lunes, 14 de junio de 2010
sábado, 12 de junio de 2010
Silvio en el Carnegie Hall de New York.
Silvio realizó este jueves su segundo concierto en el Carnegie Hall de Nueva York -el primero fue hace una semana. Le dedicó el concierto de anoche a Pete Seeger. Y declaró:
"Anoche estuvo Pete. Le dediqué el concierto porque él es un Maestro verdadero. Lleva 91 años aprendiendo canciones de cada lugar para enseñarlas en todos los lugares. Ha dejado un pedacito de Cuba en Estados Unidos, un poquito de Africa en Italia, un soplo de España en Japón. Para Pete no hay fronteras. Si hay un reparador de sueños, ese es él. Su vida ha sido un ejemplo de fraternidad, de amor a los humanos y a la naturaleza. Él es una canción que deberíamos aprender. Tiene las mejillas rosadas y la mirada aguda, como un velero surcando una eternidad de aguas limpias. Sin dudas hay Seeger para rato. Lo dice un aprendiz."
Me ha llegado la noticia de que hoy también estuvo en California, concretamente en Oakland y fue un éxito, pues me acaban de enviar el siguiente mensaje: "Aquí estoy en Oakland, escuchando a Silvio Rodriguez!! Y suena igual que siempre! Besos, Rosa
"Anoche estuvo Pete. Le dediqué el concierto porque él es un Maestro verdadero. Lleva 91 años aprendiendo canciones de cada lugar para enseñarlas en todos los lugares. Ha dejado un pedacito de Cuba en Estados Unidos, un poquito de Africa en Italia, un soplo de España en Japón. Para Pete no hay fronteras. Si hay un reparador de sueños, ese es él. Su vida ha sido un ejemplo de fraternidad, de amor a los humanos y a la naturaleza. Él es una canción que deberíamos aprender. Tiene las mejillas rosadas y la mirada aguda, como un velero surcando una eternidad de aguas limpias. Sin dudas hay Seeger para rato. Lo dice un aprendiz."
Me ha llegado la noticia de que hoy también estuvo en California, concretamente en Oakland y fue un éxito, pues me acaban de enviar el siguiente mensaje: "Aquí estoy en Oakland, escuchando a Silvio Rodriguez!! Y suena igual que siempre! Besos, Rosa
La crisis. ¿Un ataque directo contra el euro o la oportunidad para acabar con la Unión Europea?
Entrevista a Robert Boyer, economista francés "Nadie puede decir si seguirá el euro"
Robert Boyer estudia las crisis económicas desde hace más de treinta años. Con ese respaldo sostiene que la debacle financiera en Grecia y las turbulencias en Europa no lo sorprenden. A diferencia de la mayoría de las teorías dominantes, el prestigioso economista francés de la escuela de regulación construye su análisis a partir de un entramado que incorpora los conflictos sociales, la tendencia al desequilibrio, las instituciones y la historia.Boyer, quien se encuentra en el país dictando un seminario organizado por el Ceil-Piette del Conicet y la Secretaría de Programación Económica del Ministerio de Economía, advierte que los planes de ajuste de Grecia, España y Portugal, y las multimillonarias medidas anunciadas por la Unión Europea son insuficientes, y cuestiona la relegitimación del rol del Fondo Monetario Internacional. Para Boyer no es viable que se abandone el euro en el corto plazo, pero remarca que, a pesar de la fuerte oposición política e ideológica entre algunos líderes de la región, es necesario realizar profundas reformas institucionales y estructurales en la zona euro.
¿Por qué las distintas medidas y paquetes de ajuste anunciados por algunos países no son efectivos para poner fin a la crisis?
Los planes de ajuste de Grecia, España y Portugal no van a funcionar. Terminarán profundizando la crisis. La magnitud de las medidas anunciadas por la Unión Europea tampoco es suficiente, ya que el problema es mucho más profundo y estructural que 750.000 millones de euros. La zona euro está atrapada con un abanico muy limitado de instrumentos y con una legitimidad política debilitada. Existen tres problemas centrales: una mezcla de políticas que no funciona, el incumplimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, y la falta de control de las finanzas internacionales.
Sin embargo, España, Grecia y Portugal siguen anunciando nuevos ajustes fiscales para garantizar la reducción del déficit público.
Quienes sostienen que esa es la solución invierten causa y efecto. La crisis no es consecuencia del déficit, es al revés. Esas lecturas erradas se utilizan para justificar las decisiones de ajuste en los países de la misma forma en que se usaron en el pasado. Es falaz pensar que se trate de una crisis por irresponsabilidad en el gasto. Ajustar el presupuesto no va a dar resultados ni va a lograr frenar la especulación. A lo sumo la desviarán hacia otro país por un tiempo. Los planes van a impulsar la pobreza y el rechazo social, como se observó en Grecia. El elevado nivel de gasto público permite compensar la pérdida de herramientas para ganar competitividad por haber entrado en el euro. Tener la moneda común permitió endeudarse a tasas bajas con el objetivo de mantener el crecimiento y los niveles de empleo. A partir de la caída de Lehman Brothers el endeudamiento creció para frenar la recesión. El gasto público evitó el colapso de los bancos, sirvió para socializar las pérdidas. Hoy esas entidades están atacando a los países. Los ajustes deben ser con crecimiento y creación de empleo, si no se observará una espiral viciosa con altos riesgos de inestabilidad política que pueden dar lugar al surgimiento de los partidos políticos extremistas de derecha y de izquierda.
¿Hacia dónde deben apuntar las medidas para reducir la vulnerabilidad de la zona euro?
Se debe avanzar en dos cuestiones: reformar las instituciones y controlar al capital financiero. Hay que mantener y preservar la viabilidad del euro... Ver toda la entrevista aquí.
Robert Boyer estudia las crisis económicas desde hace más de treinta años. Con ese respaldo sostiene que la debacle financiera en Grecia y las turbulencias en Europa no lo sorprenden. A diferencia de la mayoría de las teorías dominantes, el prestigioso economista francés de la escuela de regulación construye su análisis a partir de un entramado que incorpora los conflictos sociales, la tendencia al desequilibrio, las instituciones y la historia.Boyer, quien se encuentra en el país dictando un seminario organizado por el Ceil-Piette del Conicet y la Secretaría de Programación Económica del Ministerio de Economía, advierte que los planes de ajuste de Grecia, España y Portugal, y las multimillonarias medidas anunciadas por la Unión Europea son insuficientes, y cuestiona la relegitimación del rol del Fondo Monetario Internacional. Para Boyer no es viable que se abandone el euro en el corto plazo, pero remarca que, a pesar de la fuerte oposición política e ideológica entre algunos líderes de la región, es necesario realizar profundas reformas institucionales y estructurales en la zona euro.
¿Por qué las distintas medidas y paquetes de ajuste anunciados por algunos países no son efectivos para poner fin a la crisis?
Los planes de ajuste de Grecia, España y Portugal no van a funcionar. Terminarán profundizando la crisis. La magnitud de las medidas anunciadas por la Unión Europea tampoco es suficiente, ya que el problema es mucho más profundo y estructural que 750.000 millones de euros. La zona euro está atrapada con un abanico muy limitado de instrumentos y con una legitimidad política debilitada. Existen tres problemas centrales: una mezcla de políticas que no funciona, el incumplimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, y la falta de control de las finanzas internacionales.
Sin embargo, España, Grecia y Portugal siguen anunciando nuevos ajustes fiscales para garantizar la reducción del déficit público.
Quienes sostienen que esa es la solución invierten causa y efecto. La crisis no es consecuencia del déficit, es al revés. Esas lecturas erradas se utilizan para justificar las decisiones de ajuste en los países de la misma forma en que se usaron en el pasado. Es falaz pensar que se trate de una crisis por irresponsabilidad en el gasto. Ajustar el presupuesto no va a dar resultados ni va a lograr frenar la especulación. A lo sumo la desviarán hacia otro país por un tiempo. Los planes van a impulsar la pobreza y el rechazo social, como se observó en Grecia. El elevado nivel de gasto público permite compensar la pérdida de herramientas para ganar competitividad por haber entrado en el euro. Tener la moneda común permitió endeudarse a tasas bajas con el objetivo de mantener el crecimiento y los niveles de empleo. A partir de la caída de Lehman Brothers el endeudamiento creció para frenar la recesión. El gasto público evitó el colapso de los bancos, sirvió para socializar las pérdidas. Hoy esas entidades están atacando a los países. Los ajustes deben ser con crecimiento y creación de empleo, si no se observará una espiral viciosa con altos riesgos de inestabilidad política que pueden dar lugar al surgimiento de los partidos políticos extremistas de derecha y de izquierda.
¿Hacia dónde deben apuntar las medidas para reducir la vulnerabilidad de la zona euro?
Se debe avanzar en dos cuestiones: reformar las instituciones y controlar al capital financiero. Hay que mantener y preservar la viabilidad del euro... Ver toda la entrevista aquí.
viernes, 11 de junio de 2010
¿Qué se pretende con la reforma laboral?
Hay un consenso total entre los poderes financieros, la gran patronal y los economistas y políticos liberales que se transmite constantemente a los medios de comunicación sobre la necesidad de realizar una reforma del mercado laboral.
…estas palabras de John Kenneth Galbraith, las que, en su obra aparecida en 1975 titulada El dinero, evocaba « (…) la capacidad de los ricos y de sus acólitos para ver la virtud social en lo que sirve a sus intereses y sus preferencias, y a presentar como ridículo o absurdo todo lo que no va en ese sentido»
[“... ces mots de John Kenneth Galbraith, lequel, dans son ouvrage paru en 1975 intitulé L’argent, évoquait « (…) la capacité des riches et de leurs acolytes à voir la vertu sociale dans ce qui sert leur intérêt et leur préférence, et à présenter comme ridicule ou absurde tout ce qui ne va pas dans ce sens »]
También lo hay sobre los contenidos que debería tener esa reforma. Básicamente, el abaratamiento del despido, la descentralización de la negociación colectiva, la flexibilización de los modos de contratación y ahora con menos énfasis, la disminución de costes laborales como los asociados a las cotizaciones sociales.
Sin embargo, es verdaderamente sorprendente que no haya coincidencia sobre los objetivos que pretende la reforma. Es como si un grupos de médicos se pusiera de acuerdo sobre la medicina que debería tomar un paciente pero cada uno de ellos dijera que así se iba a resolver una enfermedad distinta. ¿No nos haría eso sospechar de sus conocimientos o de sus intenciones?
La mayoría de quienes defienden la reforma suelen coincidir en que es imprescindible llevarla a cabo para hacer frente a la crisis y al desempleo tan preocupante que se produce en nuestra economía. Pero el acuerdo no va más allá.
Los economistas del Grupo de los 100 que forman parte de la autocalificada "elite" de la profesión, como hicieron el pasado miércoles en el informativo del programa 24 Horas de TVE Bentolila y Santos, afirman que dichas propuestas se realizan para crear empleo, tal y como ha afirmado también el propio presidente de gobierno. Pero hasta dirigentes de la patronal, personalidades tan expertas como Felipe González y otros economistas liberales más sinceros y rigurosos reconocen, por el contrario, que las refomas de este tipo no lo crean y que, si acaso, permitirán que el que se cree sea mejor cuando se empiece a generar.
Me parece que esas contradicciones no son fruto de la casualidad.
Lo que ocurre sencillamente es que las propuestas que se están haciendo de reforma laboral se basan en una serie de falsedades que de tanto oír se dan por buenas y en un abanico de prejuicios ideológicos que se difunden sin cesar para disimular lo que de verdad se busca con la reforma laboral.
La primera falsedad es que la reforma laboral sea necesaria para hacer frente a la crisis y más concretamente para acabar con el paro que ésta ha provocado. Es falso porque el desempleo que hoy día se registra en nuestra economía no es el resultado de la legislación laboral, de los costes de despido imperantes (cuando se han perdido casi dos millones de puestos de trabajo sin mayores dificultades por parte de las empresas) o de las rigideces de la negociación colectiva. Es bastante evidente que se han perdido tantos puestos de trabajo como consecuencia de la crisis financiera que ha provocado la irresponsable actuación de la banca y que ha dejado sin financiación a miles de empresas, del estallido de la burbuja inmobiliaria, de la desconfianza empresarial que todo ello ha originado y, quizá como fenómeno añadido, de un incremento anómalo (aunque no por ello indeseable) de la población activa arrastrado por el propio crecimiento del empleo de años anteriores.
Por tanto, para hacer frente a la crisis lo necesario no es la reforma laboral, como se viene diciendo, sino dar soluciones a estos problemas que la originaron en última instancia y de los que apenas se habla, y mucho menos cuando de la banca y del aseguramiento de la financiación se trata.
Otra falsedad es la que deriva de afirmar que se podrá garantizar ahora o más tarde mayor volumen de empleo o de mejor calidad simplemente actuando sobre el mercado de trabajo. Se trata de una tesis liberal que la evidencia empírica ha demostrado en innumerables ocasiones que es falsa, o cuanto menos insuficiente, porque la creación de empleo no depende simplemente de las condiciones de la oferta y la demanda en el mercado de trabajo sino de lo que pase en el mercado de bienes.
Lo que puede ofrecer una reforma como esta es lo mismo que produjeron las anteriores, en España y en todos los países en las que se han llevado a cabo: mano de obra más barata y más dócil, puestos de trabajo más precarios y mejores facilidades para obtener beneficios a costa de producir menos y peor, pero nunca un incremento en el nivel de empleo por sí misma. Lo que crea empleo general es la demanda global del conjunto de la economía y no la demanda de trabajo de cada empresa: por muy barato que sea el despido, o por muy buenas condiciones de negociación que tenga un empresario, o por muy atractivo que sea el modelo de contratación, los empresarios no contratarán empleo si no tienen expectativas de obtener beneficios y eso dependerá principalmente de su volumen de ventas, de las condiciones imperantes en el mercado y de su estructura general de costes que generalmente tiene más que ver con factores relativos al entorno general de la empresa que con el montante particular de sus costes laborales.
Es una falsedad también decir que se puede combatir la dualidad en el mercado de trabajo (un problema que efectivamente habría que resolver en nuestro mercado laboral) incorporando nuevas formas de contrato y concretamente un tipo único.
