Con diez millones de clientes y 400.000 accionistas Bankia, la cuarta entidad bancaria de España, tiene en vilo a la economía del país por sus activos tóxicos, heredados del boom inmobiliario, y porque el gobierno de Mariano Rajoy ha subrayado que aportará todo el dinero público necesario para su rescate.
Este viernes Bankia le pidió al gobierno una inyección de US$24.000 millones, lo que sería el mayor rescate bancario en la historia de ese país.
Esto se produce unas semanas después de que el gobierno inyectara US$6.000 millones para rescatar al banco. También el viernes, las acciones de Bankia fueron suspendidas en la Bolsa de Madrid mientras un equipo contratado por el Estado desarrolla un plan de reestructuración.
Parcialmente nacionalizada hace unas semanas, la entidad no sólo arrastra los males de la burbuja inmobiliaria como otros bancos españoles sino que además su rescate coincide con los severos recortes que aplica el gobierno en sectores sensibles como la salud y la educación.
Después de semanas convulsas para la entidad (su presidente, Rodrigo Rato, renunció y luego se anunció la necesidad de la intervención del gobierno para sanear las cuentas de Bankia), sus acciones han ido cayendo ante la incertidumbre en torno a si será rescatado o no.
Tanto el banco como el gobierno se mueven cautelosamente porque un descalabro tendría consecuencias en todo el sistema financiero español.
Pero ¿cuál es la importancia de Bankia en el rompecabezas de la crisis en España? BBC Mundo se lo explica en estas claves.
El tamaño del banco en el sistema financiero español
Bankia surgió en 2010 como consecuencia del proceso de reestructuración del sistema financiero español promovido por el Banco de España. De esta manera se unieron siete entidades: Caja Madrid, Bancaja, La Caja de Canarias, Caixa Laietana, Caja Rioja, Caja Ávila y Caja Segovia.
Bankia tiene 10 millones de clientes, unos activos totales de unos US$342.000 millones y un valor patrimonial de unos US$15.000 millones. Actualmente es la cuarta entidad bancaria de España.
¿Cómo llegó a esta situación?
Los analistas calculan que Bankia tiene unos US$40.000 millones de activos en dificultades, derivados del llamado boom del ladrillo.
"Seguramente es el banco más expuesto de los grandes bancos de España a los préstamos del boom inmobiliario. Los otros grandes bancos no están tan expuestos como Bankia", explicó a la BBC Santiago Carbó, profesor de economía de la Universidad de Granada.
Bankia no se escapa a la herencia de los créditos inmobiliarios que afectan a otras entidades españolas. El Banco de España, en su último Informe sobre la Estabilidad Financiera, señala que los bancos ibéricos poseen créditos inmobiliarios y de la construcción "problemáticos" por valor de US$234.000 millones, equivalentes a más del 17% del PIB español.
"Esos créditos son la herencia envenenada de un boom constructor e inmobiliario por el que se edificaron cinco millones de casas nuevas entre 1997 y 2007, el doble del aumento de hogares en España en ese período", señala el especialista de economía de la BBC, Robert Peston.
"Tan malos son esos créditos que los bancos están dando por hecho que solo recuperarán la mitad o menos de lo que prestaron", apunta Peston.
¿Cuál es la solución que propone el gobierno?
Después de la renuncia del presidente de Bankia, Rodrigo Rato, el gobierno anunció una inyección de US$12.500 millones a la entidad desde el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), creado en 2009 para gestionar los procesos de reestructuración de entidades de crédito.
Nuevas formas artísticas de protestas, ver vídeo.
Uno de sus problemas es que el fondo cuenta con US$11.000 millones y las ayudas iniciales que requiere Bankia superan los US$18.000 millones. No obstante, el gobierno ha subrayado que aportará todo el dinero necesario.
La polémica en las calles españolas es que mientras el gobierno recorta recursos de sectores como la salud y la educación, abre el grifo de forma incondicional para reflotar los bancos. El FROB se financia en su mayoría con dineros públicos.
¿Qué pasa si el rescate sale mal?
Aunque los otros grandes bancos españoles, como el Santander o el BBVA, no están tan expuestos a los préstamos inmobiliarios, una quiebra de Bankia no sólo afectaría a todo el sistema financiero español sino al crecimiento económico y la creación de empleo, señalan los analistas.
Existen temores de que si el valor de las acciones de Bankia se hunde a causa del rescate, los ahorristas podrían dejarse llevar por la ansiedad y comenzar a retirar en masa sus depósitos, debilitando aún más el banco.
No obstante, existe un sistema de protección al ahorrista, por el cual su dinero está garantizado hasta un monto máximo, que en el caso español es de unos US$127.000.
"Los mercados están tensos y temerosos sobre la situación en España y sobre todo quieren saber de dónde sacará dinero el gobierno para ayudarles", comentó Santiago Carbó.
(Una niña de 12 años nos explica la cuestión de la deuda y los Bancos, claro y bien.)
A la coyuntura hay que sumarle los altos intereses que está pagando el gobierno por la deuda española y la caída del precio de las acciones de bancos como Bankia.
Robert Peston subraya que el escenario español recuerda al irlandés que al final de una fuerte crisis por una crisis inmobiliaria similar, tuvo que recurrir a las fondos de rescate europeos.
"La gran pregunta que se deben hacer España y la eurozona es si el país ibérico es una versión gigante de Irlanda, país que nacionalizó sus bancos para tapar su agujero financiero con dinero de los contribuyentes. ¿Será suficiente el dinero de los contribuyentes españoles para salvar a los bancos del país?", detalla Peston. BBC. Noticias de Grecia
viernes, 1 de junio de 2012
Fórmulas matemáticas en economía
La fórmula matemática acusada de destruir la economía mundial. Tim Hartford BBC
Algunos culpan a la ecuación Scholes-Black de precipitar la crisis económica global.
No todos los días ocurre que alguien formula una ecuación que puede transformar el mundo. Pero a veces sí ocurre, y el mundo no siempre cambia para bien. Algunos creen que la fórmula Black-Scholes y sus derivadas ayudó a generar el caos en el mundo financiero.
La fórmula se escribió por primera vez en los primeros años de la década de 1970, pero su historia comienza muchos años antes, en el mercado de arroz de Dojima en el siglo XVII en Japón, donde se escribían contratos de futuros para los comerciantes del arroz. Un contrato de futuros simple dice que una persona acordará comprar arroz de otra persona en un año, a un precio que acuerdan al momento de la firma.
En el siglo XX, la Bolsa de Comercio de Chicago era el lugar para que los comerciantes negociaran no sólo futuros sino contratos de opciones. Un ejemplo de esto último es un contrato en el que se acuerda comprar arroz en cualquier momento durante un año, a un precio convenido con la firma, pero que es opcional.
Es posible imaginarse por qué uno de estos contratos puede ser útil. Si alguien tiene una cadena grande de restaurantes de hamburguesas, pero no sabe cuánta carne necesitará comprar el próximo año -y está nervioso de que el precio pueda subir- entonces lo único que tiene que hacer es comprar unas opciones en carne.
Pero eso genera un problema: ¿Cuánto debería estar pagando por esas opciones? ¿Cuánto valen? Es precisamente ahí donde puede ayudar la fórmula revolucionaria Black-Scholes.
El precio de una hamburguesa
"El problema que trata de solucionar es definir el valor del derecho, pero no de la obligación, para comprar un activo particular a un precio específico, dentro de un periodo determinado o al final de él", dice Myron Scholes, profesor de finanzas de la Facultad de Negocios de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, y -por supuesto- coinventor de la fórmula Black-Scholes.
La llegada de los sistemas cuantitativos transformó a Wall Street.
Una parte del rompecabezas era la pregunta del riesgo: el valor de una opción para comprar carne a un precio, digamos, de US$2 por un kilo depende del precio de la carne y cómo ese precio se está moviendo.
Pero la conexión entre el precio de la carne y el valor de la opción de la carne no varía de una manera sencilla. Depende de lo probable que sea la utilización de la acción. Eso, a su vez, depende del precio de la opción y del precio de la carne. Todas las variables parecen estar enredadas de manera impenetrable.
Scholes trabajó en el problema con su colega, Fischer Black, y descubrió que si alguien tiene el portafolio de carne correcto, además de las opciones para comprar y vender carne, esa persona tiene un portafolio excelente y totalmente sin riesgos. Como ya conoce el precio de la carne y el precio de los activos libres de riesgo, si mira la diferencia entre ellos puede calcular el precio de esas opciones de carne. Esa es la idea básica. Los detalles son excesivamente complicados.
En la tienda de dulces
El método Black-Scholes resultó ser una forma no sólo para calcular el valor de las opciones sino también todo tipo de activos financieros.
"Éramos como niños en un almacén de dulces, en el sentido que describíamos opciones en todos lados, las opciones estaban presentes en todo lo que hacíamos en la vida", dice Scholes.
Pero Black y Scholes no eran los únicos niños en la tienda de dulces, dice Ian Stewart, cuyo libro argumenta que la Black-Scholes fue una invención peligrosa.
"Lo que hizo la ecuación fue darles a todos la confianza para comerciar con opciones y, de manera muy rápida, con unas opciones financieras mucho más complicadas, que se conocen como derivadas financieras", dice.
Pero a medida que los bancos y fondos de cobertura se basaron cada vez más en sus ecuaciones, se hicieron más y más vulnerables a los errores o simplificaciones en las matemáticas.
"La ecuación se basa en la idea de que los grandes movimientos son en realidad muy, muy raros. El problema es que los mercados reales tienen estos grandes cambios mucho más a menudo de lo que este modelo predice", dice Stewart. "Y el otro problema es que todo el mundo está siguiendo los mismos principios matemáticos, por lo que todos vamos a obtener la misma respuesta."
La llegada de los genios
¿La culpa fue de las matemáticas?
Ian Stewart afirma que la ecuación Black-Scholes cambió el mundo. ¿Pero realmente cree que las matemáticas causaron la crisis financiera?
"Fue el abuso de su ecuación lo que causó el problema, y yo no creo que se puede culpar a los inventores de una ecuación, si alguien viene y lo utiliza mal", dice.
Black-Scholes cambió la cultura de Wall Street, que pasó de ser un lugar donde las personas comerciaban con base en el sentido común, experiencia e intuición, a un lugar donde la computadora decía sí o no.
Pero en realidad, ¿es justo culpar a Black-Scholes por lo que siguió?
"La tecnología Black-Scholes tiene reglas y requisitos muy específicos”, dice Scholes.
"Esta tecnología atrajo o hizo que los bancos de inversión contrataran a personas que tenían habilidades cuantitativas o matemáticas. Eso lo acepto. A continuación, desarrollaron productos y tecnologías propias."
No todas las tecnologías posteriores, dice Scholes, eran lo suficientemente buenas. "[Algunas] tenía supuestos equivocados, o utilizaban datos de forma incorrecta para calibrar sus modelos, o las personas que utilizaban los modelos no sabían cómo hacerlo".
Scholes argumenta que no hay vuelta atrás. "La cuestión fundamental es que las tecnologías cuantitativas en las finanzas sobrevivirán y crecerán, y seguirán evolucionando con el tiempo", dice.
El trabajo de Scholes había inspirado a una generación de genios matemáticos de Wall Street, y en la década de 1990, él ya era un jugador en el mundo de las finanzas, como socio de un fondo de cobertura llamado Long-Term Capital Management.
"La idea de esta empresa era que iba a basar sus transacciones en principios matemáticos, tales como la ecuación de Black-Scholes. Y realmente fue un éxito sorprendente, al comienzo", dice Stewart. "Fue superando a las compañías tradicionales muy notablemente y todo se veía bien."
Pero no terminó bien. Long-Term Capital Management se encontró, entre otras cosas, con la crisis financiera rusa. La empresa perdió US$ 4 mil millones en el curso de seis semanas. Fue rescatada por un consorcio de bancos que habían sido reunidos por la Reserva Federal. Y -en el momento– se convirtió en una noticia muy, muy grande. Todo esto sucedía en agosto y septiembre de 1998, menos de un año después de Scholes había sido galardonado con el premio Nobel.
Lecciones
Stewart dice que las lecciones del caso Long-Term Capital Management son evidentes. "Se demostró la peligrosidad de este tipo de transacciones basadas en algoritmos si no se vigilaban algunos de los indicadores que las personas más convencionales utilizaban", dice. "Ellos [Long-Term Capital Management] se comprometieron a seguir adelante con el sistema que tenían. Y salió mal."
Scholes dice que eso no es lo que sucedió en absoluto. "No tuvo nada que ver con las ecuaciones y nada que ver con los modelos", dice. "Yo no estaba manejando la empresa, permítanme ser muy claro al respecto. No existía la capacidad para soportar el choque que se produjo en el mercado en el verano y otoño de finales de 1998. Así que fue sólo una cuestión de la asunción de riesgos. No fue una cuestión de modelos".
