jueves, 26 de enero de 2023

EDUCACIÓN. La escuela concertada matricula a la mitad del alumnado desfavorecido que le correspondería.

España es el séptimo país con la mayor red de centros privados subvencionados con fondos públicos de los 36 miembros de la OCDE analizados por la Fundació Bofill

La enseñanza concertada acoge a la mitad de los alumnos de extracción social desfavorecida que le corresponderían si su distribución entre esta red educativa privada subvencionada y la escuela pública fuera equilibrada, según refleja un estudio publicado este lunes por la Fundació Bofill, que utiliza datos de la prueba internacional Pisa. En España, en torno a un 28% del alumnado de etapas obligatorias, entre los seis y los 16 años, está matriculado en colegios concertados. Ello lo convierte en el séptimo país, de los 36 miembros de la OCDE analizados en el informe, donde el modelo concertado se halla más extendido. La nueva ley de educación, la Lomloe, ha creado nuevas herramientas para avanzar en la equidad y luchar contra la segregación escolar, pero aplicarlas o no, advierten los autores del estudio, queda en manos de las comunidades autónomas.

La escuela pública matricula en España 2,2 veces más alumnado de bajo nivel socioeconómico (el perteneciente al 25% más pobre) que la concertada, una vez corregida su diferencia de tamaño, ya que la pública es mucho más grande: matricula a cerca del 67% del total de chavales de primaria y secundaria obligatoria. En los centros públicos también estudian 1,6 veces más alumnos de origen inmigrante (englobando en ello a los extranjeros y a aquellos cuyos dos progenitores lo son) que en la concertada.

Los autores del estudio publicado por la Fundació Bofill, Adrián Zancajo, Antoni Verger (ambos de la Universidad Autónoma de Barcelona) y Clara Fontdevila (Universidad de Glasgow), señalan que las investigaciones internacionales han puesto de manifiesto que la convivencia de una doble red educativa financiada con fondos públicos “tiende a reforzar dinámicas de segregación escolar y estratificación social entre centros educativos, y a ampliar, por tanto, las desigualdades educativas”. La investigación comparada ha puesto igualmente de relieve no solo la existencia de “prácticas selectivas y discriminatorias” desarrolladas por estos centros privados subvencionados para elegir al alumnado que accede a sus aulas, sino también “la dificultad de evitar sus manifestaciones más sutiles”. Entre dichas prácticas figuran las entrevistas previas a padres y alumnos, y la imposición de cuotas o la exigencia de pagos en la práctica obligatorios, presentados bajo fórmulas diversas, que llevan a las familias pobres a autoexcluirse.

El peso de la concertada en España es muy distinto en función del territorio, y la diferencia entre el porcentaje de alumnado vulnerable que los centros de esta red deberían acoger y el que efectivamente matricula es especialmente significativo en lugares como Castilla-La Mancha, Canarias y Andalucía, señala el informe de 186 páginas. Algunos territorios han dado pasos en los últimos años para intentar alcanzar un mayor equilibrio tras décadas de una “regulación laxa” y “de permisividad en la aplicación de la misma”, como Cataluña, País Vasco y Comunidad Valenciana, indican los autores, mientras otros, como Madrid, han avanzado en la dirección contraria. A escala internacional, España es el séptimo país con la mayor red concertada de los 36 de la OCDE analizados. Solo se sitúan por delante Países Bajos, Reino Unido, Irlanda, Bélgica, Chile y Corea.

Los chavales de entornos sociales desfavorecidos también tienen mayores dificultades educativas, mayor probabilidad de fracaso y de abandono escolar temprano. Zancajo afirma que repartir de forma equilibrada a este alumnado que presenta mayores necesidades entre las dos redes financiadas por el Estado ha estado presente “en mayor o menor medida” en todas las leyes educativas aprobadas desde los años ochenta en España. La actual pone “más énfasis” en ello y proporciona a las autoridades educativas un mayor número de herramientas de planificación escolar para alcanzar el objetivo, prosigue el investigador, pero al mismo tiempo “deja a las comunidades mucho margen de maniobra, como estamos viendo”. La Lomloe fue aprobada con el apoyo del PNV y de ERC. Y en dicho compromiso de crear instrumentos nuevos, pero permitir que sean los Ejecutivos autonómicos quienes decidan sobre su aplicación, se nota la mano de ambas formaciones, movidas por su interés de potenciar el autogobierno y, sobre todo en el caso de los nacionalistas vascos, por su afinidad tradicional con la escuela concertada católica.

Los autores del estudio proponen medidas para mejorar la distribución del alumnado vulnerable basadas en lo que en los últimos años han hecho otros países como Bélgica, Países Bajos y Chile, sugiriendo que el actual contexto de caída demográfica (y por tanto de necesidad de estudiantes por parte de todos los centros) puede ayudar a llevarlas a la práctica. La primera propuesta es condicionar la autorización y renovación de los conciertos educativos “a la corresponsabilización de la escolarización del alumnado socialmente desfavorecido”, algo que, lamentan, ahora no sucede en muchas comunidades autónomas. La segunda, “reforzar la centralización en la gestión del proceso de elección escolar” y de admisión de alumnos para evitar las “prácticas de selección encubiertas”. Y la tercera, hacer efectiva la prohibición del cobro de cuotas, con una auténtica supervisión por parte de la inspección educativa, en paralelo a una mejora de la financiación de los centros concertados. Es decir, proporcionarles más fondos públicos a cambio de una verdadera gratuidad del servicio y un reparto equilibrado del alumnado.

El documento apuesta también por una propuesta planteada anteriormente por la Fundació Bofill para el conjunto del sistema educativo, la llamada “financiación por fórmula”, que consiste en que los centros educativos reciban los recursos no de forma lineal, sino en función de las características socioeconómicas del alumnado que acogen. Ello, señalan, podría ayudar a reducir la desigualdad en la distribución del alumnado vulnerable entre ambas redes educativas y también dentro de cada una de ellas. Para lograr el objetivo, los autores también consideran imprescindible mejorar la información de que disponen las administraciones educativas a la hora de planificar, desde el perfil socioeconómico de los alumnos a las cuentas de los centros concertados.

Suben las ganancias de la educación privada
El Instituto Nacional de Estadística ha publicado, por otra parte, este lunes su Encuesta de Financiación y Gasto de la Enseñanza Privada, que muestra que los beneficios (sin contar impuestos ni intereses) de las empresas del sector aumentaron un 27% en el curso 2020-2021 respecto al 2014-2015, hasta los 756 millones de euros. La encuesta también refleja que las administraciones subvencionaron el 74% de los gastos corrientes de los centros privados concertados, y el 2,1% de los privados no concertados.

Los mayores beneficios por alumno para la educación privada (englobando la subvencionada y la que no lo está) procedieron de los ciclos de Formación Profesional de grado superior (434 euros) y de grado medio (271), seguidos a distancia de los de bachillerato (196). La única etapa donde los resultados por estudiante fueron negativos fue el primer ciclo de infantil (-180 euros), según el INE. El curso analizado estuvo a caballo de los dos peores años de la covid, lo que, unido a la caída de la natalidad, hundió la matrícula de infantil.

miércoles, 25 de enero de 2023

Virus ancestrales integrados en el ADN humano resucitan y promueven el envejecimiento.

El científico Juan Carlos Izpisua cree que eliminar de la sangre las partículas víricas nocivas podría mejorar el curso de multitud de enfermedades y retrasar la vejez

Leer es pasar la vista por un escrito identificando las palabras. Descifrar implica ir más allá. Por ejemplo, el inicio de Don Quijote, “En un lugar de La Mancha…”, esconde más información de lo que parece. Un filólogo sabrá que el topónimo La Mancha probablemente procede del árabe mányà, “alta planicie”. La frase “en un lugar de La Mancha” ya sitúa al lector en una inmensa llanura que en algún momento fue conquistada por los árabes. Lo mismo ocurre con el genoma humano. Cada célula, ya sea una muscular del corazón o una neurona del cerebro, tiene en su interior un texto de más de 3.000 millones de letras químicas, con las instrucciones necesarias para su funcionamiento. El 8% de ese manual lo han escrito desde hace millones de años unos autores inesperados: virus que infectaron a los humanos o a sus ancestros, incrustando material genético vírico en el ADN. Un nuevo estudio sugiere ahora que la resurrección de esas reliquias de virus inmemoriales desempeña “un papel fundamental en el envejecimiento”, según explica el científico Juan Carlos Izpisua, coautor de la investigación.

Izpisua nació precisamente en un lugar de Castilla-La Mancha, en Hellín (Albacete), hace 62 años, pero hoy vive en la ciudad estadounidense de San Diego. Allí dirige uno de los tres institutos de Laboratorios Altos, una multinacional que nació el año pasado con un asombroso presupuesto de 2.700 millones de euros, con cuatro ganadores del Nobel en nómina y con el objetivo declarado de intentar que el ser humano viva muchos más años con salud. Izpisua es contundente. “Está claro que muchas de estas secuencias [de virus integradas en el ADN humano] empiezan a descontrolarse a lo largo de nuestras vidas y están asociadas a la mayor parte de las enfermedades: cáncer, neurodegenerativas, de cartílago, de músculo”, alerta el científico.

Estas reliquias de virus pretéritos se denominan retrovirus endógenos. Los autores del nuevo trabajo se han centrado en el último virus en incorporarse al ADN humano, hace menos de un millón de años: el HERV-K (HML2). Los investigadores han observado —en órganos de mono y en tejidos humanos— que este auténtico fósil genético se puede reactivar y provocar la formación de partículas parecidas a retrovirus dentro de las células responsables del envejecimiento y del cáncer. Estas partículas, advierten los autores, son un mensaje transmisible que llega a otras células más jóvenes y hace que envejezcan, según sus experimentos con células en el laboratorio. El nuevo trabajo se publica este viernes en la revista especializada Cell.