Es una falsedad porque se soslayan las razones que han dado lugar a esa dualidad y que fundamentalmente tienen que ver con el modelo productivo y de creación de actividad que han impuesto las grandes empresas con gran poder de mercado a las demás, y no con los modelos de contrato: la externalización abusiva, la subcontratación generalizada, el deterioro del empleos generado por las administraciones públicas como consecuencia de la escasez de gasto público para financiar la creación del capital social, la conversión en autónoma de buena parte de la población trabajadora asalariada…
También es falso y no cuenta con evidencia empírica que pueda justificarlo afirmar que se va a crear más empleo o de mejor calidad abaratando el despido o flexibilizando la contratación. Es justamente lo contrario lo que ha ocurrido después de las reformas anteriores (algo que los liberales reconocen pero que justifican diciendo que no fueron tan lejos como debieran). Lo que ha venido después de todas ellas ha sido el aumento de la temporalidad y de la rotación de los contratos (hasta 13 millones en el pasado año) y nunca aumentos en la calidad del empleo o incluso de su volumen con independencia de las condiciones generales de la economía.
Y tampoco es exactamente cierto decir que el mercado laboral español es rígido, o más que otros países de la Unión Europea, cuando hemos podido comprobar que las empresas han podido realizar ajustes de todo tipo y recurrir a prácticamente cualquier tipo de contrato en estos años y a despedir sin problema a la mano de obra que no podían asumir cuando la crisis bancaria ha destrozado la actividad económica. Como tampoco lo es que los salarios españoles sean excesivamente altos y limiten nuestra competitividad.
El problema del empleo en España no está en el mercado de trabajo. Está en el modelo de crecimiento, en el predominio de un tipo de actividad de bajo valor añadido y dependiente, en el tamaño tan reducido de las empresas como consecuencia del tipo de redes interempresas que han impuesto las grandes, en la escasez de capital social que pueda dinamizar la innovación y que permita competir por una vía diferente a la de abaratar la mano de obra, en la gran oligopolización de los mercados, en el excesivo poder político de la banca que le permite imponer condiciones favorables a sus beneficios pero letales para la creación de riqueza productiva, entre otros factores. Y el problema radica, sobre todo, en que los grandes capitales obtienen tantos beneficios en las épocas de crecimiento intensivo a base de este modelo que les compensa soportar las fases recesivas sin modificarlo porque no es sobre ellos sobre quien recaen sus costes e inconvenientes. Sobre todo cuando ocurre como ahora, que esas grandes empresas o los bancos que han acumulado cientos de miles de millones de beneficios en los últimos años gracias a este modo de actuar no tienen dificultades para imponer nuevas medidas que permitan reforzarlo para volver a las andadas.
En resumen, la reforma laboral que la gran patronal y la banca están reclamando al gobierno no responde a las causas que han provocado la crisis y el desempleo, no va a lograr crear más puestos de trabajo, no acabará con la dualidad entre empleos indefinidos y temporales, no elevará la productividad ni mejorará la competitividad de nuestras empresas, salvo las de aquellas que solo la buscan abaratando la mano de obra.
Su función no responde a las mentiras que nos cuentan. Como escribía Joaquín Estefanía recientemente es "la de señal o emblema de que en España se practica una política económica ortodoxa de gran austeridad" (El País, 6-6-2010). Y desde hace mucho tiempo sabemos que lo único que busca esa política no es otra cosa que crear mejores condiciones para que los poderosos ganen más dinero todavía. (SISTEMA DIGITAL el 10 de junio de 2010) (Juan Torres López)
Hay también quien considera Esta reforma laboral inconstitucional (D. López Garrido y Ricardo Peralta, en El País)
…estas palabras de John Kenneth Galbraith, las que, en su obra aparecida en 1975 titulada El dinero, evocaba « (…) la capacidad de los ricos y de sus acólitos para ver la virtud social en lo que sirve a sus intereses y sus preferencias, y a presentar como ridículo o absurdo todo lo que no va en ese sentido»
[“... ces mots de John Kenneth Galbraith, lequel, dans son ouvrage paru en 1975 intitulé L’argent, évoquait « (…) la capacité des riches et de leurs acolytes à voir la vertu sociale dans ce qui sert leur intérêt et leur préférence, et à présenter comme ridicule ou absurde tout ce qui ne va pas dans ce sens »]
También lo hay sobre los contenidos que debería tener esa reforma. Básicamente, el abaratamiento del despido, la descentralización de la negociación colectiva, la flexibilización de los modos de contratación y ahora con menos énfasis, la disminución de costes laborales como los asociados a las cotizaciones sociales.
Sin embargo, es verdaderamente sorprendente que no haya coincidencia sobre los objetivos que pretende la reforma. Es como si un grupos de médicos se pusiera de acuerdo sobre la medicina que debería tomar un paciente pero cada uno de ellos dijera que así se iba a resolver una enfermedad distinta. ¿No nos haría eso sospechar de sus conocimientos o de sus intenciones?
La mayoría de quienes defienden la reforma suelen coincidir en que es imprescindible llevarla a cabo para hacer frente a la crisis y al desempleo tan preocupante que se produce en nuestra economía. Pero el acuerdo no va más allá.
Los economistas del Grupo de los 100 que forman parte de la autocalificada "elite" de la profesión, como hicieron el pasado miércoles en el informativo del programa 24 Horas de TVE Bentolila y Santos, afirman que dichas propuestas se realizan para crear empleo, tal y como ha afirmado también el propio presidente de gobierno. Pero hasta dirigentes de la patronal, personalidades tan expertas como Felipe González y otros economistas liberales más sinceros y rigurosos reconocen, por el contrario, que las refomas de este tipo no lo crean y que, si acaso, permitirán que el que se cree sea mejor cuando se empiece a generar.
Me parece que esas contradicciones no son fruto de la casualidad.
Lo que ocurre sencillamente es que las propuestas que se están haciendo de reforma laboral se basan en una serie de falsedades que de tanto oír se dan por buenas y en un abanico de prejuicios ideológicos que se difunden sin cesar para disimular lo que de verdad se busca con la reforma laboral.
La primera falsedad es que la reforma laboral sea necesaria para hacer frente a la crisis y más concretamente para acabar con el paro que ésta ha provocado. Es falso porque el desempleo que hoy día se registra en nuestra economía no es el resultado de la legislación laboral, de los costes de despido imperantes (cuando se han perdido casi dos millones de puestos de trabajo sin mayores dificultades por parte de las empresas) o de las rigideces de la negociación colectiva. Es bastante evidente que se han perdido tantos puestos de trabajo como consecuencia de la crisis financiera que ha provocado la irresponsable actuación de la banca y que ha dejado sin financiación a miles de empresas, del estallido de la burbuja inmobiliaria, de la desconfianza empresarial que todo ello ha originado y, quizá como fenómeno añadido, de un incremento anómalo (aunque no por ello indeseable) de la población activa arrastrado por el propio crecimiento del empleo de años anteriores.
Por tanto, para hacer frente a la crisis lo necesario no es la reforma laboral, como se viene diciendo, sino dar soluciones a estos problemas que la originaron en última instancia y de los que apenas se habla, y mucho menos cuando de la banca y del aseguramiento de la financiación se trata.
Otra falsedad es la que deriva de afirmar que se podrá garantizar ahora o más tarde mayor volumen de empleo o de mejor calidad simplemente actuando sobre el mercado de trabajo. Se trata de una tesis liberal que la evidencia empírica ha demostrado en innumerables ocasiones que es falsa, o cuanto menos insuficiente, porque la creación de empleo no depende simplemente de las condiciones de la oferta y la demanda en el mercado de trabajo sino de lo que pase en el mercado de bienes.
Lo que puede ofrecer una reforma como esta es lo mismo que produjeron las anteriores, en España y en todos los países en las que se han llevado a cabo: mano de obra más barata y más dócil, puestos de trabajo más precarios y mejores facilidades para obtener beneficios a costa de producir menos y peor, pero nunca un incremento en el nivel de empleo por sí misma. Lo que crea empleo general es la demanda global del conjunto de la economía y no la demanda de trabajo de cada empresa: por muy barato que sea el despido, o por muy buenas condiciones de negociación que tenga un empresario, o por muy atractivo que sea el modelo de contratación, los empresarios no contratarán empleo si no tienen expectativas de obtener beneficios y eso dependerá principalmente de su volumen de ventas, de las condiciones imperantes en el mercado y de su estructura general de costes que generalmente tiene más que ver con factores relativos al entorno general de la empresa que con el montante particular de sus costes laborales.
Es una falsedad también decir que se puede combatir la dualidad en el mercado de trabajo (un problema que efectivamente habría que resolver en nuestro mercado laboral) incorporando nuevas formas de contrato y concretamente un tipo único.
Es una falsedad porque se soslayan las razones que han dado lugar a esa dualidad y que fundamentalmente tienen que ver con el modelo productivo y de creación de actividad que han impuesto las grandes empresas con gran poder de mercado a las demás, y no con los modelos de contrato: la externalización abusiva, la subcontratación generalizada, el deterioro del empleos generado por las administraciones públicas como consecuencia de la escasez de gasto público para financiar la creación del capital social, la conversión en autónoma de buena parte de la población trabajadora asalariada…
También es falso y no cuenta con evidencia empírica que pueda justificarlo afirmar que se va a crear más empleo o de mejor calidad abaratando el despido o flexibilizando la contratación. Es justamente lo contrario lo que ha ocurrido después de las reformas anteriores (algo que los liberales reconocen pero que justifican diciendo que no fueron tan lejos como debieran). Lo que ha venido después de todas ellas ha sido el aumento de la temporalidad y de la rotación de los contratos (hasta 13 millones en el pasado año) y nunca aumentos en la calidad del empleo o incluso de su volumen con independencia de las condiciones generales de la economía.
Y tampoco es exactamente cierto decir que el mercado laboral español es rígido, o más que otros países de la Unión Europea, cuando hemos podido comprobar que las empresas han podido realizar ajustes de todo tipo y recurrir a prácticamente cualquier tipo de contrato en estos años y a despedir sin problema a la mano de obra que no podían asumir cuando la crisis bancaria ha destrozado la actividad económica. Como tampoco lo es que los salarios españoles sean excesivamente altos y limiten nuestra competitividad.
El problema del empleo en España no está en el mercado de trabajo. Está en el modelo de crecimiento, en el predominio de un tipo de actividad de bajo valor añadido y dependiente, en el tamaño tan reducido de las empresas como consecuencia del tipo de redes interempresas que han impuesto las grandes, en la escasez de capital social que pueda dinamizar la innovación y que permita competir por una vía diferente a la de abaratar la mano de obra, en la gran oligopolización de los mercados, en el excesivo poder político de la banca que le permite imponer condiciones favorables a sus beneficios pero letales para la creación de riqueza productiva, entre otros factores. Y el problema radica, sobre todo, en que los grandes capitales obtienen tantos beneficios en las épocas de crecimiento intensivo a base de este modelo que les compensa soportar las fases recesivas sin modificarlo porque no es sobre ellos sobre quien recaen sus costes e inconvenientes. Sobre todo cuando ocurre como ahora, que esas grandes empresas o los bancos que han acumulado cientos de miles de millones de beneficios en los últimos años gracias a este modo de actuar no tienen dificultades para imponer nuevas medidas que permitan reforzarlo para volver a las andadas.
En resumen, la reforma laboral que la gran patronal y la banca están reclamando al gobierno no responde a las causas que han provocado la crisis y el desempleo, no va a lograr crear más puestos de trabajo, no acabará con la dualidad entre empleos indefinidos y temporales, no elevará la productividad ni mejorará la competitividad de nuestras empresas, salvo las de aquellas que solo la buscan abaratando la mano de obra.
Su función no responde a las mentiras que nos cuentan. Como escribía Joaquín Estefanía recientemente es "la de señal o emblema de que en España se practica una política económica ortodoxa de gran austeridad" (El País, 6-6-2010). Y desde hace mucho tiempo sabemos que lo único que busca esa política no es otra cosa que crear mejores condiciones para que los poderosos ganen más dinero todavía. (SISTEMA DIGITAL el 10 de junio de 2010) (Juan Torres López)
Hay también quien considera Esta reforma laboral inconstitucional (D. López Garrido y Ricardo Peralta, en El País)
jueves, 10 de junio de 2010
Entrevista de ATTAC al profesor Vicenç Navarro
La crisis: origen, consecuencias y soluciones. Attac TV entrevista a Vicenç Navarro from AttacTV on Vimeo.
Vicenç Navarro ha sido Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona. Actualmente es Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Es también profesor de Políticas Públicas en The Johns Hopkins University (Baltimore, EEUU) donde ha impartido docencia durante 35 años.
Palabras de Chomsky, en una entrevista.
Gran parte de su trabajo se ha centrado en el control de los medios y en las deficiencias de la clase intelectual en Estados Unidos, donde resulta difícil mantenerse al margen de un estrecho espectro de opinión. ¿Cómo ve su propia posición en estos momentos?
En primer lugar, yo no diría que EEUU sea muy diferente de otras sociedades a ese respecto. Puede haber cuestiones diferentes, pero no hay muchas diferencias en relación con Inglaterra o Francia. En cada sociedad hay una franja de disidentes. Eso ha sido así a través de la historia. ¿Cómo lo hacen? Porque se sienten comprometidos con ciertos valores e ideales y deciden no conformarse. Normalmente, no se les trata muy bien y cómo se les trate depende de la naturaleza de la sociedad, que nunca actúa de forma muy cortés. En algunas sociedades puedes conseguir que te vuelen la cabeza, en otras que te lleven al Gulag, en otras que te difamen. A los sistemas de poder no les gustan los críticos y utilizan cualquier técnica posible para hundirte y condenarte.
Pero lo que siempre ha sido muy típico, a lo largo de la historia, es que las clases intelectuales se hayan subordinado al poder, con muy pocas excepciones. Pero aún hay personas que no se someten y siguen un camino independiente. A este respecto, EEUU no es realmente muy duro, por eso una persona con una cierta cantidad de privilegios, como les pasa a muchos, y ciertamente a mí, somos bastante inmunes ante una represión dura. Me tuve que enfrentar a la posibilidad de una larga sentencia de prisión, y casi me sentencian, pero fue a causa de una abierta y clara resistencia. No podía objetar nada porque estuve haciendo cosas que eran abierta y conscientemente ilegales en la resistencia contra la guerra, por eso si tenía que ir a prisión no podía llamarlo represión. Por hablar y escribir y cosas así, el castigo es la marginación y la difamación, pero puedo vivir con eso. Cuento con mucho apoyo entre la gente.