Esto es algo que la gente se sigue discutiendo una década después.
¿Fue el colapso de Long-Term Capital Management el fracaso de los métodos matemáticos para las finanzas o, como dice Scholes, fue simplemente un caso de operadores financieros que tomaron demasiado riesgo en contra de los mejores juicios de los expertos matemáticos?
Diez años después de Long-Term Capital Management, Lehman Brothers se derrumbó. Y el debate sobre Black-Scholes es ahora un debate más amplio sobre el papel de las ecuaciones matemáticas en las finanzas. BBC Sábado, 28 de abril de 2012.
MÁS SOBRE ALGORITMOS MATEMÁTICOS
Algunos culpan a la ecuación Scholes-Black de precipitar la crisis económica global.
No todos los días ocurre que alguien formula una ecuación que puede transformar el mundo. Pero a veces sí ocurre, y el mundo no siempre cambia para bien. Algunos creen que la fórmula Black-Scholes y sus derivadas ayudó a generar el caos en el mundo financiero.
La fórmula se escribió por primera vez en los primeros años de la década de 1970, pero su historia comienza muchos años antes, en el mercado de arroz de Dojima en el siglo XVII en Japón, donde se escribían contratos de futuros para los comerciantes del arroz. Un contrato de futuros simple dice que una persona acordará comprar arroz de otra persona en un año, a un precio que acuerdan al momento de la firma.
En el siglo XX, la Bolsa de Comercio de Chicago era el lugar para que los comerciantes negociaran no sólo futuros sino contratos de opciones. Un ejemplo de esto último es un contrato en el que se acuerda comprar arroz en cualquier momento durante un año, a un precio convenido con la firma, pero que es opcional.
Es posible imaginarse por qué uno de estos contratos puede ser útil. Si alguien tiene una cadena grande de restaurantes de hamburguesas, pero no sabe cuánta carne necesitará comprar el próximo año -y está nervioso de que el precio pueda subir- entonces lo único que tiene que hacer es comprar unas opciones en carne.
Pero eso genera un problema: ¿Cuánto debería estar pagando por esas opciones? ¿Cuánto valen? Es precisamente ahí donde puede ayudar la fórmula revolucionaria Black-Scholes.
El precio de una hamburguesa
"El problema que trata de solucionar es definir el valor del derecho, pero no de la obligación, para comprar un activo particular a un precio específico, dentro de un periodo determinado o al final de él", dice Myron Scholes, profesor de finanzas de la Facultad de Negocios de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, y -por supuesto- coinventor de la fórmula Black-Scholes.
La llegada de los sistemas cuantitativos transformó a Wall Street.
Una parte del rompecabezas era la pregunta del riesgo: el valor de una opción para comprar carne a un precio, digamos, de US$2 por un kilo depende del precio de la carne y cómo ese precio se está moviendo.
Pero la conexión entre el precio de la carne y el valor de la opción de la carne no varía de una manera sencilla. Depende de lo probable que sea la utilización de la acción. Eso, a su vez, depende del precio de la opción y del precio de la carne. Todas las variables parecen estar enredadas de manera impenetrable.
Scholes trabajó en el problema con su colega, Fischer Black, y descubrió que si alguien tiene el portafolio de carne correcto, además de las opciones para comprar y vender carne, esa persona tiene un portafolio excelente y totalmente sin riesgos. Como ya conoce el precio de la carne y el precio de los activos libres de riesgo, si mira la diferencia entre ellos puede calcular el precio de esas opciones de carne. Esa es la idea básica. Los detalles son excesivamente complicados.
En la tienda de dulces
El método Black-Scholes resultó ser una forma no sólo para calcular el valor de las opciones sino también todo tipo de activos financieros.
"Éramos como niños en un almacén de dulces, en el sentido que describíamos opciones en todos lados, las opciones estaban presentes en todo lo que hacíamos en la vida", dice Scholes.
Pero Black y Scholes no eran los únicos niños en la tienda de dulces, dice Ian Stewart, cuyo libro argumenta que la Black-Scholes fue una invención peligrosa.
"Lo que hizo la ecuación fue darles a todos la confianza para comerciar con opciones y, de manera muy rápida, con unas opciones financieras mucho más complicadas, que se conocen como derivadas financieras", dice.
Pero a medida que los bancos y fondos de cobertura se basaron cada vez más en sus ecuaciones, se hicieron más y más vulnerables a los errores o simplificaciones en las matemáticas.
"La ecuación se basa en la idea de que los grandes movimientos son en realidad muy, muy raros. El problema es que los mercados reales tienen estos grandes cambios mucho más a menudo de lo que este modelo predice", dice Stewart. "Y el otro problema es que todo el mundo está siguiendo los mismos principios matemáticos, por lo que todos vamos a obtener la misma respuesta."
La llegada de los genios
¿La culpa fue de las matemáticas?
Ian Stewart afirma que la ecuación Black-Scholes cambió el mundo. ¿Pero realmente cree que las matemáticas causaron la crisis financiera?
"Fue el abuso de su ecuación lo que causó el problema, y yo no creo que se puede culpar a los inventores de una ecuación, si alguien viene y lo utiliza mal", dice.
Black-Scholes cambió la cultura de Wall Street, que pasó de ser un lugar donde las personas comerciaban con base en el sentido común, experiencia e intuición, a un lugar donde la computadora decía sí o no.
Pero en realidad, ¿es justo culpar a Black-Scholes por lo que siguió?
"La tecnología Black-Scholes tiene reglas y requisitos muy específicos”, dice Scholes.
"Esta tecnología atrajo o hizo que los bancos de inversión contrataran a personas que tenían habilidades cuantitativas o matemáticas. Eso lo acepto. A continuación, desarrollaron productos y tecnologías propias."
No todas las tecnologías posteriores, dice Scholes, eran lo suficientemente buenas. "[Algunas] tenía supuestos equivocados, o utilizaban datos de forma incorrecta para calibrar sus modelos, o las personas que utilizaban los modelos no sabían cómo hacerlo".
Scholes argumenta que no hay vuelta atrás. "La cuestión fundamental es que las tecnologías cuantitativas en las finanzas sobrevivirán y crecerán, y seguirán evolucionando con el tiempo", dice.
El trabajo de Scholes había inspirado a una generación de genios matemáticos de Wall Street, y en la década de 1990, él ya era un jugador en el mundo de las finanzas, como socio de un fondo de cobertura llamado Long-Term Capital Management.
"La idea de esta empresa era que iba a basar sus transacciones en principios matemáticos, tales como la ecuación de Black-Scholes. Y realmente fue un éxito sorprendente, al comienzo", dice Stewart. "Fue superando a las compañías tradicionales muy notablemente y todo se veía bien."
Pero no terminó bien. Long-Term Capital Management se encontró, entre otras cosas, con la crisis financiera rusa. La empresa perdió US$ 4 mil millones en el curso de seis semanas. Fue rescatada por un consorcio de bancos que habían sido reunidos por la Reserva Federal. Y -en el momento– se convirtió en una noticia muy, muy grande. Todo esto sucedía en agosto y septiembre de 1998, menos de un año después de Scholes había sido galardonado con el premio Nobel.
Lecciones
Stewart dice que las lecciones del caso Long-Term Capital Management son evidentes. "Se demostró la peligrosidad de este tipo de transacciones basadas en algoritmos si no se vigilaban algunos de los indicadores que las personas más convencionales utilizaban", dice. "Ellos [Long-Term Capital Management] se comprometieron a seguir adelante con el sistema que tenían. Y salió mal."
Scholes dice que eso no es lo que sucedió en absoluto. "No tuvo nada que ver con las ecuaciones y nada que ver con los modelos", dice. "Yo no estaba manejando la empresa, permítanme ser muy claro al respecto. No existía la capacidad para soportar el choque que se produjo en el mercado en el verano y otoño de finales de 1998. Así que fue sólo una cuestión de la asunción de riesgos. No fue una cuestión de modelos".
Esto es algo que la gente se sigue discutiendo una década después.
¿Fue el colapso de Long-Term Capital Management el fracaso de los métodos matemáticos para las finanzas o, como dice Scholes, fue simplemente un caso de operadores financieros que tomaron demasiado riesgo en contra de los mejores juicios de los expertos matemáticos?
Diez años después de Long-Term Capital Management, Lehman Brothers se derrumbó. Y el debate sobre Black-Scholes es ahora un debate más amplio sobre el papel de las ecuaciones matemáticas en las finanzas. BBC Sábado, 28 de abril de 2012.
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miércoles, 30 de mayo de 2012
¿Quiénes lo están impidiendo? Los bancos deben ser los más interesados en que se cree una comisión sobre la crisis no solo de Bankia, sino del sistema
Los primeros interesados en que se cree en España una comisión parlamentaria que investigue qué ha sucedido, no solo en el caso Bankia, sino en la crisis del sistema financiero español, deberían ser los propios bancos, que están sometidos a una permanente sospecha por parte de los ciudadanos y que corren el riesgo de aislarse cada día más de la sociedad, por muchas campañas de publicidad que algunos de ellos hayan decidido lanzar en las últimas semanas. España necesita recuperar credibilidad ante los mercados, se nos dice, y para ello se convoca a auditores extranjeros (corroborando, por lo que se ve, la ineficacia de las auditorias del Banco de España, un gesto de difícil digestión).
Sea como sea, tienen razón quienes nos advierten de que es imperioso recuperar la confianza de los inversores extranjeros. Pero también lo es que los ciudadanos recuperemos confianza en nuestro país y eso no es posible si no se nos proporcionan explicaciones extensas y documentadas sobre qué ha ocurrido. Dejar eso en manos de Goldman Sachs sería un síntoma de que nos hemos vuelto completamente locos.
No se trata simplemente de saber cuánto dinero deberá prestar o invertir el Estado para sanear el sistema sino, sobre todo, dónde estuvieron los fallos de ese sistema, que impidió que se reaccionara antes y qué se puede hacer para impedir que suceda algo semejante en el futuro. Esta última parte es, probablemente, la que más echa atrás a las entidades financieras a la hora de someterse a una comisión semejante, partidarias como son de la menor regulación posible de sus actividades, pero, aun así, deberían pensar en el coste interno que está teniendo para todo el sistema la inexistencia de una comisión parecida.
Además, es algo que nos merecemos por el simple hecho de ser ciudadanos de una democracia, como se lo merecieron los británicos o los norteamericanos. En Estados Unidos se puso en marcha en 2010 una Comisión de Investigación sobre la Crisis Económica, que emitió un largo informe en 2011, y aun hoy, el Comité de Banca del Senado sigue convocando en audiencia a cuanto responsable de institución financiera, organismo regulador o personalidad de la vida política o académica considera necesario para vigilar el desarrollo de los acontecimientos. Esta misma semana llamó al responsable de JP Morgan Chase, Jamie Dimon, para que explique las pérdidas de 1.500 millones de euros provocados por una operación arriesgada.
Nos merecemos la creación de esa comisión. De hecho, es inconcebible que todavía no hayan pasado por el Congreso o por el Senado decenas de personas implicadas de una forma u otra en esta crisis. Ya no se trata solo de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se decida a hacer más apariciones públicas en los momentos en los que su ausencia resulta más angustiosa, sino de algo todavía más serio: de que el Parlamento tenga el papel que le corresponde, no solo como legislador sino como vehículo para que los ciudadanos dispongan de la información necesaria para valorar los acontecimientos.
Conste que para cumplir ese papel, habría que preparar concienzudamente las sesiones de audiencia y no incurrir en espantosos precedentes... SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ, El País, 20 MAY 2012
La educación pública y otros derechos
...La enseñanza pública, tanto la primaria, como la secundaria y superior, fue una victoria descomunal de las clases populares contra esta dictadura mercantil. Lo que ahí se está jugando no es sólo, como a veces se dice, la desmantelación del Estado del Bienestar, porque no se trata de un asunto de “bienestar”. El sistema de instrucción pública representa algo mucho más importante: gracias a él, la sociedad ha gozado de una fortaleza que salvaguarda del mercado un espacio para la verdad y, por ello mismo, para la justicia. Se trata de una institución en la que por definición hay que decir la verdad, ya sea, en primaria, al hablar del cuadrado de la hipotenusa, en secundaria, donde hay que decir cosas objetivas sobre la revolución francesa o incluso sobre la guerra civil española, o en la educación superior, donde, como dijo Humboldt, el maestro ya ni siquiera está al servicio del alumno, sino que ambos, maestro y alumno, están al servicio de la verdad. Esta institución fortificada para la objetividad, para la verdad, para el saber libre y desinteresado, está siendo asaltada y destruida. Con ello, la ciudadanía perderá la única brújula que puede orientarnos políticamente hacia la justicia.
¿Qué habría que contarle hoy a los niños?
