viernes, 19 de enero de 2024
LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS. “Sé que si quedo con amigos me tomo ocho cervezas”: el enero en que los jóvenes decidieron dejar de beber.
La generación Z es la más abstemia de la historia, según varios estudios, y gran parte de los que beben se plantean la posibilidad de dejarlo o hacer parones para que su cuerpo respire (especialmente tras los excesos navideños)
Quedaban todos los domingos a tomar el aperitivo. Era un grupo de madrileños veinteañeros, algunos se conocían de toda la vida, y otros, como Oliva Alonso, se habían unido más tarde. Juntaban varias mesas en un bar de San Bernardo, y se quedaban ahí hasta que se iba la luz.
Todo ese tiempo lo pasaban bebiendo: vermú, un doble, después una copa. Un día, su amigo Dani dejó de ir. Al principio no dio explicaciones, pero al final confesó que era incapaz de aguantar ese ritmo de beber, dijo que estaba harto de empezar cada semana con resaca. “Nos dimos cuenta de que a todos nos estaba pasando un poco lo mismo”, recuerda Alonso. “Y ahora intentamos hacer planes distintos que no impliquen beber”.
–Como ir al Jardín Botánico. Ya sé que suena un poco a Alcohólicos Anónimos, pero también es un planazo. Cada vez son más los jóvenes que reducen su consumo de alcohol o incluso dejan de beber. Según un estudio de Statista realizado en Estados Unidos, que incluyó a 10.000 ciudadanos de entre 18 y 64 años, la Generación Z —aquellos nacidos entre finales de los noventa y principios de los 2000— es la más sobria de la historia. Además, un estudio internacional de HBSC, respaldado por la Organización Mundial de la Salud, indica que solo el 8% de los adolescentes consume alcohol semanalmente, una cantidad significativamente menor comparada con la de sus coetáneos en 2006. Esta tendencia se refleja en la popularidad de iniciativas como Dry January (enero seco), que surgió en el Reino Unido en 2013, y anima a los participantes dejar de consumir alcohol durante el primer mes del año como respuesta a los excesos navideños. "Guillermo González, de 25 años, afrontó este reto entre mayo y junio del año pasado. “La verdad es que no escogí el mejor mes”, afirma, haciendo referencia a la sed que habitualmente acompaña a la llegada del buen tiempo.
Venía de una temporada intensa de viajes, con mucho plan social, y una elevada ingesta etílica. “Terminé hecho una porquería”, resume. No recuerda si alguien le habló del reto, o lo leyó en algún sitio. “Probablemente me apareció en Instagram”, comenta. “Tenía muy claro que necesitaba un break, así que decidí probarlo como un desafío personal”. Lo primero que notó fue una “clara mejoría” en su rendimiento físico. De pronto le daba menos pereza ir al gimnasio y, en general, se sentía menos cansado.
Sus planes sociales siguieron exactamente igual, lo que cambió fue su disposición a permanecer en ellos. “Debí salir unas tres veces de fiesta y, obviamente, no aguanté tanto. Ves a la peña completamente mamada, oyes música que ni siquiera te apetece escuchar... al final te vas antes”
Una encuesta de la Universidad de Sussex de 2019 reveló que el 59% de los participantes bebían menos en el mes de junio (comparado con los índices del año anterior) que antes de iniciar el reto en el mes enero. En el otro extremo, un 11% había experimentado un efecto rebote y bebían más que antes. Esto sucedía, principalmente, entre los que no habían logrado completar los 31 días sin alcohol.
El doctor Jon Díez Alcántar señala que incluso un corto período de abstinencia puede beneficiar la salud, mejorando aspectos como la calidad del sueño, la reducción de síntomas psicológicos como ansiedad y depresión, la mejora en la calidad de la piel y la pérdida de peso. Sin embargo, un artículo en la revista Nature sugiere que esta campaña no es recomendable para bebedores crónicos debido al riesgo de síndrome de abstinencia y que períodos cortos de abstinencia no impiden los efectos a largo plazo del consumo excesivo de alcohol. Aitana Oliveros, de 24 años, empezó muy pronto a salir de fiesta. No le costaba aguantar hasta que cerrara la discoteca, ni quedarse demañaneo en un polígono, escuchando música en los altavoces de un coche. Hace dos años se apuntó a clases de.
Al principio iba un par de veces por semana. Hacía tiempo que había perdido la costumbre de hacer ejercicio. Empezó a disfrutar cada vez más de los entrenamientos. Sin darse cuenta, se acostumbró a programar su despertador a las seis de la mañana para arrancar la jornada en el box, haciendo sentadillas y “Me empezó a dar más pereza la fiesta. Dejé de soportar encontrarme mal al día siguiente, saltarme el entreno o ahogarme porque me había fumado dos paquetes en una noche”, explica. El cambio conllevó dejar atrás a ciertos grupos de amigos a los que relacionaba directamente con la fiesta.
“Hay gente a la que dejé de hablar. Algunos amigos se enfadaron conmigo por no ir a sus cumpleaños y cosas así, pero sinceramente prefería estar tranquila que ir a esos planes que ya sabía cómo iban a terminar”. Ahora, salvo en ocasiones excepcionales, ha limitado su vida social entre semana, lo que ha llevado a una reducción significativa en su consumo de alcohol. “Sé que si quedo con alguien me voy a terminar bebiendo ocho cervezas, o que si digo que me voy pronto, me van a mirar mal, o van a decir que soy una aburrida”. España es el segundo país de la Unión Europea en cuanto a frecuencia de consumo de alcohol, superado tan solo por Portugal. El 13% de los españoles beben alcohol cada día. La cerveza y el vino actúan como lubricante social obligado en fiestas, charangas, verbenas, cenas o barbacoas de todos los rincones del país. En algunos ambientes, el abstemio se convierte en una especie de apestado, continuamente requerido a dar explicaciones por no beber. Sergio Paredes, de 26 años, estuvo seis meses sin probar una sola gota de alcohol. “Me sentaba en el bar, me pedía un Aquarius, y siempre las mismas preguntitas: ‘Ah, ¿pero tú no bebes?’ o ‘¿Qué te pasa, está malo?’. Lo mismo al salir de fiesta. Yo no veo que a nadie le pregunten por qué se ha pedido una cerveza”, sostiene. Su periodo de abstinencia se extendió de enero a julio de 2023. “De los siete días de la semana, bebía en cinco o seis, no excesivamente, pero me di cuenta de que no podía hacer ningún plan sin alcohol”, cuenta.
Al igual que Aitana Oliveros, encontró en el ejercicio físico una forma de reorganizar sus prioridades. “A mí me gusta mucho correr y estaba viendo que esto era contraproducente, hasta me empezaba a notar barriga de tanto beber alcohol. Me preguntaba: ¿de qué sirve levantarme temprano y pasar frío si luego lo arruino por la tarde?”.