El periodista Chris Hedges está investigando en el New York Times, y hace unas pocas semanas se encontró con un memorando del editor jefe de ese periódico a los escritores y columnistas en el que les decía que no se podía mencionar mi nombre. La Radio Nacional Pública ha manifestado que soy la única persona a la que nunca le van a permitir aparecer en las noticias en horario estelar ni en los programas de debate. Pero ese no es un castigo muy grande, y cuando llegue a casa tendré cientos de mensajes llegados por correo, y entre ellos habrá un par de docenas de invitaciones para dar charlas por todo el país y en casi todas ellas habrá una audiencia importante de personas interesadas y comprometidas que son receptivas y que quieren hacer algo, y eso es más que suficiente para animarme a seguir adelante.
Tengo acceso a los medios extranjeros en determinadas circunstancias, por ejemplo, si me muestro crítico hacia EEUU, tengo acceso a los medios. Pero si voy a criticar a los países a los que me invitan, se acabó, sistemáticamente. Lo he notado incluso en Canadá. Si voy a Canadá, les gusta escuchar cómo critico a EEUU, pero si empiezo a criticar a Canadá, la puerta se cierra e igual ocurre por todas partes.
Por último, ¿por qué ha criticado la fórmula de “decirle la verdad al poder”, que el difunto Edward Said utilizó para describir el papel de los intelectuales?
Ése es actualmente un eslogan de los cuáqueros, me gustan los cuáqueros y quiero hacer muchas cosas con ellos, pero no estoy de acuerdo con el eslogan. En primer lugar, no tienes que decirle la verdad al poder, porque sabe bien cuál es. Y en segundo lugar, tú no le dices la verdad a nadie, eso es demasiado arrogante. Lo que puedes hacer es unirte a la gente y tratar de encontrar la verdad, por eso tienes que escuchar y decirles lo que piensas y así sucesivamente, e intentar animar a la gente para que piense por sí misma.
A uno le preocupan las víctimas, no los poderosos, por eso el lema debería ser comprometerte con los débiles y ayudarles y ayudarte a ti mismo a encontrar la verdad. No es un lema fácil para poder formularlo en cinco palabras, pero creo que es el correcto.
Ver toda en el original aquí La entrevista en español aquí
En primer lugar, yo no diría que EEUU sea muy diferente de otras sociedades a ese respecto. Puede haber cuestiones diferentes, pero no hay muchas diferencias en relación con Inglaterra o Francia. En cada sociedad hay una franja de disidentes. Eso ha sido así a través de la historia. ¿Cómo lo hacen? Porque se sienten comprometidos con ciertos valores e ideales y deciden no conformarse. Normalmente, no se les trata muy bien y cómo se les trate depende de la naturaleza de la sociedad, que nunca actúa de forma muy cortés. En algunas sociedades puedes conseguir que te vuelen la cabeza, en otras que te lleven al Gulag, en otras que te difamen. A los sistemas de poder no les gustan los críticos y utilizan cualquier técnica posible para hundirte y condenarte.
Pero lo que siempre ha sido muy típico, a lo largo de la historia, es que las clases intelectuales se hayan subordinado al poder, con muy pocas excepciones. Pero aún hay personas que no se someten y siguen un camino independiente. A este respecto, EEUU no es realmente muy duro, por eso una persona con una cierta cantidad de privilegios, como les pasa a muchos, y ciertamente a mí, somos bastante inmunes ante una represión dura. Me tuve que enfrentar a la posibilidad de una larga sentencia de prisión, y casi me sentencian, pero fue a causa de una abierta y clara resistencia. No podía objetar nada porque estuve haciendo cosas que eran abierta y conscientemente ilegales en la resistencia contra la guerra, por eso si tenía que ir a prisión no podía llamarlo represión. Por hablar y escribir y cosas así, el castigo es la marginación y la difamación, pero puedo vivir con eso. Cuento con mucho apoyo entre la gente.
El periodista Chris Hedges está investigando en el New York Times, y hace unas pocas semanas se encontró con un memorando del editor jefe de ese periódico a los escritores y columnistas en el que les decía que no se podía mencionar mi nombre. La Radio Nacional Pública ha manifestado que soy la única persona a la que nunca le van a permitir aparecer en las noticias en horario estelar ni en los programas de debate. Pero ese no es un castigo muy grande, y cuando llegue a casa tendré cientos de mensajes llegados por correo, y entre ellos habrá un par de docenas de invitaciones para dar charlas por todo el país y en casi todas ellas habrá una audiencia importante de personas interesadas y comprometidas que son receptivas y que quieren hacer algo, y eso es más que suficiente para animarme a seguir adelante.
Tengo acceso a los medios extranjeros en determinadas circunstancias, por ejemplo, si me muestro crítico hacia EEUU, tengo acceso a los medios. Pero si voy a criticar a los países a los que me invitan, se acabó, sistemáticamente. Lo he notado incluso en Canadá. Si voy a Canadá, les gusta escuchar cómo critico a EEUU, pero si empiezo a criticar a Canadá, la puerta se cierra e igual ocurre por todas partes.
Por último, ¿por qué ha criticado la fórmula de “decirle la verdad al poder”, que el difunto Edward Said utilizó para describir el papel de los intelectuales?
Ése es actualmente un eslogan de los cuáqueros, me gustan los cuáqueros y quiero hacer muchas cosas con ellos, pero no estoy de acuerdo con el eslogan. En primer lugar, no tienes que decirle la verdad al poder, porque sabe bien cuál es. Y en segundo lugar, tú no le dices la verdad a nadie, eso es demasiado arrogante. Lo que puedes hacer es unirte a la gente y tratar de encontrar la verdad, por eso tienes que escuchar y decirles lo que piensas y así sucesivamente, e intentar animar a la gente para que piense por sí misma.
A uno le preocupan las víctimas, no los poderosos, por eso el lema debería ser comprometerte con los débiles y ayudarles y ayudarte a ti mismo a encontrar la verdad. No es un lema fácil para poder formularlo en cinco palabras, pero creo que es el correcto.
Ver toda en el original aquí La entrevista en español aquí
miércoles, 9 de junio de 2010
Le gouvernement des banques
Après l'orgie spéculative, l'austérité pour (presque) tous.
L'insolence des spéculateurs suscite une vive opposition populaire et contraint les gouvernements à prendre quelques distances avec la finance. Ceux qui signent les chèques vont-ils continuer à écrire les lois? Plus Ici.
L'insolence des spéculateurs suscite une vive opposition populaire et contraint les gouvernements à prendre quelques distances avec la finance. Ceux qui signent les chèques vont-ils continuer à écrire les lois? Plus Ici.
martes, 8 de junio de 2010
Deolinda "Um Contra O Outro"
Anda, desliga o cabo,
que liga a vida, a esse jogo,
joga comigo, um jogo novo,
com duas vidas, um contra o outro.
Já não basta,
esta luta contra o tempo,
este tempo que perdemos,
a tentar vencer alguém.
Ao fim ao cabo,
o que é dado como um ganho,
vai-se a ver desperdiçamos,
sem nada dar a ninguém.
Anda, faz uma pausa,
encosta o carro,
sai da corrida,
larga essa guerra,
que a tua meta,
está deste lado,
da tua vida.
Muda de nível,
sai do estado invisível,
põe o modo compatível,
com a minha condição,
que a tua vida,
é real e repetida,
dá-te mais que o impossível,
se me deres a tua mão.
Sai de casa e vem comigo para a rua,
vem, q'essa vida que tens,
por mais vidas que tu ganhes,
é a tua que,
mais perde se não vens.
Anda, mostra o que vales,
tu nesse jogo,
vales tão pouco,
troca de vício,
por outro novo,
que o desafio,
é corpo a corpo.
Escolhe a arma,
a estratégia que não falhe,
o lado forte da batalha,
põe no máximo o poder.
Dou-te a vantagem, tu com tudo, eu sem nada,
que mesmo assim, desarmada, vou-te ensinar a perder.
Sai de casa e vem comigo para a rua,
vem, q'essa vida que tens,
por mais vidas que tu ganhes,
é a tua que,
mais perde se não vens.
...
...
...
...
La ciencia y la universidad reivindican el pensamiento crítico
Más de 900 científicos y universitarios de 45 universidades públicas españolas y de los Organismos Públicos de Investigación suscriben un manifiesto en defensa del pensamiento crítico y convocan a un acto el 9 de junio en Madrid
Recientemente se ha ido creando en las universidades públicas y en los centros públicos de investigación (OPIs), un sordo pero creciente malestar. Un malestar latente debido en parte a los recientes acontecimientos económicos, políticos y sociales de nuestro país y la forma en que las autoridades los han gestionado, pero también, y sobre todo, al efecto de las campañas de acoso y derribo que algunas corporaciones financieras y la amalgama ideológica liberal-conservadora vienen orquestando contra la universidad pública y contra los intelectuales y científicos que se han manifestado con espíritu crítico en los debates sobre nuestro modelo político, económico, institucional o judicial.
Una de las paradojas, casi esperpéntica, a que ha dado lugar esta campaña mediática, es que actualmente se viene presentado como alternativa a la gobernanza en la universidad pública un tipo de gestión, antidemocrático y sujeto a la dictadura del mercado que, como todo el mundo sabe, está en la base de la crisis que padecemos.
También ha contribuido al aumento de este malestar difuso el recorte de los presupuestos dedicados a las universidades públicas y la reducción de las partidas presupuestarias dedicadas a financiar la investigación científica, que han castigado particularmente al sector público.
Al malestar creado por “el mal gobierno” se une ahora, en nuestro caso, una creciente preocupación por las actuaciones de la derecha política y, en particular, la ofensiva contra los que, desde la ciencia, la política o la cultura, han manifestado públicamente posiciones críticas ante la decepcionante respuesta política y judicial al clamor de las víctimas del franquismo, la lentitud e inoperancia de la justicia y la persecución al juez que se atrevió a dar voz a las reivindicaciones de las víctimas.
Un caso especialmente grave ha sido la campaña de acoso y desprestigio del Rector de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos Berzosa, precisamente por haber autorizado un acto de reivindicación de la memoria histórica y en defensa de Garzón. El hecho de que esta nueva campaña haya sido liderada por la propia presidenta de la Comunidad de Madrid explica, sin más, que en algunos casos el malestar y la preocupación se estén convirtiendo en animadversión.
Creemos que ha llegado el momento de manifestar en público el malestar latente y de hacer frente al miedo ante la situación que se está creando en el país. Tenemos suficientes razones para pensar así. Entendemos que la generación de conocimiento y la capacidad de crítica son misiones sustanciales de la universidad y son también parte del espíritu científico cuando éste se quiere a la vez cívico y ciudadano. Reivindicamos, pues, el pensamiento crítico. Y pensamos que reivindicar aquí y ahora el pensamiento crítico, como científicos y como intelectuales, incluye asumir la responsabilidad de nuestro trabajo, responsabilidad que ha de ser tanto mayor cuanto más se goza de ese privilegio que es contribuir a la producción y generación de conocimiento. No sólo eso: creemos que el tiempo del silencio ha concluido...
Como integrantes de la comunidad científica, como científicos de la naturaleza y de la sociedad, como humanistas amigos de la ciencia y como defensores de una cultura que quiere romper con los compartimentos estancos y con las Torres de Babel;...
Queremos intervenir en el debate público por solidaridad con otros, que lo merecen, por razones morales y por razones políticas. Es nuestra responsabilidad pero también nuestro derecho porque en estas cuestiones se dirimen principios y valores fundamentales para la convivencia y el futuro de nuestro país. Para ello, los firmantes hemos convocado un acto en la sede central del CSIC el próximo 9 de junio a las 18.30 horas.
Recientemente se ha ido creando en las universidades públicas y en los centros públicos de investigación (OPIs), un sordo pero creciente malestar. Un malestar latente debido en parte a los recientes acontecimientos económicos, políticos y sociales de nuestro país y la forma en que las autoridades los han gestionado, pero también, y sobre todo, al efecto de las campañas de acoso y derribo que algunas corporaciones financieras y la amalgama ideológica liberal-conservadora vienen orquestando contra la universidad pública y contra los intelectuales y científicos que se han manifestado con espíritu crítico en los debates sobre nuestro modelo político, económico, institucional o judicial.
Una de las paradojas, casi esperpéntica, a que ha dado lugar esta campaña mediática, es que actualmente se viene presentado como alternativa a la gobernanza en la universidad pública un tipo de gestión, antidemocrático y sujeto a la dictadura del mercado que, como todo el mundo sabe, está en la base de la crisis que padecemos.
También ha contribuido al aumento de este malestar difuso el recorte de los presupuestos dedicados a las universidades públicas y la reducción de las partidas presupuestarias dedicadas a financiar la investigación científica, que han castigado particularmente al sector público.
Al malestar creado por “el mal gobierno” se une ahora, en nuestro caso, una creciente preocupación por las actuaciones de la derecha política y, en particular, la ofensiva contra los que, desde la ciencia, la política o la cultura, han manifestado públicamente posiciones críticas ante la decepcionante respuesta política y judicial al clamor de las víctimas del franquismo, la lentitud e inoperancia de la justicia y la persecución al juez que se atrevió a dar voz a las reivindicaciones de las víctimas.
Un caso especialmente grave ha sido la campaña de acoso y desprestigio del Rector de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos Berzosa, precisamente por haber autorizado un acto de reivindicación de la memoria histórica y en defensa de Garzón. El hecho de que esta nueva campaña haya sido liderada por la propia presidenta de la Comunidad de Madrid explica, sin más, que en algunos casos el malestar y la preocupación se estén convirtiendo en animadversión.