Me temo que los niños de hoy tienen por delante un futuro nada esperanzador. Siento tener que decirlo así, porque tengo hijos de distintas edades. El primer paso es transmitirles la sensación de que el mundo no es así de forma inevitable. Que hay otros mundos posibles. Luego, hay que proporcionar instrumentos teóricos para empezar a entender lo que está pasando y lo que puede pasar. Si no, todo se vuelve irremediable y fatal. Y la desesperación nunca ha sido nada buena cuando llega la adolescencia. No quisiera que para mis hijos el futuro consistiera en ingresar en un mundo de maras, guettos y delincuencia. Y tampoco que se vieran indefensos ante la voracidad de un mercado laboral demente. Pero sobre todo, es imposible querer para nuestros hijos el mundo que se avecina, porque es feo, injusto y suicida... Carlos Fernández Liria (Leer toda la Entrevista por Julia Gutiérrez)lunes, 28 de mayo de 2012
El sentido cotidiano de la Historia
If you don't have that sense of how things have changed in the past, it would be very easy to despair about the present," says Anthony Arnove, co-editor, along with Howard Zinn, of Voices of a People's History of the United States. in that book, Arnove helped organize the words of historical figures, rebels and visionaries—readings that keenly showed how voices from the past can and do speak directly to the present.
"Si usted no tiene una idea de cómo las cosas han cambiado en el pasado, sería muy fácil sentir desesperación ante el presente", dice Anthony Arnove, co-editor, junto con Howard Zinn, de Voces de la Historia del Pueblo de los Estados Unidos. en ese libro, Arnove ayudó a organizar las palabras de personajes históricos, los rebeldes y visionarios en lecturas que mostraban cuan profundamente las voces del pasado pueden hablarnos directamente en el presente.
Más sobre la esperanza en este blog.
"Si usted no tiene una idea de cómo las cosas han cambiado en el pasado, sería muy fácil sentir desesperación ante el presente", dice Anthony Arnove, co-editor, junto con Howard Zinn, de Voces de la Historia del Pueblo de los Estados Unidos. en ese libro, Arnove ayudó a organizar las palabras de personajes históricos, los rebeldes y visionarios en lecturas que mostraban cuan profundamente las voces del pasado pueden hablarnos directamente en el presente.
Más sobre la esperanza en este blog.
EL DRAMA DE LAS CUENTAS PÚBLICAS. La realidad desborda los planes de Rajoy. Nadie se anima ya a descartar nada en una situación que empeora cada día.
Si había un plan, ya no queda ni rastro de él. Todas las previsiones del Gobierno se han visto desbordadas. Hace solo unas pocas semanas, Mariano Rajoy prometía que no habría dinero público para los bancos. Solo en Bankia entrarán 23.500 millones. El lunes, la aportación extra iba a ser de 7.000 millones, según Luis De Guindos. El viernes a mediodía, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría decía que sería un préstamo y no quería cuantificarlo. El viernes por la tarde esa cantidad llegaba a 19.000 millones. Y ayer José Ignacio Goirigolzarri explicó que nada de préstamo: es una entrada de capital, no se devuelve nada, el Estado invierte en Bankia, y solo si sale muy bien recuperará su dinero, el de todos los contribuyentes.
Si hay algo a lo que le teme el Gobierno es a la sensación de improvisación. Es una de las cosas que mataron a José Luis Rodríguez Zapatero, analizan. Pero en privado varios miembros del Ejecutivo admiten que la situación se ha vuelto absolutamente imprevisible. Que todo cambia por horas. Y que aunque en público se trate de ofrecer una imagen de normalidad, en privado ya nadie se anima a descartar ningún escenario.
El más evidente de todos ellos es el de la entrada de dinero europeo en los bancos españoles. Rajoy insiste en rechazarlo —“a fecha de hoy”, aclaró el miércoles en París— y Alfredo Pérez Rubalcaba, con el que se reunió tres horas el viernes, en pleno momento crítico, le respalda en ese rechazo. Ambos entienden que en este momento sería una intervención e implicaría una desconfianza definitiva de los inversores en España y someterse a las durísimas condiciones que han sufrido otros países. Las pensiones y el seguro de desempleo en sus actuales condiciones serían sin duda dos asuntos en cuestión.
Sin embargo, aunque Rajoy se niegue a plantearlo ni siquiera en privado, el asunto está encima de la mesa del Gobierno. Todos quieren evitarlo, y se está haciendo de todo,... Seguir leyendo. CARLOS E. CUÉ, El País, Madrid 26 MAY 2012
jueves, 24 de mayo de 2012
Lo que no se dice de por qué Merkel continúa aferrada a las políticas de austeridad
Las políticas de austeridad que el gobierno alemán presidido por la canciller Angela Merkel está imponiendo a los países periféricos de la Eurozona, llamados en el mundo anglosajón Gipsy (Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia) les está llevando a un desastre (no hay otra manera de definirlo). Gran número de economistas han estado subrayando este hecho (aunque tal número ha sido muy reducido en España), mostrando que la gran recesión que tales países están sufriendo se debe primordialmente a tales políticas de austeridad. En realidad, la extensión de tal desastre puede incluso llegar a afectar a la propia economía alemana. Una manera sería imposibilitando que los países periféricos pudieran pagar sus deudas, tanto privadas como públicas, a los bancos alemanes. Ha sido el propio Ministro de Finanzas del gobierno Merkel el que ha alertado de que el colapso de la economía griega y su salida del euro tendrían un efecto muy negativo para el sistema financiero europeo, centrado en la banca alemana.En realidad, un objetivo clave de las políticas de austeridad impuestas por la administración Merkel a los países periféricos y a sus gobiernos es forzarles a que paguen lo que deben a los bancos alemanes. De continuar estas políticas de austeridad, la propia banca alemana puede quedar afectada muy negativamente. Tal realidad es ignorada por aquellos columnistas de los mayores medios de difusión que, un tanto frívolamente, sostienen que el gobierno Merkel quiere “expulsar” a Grecia del euro.
Ahora bien, la persistencia de las políticas de austeridad, a pesar del riesgo que ello suponga para la banca alemana, tiene también grandes beneficios para ésta. Es decir, la enorme crisis de los países periféricos está beneficiando a la banca alemana y al Estado alemán que, bajo el gobierno Merkel, está muy influenciado por, no sólo la banca, sino también por los sectores industriales exportadores alemanes que crecientemente exportan a países fuera de la zona euro. Así, los bonos del Estado alemán, frente a la gran crisis de confianza de los mercados (ayudada por las políticas del BCE que contribuyen a crear tal desconfianza, con el consiguiente aumento de los intereses de la deuda pública), se convierten en un depósito de seguridad, estando altamente solicitados. Existe así un flujo de capitales hacia el sistema financiero alemán, resultado de la crisis de los países periféricos de la Eurozona.
Un tanto semejante ocurre en el sector industrial. Como señala el economista alemán Frank Hoffer, el deterioro de la industria automovilística de los países periféricos, como Fiat, afecta positivamente a la industria automovilística alemana, como Wolkswagen. De ahí que las políticas de austeridad contribuyen al enorme dominio del capital financiero e industrial alemán y del Estado alemán, lo cual, a la larga, tendrá un coste político elevado, pues tal dominio se está estableciendo a costa de los demás países que están resistiendo tales imposiciones. El caso de Grecia es un ejemplo de ello. De ahí el renacimiento de los nacionalismos, tanto alemán como anti-alemán, que pueden romper la propia Unión Europea. No es la viabilidad del euro, sino la viabilidad de la Unión Europea la que está siendo cuestionada por tales políticas de austeridad, pues la promoción de tales políticas está diluyendo muy rápidamente la cultura (que siempre fue muy limitada) de cohesión europea, siendo sustituida por la cultura de los nacionalismos que determinó la I y la II Guerras Mundiales, y que la Unión Europea intentaba prevenir.
De ahí que figuras alemanas que han mostrado su compromiso con el proyecto europeo, tales como los ex cancilleres del gobierno alemán Helmut Schmidt y Helmut Kohl, hayan criticado a la canciller alemana por anteponer los intereses empresariales alemanes por encima del proyecto europeo, pudiéndolo destruir. No ocurrirá una III Guerra Mundial, pero sí que podría ocurrir que la UE y no sólo el euro, desapareciera. Pero no sería la desaparición del euro (en contra de lo que se dice, no está en peligro su supervivencia) la que destruiría la Unión Europea, sino que sería la desaparición de la UE la que crearía la desaparición del euro.
Vicenç Navarro. Público.
Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/5233/lo-que-no-se-dice-sobre-el-por-que-merkel-continua-aferrada-a-las-politicas-de-austeridad/
Ahora bien, la persistencia de las políticas de austeridad, a pesar del riesgo que ello suponga para la banca alemana, tiene también grandes beneficios para ésta. Es decir, la enorme crisis de los países periféricos está beneficiando a la banca alemana y al Estado alemán que, bajo el gobierno Merkel, está muy influenciado por, no sólo la banca, sino también por los sectores industriales exportadores alemanes que crecientemente exportan a países fuera de la zona euro. Así, los bonos del Estado alemán, frente a la gran crisis de confianza de los mercados (ayudada por las políticas del BCE que contribuyen a crear tal desconfianza, con el consiguiente aumento de los intereses de la deuda pública), se convierten en un depósito de seguridad, estando altamente solicitados. Existe así un flujo de capitales hacia el sistema financiero alemán, resultado de la crisis de los países periféricos de la Eurozona.
Un tanto semejante ocurre en el sector industrial. Como señala el economista alemán Frank Hoffer, el deterioro de la industria automovilística de los países periféricos, como Fiat, afecta positivamente a la industria automovilística alemana, como Wolkswagen. De ahí que las políticas de austeridad contribuyen al enorme dominio del capital financiero e industrial alemán y del Estado alemán, lo cual, a la larga, tendrá un coste político elevado, pues tal dominio se está estableciendo a costa de los demás países que están resistiendo tales imposiciones. El caso de Grecia es un ejemplo de ello. De ahí el renacimiento de los nacionalismos, tanto alemán como anti-alemán, que pueden romper la propia Unión Europea. No es la viabilidad del euro, sino la viabilidad de la Unión Europea la que está siendo cuestionada por tales políticas de austeridad, pues la promoción de tales políticas está diluyendo muy rápidamente la cultura (que siempre fue muy limitada) de cohesión europea, siendo sustituida por la cultura de los nacionalismos que determinó la I y la II Guerras Mundiales, y que la Unión Europea intentaba prevenir.
De ahí que figuras alemanas que han mostrado su compromiso con el proyecto europeo, tales como los ex cancilleres del gobierno alemán Helmut Schmidt y Helmut Kohl, hayan criticado a la canciller alemana por anteponer los intereses empresariales alemanes por encima del proyecto europeo, pudiéndolo destruir. No ocurrirá una III Guerra Mundial, pero sí que podría ocurrir que la UE y no sólo el euro, desapareciera. Pero no sería la desaparición del euro (en contra de lo que se dice, no está en peligro su supervivencia) la que destruiría la Unión Europea, sino que sería la desaparición de la UE la que crearía la desaparición del euro.
Vicenç Navarro. Público.
Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/5233/lo-que-no-se-dice-sobre-el-por-que-merkel-continua-aferrada-a-las-politicas-de-austeridad/
miércoles, 23 de mayo de 2012
España atrapada por las mentiras -y las deudas- de la banca, ese es el gran problema.
Desde los primeros momentos de la crisis sorprendió que nuestras autoridades afirmaran que los bancos españoles eran los más solventes del mundo, que estaban, decía Zapatero, en Liga de Campeones. Era chocante que los nuestros tuviesen tan buena salud cuando la inmensa mayoría de la banca mundial estaba literalmente quebrada. Se decía que era debido al magnífico papel de supervisión desempeñado por el Banco de España, pero eso tampoco casaba con las denuncias de pasividad que habían hecho pocos años atrás sus inspectores ante el gobernador Caruana y el Ministro Solbes. Y, desde luego, con el hecho evidente que cualquiera conocía, por muy poco experto que fuese en temas financieros: la salvaje financiación que nuestra banca había realizado a una de las mayores burbujas inmobiliarias de la historia.
¿Cómo era posible que no les hubiera dejado créditos sin cobrar cuando todo se vino abajo? ¿Cómo se explicaba que no tuviese problemas un sistema bancario que en 2007 solo recibía 0,76 euros en depósitos por cada euro de crédito que concedía (casi la mitad de lo que recibía en 2000, 1,43 euros)? ¿Cómo podía creerse que estaba, o que podría mantenerse en Liga de Campeones un sistema bancario que en ese mismo periodo había multiplicado por nueve el crédito a una actividad inmobiliaria que se estaba volatilizando, y que había pasado de recibir 78.000 millones de euros de financiación interbancaria europea a 428.000 millones, también entre 2000 y 2007? ¿Cómo se podía creer que no tenía problemas o que no los tendría pronto un conjunto de bancos que había financiado miles de préstamos hipotecarios a más del 100% del valor de la vivienda (en época de subida artificial de precios) o de préstamos a empresas también a más del 100% del valor de la inversión?
