. Ya no es cierto y es devastador para el concepto que los americanos tienen de sí mismos.

¿Pero el sueño americano es diferente para cada persona? ¿No significa necesariamente llegar a lo más alto?
Hay varios aspectos. El esencial es que cada generación va a ser mejor que la que le precedió, que cada persona va a mejorar cada año. Y eso tampoco es válido ahora. El sueldo de un asalariado adulto en EE UU es hoy inferior al que existía en 1968. El hijo de un empleado que entonces trabajaba en una planta de ensamblaje en Detroit gana menos que su padre.

 Ese problema lo tiene también España. Es cierto que otros países están en una situación similar. Pero el problema para EE UU es que esto formaba parte de su identidad. Éramos una sociedad dinámica. Pero ahora EE UU es la sociedad con menos igualdad de oportunidades entre todas las naciones avanzadas.

¿Cuándo se produjo ese cambio?
El punto de inflexión, el principio del fin, fue 1989. Cuando se marchó Ronald Reagan y llegó George Bush. En lugar de una comunidad que luchó junta contra Hitler, se convirtió en cada persona luchando por sí misma. Empezaron a romperse los sindicatos. Se quitó de en medio a gente como Paul Volcker [expresidente de la Reserva Federal], que entendía las finanzas, y se puso en su lugar a Alan Greenspan, favorable a la desregulación. Se rebajaron los impuestos a los ricos. No pasó de la noche a la mañana, fue un proceso que dura hasta hoy...
...
Si el poder sirve a la avaricia, ¿cómo puede romperse ese círculo vicioso del que habla?
En EE UU hemos puesto el logro de ganar dinero por encima de cualquier otra cosa. En una sociedad que destaca la retribución monetaria, tenemos un mal equilibrio. En mi libro hablo de los planes de incentivos y su efecto destructivo. Mucha gente que trabaja no lo hace para ganar dinero, sino para vivir. Pero si eres el presidente de una compañía, ¿por qué no haces lo mismo? El argumento de que es porque tienen un trabajo más duro es absurdo. El trabajo hay que hacerlo bien. Los incentivos son importantes, pero no son la vía.

El ejemplo podría ser Wall Street, donde parece que se premia más el fracaso que el buen trabajo. Por eso hay que tener reglas que permitan poner freno a los abusos. Siempre habrá gente que solo piense en enriquecerse. Y en una industria que se dedica a ganar dinero, entonces esperas que esos abusos sean aún mayores. Nadie lo espera de un profesor que se dedica a educar a niños. Pero si trabajas para un banco, vas a hacer dinero, por eso hay que ser más cauto en el sector financiero.

Su Premio Nobel fue por la teoría de la información asimétrica. ¿Se puede aplicar al escándalo de Barclays por la manipulación del tipo interbancario?
Totalmente.  En Barclays sabían lo que hacían, manipulando el tipo de interés y ganando dinero con ello. Transparencia en el sector bancario es un sinónimo del concepto de información asimétrica. En el caso del Libor, no había transparencia, porque con transparencia hay más competencia y con competencia se reducen los beneficios. Es la avaricia.

Pero en este caso de nuevo fallaron los reguladores. Incluso el Tesoro de EE UU sabía lo que pasaba, pero se limitó a mandar una carta como respuesta en lugar de actuar. Se sabía lo que ocurría, pero no lo fácil que era manipularlo.
Por eso el aspecto realmente preocupante de este caso es que el regulador tenía la competencia de investigar lo que estaba pasando más en profundidad y no lo hizo. Ni siquiera Geithner volvió a preguntar si se había corregido el problema. La admisión del secretario del Tesoro de que sabía lo que pasaba y no hizo nada, más allá de mandar un e-mail, es consistente con la visión que tiene el público de que están todos en la misma cama. Y esta es otra fuente de desigualdad: coger dinero de otro de una manera que destruye riqueza. Por eso es importante, muy importante, tener un sistema bancario del que te puedas fiar.

Usted considera que la solución a la crisis en Europa no es adecuada porque retira la demanda del sistema y no restaura la confianza.
La austeridad es uno de los temas de debate también en la campaña electoral en EE UU. La austeridad va a tumbar la economía. Se está viendo en España, en Grecia, en Reino Unido. Tratar de reducir el Gobierno va a empujar a EE UU hacia el mismo experimento que está haciendo Europa, y eso será desastroso. Hasta el Fondo Monetario Internacional se dio cuenta de eso y dice que la desigualdad es mala para la economía, porque eleva la inestabilidad. Esto no se escucha decir de los líderes europeos ni de los estadounidenses, y eso que la ciencia es muy clara al respecto. Obama lo dice poco. Se ignora la cuestión públicamente. La austeridad en periodos económicos como el actual es mala por varios motivos. La gente que no tiene trabajo se empobrece. Y con un alto nivel de desigualdad, los salarios bajan. Y la austeridad lleva a cortar gasto en cosas importantes, como la educación y la salud. Por eso estos planes de austeridad acrecientan los problemas de la desigualdad, lo que a su vez es una de las razones de la debilidad económica actual.
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LA VOZ ECONÓMICA QUE ALERTA A AMÉRICA

Joe Stiglitz fue miembro del consejo que propone la estrategia económica del presidente de EE UU durante la Administración de Bill Clinton, entre 1993 y 1997. En la actualidad, además de ser profesor en la Universidad de Columbia, preside la International Economic ­Association, vinculada a la Unesco.

En 2001 ganó el Premio Nobel de Economía junto a George A. Akerlof y A. Michael Spence “por sus análisis de los mercados con información asimétrica”. Stiglitz nació en Gary (Indiana) en 1943, curiosamente también el lugar de nacimiento del primer Nobel de Economía, Paul Samuelson. En su nuevo libro denuncia que EE UU tiene el mayor nivel de desigualdad de las economías avanzadas y repite que en Europa hay más movilidad social.


Seguir leyendo aquí en El País.
Joseph Stiglitz acude a la asamblea del 15-M
El BCE oxigena los mercados

La manía de identificar a España con el extremismo

El presidente de la Generalitat tiene la costumbre de presentar continuamente a España como si fuera una de las partes de un enfrentamiento entre dos principios absolutos opuestos entre sí

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, tiene la molesta costumbre de presentar continuamente a España como si fuera una de las partes de un enfrentamiento entre dos principios absolutos opuestos entre sí. Pero esa imagen maniquea es falsa porque España no es unánime ni uniforme, como tampoco lo es Cataluña.

 Resulta casi insultante esa voluntad de identificar a España con la posición política más extremista, como si no existieran voces que defienden cosas distintas, como si no existieran españoles federalistas igual que existen españoles centralistas, o como si Cataluña y España fueras asuntos de única naturaleza. Como si Andalucía fuera parte de la Castilla de Felipe II y la Comunidad Valenciana una excrecencia de Madrid.

Es Artur Mas quien se empeña en ver una España unánime, igual que ve una Cataluña unánime, donde existen sociedades complejas y múltiples.

 La manifestación celebrada en Barcelona es un síntoma importantísimo del estado de ánimo de una parte decisiva de la sociedad catalana. Pero es un síntoma y no sustituye ni se traduce automáticamente en procesos políticos institucionales. Quien da el paso en esa dirección es Mas poniendo a la Generalitat al frente de una estrategia muy complicada que arrastra a su partido y que, si no lo remedia pronto, puede arrollarle.

 El presidente necesita urgentemente encontrar estaciones intermedias si no quiere ser responsable de una dinámica insensata, que deje en manos de los más radicales la legitimidad, sin la posibilidad de acordar una paz intermedia que no sea la independencia. Afirmar que si no consigue el pacto fiscal (de imposible encaje en la actual Constitución) “se abre el camino a la libertad de Cataluña” es una metáfora desafortunada, primero porque implica que los catalanes no son libres (lo que puede ser una noticia inesperada para la mayoría de ellos) y segundo porque vincula “libertad” con financiación.

 Cuanto más huyan los políticos de las metáforas durante esos días, mejor para todos. De lo que algunos estamos fatigados no es de la relación entre Cataluña y España, por muy tensa que sea, sino de la afición a enmascarar un problema político en un lenguaje metafórico de afectos, en los que es imposible acordar nada porque tan legítimo sería el sentimiento del catalán independentista que quiere un Estado propio como el del español centralista que “siente” que España incluye a Cataluña. Tan legítima sería la falta de afecto de los catalanes por España como la inclinación de los españoles por Cataluña. Con eso no vamos a ningún lado... Soledad Gallego-Díaz. Leer más en El País.

Mucho estrés y poca autonomía: mayor riesgo para el corazón

Estar en un trabajo exigente, estresante y -encima- no tener mucha autonomía o poder de decisión sobre él es malo, algo bien sabido por cualquiera que viva o haya vivido esa situación.

 Pero esa es también una mala combinación para la salud del corazón, de acuerdo a un equipo de investigadores británicos que analizaron 13 estudios europeos, sobre más de 200.000 casos y hallaron que la "tensión laboral" estaba asociada a un incremento del 23% de ataques cardíacos y muertes por enfermedades cardiovasculares.