Creemos que ha llegado el momento de manifestar en público el malestar latente y de hacer frente al miedo ante la situación que se está creando en el país. Tenemos suficientes razones para pensar así. Entendemos que la generación de conocimiento y la capacidad de crítica son misiones sustanciales de la universidad y son también parte del espíritu científico cuando éste se quiere a la vez cívico y ciudadano. Reivindicamos, pues, el pensamiento crítico. Y pensamos que reivindicar aquí y ahora el pensamiento crítico, como científicos y como intelectuales, incluye asumir la responsabilidad de nuestro trabajo, responsabilidad que ha de ser tanto mayor cuanto más se goza de ese privilegio que es contribuir a la producción y generación de conocimiento. No sólo eso: creemos que el tiempo del silencio ha concluido...
Como integrantes de la comunidad científica, como científicos de la naturaleza y de la sociedad, como humanistas amigos de la ciencia y como defensores de una cultura que quiere romper con los compartimentos estancos y con las Torres de Babel;...
Queremos intervenir en el debate público por solidaridad con otros, que lo merecen, por razones morales y por razones políticas. Es nuestra responsabilidad pero también nuestro derecho porque en estas cuestiones se dirimen principios y valores fundamentales para la convivencia y el futuro de nuestro país. Para ello, los firmantes hemos convocado un acto en la sede central del CSIC el próximo 9 de junio a las 18.30 horas.
Ver todo aquí.
(TRIBUNA: F. MAYOR ZARAGOZA, F. FERNÁNDEZ BUEY Y J. ÁVILA “El País” 08/06/2010)
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LAS AGENCIAS DE "RATING" ¿A quién sirven?
Los presidentes de Fitch, Moody´s y Standard & Poor´s comparecieron ante el Congreso de EE.UU. y prometieron más transparencia. La investigación ha puesto en evidencia los fallos de su sistema.
Estos tres caballeros de la foto dirigen las tres grandes agencias de calificación de riesgo. Son los jueces inapelables de la economía mundial. Todopoderosos, sus informes pueden tumbar las finanzas de un país o encumbrar a una empresa. Una aureola de misterio rodea sus prácticas y a sus directivos. Les contamos quién mueve los hilos de Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch, cómo afectan sus juicios a la economía española y mundial y por qué su labor está como nunca en entredicho.
Las Parcas eran las diosas del destino en la mitología romana. Tres hilanderas que controlaban el futuro de los mortales. Nona devanaba el hilo de la vida, Décima lo medía y Morta lo cortaba. Incluso los dioses las temían. Ese miedo reverencial lo provocan hoy, en el mundo de las finanzas, las tres agencias de calificación más antiguas y poderosas. Ministros, directivos y banqueros se echan a temblar cuando Standard & Poor’s (S&P), Moody’s y Fitch enjuician la salud económica de un país, una empresa o un fondo de inversiones. Sus dictámenes son inapelables. Si ellas te dan hilo, prosperas. Si te lo cortan, estás sentenciado.
Nadie parece saber muy bien cómo funcionan, a qué intereses obedecen sus decisiones y, sobre todo, por qué se equivocan tanto. Una investigación del Congreso de Estados Unidos ha puesto en evidencia los fallos: modelos matemáticos obsoletos, informes dudosos, cifras infladas, tratos de favor... Durante meses se examinaron 400.000 páginas de documentos clasificados y correos electrónicos. Sin embargo, las agencias continúan siendo un enigma; oráculos inescrutables. «No hay que creerlos demasiado», advierte Dominique Strauss-Kahn, director del Fondo Monetario Internacional. «Son sabiondos imbéciles que han estudiado muchas matemáticas, pero no tienen ni idea de aplicarlas», remata Bill Gross, director general de Pimco, la mayor gestora mundial de renta fija. Da igual. Sus calificaciones –la máxima de las cuales es una triple A– van a misa.
Algunos de los correos electrónicos examinados por los congresistas no tienen desperdicio. Un empleado de S&P expresaba sus remordimientos por la excelente nota otorgada a un fondo de inversiones dudoso. «Ojalá estemos jubilados cuando el castillo de naipes se derrumbe.» «Hemos vendido el alma al diablo por dinero o somos unos incompetentes o las dos cosas», se lee en otra misiva. En una tercera, otro analista se queja: «El modelo que usamos para calcular el rating de esta inversión no captura ni la mitad del riesgo». «Pero calificamos todas las emisiones. Podrían estar diseñadas por vacas y las calificaríamos igual», responde un colega.
Eric Kolchinsky, un antiguo analista de Moody’s, declaró ante los congresistas: «Nuestros superiores se preocupaban más de conservar la cuota de mercado que de la veracidad de los informes. No había incentivos para mirar lo que se escondía debajo de la piedra. La mayoría de los analistas es gente honrada, pero en la firma se daba mayor importancia a los beneficios a corto plazo que a la calidad de los análisis. La presión era enorme». Otro empleado de S&P, Frank Raiter, fue tajante: «Si tenías problemas de conciencia te quedaban dos opciones: o te ibas, frustrado, o te arriesgabas al despido. Los analistas somos soldados y cumplimos órdenes».
Los tres presidentes de las agencias de calificación comparecieron ante el Congreso y escucharon con cara impasible las declaraciones de sus empleados. Entonaron el mea culpa, prometieron más transparencia y se marcharon. Hasta la fecha no ha habido ninguna acción reguladora o de supervisión, a pesar de que se aprobó una enmienda para ejercer cierto control externo sobre estas firmas. Pero resultó memorable ver a los tres altos ejecutivos, habitualmente esquivos, dar la cara por una vez, aunque fuese obligados y bajo juramento. ¿Quiénes son? ¿Por qué se dejan ver tan poco? ¿Qué están haciendo para mejorar la reputación de sus empresas, a las que se acusa de haber sido cómplices de la crisis económica o, por lo menos, de no haberla visto venir?
...Conviene recordar que el 93 por ciento de los productos financieros calificados con la triple A de máxima solvencia en 2006 han sido degradados al nivel de bono basura. Entre los demandantes, Ron Grassi, de 68 años. Caso típico: recién jubilado, puso los ahorros de su vida en bonos de Lehman, calificados con A hasta el mismo día en que el banco se declaró en quiebra.
...Existen unas 150 agencias de rating, pero Moody’s y Standard & Poor’s dominan el 80 por ciento del mercado. En la práctica, ejercen un oligopolio más que evidente. Califican, entre otros, títulos de deuda de empresas industriales, financieras, bancos, compañías de seguros, sociedades de Bolsa, fondos de inversión, Estados soberanos y gobiernos autonómicos. Trabajan en más de 120 países y examinan casi 800.000 emisiones por valor de 30 billones de euros.
Una muestra de su poder la sufrió España a finales de abril. S&P rebajó la calificación de la deuda soberana española a largo plazo desde AA+ a AA, y añadió la coletilla: «Con perspectiva negativa». Para entendernos, como si un profesor le bajara la nota a un alumno de sobresaliente a notable y hubiese escrito una nota a sus papás advirtiéndoles de que si el niño no hacía los deberes, en la próxima evaluación se llevaría un susto. S&P ya expulsó a España hace un año del `club de la triple A´, los `empollones´. Los otros `profes´, Moody’s y Fitch, le siguen dando sobresaliente, pero importó poco. La Bolsa perdió un tres por ciento en cinco minutos, los que quedaban para el cierre de la sesión. El portavoz de S&P podía haber tenido la delicadeza de esperar antes de anunciar el comunicado; con que se hubiese tomado un café, las empresas del Ibex 35 no habrían perdido 9.300 millones de euros.
Pero ahí no queda la cosa. Los analistas calculan que la pérdida de credibilidad tendrá un sobrecoste de unos 2.000 millones de euros para el Tesoro español, más o menos lo que el Gobierno esperaba recaudar con la subida del IVA que entra en vigor en julio. ¿Por qué? Porque la deuda que emite el Estado para financiarse está considerada ahora de más riesgo para los inversores. Y tiene que competir en los mercados con la deuda de otros países ...
Ver todo aquí.
Estos tres caballeros de la foto dirigen las tres grandes agencias de calificación de riesgo. Son los jueces inapelables de la economía mundial. Todopoderosos, sus informes pueden tumbar las finanzas de un país o encumbrar a una empresa. Una aureola de misterio rodea sus prácticas y a sus directivos. Les contamos quién mueve los hilos de Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch, cómo afectan sus juicios a la economía española y mundial y por qué su labor está como nunca en entredicho.
Las Parcas eran las diosas del destino en la mitología romana. Tres hilanderas que controlaban el futuro de los mortales. Nona devanaba el hilo de la vida, Décima lo medía y Morta lo cortaba. Incluso los dioses las temían. Ese miedo reverencial lo provocan hoy, en el mundo de las finanzas, las tres agencias de calificación más antiguas y poderosas. Ministros, directivos y banqueros se echan a temblar cuando Standard & Poor’s (S&P), Moody’s y Fitch enjuician la salud económica de un país, una empresa o un fondo de inversiones. Sus dictámenes son inapelables. Si ellas te dan hilo, prosperas. Si te lo cortan, estás sentenciado.
Nadie parece saber muy bien cómo funcionan, a qué intereses obedecen sus decisiones y, sobre todo, por qué se equivocan tanto. Una investigación del Congreso de Estados Unidos ha puesto en evidencia los fallos: modelos matemáticos obsoletos, informes dudosos, cifras infladas, tratos de favor... Durante meses se examinaron 400.000 páginas de documentos clasificados y correos electrónicos. Sin embargo, las agencias continúan siendo un enigma; oráculos inescrutables. «No hay que creerlos demasiado», advierte Dominique Strauss-Kahn, director del Fondo Monetario Internacional. «Son sabiondos imbéciles que han estudiado muchas matemáticas, pero no tienen ni idea de aplicarlas», remata Bill Gross, director general de Pimco, la mayor gestora mundial de renta fija. Da igual. Sus calificaciones –la máxima de las cuales es una triple A– van a misa.
Algunos de los correos electrónicos examinados por los congresistas no tienen desperdicio. Un empleado de S&P expresaba sus remordimientos por la excelente nota otorgada a un fondo de inversiones dudoso. «Ojalá estemos jubilados cuando el castillo de naipes se derrumbe.» «Hemos vendido el alma al diablo por dinero o somos unos incompetentes o las dos cosas», se lee en otra misiva. En una tercera, otro analista se queja: «El modelo que usamos para calcular el rating de esta inversión no captura ni la mitad del riesgo». «Pero calificamos todas las emisiones. Podrían estar diseñadas por vacas y las calificaríamos igual», responde un colega.
Eric Kolchinsky, un antiguo analista de Moody’s, declaró ante los congresistas: «Nuestros superiores se preocupaban más de conservar la cuota de mercado que de la veracidad de los informes. No había incentivos para mirar lo que se escondía debajo de la piedra. La mayoría de los analistas es gente honrada, pero en la firma se daba mayor importancia a los beneficios a corto plazo que a la calidad de los análisis. La presión era enorme». Otro empleado de S&P, Frank Raiter, fue tajante: «Si tenías problemas de conciencia te quedaban dos opciones: o te ibas, frustrado, o te arriesgabas al despido. Los analistas somos soldados y cumplimos órdenes».
Los tres presidentes de las agencias de calificación comparecieron ante el Congreso y escucharon con cara impasible las declaraciones de sus empleados. Entonaron el mea culpa, prometieron más transparencia y se marcharon. Hasta la fecha no ha habido ninguna acción reguladora o de supervisión, a pesar de que se aprobó una enmienda para ejercer cierto control externo sobre estas firmas. Pero resultó memorable ver a los tres altos ejecutivos, habitualmente esquivos, dar la cara por una vez, aunque fuese obligados y bajo juramento. ¿Quiénes son? ¿Por qué se dejan ver tan poco? ¿Qué están haciendo para mejorar la reputación de sus empresas, a las que se acusa de haber sido cómplices de la crisis económica o, por lo menos, de no haberla visto venir?
...Conviene recordar que el 93 por ciento de los productos financieros calificados con la triple A de máxima solvencia en 2006 han sido degradados al nivel de bono basura. Entre los demandantes, Ron Grassi, de 68 años. Caso típico: recién jubilado, puso los ahorros de su vida en bonos de Lehman, calificados con A hasta el mismo día en que el banco se declaró en quiebra.
...Existen unas 150 agencias de rating, pero Moody’s y Standard & Poor’s dominan el 80 por ciento del mercado. En la práctica, ejercen un oligopolio más que evidente. Califican, entre otros, títulos de deuda de empresas industriales, financieras, bancos, compañías de seguros, sociedades de Bolsa, fondos de inversión, Estados soberanos y gobiernos autonómicos. Trabajan en más de 120 países y examinan casi 800.000 emisiones por valor de 30 billones de euros.
Una muestra de su poder la sufrió España a finales de abril. S&P rebajó la calificación de la deuda soberana española a largo plazo desde AA+ a AA, y añadió la coletilla: «Con perspectiva negativa». Para entendernos, como si un profesor le bajara la nota a un alumno de sobresaliente a notable y hubiese escrito una nota a sus papás advirtiéndoles de que si el niño no hacía los deberes, en la próxima evaluación se llevaría un susto. S&P ya expulsó a España hace un año del `club de la triple A´, los `empollones´. Los otros `profes´, Moody’s y Fitch, le siguen dando sobresaliente, pero importó poco. La Bolsa perdió un tres por ciento en cinco minutos, los que quedaban para el cierre de la sesión. El portavoz de S&P podía haber tenido la delicadeza de esperar antes de anunciar el comunicado; con que se hubiese tomado un café, las empresas del Ibex 35 no habrían perdido 9.300 millones de euros.
Pero ahí no queda la cosa. Los analistas calculan que la pérdida de credibilidad tendrá un sobrecoste de unos 2.000 millones de euros para el Tesoro español, más o menos lo que el Gobierno esperaba recaudar con la subida del IVA que entra en vigor en julio. ¿Por qué? Porque la deuda que emite el Estado para financiarse está considerada ahora de más riesgo para los inversores. Y tiene que competir en los mercados con la deuda de otros países ...
Ver todo aquí.
lunes, 7 de junio de 2010
Los halcones del déficit han tomado el control del G20
“Los países enfrentados a serios desafíos fiscales necesitan acelerar el ritmo de consolidación”; y se añade: “Saludamos los recientes anuncios de algunos países en el sentido de reducir sus déficits en 2010 y robustecer su marco y sus instituciones fiscales”
Esas palabras contrastan vivamente con el anterior comunicado del G20 de fines de abril, que llamaba a mantener el apoyo fiscal “hasta que la recuperación esté firmemente impulsada por el sector privado y se haya llegado a echar más raíces”.