Y, sobre todo, ¿cómo podía creerse que estaban en buena situación si a la hora de la verdad habían dejado de dar créditos a las empresas y consumidores, dejando así que se hundiera nuestra economía? La respuesta a estas paradojas es esencial para comprender lo que ha ocurrido en España y lo que nos va a suceder muy pronto.
Los banqueros tienen un poder extraordinario en Europa, en donde hacen y deshacen normas a su antojo, pero los españoles tienen en nuestro país una influencia política, mediática y social incluso mucho mayor que en otros lugares. Perdonan desde hace años los créditos a los partidos políticos, dominan la política editorial de los medios, influyen en las universidades y mantienen contratados a docenas de investigadores que difunden las tesis que les convienen. Así, no les debió resultar difícil convencer a los principales líderes políticos y de opinión de que su situación era buena. Sobre todo, cuando podían disimularla gracias a los cambios contables aprobados por la Comisión Europea, precisamente a instancias de la patronal bancaria. En particular, la “mentira piadosa”, como la califica el catedrático de Contabilidad Oriol Amat, que les permitía seguir valorando los activos dañados a su precio de adquisición y no al mucho menor del mercado en el momento de la valoración.
Esos trucos contables, las inyecciones de liquidez que los grandes bancos españoles recibieron en otros países y las demás ayudas que les dio el Estado permitieron manipular y disimular su situación patrimonial hasta el punto de aparecer como los más rentables del mundo. Lo dicho: Liga de Campeones. Pero la realidad era otra y mucha gente lo sabía. Los bancos, todos, y no solo las cajas, estaban tocados del ala y en el fondo de sus balances había un deterioro estructural gravísimo como consecuencia de la crisis del ladrillo que ellos mismos habían provocado facilitando el endeudamiento explosivo de toda la economía. Un deterioro que tenía dos caras: la acumulación de activos (títulos de préstamos y créditos y propiedades inmobiliarias) que ya no tenían ni mucho menos el valor que se les asignaba, y unas deudas con otros bancos extranjeros que sí seguían valiendo lo que inicialmente se había registrado: muchos cientos de miles de millones.
Si se hubiese puesto en claro esta circunstancia a medida que iban apareciendo activos con pérdida de valor, los bancos españoles se tendrían que haber ido declarando en quiebra porque las provisiones de las que tan orgullosos estaban los reguladores del Banco de España eran totalmente insuficientes. Y para evitar esa situación (que los banqueros sabían -o debían saber- ya en 2007 que antes o después se iba a producir) lo que trataron de hacer fue ganar tiempo para ir creando las condiciones que les permitieran finalmente quedarse con todo el mercado. Gracias a su gran poder político consiguieron que el PP y el PSOE asumieran una estrategia de reforma que poco a poco iba a permitirles que recobrasen el dominio de la situación y el equilibrio patrimonial. Se trataría de ir quitando de en medio a las cajas de ahorros, a quienes era mucho más fácil hacerlas culpables de todo lo que había ocurrido, en gran parte con razón, por la lamentable gestión de los políticos responsables de sus órganos rectores (aunque en realidad se debía a que habían dejado de ser auténticas cajas de ahorros para convertirse en clones de los bancos privados).
Si casi la mitad de los operadores del mercado que competían con los grandes bancos privados desaparecían o eran poco a poco absorbidos, los dos, tres o cuatro mayores de estos últimos quedarían reforzados sin necesidad de mostrar su insolvencia ni de pagar por sus irresponsabilidades. De este modo y a base de recibir ayudas del Estado, como ahora, es como ha ido evolucionando siempre el sector bancario español, cada vez más concentrado.
Pero la intranquilidad y los problemas han empezado a agravarse por lo que era previsible que sucediera: el proceso de fagocitación del mercado como estrategia para salvar a la gran banca privada sin que se le vean sus vergüenzas es muy lento, inseguro y a veces, como ha ocurrido con Bankia, incluso escandaloso. Además, hay que tener en cuenta que el partido no solo se juega en campo nacional. ¿Se iban a conformar los acreedores europeos de la banca española con esta estrategia? ¿Estarían dispuestos a esperar? ¿Se van a arriesgar sabiendo que la política de austeridad va a deprimir por largo tiempo a nuestra economía y que eso va a acelerar el deterioro patrimonial de los bancos españoles y a dificultar el pago de su propia deuda?
Hasta ahora, los banqueros españoles han conseguido que todos nos creamos su gran mentira. O, al menos, que actuemos como si nos la creyésemos (porque basta hablar con responsables políticos y directivos económicos de cualquier ideología o tendencia política para oír a muchos de ellos decir que el rescate es inevitable por el gran agujero de los bancos). El gobierno de Zapatero se limitó a seguir el protocolo marcado por la gran banca incluso en los detalles más pequeños, desde el indulto final al decreto de vergonzosos nuevos privilegios aprobado también estando su gobierno ya en funciones. Pero el de Rajoy ha querido mover ficha jugando a mostrar la verdadera situación de la banca y está precipitando las cosas, porque su estrategia de reformas en unidosis y muy improvisadas solo ha servido para mostrar que la del sector financiero es mucho peor que la que se venía diciendo, y para hacerla quizá ya indisimulable. Ahora solo queda saber lo que ocurrirá tras la auditoría solicitada y que, como todas, proporcionará resultados “por encargo”. Solicitar una evaluación objetiva a Oliver Wyman (que se “equivocó” cuando auditó a los bancos irlandeses considerándolos ejemplares poco antes de que tuvieran que ser nacionalizados, o que fue una de las garantes de los derivados de las hipotecas sub prime como productos muy seguros) es como es como pedir auxilio en el naufragio a quien no sabe nadar.
Así que para qué nos vamos a engañar: aunque la gente normal y corriente no sepamos el final, las autoridades ya lo han negociado porque en cuestión de banca nadie da puntada sin hilo. Pueden ocurrir dos cosas. O bien que hayan acordado ya que se siga mareando la perdiz porque las autoridades europeas (que posiblemente sepan la magnitud real del agujero) admiten que el rescate sería impagable para España y que quizá levantaría una auténtica polvareda social. O bien que se concluya que hasta aquí hemos llegado y que hay que tirar por fin de la manta que cubre las miserias de los bancos españoles.
Me parece a mí que esto último va a ser lo más probable porque, al fin y al cabo, los bancos españoles y extranjeros serían los beneficiados. Los auditores, como tantas veces, serán los que se encarguen de hacer la representación necesaria para que todo se nos presente de la forma más fácil de asumir.
Y aquí es donde estamos. Botín y compañía han dejado atrapada a España a base de irresponsabilidades y de mentiras. Van a terminar obligando a que España, como le ocurriera a Irlanda, tenga que asumir su rescate; haciendo que éste -que en realidad es la recapitalización de lo que los banqueros irresponsables han perdido jugando en el casino- se presente como la salvación de España; y obligando a que los españoles tengamos que sufrir nuevos recortes en derechos sociales y bienestar para que los ellos nos sigan gobernando y obteniendo beneficios a nuestra costa.
Espero y deseo, sin embargo, que las cosas no terminen ahí y que los banqueros no puedan respirar tranquilos en ese momento, como si se hubieran acabado entonces sus problemas. Lo espero y deseo en la confianza de un buen número de españoles, ojalá su gran mayoría, sean dignos y patriotas y que no perdonen a quienes han arrastrado a España a la ruina a base de mentiras para salvar sus privilegios políticos y económicos.
Juan Torres López. Público.
Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/5236/espana-atrapada-por-las-mentiras-de-la-banca/
¿Cómo era posible que no les hubiera dejado créditos sin cobrar cuando todo se vino abajo? ¿Cómo se explicaba que no tuviese problemas un sistema bancario que en 2007 solo recibía 0,76 euros en depósitos por cada euro de crédito que concedía (casi la mitad de lo que recibía en 2000, 1,43 euros)? ¿Cómo podía creerse que estaba, o que podría mantenerse en Liga de Campeones un sistema bancario que en ese mismo periodo había multiplicado por nueve el crédito a una actividad inmobiliaria que se estaba volatilizando, y que había pasado de recibir 78.000 millones de euros de financiación interbancaria europea a 428.000 millones, también entre 2000 y 2007? ¿Cómo se podía creer que no tenía problemas o que no los tendría pronto un conjunto de bancos que había financiado miles de préstamos hipotecarios a más del 100% del valor de la vivienda (en época de subida artificial de precios) o de préstamos a empresas también a más del 100% del valor de la inversión?
Y, sobre todo, ¿cómo podía creerse que estaban en buena situación si a la hora de la verdad habían dejado de dar créditos a las empresas y consumidores, dejando así que se hundiera nuestra economía? La respuesta a estas paradojas es esencial para comprender lo que ha ocurrido en España y lo que nos va a suceder muy pronto.
Los banqueros tienen un poder extraordinario en Europa, en donde hacen y deshacen normas a su antojo, pero los españoles tienen en nuestro país una influencia política, mediática y social incluso mucho mayor que en otros lugares. Perdonan desde hace años los créditos a los partidos políticos, dominan la política editorial de los medios, influyen en las universidades y mantienen contratados a docenas de investigadores que difunden las tesis que les convienen. Así, no les debió resultar difícil convencer a los principales líderes políticos y de opinión de que su situación era buena. Sobre todo, cuando podían disimularla gracias a los cambios contables aprobados por la Comisión Europea, precisamente a instancias de la patronal bancaria. En particular, la “mentira piadosa”, como la califica el catedrático de Contabilidad Oriol Amat, que les permitía seguir valorando los activos dañados a su precio de adquisición y no al mucho menor del mercado en el momento de la valoración.
Esos trucos contables, las inyecciones de liquidez que los grandes bancos españoles recibieron en otros países y las demás ayudas que les dio el Estado permitieron manipular y disimular su situación patrimonial hasta el punto de aparecer como los más rentables del mundo. Lo dicho: Liga de Campeones. Pero la realidad era otra y mucha gente lo sabía. Los bancos, todos, y no solo las cajas, estaban tocados del ala y en el fondo de sus balances había un deterioro estructural gravísimo como consecuencia de la crisis del ladrillo que ellos mismos habían provocado facilitando el endeudamiento explosivo de toda la economía. Un deterioro que tenía dos caras: la acumulación de activos (títulos de préstamos y créditos y propiedades inmobiliarias) que ya no tenían ni mucho menos el valor que se les asignaba, y unas deudas con otros bancos extranjeros que sí seguían valiendo lo que inicialmente se había registrado: muchos cientos de miles de millones.
Si se hubiese puesto en claro esta circunstancia a medida que iban apareciendo activos con pérdida de valor, los bancos españoles se tendrían que haber ido declarando en quiebra porque las provisiones de las que tan orgullosos estaban los reguladores del Banco de España eran totalmente insuficientes. Y para evitar esa situación (que los banqueros sabían -o debían saber- ya en 2007 que antes o después se iba a producir) lo que trataron de hacer fue ganar tiempo para ir creando las condiciones que les permitieran finalmente quedarse con todo el mercado. Gracias a su gran poder político consiguieron que el PP y el PSOE asumieran una estrategia de reforma que poco a poco iba a permitirles que recobrasen el dominio de la situación y el equilibrio patrimonial. Se trataría de ir quitando de en medio a las cajas de ahorros, a quienes era mucho más fácil hacerlas culpables de todo lo que había ocurrido, en gran parte con razón, por la lamentable gestión de los políticos responsables de sus órganos rectores (aunque en realidad se debía a que habían dejado de ser auténticas cajas de ahorros para convertirse en clones de los bancos privados).
Si casi la mitad de los operadores del mercado que competían con los grandes bancos privados desaparecían o eran poco a poco absorbidos, los dos, tres o cuatro mayores de estos últimos quedarían reforzados sin necesidad de mostrar su insolvencia ni de pagar por sus irresponsabilidades. De este modo y a base de recibir ayudas del Estado, como ahora, es como ha ido evolucionando siempre el sector bancario español, cada vez más concentrado.
Pero la intranquilidad y los problemas han empezado a agravarse por lo que era previsible que sucediera: el proceso de fagocitación del mercado como estrategia para salvar a la gran banca privada sin que se le vean sus vergüenzas es muy lento, inseguro y a veces, como ha ocurrido con Bankia, incluso escandaloso. Además, hay que tener en cuenta que el partido no solo se juega en campo nacional. ¿Se iban a conformar los acreedores europeos de la banca española con esta estrategia? ¿Estarían dispuestos a esperar? ¿Se van a arriesgar sabiendo que la política de austeridad va a deprimir por largo tiempo a nuestra economía y que eso va a acelerar el deterioro patrimonial de los bancos españoles y a dificultar el pago de su propia deuda?