Su abstinencia alcohólica se interrumpió poco después de mudarse a Chile para un programa de intercambio, y está considerando de nuevo dejar o al menos reducir su consumo de alcohol. ”Por ejemplo, en Nochebuena empecé con un vaso de agua y ya durante la cena me bebí una o dos copas de vino”. Beber lento requiere tener una personalidad fuerte o unos nervios de acero, como el personaje de Brad Pitt en la película El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (Andrew Dominik, 2007), que tardaba varias horas en acabar una jarra de cerveza, tras lo cual declaraba sentirse completamente borracho. A la periodista inglesa Rosamund Dean se le adjudica la creación del término mindful drinking (beber de forma consciente). En 2017 publicó un libro, Mindful drinking: cómo moderar el consumo de alcohol cambiará tu vida, en el que explicaba sus estrategias para dejar de entender el consumo de alcohol como un hábito y una obligación social. Esta práctica implica ser consciente de los efectos del alcohol en uno mismo y buscar un equilibrio más saludable, en lugar de beber por hábito o presión social. El objetivo es controlar y sentirse cómodo con el consumo etílico, optando por una moderación en lugar de la abstinencia total. No es necesario una existencia ascética. Una alegre moderación es compatible con disfrutar de los placeres que ofrece la bebida. En esta filosofía se ubica Paula Mira, de 25 años, que el 1 de enero dejó el tabaco, pero no renunció al alcohol. “Aunque es probable que también tome menos cerveza; muchas veces bebía por no echarme un piti en seco”. Para esta joven madrileña, los inviernos están hechos para hibernar, y quedarse en casa, y los veranos para pasar el día fuera. “Todos pasamos por rachas en cuanto a beber y salir de fiesta, aunque yo creo que en mi caso hay una tendencia, siento que viene otra etapa de la vida, que en todos los sentidos me está pidiendo la necesidad de algo nuevo. Y ese cambio también va de la mano de eso: no beber todos los findes, no salir todo el rato”.
–¿Nos hemos cansado de la fiesta?
–No sé, igual es que nos hacemos mayores.
Coronavirus. Las grandes obras que Shakespeare, Munch y Boccaccio crearon en cuarentena
Isaac Newton, por ejemplo, durante su aislamiento por la peste en 1665, descubrió la idea clave para la teoría de la gravedad, escribió los documentos que serían la base del cálculo y desarrolló sus teorías sobre óptica mientras jugaba con prismas en su habitación.
"¡Seguro no tenía que cuidar niños!", fue un grito colectivo por las redes sociales cuando alguien lo mencionó.
Y es que tratar de estar a la altura cuando te estás preocupando por conseguir papel higiénico, tener todo y a todos desinfectados, alimentados, entretenidos, mientras evitas acercarte a otros seres humanos y atiendes las exigencias de todas las redes sociales, parece imposible.
El mapa que muestra el número de infectados y muertos en el mundo por el nuevo coronavirus Pero si bien es cierto que Newton no tenía que ocuparse de cuestiones tan mundanas cuando la Gran Peste llegó a su puerta y se vio obligado a retirarse en la casa de la familia en Woolsthorpe, Inglaterra, donde experimentó su annus mirabilis, eso difícilmente le resta mérito.
Además, lo podemos usar de inspiración.
No sólo a él sino a varios otros que, como los siguientes tres artistas, aprovecharon sus cuarentenas para desplegar sus talentos... ¡y qué talentos!
Giovanni Boccaccio
En 1348, la Peste Negra, la epidemia más devastadora de la historia europea, se extendió por todo el continente.
En Florencia y sus alrededores, se estima que el 60% de la población murió.
"Cuando todas las tumbas estuvieron llenas, se cavaron enormes fosas en los cementerios de las iglesias, en las que cientos de recién llegados fueron colocados capa por capa como mercancías en barcos, cada uno cubierto con un poco de tierra, hasta que se llegaba a ras de suelo", escribió un florentino, que perdió a su padre y a su madrastra.
Retrato del siglo XIV de Giovanni Boccaccio
Retrato del siglo XIV de Giovanni Boccaccio
Era el poeta y escritor Giovanni Boccaccio, quien sobrevivió refugiándose en la campiña toscana, donde escribió una obra en la que contó "cien novelas, o fábulas o parábolas o historias, como las queramos llamar" ficticiamente narradas por "siete mujeres y tres jóvenes, en los pestilentes tiempos de la pasada mortandad". Compuesta para entretener particularmente a las damas afligidas por el amor pues "obligadas por los deseos, los gustos, los mandatos de los padres, de las madres, los hermanos y los maridos, pasan la mayor parte del tiempo confinadas en el pequeño circuito de sus alcobas", en tiempos pestilentes o no,
En la historia, los diez jóvenes deciden aislarse juntos en el campo durante dos semanas y acuerdan una rutina: por la mañana y por la tarde, harán caminatas, cantarán canciones y comerán comidas exquisitas, con buenos vinos, dorados y tintos. Pero también, en los días que no estén dedicados a cuestiones personales o religiosas, se sentarán juntos y cada uno contará una historia sobre un tema establecido para el día: generosidad, magnanimidad, inteligencia, etc. Los jóvenes del Decamerón escuchando un cuento |
En 10 días, cada uno de los diez jóvenes cuentan historias, de manera que al final hay 100 relatos que, con las introducciones y comentarios del autor, comprenden "El Decamerón", un producto genial de la cuarentena de un genio.
William Shakespeare
La vida de Shakespeare estuvo marcada por la peste.
Su vida comenzó en el apogeo del primer gran brote isabelino en 1563-4, cuando la enfermedad acabó con una cuarta parte de la población de Stratford-upon-Avon, su lugar de nacimiento.
En febrero de 1564, probablemente por primera vez en la historia de Inglaterra, fueron prohibidas las representaciones de obras de teatro debido a la epidemia.
Londres, la ciudad a la que Shakespeare se mudó de la década de 1580, fue arrasada repetidamente por brotes de pestilencia, y las normas dictaban que cuando las muertes llegaran a 30 por semana, las funciones de teatro cesaban.
William Shakespeare
El brote de 1603 fue el más grave en Inglaterra desde la Peste Negra del siglo XIV.
A Shakespeare, quien para entonces ya era un actor profesional, dramaturgo y accionista de una empresa teatral, como a todos sus colegas, le quedaba poca opción más que salir de gira para recorrer las provincias, tratando de llegar antes que la plaga a lugares donde se pudieran presentar.
O escribir.
Y no sorprende que en las obras que escribió después de ese terrible brote, las metáforas de la enfermedad abunden.
Grabado de escena del Rey Lear, obra de Ford Madox Brown.
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Pie de
Para el dramaturgo irlandés Bernard Shaw, "Ningún hombre escribirá una tragedia mejor que Lear". Para el escritor ruso Leo Tolstoi, sin embargo, la trama "exagerada" y su "lenguaje pomposo y sin carácter".
Pero la cuarentena por el brote de 1606 fue especialmente memorable, pues dice la leyenda que creó nada menos que tres de sus tragedias cumbre.
Honestamente, es difícil tener certeza: hay muchos vacíos e imprecisiones en la biografía del Bardo de Avon.
Sin embargo, sabemos que "El rey Lear" -al que sus intrigantes hijas Regan y Goneril le roban su poder y cordura, mientras que su tercera hija, la amable Cordelia, sufre trágicas consecuencias- fue presentada el 26 de diciembre de 1606 frente al rey Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, y también que la fuente de inspiración fue una obra titulada "La verdadera historia del rey Leir y sus tres hijas", que había sido publicada en 1605.
La historia de la relación "Antonio y Cleopatra", desde la época de la campaña parta hasta el suicidio de la reina de Egipto que se desarrolla en la sensual Alejandría y la pragmática Roma, también estuvo en escena a fines de 1606.
Y, como si fuera poco, según algunos expertos Shakespeare también tuvo tiempo de escribir una de sus más potentes y emocionalmente intensas obras: la historia de un general escocés al que unas brujas le dicen que va a ser rey y mata para hacer realidad ese vaticinio.
Él es Macbeth, pero quien ha sido recordada por muchos en estos tiempos de coronavirus es su esposa, Lady Macbeth, por aquello de que se lavaba las manos constantemente, aunque ella lo hacía para tratar de limpiar su conciencia por su participación en el asesinato del rey Duncan.