Izpisua cree que suprimir esas partículas nocivas “podría ayudar tanto a mejorar el curso de muchas enfermedades como a un envejecimiento más saludable”. El científico propone un procedimiento ya empleado en los hospitales: la plasmaféresis, en la que una máquina externa filtra la sangre del paciente para erradicar sustancias dañinas. “La sangre de la persona mayor o enferma pasaría por un filtro bloqueante con anticuerpos, que eliminaría las partículas del organismo. Obviamente eso produciría una mejora, estoy convencido. Aplicaciones así son relativamente fáciles y ya están en la clínica, por eso estamos bastante emocionados”, afirma Izpisua por videoconferencia desde San Diego.

El principal promotor conocido de Laboratorios Altos es Yuri Milner, un físico rusoisraelí que se hizo multimillonario al participar inicialmente en Facebook y Twitter. Ocupa el puesto 309 en la lista de personas más ricas del mundo elaborada por la revista Forbes, con unos 7.000 millones de euros. Otro de los financiadores es el biólogo estadounidense Robert Nelsen, dueño de una fortuna gracias a sus inversiones en exitosas empresas biotecnológicas. Izpisua niega que detrás de Altos también esté el magnate Jeff Bezos, como publicó la revista MIT Technology Review.

La nueva multinacional ha fichado a algunos de los científicos más prestigiosos del mundo, incluidas dos de las últimas ganadoras del Nobel de Química: las estadounidenses Jennifer Doudna, que desarrolló la técnica CRISPR para editar el ADN humano, y Frances Arnold, que inventó una nueva manera de crear moléculas. Laboratorios Altos también ha contratado a media docena de españoles. La última en incorporarse ha sido la bióloga Pura Muñoz Cánoves, una catedrática de la Universidad Pompeu Fabra que el año pasado recibió en España el Premio Nacional de Investigación. En el nuevo estudio, Izpisua y su colega Concepción Rodríguez —que además son matrimonio— han colaborado con investigadores de la Academia China de Ciencias, encabezados por el experto en envejecimiento Liu Guanghui.

Izpisua explica el objetivo de su empresa. “En la medicina, hasta ahora, lo que hemos hecho ha sido identificar la causa de un problema y tratar de resolverla. Por ejemplo, arreglar la mutación en un gen para que una enfermedad no ocurra”, expone. “Lo que intenta Altos es mejorar la resiliencia de nuestras células. Es una manera muy distinta de entender la medicina”, sostiene el investigador. Izpisua defiende que las enfermedades son un proceso de deterioro celular y que este mecanismo es reversible. A su juicio, dentro de dos décadas habrá herramientas de rejuvenecimiento celular.

La genetista estadounidense Barbara McClintock, en el año 1950, fue la primera persona que se percató de que había genes saltarines, ante la incredulidad generalizada de sus colegas. McClintock, nacida en 1902, se enfrentó a críticas despiadadas, trufadas de machismo, pero acabó ganando el Nobel de Medicina de 1983 por el descubrimiento de estos elementos genéticos móviles, también denominados transposones. Los retrovirus endógenos son solo un ejemplo. El equipo de Izpisua observó en agosto en ratones modificados genéticamente que otros transposones están implicados en procesos de envejecimiento acelerado, como el síndrome de progeria de Hutchinson-Gilford. “Vimos que estas secuencias de ADN estaban descontroladas en casi todas las células. Bajamos su activación y parecía que a los ratones les habíamos dado una poción mágica, porque vivían más tiempo, hasta un 30% más, y todas sus células funcionaban mejor”, sostiene Izpisua. “Es una de las intervenciones que más ha extendido la vida de un mamífero”.

https://elpais.com/ciencia/2023-01-06/virus-ancestrales-integrados-en-el-adn-humano-resucitan-y-promueven-el-envejecimiento.htmlenfermedad y deterioro

martes, 24 de enero de 2023

España se asoma a un año electoral decisivo sin haber hecho los deberes en la lucha contra la desinformación

Gobiernos de todo el mundo implementan desde hace años medidas para evitar que la manipulación de la información en las redes sociales pueda influir en el resultado de las elecciones. Bruselas lleva pidiendo desde 2018 a los socios de la Unión Europea que actúen para prevenir tanto los incidentes de ciberseguridad como las campañas de desinformación.

Pero en España seguimos igual que hace tres años, cuando se celebraron las últimas elecciones generales. Y eso a pesar de que el Gobierno, a través del Departamento de Seguridad Nacional (DSN), tiene desde hace meses encima de la mesa una completa batería de propuestas para mejorar la capacidad de respuesta de la democracia española frente a la desinformación.

Y no es porque falten evidencias del riesgo que corren las democracias. Hay constancia del fenómeno desde hace seis años. Los casos más paradigmáticos de desinformación conocidos públicamente hasta la fecha se dieron en 2016 tanto en el referéndum del Brexit del Reino Unido como en las elecciones presidenciales de Estados Unidos que llevaron. Donald Trump a la Casa Blanca.

Se ha comprobado que la desinformación puede tener efectos más pronunciados en contenidos políticos que en temas sobre terrorismo, desastres naturales, ciencia o información financiera y que impacta en la construcción de la realidad por parte de los ciudadanos, hasta el punto de influir en su percepción y toma de decisiones, aun a sabiendas de su origen deliberadamente ficticio. Así consta en el documento Lucha contra las campañas de desinformación en el ámbito de la seguridad nacional publicado el pasado mes de septiembre.

Es verdad que de momento no hay evidencia científica de su influencia en opiniones, actitudes o comportamientos políticos, pero sí de sus efectos estructurales sobre el sistema democrático, “porque la desinformación afecta a la raíz de la base de la confianza, que es la legitimidad de los elegidos”.

En España la mayor parte de la desinformación difundida durante las elecciones generales de noviembre de 2019, las elecciones al Parlament de Catalunya de febrero de 2021 y las elecciones a la Asamblea de Madrid del mismo año —cuando se redactó el informe aún no se habían celebrado las convocatorias de Castilla y León y Andalucía— entraba dentro de la categoría de contenido fabricado (100% falso, diseñado para engañar y dañar), engañoso (para incriminar a alguien o algo) o manipulado (manipulación de información o imágenes genuinas para engañar).

La experiencia recogida muestra que en la mayoría de ocasiones se trata de textos publicados en tuits, sistemas de mensajería instantánea (WhatsApp) o redes sociales, pero también capturas de pantalla de esos mismos contenidos. Aparecen además notas de voz y vídeos y fotos manipuladas o fuera de contexto.

La motivación del bulo está relacionada siempre con la política y casi siempre se dirige a desacreditar al gobierno, a un partido político o candidato y/o a la integridad y fiabilidad del propio sistema electoral, según el informe en poder del DSN.

Red estatal
En España, siguiendo las recomendaciones de la UE, funciona desde 2019 la llamada Red de Coordinación para la Seguridad en Procesos Electorales, aunque sólo se activa cuando hay elecciones convocadas. Entre sus competencias está garantizar el proceso electoral, proteger el uso de datos personales, establecer procedimientos frente al riesgo de ciberataques y combatir la desinformación en línea y las llamadas noticias falsas.

Esta red permitió dar respuesta rápida a algunas incidencias detectadas, como la caída de algunas webs institucionales, así como la detección de diversas actuaciones que podrían enmarcarse en el ámbito de la desinformación, pero cuya relevancia finalmente no se consideró de la entidad suficiente como para poner en marcha acción alguna, según el informe elaborado para el DSN.

Las propuestas para combatir las campañas de desinformación en procesos electorales que el Gobierno tiene encima de la mesa están agrupadas en función de su destinatario. Hay recomendaciones dirigidas a los partidos políticos, a la sociedad civil, a las plataformas, a los medios de comunicación, a la administración pública, a la Junta Electoral Central y al Congreso de los Diputados.

El informe parte de la base de que “la lucha contra la desinformación en los procesos electorales es una labor conjunta de la sociedad civil y los servidores públicos del Estado” que pasa por la colaboración de periodistas, plataformas digitales, organizaciones de la sociedad civil, verificadores de datos, académicos, partidos políticos y poderes públicos.

Y propone atacar el problema a partir de tres ideas básicas. La dos primeras son que la desinformación se combate con información y transparencia y que la educación cívica es el antídoto contra la desinformación. La tercera es que “ante campañas de desinformación cada vez más sofisticadas son necesarias medidas de prevención a través de la cooperación público-privada para detectar, prevenir y combatir los ataques durante las campañas electorales. Normas claras y procedimientos ágiles por parte de los poderes públicos, políticas de plataformas digitales con avanzadas metodologías de prevención contra las operaciones de influencia contra los ciudadanos y las instituciones; y un periodismo de calidad, riguroso y honesto”.

El informe propone al Gobierno la creación de un grupo de trabajo para el asesoramiento y el seguimiento en la lucha contra la desinformación electoral y varias reformas de la Ley Electoral para introducir herramientas de alfabetización mediática y vigilar campañas.

También han propuesto al Ejecutivo suprimir la prohibición de publicación de encuestas durante los últimos días de las campañas y extremar los requisitos para su difusión porque “la experiencia repetida” de multitud de procesos electorales señala que la información críticas sobre los sondeos (texto íntegro de las preguntas y número de personas que no responden entre otras cosas) “se publica de manera completa”.

Cambios legales
Los representantes de la sociedad civil consultados por el DSN apuestan también por reforzar la ley para impedir la publicación de “anuncios políticos digitales durante la jornada de reflexión” y desarrollar una nueva legislación sobre la publicidad electoral digital que incluya “una definición exhaustiva, coherente con las normas de la Unión Europea, y uniforme de lo que ha de considerarse como publicidad política digital”.

Hace falta además, subrayan, un registro de publicidad electoral que aúne en un sitio web, gestionado por la Administración electoral competente, un repositorio, de acceso fácil y libre, que permita ver todos los anuncios de carácter político publicados o emitidos en los distintos medios y plataformas digitales.