Hasta ahora, los banqueros españoles han conseguido que todos nos creamos su gran mentira. O, al menos, que actuemos como si nos la creyésemos (porque basta hablar con responsables políticos y directivos económicos de cualquier ideología o tendencia política para oír a muchos de ellos decir que el rescate es inevitable por el gran agujero de los bancos). El gobierno de Zapatero se limitó a seguir el protocolo marcado por la gran banca incluso en los detalles más pequeños, desde el indulto final al decreto de vergonzosos nuevos privilegios aprobado también estando su gobierno ya en funciones. Pero el de Rajoy ha querido mover ficha jugando a mostrar la verdadera situación de la banca y está precipitando las cosas, porque su estrategia de reformas en unidosis y muy improvisadas solo ha servido para mostrar que la del sector financiero es mucho peor que la que se venía diciendo, y para hacerla quizá ya indisimulable. Ahora solo queda saber lo que ocurrirá tras la auditoría solicitada y que, como todas, proporcionará resultados “por encargo”. Solicitar una evaluación objetiva a Oliver Wyman (que se “equivocó” cuando auditó a los bancos irlandeses considerándolos ejemplares poco antes de que tuvieran que ser nacionalizados, o que fue una de las garantes de los derivados de las hipotecas sub prime como productos muy seguros) es como es como pedir auxilio en el naufragio a quien no sabe nadar.
Así que para qué nos vamos a engañar: aunque la gente normal y corriente no sepamos el final, las autoridades ya lo han negociado porque en cuestión de banca nadie da puntada sin hilo. Pueden ocurrir dos cosas. O bien que hayan acordado ya que se siga mareando la perdiz porque las autoridades europeas (que posiblemente sepan la magnitud real del agujero) admiten que el rescate sería impagable para España y que quizá levantaría una auténtica polvareda social. O bien que se concluya que hasta aquí hemos llegado y que hay que tirar por fin de la manta que cubre las miserias de los bancos españoles.
Me parece a mí que esto último va a ser lo más probable porque, al fin y al cabo, los bancos españoles y extranjeros serían los beneficiados. Los auditores, como tantas veces, serán los que se encarguen de hacer la representación necesaria para que todo se nos presente de la forma más fácil de asumir.
Y aquí es donde estamos. Botín y compañía han dejado atrapada a España a base de irresponsabilidades y de mentiras. Van a terminar obligando a que España, como le ocurriera a Irlanda, tenga que asumir su rescate; haciendo que éste -que en realidad es la recapitalización de lo que los banqueros irresponsables han perdido jugando en el casino- se presente como la salvación de España; y obligando a que los españoles tengamos que sufrir nuevos recortes en derechos sociales y bienestar para que los ellos nos sigan gobernando y obteniendo beneficios a nuestra costa.
Espero y deseo, sin embargo, que las cosas no terminen ahí y que los banqueros no puedan respirar tranquilos en ese momento, como si se hubieran acabado entonces sus problemas. Lo espero y deseo en la confianza de un buen número de españoles, ojalá su gran mayoría, sean dignos y patriotas y que no perdonen a quienes han arrastrado a España a la ruina a base de mentiras para salvar sus privilegios políticos y económicos.
Juan Torres López. Público.
Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/5236/espana-atrapada-por-las-mentiras-de-la-banca/
El vicepresidente de la ONU que quiere "ocupar y nacionalizar la banca"
Vivimos en un orden mundial criminal y caníbal, donde las pequeñas oligarquías del capital financiero deciden de forma legal quién va a morir de hambre y quién no. Por tanto, estos especuladores financieros deben ser juzgados y condenados, reeditando una especie de Tribunal de Núremberg”. Con esta aplastante contundencia despacha Jean Ziegler, vicepresidente del Consejo consultivo de Derechos Humanos de la ONU, su particular análisis del actual momento histórico.
La dilatada trayectoria diplomática de este profesor emérito en la Universidad de Ginebra y comprometido analista internacional, que fue relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación durante ocho años, impide que le tiemble la voz a la hora de señalar con el dedo inquisidor a los ‘culpables’ de la crisis sistémica. “No puede ser que en un planeta con los recursos agroalimentarios suficientes para alimentar al doble de la población mundial actual, haya casi una quinta parte de sus habitantes sufriendo infraalimentación”. En su último libro Destrucción Masiva. Geopolítica del hambre (Península), que Ziegler presentó ayer en Madrid, pone sobre la mesa una serie de cuestiones molestas de las que otros diplomáticos ni siquiera se atreven a hablar en los pasillos de la ONU. Unas críticas irreverentes que ya ventiló en otros trabajos como El hambre en el mundo, Los nuevos amos del mundo y aquellos que se le resisten, El imperio de la vergüenza o El odio a Occidente.Su receta para revertir esta situación es, si cabe, tan radical o más que su tesis sobre la generación de las desigualdades: “Ocupar masivamente los bancos, nacionalizarlos y confiscar las arrogantes riquezas robadas por los especuladores financieros”. Una extremista postura que lo lleva incluso a criticar la incapacidad de movimientos de la sociedad civil como el 15M en España u Occupy Wall Street en Estados Unidos. “Reconozco que son símbolos importantes y que han logrado la simpatía de la sociedad, pero todavía son insuficientes para quebrar la actual relación de fuerzas si no desembocan en una huelga general indefinida. Hay que darse cuenta de que en el orden mundial reina una violencia estructural que se debe combatir con una contraviolencia basada en la resistencia pacífica”.
La migración de los grandes fondos especulativos a los mercados de materias primas, principalmente de la agroalimentación, la cual creció exponencialmente en el trienio 2005-2008 como explica Ziegler en su último libro, “es el origen de esta crisis genocida porque han disparado el precio de los alimentos básicos”. A pesar de la ‘destrucción masiva’ conceptualizada por Ziegler, el diplomático exhibe su característico optimismo de luchador a contracorriente y asegura que esta situación creará la conciencia social necesaria para “multiplicar rápidamente las fisuras en el muro capitalista, que acabarán derrumbándolo y creando un nuevo orden mundial”.
La insurrección será por el hambre o no será
El primer paso, explica, es darse cuenta de que “los criminales financieros son el enemigo común de los europeos, de los africanos y del resto de la población que sufre de hambre y desempleo en el mundo. Unos oligarcas que monopolizan los beneficios y privatizan los servicios y recursos”. Para Ziegler, esta toma de conciencia será el advenimiento de una nueva forma de solidaridad internacional entre todos los pueblos, que posteriormente se transformará en un “frente de resistencia intercontinental”. Un convencimiento “total”, pero que se transforma en duda cuando se le pregunta por los riesgos y los pilares sobre los que se fundará este alzamiento popular. “Es un misterio, no puedo hablar de la revolución porque se trata de la libertad liberada en el hombre y los procesos revolucionarios son imposibles de prevenir porque tienen sus propias leyes y no son conocidas”.
Lo que sí tiene claro Ziegler es que la insurrección, como ha ocurrido en la mayoría de estos procesos a lo largo de la historia, se producirá por el hambre. “La hambruna ya es una realidad en las banlieues parisinas y el pueblo español también está sufriendo la pobreza, como el resto de Europa”. En este contexto, indica, la lucha de clases es “absolutamente inevitable porque las oligarquías capitalistas no serán capaces de reeditar el genocidio americano de los indios, ya que es imposible matar a todo un país como España y hacerle aceptar permanentemente las cadenas”.
“España no debería pagar su deuda porque es delictiva e ilegítima”
Las “cadenas” a las que retóricamente se refiere este diplomático de la ONU estarían impuestas por las políticas económicas de la austeridad, que califica como “absurdas y destructoras”. Los teóricos del neoliberalismo, añade, “nos han hecho creer que hoy en día la austeridad es la única política posible, pero sólo se aplica a la clase trabajadora y nunca a los banqueros. Estas políticas tienen un límite objetivo y no van a resolver los problemas”.
En contraposición a estas recetas neoliberales, Ziegler defiende unas políticas centradas en el crecimiento. Esta es la única esperanza que deposita en los representantes políticos, aunque matiza que de forma “extremadamente leve”. Sus protagonistas no podrían ser otros que François Hollande y Barack Obama. “Ambos deben formar una alianza por el crecimiento basada en la inversión pública, el incremento del salario mínimo, las prestaciones sociales, la búsqueda del pleno empleo y la lucha contra la desindustrialización”.
Para el vicepresidente del consejo consultivo de Derechos Humanos de la ONU estas políticas no son la solución final si no van acompañadas de un despertar de la sociedad civil y, sobre todo, del impago de la deuda. “Los dirigentes españoles deben hacer lo mismo que ha hecho Rafael Correa en Ecuador, es decir, negarse a pagar la deuda, cuya amortización ya es altísima, porque es odiosa e ilegítima. Esto es, se ha creado, en gran parte, por la delincuencia financiera y la corrupción política, sin materializarse en inversiones reales”.
Una perspectiva que lo lleva incluso a cometer el atrevimiento de recomendar a los españoles que objeten en la declaración de la renta al porcentaje del gasto dedicado a la deuda pública. Una campaña lanzada desde el 15M que califica de “necesaria, inteligente y eficaz”. Todos estos elementos en su conjunto, unidos a la inflación, podrán acabar con las “deudas injustas”.
Refundar la ONU para instaurar un nuevo orden mundial
La Organización de las Naciones Unidas debe tener un papel central en el futuro escenario mundial. Como explica Ziegler, la ONU se fundó con el objetivo principal de defender el interés general de los pueblos y promulgar los principios recogidos en la Carta de los Derechos Humanos. Sin embargo, “los mercenarios han pervertido su papel y destruido su credibilidad moral”. Entre ellos, no duda en señalar al exsecretario general Ban Ki-moon o al presidente del consejo de selección de los relatores, el hondureño Roberto Flores, “quien apoyó el golpe de Estado en su país en 2009”.
Para Ziegler, la refundación de esta organización pasa por imprimirle “mucha más democracia” eliminando el poder de veto de las naciones integrantes del Consejo de Seguridad, limpiándola de “golpistas” y eliminando las prebendas del FMI y el BM. El neoliberalismo delictivo, concluye el diplomático, “se cura con política”.
Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2012/05/23/el-vicepresidente-de-la-onu-que-quiere-ocupar-y-nacionalizar--la-banca-98503/
La dilatada trayectoria diplomática de este profesor emérito en la Universidad de Ginebra y comprometido analista internacional, que fue relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación durante ocho años, impide que le tiemble la voz a la hora de señalar con el dedo inquisidor a los ‘culpables’ de la crisis sistémica. “No puede ser que en un planeta con los recursos agroalimentarios suficientes para alimentar al doble de la población mundial actual, haya casi una quinta parte de sus habitantes sufriendo infraalimentación”. En su último libro Destrucción Masiva. Geopolítica del hambre (Península), que Ziegler presentó ayer en Madrid, pone sobre la mesa una serie de cuestiones molestas de las que otros diplomáticos ni siquiera se atreven a hablar en los pasillos de la ONU. Unas críticas irreverentes que ya ventiló en otros trabajos como El hambre en el mundo, Los nuevos amos del mundo y aquellos que se le resisten, El imperio de la vergüenza o El odio a Occidente.Su receta para revertir esta situación es, si cabe, tan radical o más que su tesis sobre la generación de las desigualdades: “Ocupar masivamente los bancos, nacionalizarlos y confiscar las arrogantes riquezas robadas por los especuladores financieros”. Una extremista postura que lo lleva incluso a criticar la incapacidad de movimientos de la sociedad civil como el 15M en España u Occupy Wall Street en Estados Unidos. “Reconozco que son símbolos importantes y que han logrado la simpatía de la sociedad, pero todavía son insuficientes para quebrar la actual relación de fuerzas si no desembocan en una huelga general indefinida. Hay que darse cuenta de que en el orden mundial reina una violencia estructural que se debe combatir con una contraviolencia basada en la resistencia pacífica”.
La migración de los grandes fondos especulativos a los mercados de materias primas, principalmente de la agroalimentación, la cual creció exponencialmente en el trienio 2005-2008 como explica Ziegler en su último libro, “es el origen de esta crisis genocida porque han disparado el precio de los alimentos básicos”. A pesar de la ‘destrucción masiva’ conceptualizada por Ziegler, el diplomático exhibe su característico optimismo de luchador a contracorriente y asegura que esta situación creará la conciencia social necesaria para “multiplicar rápidamente las fisuras en el muro capitalista, que acabarán derrumbándolo y creando un nuevo orden mundial”.
La insurrección será por el hambre o no será
El primer paso, explica, es darse cuenta de que “los criminales financieros son el enemigo común de los europeos, de los africanos y del resto de la población que sufre de hambre y desempleo en el mundo. Unos oligarcas que monopolizan los beneficios y privatizan los servicios y recursos”. Para Ziegler, esta toma de conciencia será el advenimiento de una nueva forma de solidaridad internacional entre todos los pueblos, que posteriormente se transformará en un “frente de resistencia intercontinental”. Un convencimiento “total”, pero que se transforma en duda cuando se le pregunta por los riesgos y los pilares sobre los que se fundará este alzamiento popular. “Es un misterio, no puedo hablar de la revolución porque se trata de la libertad liberada en el hombre y los procesos revolucionarios son imposibles de prevenir porque tienen sus propias leyes y no son conocidas”.