Es de todo punto increíble que eso ocurra con un desempleo todavía al alza en la eurozona, y con sólo unos débiles indicios de progresos en el mercado de trabajo estadounidense.
¿No necesitamos preocuparnos por la deuda pública? Sí; pero abandonar el gasto público cuando la economía está todavía profundamente deprimida es, además de extremadamente costoso, una forma bastante ineficaz de reducir la deuda futura. Costoso, porque deprime más a la economía; ineficaz, porque, deprimiendo a la economía, la contracción fiscal resultante reducirá la recaudación impositiva. Una estimación aproximada ahora mismo es que recortar el gasto en un 1% del PIB incrementa la tasa de desempleo en un 0,75% (en comparación con lo que ocurriría de otro modo) y, sin embargo, reduce la deuda futura en menos de un 0,5% del PIB.
Lo manifiestamente correcto es hacer cosas que reduzcan el gasto y/o incrementen el ingreso luego de que la economía se haya recuperado, y en particular, esperar a que la economía sea lo bastante fuerte como para que la política monetaria pueda compensar los efectos contractivos de la austeridad fiscal. Pero no: los halcones del déficit quieren sus recortes mientras las tasas de desempleo se hallan todavía a niveles récord y la política monetaria aún se halla en apuros frente a aumentos de precios rayanos en el cero.
Pero ¿qué hay de Grecia y todo eso? Fíjense, los problemas de deuda soberana los padecen países que se enfrentan a un problema muy específico: forman parte de la zona euro, Y están sobrevalorados gracias a los enormes flujos de entrada de capitales que experimentaron en los buenos tiempos; resultado de lo cual es que ahora experimentan años de terrible deflación. Los países que no se hallan en esa situación no se enfrentan a ninguna presión de los mercados para proceder a recortes inmediatos; esta misma mañana, los bonos a 10 años rendían un 3,51 en Gran Bretaña, un 3,21 en los EEUU y un 1,27 en Japón.
Sin embargo, la sabiduría ahora convencional dice que esos países deben, a pesar de todo, proceder a recortes: no porque los mercados lo estén exigiendo, no porque eso vaya a tener algún impacto apreciable en las perspectivas fiscales a largo plazo, sino porque piensan que, aun si no deberían hacerlo, los mercados podrían llegar a exigirlo en el futuro.
Una locura manifiesta que adopta la pose de la sabiduría. Increíble. (Paul Krugman)
Esas palabras contrastan vivamente con el anterior comunicado del G20 de fines de abril, que llamaba a mantener el apoyo fiscal “hasta que la recuperación esté firmemente impulsada por el sector privado y se haya llegado a echar más raíces”.
Es de todo punto increíble que eso ocurra con un desempleo todavía al alza en la eurozona, y con sólo unos débiles indicios de progresos en el mercado de trabajo estadounidense.
¿No necesitamos preocuparnos por la deuda pública? Sí; pero abandonar el gasto público cuando la economía está todavía profundamente deprimida es, además de extremadamente costoso, una forma bastante ineficaz de reducir la deuda futura. Costoso, porque deprime más a la economía; ineficaz, porque, deprimiendo a la economía, la contracción fiscal resultante reducirá la recaudación impositiva. Una estimación aproximada ahora mismo es que recortar el gasto en un 1% del PIB incrementa la tasa de desempleo en un 0,75% (en comparación con lo que ocurriría de otro modo) y, sin embargo, reduce la deuda futura en menos de un 0,5% del PIB.
Lo manifiestamente correcto es hacer cosas que reduzcan el gasto y/o incrementen el ingreso luego de que la economía se haya recuperado, y en particular, esperar a que la economía sea lo bastante fuerte como para que la política monetaria pueda compensar los efectos contractivos de la austeridad fiscal. Pero no: los halcones del déficit quieren sus recortes mientras las tasas de desempleo se hallan todavía a niveles récord y la política monetaria aún se halla en apuros frente a aumentos de precios rayanos en el cero.
Pero ¿qué hay de Grecia y todo eso? Fíjense, los problemas de deuda soberana los padecen países que se enfrentan a un problema muy específico: forman parte de la zona euro, Y están sobrevalorados gracias a los enormes flujos de entrada de capitales que experimentaron en los buenos tiempos; resultado de lo cual es que ahora experimentan años de terrible deflación. Los países que no se hallan en esa situación no se enfrentan a ninguna presión de los mercados para proceder a recortes inmediatos; esta misma mañana, los bonos a 10 años rendían un 3,51 en Gran Bretaña, un 3,21 en los EEUU y un 1,27 en Japón.
Sin embargo, la sabiduría ahora convencional dice que esos países deben, a pesar de todo, proceder a recortes: no porque los mercados lo estén exigiendo, no porque eso vaya a tener algún impacto apreciable en las perspectivas fiscales a largo plazo, sino porque piensan que, aun si no deberían hacerlo, los mercados podrían llegar a exigirlo en el futuro.
Una locura manifiesta que adopta la pose de la sabiduría. Increíble. (Paul Krugman)
domingo, 6 de junio de 2010
Youssou N`Dour
"Grandes delincuentes han pisoteado la economía mundial y las víctimas son los de siempre. Nauseabundo. Pero no hay que fiarse del agua que duerme. La gente es cada vez más consciente y acabará por no permitir esa impunidad".
La revista Time le incluyó entre las 100 personas más influyentes y acudió invitado a la fiesta: "Cuando descubres que unos cuantos deciden el destino del mundo te quedas conmocionado. Agradezco la oportunidad de poder hablar con los poderosos y mostrarles la realidad. Si les decimos lo que pensamos, y les convencemos, puede que cambien cosas". De la fiesta en Nueva York a las calles de Dakar donde niños duermen en la calle: "Es terrible. Hice una buena elección al quedarme a vivir en mi ciudad porque cada vez que vuelvo con algo excitante y veo la realidad me calmo y cambia mi discurso. En mi interior sigo siendo aquel niño de la Medina".
El hombre que escribió la canción Immigrés tras su primera actuación en Francia, en 1984, considera "responsabilidad de los Estados africanos formar a los chicos para que puedan integrarse. Pero no lo han hecho. De todos modos conviene saber que cuando están en Europa, aunque sea vendiendo en la calle, mantienen a veinte personas en su país. Por eso los acuerdos entre gobiernos como el español y el senegalés para devolver a inmigrantes suponen, además del problema económico para las familias, una humillación para esas personas obligadas a regresar".
La revista Time le incluyó entre las 100 personas más influyentes y acudió invitado a la fiesta: "Cuando descubres que unos cuantos deciden el destino del mundo te quedas conmocionado. Agradezco la oportunidad de poder hablar con los poderosos y mostrarles la realidad. Si les decimos lo que pensamos, y les convencemos, puede que cambien cosas". De la fiesta en Nueva York a las calles de Dakar donde niños duermen en la calle: "Es terrible. Hice una buena elección al quedarme a vivir en mi ciudad porque cada vez que vuelvo con algo excitante y veo la realidad me calmo y cambia mi discurso. En mi interior sigo siendo aquel niño de la Medina".
El hombre que escribió la canción Immigrés tras su primera actuación en Francia, en 1984, considera "responsabilidad de los Estados africanos formar a los chicos para que puedan integrarse. Pero no lo han hecho. De todos modos conviene saber que cuando están en Europa, aunque sea vendiendo en la calle, mantienen a veinte personas en su país. Por eso los acuerdos entre gobiernos como el español y el senegalés para devolver a inmigrantes suponen, además del problema económico para las familias, una humillación para esas personas obligadas a regresar".
sábado, 5 de junio de 2010
La Ciencia en España.
Con satisfacción y cierto regusto triunfalista, varios ministros del Gobierno proclaman últimamente que España es la novena potencia científica del mundo. Incluso en el anteproyecto de Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, que ahora discute el Parlamento, se señala esta posición destacada de la investigación española en el muy competitivo ámbito internacional, por más que resulte chocante recoger en una norma hecha para durar un dato que puede ser coyuntural, como toda posición estadística en un mundo cambiante.
Es una buena noticia ese noveno puesto, pero conviene echar un vistazo a la lista para situarnos con mayor realismo: por detrás de España, a escasa distancia, se sitúan gigantes emergentes como Corea del Sur (puesto 11), India (12) o Brasil (15), con Australia en el décimo lugar. Por delante, lo esperable: EE UU, Japón, Alemania, Inglaterra, Francia, China, Canadá e Italia. Es cierto que en un par de décadas el sistema de investigación español ha pasado de ser casi inexistente -en términos de comunidad científica moderna- a alcanzar un tamaño y un nivel respetados. Actualmente, hay en España unos 130.000 científicos, y el Plan Nacional de I+D+i financia a unos 10.000 grupos de investigación (aproximadamente 60.000 personas), según datos de Ciencia e Innovación.
El triunfalismo político puede matizarse con una simple distinción: ese noveno puesto mundial se refiere a la cantidad de ciencia producida en España, mientras que la clasificación por la calidad, por su repercusión y efecto, ya nos coloca varios puestos más abajo (el 14), incluso notablemente más abajo, rondando el 20, según baremos de precisión.
"No hay traza alguna de que España compita por premios Nobel y eso es un síntoma tan claro como preocupante", afirma el matemático Juan Luis Vázquez, de la Universidad Autónoma de Madrid. Para muchos expertos es urgente reorganizar la ciencia española de manera que se promueva intensamente la investigación de excelencia, y cuando se habla de tecnología, la cosa es inaplazable porque en patentes descendemos hasta la posición 30 mundial. Además, estar más arriba en cantidad que en calidad seguramente implica que no se están utilizando los recursos adecuadamente.
"Hacen falta medidas que impulsen la calidad, con apoyo institucional a la excelencia", destaca Rafael Rodrigo, presidente del CSIC. "Hemos pasado demasiado tiempo haciendo ciencia razonablemente buena y ahora tenemos que apostar mucho más por la selección de la calidad investigadora, dar la batalla por la excelencia", opina Luis Oro, director del Instituto de Catálisis (Universidad de Zaragoza)...
cuando se dice que España es la novena potencia, se refiere a la cantidad de artículos que los investigadores españoles publican al año en esas revistas de referencia.
Lo de la calidad es más complejo, pero la ciencia está bien organizada y se mide. La regla se sustenta en aquella frase de Isaac Newton acerca de que había logrado mirar más lejos que nadie porque se había subido a hombros de gigantes. En ciencia no surgen los avances desde cero, sino que cada investigador parte del conocimiento previamente adquirido para hacer su descubrimiento -o para demostrar que lo que se creía sabido es falso o no del todo correcto-. Esto se traduce, en el entramado de los artículos en las revistas científicas, midiendo las citas que el resultado de un investigador logra por parte de sus colegas, ya que cada aportación debe señalar en qué trabajos previos -hombros de gigantes- se sustenta. Así, el indicador genérico de calidad es el de citas por artículo, el llamado factor de impacto. El sistema resalta los descubrimientos que se consideran interesantes, las aportaciones significativas que pueden cimentar el progreso de la ciencia y sus repercusiones económicas y sociales.
Al comparar los dos indicadores se obtiene un retrato más fiel de la capacidad científica de un país, de una institución o de un área que fijándose solo en la cantidad de artículos publicados. En la clasificación ISI Web of Knowledge, la más antigua y una de las más utilizadas, la biología y bioquímica española, por ejemplo, ocupa el puesto nueve por número de artículos, pero pasa al 12 cuando se miden las citas, es decir, el impacto o la calidad. En química, la cantidad sigue en el nueve, pero la calidad sube al séptimo lugar; en física, en el nueve y en el 11 respectivamente. No parece que las cosas vayan mal. Pero una clasificación que afina más, la SCimago Journal and Country Rank, ordena, por ejemplo, los 25 países que producen cada año más de 1.000 artículos científicos atendiendo a las citas que tiene, es decir, al reconocimiento que merecen. En esa clasificación España está en el puesto 20, por detrás no solo de las potencias, sino también de países como Irlanda o Nueva Zelanda, y en la clasificación general ocupa el puesto 14. Pero las miradas están puestas en la evolución de países como Brasil, India o China, sobre todo este último, que de 1998 a 2008 ha incrementado su producción científica en un 240%... Continuar aquí. (De "El País" 5 de junio 2010)
Es una buena noticia ese noveno puesto, pero conviene echar un vistazo a la lista para situarnos con mayor realismo: por detrás de España, a escasa distancia, se sitúan gigantes emergentes como Corea del Sur (puesto 11), India (12) o Brasil (15), con Australia en el décimo lugar. Por delante, lo esperable: EE UU, Japón, Alemania, Inglaterra, Francia, China, Canadá e Italia. Es cierto que en un par de décadas el sistema de investigación español ha pasado de ser casi inexistente -en términos de comunidad científica moderna- a alcanzar un tamaño y un nivel respetados. Actualmente, hay en España unos 130.000 científicos, y el Plan Nacional de I+D+i financia a unos 10.000 grupos de investigación (aproximadamente 60.000 personas), según datos de Ciencia e Innovación.
El triunfalismo político puede matizarse con una simple distinción: ese noveno puesto mundial se refiere a la cantidad de ciencia producida en España, mientras que la clasificación por la calidad, por su repercusión y efecto, ya nos coloca varios puestos más abajo (el 14), incluso notablemente más abajo, rondando el 20, según baremos de precisión.
"No hay traza alguna de que España compita por premios Nobel y eso es un síntoma tan claro como preocupante", afirma el matemático Juan Luis Vázquez, de la Universidad Autónoma de Madrid. Para muchos expertos es urgente reorganizar la ciencia española de manera que se promueva intensamente la investigación de excelencia, y cuando se habla de tecnología, la cosa es inaplazable porque en patentes descendemos hasta la posición 30 mundial. Además, estar más arriba en cantidad que en calidad seguramente implica que no se están utilizando los recursos adecuadamente.