El informe propone igualmente reformar las competencias de la Junta Electoral para que pueda “recabar cuanta información y apoyo tecnológico precise de cualquier entidad, ya sea pública o privada”. Y que el Tribunal de Cuentas asuma facultades de control jurisdiccional y contable de las normas relativas a las cuentas y gastos electorales de las candidaturas, ampliando los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas exigidos a las diferentes candidaturas y especificando y publicando en formato abierto los gastos realizados en publicidad electoral.

A los partidos políticos, los expertos consultados por el DSN les propone reforzar su seguridad digital, acordar un código de conducta contra la desinformación e “identificar debidamente toda publicidad electoral en cualquier medio o plataforma tecnológica, así como cualquier recurso pagado para persuadir al electorado como, por ejemplo, la contratación de personas influyentes (los llamados influencers)”.

También les exigen que cuando contraten un servicio de publicidad política digital proporcionen toda la información necesaria y veraz para que la plataforma cumpla con la ley y les recomiendan que, “en un ejercicio de transparencia, informen sobre las organizaciones o empresas contratadas para la creación, producción y gestión de la publicidad digital electoral”.

Las plataformas sociales tampoco se quedan al margen de las peticiones de los expertos. Entre las muchas recomendaciones que les hacen, les piden que distingan la publicidad política de cualquier otra, que etiqueten las cuentas automatizadas (bots), que contraten equipos específicos para combatir la desinformación en periodo electoral o que desarrollen herramientas para que lo usuarios puedan desactivar los anuncios electorales.

A los medios y a las organizaciones de verificación, el informe también les pone deberes. En primer lugar, haciendo “el esfuerzo por difundir y publicar la información relevante de la organización, haciéndola visible y accesible a todos los grupos de interés de manera íntegra y actualizada”, tal y como ya hacen algunos en la actualidad, entre ellos infoLibre. Los medios deben publicar “la información relevante sobre su propiedad, su gobierno y su información económica, así como la creación y divulgación de contenidos editoriales”.

También reclaman medidas de transparencia para “medios estatales extranjeros que operan en nuestro país a través de canales de TDT” obligándoles a advertir de su propiedad o de sus vínculos.

Este amplio y ambicioso catálogo de propuestas, que sigue en un cajón y para el que Gobierno se ha quedado prácticamente sin tiempo para implementarlas antes de las elecciones de mayo, fue redactado a petición del DSN bajo la coordinación del profesor de Comunicación Política de la Universidad de Navarra Jordi Rodríguez Virgili. Incluyen aportaciones de organizaciones de verificación (EFE verifica y Maldita.es), plataformas tecnológicas (Twitter, Meta, Microsoft) y organizaciones de periodistas (la Red de Colegios Profesionales, la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión de España). También participaron la Plataforma en Defensa de la Libertad de Información, el Real Instituto Elcano, la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales y académicos de las universidades Carlos III y Rey Juan Carlos de Madrid.

El Departamento de Seguridad Nacional evitó responder a las preguntas de infoLibre sobre este asunto.

Fuente: https://www.infolibre.es/politica/espana-asoma-ano-electoral-decisivo-haber-hecho-deberes-lucha-desinformacion_1_1370593.html

lunes, 23 de enero de 2023

_- Cuca Gamarra y el “fascismo eterno” de Umberto Eco

_- Puesto que a la señora Gamarra le gusta comparar lo que ocurre en España con otros países iberoamericanos, resulta oportuno hacerle la siguiente pregunta: ¿Hay alguien que pueda equiparar las conductas de los ciudadanos de Catalunya acudiendo a unas escuelas a depositar una papeleta en una urna con la violencia de los energúmenos de este domingo?

Javier Pérez Royo

“No sé definir la pornografía, pero, cuando la veo, la reconozco”. Son las palabras del juez de la Corte Suprema de EEUU Potter Stewart, por las que es recordado más allá del ámbito judicial o académico. Las pongo en conexión siempre que las recuerdo con las palabras de Iñaki Gabilondo en la primera entrevista en la que le preguntaron por Vox. “He vivido casi la mitad de mi vida bajo el Régimen del General Franco y reconozco al franquismo en cuanto lo veo”, respondió Iñaki. Vox es franquismo, esa forma singular española de expresarse el fascismo “originario” o “eterno” en los términos en que lo caracterizó Umberto Eco (Los 14 síntomas del fascismo eterno CTXT, 16/01/2019).

“Las apariencias engañan”, dice un conocido refrán. Justamente por eso, es necesaria la ciencia, añadiría Carlos Marx. “Si la forma de manifestación de los fenómenos económicos en la superficie de la sociedad coincidieran con la determinación interna de los mismos, la ciencia sería superflua”. La ciencia es necesaria porque las cosas no son lo que parecen. Esto es conveniente recordarlo de manera permanente, especialmente en esta época de “posverdad” y de bullshit. Sin ciencia no es posible la democracia como forma política.

Pero “no hay regla sin excepción” y hay determinadas manifestaciones de algunos delitos en los que las apariencias no engañan. La negación de las apariencias en estos casos son expresión de lo que Donald Trump y su gente defendían y defienden con su teoría de los “hechos alternativos”.

Viene a cuento esta introducción a raíz de las palabras de Cuca Gamarra sobre el asalto a las sedes de los tres poderes del Estado en Brasil. En España, con Pedro Sánchez, sería un caso de desórdenes públicos, vino a decir, como si la reciente reforma del Código Penal hubiera hecho desaparecer el delito de rebelión de nuestro ordenamiento y hubiera tipificado como desórdenes acontecimientos como el asalto al Capitolio en Washington el 6 de enero de 2021 o el asalto a las sedes de los tres poderes del Estado en Brasilia este pasado domingo.

Por esta razón, las palabras de Cuca Gamarra, salidas directamente de Génova 13 y utilizando el canal oficial del PP para transmitirlas, no son solamente indecentes, como las ha calificado Joan Baldoví, sino que son una forma de manifestación del “fascismo originario” o “fascismo eterno” tal como lo caracterizó Umberto Eco.

Pero, puesto que a la señora Gamarra le gusta comparar lo que ocurre en España con lo que ocurre en otros países iberoamericanos, como Brasil ahora y Venezuela antes, me parece que resulta oportuno hacerle la siguiente pregunta: ¿Qué tienen que ver las imágenes de Brasil que ha visto todo el mundo este pasado domingo con las imágenes del 1 de octubre de 2017 en Barcelona? ¿Hay alguien que pueda equiparar las conductas de los ciudadanos de Catalunya acudiendo a unas escuelas a depositar una papeleta en una urna con la violencia de los energúmenos brasileños de este pasado domingo? ¿Todas pueden ser calificadas como constitutivas del delito de rebelión? ¿Lo ocurrido en Catalunya el 1 de octubre de 2017 tiene la misma naturaleza que lo ocurrido en Washington el 6 de enero de 2021 o en Brasilia este pasado domingo?

Porque los miembros del Govern y de la Mesa del Parlament y los presidentes de Omnium y la ANC fueron procesados por el delito de rebelión, aunque al final fueran condenados por el delito de sedición. Pero la calificación como delito de rebelión fue la que dominó todo el proceso. La que permitió que permanecieran durante el desarrollo del mismo en prisión. La que permitió que se les aplicara el artículo 384 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para dejar en suspenso su condición de parlamentarios ganada en las urnas. La que permitió al Tribunal Supremo torpedear la sesión de investidura en Catalunya en más de una ocasión. Y varias más que no es necesario reseñar en un artículo como este.

La monstruosidad de esa calificación penal y el desarrollo de todo el proceso con base en dicha calificación es lo que la comparación de las imágenes de Barcelona del 1 de octubre de 2017 con las imágenes del asalto al Capitolio en Washington, para impedir la certificación de un resultado electoral, o con las imágenes de Brasilia, para incitar al ejército a intervenir, pone de manifiesto.

Esto es lo que resulta escandaloso y no la desaparición del delito de sedición de nuestro ordenamiento, de donde debía haber desparecido hace muchos años. Porque el delito de sedición es un delito predemocrático, que carece de sentido en el siglo en que vivimos. No ha habido ni una sola condena por sedición en las democracias europeas después de la Segunda Guerra Mundial.

“España apesta a franquismo”, dijo Rafael Chirbes en su última entrevista en El Periódico pocos meses antes de morir. Esa peste a franquismo es la que reflejan las palabras de Cuca Gamarra sobre lo ocurrido en Brasil el pasado domingo. Que fue, además, la primera reacción oficial del PP, no desautorizada posteriormente por el presidente del partido, Alberto Núñez Feijóo.

domingo, 22 de enero de 2023

Cómo mantener la motivación y la pasión en el trabajo

He querido ser escritor desde que tomé prestada por primera vez la vieja máquina de escribir de mis padres, a los 6 años.

A medida que vi que mis pensamientos tomaban forma en la página en blanco, me enganché al instante.

Como autor y periodista, reconozco la suerte que tengo de continuar con estas ambiciones de la infancia, pero mentiría si dijera que no hay períodos regulares en los que esa pasión decae.

Esto se acentúa en el húmedo y aburrido Londres de enero, cuando mi estado de ánimo ya está bajo y la repetición de la rutina semanal puede comenzar a resultar agotadora. Me siento como si estuviera en una rueda para roedores sin fin de la que quiero salir.

Y es probable que no esté solo: como ha revelado la tendencia reciente de "renuncia silenciosa", muchas personas están perdiendo el entusiasmo por las carreras que una vez amaron.

Puede que hayas hecho todo lo que estaba a tu alcance para conseguir ese trabajo perfecto y, sin embargo, la rutina diaria a veces te quita el entusiasmo.

"En mi experiencia con mis clientes de coaching, diría que es un gran problema y que este problema está creciendo", dice Anna K Schaffner, una terapeuta de vida en Reino Unido que se especializa en agotamiento, estrés y resiliencia.

Para algunos, la pérdida de la pasión puede ser una señal de que necesita cambiar de carrera, pero un movimiento tan drástico no siempre es posible.

Muchos millenials y jóvenes de la generación Z rechazan el estilo de vida de vivir para trabajar.