 Sin embargo, como factor de riesgo para el corazón éste es mucho menor que fumar o no practicar actividades físicas, según señala el reporte publicado en la revista médica Lancet.

 De hecho, de acuerdo con los científicos, eliminar la tensión laboral podría prevenir un 3,4% de los primeros episodios cardíacos, una cifra que treparía al 36% si todo el mundo dejara de fumar.

 Libertad
El equipo que presentó la investigación, que pertenece al University College London, dijo que cualquier ocupación puede llevar al desarrollo de tensión laboral (que es un tipo específico de estrés), pero que es más común entre los trabajadores menos calificados.

 Por ejemplo, un médico que tiene que tomar muchas decisiones importantes en su trabajo estaría menos predispuesto a desarrollarla que alguien que cubre un turno en una línea de montaje.

 El trabajo publicado en Lancet buscó analizar los resultados de 13 estudios, para intentar aclarar esta cuestión.

 Al inicio de cada uno los 13 estudios que analizó el trabajo publicado en Lancet se les preguntaba a los participantes si padecían de una excesiva carga de trabajo o si el tiempo que se les daba para completar las tareas era insuficiente. También se indagaba acerca de cuánta libertad sentían tener a la hora de tomar sus propias decisiones en el trabajo.

 Luego se los separó en grupos: por un lado los que tenían tensión laboral, por otro los que no. Y a cada grupo se le hizo un seguimiento de siete años y medio.

 Mika Kivimaki, del equipo de investigadores del University College London, dijo que su trabajo "indica que la tensión laboral está asociada con un pequeño pero consistente incremento en el riesgo de sufrir un primer episodio de enfermedad cardiovascular, como un ataque cardíaco".

 Cómo manejar la presión
Kivimaki dijo que la evidencia sobre el efecto directo de la tensión laboral sobre el corazón no era unívoca.

 Le dijo a la BBC que la tensión laboral está vinculada a otros elementos dañinos para el corazón. "Sabemos que los fumadores con tensión laboral son propensos a fumar más y que la gente activa que padece tensión laboral tiene tendencia a volverse menos activa, lo que está asociado con la obesidad".

 "Si uno tiene mucho estrés en el trabajo, aún puede reducir el riesgo si lleva un estilo de vida saludable".

 La Fundación Británica del Corazón dijo que la clave está en cómo la gente reacciona al estrés laboral.

 "Sabemos que cuando uno sufre estrés en el trabajo y no está en posición de cambiar esa situación, el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas puede incrementarse", dijo su director médico, Peter Weissberg.

 "Este gran estudio lo confirma, pero también demuestra que el efecto negativo de la tensión laboral es mucho menor que, por ejemplo, el daño causado por fumar o la falta de ejercicio".

 "Aunque a veces no se puede evitar el estrés en el trabajo, la forma en que uno maneja la presión es importante, y encender un cigarrillo no es una buena noticia para el corazón. Comer una dieta equilibrada, realizar ejercicio en forma regular y dejar de fumar compensarían de más cualquier riesgo asociado con el trabajo", agregó Weissberg. BBC.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Stiglitz advierte de que pedir el rescate podría ser un "suicidio" para el Estado español

El premio Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz ha advertido de que si el Estado español opta por solicitar la ayuda del BCE a cambio de unas condiciones de austeridad como las impuestas en países como Grecia, estaría cometiendo un «suicidio». En una entrevista con Efe, Stiglitz ha dejado claro que la oferta del Banco Central Europeo de una compra ilimitada de bonos a cambio de satisfacer condiciones aún no especificadas «suena claramente a rescate» y a una oferta de ayuda «a cambio del suicidio».

 A juicio del estadounidense, que ha promocionado en Madrid el libro ‘El precio de la desigualdad’, la cuestión es saber si lo que las autoridades monetarias pretenden es ayudar a los ciudadanos o a los bancos que incurrirían en pérdidas en caso de que el Estado español no pudiese refinanciar su deuda.

 Muy crítico con las políticas de austeridad a ultranza, el Nobel de Economía de 2001 tiene claro que Europa debería poner el foco en el crecimiento y la inversión si quiere reestructurar su economía, y cree que «el diagnóstico alemán está absolutamente equivocado» cuando acusa a Estados como el español de gastar demasiado.

 De hecho, si el Estado español no solo no ha conseguido salir de la depresión, sino que cada vez profundiza más en ella, es porque los funcionarios internacionales han «subestimado» la magnitud de la crisis que provocarían con sus recetas de austeridad, según Stiglitz.

 Aunque intenten achacar la responsabilidad al Estado español por incumplir sus objetivos fiscales, la culpa es de un error de diagnóstico del problema y unas recetas equivocadas, añade.

 Por este motivo aconseja al Ejecutivo de Rajoy que trate de buscar una fuerte alianza con el Estado francés, Italia o Portugal frente a Alemania con el objetivo de cambiar el marco europeo. Y si esto no funciona, apunta hacia una fractura del euro como mal menor frente a una depresión de la que no se ve la salida.

 «Se puede ser miembro de la UE sin compartir una misma moneda. Los arreglos de divisas a menudo han sido relativamente a corto plazo», remacha Stiglitz con el ejemplo de los treinta años que duró el patrón oro establecido en Bretton Woods (1944-1971).

 A pesar de que reconoce que la ruptura fue «dramática» hasta que el mundo se acostumbró a otro sistema.

 En todo caso, el mejor escenario para Stiglitz sería que Alemania diese su brazo a torcer y aceptase mutualizar la deuda europea, ordenar un marco bancario común «rápidamente» y promover una armonización fiscal.

 La cuestión es superar ideas «falaces» -según su definición- como que la economía de un país es como la de una familia. «Si una familia recorta en su gasto no tiene ningún efecto en la sociedad. Si un gobierno recorta, la demanda total caerá y el paro subirá. Y la capacidad de devolver lo que debe baja, sus ingresos impositivos caen y su gasto en desempleo y programas sociales sube», enumera Stiglitz.

 Para el estadounidense este es «exactamente el razonamiento por el que Europa está fallando», y los déficit en los presupuestos no han mejorado como la gente esperaba.

 «Las consecuencias han sido distintas de lo que esperaba la gente que dice que un país debe gobernarse como una economía doméstica», afirma el catedrático de Economía en la Universidad de Columbia, para quien la recesión no es el momento adecuado para recortar el gasto.
 Fuente: http://www.naiz.info/es/actualidad/noticia/20120915/stiglitz-advierte-de-que-pedir-el-rescate-podria-ser-un-suicidio-para-el-estado-espanol
Foto: En Sanlúcar, Bonanza desde Bajo Guía.

Cómo han sido los procesos constituyentes en España

De la Revolución Gloriosa al pacto de la Transición
Una Constitución sin un proceso de toma de palabra popular no es nada.
Esa es la conclusión del autor después de repasar las diferencias entre los procesos de 1869, 1931 y 1978.
Pasos hacia un proceso constituyente 
 Es hora de inventar una salida política

Desde la promulgación del Estatuto de Bayona de 1809 y la Constitución de Cádiz de 1812 son varias las cartas magnas que se han promulgado en el Estado español. Algunas no llegaban ni a constitución, como el Estatuto Real de 1834 que era una Carta Otorgada. Otras no llegaron ni a nacer, caso de la conocida como Constitución Non Nata de 1856.

 Pero de todas las constituciones, las que más nos interesa para un análisis pormenorizado de su proceso, por su carácter revolucionario o con características peculiares, destacaríamos la de 1869, producto de la Revolución Gloriosa que dio paso al Sexenio Revolucionario; la de 1931, producto de la Segunda República española, y la de 1978, que es la vigente. Vamos a poder comprobar cómo los procesos que generan la de 1869 y la de 1931 son muy distintos a la que genera la de 1978. Esto sirve para dar una lectura a lo que en la actualidad está sucediendo. En 1868 la situación del país había llegado a un punto insostenible. La inestabilidad de los distintos gobiernos del reinado de Isabel II y las aventuras coloniales convertidas en estruendosos fracasos (como la Guerra de África y la paz de Wad Ras) pasan factura a la monarquía. Las fuerzas de la oposición al régimen isabelino (liberales, demócratas y republicanos) se unen en el Pacto Ostende, que logra en septiembre de 1868 expulsar del país a Isabel II. Tras la búsqueda rápida de un nuevo rey, que recae en la figura de Amadeo de Saboya, se promueve la elaboración de una nueva constitución que supera a la de 1845.

 La Constitución de 1869 era la más avanzada a su época. Se establecía el sufragio universal masculino. Se aprobaban leyes de asociación de carácter democrático que llegaban a España muchos años después de las mismas conquistas en Europa tras la Primavera de los pueblos de 1848. La Revolución de 1868 trae consigo un fuerte sentimiento de debate y de organización. Las fuerzas republicanas, divididas en diversas facciones, van creciendo en influencia. Se produce también la fundación del movimiento obrero organizado en la Federación Regional Española.