De hecho, su inquietante soliloquio se ha convertido en un meme en el que en el famoso póster del Organización Mundial de la Salud aparecen las palabras de Shakespeare para ayudarte a completar la duración adecuada del lavado de manos.
Pie de foto,Circula en inglés, pero aquí está en español, por si ya te cansaste de cantar "Happy birthday" al lavarte las manosEl poster con instrucciones de cómo lavarse las manos con el soliloquio de Lady Macbeth.
Pie de foto, Circula en inglés, pero aquí está en español, por si ya te cansaste de cantar "Happy birthday" al lavarte las manos.
Cabe anotar que, si bien el jabón incapacita al virus covid-19, a Lady Macbeth no le ayudaba a mitigar el sentimiento de culpa, pues aunque "se restregaba las manos" por "un cuarto de hora", todavía podía oler en ellas la sangre del monarca asesinado.
Edvard Munch y Schiele
Al final de la Primera Guerra Mundial, 20 millones de personas habían muerto y el mundo estaba agotado.
Pero pronto un nuevo horror empezó a arrasar, un virus aterrador que mataría a entre 50 y 100 millones de personas: la pandemia de gripe de 1918, también conocida como la gripe española.
En Viena, Austria, un acongojado artista llamado Egon Schiele pintó a una de esas víctimas, en su lecho de muerte: su ídolo, mentor y amigo Gustav Klimt, el pintor simbolista y líder del movimiento modernista de la secesión vienesa.
Pero la cuarentena por el brote de 1606 fue especialmente memorable, pues dice la leyenda que creó nada menos que tres de sus tragedias cumbre.
Honestamente, es difícil tener certeza: hay muchos vacíos e imprecisiones en la biografía del Bardo de Avon.
Sin embargo, sabemos que "El rey Lear" -al que sus intrigantes hijas Regan y Goneril le roban su poder y cordura, mientras que su tercera hija, la amable Cordelia, sufre trágicas consecuencias- fue presentada el 26 de diciembre de 1606 frente al rey Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, y también que la fuente de inspiración fue una obra titulada "La verdadera historia del rey Leir y sus tres hijas", que había sido publicada en 1605.
La historia de la relación "Antonio y Cleopatra", desde la época de la campaña parta hasta el suicidio de la reina de Egipto que se desarrolla en la sensual Alejandría y la pragmática Roma, también estuvo en escena a fines de 1606.
Y, como si fuera poco, según algunos expertos Shakespeare también tuvo tiempo de escribir una de sus más potentes y emocionalmente intensas obras: la historia de un general escocés al que unas brujas le dicen que va a ser rey y mata para hacer realidad ese vaticinio.
Él es Macbeth, pero quien ha sido recordada por muchos en estos tiempos de coronavirus es su esposa, Lady Macbeth, por aquello de que se lavaba las manos constantemente, aunque ella lo hacía para tratar de limpiar su conciencia por su participación en el asesinato del rey Duncan.
De hecho, su inquietante soliloquio se ha convertido en un meme en el que en el famoso póster del Organización Mundial de la Salud aparecen las palabras de Shakespeare para ayudarte a completar la duración adecuada del lavado de manos.
Cabe anotar que, si bien el jabón incapacita al virus covid-19, a Lady Macbeth no le ayudaba a mitigar el sentimiento de culpa, pues aunque "se restregaba las manos" por "un cuarto de hora", todavía podía oler en ellas la sangre del monarca asesinado.
Edvard Munch y Schiele
Al final de la Primera Guerra Mundial, 20 millones de personas habían muerto y el mundo estaba agotado.
Pero pronto un nuevo horror empezó a arrasar, un virus aterrador que mataría a entre 50 y 100 millones de personas: la pandemia de gripe de 1918, también conocida como la gripe española.
En Viena, Austria, un acongojado artista llamado Egon Schiele pintó a una de esas víctimas, en su lecho de muerte: su ídolo, mentor y amigo Gustav Klimt, el pintor simbolista y líder del movimiento modernista de la secesión vienesa.
Ese mismo año, por la pandemia, Schiele perdió también a su esposa Edith, que estaba embarazada de su primer hijo.
Aunque desesperadamente enfermo y afligido, Schiele trabajó en una pintura que representaba a una familia que nunca llegaría a existir: la suya.
Su obra "La familia", que no pudo terminar pues murió a los 28 años pocos días después de su esposa, es considerada por muchos como un conmovedor testimonio de la crueldad de la enfermedad.
"La familia" de Egon Schiele
Así como en Austria, en otras partes del mundo, grandes artistas, músicos, escritores murieron, algo de lo que el noruego Edvard Munchn no solo fue testigo.
Munch, a quien probablemente conoces por su icónica obra "El grito", contrajo la enfermedad a principios de 1919.
Tan pronto como se sintió físicamente capaz, tomó sus pinceles y pinturas y comenzó a capturar su estado físico.
Su "Autorretrato con gripe española" lo muestra con la cara demacrada sentado frente a su cama de enfermo sin hacer.
Envuelto en una bata y una manta, rodeado de tonalidades de un amarillo enfermizo, ilustra una sensación de aislamiento en esa lucha personal, mientras su boca abierta le da un aspecto cadavérico.
"Autorretrato con gripe española"
Más tarde ese año pintó una secuela, "Autorretrato después de la gripe española", en la que, atormentado y ojeroso, se asoma desde el cuadro como mostrando lo que es ser víctima del virus asesino.
En el retrato plasma la desesperación y el aislamiento del enfermo, la opresión, la debilidad, el malestar y hasta la falta de aire libre.
Afortunadamente Munch no fue una de las víctimas mortales de la virulenta gripe española: sobrevivió y continuó creando grandes obras de arte.
A su muerte en 1944, a la edad de 80 años, las autoridades descubrieron en su casa, tras unas puertas cerradas con llave, una colección de más de 1.000 pinturas y poco menos de 4.500 dibujos y 15.400 grabados, entre otras cosas.
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jueves, 18 de enero de 2024
Una gran biografía sobre un revolucionario imprescindible
Por mucho que nos empeñemos nunca valoraremos y agradeceremos suficientemente el esencial y heroico papel desempeñado por Cuba en las luchas de liberación anti-coloniales de muchos países africanos. Este libro es testimonio de ello.
Para el doctor Oramas Oliva, Agostinho Neto fue un hombre de todos los tiempos. «El colosal empeño social y de redención humana» que significó la independencia de Angola solo fue posible culminarlo «con una voluntad inconmovible como la que caracterizó a Neto» . «Dejar constancia de mi admiración» , señala el autor de esta magnífica biografía en comunicación personal, «es un deber para un cubano que apreció su talento, liderazgo, firmeza y visión precisa del contexto histórico de su época. Pocos dirigentes africanos se comparan con su proeza y apoyo a la liberación de otros pueblos africanos» .
El espíritu del anterior comentario baña todas las páginas de Doctor António Agostinho Neto, un hombre excepcional de su tiempo, un ensayo, basado en la propia experiencia del autor, como señala Milton Díaz-Cantor en su prólogo de obligada lectura, que nuestro diplomático y escritor ha estructurado así: 0. Prólogo. 1. Introducción. 2. Los orígenes. 3. El nacionalista (Angola y Neto, MPLA: de Movimiento a Partido político). 4. Fidel, Raúl y Neto: encuentros fraternales (Pensamiento y obra literaria). 5. El viaje a la inmortalidad. 6. Bibliografía.