"Hacen falta medidas que impulsen la calidad, con apoyo institucional a la excelencia", destaca Rafael Rodrigo, presidente del CSIC. "Hemos pasado demasiado tiempo haciendo ciencia razonablemente buena y ahora tenemos que apostar mucho más por la selección de la calidad investigadora, dar la batalla por la excelencia", opina Luis Oro, director del Instituto de Catálisis (Universidad de Zaragoza)...
cuando se dice que España es la novena potencia, se refiere a la cantidad de artículos que los investigadores españoles publican al año en esas revistas de referencia.
Lo de la calidad es más complejo, pero la ciencia está bien organizada y se mide. La regla se sustenta en aquella frase de Isaac Newton acerca de que había logrado mirar más lejos que nadie porque se había subido a hombros de gigantes. En ciencia no surgen los avances desde cero, sino que cada investigador parte del conocimiento previamente adquirido para hacer su descubrimiento -o para demostrar que lo que se creía sabido es falso o no del todo correcto-. Esto se traduce, en el entramado de los artículos en las revistas científicas, midiendo las citas que el resultado de un investigador logra por parte de sus colegas, ya que cada aportación debe señalar en qué trabajos previos -hombros de gigantes- se sustenta. Así, el indicador genérico de calidad es el de citas por artículo, el llamado factor de impacto. El sistema resalta los descubrimientos que se consideran interesantes, las aportaciones significativas que pueden cimentar el progreso de la ciencia y sus repercusiones económicas y sociales.
Al comparar los dos indicadores se obtiene un retrato más fiel de la capacidad científica de un país, de una institución o de un área que fijándose solo en la cantidad de artículos publicados. En la clasificación ISI Web of Knowledge, la más antigua y una de las más utilizadas, la biología y bioquímica española, por ejemplo, ocupa el puesto nueve por número de artículos, pero pasa al 12 cuando se miden las citas, es decir, el impacto o la calidad. En química, la cantidad sigue en el nueve, pero la calidad sube al séptimo lugar; en física, en el nueve y en el 11 respectivamente. No parece que las cosas vayan mal. Pero una clasificación que afina más, la SCimago Journal and Country Rank, ordena, por ejemplo, los 25 países que producen cada año más de 1.000 artículos científicos atendiendo a las citas que tiene, es decir, al reconocimiento que merecen. En esa clasificación España está en el puesto 20, por detrás no solo de las potencias, sino también de países como Irlanda o Nueva Zelanda, y en la clasificación general ocupa el puesto 14. Pero las miradas están puestas en la evolución de países como Brasil, India o China, sobre todo este último, que de 1998 a 2008 ha incrementado su producción científica en un 240%... Continuar aquí. (De "El País" 5 de junio 2010)
El juego ha terminado.
...El Congreso de los Diputados acaba de refrendar con un sólo voto de diferencia las medidas del gobierno para recortar un déficit gestado a conciencia por las generosas transferencias de fondos públicos al capital. Todas ellas van dirigidas contra los trabajadores y trabajadoras, incluida la congelación de las pensiones. Todos los grupos políticos, excepto el PSOE han votado en contra, y sólo la abstención de CiU (según sus palabras, para evitar la quiebra del estado y una intervención como en Grecia), ha permitido que se aprobaran. Las palabras de Durán y Lleida expresan con claridad el programa de la burguesía: el gobierno debe acabar sus deberes, aprobar la reforma laboral y convocar elecciones anticipadas en 2011, es decir, ya con CiU en el gobierno de Cataluña.
Un PSOE con perspectivas de voto en caída libre ha asumido obedientemente en solitario el coste electoral, su propio suicidio como gobierno, del ataque contra salarios y derechos sociales, y con toda probabilidad, aprobará, también por decreto la nueva contrarreforma laboral. Se acabaron las veleidades y la mano dura de los verdaderos intereses a los que representa se impondrán sin pestañear: abaratamiento del despido, eliminación de la negociación colectiva, rebaja de las prestaciones por desempleo, plena introducción de las empresas de trabajo temporal en las administraciones públicas, prolongación de la edad de jubilación y nueva ampliación del periodo de cálculo para el cómputo de las pensiones. Por supuesto, los tímidos planteamientos de incrementar la presión fiscal a las grandes fortunas y a las grandes empresas, o al menos tomar medidas contra el fraude fiscal, han sido barridos de un plumazo. Quien manda, manda.
La presión del capital no termina ahí. El listado de exigencias, “para empezar” es amplio. La patronal ya reclama la reducción del 5% de los salarios de todos los trabajadores, al igual que se ha hecho con los empleados públicos, la plena trasposición de la Directiva Bolkestein para privatizar completamente los servicios públicos, la privatización de Cajas de Ahorro y televisiones autonómicas, la introducción del copago en la sanidad pública y en los medicamentos para pensionistas, abaratar la energía para las empresas,..etc.
La ofensiva contra la clase obrera y los sectores populares es aplastante. Todo ello sin que aparezca en el horizonte perspectiva alguna de reconstrucción de la economía en el marco del capitalismo, que no sea explotar al máximo la fuerza de trabajo y liquidar derechos sociales y laborales. Nadie se molesta en señalar a cambio de qué, durante cuánto tiempo, ni que perspectiva económica se vislumbra. Es la guerra social total, sin paliativos.
El asunto central es cómo se enfrenta esta brutal ofensiva por la clase obrera y el conjunto de sectores sociales contra los que va dirigida. Es evidente que las clases dominantes cuentan con las grandes bazas de un sindicalismo “oficial” debilitado y desprestigiado y de una izquierda institucional prácticamente inexistente, porque han renunciado ambos desde hace tiempo a representar con firmeza y coherencia los intereses de las clases oprimidas. Además el cambio de partitura del gobierno les ha pillado totalmente desprevenidos. No es nada fácil enfrentar una ofensiva en tos los frentes con un ejército de burócratas. Una huelga general en estas condiciones, si bien debe ser apoyada con toda la fuerza posible por todo el sindicalismo de clase y combativo, lejos de ser suficiente o el final de la lucha, debe plantearse como el caldo de cultivo, como el comienzo de un imprescindible resurgimiento de la movilización social, local y general, que permita la construcción de un nuevo movimiento obrero y popular.
El pueblo griego marca el camino
La tarea es difícil, pero la clase obrera y el pueblo griego están ahí marcándonos el camino y eliminando sentimientos de derrota preventiva e impotencia que hasta ahora han prevalecido en muchos sectores, haciendo realidad la profecía. La cosa va en serio y no se puede mirar a otro lado: son ellos o nosotros, el capitalismo o la vida... (Ángeles Maestro, El otro País)
Un PSOE con perspectivas de voto en caída libre ha asumido obedientemente en solitario el coste electoral, su propio suicidio como gobierno, del ataque contra salarios y derechos sociales, y con toda probabilidad, aprobará, también por decreto la nueva contrarreforma laboral. Se acabaron las veleidades y la mano dura de los verdaderos intereses a los que representa se impondrán sin pestañear: abaratamiento del despido, eliminación de la negociación colectiva, rebaja de las prestaciones por desempleo, plena introducción de las empresas de trabajo temporal en las administraciones públicas, prolongación de la edad de jubilación y nueva ampliación del periodo de cálculo para el cómputo de las pensiones. Por supuesto, los tímidos planteamientos de incrementar la presión fiscal a las grandes fortunas y a las grandes empresas, o al menos tomar medidas contra el fraude fiscal, han sido barridos de un plumazo. Quien manda, manda.
La presión del capital no termina ahí. El listado de exigencias, “para empezar” es amplio. La patronal ya reclama la reducción del 5% de los salarios de todos los trabajadores, al igual que se ha hecho con los empleados públicos, la plena trasposición de la Directiva Bolkestein para privatizar completamente los servicios públicos, la privatización de Cajas de Ahorro y televisiones autonómicas, la introducción del copago en la sanidad pública y en los medicamentos para pensionistas, abaratar la energía para las empresas,..etc.
La ofensiva contra la clase obrera y los sectores populares es aplastante. Todo ello sin que aparezca en el horizonte perspectiva alguna de reconstrucción de la economía en el marco del capitalismo, que no sea explotar al máximo la fuerza de trabajo y liquidar derechos sociales y laborales. Nadie se molesta en señalar a cambio de qué, durante cuánto tiempo, ni que perspectiva económica se vislumbra. Es la guerra social total, sin paliativos.
El asunto central es cómo se enfrenta esta brutal ofensiva por la clase obrera y el conjunto de sectores sociales contra los que va dirigida. Es evidente que las clases dominantes cuentan con las grandes bazas de un sindicalismo “oficial” debilitado y desprestigiado y de una izquierda institucional prácticamente inexistente, porque han renunciado ambos desde hace tiempo a representar con firmeza y coherencia los intereses de las clases oprimidas. Además el cambio de partitura del gobierno les ha pillado totalmente desprevenidos. No es nada fácil enfrentar una ofensiva en tos los frentes con un ejército de burócratas. Una huelga general en estas condiciones, si bien debe ser apoyada con toda la fuerza posible por todo el sindicalismo de clase y combativo, lejos de ser suficiente o el final de la lucha, debe plantearse como el caldo de cultivo, como el comienzo de un imprescindible resurgimiento de la movilización social, local y general, que permita la construcción de un nuevo movimiento obrero y popular.
El pueblo griego marca el camino
La tarea es difícil, pero la clase obrera y el pueblo griego están ahí marcándonos el camino y eliminando sentimientos de derrota preventiva e impotencia que hasta ahora han prevalecido en muchos sectores, haciendo realidad la profecía. La cosa va en serio y no se puede mirar a otro lado: son ellos o nosotros, el capitalismo o la vida... (Ángeles Maestro, El otro País)
viernes, 4 de junio de 2010
Boris Pahor un testigo más de los crímenes nazis
Tras décadas en la sombra, 'Necrópolis' se convierte en un 'best seller' en Italia - El autor, de 97 años, relata su feroz experiencia en un campo nazi
Hay famas tardías, pero probablemente ninguna se parece a la de Boris Pahor. Esloveno-italiano nacido en Trieste, cumplirá pronto 97 años. Pero no hace ni una década que su nombre suena entre los buenos lectores y que se sabe que es un personaje excepcional y autor de una de las cumbres de la literatura del Holocausto
El libro se titula Necrópolis, lo presenta en España Anagrama como uno de los lanzamientos clave de la Feria del Libro y está a la altura de los de Primo Levi o Imre Kertész. La novela arranca con el regreso de Pahor, metido sin querer entre un grupo de turistas franceses, a las ruinas-museo del campo nazi de Natzweiler-Struthof, situado en Alsacia. Pahor llegó allí deportado por la Gestapo tras ser detenido en Trieste como militante antifascista.
Irónicamente, en el campo fue tratado como prisionero italiano y no esloveno, aunque pasó años combatiendo contra la Italia que trataba de destruir la identidad eslovena. "Nosotros, eslovenos del litoral, afirmamos obstinadamente ser yugoslavos", escribe. "El corazón y la mente se rebelan al pensamiento de ser eliminados como pertenecientes a una nación que siempre había tratado de asimilar a los eslovenos y los croatas".
Se salvó de morir gracias a un médico francés y a otro noruego. Fue su intérprete en el hospital y allí vio apagarse a decenas de prisioneros; luego pasó al campo de Dachau como enfermero, y de allí al de Dora y al de Bergen Belsen. Su periplo acabó en Buchenwald, cuando ya había sido liberado, y más tarde en un sanatorio francés, donde pasó año y medio reponiéndose de una tuberculosis... (MIGUEL MORA - Roma - 04/06/2010, El País) Seguir aquí.
Hay famas tardías, pero probablemente ninguna se parece a la de Boris Pahor. Esloveno-italiano nacido en Trieste, cumplirá pronto 97 años. Pero no hace ni una década que su nombre suena entre los buenos lectores y que se sabe que es un personaje excepcional y autor de una de las cumbres de la literatura del Holocausto
El libro se titula Necrópolis, lo presenta en España Anagrama como uno de los lanzamientos clave de la Feria del Libro y está a la altura de los de Primo Levi o Imre Kertész. La novela arranca con el regreso de Pahor, metido sin querer entre un grupo de turistas franceses, a las ruinas-museo del campo nazi de Natzweiler-Struthof, situado en Alsacia. Pahor llegó allí deportado por la Gestapo tras ser detenido en Trieste como militante antifascista.
Irónicamente, en el campo fue tratado como prisionero italiano y no esloveno, aunque pasó años combatiendo contra la Italia que trataba de destruir la identidad eslovena. "Nosotros, eslovenos del litoral, afirmamos obstinadamente ser yugoslavos", escribe. "El corazón y la mente se rebelan al pensamiento de ser eliminados como pertenecientes a una nación que siempre había tratado de asimilar a los eslovenos y los croatas".
Se salvó de morir gracias a un médico francés y a otro noruego. Fue su intérprete en el hospital y allí vio apagarse a decenas de prisioneros; luego pasó al campo de Dachau como enfermero, y de allí al de Dora y al de Bergen Belsen. Su periplo acabó en Buchenwald, cuando ya había sido liberado, y más tarde en un sanatorio francés, donde pasó año y medio reponiéndose de una tuberculosis... (MIGUEL MORA - Roma - 04/06/2010, El País) Seguir aquí.
jueves, 3 de junio de 2010
No es solo la economía, es la democracia
Muchos critican algunas medidas que reclama Mariano Rajoy para reducir el gasto público, como reducir la subvención a los sindicatos, los gastos electorales o ministerios, porque son "el chocolate del loro".
Pero son mucho más que eso. No las propone porque crea que de esa manera se va a reducir sustancialmente el déficit. Lo hace como parte de una estrategia bien calculada de debilitar la acción pública y todo aquello que refuerza la capacidad de respuesta y defensa de los trabajadores y de la ciudadanía en general.
Por eso centran también la reforma laboral en el debilitamiento de la negociación colectiva.
Ni siquiera buscan más beneficios, que podrían obtenerlos con más actividad y con mayor empleo, sino más poder.
Por eso lo que verdaderamente está en juego con la respuesta que los especuladores están logrando imponer a la crisis que ellos mismos han provocado es la democracia y la posibilidad de que los poderes representativos se enfrenten con garantías a los del mercado.