 No estamos solo ante una constitución, sino un cambio de tendencia en la política española. A la abdicación de Amadeo I como rey de España, le sucede la proclamación de la República en febrero de 1873. La nueva forma de régimen, que parte en una posición de debilidad, intenta promulgar una nueva constitución de carácter federal que es frenada por los sectores más reaccionarios de la sociedad española. Las guerras carlistas y la represión contra el movimiento cantonal sirven como excusa para el golpe de Estado de Pavía en enero de 1874 y el pronunciamiento en Sagunto por Arsenio Martínez Campos, que devuelve el poder a la Casa Borbón en la persona de Alfonso XII. Si el movimiento revolucionario había venido con motivo de un diverso movimiento popular, el retorno de la monarquía se produce a través de un golpe de Estado y de la fuerza de la armas. Se ponía así fin a la primera experiencia democrática española. En parte un proceso semirupturista, pues la simbología no llegó a cambiar (no dio tiempo a ello) y determinados sectores reaccionarios siguieron manteniendo influencia en la órbita de poder.

 Habría que esperar muchos años para ver un proceso similar. La Constitución que se promulga en 1876, y que da paso al régimen de la Restauración, da su carpetazo final con la proclamación de la Segunda República en 1931. El advenimiento republicano viene precedido por un movimiento popular alrededor del mismo. Durante toda la dictadura de Primo de Rivera (último intento de la dinastía borbónica de salvaguardar los muebles ), republicanos y anarquistas, de forma mayoritaria, se lanzan a una oposición frontal contra la dictadura y la monarquía. El proceso que se inicia en enero de 1930 con la dimisión de Miguel Primo de Rivera es mucho más profundo que una mera unión de republicanos, como siempre se ha querido presentar. El movimiento obrero libertario participa de lleno en un proceso destituyente de la monarquía. La unificación de fuerzas populares a través de huelgas, de movilización social, de contacto con los sectores más progresistas del Ejército, etc., posibilitan que las elecciones municipales de abril de 1931 se conviertan en plebiscitarias. La victoria en las principales capitales de provincia de los republicanos, como reflejo de esa oposición a la monarquía, viene motivada por todo lo anterior y no por el Pacto de San Sebastián solamente.

De hecho, las fuerzas firmantes del Pacto de San Sebastián no se planteaban la proclamación de la República una vez conseguido el éxito electoral. Es el pueblo, la voluntad popular, la que proclama la República aquel 14 de abril de 1931 y hace que el gobierno provisional de ese Pacto de San Sebastián tome el poder.

 A partir de entonces ese gobierno se ve obligado a legislar a favor de ese pueblo que le ha aupado al poder. Unas veces acertó (como en los avances educativos) y otras fracasó estrepitosamente (como en la reforma agraria). Aquí está la raíz de la oposición anarquista a las medidas republicanas. Las elecciones posteriores a la proclamación de la República son constituyentes y esa Constitución de 1931 es producto de todo el movimiento revolucionario generado. La ruptura con el pasado es total. Se cambia los símbolos, las estructuras políticas, los modos de funcionamiento, etc. Dejando a un lado los problemas estructurales de la República, las fuerzas reaccionarias vuelven a poner fin a la experiencia con un golpe de Estado y una cruenta guerra de exterminio contra sus enemigos. Una Guerra mantenida por una parte del Ejército, la derecha política, el clero y los sectores conservadores y pudientes de la sociedad.

 Viendo estos dos antecedentes, tanto el de 1868 como el de 1931, cabe preguntarse si tiene semejanza con el proceso que se inicia en España tras la muerte del Franco y desemboca en la Constitución de 1978. La respuesta es no. Mientras las dos anteriores constituciones proceden de momentos de ruptura revolucionaria, donde las fuerzas emergentes y alternativas son las que llevan la iniciativa, en 1978 en España se produce un pacto tácito entre las fuerzas franquistas y un sector de las fuerzas oposición al franquismo. El pacto significó el continuismo del régimen franquista.

 La ilegitimidad del régimen franquista, impuesto tras un golpe de Estado y una guerra, adoptaba una posición de “legitimidad” con la Constitución de 1978. No se produce ninguna ruptura con el pasado. La Carta Magna ratifica como Jefe de Estado a aquel que había designado Franco para sucederle. La ruptura con el franquismo queda frenada por la Ley de Amnistía, que dejaba en el olvido los crímenes de la dictadura. Las estructuras políticas fueron transformadas. Unos se adaptaron a las nuevas circunstancias (socialistas y comunistas) mientras otros fueron reprimidos por no adaptarse (anarquistas, extrema izquierda, etc.) Se anulaba cualquier posibilidad de oposición real. Se establecía un sistema electoral que favorecía a las castas políticas de los partidos mayoritarios. Se amparó el régimen capitalista emergente.

 El ejemplo lo tenemos en el propio PSOE. Al ganar las elecciones de 1982 promueve la creación de un “Estado del bienestar” con el único objetivo de destruirlo como parte del plan neoliberal que hoy está brotando con fuerza. No fue una constitución del consenso como se quiere presentar. Se hizo bajo una campaña de miedo y engaño provocando para que la gente la aceptara como “mal menor”. Por mucho que intenten maquillarlo, esa Constitución nada tiene que ver con la de 1869 o la 1931. La que más se le asemeja es la de 1876. Aunque mantiene el sufragio universal, legitima un poder del Estado surgido de la fuerza de las armas, ilegal y fomenta el bipartidismo (ayer conservadores-liberales, hoy PP-PSOE). Su promulgación no vino precedida de ningún movimiento revolucionario. Muy por el contrario, para llegar a promulgarla, tuvieron que eliminar a la oposición revolucionaria a la misma. Las cortes surgidas tras las primeras elecciones en 1977 no solo vetaron a las candidaturas republicanas sino que ni siquiera se presentaron como constituyentes. El modelo de representación sindical era el franquista (modelo vertical) pero aplicado a un número mayor de sindicatos que aceptase las reglas del juego surgidos tras los Pactos de la Moncloa. Aquellos que se negaron (como la CNT) no solo quedaron fuera de juego sino que sus propias actividades no tendrían ningún reflejo en la prensa y medios de información. Y, como broche entre otras cosas, la bandera y el himno siguieron siendo los mismos que en el franquismo. Todos esos pactos que se firmaron entre 1975 (o incluso antes) y 1978 hoy han caducado. La cuestión es si el cambio sistémico que se prepara o se intuye tendrá componentes revolucionarios y transformadores como los de 1868 o 1931 (no como paradigma pero si como ejemplo popular) o volverán a redundar en lo cosechado en 1978 caminando hacía la “legalización” del capitalismo más salvaje.

 Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Como-han-sido-los-procesos.html

viernes, 14 de septiembre de 2012

La II Guerra Mundial todavía esconde secretos.

Durante la investigación de su nuevo libro, una historia global del conflicto que publicará la semana que viene en España la editorial Pasado y Presente, el prestigioso historiador Antony Beevor se topó con una desagradable sorpresa. El Ejército estadounidense y el australiano prefirieron no divulgar una atrocidad japonesa al final del conflicto: el canibalismo y el uso de prisioneros de guerra como “ganado humano”, que eran mantenidos con vida solo para ser asesinados de uno en uno con el objetivo de ser devorados. Esta salvajada formó parte, según los datos recogidos por el escritor británico, de “una estrategia militar sistemática y organizada”.

 “Las autoridades aliadas, comprensiblemente, por temor al horror que esto podría causar en las familias de aquellos que murieron en campos de prisioneros, decidieron ocultar los hechos totalmente”, explica por correo electrónico Beevor, que se encuentra promocionando en Australia su libro, publicado en junio en inglés. “Por ese motivo, el canibalismo no formó parte de los delitos juzgados en el Tribunal de Crímenes de Guerra de Tokio de 1946”...

La II Guerra Mundial es una fuente infinita de historias y horrores y Beevor rescata muchas en este volumen, desde cómo los nacionalistas chinos sobornaron a las tríadas de Hong Kong para evitar matanzas de extranjeros hasta la guerra bacteriológica en Italia. Tras el desembarco aliado, los nazis inundaron grandes extensiones de terreno en Pontino, introdujeron el mosquito anofeles y confiscaron la quinina. Unas 55.000 personas contrajeron la malaria al año siguiente.

Leer más aquí en El País.

jueves, 13 de septiembre de 2012

El futuro de la lectura

El futuro de la lectura ya no será lineal, sino radial
Los libros electrónicos permiten saltar a imágenes, música o diccionarios
Las ediciones en papel serán un lujo y un placer. Con todo, los expertos animan a no perder la capacidad de leer con atención

eemos todos los días. A todas horas. Inconscientemente. La información nutricional de la caja de cereales, las señales de tráfico, la factura de la electricidad, las vallas publicitarias. Conscientemente. Una novela de Jonathan Franzen, el periódico, el muro de Facebook, los resultados de una búsqueda en Google. Somos más lectores que nunca. Pero desde hace tiempo utilizamos esa vieja palabra, leer, para nombrar un acto que está en transición. Que no es lo que era. La lectura está cambiando y, con ella, nosotros, los lectores.