Para el doctor Oramas «el estudio de la vida y obra de Antonio Agostinho Neto es una necesidad histórica, avalado por la situación de Angola, colonia de Portugal después de cuatro siglos…» . Dos de sus objetivos como autor: 1. «Brindar conocimientos sobre la actuación del hombre que fue el arquitecto de una obra tan noble y que estuvo al frente con mano tan certera liderando al pueblo que lo acompañó al precio de grandes sacrificios» . 2. «Es también homenaje a los internacionalistas cubanos caídos en la lucha de liberación de Angola, al valor de aquellos seres humanos que ofrendaron sus vidas por el sagrado derecho a la libertad para todos, y en primer lugar, para el glorioso general de brigada Raúl Díaz-Argüelles» (murió en combate en Angola «cuando su vehículo explotó por una mina puesta por los invasores sudafricanos» días después de haberse proclamado la independencia del país).
Numerosas son las razones que justifican la recomendación de lectura de esta sentida biografía sobre el revolucionario angoleño. Les señalo algunas de las más importantes:
1. La personalidad y calado histórico de Oscar Oramas Oliva, doctor en ciencias históricas, diplomático (en enero de 1976, fue designado embajador cubano en República Popular de Angola), escritor, amigo personal del biografiado (que en 1957, fue proclamado Preso Político del año), figura clave en la esencial, admirable e inolvidable política cubana en las luchas de liberación anti-colonial de muchos países africanos. Lo pueden comprobar leyendo complementariamente: Encrucijadas de un archivo diplomático (I y II) (disponible en https://espai-marx.net/?p=11919).
2. Las magníficas, cuidadas e informadas notas al pie de página históricas y cultuales que Oramas nos regala a lo largo de las páginas del libro. ¡No hay que saltárselas!
3. Las hermosas e impactantes fotografías (esta vez sí: ¡algunas imágenes, muchas en este caso, valen más que 100 palabras!) que se han introducido en la edición (pp. 49-64, 113-128, 145-160), más que probablemente por requerimiento del autor.
4. Las penetrantes reflexiones que Oramas va dejando a lo largo de las páginas del libro. Un ejemplo: «El colonialismo o el llamado por algunos, museo del olvido, pues cada día que pasa se escribe y habla menos sobre esa nefasta etapa de la historia de la humanidad, en la que unos hombres, en nombre de una supuesta obra o misión civilizadora, explotan a otros seres humanos cosificándolos, forzándolos a grandes penurias, despersonalizándolos y sometiéndolos a grandes humillaciones» .
5. La mirada equilibrada del autor, nada simplista, sobre el biografiado: «Una mirada crítica sobre A.A. Neto permite concluir que no fue seducido por los métodos de dominación cultural de Portugal aunque conoció y estudió dicha cultura, en él prevaleció su apego a los valores africanos, a los aprendidos en el hogar, junto a sus padres… Comprendió lo que significaba la otredad y la necesidad de ser angolano. Lo anterior no es óbice para decir que Neto bebió y conoció los valores de la cultura portuguesa y de su noble pueblo» .
6. El recuerdo y el homenaje a combatientes esenciales en la historia de África y de la Humanidad como Patricio Lumumba o Amílcar Cabral.
7. La decisiva importancia de la solidaridad internacionalista en las luchas de liberación africanas (o de otros pueblos).
8. El recuerdo crítico de las prácticas criminales de las potencias coloniales. «Portugal utilizó todos los medios para acabar con la guerrilla, como lo evidencia el informe de la PIDE, al señalar que la fuerza área portuguesa utilizaba el agente naranja y otros defoliantes para afectar la producción agrícola en aquellas zonas donde operaban las guerrillas del MPLA» .
9. La reproducción íntegra del discurso de Neto del 11 de noviembre de 1975: «Conquistada la Independencia Nacional, el MPLA y el pueblo angoleño agradecen conmovidos la ayuda prestada por todos los pueblos y países amigos a nuestra heroica lucha por la liberación nacional… La República Popular de Angola, país comprometido en la lucha antiimperialista, tendrá como aliados naturales a los países africanos, a los países socialistas y a todas las fuerzas progresistas del mundo» . Y días antes de ese discurso: «No vengan a decirnos que por el hecho de ser ayudados por países socialistas estamos obligados a continuar su política. No es nada de eso. En el MPLA siempre seguiremos una política de no alienación. Ningún país en el mundo puede decir que dicta y orienta la política del MPLA» .
10. Las sentidas páginas que el doctor Oramas dedica a sus encuentros con el presidente Neto. «Después de presentar mis cartas credenciales como primer embajador de Cuba en Angola –en los primeros meses de 1976, una vez que lo habían hecho el colega de la República del Congo, Benjamín Boukoulu–, tuve la oportunidad de ver con cierta frecuencia al presidente, siempre para examinar asuntos puntuales o abordar alguna consulta…. Recuerdo que un día Neto nos había ofrecido un barco con miles de toneladas de café para ayudar a Cuba, y cuando lo informé, Fidel contestó que, con delicadeza, declináramos la oferta, pues Angola necesitaba ese recurso para la lucha y nosotros estábamos allí sin ninguna condición«.
Fidel Castro con Agosthino Neto en la Isla de la Juventud el 26 de julio de 1976. Créditos: web Fidel: soldado de las ideas
11. Los más que interesantes comentarios del doctor Oramas sobre la obra poética de Neto. «La poesía de Neto exponiendo estéticamente las angustias y enfados de la gente de los musseques, analizando socialmente la situación histórica, refiriéndose a las aspiraciones, el deseo de cambio y la esperanza de ese pueblo, presupone la existencia de condiciones objetivas para la formación de un movimiento popular de liberación nacional, como organización superior de lucha. ¡Muy buenos poemas de Agostinho Neto, llenos de alegría y esperanza por un mundo nuevo y mejor! Poesía, que en su momento el gran poeta universal Federico García Lorca, calificó de fuego, el prometeico, el de la hora de los hornos, para fundir a los hombres angolanos en una patria propia, aquella que la codicia de los hombres intentó arrebatarles. Poesía escrita con emociones y con palabras, que también fuera utilizada por Neto como instrumento de lucha por la liberación de su tierra… Los poemas escritos por Agostinho Neto constituyen un factor de movilización de las conciencias. Obras escritas con mirada africana y, por tanto, con aportes de singular importancia a la cultura angolana y, en especial, al fortalecimiento de la personalidad y la conciencia africana» .
12. Las sabias y sentidas páginas que el autor dedica al fallecimiento y al legado de Neto en el último apartado del libro «El viaje a la inmortalidad» , pp. 161-172.
Copio para finalizar esta sucinta aproximación a un libro de lectura apasionada que no les decepcionará, las palabras de cierre de su texto del prologuista Milton Díaz-Cánter: «Para conocer a un digno exponente de la grandeza humana, de sensibilidad desmedida hacia el dolor de su pueblo; al poeta, al hombre culto; al revolucionario íntegro, como otros próceres, adelantado en su tiempo, la consulta de la obra del africanista Oscar Oramas Oliva: Doctor António Agostinho Neto, un hombre excepcional de su tiempo, deviene paso ineludible para descifrar con certeza el quehacer de un auténtico ícono africano» .
«Paso ineludible«, no es expresión exagerada. En absoluto.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Cuál es el origen del infierno cristiano (y cómo es su versión en otras religiones)
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"Es por mí que se va a la ciudad del llanto, es por mí que se va al dolor eterno y al lugar donde sufre la raza condenada, yo fui creado por el poder divino, la suprema sabiduría y el primer amor, y no hubo nada que existiera antes que yo, abandona la esperanza si entras aquí".
Esta inscripción se encuentra en la parte alta de la puerta que da entrada al infierno de acuerdo al relato imaginario de Dante Alighieri en su obra cumbre, "Divina Comedia".