Lo que sí tiene claro Ziegler es que la insurrección, como ha ocurrido en la mayoría de estos procesos a lo largo de la historia, se producirá por el hambre. “La hambruna ya es una realidad en las banlieues parisinas y el pueblo español también está sufriendo la pobreza, como el resto de Europa”. En este contexto, indica, la lucha de clases es “absolutamente inevitable porque las oligarquías capitalistas no serán capaces de reeditar el genocidio americano de los indios, ya que es imposible matar a todo un país como España y hacerle aceptar permanentemente las cadenas”.
“España no debería pagar su deuda porque es delictiva e ilegítima”
Las “cadenas” a las que retóricamente se refiere este diplomático de la ONU estarían impuestas por las políticas económicas de la austeridad, que califica como “absurdas y destructoras”. Los teóricos del neoliberalismo, añade, “nos han hecho creer que hoy en día la austeridad es la única política posible, pero sólo se aplica a la clase trabajadora y nunca a los banqueros. Estas políticas tienen un límite objetivo y no van a resolver los problemas”.
En contraposición a estas recetas neoliberales, Ziegler defiende unas políticas centradas en el crecimiento. Esta es la única esperanza que deposita en los representantes políticos, aunque matiza que de forma “extremadamente leve”. Sus protagonistas no podrían ser otros que François Hollande y Barack Obama. “Ambos deben formar una alianza por el crecimiento basada en la inversión pública, el incremento del salario mínimo, las prestaciones sociales, la búsqueda del pleno empleo y la lucha contra la desindustrialización”.
Para el vicepresidente del consejo consultivo de Derechos Humanos de la ONU estas políticas no son la solución final si no van acompañadas de un despertar de la sociedad civil y, sobre todo, del impago de la deuda. “Los dirigentes españoles deben hacer lo mismo que ha hecho Rafael Correa en Ecuador, es decir, negarse a pagar la deuda, cuya amortización ya es altísima, porque es odiosa e ilegítima. Esto es, se ha creado, en gran parte, por la delincuencia financiera y la corrupción política, sin materializarse en inversiones reales”.
Una perspectiva que lo lleva incluso a cometer el atrevimiento de recomendar a los españoles que objeten en la declaración de la renta al porcentaje del gasto dedicado a la deuda pública. Una campaña lanzada desde el 15M que califica de “necesaria, inteligente y eficaz”. Todos estos elementos en su conjunto, unidos a la inflación, podrán acabar con las “deudas injustas”.
Refundar la ONU para instaurar un nuevo orden mundial
La Organización de las Naciones Unidas debe tener un papel central en el futuro escenario mundial. Como explica Ziegler, la ONU se fundó con el objetivo principal de defender el interés general de los pueblos y promulgar los principios recogidos en la Carta de los Derechos Humanos. Sin embargo, “los mercenarios han pervertido su papel y destruido su credibilidad moral”. Entre ellos, no duda en señalar al exsecretario general Ban Ki-moon o al presidente del consejo de selección de los relatores, el hondureño Roberto Flores, “quien apoyó el golpe de Estado en su país en 2009”.
Para Ziegler, la refundación de esta organización pasa por imprimirle “mucha más democracia” eliminando el poder de veto de las naciones integrantes del Consejo de Seguridad, limpiándola de “golpistas” y eliminando las prebendas del FMI y el BM. El neoliberalismo delictivo, concluye el diplomático, “se cura con política”.
Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2012/05/23/el-vicepresidente-de-la-onu-que-quiere-ocupar-y-nacionalizar--la-banca-98503/
lunes, 21 de mayo de 2012
Recortes, crecimiento, Syriza
Como a menudo sucede, la lógica argumental del sistema nos obliga a elegir entre dos opciones que no pueden ser las nuestras. Si la primera --hablo del principal debate que se revela hoy en los países que tienen el euro como moneda-- señala que no queda más remedio que asumir recortes dramáticos del gasto público, la segunda entiende que lo anterior es un error y que esos recortes deben limarse para permitir que las economías recuperen la senda del crecimiento. Mientras la señora Merkel abrazaría la primera posición, el recién elegido presidente francés, Hollande, postularía la segunda. Entrampados como estamos entre esas dos opciones, pareciera como si no hubiese ningún horizonte diferente.
Está claro por qué hay que rechazar la primera de las perspectivas anotadas. Los recortes mencionados obedecen al evidente propósito de hacer que paguen justos por pecadores. Y es que en la esencia del juego de hoy lo que se asoma es una formidable estafa: quienes, a través de prácticas lamentables, han provocado un aumento espectacular de la deuda privada han recibido sumas ingentes de recursos públicos para sanear sus instituciones financieras. El efecto ha sido doble: mientras, por un lado, con el dinero de todos --y de la mano de un engrosamiento notable, de resultas, de la deuda pública-- se han saneado inmorales empresas privadas, por el otro estas últimas, gracias a los recursos recibidos, han impuesto reglas del juego de obligado cumplimiento, traducidas en retrocesos significativos en el gasto público en sanidad, educación y pensiones.
Acaso no es tan evidente, en cambio, por qué hay que poner mala cara ante la segunda opción que nos ocupa. Nadie negará que parte de una premisa fundamentada: la política de recortes, sobre el papel encaminada a permitir que la crisis quede atrás, traba poderosamente cualquier recuperación económica y, como tal, prima con descaro los intereses privados y nos emplaza ante una recesión prolongada. No faltan, sin embargo, los problemas en esta segunda opción. Si así se quiere, son fundamentalmente tres. El primero es que la perspectiva que nos ocupa, aberrantemente cortoplacista, sólo parece interesarse por la crisis financiera y deja en el olvido las otras crisis que están en la trastienda. En ese sentido prefiere esquivar la conclusión de que el crecimiento económico no es esa panacea resolutora de todos los males que retrata el discurso oficial: poco o nada tiene que ver con la cohesión social, mantiene una nebulosa relación con la creación de empleo, propicia el despliegue de formidables agresiones medioambientales, facilita el agotamiento de recursos escasos, se asienta a menudo en el expolio de la riqueza humana y material de los países del Sur, y, en suma, apuntala un genuino modo de vida esclavo que nos invita a confundir sin más consumo y bienestar.
Hora es ésta de mencionar un segund o problema en la percepción que hace de la recuperación del crecimiento el objetivo fundamental. Da por supuesto que si el PIB vuelve a crecer se resolverán mágicamente la mayoría de los ingentes problemas sociales en los que estamos inmersos. Nos topamos aquí con una superstición más. Si la economía española era 100 en 2007, antes del estallido de la crisis financiera, hoy se emplaza en un 97. Con estas dos cifras en la mano, no parece que el deterioro sea tan notable como se nos sugiere. Lo que debiera preocuparnos no es el retroceso de tres puntos en la riqueza general, sino, antes bien, la distribución, cada vez más desigual, de esa riqueza. Y, sin embargo, esta dimensión queda en un segundo plano, absorbida por la intuición de que los problemas de los de abajo se diluirán en la nada si el crecimiento económico reaparece. Nada más lejos de la realidad. Hay que afirmar con rotundidad, antes bien, que en un escenario en el que en el Norte opulento hemos dejado muy atrás las posibilidades medioambientales y de recursos que la Tierra nos ofrece, podremos vivir mejor con 80 --no con 120, con 100 o con 97-- si somos capaces de reorganizar nuestras sociedades y de redistribuir la riqueza. Salir del capitalismo se impone al respecto, claro, como urgencia.
Dejemos constancia, en fin, del tercer problema que acosa a la propuesta que parece abrazar el nuevo presidente francés y, con él, el conjunto de la socialdemocracia, declarada o encubierta. Me refiero a la ilusión óptica de que podemos, sin más, regresar a la aparente bonanza anterior a 2007. Esta pretensión ignora palmariamente que lo que hoy arrastramos no es sino una consecuencia lineal de lo que teníamos entonces. Se nutre, por lo demás, de la conclusión de que el papel de la izquierda progresista debe estribar en obligar al capital a reconstruir la regulación que ha ido tirando por la borda en los últimos decenios. En tal sentido sigue sin concebir otro horizonte que el del capitalismo y defiende sin cautelas una institución, los Estados del bienestar, que, junto a sus innegables virtudes, se muestra inseparable de la lógica de fondo de aquél, se asienta de siempre en fraudulentos pactos sociales, reclama por necesidad la lógica seudodemocrática de la representación, ratifica una economía de cuidados que castiga indeleblemente a las mujeres, ninguna solidaridad preconiza en lo que se refiere a los países del Sur y, en fin, parece difícilmente sostenible en el terreno ecológico. Qué llamativo es que en el discurso de la izquierda progresista, obsesionada en estas horas con el crecimiento y desentendida de la distribución --véase, si no, la patética propuesta cotidiana de Alfredo Pérez Rubalcaba--, falten siempre las palabras autogestión y socialización , no se aprecie ningún guiño encaminado a la creación de espacios de autonomía con respecto a la lógica del capital y la contestación del orden de la propiedad existente brille, en suma, por su ausencia. En semejantes condiciones, la apuesta consiguiente apunta a resolver algunos problemas de corto plazo a costa de agudizar de forma preocupante todos los demás.
La afirmación de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, tan común en los últimos tiempos, tiene un significado diferente si antes se ha enunciado una crítica cabal de la miseria en la que estamos inmersos o si, por el contrario, semejante crítica no se ha abierto camino. Mientras en el primer caso remite a una realidad reconocible --es verdad que en el Norte opulento hemos vivido por encima de lo que el planeta y la equidad nos permiten--, en el segundo se traduce en una genuina estafa moral: quien ha vivido por encima de sus posibilidades es el señor Botín. La disputa correspondiente tiene algún eco en otra que se refiere a la idoneidad del término austeridad para describir nuestras opciones. Una cosa es que rechacemos --no puede ser de otra manera-- las políticas de austeridad que se nos imponen al servicio de los intereses del capital, y otra que no nos percatemos de la necesidad de asumir, quienes podamos, en nuestra vida cotidiana y en nuestras respuestas colectivas, fórmulas de sobriedad y de sencillez voluntarias.
Bueno sería que de todo lo anterior tomasen nota los amigos de Syriza en Grecia. No deseo ignorar en modo alguno que la coalición de izquierda radical griega ha hecho suyas propuestas programáticas muy sugerentes. Mucho me temo, sin embargo, que si, además de seguir blandiendo el fetiche del euro, Syriza asume de buen grado la perspectiva hollandiana de encaramiento de la crisis, la del crecimiento, la conclusión estará servida: bien podemos hallarnos ante el enésimo retoño de una miseria, la socialdemócrata, que se niega a abandonarnos.
Carlos Taibo.
Está claro por qué hay que rechazar la primera de las perspectivas anotadas. Los recortes mencionados obedecen al evidente propósito de hacer que paguen justos por pecadores. Y es que en la esencia del juego de hoy lo que se asoma es una formidable estafa: quienes, a través de prácticas lamentables, han provocado un aumento espectacular de la deuda privada han recibido sumas ingentes de recursos públicos para sanear sus instituciones financieras. El efecto ha sido doble: mientras, por un lado, con el dinero de todos --y de la mano de un engrosamiento notable, de resultas, de la deuda pública-- se han saneado inmorales empresas privadas, por el otro estas últimas, gracias a los recursos recibidos, han impuesto reglas del juego de obligado cumplimiento, traducidas en retrocesos significativos en el gasto público en sanidad, educación y pensiones.
Acaso no es tan evidente, en cambio, por qué hay que poner mala cara ante la segunda opción que nos ocupa. Nadie negará que parte de una premisa fundamentada: la política de recortes, sobre el papel encaminada a permitir que la crisis quede atrás, traba poderosamente cualquier recuperación económica y, como tal, prima con descaro los intereses privados y nos emplaza ante una recesión prolongada. No faltan, sin embargo, los problemas en esta segunda opción. Si así se quiere, son fundamentalmente tres. El primero es que la perspectiva que nos ocupa, aberrantemente cortoplacista, sólo parece interesarse por la crisis financiera y deja en el olvido las otras crisis que están en la trastienda. En ese sentido prefiere esquivar la conclusión de que el crecimiento económico no es esa panacea resolutora de todos los males que retrata el discurso oficial: poco o nada tiene que ver con la cohesión social, mantiene una nebulosa relación con la creación de empleo, propicia el despliegue de formidables agresiones medioambientales, facilita el agotamiento de recursos escasos, se asienta a menudo en el expolio de la riqueza humana y material de los países del Sur, y, en suma, apuntala un genuino modo de vida esclavo que nos invita a confundir sin más consumo y bienestar.