 Día tras día leemos titulares sobre la desaparición del libro físico y los correspondientes desvelos de editores, libreros, bibliotecarios, pero, cuestiones de mercado aparte, nosotros, los lectores, ¿cómo leeremos en el futuro? ¿Qué entenderemos por libro? ¿Qué entenderemos por leer? ¿En qué soportes leeremos? ¿Cómo hablaremos de libros? ¿Dónde conseguiremos los libros?

 1 Una vieja tecnología. ¿Qué entenderemos por libro?

 “La tecnología es todo aquello que fue inventado después de que tú nacieras”. La cita es del ingeniero informático Alan Kay y hace referencia a esa idea generalizada de que tecnología es sinónimo de nuevo. Los ordenadores, los móviles, los GPS son tecnología. ¿Los libros? También, insiste Joaquín Rodríguez, editor, autor y responsable del blog Los futuros del libro. “Aunque nos preceda nueve siglos y sea algo natural en nuestras vidas”. El libro es una tecnología para muchos inmejorable: compacta, portátil, fácil de usar, barata, autónoma. Por eso precisamente ha tardado tanto en iniciar su tránsito hacia lo digital. “Los libros son artefactos increíbles”, reconocía Jeff Bezos, consejero delegado de Amazon, para luego añadir: “Son el último bastión de lo analógico”. Esa semana de noviembre de 2007 el gigante de Internet presentaba el lector electrónico Kindle.

 Hasta hace no demasiado, la primera acepción del Diccionario de la Real Academia Española bastaba para describir qué era un libro: “Conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen”. Ahora empieza a haber consenso en torno a otra, propuesta por el veterano periodista, escritor y gurú del futuro Kevin Kelly: “Un único argumento o narrativa de extensión larga, sin importar su forma o si es en papel o electrónico”... Seguir leyendo aquí en El País.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Los vecinos de barrios ricos de Barcelona viven ocho años más que los del Raval. Los residentes en Sant Gervasi, en Barcelona, tienen una esperanza de vida al nacer de 81 años, mientras que para los del Raval es de 73

Los residentes en Sant Gervasi, barrio de la zona alta de Barcelona, tienen una esperanza de vida al nacer de 81 años, mientras que los del Raval viven una media de 73, ocho menos, una desigualdad que el proyecto europeo Sophie analizará para evaluar el impacto de las decisiones políticas en las desigualdades en salud, informa Efe.

El proyecto, coordinado por la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB), considera que “las desigualdades en salud son diferencias evitables e injustas, determinadas por las circunstancias en las que las personas de los diferentes grupos sociales nacen, viven, trabajan y envejecen”. Además de las diferencias en la esperanza de vida entre los barrios con renta per cápita más alta y los más pobres, los investigadores que participan en el proyecto, procedentes de nueve países, han constatado que en Cataluña, el riesgo de sufrir una depresión o ansiedad es cuatro veces superior en una mujer con un empleo no cualificado que en un hombre directivo o profesional.

Para llevar a cabo el proyecto, financiado por el VII Programa Marco de la Unión Europea, investigadores de la ASPB, de la Universidad Pompeu Fabra y de Cáritas Diocesana de Barcelona han empezado a recoger información a través de entrevistas individuales y de grupos que permitirán evaluar los efectos en la salud de las intervenciones públicas. Entre estas intervenciones figuran la renovación urbana de la Ley de Barrios de Cataluña, el realojo de familias con problemas de vivienda por parte de Cáritas y la implantación de la Ley de la Dependencia. Los investigadores también prevén analizar la experiencia de economía cooperativa de la Corporación Mondragón, en este caso en el País Vasco. La investigadora principal del proyecto Sophie, Carme Borrell, ha explicado que la investigación se ha diseñado para implicar a la sociedad civil en la identificación de políticas eficaces para reducir las desigualdades.

La investigación, que está previsto que finalice en 2015, quiere generar evidencias sobre cómo las políticas estructurales, la vivienda, el trabajo y la planificación macroeconómica tienen un impacto sobre las desigualdades en salud e influir con ello en la aplicación de las políticas públicas... Ver El País.

Joseph Stiglitz. El 1% dicta la política al 99%. El precio de la desigualdad según Stglitz: ineficacia y democracia en peligro.

La desigualdad es hoy más amplia que antes de la Gran Depresión.

El multimillonario Warren Buffett lo dijo claro en una de esas sentencias que le caracterizan y no le dan miedo: “Durante los últimos 20 años ha habido una guerra de clases y mi clase ha vencido”.

“El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita”.

El Nobel Joseph Stiglitz analiza la ruptura del pacto social que durante medio siglo ha neutralizado las tensiones.

Hay momentos en que los pueblos se alzan y dicen «basta ya, esto debe cambiar» Ahora, estamos en eso. Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de economía, hace mucho tiempo que viene previniendo los desvíos del actual sistema y de la economía financiera. En su nuevo libro se centra en el «precio de la desigualdad».

 Hace veinte años que vienen aumentando las desigualdades y no solo son socialmente inaceptables sino más nefastas áun desde el punto de vista económico. Los indignados lo ponen muy bien en evidencia enarbolando los colores del 99% con referencia al 1% que ya había estigmatizado el antiguo director del Banco Mundial y Premio Nobel de economía Joseph E. Stiglitz.

 Fracaso de los mercados, fracaso de los sistemas políticos que no corrigen los excesos de los mercados y de los injustos sistemas económicos y políticos. El actual sistema multiplica y mantiene los fracasos y de golpe se agravan las desigualdades. Pero lo que mucha gente ignora es que las desigualdades cuestan muy caro, porque participan directamente al « deterioro de la economía » y a sus desvíos, que Stiglitz llama «subversión de la democracia».

Más allá de la muy interesante y fundamentada comprobación que plantea, el economista muestra como la desigualdad es la causa y la consecuencia del sistema que provoca un círculo vicioso y genera inestabilidad y cómo el actual sistema económico ha llegado a su fin.

Su comprobación parte de la situación de los EE.UU. en donde, desde hace dos décadas, el poder de compra de las clases medias no ha hecho sino disminuir. Los EE.UU tiene « el problema del 1% », una clase media presionada debido a que las desigualdades en los ingresos se han agravado y las ganancias de la recuperación « se le han esfumado » ; « el 93% de los ingresos suplementarios creados en 2010 han sido acaparados por el 1% de la población de clase alta ». De modo que en el transcurso de los últimos treinta años los Estado Unidos se han convertido en un país dividido : la clase alta ha progresado rápidamente y el país ha retrocedido. Los salarios bajos aumentaron en treinta años un 15% mientras que los del 1% del nivel superior aumentaron un 150%. Esta situación es aún más flagrante si observamos la distribución de los ingresos del capital.

Y en todo su libro, Stiglitz no dejará demostrar y demostrar que las desigualdades son causa de inestabilidad económica y derrota los argumentos de quienes hacen la apología de la desigualdad como base del crecimiento, según la tesis de la « economía del derrame » porque eso no funciona así.

Por el contrario los efectos nefastos de las desigualdades son claros : descenso del nivel de vida, consecuencias de deterioro de la salud, la de educación, de la vivienda, deterioro de las relaciones sociales entre los jóvenes ya adultos atrapados en la casa de sus padres…el mito de unos Estados Unidos justos y con igualdad de oportunidades se muestra sin eufemismos.

 El libro didáctico y voluntariamente dirigido al gran público permite comprender –aun cuando uno no sea muy ducho en economía – los diferentes mecanismos y sus perversos efectos. Es cierto que Stiglitz se apoya en muchos ejemplos usamericanos – la campaña electoral obliga – pero su razonamiento es absolutamente « benchmarkable » y pòr otra parte no se priva de mostrar que más allá de los EE.UU. las limitaciones del actual sistema afectan a numerosos países comenzando por los europeos... Seguir aquí para leer todo el artículo.

El precio de la desigualdad. Joseph E. Stiglitz. Taurus. Madrid, 2012. 498 pág. 20 euros (electrónico: 9,99) Leer crítica del libro en El País, aquí.

Una teoría de la clase política española. Los partidos han generado burbujas compulsivamente

En este artículo propongo una teoría de la clase política española para argumentar la necesidad imperiosa y urgente de cambiar nuestro sistema electoral para adoptar un sistema mayoritario. La teoría se refiere al comportamiento de un colectivo y, por tanto, no admite interpretaciones en términos de comportamientos individuales. ¿Por qué una teoría? Por dos razones. En primer lugar porque una teoría, si es buena, permite conectar sucesos aparentemente inconexos y explicar sucesos aparentemente inexplicables. Es decir, dar sentido a cosas que antes no lo tenían. Y, en segundo lugar, porque de una buena teoría pueden extraerse predicciones útiles sobre lo que ocurrirá en el futuro. Empezando por lo primero, una buena teoría de la clase política española debería explicar, por lo menos, los siguientes puntos:

¿Cómo es posible que, tras cinco años de iniciada la crisis, ningún partido político tenga un diagnóstico coherente de lo que le está pasando a España?
¿Cómo es posible que ningún partido político tenga una estrategia o un plan a largo plazo creíble para sacar a España de la crisis?
¿Cómo es posible que la clase política española parezca genéticamente incapaz de planificar?
¿Cómo es posible que la clase política española sea incapaz de ser ejemplar?
¿Cómo es posible que nadie-salvo el Rey y por motivos propios- haya pedido disculpas?
¿Cómo es posible que la estrategia de futuro más obvia para España -la mejora de la educación, el fomento de la innovación, el desarrollo y el emprendimiento y el apoyo a la investigación- sea no ya ignorada, sino masacrada con recortes por los partidos políticos mayoritarios?