Los grandes financieros y los poderes económicos han conseguido vencer a los gobiernos y están logrando que éstos no solo no adopten ni una sola de las medidas reformadoras que habían previsto sino que, además, lleven a cabo programas de ajuste que, si no se frenan, van a suponer una nueva derrota histórica de las clases trabajadoras.
El procedimiento ha sido sibilino, casi diabólico. Los gobiernos tuvieron que dedicar billones de euros a salvar a los bancos para evitar que su quiebra hiciera saltar por los aires el sistema financiero internacional y a programas de apoyo a la actividad para que las economías no colapsaran. El resultado inevitable fue, o un incremento ingente de la creación de dinero en Estados Unidos y Reino Unido, o de la deuda pública. Pero años atrás los bancos privados lograron establecer el criterio de que los bancos centrales no pueden financiar a los gobiernos. Era la manera de garantizarse para ellos el gran negocio de la deuda pública cuando se produjera y al mismo lograr que ésta fuera sustituida paulatinamente por la privada, mucho menos controlada y más rentable para la banca.
Así, cuando los gobiernos han incurrido en déficit para hacer frente a la crisis que los bancos provocaron resultaba que eran esos mismos bancos quienes podían financiarlos para que dispusieran de recursos suficientes.
Se ha generado un negocio redondo en lo financiero y en lo político.
Por un lado, los bancos privados han estado recibiendo dinero barato, al 1% más o menos, de los bancos centrales con el objetivo de que pudieran volver a financiar enseguida a las empresas y familias. Pero en lugar de ello, los bancos dedican ese dinero a suscribir la deuda de los gobiernos que se emite al 4 o 5% o a seeguir especulando.
Y no solo eso. Buscando siempre ganar mucho más, los bancos y los grandes fondos especulativos enseguida comenzaron a manifestar que algunos gobiernos (contra los que se disponían a tomar posiciones especulativas) no iban a poder pagar la deuda, o incluso a lanzar rumores sin fundamento simplemente para hacer creer que su situación era mucho peor que la real. Y así obligaban a que subiera el interés al que los gobiernos debían emitir la deuda, alcanzado a veces, como en el caso griego, incluso el 10%.
De esa forma los bancos están obteniendo beneficios multimillonarios, pero no solo eso.
Puesto que ahora disponen de una situación de privilegio frente a los gobiernos, porque éstos deben recurrir necesariamente a ellos para obtener recursos, les pueden imponer condiciones políticas draconianas.
Ese es el origen de los planes de ajuste que los gobiernos que han cedido a estos chantajes están aplicando y que van buscando, sobre todo, disminuir la capacidad de respuesta de los trabajadores.
Si de verdad se quisiera dinamizar la actividad económica y el empleo no se frenaría la demanda, ni se permitiría que el dinero de los bancos vaya a otro sitio que no sean las empresas y familias. Si verdaderamente se quisiera crear condiciones para cobrar la deuda en el futuro no se debilitaría la capacidad potencial de crecimiento de las economías.
De hecho, si no fuera porque en realidad es dramático se podría calificar de cómico el modo de actuar de las agencias de rating que se usan para llevar a cabo esta extorsión a los gobiernos. Primero dicen que van a bajar la calificación si éstos no aplican el ajuste porque entonces "los mercados" no confiarán en su deuda pública y deberán emitirla más cara. Pero cuando aplican el ajuste, las mismas agencias, como ha pasado en España con Fitch, rebajan la calificación porque dicen que se reduje la expectativa de crecimiento....¡como consecuencia de la aplicación del ajuste!
Lo que hay detrás de todo ello está bastante claro por mucho que quieran disimularlo. Los bancos y los grandes especuladores no quieren que se cambie ni una coma de las condiciones de plena libertad en las que actúan en los mercados internacionales. Lo de imponer algún impuesto en algún lugar concreto es lo de menos. Lo importante es la libertad de movimientos y eso es lo que quieren mantener.
SEGUIR AQUÍ.
Pero son mucho más que eso. No las propone porque crea que de esa manera se va a reducir sustancialmente el déficit. Lo hace como parte de una estrategia bien calculada de debilitar la acción pública y todo aquello que refuerza la capacidad de respuesta y defensa de los trabajadores y de la ciudadanía en general.
Por eso centran también la reforma laboral en el debilitamiento de la negociación colectiva.
Ni siquiera buscan más beneficios, que podrían obtenerlos con más actividad y con mayor empleo, sino más poder.
Por eso lo que verdaderamente está en juego con la respuesta que los especuladores están logrando imponer a la crisis que ellos mismos han provocado es la democracia y la posibilidad de que los poderes representativos se enfrenten con garantías a los del mercado.
Los grandes financieros y los poderes económicos han conseguido vencer a los gobiernos y están logrando que éstos no solo no adopten ni una sola de las medidas reformadoras que habían previsto sino que, además, lleven a cabo programas de ajuste que, si no se frenan, van a suponer una nueva derrota histórica de las clases trabajadoras.
El procedimiento ha sido sibilino, casi diabólico. Los gobiernos tuvieron que dedicar billones de euros a salvar a los bancos para evitar que su quiebra hiciera saltar por los aires el sistema financiero internacional y a programas de apoyo a la actividad para que las economías no colapsaran. El resultado inevitable fue, o un incremento ingente de la creación de dinero en Estados Unidos y Reino Unido, o de la deuda pública. Pero años atrás los bancos privados lograron establecer el criterio de que los bancos centrales no pueden financiar a los gobiernos. Era la manera de garantizarse para ellos el gran negocio de la deuda pública cuando se produjera y al mismo lograr que ésta fuera sustituida paulatinamente por la privada, mucho menos controlada y más rentable para la banca.
Así, cuando los gobiernos han incurrido en déficit para hacer frente a la crisis que los bancos provocaron resultaba que eran esos mismos bancos quienes podían financiarlos para que dispusieran de recursos suficientes.
Se ha generado un negocio redondo en lo financiero y en lo político.
Por un lado, los bancos privados han estado recibiendo dinero barato, al 1% más o menos, de los bancos centrales con el objetivo de que pudieran volver a financiar enseguida a las empresas y familias. Pero en lugar de ello, los bancos dedican ese dinero a suscribir la deuda de los gobiernos que se emite al 4 o 5% o a seeguir especulando.
Y no solo eso. Buscando siempre ganar mucho más, los bancos y los grandes fondos especulativos enseguida comenzaron a manifestar que algunos gobiernos (contra los que se disponían a tomar posiciones especulativas) no iban a poder pagar la deuda, o incluso a lanzar rumores sin fundamento simplemente para hacer creer que su situación era mucho peor que la real. Y así obligaban a que subiera el interés al que los gobiernos debían emitir la deuda, alcanzado a veces, como en el caso griego, incluso el 10%.
De esa forma los bancos están obteniendo beneficios multimillonarios, pero no solo eso.
Puesto que ahora disponen de una situación de privilegio frente a los gobiernos, porque éstos deben recurrir necesariamente a ellos para obtener recursos, les pueden imponer condiciones políticas draconianas.
Ese es el origen de los planes de ajuste que los gobiernos que han cedido a estos chantajes están aplicando y que van buscando, sobre todo, disminuir la capacidad de respuesta de los trabajadores.
Si de verdad se quisiera dinamizar la actividad económica y el empleo no se frenaría la demanda, ni se permitiría que el dinero de los bancos vaya a otro sitio que no sean las empresas y familias. Si verdaderamente se quisiera crear condiciones para cobrar la deuda en el futuro no se debilitaría la capacidad potencial de crecimiento de las economías.
De hecho, si no fuera porque en realidad es dramático se podría calificar de cómico el modo de actuar de las agencias de rating que se usan para llevar a cabo esta extorsión a los gobiernos. Primero dicen que van a bajar la calificación si éstos no aplican el ajuste porque entonces "los mercados" no confiarán en su deuda pública y deberán emitirla más cara. Pero cuando aplican el ajuste, las mismas agencias, como ha pasado en España con Fitch, rebajan la calificación porque dicen que se reduje la expectativa de crecimiento....¡como consecuencia de la aplicación del ajuste!
Lo que hay detrás de todo ello está bastante claro por mucho que quieran disimularlo. Los bancos y los grandes especuladores no quieren que se cambie ni una coma de las condiciones de plena libertad en las que actúan en los mercados internacionales. Lo de imponer algún impuesto en algún lugar concreto es lo de menos. Lo importante es la libertad de movimientos y eso es lo que quieren mantener.
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DECLARACIÓN DE PROFESORES UNIVERSITARIOS FRENTE A LA CRISIS
Los profesores y profesoras universitarios que firmamos esta declaración lo hacemos porque tenemos la convicción de que la interpretación que se hace de la crisis y las medidas que se están tomando ante la grave situación que estamos viviendo no son las adecuadas para hacerle frente respetando principios elementales de la democracia y la justicia social.
Queremos que la ciudadanía entienda que esta crisis no es simplemente un hecho circunstancial, sino la expresión de un modo de vida y de organización de todo el sistema social y económico que es material y humanamente insostenible.
La crisis la ha provocado un sistema financiero concebido y regulado para que la principal fuente de beneficio de la banca y los poderes financieros sea la especulación. Por eso será imposible salir de la crisis como se quiere salir: sin cambiar las reglas del sistema financiero, sin acabar con los paraísos fiscales, sin vigilar y controlar a la bancos y dejando que sigan siendo ellos quienes impongan el modo de funcionar de la economía mundial. No podemos consentir que la ciudadanía que nada ha tenido que ver pague los platos rotos por los bancos.
La crisis ha tenido un efecto especialmente grave en nuestro paísporque los gobiernos consolidaron en los últimos años un modelo económico basado en la construcción, en la explotación masiva e irracional de los recursos naturales y en la desigualdad y muy dependiente de los designios de las grandes corporaciones y burocracias europeas. No podremos salir de la crisis si se sigue incentivando el mismo tipo de actividad económica.
También estamos comprobando que la crisis hace evidente la fragilidad de nuestra democracia porque en lugar de la deliberación predomina la imposición y porque los poderes financieros y económicos se imponen continuamente a las instituciones representativas. Ceder a la extorsión de “los mercados” es debilitar aún más la democracia y así solo se saldrá de la crisis con menos bienestar y justicia. Se quiere hacer creer a la ciudadanía que las medidas que se están adoptando son las únicas posibles pero la experiencia de otros países nos permite afirmar que eso no es verdad y que cuando se adoptan solo conducen, como acaba de decir el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, “al desastre”. Sabemos, por el contrario, que hay otras salidas a la crisis mucho más eficaces y favorables para el bienestar.
El conocimiento de lo que está ocurriendo y el sentido común nos dicen que lo primero y principal es devolver el crédito a empresas y familias y que para ello es necesario que el Estado disponga de fuentes seguras de financiación. Es inmoral e inaceptable que el dinero que los poderes públicos dan a los bancos al 1% para que financien a la economía solo lo utilicen para comprar deuda pública al 5 o incluso al 10% o para seguir especulando. Por eso defendemos la banca pública que la crisis ha demostrado que es más necesaria que nunca. SEGUIR AQUÍ.
Queremos que la ciudadanía entienda que esta crisis no es simplemente un hecho circunstancial, sino la expresión de un modo de vida y de organización de todo el sistema social y económico que es material y humanamente insostenible.
La crisis la ha provocado un sistema financiero concebido y regulado para que la principal fuente de beneficio de la banca y los poderes financieros sea la especulación. Por eso será imposible salir de la crisis como se quiere salir: sin cambiar las reglas del sistema financiero, sin acabar con los paraísos fiscales, sin vigilar y controlar a la bancos y dejando que sigan siendo ellos quienes impongan el modo de funcionar de la economía mundial. No podemos consentir que la ciudadanía que nada ha tenido que ver pague los platos rotos por los bancos.
La crisis ha tenido un efecto especialmente grave en nuestro paísporque los gobiernos consolidaron en los últimos años un modelo económico basado en la construcción, en la explotación masiva e irracional de los recursos naturales y en la desigualdad y muy dependiente de los designios de las grandes corporaciones y burocracias europeas. No podremos salir de la crisis si se sigue incentivando el mismo tipo de actividad económica.
También estamos comprobando que la crisis hace evidente la fragilidad de nuestra democracia porque en lugar de la deliberación predomina la imposición y porque los poderes financieros y económicos se imponen continuamente a las instituciones representativas. Ceder a la extorsión de “los mercados” es debilitar aún más la democracia y así solo se saldrá de la crisis con menos bienestar y justicia. Se quiere hacer creer a la ciudadanía que las medidas que se están adoptando son las únicas posibles pero la experiencia de otros países nos permite afirmar que eso no es verdad y que cuando se adoptan solo conducen, como acaba de decir el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, “al desastre”. Sabemos, por el contrario, que hay otras salidas a la crisis mucho más eficaces y favorables para el bienestar.
El conocimiento de lo que está ocurriendo y el sentido común nos dicen que lo primero y principal es devolver el crédito a empresas y familias y que para ello es necesario que el Estado disponga de fuentes seguras de financiación. Es inmoral e inaceptable que el dinero que los poderes públicos dan a los bancos al 1% para que financien a la economía solo lo utilicen para comprar deuda pública al 5 o incluso al 10% o para seguir especulando. Por eso defendemos la banca pública que la crisis ha demostrado que es más necesaria que nunca. SEGUIR AQUÍ.
lunes, 31 de mayo de 2010
Martin Gardner, erudito en rompecabezas y juegos matemáticos, fallece a los 95 años
Martin Gardner, quien bromeó con los rompecabezas matemáticos en Scientific American durante un cuarto de siglo y que se entregaban a su inquieta curiosidad propia por escrito con más de 70 libros sobre temas tan diversos como la magia, la filosofía y los matices de Alicia en el País de las Maravillas, murió el sábado en Norman, Oklahoma Tenía 95 años.
El Sr. Gardner también escribió ficción, poesía, crítica literaria y cinematográfica, así como libros de rompecabezas. Era una voz destacada en la refutación de las teorías pseudocientíficas, de ESP a los platillos volantes. Fue tan prolífico y de gran alcance en sus intereses que los críticos especulan que tenía que haber más de uno de él. Sus escritos matemáticos intrigaron una generación de matemáticos, pero él nunca tomó un curso de matemáticas en la universidad.