Afortunadamente, estudios recientes muestran que algunas personas aplican naturalmente "estrategias de laboratorio" para reavivar su pasión y motivación.

Y hay muchas maneras en que todos podemos aplicar estas técnicas.

Una cuestión de mentalidad
El primer estudio proviene de Patricia Chen, profesora de psicología en la Universidad de Texas en Austin, EE.UU.

La investigación previa de Chen examinó la influencia de dos mentalidades diferentes sobre la pasión. Es más probable que los llamados "teóricos de la competencia" respalden afirmaciones como:

Creo que hay un trabajo perfecto para cada individuo, y encontrar la línea de trabajo correcta determinará la felicidad y el éxito de uno en el trabajo. Los "teóricos del desarrollo", por el contrario, es más probable que estén de acuerdo con afirmaciones como:

Creo que la pasión se desarrolla a través de un proceso de aprendizaje dentro de cualquier línea de trabajo elegida. Cuanto mejor sea uno en su trabajo, más empezará a amar la profesión.

Usando cuestionarios detallados que miden la mentalidad de las personas y varios resultados en el ambiente laboral, Chen descubrió que estas creencias se convierten en profecías autocumplidas.

Los teóricos de la competencia (en su sentido de idoneidad) tendrán dificultad para encontrar la felicidad en un trabajo que no cumpla con sus criterios específicos. Los teóricos del desarrollo, por el contrario, pueden aprender a encontrar disfrute e interés en las diferentes tareas, de modo que su satisfacción crezca con el tiempo, incluso si el trabajo inicialmente no cumplía todos los requisitos deseados.

Dividir proyectos en tareas rápidas y pequeñas puede permitirte disfrutar de la cálida sensación de satisfacción cuando las marca en su plan.

El nuevo artículo de Chen tiene como objetivo explorar cómo los teóricos del desarrollo manejan su pasión de esta manera. ¿Qué estrategias utilizan para avivar las llamas de su gusto por el trabajo?

Para averiguarlo, primero encuestó a 316 estudiantes universitarios de varias disciplinas académicas sobre las formas en que su pasión por la materia había cambiado a lo largo del tiempo.

Fundamentalmente, esto incluía una pregunta abierta sobre qué había causado este cambio de pasión.

De los cientos de respuestas, los investigadores identificaron cinco estrategias comunes que, según los estudiantes, habían aumentado su motivación. Estas eran:

Reconocer la relevancia personal: un estudiante de negocios, por ejemplo, podría intentar pensar en las formas en que el conocimiento teórico lo ayudaría a fundar una nueva empresa.

Reconocer la relevancia social: un estudiante podría preguntarse cómo el tema podría ayudarlo a comprender el mundo y cómo ese conocimiento podría beneficiar a otros en última instancia.

Construir familiaridad: adquirir nuevos conocimientos puede estimular la curiosidad de alguien por saber más, ya que identifican más puntos de interés, y el hecho mismo de haber progresado y dominado tareas difíciles, puede ser una recompensa en sí mismo. Entonces, alguien que se siente desmotivado podría buscar nuevas formas de aumentar su conjunto de habilidades.

Adquirir experiencia práctica: muchos de los estudiantes descubrieron que las prácticas laborales y las pasantías aumentaron su entusiasmo por sus estudios académicos.

Encontrar mentores y cambiar el entorno: los estudiantes pueden buscar activamente maestros que los inspiren o amigos que puedan ayudar a que el trabajo sea más divertido.

En general, Chen confirmó que los estudiantes con mentalidad de desarrollo tenían más probabilidades de ver aumentos positivos en su pasión por su materia a lo largo del tiempo.

Y ese cambio se correlacionó con la cantidad de estrategias que habían utilizado. Los estudiantes con la mentalidad de competencia, por el contrario, no parecían estar empleando esas estrategias con tanta eficacia.

Generar motivación
Los hallazgos de Chen concuerdan con una investigación psicológica más amplia que analiza las formas en que las personas regulan su interés y motivación en su trabajo.

Además de confirmar el uso de las estrategias que Chen había detectado, como identificar la relevancia personal o social del trabajo, estos estudios sugieren otras formas de reencender la magia.

Dos de las técnicas más útiles son el "establecimiento de metas proximales" y la "autoconsecución".

Estas son particularmente útiles cuando te sientes abrumado con un nuevo proyecto, en el que el desafío es tan grande y la recompensa tan distante que te cuesta reunir el entusiasmo para comenzar.

Para aplicar el establecimiento de objetivos proximales, se puede dividir el proyecto en tareas pequeñas que son mucho más rápidas de completar, lo que le permite disfrutar de la cálida sensación de satisfacción cuando se van cumpliendo en su plan.

"Esto puede ser especialmente efectivo si usas pequeñas recompensas para lograr esos objetivos, como ver Netflix después de haber completado una tarea", dice Maike Trautner, investigadora postdoctoral de la Universidad de Münster, Alemania. Esa es la parte de autoconsecución.

Una vez más, la mentalidad importa. En un estudio reciente con Malte Schwinger, profesor de la Universidad Philipps de Marburg en Alemania, Trautner encuestó a más de 700 estudiantes sobre las formas en que manejan su motivación.

Tal como lo observó Chen con su trabajo sobre la pasión, encontraron que algunos estudiantes creen que la motivación para una tarea es fija e inmutable, mientras que otros creen que se puede cultivar.

Y son aquellos con esta última mentalidad quienes buscarán formas de desarrollar su motivación utilizando estrategias prácticas, mientras que aquellos que creían que su motivación estaba fuera de su control fueron menos proactivos.

Tomar acción
Para las personas que ya tienen la mentalidad de desarrollo, estas estrategias pueden parecer obvias.

Pero el trabajo de Chen sugiere que son una minoría: en sus muestras, la mayoría de las personas tenían la mentalidad de competencia y, por lo tanto, podrían beneficiarse al recordarles su potencial para desarrollar su motivación y pasión.

Tomarse un tiempo para pensar en nuestros objetivos generales, buscar los beneficios que nuestro trabajo brinda a los demás, comunicarse con colegas inspiradores y establecer un plan con pequeñas recompensas: estas son estrategias simples que todos podemos tomar para aumentar nuestro entusiasmo.

Tomar un pasatiempo puede darle un sentido de propósito y logro, de modo que tu trabajo no sea el único lugar para encontrar satisfacción en su vida.

Sin embargo, no tienes que asumir toda la responsabilidad. Schaffner sugiere que hables con tu jefe sobre las formas en que puede cambiar tu trabajo para que estés más alineado con tus valores e intereses, un proceso que ella describe como "confeccionar el trabajo".

"Los buenos empleadores deberían estar interesados en eso y apoyar la idea: tiene mucho sentido que a sus empleados se les asignen tareas para las que son más aptos para desempeñarlas bien", sostiene.

Si todavía sientes que estás estancado, es posible que simplemente le estés pidiendo demasiado a tu carrera.

De la misma manera que podríamos esperar que nuestras parejas románticas generen toda la emoción en nuestra vida, lo que ejerce una presión innecesaria sobre la relación, a veces podemos tener expectativas poco realistas de que nuestros trabajos brinden significado a nuestras vidas.

Por esta razón, Schaffner sugiere dedicarse a un pasatiempo que también pueda darte un sentido de propósito y logro, para que tu trabajo no sea el único lugar para encontrar satisfacción en su vida.

"Irónicamente, con un poco de desapego y perspectiva, tendemos a trabajar mejor y con más ligereza", dice.

Es una filosofía que he tratado de aplicar yo mismo.

En estos sombríos días de enero, he tratado de reforzar mi energía recordándome todas las razones por las que me atrajo primero una carrera en periodismo y tomándome más tiempo para leer las respuestas de las personas a mis escritos, una actividad que a menudo se pasa por alto por la demanda del trabajo.

Pero siguiendo el consejo de Schaffner, también me estoy asegurando de dedicar más tiempo a todas las demás actividades que amo.

En sus palabras: "Puede ser increíblemente sanador y curativo cuando el trabajo es solo trabajo".

La ‘tiktoker’ Nuria Casas confronta con humor cómo se corregía a los alumnos hace 30 años y en la actualidad. Psicólogos y educadores debaten sobre la utilidad de los exámenes y si estos determinan o no el desarrollo educativo de niños y adolescentes

La ‘tiktoker’ Nuria Casas confronta con humor cómo se corregía a los alumnos hace 30 años y en la actualidad. Psicólogos y educadores debaten sobre la utilidad de los exámenes y si estos determinan o no el desarrollo educativo de niños y adolescentes

Que el mundo ha cambiado en los últimos 30 años es una obviedad. Lo ha hecho en muchos aspectos y, entre ellos, si hay algo que no escapa a esta evolución es la educación. ¿Cómo ha cambiado en estas décadas? Y lo más importante: ¿en qué cuestiones? Recientemente, un vídeo elaborado por la tiktoker Nuria Casas —que tiene 1,2 millones de seguidores en esta plataforma y otros 430.000 en Instagram— se hizo viral por su parodia sobre una de las cuestiones que más afecta a padres, profesores y alumnos: las evaluaciones.

Como en cualquier caricatura, la influencer, que también es madre y antes trabajó como educadora infantil, exageró ambas posturas. En su papel de profesora de antaño suspendía a los alumnos por todo. Por ejemplo, medio punto menos por cada falta de ortografía, incluidas las tildes. En cambio, en su rol de maestra de hoy empezaba a dudar hasta sobre el color que debía utilizar para corregir, descartando, por ejemplo, el rojo por ser demasiado agresivo y ofensivo y llegando a poner un 10 a un alumno por dejar el folio en blanco, algo con lo que, según ella, “ha querido expresar así su disconformidad con el mundo”.

Con estas situaciones hilarantes, Casas pretendía, desde el humor, llamar la atención sobre el exceso de permisividad que existe en la actualidad, según ella, en la enseñanza. El vídeo se publicó el 27 de octubre y tuvo miles de comentarios y más de tres millones de visualizaciones. Tras esa entrega, ha seguido con el tema. Por ejemplo, en una publicación del 11 de noviembre se centra en las excusas que los alumnos ponían antes y ponen ahora cuando no se hace un trabajo de clase.