En lo que sigue, argumento que la clase política española ha desarrollado en las últimas décadas un interés particular, sostenido por un sistema de captura de rentas, que se sitúa por encima del interés general de la nación. En este sentido forma una élite extractiva, según la terminología popularizada por Acemoglu y Robinson. Los políticos españoles son los principales responsables de la burbuja inmobiliaria, del colapso de las cajas de ahorro, de la burbuja de las energías renovables y de la burbuja de las infraestructuras innecesarias. Estos procesos han llevado a España a los rescates europeos, resistidos de forma numantina por nuestra clase política porque obligan a hacer reformas que erosionan su interés particular. Una reforma legal que implantase un sistema electoral mayoritario provocaría que los cargos electos fuesen responsables ante sus votantes en vez de serlo ante la cúpula de su partido, daría un vuelco muy positivo a la democracia española y facilitaría el proceso de reforma estructural. Empezaré haciendo una breve historia de nuestra clase política. A continuación la caracterizaré como una generadora compulsiva de burbujas. En tercer lugar explicitaré una teoría de la clase política española. En cuarto lugar usaré esta teoría para predecir que nuestros políticos pueden preferir salir del euro antes que hacer las reformas necesarias para permanecer en él. Por último propondré cambiar nuestro sistema electoral proporcional por uno mayoritario, del tipo first-past-the-post, como medio de cambiar nuestra clase política.

La historia
Los políticos de la Transición tenían procedencias muy diversas: unos venían del franquismo, otros del exilio y otros estaban en la oposición ilegal del interior. No tenían ni espíritu de gremio ni un interés particular como colectivo. Muchos de ellos no se veían a sí mismos como políticos profesionales y, de hecho, muchos no lo fueron nunca. Estos políticos tomaron dos decisiones trascendentales que dieron forma a la clase política que les sucedió. La primera fue adoptar un sistema electoral proporcional corregido, con listas electorales cerradas y bloqueadas. El objetivo era consolidar el sistema de partidos políticos fortaleciendo el poder interno de sus dirigentes, algo que entonces, en el marco de una democracia incipiente y dubitativa, parecía razonable. La segunda decisión, cuyo éxito se condicionaba al de la primera, fue descentralizar fuertemente el Estado, adoptando la versión café para todos del Estado de las autonomías. Los peligros de una descentralización excesiva, que eran evidentes, se debían conjurar a partir del papel vertebrador que tendrían los grandes partidos políticos nacionales, cohesionados por el fuerte poder de sus cúpulas. El plan, por aquel entonces, parecía sensato.

Pero, tal y como le ocurrió al Dr. Frankenstein, lo que creó al monstruo no fue el plan, que no era malo, sino su implementación. Por una serie de infortunios, a la criatura de Frankenstein se le acabó implantando el cerebro equivocado. Por una serie de imponderables, a la joven democracia española se le acabó implantando una clase política profesional que rápidamente devino disfuncional y monstruosa. Matt Taibbi, en su célebre artículo de 2009 en Rolling Stone sobre Goldman Sachs “La gran máquina americana de hacer burbujas” comparaba al banco de inversión con un gran calamar vampiro abrazado a la cara de la humanidad que va creando una burbuja tras otra para succionar de ellas todo el dinero posible. Más adelante propondré un símil parecido para la actual clase política española, pero antes conviene analizar cuáles han sido los cuatro imponderables que han acabado generando a nuestro monstruo.

En primer lugar, el sistema electoral proporcional, con listas cerradas y bloqueadas, ha creado una clase política profesional muy distinta de la que protagonizó la Transición. Desde hace ya tiempo, los cachorros de las juventudes de los diversos partidos políticos acceden a las listas electorales y a otras prebendas por el exclusivo mérito de fidelidad a las cúpulas. Este sistema ha terminado por convertir a los partidos en estancias cerradas llenas de gente en las que, a pesar de lo cargado de la atmósfera, nadie se atreve a abrir las ventanas. No pasa el aire, no fluyen las ideas, y casi nadie en la habitación tiene un conocimiento personal directo de la sociedad civil o de la economía real. La política y sus aledaños se han convertido en un modus vivendi que alterna cargos oficiales con enchufes en empresas, fundaciones y organismos públicos y, también, con canonjías en empresas privadas reguladas que dependen del BOE para prosperar.

En segundo lugar, la descentralización del Estado, que comenzó a principios de los 80, fue mucho más allá de lo que era imaginable cuando se aprobó la Constitución. Como señala Enric Juliana en su reciente libro Modesta España, el Estado de las autonomías inicialmente previsto, que presumía una descentralización controlada de “arriba a abajo”, se vio rápidamente desbordado por un movimiento de “abajo a arriba” liderado por élites locales que, al grito de “¡no vamos a ser menos!”, acabó imponiendo la versión de café para todos del Estado autonómico. ¿Quiénes eran y qué querían estas élites locales? A pesar de ser muy lampedusiano, Juliana se limita a señalar a “un democratismo pequeñoburgués que surge desde abajo”. Eso es, sin duda, verdad. Pero, adicionalmente, es fácil imaginar que los beneficiarios de los sistemas clientelares y caciquiles implantados en la España de provincias desde 1833, miraban al nuevo régimen democrático con preocupación e incertidumbre, lo que les pudo llevar, en muchos casos, a apuntarse a “cambiarlo todo para que todo siga igual” y a ponerse en cabeza de la manifestación descentralizadora. Como resultante de estas fuerzas, se produjo un crecimiento vertiginoso de las Administraciones Públicas: 17 administraciones y gobiernos autonómicos, 17 parlamentos y miles -literalmente miles- de nuevas empresas y organismos públicos territoriales cuyo objetivo último en muchos casos, era generar nóminas y dietas. En ausencia de procedimientos establecidos para seleccionar plantillas, los políticos colocaron en las nuevas administraciones y organismos a deudos, familiares, nepotes y camaradas, lo que llevó a una estructura clientelar y politizada de las administraciones territoriales que era inimaginable cuando se diseñó la Constitución. A partir de una Administración hipertrofiada, la nueva clase política se había asegurado un sistema de captura de rentas -es decir un sistema que no crea riqueza nueva, sino que se apodera de la ya creada por otros- por cuyas alcantarillas circulaba la financiación de los partidos.

En tercer lugar, llegó la gran sorpresa. El poder dentro de los partidos políticos se descentralizó a un ritmo todavía más rápido que las Administraciones Públicas. La idea de que la España autonómica podía ser vertebrada por los dos grandes partidos mayoritarios saltó hecha añicos cuando los llamados barones territoriales adquirieron bases de poder de “abajo a arriba” y se convirtieron, en la mejor tradición del conde de Warwick, en los hacedores de reyes de sus respectivos partidos. En este imprevisto contexto, se aceleró la descentralización del control y la supervisión de las Cajas de Ahorro. Las comunidades autónomas se apresuraron a aprobar sus propias leyes de Cajas y, una vez asegurado su control, poblaron los consejos de administración y cargos directivos con políticos, sindicalistas, amigos y compinches. Por si esto fuera poco, las Cajas tuteladas por los gobiernos autonómicos hicieron proliferar empresas, organismos y fundaciones filiales, en muchas ocasiones sin objetivos claros aparte del de generar más dietas y más nóminas.

Y en cuarto lugar, aunque la lista podría prolongarse, la clase política española se ha dedicado a colonizar ámbitos que no son propios de la política como, por ejemplo y sin ánimo de ser exhaustivo, el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial, el Banco de España, la CNMV, los reguladores sectoriales de energía y telecomunicaciones, la Comisión de la Competencia… El sistema democrático y el Estado de derecho necesitan que estos organismos, que son los encargados de aplicar la Ley, sean independientes. La politización a la que han sido sometidos ha terminado con su independencia, provocando una profunda deslegitimación de estas instituciones y un severo deterioro de nuestro sistema político. Pero es que hay más. Al tiempo que invadía ámbitos ajenos, la política española abandonaba el ámbito que le es propio: el Parlamento. El Congreso de los Diputados no es solo el lugar donde se elaboran las leyes; es también la institución que debe exigir la rendición de cuentas. Esta función del Parlamento, esencial en cualquier democracia, ha desaparecido por completo de la vida política española desde hace muchos años. La quiebra de Bankia, escenificada en la pantomima grotesca de las comparecencias parlamentarias del pasado mes de julio, es sólo el último de una larga serie de casos que el Congreso de los Diputados ha decidido tratar como si fuesen catástrofes naturales, como un terremoto, por ejemplo, en el que aunque haya víctimas no hay responsables. No debería sorprender, desde esta perspectiva, que los diputados no frecuenten la Carrera de San Jerónimo: hay allí muy poco que hacer.