Y es que el relato del famoso poeta italiano hacia finales del siglo XV es la expresión culmen del concepto cristiano de que el infierno era un lugar horrible donde se castiga de manera severa a los pecadores.
Lo más curioso es que en la Biblia el infierno, como lugar de castigo y tortura, es apenas mencionado.
En cambio, el concepto del infierno tal y como lo conocemos es una combinación de distintas tradiciones y leyendas que van desde la visión del más allá que tenían los egipcios, a la concepción del Hades de los griegos e incluso los mitos fundacionales de los babilónicos.
“El infierno como lugar lleno de fuego y demonios que castigan a los pecadores es un concepto exclusivo de la tradición judeocristiana, pero se forma a partir de la sistematización de relatos e ideas que surgieron en lo que conocemos como el Creciente fértil”, le dijo a BBC Mundo Juan David Tobón Cano, historiador y teólogo de la Universidad San Buenaventura de Colombia.
Para Tobón el infierno es un concepto que se identifica también en otras religiones o culturas, pero con interpretaciones muy distintas a la que se conoce en el Occidente cristiano.
“Para los muiscas, por ejemplo, que vivieron en Colombia, el inframundo era un lugar bello, de hecho lo describen como un lugar 'tan verde como el color de las esmeraldas’”, explica el teólogo.
Por supuesto, el concepto del infierno se ha ido modificando a través de los años y sigue reescribiéndose.
Tanto que uno de los ejercicios de reflexión del actual papa Francisco, cabeza de la Iglesia Católica, ha sido la revisión teológica de esa noción.
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El sheol es para los judíos es un lugar donde van las personas después de muertas. Pero no se específica si hay castigo o sufrimiento.
“Lo cierto es que las almas no son castigadas. Aquellos que se arrepienten obtienen el perdón de Dios y van a las filas de quienes lo contemplan (a Dios)", dijo Francisco en 2018 en diálogo con el periodista Eugenio Scalfari.
Y añadió: “Pero aquellos que no se arrepienten y no pueden ser perdonados, desaparecen. No existe el infierno, sino la desaparición de las almas pecaminosas".
Sin embargo, el Vaticano señaló que el sumo pontífice había sido “mal citado” por el periodista y no eran las palabras precisas que había utilizado.
Una construcción de milenios
“La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, ‘el fuego eterno’".
De este modo define el Catecismo de la Iglesia Católica al infierno.
Pero, ¿cómo se llega a la idea del lugar donde se sufre el “fuego eterno”?
Para Tobón, la idea del infierno se origina cuando el ser humano comienza a experimentar el mundo que habita y no puede explicar el caos.
“En la observación del Universo comenzaron a encontrarse fenómenos que eran comprensibles -tormentas, terremotos, etcétera- y a eso comenzaron a vincularlo con el inframundo”, señala Tobón.
Todas esas ideas terminan en una combinación de creencias en el más allá dentro de las civilizaciones egipcia y mesopotámica, que adoptan los primeros hebreos
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El hades o el inframundo para los griegos era el lugar donde iban las almas tras morir.
“En las primeras versiones de la Biblia hebrea esos conceptos de un lugar donde van los muertos tiene un nombre: Sheol. Pero es un lugar donde van los muertos, no pasa nada más”, le explica a BBC Mundo Sean McDonough, profesor del Nuevo Testamento del Instituto Teológico Gordon-Conwell, en Massachusetts, Estados Unidos.
McDonough anota que a este concepto se une otra idea: la espacio del Gehena. Y una importante partición.
“Poco a poco el concepto absoluto del Sheol va cambiando. De ser un lugar para los muertos, pasó a ser considerado un lugar temporal”, dice el académico.
Y añade: “Tras un tiempo allí, los muertos que hubieran sido justos y cumplidores de la ley iban a la presencia de Dios, mientras que los no cumplidores de la ley iban a un lugar lleno de fuego purificador, conocido como Gehena”,
Este punto resulta clave para explicar cómo se originan las diferencias respecto a las otras percepciones sobre el inframundo y el más allá.
“Una de las grandes diferencias del judaísmo con las otras religiones es que dicen que Dios hace una alianza con ellos y la hace a través de una ley, que son los 10 mandamientos”, explica Tobón.
Y esto entraña dos consecuencias: “Crea el concepto de premio y castigo ‘divino’. Los que cumplen la ley serán recompensados y los que no, castigados. Algo que no era tan evidente en otras culturas”.
Para McDonough, el personaje que hace más énfasis en el infierno como lugar de castigo es el propio Jesús, que en un par de ocasiones menciona del Gehena.
“Jesús también hace mención del ‘horno ardiendo’ donde los malvados sufrirán tristeza y desesperación y donde habrá ‘llanto y crujir de dientes’”, señala McDonough.
Diablo
FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY
“Esas palabras serán fundacionales para el concepto del infierno que veremos en el Medioevo y que llegará hasta nuestros días”.
Dante, el infierno total
Los expertos son claros en que la palabra latina “infierno” comienza a aparecer en las primeras traducciones del hebreo y el griego al latín, donde se utiliza para reemplazar términos como Sheol y Hades, que son clara referencia al inframundo.
Tobón aclara que los primeros cristianos comienzan a involucrar el pensamiento griego en la nueva religión que iba surgiendo.
“Un elemento que incorporan es el concepto platónico de que el ser humano se compone de cuerpo y alma y esto será el principio de que las almas tienen que ir a algún lugar tras la muerte”, dice.
Entonces comienza una discusión teológica en la que, hacia el siglo VI, se afianza la idea de que el infierno es un lugar donde las almas que no se arrepintieron sufren el castigo por toda la eternidad.
“Hay que dejar claro que para los teólogos el principal castigo es no estar ante la presencia de Dios, lo del fuego y la tortura es algo más simbólico”, señala McDonough.
Y esa visión de un lugar lleno de horrores termina universalizándose cuando el poeta italiano Dante Alighieri publica en el siglo XIV su “Comedia”.
“No es que Dante defina cómo es el infierno, sino que reúne de una forma magistral todos los conceptos que había en ese tiempo sobre este lugar y digamos que establece un lugar común: un sitio donde se sufre eternamente”, señala Tobón.
Con el tiempo, y a raíz de la reacción de los fieles y de la influencia de distintas corrientes teológicas, la definición del infierno se ha transformado.
“La idea actual es que es estar alejado de Dios, de no contar con la presencia de Dios, más que un lugar de castigo eterno y de sufrimiento”, anota.
InfiernoFUENTE DE LA IMAGEN,GETTY Pie de foto,
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En otras religiones
Para los académicos las versiones del inframundo en otras religiones y culturas están más relacionadas con un lugar donde reposan las almas, más que un sitio de castigo.
Por ejemplo, en el budismo hay un lugar conocido como el Naraka -es uno de los seis reinos del samsara que son los estados del alma tras la partida terrenal- es considerado el inframundo, un lugar de tormento.
Pero no son lugares definitivos, es un espacio transitorio.
En el islam, el Corán señala un “lugar de fuego” en distintas ocasiones y está la tradición de que las almas infieles irán al Yahannam, que es como se conoce el infierno.
Cenote en México
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“Por lo general las culturas en Occidente han adquirido esta idea de lugar de castigo donde habita el demonio, pero hay otras versiones Los egipcios, los aztecas, los muiscas tenían otras concepciones”, señala Tobón.
Pone el ejemplo del Xibalbá, el inframundo maya al que se llega a través de unos pozos enormes de agua conocidos como cenotes.