Hora es ésta de mencionar un segund o problema en la percepción que hace de la recuperación del crecimiento el objetivo fundamental. Da por supuesto que si el PIB vuelve a crecer se resolverán mágicamente la mayoría de los ingentes problemas sociales en los que estamos inmersos. Nos topamos aquí con una superstición más. Si la economía española era 100 en 2007, antes del estallido de la crisis financiera, hoy se emplaza en un 97. Con estas dos cifras en la mano, no parece que el deterioro sea tan notable como se nos sugiere. Lo que debiera preocuparnos no es el retroceso de tres puntos en la riqueza general, sino, antes bien, la distribución, cada vez más desigual, de esa riqueza. Y, sin embargo, esta dimensión queda en un segundo plano, absorbida por la intuición de que los problemas de los de abajo se diluirán en la nada si el crecimiento económico reaparece. Nada más lejos de la realidad. Hay que afirmar con rotundidad, antes bien, que en un escenario en el que en el Norte opulento hemos dejado muy atrás las posibilidades medioambientales y de recursos que la Tierra nos ofrece, podremos vivir mejor con 80 --no con 120, con 100 o con 97-- si somos capaces de reorganizar nuestras sociedades y de redistribuir la riqueza. Salir del capitalismo se impone al respecto, claro, como urgencia.
Dejemos constancia, en fin, del tercer problema que acosa a la propuesta que parece abrazar el nuevo presidente francés y, con él, el conjunto de la socialdemocracia, declarada o encubierta. Me refiero a la ilusión óptica de que podemos, sin más, regresar a la aparente bonanza anterior a 2007. Esta pretensión ignora palmariamente que lo que hoy arrastramos no es sino una consecuencia lineal de lo que teníamos entonces. Se nutre, por lo demás, de la conclusión de que el papel de la izquierda progresista debe estribar en obligar al capital a reconstruir la regulación que ha ido tirando por la borda en los últimos decenios. En tal sentido sigue sin concebir otro horizonte que el del capitalismo y defiende sin cautelas una institución, los Estados del bienestar, que, junto a sus innegables virtudes, se muestra inseparable de la lógica de fondo de aquél, se asienta de siempre en fraudulentos pactos sociales, reclama por necesidad la lógica seudodemocrática de la representación, ratifica una economía de cuidados que castiga indeleblemente a las mujeres, ninguna solidaridad preconiza en lo que se refiere a los países del Sur y, en fin, parece difícilmente sostenible en el terreno ecológico. Qué llamativo es que en el discurso de la izquierda progresista, obsesionada en estas horas con el crecimiento y desentendida de la distribución --véase, si no, la patética propuesta cotidiana de Alfredo Pérez Rubalcaba--, falten siempre las palabras autogestión y socialización , no se aprecie ningún guiño encaminado a la creación de espacios de autonomía con respecto a la lógica del capital y la contestación del orden de la propiedad existente brille, en suma, por su ausencia. En semejantes condiciones, la apuesta consiguiente apunta a resolver algunos problemas de corto plazo a costa de agudizar de forma preocupante todos los demás.
La afirmación de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, tan común en los últimos tiempos, tiene un significado diferente si antes se ha enunciado una crítica cabal de la miseria en la que estamos inmersos o si, por el contrario, semejante crítica no se ha abierto camino. Mientras en el primer caso remite a una realidad reconocible --es verdad que en el Norte opulento hemos vivido por encima de lo que el planeta y la equidad nos permiten--, en el segundo se traduce en una genuina estafa moral: quien ha vivido por encima de sus posibilidades es el señor Botín. La disputa correspondiente tiene algún eco en otra que se refiere a la idoneidad del término austeridad para describir nuestras opciones. Una cosa es que rechacemos --no puede ser de otra manera-- las políticas de austeridad que se nos imponen al servicio de los intereses del capital, y otra que no nos percatemos de la necesidad de asumir, quienes podamos, en nuestra vida cotidiana y en nuestras respuestas colectivas, fórmulas de sobriedad y de sencillez voluntarias.
Bueno sería que de todo lo anterior tomasen nota los amigos de Syriza en Grecia. No deseo ignorar en modo alguno que la coalición de izquierda radical griega ha hecho suyas propuestas programáticas muy sugerentes. Mucho me temo, sin embargo, que si, además de seguir blandiendo el fetiche del euro, Syriza asume de buen grado la perspectiva hollandiana de encaramiento de la crisis, la del crecimiento, la conclusión estará servida: bien podemos hallarnos ante el enésimo retoño de una miseria, la socialdemócrata, que se niega a abandonarnos.
Carlos Taibo.
domingo, 20 de mayo de 2012
Tony Judt, al no poder escribir, dictó su último libro sobre el siglo XX
Enfermo de ELA, el historiador británico condensó su biografía y su testamento intelectual en un libro escrito a partir de un diálogo con su colega Timothy Snyder
Entre el invierno y el verano de 2009, cada jueves, el historiador Timothy Snyder tenía la misma cita. Un tren y un metro le trasladaban hasta la casa neoyorquina de Tony Judt. En el vestíbulo le aguardaba el historiador británico, que en los primeros encuentros todavía le recibía de pie aunque era incapaz de abrirle la puerta. La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) ya campaba a sus anchas por el organismo del ensayista aunque respetaba un reducto sagrado: la mente. Snyder había concebido una idea genial para burlar la enfermedad y prolongar la vida intelectual de su colega durante un tiempo: escribir un libro hablado. A partir de las conversaciones de los jueves de 2009, en las que ambos colegas dialogaron sobre historia, pensamiento y vivencias personales, se ha tejido Pensar el siglo XX (Taurus), el libro póstumo de Tony Judt, que falleció en agosto de 2010. En el epílogo, Judt confiesa su escepticismo ante la oferta. Hacía tres meses que le habían diagnosticado la enfermedad. Tenía un libro en mente y también la certeza de que la investigación para culminarlo estaba fuera de su alcance. “Mi enfermedad neuronal no iba a desaparecer y si quería seguir trabajando como historiador, necesitaba aprender a hablar mis pensamientos: la ELA no afecta a la mente y en general no es dolorosa, de modo que uno es libre de pensar”. Antes que él, Snyder había visto el camino: “El día que me di cuenta de que ya no iba a poder usar sus manos le propuse que escribiéramos un libro juntos”. Familiarizado con los ensayos construidos a partir de conversaciones —de larga tradición en la historia de Europa del Este en la que está especializado el profesor de Yale—, Snyder recuerda con ambivalencia el proceso: la tristeza ante el deterioro físico irreversible de su colega y la satisfacción de construir algo juntos, entre dos de los grandes historiadores contemporáneos. “Él podía concentrarse en lo que tenía, que era una incomparable mente llena de ideas y recuerdos. Pensamos y nos reímos juntos y a veces nos provocamos, pero lo más importante es que este libro destaca el valor de la lectura, la conversación y el respeto mutuo”, explica Snyder por correo electrónico.
El resultado ha sido un peculiar ensayo que hibrida tres almas: la biografía de Judt, la historia del siglo XX y el tratado sobre las ideas. Todas las mentes que, para bien o para mal, condicionaron la vida y el pensamiento de la pasada centuria desfilan por la obra. El duelo económico entre Keynes y Hayek, Freud y la efervescente Viena de fin de siglo, los fascismos, la aniquilación judía y la banalidad del mal de Hannah Arendt, la expansión del marxismo y la decepción que se escapaba del telón de acero hasta que lo tumbó en 1989, la mala noche de sexo (y, relacionada o no, su ruptura ideológica) entre Arthur Koestler y Simone de Beauvoir, el mayo del 68...
Tony Judt también estaba allí y su recuerdo está teñido de desconfianza, aunque nadie mejor que un inglés para dar lecciones de revoluciones descafeinadas, a la vista de la deliciosa anécdota de sus tiempos de Cambridge.Tras correr e increpar al ministro de Defensa, Denis Healey, por la guerra de Vietnam, un policía inquirió a Judt:
—¿Qué tal ha ido la manifestación, señor? “Y yo, sin encontrar nada de extraño o absurdo en la conversación, me volví y le respondí: Yo creo que ha ido bastante bien, ¿no? Y continuamos nuestro camino. Esa no era forma de hacer una revolución”.
Judt tuvo más éxito con la historia que con las revueltas políticas. Las mil páginas de Postguerra le auparon entre los grandes. Acaso uno de los secretos de su solidez intelectual radique en su vocación política y su precoz inmersión en acontecimientos y corrientes que delinearon el mapa ideológico del pasado reciente. “Nunca hemos perdido del todo la sensación de que no se puede entender por completo el siglo XX si en algún momento no compartiste sus ilusiones, y la ilusión comunista en particular”, defiende en el libro. Y él pasó por varias de sus fiebres antes de ser definido por Snyder como “un rebelde de la izquierda, pero no un rebelde contra la izquierda”.
Judt llegó al marxismo a la edad en la que otros a duras penas traspasan el umbral de la adolescencia —su padre le regaló los tres tomos de la biografía de Trostky a los 13 años-, no mucho más tarde se convirtió en un sionista practicante que coqueteó con la idea de establecerse en un kibutz socialista en Israel recogiendo plátanos. “Me introduje en los círculos, aprendí el idioma en ambos sentidos, literal y políticamente. Yo era uno de ellos… Estar dentro significaba mirar con desdén a los no creyentes, ignorantes, incultos”. Quizás abrazó el sionismo porque no le habían educado como judío: su madre se erguía para escuchar los discursos de la reina y asistió horrorizada al sarampión fanático de su hijo, que había crecido sintiendo que su casa era un idioma —el inglés— antes que un país —Inglaterra—. Pasar por el sionismo le dio toda la fuerza moral para decir lo que pensaba años después: “En los próximos años Israel va a devaluar, socavar y destruir el significado y la utilidad del Holocausto, reduciéndolo a lo que mucha gente ya dice que es: la excusa para su mal comportamiento”.
A quienes le reprochaban su posición asertiva, replicaba: “Un historiador sin opiniones no es muy interesante, y sería muy extraño que el autor de un libro sobre su propio tiempo careciera de una visión intrusiva de la gente y las ideas que lo protagonizaron”. El sionismo fue su manera de rebelarse contra su condición de inglés de segunda fila —hijo de emigrantes judíos del Este, de clase media-baja—. Solo la sensatez de sus padres impidió su deserción académica y posibilitó que, en los sesenta, Judt se convirtiese en uno de los advenedizos que accedía a Cambridge, que por vez primera abría las puertas a estudiantes con familias que carecían de títulos universitarios, e incluso de secundaria. En estos tiempos de marcha atrás es útil recorrer su biografía para apreciar la magnitud de su éxito, para tener presente que antes de ser profesor en las universidades de Cambrigde, Berkeley, Oxford y Nueva York, fue un prototipo de chico de clase baja al que le dieron una oportunidad.
Entre el invierno y el verano de 2009, cada jueves, el historiador Timothy Snyder tenía la misma cita. Un tren y un metro le trasladaban hasta la casa neoyorquina de Tony Judt. En el vestíbulo le aguardaba el historiador británico, que en los primeros encuentros todavía le recibía de pie aunque era incapaz de abrirle la puerta. La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) ya campaba a sus anchas por el organismo del ensayista aunque respetaba un reducto sagrado: la mente. Snyder había concebido una idea genial para burlar la enfermedad y prolongar la vida intelectual de su colega durante un tiempo: escribir un libro hablado. A partir de las conversaciones de los jueves de 2009, en las que ambos colegas dialogaron sobre historia, pensamiento y vivencias personales, se ha tejido Pensar el siglo XX (Taurus), el libro póstumo de Tony Judt, que falleció en agosto de 2010. En el epílogo, Judt confiesa su escepticismo ante la oferta. Hacía tres meses que le habían diagnosticado la enfermedad. Tenía un libro en mente y también la certeza de que la investigación para culminarlo estaba fuera de su alcance. “Mi enfermedad neuronal no iba a desaparecer y si quería seguir trabajando como historiador, necesitaba aprender a hablar mis pensamientos: la ELA no afecta a la mente y en general no es dolorosa, de modo que uno es libre de pensar”. Antes que él, Snyder había visto el camino: “El día que me di cuenta de que ya no iba a poder usar sus manos le propuse que escribiéramos un libro juntos”. Familiarizado con los ensayos construidos a partir de conversaciones —de larga tradición en la historia de Europa del Este en la que está especializado el profesor de Yale—, Snyder recuerda con ambivalencia el proceso: la tristeza ante el deterioro físico irreversible de su colega y la satisfacción de construir algo juntos, entre dos de los grandes historiadores contemporáneos. “Él podía concentrarse en lo que tenía, que era una incomparable mente llena de ideas y recuerdos. Pensamos y nos reímos juntos y a veces nos provocamos, pero lo más importante es que este libro destaca el valor de la lectura, la conversación y el respeto mutuo”, explica Snyder por correo electrónico.