Las burbujas
Los cuatro procesos descritos en los párrafos anteriores han conformado un sistema político en el que las instituciones están, en el mal sentido de la palabra, excesivamente politizadas y en el que nadie acaba siendo responsable de sus actos porque nunca se exige en serio rendición de cuentas. Nadie dentro del sistema pone en cuestión los mecanismos de capturas de rentas que constituyen el interés particular de la clase política española. Este es el contexto en el que se desarrollaron no sólo la burbuja inmobiliaria y el saqueo y quiebra de la gran mayoría de las Cajas de Ahorro, sino también otras “catástrofes naturales”, otros “actos de Dios”, a cuya generación tan adictos son nuestros políticos. Porque, como el gran calamar de Taibbi, la clase política española genera burbujas de manera compulsiva. Y lo hace no tanto por ignorancia o por incompetencia como porque en todas ellas captura rentas. Hagamos, sin pretensión alguna de exhaustividad, un brevísimo repaso de las principales tropelías impunes de las últimas dos décadas: la burbuja inmobiliaria, las Cajas de Ahorro, las energías renovables y las nuevas autopistas de peaje. ... Seguir en El País.
 10 SEP 2012 .
http://politica.elpais.com/politica/2012/09/08/actualidad/1347129185_745267.html

Fuga de cerebros: Españoles suficientemente preparados que emigran por falta de oportunidades.

El exilio laboral ya es un hecho común
Más de 300.000 españoles se han ido al extranjero desde el inicio de la crisis, 15.000 de ellos a Cuba

A diferencia de la emigración de fines del siglo XIX y principios del XX, entre los nuevos exiliados predominan los jóvenes de 25 a 45 años, con un alto perfil profesional y universitario. Solo entre enero de 2011 y enero de 2012 la fuga de capital humano español en busca de mejores oportunidades de vida alcanza la suma de 100.000 personas. En Europa, Reino Unido, Italia y Francia son los países de acogida con más crecimiento de ciudadanos españoles. México, Estados Unidos y Brasil lideran el ranking del otro lado del Atlántico. Una mirada al mapa actual del exilio muestra dónde detectan los españoles oportunidades laborales fuera del país.

Encontrar trabajo: exilio laboral y fuga de cerebros
Numerosos estudios recientes sobre el exilio laboral muestran con claridad lo que ya es un fenómeno instalado desde la crisis. Algunos lo han llamado "fuga de cerebros", debido al perfil altamente cualificado de los emigrantes (sobre todo de las ramas de ingeniería, arquitectura o informática). Lo cierto es que desde el inicio de la crisis en 2008 hasta el cierre de 2011, ha habido un incremento superior al 25% de españoles mayores de edad que viven fuera, tal como se desprende del Censo Electoral de españoles residentes en el extranjero (CERA), elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

La alta tasa de paro y la perspectiva de su incremento de cara a 2012, sumados a la precariedad de las leyes laborales y el encarecimiento del coste de vida se postulan como los grandes causantes del fenómeno del éxodo.

Las oportunidades son variadas. Según algunos análisis, la panacea de ingenieros y constructores es Brasil, el tercer destino con más crecimiento (8,68% en el último año) del otro lado del Atlántico, tras Estados Unidos y México. Del mismo modo, algunas de las empresas más importantes de empleo anuncian la gestión de ofertas laborales en destinos como República Checa, donde la industria auxiliar automovilística demanda mano de obra cualificada. Pero además del crecimiento o las necesidades propias de los países de destino (el gigante del carnaval muestra una tasa media de aumento del PBI del 4% en los últimos años), la demanda de trabajadores en el exterior puede estar relacionada también con las empresas españolas, que muchos señalan como favoritas al buscar oportunidades laborales en el exilio. Y es que, con el advenimiento de la crisis, las empresas españolas se han focalizado cada vez más en mercados con mayor potencial de crecimiento. La actividad de las empresas del Ibex 35 genera más del 50% de su negocio fuera de España, un dato que revela un punto de partida interesante para quien se plantea buscar una salida al atolladero laboral fuera de casa.

Perfil de quienes salen del país para encontrar trabajo
El promedio de crecimiento de personas en el exterior entre enero de 2011 y el mismo mes de 2012 ha sido del 7,04% y ha alcanzado la cifra de 1.516.646 ciudadanos. A ello se suman las demandas de empleo en el extranjero: entre 2008 y fines de 2011, las demandas contabilizadas por las empresas de trabajo se han duplicado en número.

La mitad de los españoles que emigran elige Europa como destino, con Latinoamérica y Norteamérica en segundo lugar. Quienes optan por abandonar España son en su mayoría jóvenes entre 25 y 35 años, sin responsabilidades familiares y con una elevada cualificación.

Antes de la crisis, los puestos de trabajo que más cubrían los españoles en el extranjero estaban relacionados con la investigación, la medicina y la biología. Esta lista se ha ampliado de modo considerable e incluye a ingenieros, arquitectos e informáticos, que han perdido su empleo o que consideran que su trabajo será más valorado fuera del país.

Destinos más importantes donde se busca trabajo
El país en el que residen más españoles mayores de 18 años es Argentina, seguido por Francia, Venezuela y Alemania. En los años de crisis, ha sido significativo el incremento de la emigración a Cuba: más de 15.000 españoles han elegido este destino en busca de una oportunidad profesional. En el último año, el país con el incremento más significativo en Europa ha sido Reino Unido (7,22%) y en América, EE.UU., México y Brasil.

En general, los países que demandan trabajadores españoles se pueden ordenar en tres grandes grupos. Según los datos disponibles, la mayoría de las ofertas de trabajo en estos países no son para puestos eventuales, sino que contemplan contratos mínimos de uno a dos años de duración:

Los países europeos desarrollados, como Alemania, que sufre el progresivo envejecimiento de la población y no puede dar respuesta al crecimiento económico del país. Aquí se demandan jóvenes cualificados, sobre todo ingenieros y profesionales del sector IT, al igual que en los países escandinavos, en particular Noruega, que suma a sus necesidades perfiles técnicos como electricistas, fontaneros y carpinteros, con alto conocimiento de inglés.

El Reino Unido destaca por la demanda de personal sanitario para incorporar a sus hospitales y mano de obra para hostelería y el turismo en general.

Países de América Latina, como Argentina, Chile, México y, en especial, Brasil, que debido al rápido desarrollo que experimentan en la actualidad, requieren mano de obra cualificada en diversos sectores.

Brasil trabaja en una nueva política de inmigración que agilizará los trámites de contratación de personal cualificado y que gestionará estas incorporaciones a las empresas nacionales. Este país de Sudamérica destaca por su fuerte crecimiento, con una tasa media de aumento del PIB del 4% en los últimos años. A esto se suma el alto potencial de desarrollo que proyectan muchas infraestructuras por construir, la próxima organización del Mundial de Fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos en 2016. Un estudio reciente afirma que Brasil necesita casi doblar el número de ingenieros en el país, hasta una cifra de 1,1 millones en 2020. También ha anunciado nuevas políticas inmigratorias Argentina, que ha afirmado en medios locales un incremento en las consultas de españoles en el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Los países emergentes de Europa del Este, como Polonia y la República Checa, también están en pleno desarrollo de sus infraestructuras y precisan encontrar perfiles técnicos, como arquitectos o ingenieros de obras públicas. Agencias

martes, 11 de septiembre de 2012

El Papa que no pudo ser

Tal vez presumiendo que, a su muerte, todos se iban a pelear por su túnica, el cardenal Martini eligió la manera de marcharse. Su cómplice fue el párkinson, el verdugo que desde hacía 16 años le venía quitando la vida poco a poco, el mismo que, allá por la primavera de 2005, segó de un tajo su única posibilidad de salir de un cónclave convertido en Papa. Un Papa moderno, dialogante, crítico, con dudas. Un Papa imposible. Así que, el pasado 8 de agosto, Carlo Maria Martini —cardenal de Milán desde 1979 a 2002— recibió al también jesuita Georg Sporschill y le concedió una entrevista. Después de revisarla, incapaz ya de comer, de beber y casi de hablar, llamó a su médico y le dio las instrucciones precisas para que lo dejara morir en paz, sedado, sin tratamiento terapéutico. Fue su último acto de rebeldía. Un día después de su muerte, acaecida el 31 de agosto en la residencia de los jesuitas en Gallarate (Varese), el diario italiano Corriere della Sera publicaba la entrevista. Su testamento vital. Su llamada de atención:

 —La Iglesia está cansada, en Europa y en América. Nuestras iglesias son grandes, nuestros conventos están vacíos y la burocracia de la Iglesia aumenta. Nuestros rituales y nuestra ropa son pomposos. ¿Expresan estas cosas lo que somos hoy día?