“Es el inframundo, donde hay tormento, pero no es un castigo por cinumplir con la ley de un dios, es el lugar al que van todos los hombres después de la muerte”, explica.
miércoles, 17 de enero de 2024
Por qué hay gente que aún cree que la Tierra es plana
La "Salida de la Tierra", tomada por el astronauta William Anders el 24 de diciembre de 1968, durante la misión de Apollo 8. |
Se le ha llamado "la reina de las teorías de conspiración". Sólo que ambas partes de este debate se acusan de ser precisamente eso: una teoría de la conspiración.
Para ser justos, el peso de la balanza se inclina aplastantemente en contra de los que creen que la Tierra es plana.
Además de todo el acervo de pruebas científicas de larga data, hay muestras gráficas.
Por ejemplo, la foto que se conoce como "Earthrise" o "Salida de la Tierra", en la aparece nuestro azul planeta claramente globular, ya cumplió 50 años. Y esta es sólo una de las tantas imágenes enviadas por satélites desde entonces.
Entonces, ¿cómo puede ser que en el siglo XXI existan personas que genuinamente piensan que nuestro planeta no es redondo?
'Lo seguiré hasta los extremos de la Tierra', sollozó. ' Sí querida. Pero la Tierra no tiene extremos. Colón se ocupó de eso"
¿Cómo es?
Efectivamente, hay creyentes que desafían la teoría dominante.
Estas personas son discriminadas, le dijo hace un tiempo a la BBC John Davis, experto en informática y teórico de la Tierra plana.
"Muchos utilizan el término 'flat-earther' (terraplanista) con connotaciones que implican fe ciega, ignorancia y hasta antiintelectualismo".
Davis se empezó a interesar en esta teoría cuando se topó con unos escritos de la Flat Earth Society (Sociedad de la Tierra Plana).
El misterioso “monolito” avistado en una de las lunas de Marte
"Empecé a darme cuenta de cuánto aceptamos sin cuestionar, a pesar de que vaya en contra del sentido común", señaló.
Ahora, está convencido de que "la Tierra es plana, horizontalmente infinita y tiene al menos 9.000 kilómetros de profundidad".
De "La Atmósfera" de Camille Flammarion, de 1873, muestra a un peregrino observando la mecánica celestial.
La idea del planeta que tiene James McIntyre, de la Flat Earth Society, es sutilmente distinta.
"La Tierra es, más o menos, un disco de 24.900 millas de diámetro", declara. "Obviamente no es perfectamente plana, debido a los fenómenos geológicos como valles y montañas".
Fotos y barcos
¿Cómo se explican los terraplanistas las fotos de la Tierra desde el espacio?
"Las agencias espaciales del mundo están involucradas en una conspiración internacional para engañar al público en pos de vastas ganancias", asegura McIntyre.
"Las fotos son falsas", señala Davis.
¿Y qué del hecho de que nadie se ha caído jamás al llegar al borde de ese disco que es el mundo?
"Una examen somero del mapa de la Tierra plana explica la razón: el Polo Norte está en el centro y Antártica en el borde de toda la circunferencia de la Tierra. La circunnavegación es viajar en un círculo muy ancho por la superficie de la Tierra", explica McIntyre.
La misteriosa "luna" que nos ha acompañado durante un siglo sin que nos diéramos cuenta
Mapa de la Tierra Plana
Si viajas alrededor del mundo cerca de la gruesa línea blanca -Antártica- le darás la vuelta al mundo sin caerte, según McIntyre.
Ni tan nueva ni tan vieja
Christine Garwood, autora de "Tierra Plana: la historia de una idea infame" afirma que es "una falacia de la historia" que todos desde la Antigüedad hasta el Oscurantismo creían que la Tierra era plana y que únicamente se desengañaron de esa "idea loca" cuando Cristóbal Colón logró llegar a América "sin caerse en el filo del mundo".
"Con extraordinarias pocas excepciones, ninguna persona educada eh la historia de la civilización occidental desde el siglo III en adelante creía que la Tierra era plana", afirmó en 1997 el historiador Jeffrey Burton Russell.
Por su parte, el eminente científico Stephen Jay Gould escribió en el mismo año que "nunca hubo un período de 'oscurantismo de Tierra plana' entre los eruditos. El conocimiento griego de la esfericidad nunca desapareció y todos los estudiosos medievales aceptaban la redondez de la Tierra como un hecho establecido de cosmología".
El cambio se dio en el siglo XIX.
La Iglesia dice que la Tierra es plana, pero yo sé que es redonda, porque vi su sombra en la Luna. Y tengo más fe en una sombra que en la Iglesia"
Fernando de Magallanes (148-1521)
Escépticos
Con el ascenso del racionalismo científico, que parecía minar la autoridad de la Biblia, algunos pensadores cristianos decidieron lanzar un ataque contra la ciencia establecida.
Un inventor inglés llamado Samuel Birley Rowbotham (1816-1884) asumió el pseudónimo de "Parallax" y fundó la nueva escuela de "Astronomía Zetetica" (que significa "escéptico", del griego antiguo zētētikós, "inquisitivo").
Rowbotham recorrió Inglaterra argumentando que la Tierra era un disco estacionario y el Sol estaba a sólo 400 millas de distancia.
En 1870, el holandés John Hampen, famoso por encabezar polémicas, escribió acerca de la Tierra plana y describió al científico Isaac Newton -autor de la teoría de la gravedad- como "un borracho o un demente".
Las ideas de Hampden como las de muchos terraplanistas se basaban en la religión: muchas de las pruebas de su teoría provenían de las Sagradas Escrituras.
La ciencia y la religión quedaron enfrentadas.
Globo Terráqueo
Desde hace miles de años los eruditos sabían que vivíamos en un globo.
Más escépticos
Sin embargo la anterior es una versión de la historia.
Según el historiador Russell, todo empezó cuando escritores con prejuicios antirreligiosos del siglo XIX reescribieron la historia, tergiversándola de manera que los padres de la Iglesia y sus sucesores medievales parecieran creer que la Tierra era plana.
Los misteriosos rayos X que emite Plutón y desvelan a los científicos Apenas "de dos a cinco Papas tempranos negaban la esfericidad de la Tierra", asegura.
Imágenes de la Tierra a todo color y en alta calidad como esta tomada desde la Estación Espacial Internacional son comunes hoy en día, pero no hace 50 años. "La razón para promover tanto la mentira sobre la esfericidad de la Tierra y la mentira general de que la religión y la ciencia están en un conflicto eterno y natural en la sociedad Occidental es para defender al darwinismo", opinó.
Un mapa de la Tierra plana del siglo XX.
"La mentira de la Tierra plana era munición contra los creacionistas. El argumento era simple y poderoso, aunque no elegante: 'Miren cuán estúpidos son estos cristianos. Esos que niegan la evolución son los mismos que por al menos mil años han negado que la Tierra sea redonda".
Entonces, ¿los religiosos construyeron la teoría de la Tierra plana para desafiar a la ciencia o los darwinistas se inventaron que los creacionistas tenían esa teoría para desacreditarlos?
Todo es discutible, pero ¿incluso la idea de que la Tierra es globular? Alguno parecen creer que sí.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-37954365
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martes, 16 de enero de 2024
Reseña de La guerra, de Otto Dix (Dirección única, 2023) Arte que remueve conciencias
Fuentes: Rebelión [Imagen: autorretrato de Otto Dix]
Lamentablemente la guerra no tiene mala prensa. Los maestros pensadores no es raro que lpintor realista, a justifiquen, o incluso alaben, como inevitable, partera de la historia o yunque en el que se forjan las naciones, y de ahí llega a las masas un espíritu de aceptación difícil de contrarrestar.