La psicóloga infantil Carmen Romero opina que estas parodias ensalzan con humor los dos extremos en la educación: “Está claro que es importante encontrar un equilibrio donde se combine el respeto por el alumno y, al mismo tiempo, se puedan identificar sus carencias para impulsar su desarrollo”. La experta hace hincapié en que no tiene ningún sentido humillar a un niño pequeño esperando que así aprenda y evolucione. Pero “es imposible que avance si no identificamos las dificultades y acompañamos hacia la mejoría”, añade.

Para Romero, lo que consigue el vídeo sobre el profesorado es hacer reflexionar al adulto sobre lo que pasaba antes y lo que se puede dar en la actualidad en las escuelas: “Sin embargo, lo que realmente nos interesa es poder llegar a un equilibrio que nos permita potenciar el desarrollo del menor, mejorar su autoestima, mientras vaya adquiriendo conocimientos y desarrollándose a nivel cognitivo de una manera más completa”.

Mercedes Gil, directora del colegio British Montessori de Murcia, es de la opinión que en el vídeo los dos enfoques, cómo se evalúa ahora y antes, hablan de lo mismo: “La necesidad de puntuar al alumno frente a unos estándares como si de un producto industrial se tratase. Una labor de juez que premia y castiga. En el fondo, que alguien continúe corrigiendo exámenes así en pleno siglo XXI es bastante triste”.

Para la educadora, esta forma de evaluar sirve solamente para clasificar en un esquema competitivo y seleccionar a los que mejor realizan una tarea predeterminada. “Premios y castigos consiguen de forma temporal controlar la conducta, pero sin una reflexión, sin explicación, sin entender por qué hemos fallado y cómo hacerlo mejor, nunca se producirá un aprendizaje productivo”, asegura. “Durante el Imperio Británico, las colonias de ultramar debían recaudar los impuestos y organizar las importaciones para enviarlos a Londres”, prosigue Gil. “La Corona se ocupó de formar a sus funcionarios, cuya educación básica era en las cuatro operaciones aritméticas (libros de contabilidad), lectura y escritura (informes y censos), a las que luego se irían añadiendo otras asignaturas como Geografía e Historia (para moverse por el mundo físico y mental), lenguas... De esa época hemos heredado el tipo de colegio que aún hoy pervive”.

Sin embargo, y según relata, “a poco que te muevas por el entorno profesional actual, resulta evidente que lo que se necesita son competencias muy diferentes: las llamadas soft skills (trabajo en equipo, resiliencia, flexibilidad, liderazgo…), capacidades comunicativas, resolución de problemas, iniciativa… Es decir, diametralmente opuesto a la clase de sanción de la evaluación tradicional, que reduce a las personas a un número en una lista”. “Tenemos exámenes oficiales que otorgan un título y preparamos muy concienzudamente para ellos, pero no son el centro del aprendizaje”. Gil asegura que se podrían hacer otras cosas que educan para la vida en el aula, y señala por ejemplo debatir, investigar o resolver problemas colaborando. “Otro ejemplo: los alumnos pueden evaluarse entre ellos y, haciéndolo, aprenden muchísimo, no solo sobre la materia, sino también sobre cómo tratar a otras personas. Cómo no etiquetarlas. Cómo respetarlas”.

Alberto Royo, profesor de Música en un instituto de Estella (Navarra) y autor de libros como Contra la nueva educación, cree que, de modo general, si se piensa en la etimología la palabra examen hacía referencia a la aguja de una balanza: “Examinarse sería, pues, algo similar a pesarse o medirse. Si esto se hace con los niños de seis años, no veo el problema en medir su evolución, no solo física sino también intelectual. Obviamente, se ha de tener en cuenta la edad. Pero cualquier actividad que se hace en clase puede servir para examinar, analizar, indagar u observar al alumno, tenga este seis años o 30″.

Entrando en la cuestión de los exámenes de ayer y hoy, continúa Royo, lo primero que se debería hacer es dejar de considerar las estrategias, medidas educativas o herramientas pedagógicas según sean antiguas o recientes: “Debemos buscar la eficacia respecto a lo que queremos lograr. Así como hay libros, películas o canciones que soportan mal el paso del tiempo hay otras que se han convertido en clásicos. Y esto ha ocurrido porque resultan apreciables en cualquier contexto. En la enseñanza, esta ha de ser la premisa”. Para el experto, el examen nunca ha dejado de ser un medio magnífico: “Sirve para valorar el nivel de conocimientos adquiridos por un alumno; para detectar sus dificultades, paso previo a la búsqueda de soluciones a las mismas; para contribuir a su formación a través del análisis de los errores cometidos o favorecer su motivación”, analiza. Además, prosigue, “hay evidencias que demuestran que esta está vinculada con el logro, con ejercitarse intelectualmente”.

Royo añade que si existe un examen mal planteado o diseñado, que no se ajuste a los contenidos trabajados o al nivel, no será eficaz, como no lo suele ser si el alumno se encuentra en una situación de estrés: “Pero en este caso, lo que se ha de solucionar es la situación y no eliminar la prueba que lo evalúa”.

https://elpais.com/mamas-papas/actualidad/2022-11-25/un-video-viral-compara-la-educacion-de-antes-con-la-de-ahora-los-expertos-contestan.html

sábado, 21 de enero de 2023

La magdalena de Proust: la razón por la que hay olores y sabores que nos traen recuerdos que teníamos olvidados


Mujer oliendo flor.

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Los recuerdos del ser humano se pueden remontar en el pasado hasta la edad de los 3 o 4 años.

¿Escuchaste alguna vez lo que es experimentar una "magdalena de Proust"?

Si la expresión te suena rara, lo que significa para la cultura popular y la neurociencia te resultará más que familiar.

El hecho de que puedas recordar momentos de tu pasado -incluso de tu niñez más temprana- después de oler o saborear algo, tiene una explicación científica.

Y el conocido novelista francés Marcel Proust (1871-1922) tiene una relación muy especial con esta explicación.

Además de la calidad literaria de sus obras y su exquisita sensibilidad, Proust es conocido por haber motivado un interés particular de la ciencia en el estudio de los "recuerdos involuntarios", aquellos que sin proponérnoslo son evocados después de experimentar estímulos al azar. La famosa "magdalena de Proust" explica la experiencia de uno de los personajes literarios del escritor que, cierto día, abrumado por la tristeza, prueba una magdalena (como se conoce en algunos lugares a un tipo de un pastelito dulce) mojada en té y es repentinamente transportado a los veranos de su infancia en Combray, un pueblito al noroeste de Francia.

El célebre fragmento pertenece específicamente a la obra "Por el camino de Swann", la primera parte de la serie "En busca del tiempo perdido", que contiene siete novelas publicadas entre 1913 y 1927.

Magdalenas.

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Recuerdo proustiano, magdalenas. FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

La magdalena a la que se refiere Proust en su obra es una variante típica de una región en el noreste de Francia.

Resulta curioso que un sencillo recurso literario arroje luz sobre complicados procesos que todavía la ciencia moderna, particularmente al campo de la neurología, no ha logrado descifrar por completo.

"La forma en que precisamente ocurre esa reactivación (estímulo-memoria) sigue siendo solo parcialmente comprendida", comenta a BBC Mundo el doctor Loren M. Frank, del Instituto Kavli de Neurociencia Fundamental de la Universidad de California, en San Francisco.

Cuando se forman los recuerdos, una región del cerebro llamada hipocampo ayuda a unir las partes de la memoria (la vista, los sonidos, los sabores y los olores...) que se han procesado en regiones cerebrales especializadas dedicadas a cada sentido.

"Más tarde, cuando se experimenta el mismo olor o sabor, ya está vinculado a las otras partes de la memoria y así es posible 'reactivar' las imágenes, los sonidos, etcétera", señala el experto.

Estímulos voluntarios e involuntarios
El doctor Frank asegura que los recuerdos del ser humano se pueden remontar en el pasado hasta la edad de los 3 o 4 años.

Y que aquellas cosas que rememoramos voluntariamente funcionan a partir del mismo proceso que aquellas que rescatamos de manera involuntaria, como lo es el llamado "recuerdo proustiano".

"La única diferencia es que creamos la "señal" nosotros mismos al pensar en ello o al imaginarlo. Una vez que el patrón de actividad cerebral correspondiente a esa señal esté presente, ocurriría el mismo tipo de proceso, sin importar si la "señal" proviene de afuera o de adentro", explica.

Mujer comiendo. FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

El estudio de la memoria olfativa podría ayudar a detectar enfermedades como la demencia.

El funcionamiento de la mente y el cerebro humanos todavía encierran grandes misterios para la ciencia. Y la memoria olfativa, por ejemplo, es un campo en el que los neurólogos tienen especial interés.

Una de las principales razones es porque, según estudios científicos, la capacidad de recordar olores podría definir si una persona es más o menos propensa a padecer de enfermedades como la demencia.

Por eso las pruebas de memoria olfativa podrían ser usadas en el diagnóstico y prevención de este padecimiento.

"Flujos de conciencia"
"En busca del tiempo perdido" tuvo una gran influencia en escritores de todo el mundo, puesto que introdujo la idea de escribir sobre "corrientes o flujos de conciencia".

A través del narrador omnipresente, Proust logra transmitir en gran detalle no solo lo que se percibe, sino también lo que se recuerda y los vínculos repetidos y constantes entre la percepción y la memoria.

Para muchos, sus aportes ayudaron a transformar la novela contemporánea.

Marcel Proust.

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Marcel Proust. FUENTE DE LA IMAGEN,AFP

Los aportes del escritor francés Marcel Proust ayudaron a transformar la novela contemporánea.

Y se dice que escribir "En busca del tiempo perdido" le tomó casi toda la vida, prácticamente sin salir de su habitación con las paredes forradas de corchos (Proust consideraba a sus vecinos horriblemente ruidosos y llegó a enviarles cartas por esta razón).