Aquel 8 de agosto, el jesuita alemán Georg Sporschill acudió a la residencia de Gallarate junto a Federica Radice Fossati Confalonieri, laica, amiga de ambos, encargada de traducir preguntas y respuestas. Sporschill hablaba en alemán. El cardenal Martini, en un italiano apenas audible.

“Creíamos”, contó después Federica, “que íbamos a estar allí 10 minutos, pero la conversación se prolongó por dos horas”.
El día 23, la traductora regresó a la residencia de los jesuitas y obtuvo de Damiano Modena, el secretario del cardenal, el visto bueno a la entrevista. Eso sí, con una petición: “El texto es estupendo, pero es muy fuerte. Esperemos a hacerlo público después de la muerte”.

Todos tenían la seguridad entonces de que aquellas palabras estaban destinadas a ser incluidas en el testamento del Carlo Maria Martini. Las palabras del “cardenal del diálogo”, del “hombre que hablaba al corazón de todos” —así lo ha calificado la prensa italiana—, reflejan, desde hace años, su preocupación por el divorcio entre la Iglesia católica y el mundo que la rodea.
 —¿Qué herramientas recomienda usted para vencer la fatiga de la Iglesia?
 —Yo recomiendo tres muy fuertes. La primera es la conversión: la Iglesia debe reconocer sus errores y seguir un proceso de cambio radical, empezando por el Papa y los obispos. Los escándalos de pederastia nos empujan a emprender un camino de conversión. Las preguntas acerca de la sexualidad y todos los temas relacionados con el cuerpo son un ejemplo. Estos son importantes para todo el mundo y, en ocasiones, tal vez son demasiado importantes. Debemos preguntarnos si la gente sigue escuchando los consejos de la Iglesia en materia sexual.

¿En este campo la Iglesia sigue siendo una autoridad o solo es ya una caricatura en los medios?
La segunda es la palabra de Dios. El Concilio Vaticano devolvió la Biblia para los católicos. Solo la persona que percibe en su corazón esta palabra puede ser parte de los que ayudan a la renovación de la Iglesia y responderán a las preguntas personales con una elección acertada. La palabra de Dios es simple y busca como compañero un corazón que escuche. Ni el clero ni el derecho canónico pueden sustituir a la interioridad del hombre. Todas las reglas externas, leyes, dogmas, son elementos para aclarar la voz interior y el discernimiento de los espíritus.

¿Para qué están los sacramentos?
Estos son el tercer instrumento de sanación. Los sacramentos no son una herramienta para la disciplina, sino una ayuda a los hombres para el camino y las flaquezas de la vida.

¿Llevamos los sacramentos a las personas que necesitan fuerzas renovadas?
Pienso en todas las parejas divorciadas y vueltas a casar, en las familias extendidas. Esta gente necesita una protección especial. La actitud que tomemos hacia las familias extendidas determinará la cercanía de la Iglesia a la generación de los hijos. Una mujer que es abandonada por su marido y tiene una nueva pareja que cuida de ella y sus tres hijos. Si esta familia es objeto de discriminación, se corta su relación con la Iglesia, no solo la relación de la madre, sino también la de sus hijos. Si los padres están fuera o no sienten el apoyo de la Iglesia, esta perderá la próxima generación…
 Seguir leyendo aquí. De El País.

lunes, 10 de septiembre de 2012

La injusticia social mata

Sí, tu salud es cuestión de clase
La desigualdad también mata en países de Occidente - Los estudios desvelan graves contrastes en esperanza de vida en una misma ciudad
Esta declaración sin paliativos no procede de una organización marxista ortodoxa, sino de un estudio detallado sobre los determinantes sociales de la salud en el mundo. Publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 28 de agosto de 2008, el informe titulado «Cerrar la brecha en una generación» (1), resume los resultados de tres años de investigación. El informe señala las desigualdades sanitarias entre los países y además entre los ricos y los pobres de un mismo país. Por ejemplo, si la esperanza de vida de un neonato estadounidense es de diecisiete años más que la de un indio, la esperanza de vida de un recién nacido en un suburbio marginal de Glasgow es de veintiocho años menos que la de otro nacido en un barrio lujoso de la misma ciudad. «La injusticia socia mata masivamente», señalan los autores agrupados en la «Comisión de los determinantes sociales de la salud», creada por la OMS en 2005 y que cuenta entre sus miembros con investigadores en Ciencias Sociales, médicos, políticos, etcétera (2).

 «La distribución desigual de los factores que perjudican la salud no es un fenómeno natural», explican, «sino que resulta de la combinación de los efectos de políticas y programas sociales insuficientes, modalidades económicas injustas y estrategias políticas mal concebidas». Reducir esas desigualdades pasa, obviamente, por el acceso universal a los bienes básicos (agua, alimentos, alojamiento, sanidad, energía), y además por la educación, la cultura, un urbanismo armonioso y buenas condiciones laborales. Además, el abismo sanitario no se cerrará «si no se mejora la vida de las mujeres, las adolescentes y las niñas. Los poderes públicos deben comprometerse firmemente para poner fin a las discriminaciones que afectan a estas últimas»

 El informe, de 256 páginas, viene a ser una acusación contra las políticas económicas promovidas por las instituciones financieras internacionales, que se practican en muchos países. El documento recomienda especialmente «Luchar contra las desigualdades en la distribución del poder, el dinero y los recursos, es decir, los factores estructurales de los cuales dependen las condiciones de la vida cotidiana a nivel mundial, nacional y local».

 Estableciendo la relación entre la salud y el trabajo, los miembros de la Comisión rechazan con claridad las recomendaciones liberales de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) «El pleno empleo, la igualdad en materia de empleo y las condiciones de trabajo dignas deben ser los objetivos comunes de las instituciones internacionales y situarse en el centro de las políticas y estrategias nacionales del desarrollo; los trabajadores deben estar mejor representados en la elaboración de las políticas, la legislación y los programas relacionadas con el empleo». Efectivamente, «un trabajo seguro, sin peligro y debidamente remunerado» reduce los factores de riesgo. Lo mismo que un empleo estable ya que, a la vista de los resultados, «la mortalidad es significativamente más elevada entre los trabajadores temporales que entre los trabajadores permanentes».

 Para remediar las desigualdades sanitarias y las diferencias de las condiciones de vida cotidianas, el informe de la OMS recomienda la creación «de una amplia protección social universal» que funcione preferentemente «por distribución», así como importantes inversiones en el sector de la salud. Esta tarea «requiere un sector público poderoso, decidido, capacitado y suficientemente financiado»

 En un momento en el que los gobiernos de los países capitalistas avanzados delegan en el mercado una parte, cada vez más grande, de las actividades de la salud y transfieren a las aseguradoras privadas sectores enteros de la cobertura sanitaria, los autores del informe recuerdan «que la salud no es un bien negociable». El abastecimiento de los bienes sociales básicos como el acceso al agua y la atención sanitaria «debe regirse por el sector público y no por las leyes del mercado». Los miembros de la Comisión de la OMS insisten en este punto: «Como los mercados no pueden proporcionar los bienes y servicios imprescindibles de manera justa, la financiación por el Estado exige que el sector público asegure un marco sólido y un gasto público suficiente». Antes de concluir plantan cara a los partidarios de una fiscalidad cada vez más reducida. «Eso implica un impuesto progresivo ya que está demostrado que una redistribución, incluso modesta, contribuye más a disminuir la pobreza que el crecimiento económico por sí mismo».

 A la vista de estos resultados habría que plantearse imprimir en las cajas de los medicamentos las indicaciones: «Bajar los impuestos es perjudicial para la salud» y «La injusticia social mata»
Notas:
(1) http://whqlibdoc.who.int/publications/2008/9789241563703_eng.pdf
(2) http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2008/pr29/fr/index.html
Original en francés: http://www.monde-diplomatique.fr/carnet/2008-09-02-inegalites
Pierre Rimbert, sociólogo, escritor y periodista francés, trabaja en Le Monde Diplomatique como especialista en la cuestión de los medios de comunicación de Francia y está elaborando una tesis titulada «Le torunant néo-liberal dans la France des années 80» en el Centro de Sociología Europea, bajo la dirección de Patrick Champagne. Es miembro de la Asociación de análisis y crítica de los medios de comunicación «Acrimed» y del periódico irónico Le Plan B, heredero del periódico PLPL del cual fue uno de los fundadores. Ha escrito el libro Libération, de Sartre à Rothschild, Raisons d'agir édition, 2005. « L’injustice sociale tue » Par PIERRE RIMBERT
Leer otro artículo relacionado con el tema en El País.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Entrevista en el programa "A Vivir" de la SER al historiador Josep Fontana

Ha pasado gran parte de su vida inmerso en bibliotecas, hijo de librero, vive por y para los libros, lector compulsivo que mantiene la mente activa gracias a las vitaminas que le aporta la lectura.