Del otro lado, el pacifismo radical tiene también sus sabios y sus doctrinas, de Buda a Gandhi, pero se revela dolorosa y manifiestamente impotente contra la furia desatada de un Gengis Kan o un Hitler.
Los argumentos bien encaminados son necesarios para salir del atolladero, pero es cierto también que el arte puede ayudar enormemente. Otto Dix, combatiente en la Gran Guerra, volvió de ella con mucho que contar y afortunadamente tuvo tiempo para hacerlo de la forma que mejor sabía. La guerra, serie de grabados que publicó en 1924 y que Dirección única acaba de reeditar, tienen la virtud de situarnos sin contemplaciones frente al monstruo y hacernos ver que la violencia bélica constituye una deserción sin paliativos de la condición humana. Los dibujos vienen con una iluminadora introducción de Falconetti Peña.
Un artista ante el horror
Otto Dix nació en 1891 en Turingia, en una familia obrera apasionada por el arte, y muy pronto comenzó su formación como dibujante y pintor. Reclutado en 1914, luchó en varios frentes de la Gran Guerra, alcanzó el grado de suboficial y fue condecorado. Su entusiasmo patriótico inicial lo llevó a autorretratarse como Marte en 1915, pero lo cierto es que sus experiencias en las trincheras van a quedar reflejadas en toda su obra como una impactante denuncia de la pesadilla vivida. Dos trabajos titulados La Guerra, el ciclo de 50 grabados de 1924 aquí reseñado, y un tríptico de 1932, son lo más característico en este sentido. Dos cuadros antibelicistas que dieron mucho que hablar: Lisiados de guerra, de 1920, y La trinchera, de 1923, desgraciadamente se perdieron en las conflagraciones posteriores.
Con la toma del poder por los nazis, Dix fue expulsado de la cátedra de pintura que ocupaba en Dresde desde 1927, y optó por un exilio interior. Siguió trabajando, sufriendo en silencio las humillaciones de los nazis que confiscaban sus obras como paradigma de “arte degenerado”. Reclutado otra vez en 1945, pasó pronto a ser prisionero de guerra en Francia. En la postguerra sentía su arte ajeno tanto al realismo que imperaba en la RDA como a la abstracción dominante en la RFA, pero fue ampliamente reconocido y valorado en ambas repúblicas hasta su fallecimiento en 1969.
Las misiones del arte
La salvaje experiencia que le tocó vivir a Otto Dix, justificada socialmente en los altares del patriotismo, le hizo dedicar todo el potencial de su genio a despertar la conciencia de sus semejantes, aletargada ante un crimen horrendo. Quedaba de esta forma atrás la concepción del arte como un entretenimiento trascendente al servicio del ocio burgués y sus deseos de belleza. Aunque los primeros cuadros de Dix están muy influidos por el expresionismo, lo característico en su etapa de madurez postbélica es un rechazo de los excesos de experimentación y subjetivismo que veía en este estilo y un compromiso sólido con la realidad, aunque sin renunciar a la deformación y la caricatura.
El movimiento en el que Otto Dix se encuadra es La nueva objetividad (Neue Sachlichkeit), en cuya ala socialmente más radical militaba también George Grosz, aunque éste desplegaba un mensaje más manifiestamente crítico con la clase dominante. En ambos, un realismo exaltado distorsiona y enfatiza lo feo, porque su objetivo es sacar a la luz todo el horror de lo que el patriotismo se permite adornar de connotaciones sublimes. En una entrevista en 1964, Dix declaró cuál era su meta con estas obras: “Quería describir de forma muy sencilla, casi en términos de reportaje, mis experiencias de los años 1914 a 1918 de forma objetiva y demostrar que el verdadero heroísmo humano consiste en superar la muerte sin sentido. Así que no quería provocar miedo y pánico, sino transmitir conocimiento de lo terrible que es una guerra y así despertar fuerzas de defensa frente a ella.”
Los grabados de La guerra (1924)
Se dice que la idea de realizar estos dibujos le vino a Otto Dix tras visitar en Basilea una exposición de los Desastres de Goya. Ciertamente hay en La guerra ecos del aragonés y la inspiración es evidente en algunas láminas, pero la mayor diferencia tal vez sea una tendencia, que no se encuentra en éste, a ofrecer primeros planos que nos sumergen en la tragedia. La serie se compone de cincuenta grabados, agrupados en cinco carpetas. Uno de ellos, que representa la violación de una monja, fue retirado de la edición original y sustituido, pero en la reimpresión reseñada se incluye también. Las técnicas usadas fueron aguatinta, aguafuerte y tinta seca sobre planchas de zinc, y la obra apareció conmemorando los diez años del comienzo de la Gran Guerra. En 1924 se publicó además una tirada resumida y a bajo precio de los dibujos con un prólogo de Henry Barbusse, recogido por Dirección única.
“Es imposible exagerar la guerra. Ni siquiera se puede captar completamente su horror,” señala Henry Barbusse en su prólogo. Otto Dix, que vivió la experiencia al límite, se esfuerza en transmitírnosla y ciertamente lo consigue. La trinchera es una sucursal del infierno y él la ilumina con un detalle que denuncia al que jamás podrá librarse de su experiencia allí. Los cadáveres y sus fragmentos, en cualquier estado de descomposición, son una presencia constante, pero aún más terribles son los moribundos con heridas atroces, o los que han sobrevivido desfigurados o han enloquecido y deambulan contemplándolo todo con una mueca deforme. Los condenados no dejan de buscar sus vías de escape, y no faltan visiones de los que se arrastran por el suelo borrachos en una cantina o se estimulan con un sexo que sólo puede ser mercenario o violento.
El ser humano ha renunciado a su humanidad en este universo y quien apuñala a un centinela puede hacerlo con una sonrisa demente. Se reproducen también paisajes lunares con cráteres y restos de destrucción, y ciudades bombardeadas. Una de las láminas más conocidas, mostrada en la portada en esta edición, representa a tropas de choque avanzando con máscaras antigás, monstruos grotescos dispuestos a morir y matar. En todos los grabados, el compromiso más profundo de su autor es con la transmisión de las visiones obsesivas que pueblan su mente, por lo que se esfuerza en un realismo veraz y poderoso, atento a lo que es necesario reflejar en toda su crudeza. Es por esto que el tenebrismo es un instrumento útil en las escenas más impactantes y violentas, mientras que un dibujo minucioso, de trazo fino, sirve para plasmar convincentemente los grupos humanos en momentos más distendidos. Cada grabado lleva un pequeño texto al pie que simplemente informa del hecho y el lugar, y se rehúyen los comentarios moralizantes que encontramos, por ejemplo, en los Desastres de Goya.
Sucede algo terrible con la guerra. Los artistas del pasado han sido capaces, repetidas veces, de exponérnosla en detalle y demostrarnos que no hay nada más necesario para los humanos que combatirla y expulsarla de la superficie de la tierra. Sin embargo, cuando ya creíamos que todo estaba meridianamente claro, nos vemos una y otra vez impotentes ante el regreso de sus estigmas de destrucción y muerte. Y sobran siempre disculpas a los canallas para justificar los asesinatos de inocentes y vestir la masacre con atuendos patrióticos y sensatos.
Otto Dix, que sufrió en su carne la tragedia, nos ofrece con esta colección de grabados razones poderosas para oponernos a cualquier guerra, y nos demuestra una vez más que nuestra única defensa ante el horror es un grito de arte y conciencia capaz de promover un levantamiento contra los que eternizan la ignominia.