La magdalena que provoca el famoso "recuerdo proustiano"-este es un dato para los más curiosos- no es probablemente la que tienes en mente, sino un postre tradicional del noreste de Francia, llamado "magdalena de Commercy", y que luce más bien como una galletita ovalada con líneas paralelas en la superficie.

Recetas navideñas que muestran la riqueza gastronómica española

En muchos hogares españoles se disfruta en estas fechas de recetas regionales: la sencillez del cardo guisado, la enjundia de un cocido, la cocina de víspera o los canelones de la abuela. Presentamos cinco preparaciones típicas de Galicia, Cataluña o Andalucía.

La comida es uno de los motores que mueve la maquinaria de la Navidad, que reúne a las familias alrededor de mesas y nos arrulla en un constante desfile de platos, platillos, fuentes, copas que se vacían y se llenan, turrón, piña “para desgrasar” y vuelta a empezar. Pero no debemos olvidar que es una fiesta católica y sus costumbres culinarias regionales beben, en grandísima parte y salvo excepciones, de esa fuente.

La tradición de comer bacalao con coliflor en la Nochebuena gallega proviene del calendario eclesiástico de vigilias y su particular cocina, en la que este pescado —de fácil conservación gracias a la salazón— tiene gran protagonismo en potajes y guisos alrededor de la Península. También durante Cuaresma y Semana Santa, en las que se utilizaba una pequeña cantidad de este pescado para dar sabor a ingredientes de temporada como las espinacas (además de las omnipresentes legumbres). Aunque la Iglesia terminó en el siglo XX con la prohibición de comer carne, el hábito perduró en la zona como seña de identidad.

Hay otras costumbres que arrancan en un periodo de la historia mucho más reciente, como los canelones de San Esteban: según cuenta el periodista y gastrónomo Néstor Luján en su Pequeña historia de los canelones, esta tradición empezó a fraguarse en el siglo XVIII. En aquel momento varios chefs italianos, franceses y suizos se afincaron en Barcelona y dominaron el negocio de la restauración —­por eso los macarrones gratinados también forman parte del imaginario gastronómico de la ciudad—, convirtiendo estas pastas rellenas en un plato de alto valor gastronómico.

Cuando en 1911 Ramon Flo i Valls, fundador de la empresa El Pavo, empezó a comercializar las placas para prepararlos, la receta aspiracional finalmente pudo llegar a los hogares, y el antaño tradicional arròs a la catedral o de colls i punys, elaborado con cuellos, crestas, higadillos y otros despojos de aves sobrantes de la escudella o el rustido, pasaron rápidamente a la historia: es muy difícil competir con algo que va recubierto de bechamel y queso gratinado.

Algunos de estos platos tradicionales se preparan con el mismo ingrediente en diferentes zonas; es el caso del cardo, que con almendras es típico de Navidad en La Rioja, Navarra, País Vasco, Extremadura o Madrid —en algunas casas, con un poco de jamón picado para darle enjundia y sabor—, en Castilla se sirve al ajoarriero y en Aragón con bechamel. También hay recursos de muchos de estos platos que podemos aplicar a la cocina diaria: el refrito o ajada que da sabor al bacalao con coliflor —al que en esta ocasión también se le añade cebolla dulce— es perfecto para alegrar tanto un plato de judías verdes o guisantes como un pescado blanco, y la salsa de almendras que acompaña al cardo servirá también para un lomo de cerdo.

Cardo con almendras

CATERINA BARJAU
Preparar el cardo desde cero es trabajoso, ya que hay que eliminar sus partes duras y pelarlo bien para que no quede con una consistencia gomosa, además de darle una primera cocción bastante larga. Usar una buena conserva o su versión congelada y empezar con esta verdura ya cocida facilitará mucho el proceso.

Ingredientes (para 4 personas)

1,2 kilos de cardo fresco o 800 gramos de cardo cocido (embotado o congelado), dos o tres dientes de ajo, 50 gramos de almendras crudas, aceite de oliva, una cucharada de harina, un limón (si se usa cardo crudo), sal, perejil, piñones para decorar (opcional).

Preparación

Si partimos del cardo crudo, eliminar todas las fibras, la base y otras partes duras de cada tallo. Pelarlo bien (se puede usar un pelador), eliminando la capa exterior, trocear en pedazos de unos tres o cuatro centímetros y poner en un recipiente con agua fría y el zumo de un limón.
▪ Cuando esté listo, sacar y cocer en abundante agua salada durante unos 20 o 30 minutos (puede necesitar más). Comprobar que esté tierno usando una puntilla: si lo atraviesa fácilmente, ya está. Escurrir y retirar, reservando unos 400 ml del caldo de cocción. Si se usa cardo ya cocido, reservarlo del líquido de conserva; si es congelado, usar agua o caldo de verdura. Laminar y sofreír los ajos en una cazuela con un fondo de aceite a fuego medio.
▪ Cuando tengan color y huelan bien, añadir la harina, bajar el fuego y darle vueltas unos cinco minutos, hasta que coja color y huela a tostado. Añadir 250 ml del caldo y dejar que espese. Mientras, triturar bien las almendras y después desleírlas en unos 60 ml del caldo reservado.
▪ Añadir a la cazuela, remover para integrar, probar y rectificar el punto de sal. Dejar cocinar cinco minutos, añadir el cardo y dejar cinco minutos más (si la salsa espesa mucho, añadir un poco más del caldo reservado). Servir con perejil recién picado y, si se quiere, con unos piñones tostados a fuego suave.

Caldereta de pescado y marisco

CATERINA BARJAU
Para que este clásico de la Navidad salga bien no hay más truco que escoger buen pescado y marisco fresco y que todo quede en su punto, controlando para ello los tiempos de cocción. No tiene una receta fija, sino que varía dependiendo de los ingredientes disponibles en la zona, y a pesar de ser un plato de fiesta, también admite variaciones según presupuesto: desde langosta a mejillones, pasando por merluza, lubina, calamares o salmonetes.

Ingredientes (para 4 personas)

Unos 800 g de rape (o pescado blanco al gusto) en cuatro u ocho filetitos, cuatro gambas o langostinos, cuatro cigalas, harina de trigo, 300 g de almejas, 300 g de mejillones, una cebolla, 200 ml de vino blanco, fumet hecho con las cabezas y espinas del pescado o mitad y mitad, tres tomates de pera, tres dientes de ajo, aromáticas al gusto, sal, pimienta y, si se quiere, ocho avellanas tostadas peladas, perejil y una rebanadita de pan de barra frito para un majado (opcional), perejil y pan para servir.

Preparación

Poner las almejas un par de horas en agua fría con sal para que suelten la arenilla que puedan tener y limpiar los mejillones (cáscara y barbas). Enharinar el pescado, salpimentarlo y dorarlo rápidamente por todas partes en una cazuela a fuego medio. Retirar y pasar también rápidamente las gambas y las cigalas.

▪ Pelar y picar la cebolla y el ajo y dorarlos en la misma cazuela; cuando tengan color, desglasar con el vino o fumet y dejar que reduzca unos tres minutos. Añadir el tomate pelado, sin pepitas y en dados, y dejar cocinar entre siete y diez minutos, hasta que empiece a tener textura de compota.

▪ Es el momento de decidir si queremos la salsa tal y como está o preferimos una textura más fina; en este caso, pasar por la batidora o pasapurés. Devolver a la cazuela, y, si se quiere, añadir el majado de pan, almendras y perejil picados.

▪ Poner encima el rape, cubrir con un poco de salsa, tapar y dar un hervor suave de dos minutos. Añadir las gambas, las cigalas, las almejas y los mejillones y tapar. Mover la cazuela desde las asas haciendo movimientos circulares cortos, para que el jugo que sueltan almejas y mejillones mientras se abren se integre en la salsa. Pasados unos cinco minutos, cuando los bivalvos estén abiertos, el plato estará listo: servir con perejil picado y buen pan para mojar.

Bacalao con coliflor

CATERINA BARJAU
Una receta típica de Semana Santa que también podemos encontrar en las Nochebuenas gallegas (lo que tiene sentido, ya que no deja de ser una vigilia), en la que la coliflor se sustituye por repollo en las zonas norteñas de la provincia de Lugo. Aunque tradicionalmente el bacalao se hace solo al vapor junto a las verduras, si se marca previamente por el lado de la piel en una sartén con un poco de aceite, queda más sabroso.

Ingredientes (para 4 personas)

Tres lomos de bacalao desalado al punto de unos 175 gramos cada uno, cuatro o seis patatas gallegas (por ejemplo, variedad Kennebec, unos 700 gramos en total), una coliflor pequeña, una cebolla dulce grande, entre dos y cuatro dientes de ajo, pimentón, aceite de oliva, sal, una o dos cucharadas de vinagre de manzana o vino blanco, perejil picado para servir (opcional).

Preparación

Pelar las patatas y cortarlas en rodajas gruesas. Salar ligeramente, poner en una cazuela con dos dedos de agua y llevar a ebullición a fuego medio unos cinco minutos, tapadas. Mientras, sacar el tronco y las hojas a la coliflor (reservarlas para otra receta) y cortar los floretes.

▪ Pasados los cinco minutos, añadir la coliflor a las patatas (vigilar por si hubiera que añadir más agua, pero sin pasarse, al final de la cocción tiene que quedar muy poca), tapar de nuevo y dejar cocinar todo al vapor unos seis minutos. Mientras, marcar los lomos de bacalao por la parte de la piel en una sartén con un poco de aceite dos minutos, hasta que se dore. Pasados los seis minutos, poner con cuidado el bacalao en la cazuela y dejar cocinar tres o cuatro minutos más.

▪ Mientras, sofreír los ajos pelados y laminados en el aceite del bacalao (si hace falta, poner un poco más de aceite); cuando tengan color, añadir la cebolla pelada y cortada a pluma. Cuando se poche, sacar del fuego, añadir una cucharadita de pimentón, remover y verter el vinagre; cuando deje de burbujear, añadir cuatro cucharadas del agua de cocción de las verduras y remover bien.