 

jueves, 6 de septiembre de 2012

Josep Baselga, nuevo director español del Memorial Sloan-Kettering de Nueva York, líder mundial en cáncer

El oncólogo Josep Baselga (Barcelona, 1959) ha sido nombrado nuevo director médico del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York, un centro monográfico considerado de referencia mundial en la investigación y tratamiento del cáncer.

En su nuevo puesto dirigirá un equipo de 834 facultativos y administrará un presupuesto de 2.600 millones de euros al año.

 El oncólogo catalán cursó sus estudios de postgrado e inició su carrera como especialista en este hospital, con lo que su regreso a Nueva York cierra un círculo profesional que le ha convertido en uno de los oncólogos de mayor prestigio internacional.

 Tras permanecer en el Memorial durante varios años como médico, investigador clínico y profesor, en 1996 regresó a España para dirigir el área de Oncología Médica del hospital universitario de Vall d'Hebrón. En 2008, la Asociación Americana de Investigación Oncológica le concedió el Premio Rosenthal, instituido en 1977 para distinguir a investigadores de menos de 50 años cuyo trabajo haya reportado avances importantes en el tratamiento del cáncer. Era la primera vez que ese premio se otorgaba a un investigador que desarrollaba su trabajo fuera de Estados Unidos, y la asociación tuvo que cambiar sus estatutos para podérselo conceder.

 En 2010 Baselga se trasladó a Boston para dirigir la división de Oncología del Hospital General de Massachusetts, cargo que ha compaginado con la dirección del Vall d'Hebrón Instituto de Oncología creado bajo su mandato. En el Memorial coincidirá de nuevo con Joan Massagué, otro investigador español que figura entre los más citados del mundo por sus trabajos sobre metástasis.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Paco Fernández Buey, un intelectual comprometido

Ha muerto un intelectual comprometido con el bienestar y calidad de vida de las clases trabajadoras y de otros sectores de la población, componentes de las clases populares de este y otros países, así como con los movimientos de liberación existentes alrededor del mundo. El objetivo de su vida fue contribuir con su trabajo a terminar con la explotación, fuera ésta de clase, de género, de raza o de nación. Ya en sí, este propósito le distinguió de la gran mayoría de intelectuales que ponen sus conocimientos al servicio de las estructuras de poder, garantizando su reproducción. Pero lo que también distinguió a Paco Fernández Buey fue su coherencia. Fue característico de su compromiso no desviarse de aquel objetivo, intentando mostrar, en su vida personal, la continuidad de sus principios, lo cual le llevó a enfrentarse incluso a personajes, movimientos y partidos de izquierda que él consideró demasiado acomodadizos. Fue, en este aspecto, también un intelectual incómodo incluso para sectores de las izquierdas de las que formó parte y en las que militó. Militancia no significaba, para Paco Fernández Buey, obediencia y unanimidad, sino compromiso, mejor realizado a través de un proyecto colectivo. La falta de sensibilidad hacia la necesidad de diversidad y debate por parte de tales sectores de izquierdas explica, sin embargo, que abandonase aquellos instrumentos políticos sin que, con ello, y tal como ocurrió con muchos otros, perdiera o diluyera su constante compromiso.

 Tal compromiso, sin embargo, se paga en esta sociedad con un alto coste personal. Un intelectual comprometido de izquierdas, crítico con estructuras de poder que aguantan y sostienen una enorme explotación (término evitado en el lenguaje versallesco del discurso mediático dominante) paga un coste elevado a nivel personal. Tiene negado todo fórum de acceso a la población. Paco Fernández Buey aparecía poco en los mayores medios de información y persuasión del país, que no favorecen voces críticas, como la suya, que tocan las raíces de los problemas a los que la mayoría de la ciudadanía se enfrenta en su vida cotidiana. Tales voces quedan marginadas, desechadas como “anticuadas” por hablar de conceptos como “lucha de clases” que son considerados por los establishments que dominan el quehacer intelectual y mediático del país como irrelevantes. En realidad, en pocas ocasiones como ahora se ha visto que tales conceptos llamados ahora anticuados sean tan claves para entender nuestras realidades. Hoy mismo han aparecido los datos de la distribución de las rentas del país, señalando (para todo aquel que no esté cegado por la ideología dominante) cómo las rentas del capital han ido creciendo durante todos estos años de crisis a costa de las rentas del trabajo. La definición de explotación es que A explota a B cuando A vive mejor a costa de que B viva peor. A y B pueden ser clases sociales, géneros, razas y/o naciones. Pues bien, los datos muestran que el mundo del capital en España ha estado viviendo mejor a costa de que la clase trabajadora haya ido viviendo peor. Pero la intelectualidad “respetable” que produce y reproduce la sabiduría convencional no habla de esta realidad, ocultándola y definiendo los análisis que permiten entenderla como “anticuados”. Modernidad significa en dicho lenguaje, adaptarse, aceptar y promover la sabiduría convencional de aquellos que tienen poder para definirla.

 Es interesante que tal visión de los hechos aparezca también en más de una nota escrita a raíz de la muerte de Paco Fernández Buey. Intentando mostrar simpatía por el fallecido, concluyen que era un buen hombre, colgado todavía en el sueño de las utopías, lo cual raya con definirlo como una figura ya irrelevante en nuestros tiempos. La enorme crisis actual está mostrando más y más la vacuidad de tal sabiduría convencional y la necesidad de ir recuperando las categorías de análisis críticos como los de Paco Fernández Buey, que permiten entender la realidad para poder transformarla.

 Una nota personal. Conocí a Paco a través de Manolo Sacristán. Conocí a dos Sacristanes. Uno en el Instituto Jaime Balmes, cuando yo era estudiante de bachillerato. Siendo yo hijo de maestros brutalmente represaliados por el golpe fascista y la dictadura que estableció, mis sentimientos hacia Sacristán, profesor de Lógica en aquel instituto, y en aquel momento miembro activo del movimiento fascista y de la Falange, eran de clara hostilidad. Fue años mas tarde cuando conocí a otro Sacristán, la misma persona, pero con un pensamiento opuesto al que él había tenido en su juventud. Era ya entonces un hombre de la resistencia antifascista que estableció Mientras Tanto, invitándome a colaborar desde el principio. Y así fue como conocí a Paco, que era su discípulo, y que inmediatamente me impresionó por su compromiso y calidad personal. Y fue un enorme placer cuando, al incorporarme a la Universidad Pompeu Fabra, compartimos edificio y espacio físico, maximizando las oportunidades de vernos, y así fue como se reforzó una gran amistad.

 Es en este contexto en el que, cuando ya estaba avanzada su enfermedad, hablamos de la vida y también de la muerte. Las personas se definen por cómo y por qué viven y también por cómo mueren. En pocas semanas he perdido a dos amigos. Uno, Alexander Cockburn, fundador de la revista CounterPunch con la que colaboro, y el otro Paco Fernández Buey. Los dos murieron como vivieron, trabajando hasta el último momento, con discreción y contundencia. Paco y yo hablamos de su vida y de su muerte. Paco veía su muerte con serenidad. Amaba la vida, una vida enriquecida a nivel personal por una excelente familia y por una larga lista de amigos. Y amaba también la vida porque creía que el futuro sería mejor que el pasado, y quería verlo. Para que haya cambio se requiere, sin embargo, una movilización que lo posibilite. Y Paco veía ya síntomas e indicadores claves de que las clases populares se estaban movilizando. Y quería estar aquí para verlo y ser parte de ello. Lástima que no podrá verlo. Pero sí que estará aquí, pues su trabajo y su vida continuarán, inspirando a muchos que seguirán sus pasos. Paco se fue, pero su persona y su trabajo siempre continuarán entre aquellos que luchan por aquel mundo mejor basado en la fraternidad y en la solidaridad.

 Y tal futuro puede que no esté tan lejos y/o sea tan imposible como los establishments que dominan y gobiernan el mundo, incluyendo Europa, nos quieren ahora hacer creer con el mensaje que repiten con tanta frecuencia de que no hay alternativas a sus políticas, que causan un enorme dolor. Según la última encuesta de valores de las poblaciones que viven en los países a los dos lados del Norte del Atlántico, la mayoría de la población (que varía según el país) indicaba que preferiría vivir en un país, con un sistema económico, político y social que se basara en que cada persona tuviera los recursos que necesitara y que cada persona contribuyera al bien común según su habilidad y capacidad. Que este deseo se traduzca en una movilización es una amenaza al actual sistema de relaciones de poder, basadas en una enorme concentración de poder financiero, económico, mediático y político, lo cual explica la reducción de las libertades y de la democracia que aquellos establishments están imponiendo a las clases populares, a las cuales Paco sirvió, sembrando las bases para este mundo mejor. Vicenç Navarro, Público.es Fuente: http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2012/08/27/paco-fernandez-buey-un-intelectual-comprometido
Biblioteca FFB aquí.
Notas sobre Francisco Fernández Buey en la International Gramsci Society.
En recuerdo de Francisco Fernández Buey. Carlos Berzosa. Nueva Tribuna