"Martin Gardner es uno de los grandes intelectos producido en este país en el siglo 20", dijo Douglas Hofstadter, el científico cognitivo.
WH Auden, Arthur C. Clarke, Bronowski Jacob, Stephen Jay Gould y Carl Sagan eran admiradores del Sr. Gardner. Vladimir Nabokov lo menciona en su novela "Ada" como "un filósofo inventado." Un asteroide lleva su nombre.
Dijo que su talento era hacer buenas preguntas y transmitir las respuestas con claridad y con firmeza.
Las preguntas del Sr. Gardner eran a menudo matemática. ¿Qué tiene de especial el número 8549176320? Como dijo el Sr. Gardner explica en "El Increíble Dr. Matrix" (1976), el número es el 10 enteros naturales en orden alfabético Inglés.
Martin Gardner nació 21 de octubre 1914, en Tulsa, Oklahoma, donde su padre, era un geólogo del petróleo. De niño le gustaba los trucos de magia, el ajedrez, la ciencia y la colección de los rompecabezas mecánicos.
Sin que su madre supiera el momento, aprendió a leer mirando las palabras en la página mientras ella le leía los libros de L. Frank Baum Oz.
El Sr. Gardner se especializó en filosofía en la Universidad de Chicago, donde se graduó en 1936. En 1937 regresó a Oklahoma para ser editor asistente de la tribuna de Tulsa por 15$ por semana. Rápidamente aburrido, regresó a la Universidad de Chicago, donde trabajó en relaciones con la prensa y en un segundo empleo vendiendo juegos de magia.
Se unió a la Marina y sirvió en un destructor. Mientras hacía guardia, se le ocurrían las historias, como "El Caballo en la escalera mecánica", que vendió a la revista Esquire el Sr. Gardner comenzó una larga relación con la revista Scientific American con un artículo en 1956 sobre hexaflexagons, tiras de papel que se puede plegar en cierta forma para revelar las caras.Cuando el editor le sugirió que escribiera una columna acerca de los juegos matemáticos, aprovechó la oportunidad.
Por su cuenta el Sr. Gardner acudía a las librerías de segunda mano para encontrar libros sobre enigmas matemáticos, un enfoque que usó durante años para mantener antes de su fecha límite mensual, sus artículos. "El número de puzzles que he inventado lo puede contar con los dedos", dijo a The Times el año pasado.
El Dr. Hofstadter, quien sucedió al Sr. Gardner en Scientific American, dijo del Sr. Gardner había logrado resultados elegante recurriendo a los campos de la lógica, a la filosofía de la ciencia, a la literatura. Expresó "la cualidad mágica de las matemáticas", dijo el Dr. Hofstadter.
En el New York Review Books en 1982, Stephen Jay Gould, biólogo evolutivo, llamó el Sr. Gardner "el faro más brillante y único en defensa de la racionalidad y la ciencia contra el misticismo y el anti-intelectualismo que nos rodean."
En sus escritos filosóficos Sr. Gardner rechaza la metafísica especulativa, porque no se podía probar lógica o empíricamente. Luchó contra la religión en ensayos y en una novela que describe su viaje personal de los fundamentalismos, "El vuelo de Peter Fromm" (1973). Él finalmente no encontró ninguna razón para creer en cualquier cosa religiosa, salvo un deseo humano de evitar "la desesperación profunda." Así que, dijo, creía en Dios.
"He jugado todo el tiempo", dijo en una entrevista con Skeptical Inquirer en 1998, "y tengo la suerte que me paguen por ello". Basado en MARTIN DOUGLAS, NYT.
Ver la reseña en el NYT.
El Sr. Gardner también escribió ficción, poesía, crítica literaria y cinematográfica, así como libros de rompecabezas. Era una voz destacada en la refutación de las teorías pseudocientíficas, de ESP a los platillos volantes. Fue tan prolífico y de gran alcance en sus intereses que los críticos especulan que tenía que haber más de uno de él. Sus escritos matemáticos intrigaron una generación de matemáticos, pero él nunca tomó un curso de matemáticas en la universidad.
"Martin Gardner es uno de los grandes intelectos producido en este país en el siglo 20", dijo Douglas Hofstadter, el científico cognitivo.
WH Auden, Arthur C. Clarke, Bronowski Jacob, Stephen Jay Gould y Carl Sagan eran admiradores del Sr. Gardner. Vladimir Nabokov lo menciona en su novela "Ada" como "un filósofo inventado." Un asteroide lleva su nombre.
Dijo que su talento era hacer buenas preguntas y transmitir las respuestas con claridad y con firmeza.
Las preguntas del Sr. Gardner eran a menudo matemática. ¿Qué tiene de especial el número 8549176320? Como dijo el Sr. Gardner explica en "El Increíble Dr. Matrix" (1976), el número es el 10 enteros naturales en orden alfabético Inglés.
Martin Gardner nació 21 de octubre 1914, en Tulsa, Oklahoma, donde su padre, era un geólogo del petróleo. De niño le gustaba los trucos de magia, el ajedrez, la ciencia y la colección de los rompecabezas mecánicos.
Sin que su madre supiera el momento, aprendió a leer mirando las palabras en la página mientras ella le leía los libros de L. Frank Baum Oz.
El Sr. Gardner se especializó en filosofía en la Universidad de Chicago, donde se graduó en 1936. En 1937 regresó a Oklahoma para ser editor asistente de la tribuna de Tulsa por 15$ por semana. Rápidamente aburrido, regresó a la Universidad de Chicago, donde trabajó en relaciones con la prensa y en un segundo empleo vendiendo juegos de magia.
Se unió a la Marina y sirvió en un destructor. Mientras hacía guardia, se le ocurrían las historias, como "El Caballo en la escalera mecánica", que vendió a la revista Esquire el Sr. Gardner comenzó una larga relación con la revista Scientific American con un artículo en 1956 sobre hexaflexagons, tiras de papel que se puede plegar en cierta forma para revelar las caras.Cuando el editor le sugirió que escribiera una columna acerca de los juegos matemáticos, aprovechó la oportunidad.
Por su cuenta el Sr. Gardner acudía a las librerías de segunda mano para encontrar libros sobre enigmas matemáticos, un enfoque que usó durante años para mantener antes de su fecha límite mensual, sus artículos. "El número de puzzles que he inventado lo puede contar con los dedos", dijo a The Times el año pasado.
El Dr. Hofstadter, quien sucedió al Sr. Gardner en Scientific American, dijo del Sr. Gardner había logrado resultados elegante recurriendo a los campos de la lógica, a la filosofía de la ciencia, a la literatura. Expresó "la cualidad mágica de las matemáticas", dijo el Dr. Hofstadter.
En el New York Review Books en 1982, Stephen Jay Gould, biólogo evolutivo, llamó el Sr. Gardner "el faro más brillante y único en defensa de la racionalidad y la ciencia contra el misticismo y el anti-intelectualismo que nos rodean."
En sus escritos filosóficos Sr. Gardner rechaza la metafísica especulativa, porque no se podía probar lógica o empíricamente. Luchó contra la religión en ensayos y en una novela que describe su viaje personal de los fundamentalismos, "El vuelo de Peter Fromm" (1973). Él finalmente no encontró ninguna razón para creer en cualquier cosa religiosa, salvo un deseo humano de evitar "la desesperación profunda." Así que, dijo, creía en Dios.
"He jugado todo el tiempo", dijo en una entrevista con Skeptical Inquirer en 1998, "y tengo la suerte que me paguen por ello". Basado en MARTIN DOUGLAS, NYT.
Ver la reseña en el NYT.
¿Y ahora, qué?
El recorte letal de los gastos sociales supone renunciar a la idea de lo público como elemento fundamental del avance de las sociedades
Martin Gardner, el científico y escritor norteamericano que murió la semana pasada, hizo disfrutar a millones de personas en todo el mundo, atrayéndolas hacia la matemática y la ciencia a través del juego y la capacidad lógica. Fue un ídolo para muchos magos inteligentes, admiradores de sus juegos de cartas, y para centenares de miles de adolescentes a los que enseñó que para enfocar un problema matemático era muy importante dar un paso atrás y ampliar el foco de la mirada. "Pensar alrededor del problema", recomendaba a los seguidores de su columna en la revista Scientific American. Es un buen consejo que quizás deberíamos rescatar ahora, en medio de estos difíciles días.
Si ampliamos el foco de la mirada quizás apreciemos mejor que el problema que encaramos, cómo salir del endeudamiento sin cercenar el crecimiento económico, va a exigir, sin la menor duda, una serie de importantes sacrificios, que no quedará más remedio que asumir, pero que detrás de ellos puede aparecer otro tsunami, todavía escondido, y de peores consecuencias. La crisis no parece que vaya a llevarse por delante los mecanismos del sistema capitalista que han demostrado mayor peligrosidad. Todo lo más, se pretende modificar algunos de los elementos de evidente toxicidad para el correcto funcionamiento del sistema.
Lo que la crisis puede llevarse por delante, lo que, sin que se sepa cómo ni por qué, puede resultar fatalmente dañado en todo este proceso es el concepto de lo público. Ese es el paso atrás que debemos dar para comprender la naturaleza del problema y eso es en lo deberíamos fijarnos.Tony Judt, el historiador británico, está tan alarmado por esa posibilidad que dedica sus últimos días de vida (padece una cruel enfermedad degenerativa) a hacer un llamamiento para que los ciudadanos no cejen en su compromiso político con lo que ha representado la idea de la socialdemocracia. "La socialdemocracia esta hoy en día a la defensiva, pidiendo perdón. Nadie se enfrenta a los críticos que aseguran que el modelo europeo es muy caro o económicamente ineficiente", protesta. Porque nadie parece comprometido con la defensa del servicio público, nadie parece prepararse para sostener y preservar el camino andado.
"El Estado de bienestar sigue siendo popular, y en ningún lugar de Europa se predica la abolición de la sanidad publica, la educación gratuita o la necesidad de mantener transportes eficientes", recuerda Judt, y es cierto. Nadie pone en duda ante los ciudadanos esos avances sociales, pero lo cierto es que todo eso depende también, realmente, de la defensa de lo público...
Por ejemplo, "hay que repensar el papel de los Gobiernos", afirma el historiador inglés. "Si no lo hace la izquierda, otros lo harán por ella". Pero lo más importante quizás sea comprender que "el pensamiento económico de los últimos treinta años no es intrínseco a los seres humanos, sino que hubo un tiempo en el que organizábamos nuestra vida de una manera distinta", afirma Judt.
Su último libro, Ill fares the land (editado por Allen Lane, 256 páginas), ha provocado una fuerte polémica y duras críticas en la izquierda anglosajona. Quizás algunas de ellas están justificadas, pero lo que nunca se le podrá reprochar al historiador británico es que no haya empleado sus últimas fuerzas en preguntarse y en exigir que nos preguntemos ¿y ahora, qué? ¿Cuándo va a empezar el debate en la alicaída izquierda española?. Soledad Gallego en el País Domingo.
Seguir aquí.
Martin Gardner, el científico y escritor norteamericano que murió la semana pasada, hizo disfrutar a millones de personas en todo el mundo, atrayéndolas hacia la matemática y la ciencia a través del juego y la capacidad lógica. Fue un ídolo para muchos magos inteligentes, admiradores de sus juegos de cartas, y para centenares de miles de adolescentes a los que enseñó que para enfocar un problema matemático era muy importante dar un paso atrás y ampliar el foco de la mirada. "Pensar alrededor del problema", recomendaba a los seguidores de su columna en la revista Scientific American. Es un buen consejo que quizás deberíamos rescatar ahora, en medio de estos difíciles días.
Si ampliamos el foco de la mirada quizás apreciemos mejor que el problema que encaramos, cómo salir del endeudamiento sin cercenar el crecimiento económico, va a exigir, sin la menor duda, una serie de importantes sacrificios, que no quedará más remedio que asumir, pero que detrás de ellos puede aparecer otro tsunami, todavía escondido, y de peores consecuencias. La crisis no parece que vaya a llevarse por delante los mecanismos del sistema capitalista que han demostrado mayor peligrosidad. Todo lo más, se pretende modificar algunos de los elementos de evidente toxicidad para el correcto funcionamiento del sistema.
Lo que la crisis puede llevarse por delante, lo que, sin que se sepa cómo ni por qué, puede resultar fatalmente dañado en todo este proceso es el concepto de lo público. Ese es el paso atrás que debemos dar para comprender la naturaleza del problema y eso es en lo deberíamos fijarnos.Tony Judt, el historiador británico, está tan alarmado por esa posibilidad que dedica sus últimos días de vida (padece una cruel enfermedad degenerativa) a hacer un llamamiento para que los ciudadanos no cejen en su compromiso político con lo que ha representado la idea de la socialdemocracia. "La socialdemocracia esta hoy en día a la defensiva, pidiendo perdón. Nadie se enfrenta a los críticos que aseguran que el modelo europeo es muy caro o económicamente ineficiente", protesta. Porque nadie parece comprometido con la defensa del servicio público, nadie parece prepararse para sostener y preservar el camino andado.
"El Estado de bienestar sigue siendo popular, y en ningún lugar de Europa se predica la abolición de la sanidad publica, la educación gratuita o la necesidad de mantener transportes eficientes", recuerda Judt, y es cierto. Nadie pone en duda ante los ciudadanos esos avances sociales, pero lo cierto es que todo eso depende también, realmente, de la defensa de lo público...
Por ejemplo, "hay que repensar el papel de los Gobiernos", afirma el historiador inglés. "Si no lo hace la izquierda, otros lo harán por ella". Pero lo más importante quizás sea comprender que "el pensamiento económico de los últimos treinta años no es intrínseco a los seres humanos, sino que hubo un tiempo en el que organizábamos nuestra vida de una manera distinta", afirma Judt.
Su último libro, Ill fares the land (editado por Allen Lane, 256 páginas), ha provocado una fuerte polémica y duras críticas en la izquierda anglosajona. Quizás algunas de ellas están justificadas, pero lo que nunca se le podrá reprochar al historiador británico es que no haya empleado sus últimas fuerzas en preguntarse y en exigir que nos preguntemos ¿y ahora, qué? ¿Cuándo va a empezar el debate en la alicaída izquierda española?. Soledad Gallego en el País Domingo.
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domingo, 30 de mayo de 2010
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