▪ Destapar la cazuela, verter la ajada bien repartida por encima, agitar suavemente la cazuela para integrarla y servir inmediatamente, si se quiere con perejil picado por encima.

Canelones gratinados

CATERINA BARJAU
Un plato que eleva la cocina de aprovechamiento a niveles de lujo gracias a la combinación de un relleno suculento con una bechamel cremosa y un gratinado crujiente, típico del día de San Esteban en Cataluña. Si se prepara con los restos del pavo o pollo asados y está un poco seco, se puede añadir algo más de caldo reducido o su jugo de cocción.

Ingredientes (para unas ocho personas)

Para el relleno, unos 800 g de carne del cocido, la escudella, el pollo rustido o el pavo de Navidad (sin grasa ni nervios), una cebolla, dos dientes de ajo, 100 gramos de salsa de tomate, 150 ml de vino rancio o de cocina o 100 de coñac, 150 ml de caldo de escudella o pollo reducido, sal, pimienta, hierbas al gusto; para la bechamel, 1,2 litros de leche, 60 gramos de harina, 100 g de mantequilla, sal, pimienta y nuez moscada; además, parmesano o queso curado al gusto para gratinar, un poco más de mantequilla.

Preparación

Picar fina a cuchillo la mitad de la carne y triturar el resto en un robot de cocina (también se puede triturar todo si se busca una textura más homogénea).

▪ Pelar y picar la cebolla y el ajo y dorar en una cazuela con un fondo de aceite. Cuando tengan color, remojar con el vino o coñac y dejar que evapore. Añadir las dos carnes, el tomate y el caldo, con hierbas y pimienta al gusto, y remover bien para que todo se integre. Probar y rectificar de sazón.

▪ Cocer las placas de pasta según las instrucciones del fabricante y colocarlas entre dos paños húmedos para que no se sequen o se rompan. Mientras, empezar a preparar una roux tostando la harina a fuego suave con la mantequilla, removiendo con unas varillas para que no se pegue. Calentar a la vez la leche en otra olla. Cuando la roux tenga color dorado intenso y huela a tostado, añadir la leche caliente con un poco de sal, pimienta y nuez moscada. Remover unos minutos hasta que hierva y espese (sin dejar de remover con las varillas para que no se pegue al fondo).

▪ Llegado el momento, repartir encima el relleno y enrollar los canelones. Llevar a una fuente (o más) de horno untada con mantequilla y un poco de bechamel y cubrir con la bechamel restante. Rematar con queso al gusto y unos puntitos de mantequilla y llevar al horno con el gratinador encendido hasta que el queso esté dorado y con aspecto crujiente.

Sopa dulce de almendras

CATERINA BARJAU
Un postre navideño tradicional en Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla y León que, además de un delicioso sabor a almendra y una dulzura moderada, tiene una ventaja importante durante estas fiestas de ajetreo culinario: se puede dejar preparado con antelación para emplatar y darle un toque final justo antes de servir.

Ingredientes (para 4 personas)

100 gramos de pasta de almendras (o 70 gramos de mazapán y 30 de harina de almendra), 600 ml de leche fresca entera, seis rebanadas finas de pan duro de barra, ½ rama de canela, dos tiras de piel de limón (solo la parte amarilla), canela en polvo y piñones para decorar (opcional).

Preparación

Calentar la leche en un cazo a fuego muy suave. Antes de que hierva, retirar del fuego y añadir las pieles de limón y la canela en rama. Dejar enfriar completamente para que se integren los aromas; una vez frío, retirar el limón y la canela.

▪ Añadir la pasta de almendras troceada (o la mezcla de mazapán, también troceado, y harina de almendra). Remover a fuego muy suave (cuando empiece a estar muy caliente, retirar del fuego) con paciencia hasta que quede una crema integrada. Añadir el pan duro, remover, dejar que se temple y llevar toda la noche a la nevera.

▪ Servir al día siguiente caliente o templada con canela en polvo y, si se quiere, unos dados de pan tostado en la sartén en el último momento y unos cuantos piñones o almendras.

viernes, 20 de enero de 2023

No es justicia: fue una caza de brujas

El 14 de mayo de 2011 un grupo de treinta y nueve académicos de diversas universidades españolas publicamos en la sección de Andalucía del diario El País un artículo titulado ¿Justicia o caza de brujas?

Unas semanas antes, Izquierda Unida había anunciado que no presentaría como candidata en las elecciones municipales que estaban a punto de celebrarse a ninguna persona que estuviese imputada por la justicia. Al poco tiempo, el juzgado que instruía el procedimiento sobre el llamado caso Mercasevilla, dirigido por la jueza Mercedes Alaya, filtraba a la prensa que el dirigente y concejal de esa formación política Antonio Torrijos estaba imputado, lo cual ponía a Izquierda Unida en el disparadero: no podría volver a presentarlo en su lista electoral.

En nuestro artículo, denunciábamos que hubiera transcurrido más de un mes de la filtración sin que se hubiese producido efectivamente la imputación, sin comunicar nada al interesado y, sobre todo, que esa imputación pudiera llevarse a cabo por las razones filtradas: haber participado, en su calidad de concejal de IU y como miembro del consejo de administración, en la venta de unos terrenos de dicha empresa.

Denunciamos esto último, lo más importante, porque era evidente que Antonio Torrijos no se había beneficiado personalmente de esa venta y, sobre todo, porque se trataba de una operación completamente legal y aprobada no por él solo, sino por la totalidad del consejo y del pleno municipal, de modo que, en todo caso, debería imputarse a la totalidad de sus miembros.

La imputación (o, peor aún, la filtración desde el propio juzgado) aparecía claramente como una forma torticera de evitar que Izquierda Unida presentara a una persona con experiencia y bien conocida en la ciudad, disminuyendo así sus posibilidades de éxito electoral.

Casi doce años después, la propia administración de justicia ha confirmado lo que nosotros habíamos denunciado en el artículo: Antonio Rodrigo Torrijos resultó absuelto, como confirmó una sólida y rigurosa sentencia que ni siquiera fue recurrida por las acusaciones particulares ni por el ministerio fiscal.

Este hecho ya hubiera merecido por sí mismo la condena social y jurídica de la jueza que aprovechó su condición privilegiada para interferir en el juego democrático en favor de un partido político, en este caso del PP. Lo auténticamente grave es que su actuación partidista no se ha limitado a este caso. Procedió a imputar por otras causas al mismo Antonio Rodrigo Torrijos e igualmente a su compañero de filas José Manuel García Martínez, y ha promovido otros procedimientos que han concluido con el mismo resultado: absolución final, daños a personas inocentes y beneficio para el Partido Popular.

Escribo sobre este caso doce años después, no solo para expresar a estas dos personas mi cariño y solidaridad sino, sobre todo, para volver a denunciar el uso partidista que algunos magistrados, como la señalada, han hecho y vienen haciendo de la Justicia, provocando daños morales y económicos incalculables a personas concretas (la mencionada jueza llegó a ponerles una fianza de 620.000 euros) y a la convivencia pacífica y democrática que todos los españoles sin distinción nos merecemos.

La actuación de la jueza contra estos dos dirigentes de Izquierda Unida no fue casual. Como el propio Antonio Rodrigo Torrijos ha comentado en alguna entrevista, se le puede aplicar la frase de la Mafia que recoge El Padrino de Francis Coppola: «no había nada personal. Eran negocios». En este caso, se trataba de quitar de en medio a una persona que había impulsado medidas de carácter social y de interés público que frenaban, efectivamente, los negocios que tradicionalmente habían venido realizando los constructores corruptos y los grupos de poder sevillanos.

La jueza Alaya lo consiguió al hacer creer de modo ilegítimo y tramposo que los líderes de Izquierda Unida eran corruptos y obligando con sus malas artes a que aparecieran injusta y falsamente señalados como deshonestos en las listas electorales. Ganó entonces las elecciones José Ignacio Zoido, quien había sido su superior en la Audiencia y con quien es sabido que mantenía relaciones personales. Tan estrechas que era este último quien, en diversas ocasiones y en los momentos políticamente más dañinos para el resto de los partidos, disponía de las filtraciones y se encargaba de hacer públicas.

La completa absolución después de tantos años de sufrimiento de Rodrigo Torrijos y García Martínez muestra que nuestra denuncia de 2011 era acertada: fue una auténtica caza de brujas judicial contra personas honestas para beneficiar a la derecha política que defiende al poder económico.

El daño producido ya es irreparable, pero si eso es grave mucho más lo es que quien lo ha producido innecesaria y conscientemente quede en completa impunidad.

Y no se trata de algo que haya acabado, sino que más bien se refuerza cada día más, como hemos visto con las numerosas demandas que se han puesto contra dirigentes de Podemos, finalmente resueltas sin condena, pero haciendo un daño político atroz, con las mucho más que discutibles sentencias contra algunos dirigentes socialistas en el caso de los ERE, o en el incumplimiento de la Constitución por parte del Partido Popular con el objetivo de mantener bajo su control el poder judicial.

Es urgente combatir el uso de la administración de justicia como instrumento de lucha política para defender privilegios y perseguir injustamente a los adversarios, algo completamente contrario a los principios de la democracia y al ejercicio efectivo de los derechos humanos.

Cualquier demócrata, sin distinción de ideologías o adscripción partidistas, debe denunciar estas prácticas y movilizarse para evitar que vuelvan a darse casos tan injustos como los que han sufrido estos dos dirigentes de Izquierda Unida y otros del PSOE o Podemos en procesos de naturaleza más o menos similar.

Por todo ello me sumo al acto de reconocimiento y vindicación que se llevará a cabo el próximo día 1 de febrero en el Centro Cívico Virgen de los Reyes de Sevilla e invito a que hagan lo mismo quienes aman la libertad y la democracia, bien asistiendo presencialmente o mostrando su apoyo al correo actoreconocimiento@gmail.com.