Del otro lado, el pacifismo radical tiene también sus sabios y sus doctrinas, de Buda a Gandhi, pero se revela dolorosa y manifiestamente impotente contra la furia desatada de un Gengis Kan o un Hitler.
Los argumentos bien encaminados son necesarios para salir del atolladero, pero es cierto también que el arte puede ayudar enormemente. Otto Dix, combatiente en la Gran Guerra, volvió de ella con mucho que contar y afortunadamente tuvo tiempo para hacerlo de la forma que mejor sabía. La guerra, serie de grabados que publicó en 1924 y que Dirección única acaba de reeditar, tienen la virtud de situarnos sin contemplaciones frente al monstruo y hacernos ver que la violencia bélica constituye una deserción sin paliativos de la condición humana. Los dibujos vienen con una iluminadora introducción de Falconetti Peña.
Un artista ante el horror
Otto Dix nació en 1891 en Turingia, en una familia obrera apasionada por el arte, y muy pronto comenzó su formación como dibujante y pintor. Reclutado en 1914, luchó en varios frentes de la Gran Guerra, alcanzó el grado de suboficial y fue condecorado. Su entusiasmo patriótico inicial lo llevó a autorretratarse como Marte en 1915, pero lo cierto es que sus experiencias en las trincheras van a quedar reflejadas en toda su obra como una impactante denuncia de la pesadilla vivida. Dos trabajos titulados La Guerra, el ciclo de 50 grabados de 1924 aquí reseñado, y un tríptico de 1932, son lo más característico en este sentido. Dos cuadros antibelicistas que dieron mucho que hablar: Lisiados de guerra, de 1920, y La trinchera, de 1923, desgraciadamente se perdieron en las conflagraciones posteriores.
Con la toma del poder por los nazis, Dix fue expulsado de la cátedra de pintura que ocupaba en Dresde desde 1927, y optó por un exilio interior. Siguió trabajando, sufriendo en silencio las humillaciones de los nazis que confiscaban sus obras como paradigma de “arte degenerado”. Reclutado otra vez en 1945, pasó pronto a ser prisionero de guerra en Francia. En la postguerra sentía su arte ajeno tanto al realismo que imperaba en la RDA como a la abstracción dominante en la RFA, pero fue ampliamente reconocido y valorado en ambas repúblicas hasta su fallecimiento en 1969.
Las misiones del arte
La salvaje experiencia que le tocó vivir a Otto Dix, justificada socialmente en los altares del patriotismo, le hizo dedicar todo el potencial de su genio a despertar la conciencia de sus semejantes, aletargada ante un crimen horrendo. Quedaba de esta forma atrás la concepción del arte como un entretenimiento trascendente al servicio del ocio burgués y sus deseos de belleza. Aunque los primeros cuadros de Dix están muy influidos por el expresionismo, lo característico en su etapa de madurez postbélica es un rechazo de los excesos de experimentación y subjetivismo que veía en este estilo y un compromiso sólido con la realidad, aunque sin renunciar a la deformación y la caricatura.
El movimiento en el que Otto Dix se encuadra es La nueva objetividad (Neue Sachlichkeit), en cuya ala socialmente más radical militaba también George Grosz, aunque éste desplegaba un mensaje más manifiestamente crítico con la clase dominante. En ambos, un realismo exaltado distorsiona y enfatiza lo feo, porque su objetivo es sacar a la luz todo el horror de lo que el patriotismo se permite adornar de connotaciones sublimes. En una entrevista en 1964, Dix declaró cuál era su meta con estas obras: “Quería describir de forma muy sencilla, casi en términos de reportaje, mis experiencias de los años 1914 a 1918 de forma objetiva y demostrar que el verdadero heroísmo humano consiste en superar la muerte sin sentido. Así que no quería provocar miedo y pánico, sino transmitir conocimiento de lo terrible que es una guerra y así despertar fuerzas de defensa frente a ella.”
Los grabados de La guerra (1924)
Se dice que la idea de realizar estos dibujos le vino a Otto Dix tras visitar en Basilea una exposición de los Desastres de Goya. Ciertamente hay en La guerra ecos del aragonés y la inspiración es evidente en algunas láminas, pero la mayor diferencia tal vez sea una tendencia, que no se encuentra en éste, a ofrecer primeros planos que nos sumergen en la tragedia. La serie se compone de cincuenta grabados, agrupados en cinco carpetas. Uno de ellos, que representa la violación de una monja, fue retirado de la edición original y sustituido, pero en la reimpresión reseñada se incluye también. Las técnicas usadas fueron aguatinta, aguafuerte y tinta seca sobre planchas de zinc, y la obra apareció conmemorando los diez años del comienzo de la Gran Guerra. En 1924 se publicó además una tirada resumida y a bajo precio de los dibujos con un prólogo de Henry Barbusse, recogido por Dirección única.
“Es imposible exagerar la guerra. Ni siquiera se puede captar completamente su horror,” señala Henry Barbusse en su prólogo. Otto Dix, que vivió la experiencia al límite, se esfuerza en transmitírnosla y ciertamente lo consigue. La trinchera es una sucursal del infierno y él la ilumina con un detalle que denuncia al que jamás podrá librarse de su experiencia allí. Los cadáveres y sus fragmentos, en cualquier estado de descomposición, son una presencia constante, pero aún más terribles son los moribundos con heridas atroces, o los que han sobrevivido desfigurados o han enloquecido y deambulan contemplándolo todo con una mueca deforme. Los condenados no dejan de buscar sus vías de escape, y no faltan visiones de los que se arrastran por el suelo borrachos en una cantina o se estimulan con un sexo que sólo puede ser mercenario o violento.
El ser humano ha renunciado a su humanidad en este universo y quien apuñala a un centinela puede hacerlo con una sonrisa demente. Se reproducen también paisajes lunares con cráteres y restos de destrucción, y ciudades bombardeadas. Una de las láminas más conocidas, mostrada en la portada en esta edición, representa a tropas de choque avanzando con máscaras antigás, monstruos grotescos dispuestos a morir y matar. En todos los grabados, el compromiso más profundo de su autor es con la transmisión de las visiones obsesivas que pueblan su mente, por lo que se esfuerza en un realismo veraz y poderoso, atento a lo que es necesario reflejar en toda su crudeza. Es por esto que el tenebrismo es un instrumento útil en las escenas más impactantes y violentas, mientras que un dibujo minucioso, de trazo fino, sirve para plasmar convincentemente los grupos humanos en momentos más distendidos. Cada grabado lleva un pequeño texto al pie que simplemente informa del hecho y el lugar, y se rehúyen los comentarios moralizantes que encontramos, por ejemplo, en los Desastres de Goya.
Sucede algo terrible con la guerra. Los artistas del pasado han sido capaces, repetidas veces, de exponérnosla en detalle y demostrarnos que no hay nada más necesario para los humanos que combatirla y expulsarla de la superficie de la tierra. Sin embargo, cuando ya creíamos que todo estaba meridianamente claro, nos vemos una y otra vez impotentes ante el regreso de sus estigmas de destrucción y muerte. Y sobran siempre disculpas a los canallas para justificar los asesinatos de inocentes y vestir la masacre con atuendos patrióticos y sensatos.
Otto Dix, que sufrió en su carne la tragedia, nos ofrece con esta colección de grabados razones poderosas para oponernos a cualquier guerra, y nos demuestra una vez más que nuestra única defensa ante el horror es un grito de arte y conciencia capaz de promover un levantamiento contra los que eternizan la ignominia.
Blog del autor: http://www.jesusaller.com/.
En él puede descargarse ya su último poemario: Los libros muertos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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