Una pregunta sencilla que es demasiado difícil de responder. La pérdida de un ser querido puede complicar las matemáticas familiares.

Cuando mi hijo estaba en tercer grado, fui a su escuela par ver un concierto antes del Día de Acción de Gracias. Encontré una silla plegable al lado de otro de los padres, un hombre que reía a la menor provocación. Hablamos de cosas sin importancia y buscamos con la mirada entre las cabezas frente a nosotros para encontrar a nuestros hijos, tímidos e incómodos, sobre el escenario. En algún momento le pregunté: “¿Tienes más o es tu único hijo?”.

Una pregunta sencilla.
Hizo una pausa. Hubo un silencio incómodo que la mayoría de la gente no habría notado. Sin embargo, crecí en una familia que sufrió pérdidas y sabía lo que me contaría a continuación: una historia triste, una tragedia. La de su familia era esta: había otro hijo, un bebé, que había muerto años antes, tan solo días después de nacer.

“Nunca sé cómo responder esa pregunta”, dijo. “¿Digo sí o no? ¿Digo que tengo un hijo o que alguna vez tuve dos?”.

Mi padre solía tener el mismo problema con ese tipo de conteos. Recuerdo la última vez que lidió con eso cuando, casi a sus 85 años, a seis meses de su muerte, una enfermera nueva le preguntó cuántos hijos tenía.

Sheryl, mi hermana, había muerto hacía casi cincuenta años, a los 7, cuando yo tenía 3. Pero mi padre aún se sentía en conflicto, haciendo cálculos, tratando de darles sentido a los números.

“¿Digo que tengo dos hijas o que tuve tres?”, me preguntó una vez. “Están tú y Linda. Pero también estaba Sheryl. Aunque ya no esté con nosotros, existió. Debo contarla, ¿no?”.

Mi padre no solo la contaba, sino que siguió obsesionado con su recuerdo toda la vida. La narrativa que compartía casi compulsivamente —en las bodas, en los aviones y en eventos sociales, con casi cualquiera que lo escuchara— era cómo su primera hija había muerto a los 7 años debido a la osteopetrosis, una enfermedad genética ósea poco común por la que los huesos generalmente se vuelven densos y pueden fracturarse fácilmente. En casos severos como el de Sheryl, puede ser mortal.

Cuando mi padre pensaba en nuestra familia, siempre veía a tres hijas. Quería que todos se imaginaran a las tres. Pero como alguien demasiado joven para recordar más que las películas caseras de un viaje al centro donde vivía nuestra hermana, yo tenía una versión ligeramente distinta. Cuando me preguntaban cuántos hermanos tenía, siempre respondía: “Tengo una hermana y también tuve otra hermana que murió”.

Es una explicación imperfecta, una que provoca lo que parece compasión inmerecida, lo cual me incomoda, como si tratara de tener crédito por algo que no hice. Para aclarar su confusión y la mía, agrego: “Pero murió cuando tenía 3, así que en realidad no la conocí”.

Me parecía que había sido una pérdida de mis padres, no mía. Por eso no contaba a Sheryl: jamás me sentí con derecho a contarla.

Yo tenía mi propia manera de practicar las matemáticas de la familia. Había tres retratos de bebés en blanco y negro en el muro de las escaleras para subir a las habitaciones donde solo dos niñas dormían. En el comedor, a la hora de la cena, solo éramos cuatro, no cinco. A diferencia de mi padre, cuando pensaba en nuestra familia, veía dos hermanas que estaban bajo la sombra de la tercera: la estatua de mármol de una niña perpetua, un recuerdo fosilizado.

No contar a Sheryl implicaba que no debía enfrentar la resta que habría sido necesaria, nuestro tres menos uno: que Linda en realidad era la hija de en medio, no la mayor; que si Sheryl hubiera nacido sana y siguiera con vida, mi hijo habría tenido dos tías. Esto era extraño, porque normalmente soy una persona muy curiosa, pero con Sheryl jamás me pregunté a qué universidad habría ido, qué tipo de trabajo habría elegido, si se habría casado y tenido hijos. Ni una sola vez me he imaginado el sonido de su voz, cómo sería físicamente ahora o cómo habría sido mi familia —sobre todo mis padres, siempre de luto— si hubiéramos sido cinco y no cuatro.

Pensé que ya no tendría que pensar en el asunto de contar cuando comencé mi propia familia, pero la historia a veces se repite. La prueba: mi esposo tiene una hija de su primer matrimonio, a la cual tuvo que dejar atrás en otra ciudad tras su divorcio. Cuando nos conocimos, su hija tenía 7, la edad de Sheryl cuando murió. No pasé por alto la ironía de conocer a un hombre que extrañaba a su hija pequeña; sabía cómo era el luto (duelo) a largo plazo.

En esos primeros días, y en los años después del nacimiento de Ben, nuestro hijo, volábamos al otro lado del país para verla. A veces ella venía para celebrar el Día de Acción de Gracias o la Pascua; en varias ocasiones la vimos en Nueva York antes de que se fuera a otro lado. Unas cuantas visitas —algunas festividades, fines de semana, comidas, horas que contar, si hubiera sabido hacerlo— eran las cifras de nuestra relación a larga distancia.

La ausencia puede ser una presencia constante, y poco después Ben también se obsesionó con las matemáticas familiares. Veía las fotos que le había tomado a su media hermana cargándolo cuando era recién nacido: él con un mameluco con teñido psicodélico y ella con una camiseta a juego. Observaba las fotografías que les habíamos tomado a ambos en la casa de campo de sus primos unos cuantos veranos después.

No quería ser hijo único. Quería tener una hermana y ser un hermano. Quería ser parte de una gran familia. También estaba confundido: en la escuela cuando hacían árboles genealógicos, jamás sabía qué hacer ni cuántas hojas dibujaría o recortaría y colgaría en las ramas. Más de una vez a lo largo de los años ha dicho: “Cuando alguien me pregunta si tengo hermanos, ¿estoy mintiendo si digo que tengo una hermana?”.

“Claro que tienes una hermana”, le decía yo. “Aunque rara vez la veas y a veces sientas que no existe”.

Yo le decía que la contara, y a la vez me lo decía a mí misma.

Para cuando tenía 8 años, el vacío de la ausencia de ella lo definió, pues casi todos sus amigos que habían sido hijos únicos ahora eran hermanos mayores de niños pequeños y él estaba desesperadamente solo. Tener otro bebé era una imposibilidad biológica para mí, así que escuchamos el consejo de nuestros amigos y el terapeuta y le compramos una perrita.

Lady, una sheltie muy humana, cambió nuestra ecuación familiar de tres a cuatro. Como nuestra nueva compañera, se sentaba en el asiento trasero con Ben, pedía desayunar y cenar y, de cachorra, a veces necesitaba que la recogiéramos de la guardería. Cuando se enfermaron primero mi madre y luego mi padre, ambos de cánceres fulminantes y letales, me acompañó durante mis días más oscuros. Ahora, más de diez años después de que llegó a nuestras vidas, cuando me preguntan cuántos somos en nuestra familia, respondo que mi esposo y yo tenemos un hijo y una sheltie.

Supongo que eso significa que hay tres y somos cinco, aunque una sea alguien a quien rara vez vemos y la otra sea una perra, pero ya no pienso en números. Me cansé de contar, de tratar de hacer los cálculos cuando se trata de ecuaciones complejas de muerte y distanciamiento, ya sea que dejes de contar a alguien cuando muere o sigas contándolo para siempre.

Después de todos estos años, he llegado a entender que los detalles de los números y las sumas no tienen sentido. No se trata de si somos cuatro o cinco, si contamos a Sheryl o no. Y no se trata de si somos tres, cuatro o cinco, dependiendo de si contamos a nuestra hermana/hija perdida y al perro.

Todos cuentan, sin importar cuánto tiempo estuvieron aquí o qué tan bien los conocimos antes de que se fueran o cómo y por qué se fueron. Las sombras que dejan, los vacíos que sentimos, todo cuenta. Son tan importantes como los que se quedan, como nuestros dos niños pequeños aquel Día de Acción de Gracias hace más de una década, que estuvieron ahí frente a nosotros.

Este año, mientras escribo esto, me preparo para celebrar mi primer Día de Acción de Gracias sin Ben, quien visitará a su novia en Chicago.

Nuestra reservación para la cena, en el restaurante de un hotel cercano, donde celebramos por última vez con mi papá, será para tres —mi esposo, yo y un amigo cercano—, pero sentiré que somos cuatro cuando, entre platos, le envíe un mensaje de texto a Ben diciéndole que lo amo y que agradezco este día, esta familia y esta vida sin números.

A la hora de poner la mesa éramos cinco], de José Luis Peixoto, incluido en su libro A Criança em Ruínas,

A la hora de poner la mesa, éramos cinco:
mi padre, mi madre, mis hermanas
y yo. después, mi hermana mayor
se casó. después, mi hermana pequeña
se casó. después, mi padre murió. hoy,
a la hora de poner la mesa, somos cinco,
menos mi hermana mayor que está
en su casa, menos mi hermana
pequeña que está en su casa, menos mi
padre, menos mi madre viuda. Cada uno
de ellos es un lugar vacío en esta mesa en la que
como solo. pero estarán siempre aquí.
a la hora de poner la mesa, seremos siempre cinco.
mientras uno de nosotros esté vivo, seremos
siempre cinco.

Na hora de pôr a mesa, éramos cinco: o meu pai, a minha mãe, as minhas irmãs e eu. depois, a minha irmã mais velha casou-se. depois, a minha irmã mais nova casou-se. depois, o meu pai morreu. hoje, na hora de pôr a mesa, somos cinco, menos a minha irmã mais velha que está na casa dela, menos a minha irmã mais nova que está na casa dela, menos o meu pai, menos a minha mãe viuva. cada um deles é um lugar vazio nesta mesa onde como sozinho. mas irão estar sempre aqui. na hora de pôr a mesa, seremos sempre cinco. enquanto um de nós estiver vivo, seremos sempre cinco.