El resultado ha sido un peculiar ensayo que hibrida tres almas: la biografía de Judt, la historia del siglo XX y el tratado sobre las ideas. Todas las mentes que, para bien o para mal, condicionaron la vida y el pensamiento de la pasada centuria desfilan por la obra. El duelo económico entre Keynes y Hayek, Freud y la efervescente Viena de fin de siglo, los fascismos, la aniquilación judía y la banalidad del mal de Hannah Arendt, la expansión del marxismo y la decepción que se escapaba del telón de acero hasta que lo tumbó en 1989, la mala noche de sexo (y, relacionada o no, su ruptura ideológica) entre Arthur Koestler y Simone de Beauvoir, el mayo del 68...
Tony Judt también estaba allí y su recuerdo está teñido de desconfianza, aunque nadie mejor que un inglés para dar lecciones de revoluciones descafeinadas, a la vista de la deliciosa anécdota de sus tiempos de Cambridge.Tras correr e increpar al ministro de Defensa, Denis Healey, por la guerra de Vietnam, un policía inquirió a Judt:
—¿Qué tal ha ido la manifestación, señor? “Y yo, sin encontrar nada de extraño o absurdo en la conversación, me volví y le respondí: Yo creo que ha ido bastante bien, ¿no? Y continuamos nuestro camino. Esa no era forma de hacer una revolución”.
Judt tuvo más éxito con la historia que con las revueltas políticas. Las mil páginas de Postguerra le auparon entre los grandes. Acaso uno de los secretos de su solidez intelectual radique en su vocación política y su precoz inmersión en acontecimientos y corrientes que delinearon el mapa ideológico del pasado reciente. “Nunca hemos perdido del todo la sensación de que no se puede entender por completo el siglo XX si en algún momento no compartiste sus ilusiones, y la ilusión comunista en particular”, defiende en el libro. Y él pasó por varias de sus fiebres antes de ser definido por Snyder como “un rebelde de la izquierda, pero no un rebelde contra la izquierda”.
Judt llegó al marxismo a la edad en la que otros a duras penas traspasan el umbral de la adolescencia —su padre le regaló los tres tomos de la biografía de Trostky a los 13 años-, no mucho más tarde se convirtió en un sionista practicante que coqueteó con la idea de establecerse en un kibutz socialista en Israel recogiendo plátanos. “Me introduje en los círculos, aprendí el idioma en ambos sentidos, literal y políticamente. Yo era uno de ellos… Estar dentro significaba mirar con desdén a los no creyentes, ignorantes, incultos”. Quizás abrazó el sionismo porque no le habían educado como judío: su madre se erguía para escuchar los discursos de la reina y asistió horrorizada al sarampión fanático de su hijo, que había crecido sintiendo que su casa era un idioma —el inglés— antes que un país —Inglaterra—. Pasar por el sionismo le dio toda la fuerza moral para decir lo que pensaba años después: “En los próximos años Israel va a devaluar, socavar y destruir el significado y la utilidad del Holocausto, reduciéndolo a lo que mucha gente ya dice que es: la excusa para su mal comportamiento”.
A quienes le reprochaban su posición asertiva, replicaba: “Un historiador sin opiniones no es muy interesante, y sería muy extraño que el autor de un libro sobre su propio tiempo careciera de una visión intrusiva de la gente y las ideas que lo protagonizaron”. El sionismo fue su manera de rebelarse contra su condición de inglés de segunda fila —hijo de emigrantes judíos del Este, de clase media-baja—. Solo la sensatez de sus padres impidió su deserción académica y posibilitó que, en los sesenta, Judt se convirtiese en uno de los advenedizos que accedía a Cambridge, que por vez primera abría las puertas a estudiantes con familias que carecían de títulos universitarios, e incluso de secundaria. En estos tiempos de marcha atrás es útil recorrer su biografía para apreciar la magnitud de su éxito, para tener presente que antes de ser profesor en las universidades de Cambrigde, Berkeley, Oxford y Nueva York, fue un prototipo de chico de clase baja al que le dieron una oportunidad.
Carlos Jiménez Villarejo en la Universitat de Barcelona. Entre la crisis social y el deterioro democrático
En el Campus de Ciencias de la Salud de Bellvitge de la Universidad de Barcelona venimos realizando acciones reivindicativas desde el pasado 15 de marzo. Lo hacemos porque estamos hartos de que unos pocos decidan sobre nuestras vidas. Y es en este marco que invitamos a Carlos Jiménez Villarejo que fue fiscal anticorrupción, cargo del que fue cesado por el Gobierno del PP. Un hombre que siempre fue y siempre es defensor de la democracia y las libertades y los derechos humanos.
No nos van a engañar más: las Administraciones Públicas han sido conquistadas por personas con una escala de valores en la que los beneficios individuales están por encima de los derechos sociales. Sólo así se puede entender que decidan, de manera unilateral, que derechos fundamentales amparados por nuestra Constitución, tales como la sanidad y la educación, sean vulnerados.
Estas personas están cercenando derechos mientras no muestran ninguna voluntad política para aplicar, por ejemplo, una reforma fiscal para tener un sistema de impuestos que realice una redistribución de la riqueza más justa. Y al no hacer esta reforma vulneran, a la vez, otro artículo Constitucional, el 31, donde explicita que todos contribuiremos al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con nuestra capacidad económica, es decir, que grave más a los sectores pudientes y menos a los sectores populares.
Tampoco hay ningún tipo de voluntad por parte de los poderes políticos de desmantelar lo que sí habría que desmantelar, los paraísos fiscales, refugio de los delitos cometidos en el mundo. Tampoco se ve voluntad alguna para crear lo que viene reclamando ATTAC hace mucho, la creación de una tasa a las transacciones financieras internacionales, la tasa Tobin, que supondría el cobro de un 1% sobre las transacciones, con lo que se cobraría 600.000.000 €. Ni quieren que el IVA sobre productos de lujo crezca del 18% al 25%. Ni quieren que las SICAV (sociedades de capital variable) pasen de tributar del 1% al 5%.
Pero estas personas, que son pocas pero muy poderosas, sí que permitieron, por ejemplo, que César Alierta cobrase 10 millones de euros en el 2011, dinero con el que se resolverían los problemas de cualquier universidad pública.
A toda esta catástrofe se suma el atropello a otros derechos fundamentales con la anunciada reforma del código penal que pretende, por ejemplo, tipificar como delito la resistencia pasiva. Un anticipo de esta desproporcionalidad son las medidas que se tomaron con tres estudiantes de nuestra Universidad: estuvieron 33 días en prisión preventiva desde el día de la última huelga general. En el ámbito de la justicia, como en el económico, hay un uso sesgado de las leyes. Basta con recordar el caso Palau para comprobar la injusticia: en este caso se tomaron unas medidas cautelares inimaginables de lo leves que fueron. ¿Quién está poniendo en peligro los cimientos del Estado democrático, estos estudiantes de la Universidad o Mario Draghi que antes de ser Presidente del BCE fue Vicepresidente de Goldman Sachs, uno de los bancos responsables de la crisis financiera, y que como dice Carlos Jiménez Villarejo en otro sitio, se le podría calificar -le calificamos, vaya- de persona peligrosa para la economía mundial?
Todos esto demuestra el poder arrollador del evangelio de los mercados financieros, ni siquiera el fascismo consiguió lo que el capitalismo está logrando sin militares, conducir a la mínima expresión el Estado y la democracia. Ahora la coartada no es una dictadura, una Junta Militar, ahora el pretexto es la crisis. Tesis que también ha demostrado Naomi Klein en La Doctrina del Shock, antes los shocks económicos que empobrecían a millones de personas necesitaban de una epidemia de torturas que castigaban a los que creían en una sociedad distinta. Pero actualmente nos encontramos ante un terrorismo económico devastador que tiene la deuda como arma, no las dictaduras. No nos van a engañar más: lo que intentan es que la clase media asuma todos los gastos y se vuelva indigente apropiándose de la riqueza nacional para que pase a menos manos.
La situación es mala, pero podría empeorar aún más, por eso necesitamos acciones como la del 15 M. Este colectivo presentó una denuncia a la Fiscalía de Catalunya el pasado 21 de marzo, denunciaban que con la aplicación de los recortes en sanidad se está legislando en contra de una garantía constitucional. Presuntos delitos que apuntan a la responsabilidad de altos cargos de la Generalitat de Catalunya, hechos que han provocado el deterioro del sistema sanitario público catalán en beneficio del sector sanitario privado en el que tienen y han ocupado altos puestos. El día 15 de mayo nos enterábamos de que la Fiscalía daba un portazo a la denuncia, pero hay derrotas que tienen más dignidad que la misma victoria, y por eso se sigue luchando, con independencia de este resultado.
El mundo no va camino de ser feliz, estamos ante un capitalismo fundamentalista, friedmanista, que no tiene ni compasión. Por eso hemos de plantar cara al miedo, como Carlos Jiménez Villarejo, un hombre valiente que practica la valentía, porque parafraseando a Machado se es bueno cuando se es valiente. Gema Sanz Botey.
Ver conferencia en vídeo: http://vimeo.com/41976225
No nos van a engañar más: las Administraciones Públicas han sido conquistadas por personas con una escala de valores en la que los beneficios individuales están por encima de los derechos sociales. Sólo así se puede entender que decidan, de manera unilateral, que derechos fundamentales amparados por nuestra Constitución, tales como la sanidad y la educación, sean vulnerados.
Estas personas están cercenando derechos mientras no muestran ninguna voluntad política para aplicar, por ejemplo, una reforma fiscal para tener un sistema de impuestos que realice una redistribución de la riqueza más justa. Y al no hacer esta reforma vulneran, a la vez, otro artículo Constitucional, el 31, donde explicita que todos contribuiremos al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con nuestra capacidad económica, es decir, que grave más a los sectores pudientes y menos a los sectores populares.
Tampoco hay ningún tipo de voluntad por parte de los poderes políticos de desmantelar lo que sí habría que desmantelar, los paraísos fiscales, refugio de los delitos cometidos en el mundo. Tampoco se ve voluntad alguna para crear lo que viene reclamando ATTAC hace mucho, la creación de una tasa a las transacciones financieras internacionales, la tasa Tobin, que supondría el cobro de un 1% sobre las transacciones, con lo que se cobraría 600.000.000 €. Ni quieren que el IVA sobre productos de lujo crezca del 18% al 25%. Ni quieren que las SICAV (sociedades de capital variable) pasen de tributar del 1% al 5%.
Pero estas personas, que son pocas pero muy poderosas, sí que permitieron, por ejemplo, que César Alierta cobrase 10 millones de euros en el 2011, dinero con el que se resolverían los problemas de cualquier universidad pública.
A toda esta catástrofe se suma el atropello a otros derechos fundamentales con la anunciada reforma del código penal que pretende, por ejemplo, tipificar como delito la resistencia pasiva. Un anticipo de esta desproporcionalidad son las medidas que se tomaron con tres estudiantes de nuestra Universidad: estuvieron 33 días en prisión preventiva desde el día de la última huelga general. En el ámbito de la justicia, como en el económico, hay un uso sesgado de las leyes. Basta con recordar el caso Palau para comprobar la injusticia: en este caso se tomaron unas medidas cautelares inimaginables de lo leves que fueron. ¿Quién está poniendo en peligro los cimientos del Estado democrático, estos estudiantes de la Universidad o Mario Draghi que antes de ser Presidente del BCE fue Vicepresidente de Goldman Sachs, uno de los bancos responsables de la crisis financiera, y que como dice Carlos Jiménez Villarejo en otro sitio, se le podría calificar -le calificamos, vaya- de persona peligrosa para la economía mundial?
Todos esto demuestra el poder arrollador del evangelio de los mercados financieros, ni siquiera el fascismo consiguió lo que el capitalismo está logrando sin militares, conducir a la mínima expresión el Estado y la democracia. Ahora la coartada no es una dictadura, una Junta Militar, ahora el pretexto es la crisis. Tesis que también ha demostrado Naomi Klein en La Doctrina del Shock, antes los shocks económicos que empobrecían a millones de personas necesitaban de una epidemia de torturas que castigaban a los que creían en una sociedad distinta. Pero actualmente nos encontramos ante un terrorismo económico devastador que tiene la deuda como arma, no las dictaduras. No nos van a engañar más: lo que intentan es que la clase media asuma todos los gastos y se vuelva indigente apropiándose de la riqueza nacional para que pase a menos manos.
La situación es mala, pero podría empeorar aún más, por eso necesitamos acciones como la del 15 M. Este colectivo presentó una denuncia a la Fiscalía de Catalunya el pasado 21 de marzo, denunciaban que con la aplicación de los recortes en sanidad se está legislando en contra de una garantía constitucional. Presuntos delitos que apuntan a la responsabilidad de altos cargos de la Generalitat de Catalunya, hechos que han provocado el deterioro del sistema sanitario público catalán en beneficio del sector sanitario privado en el que tienen y han ocupado altos puestos. El día 15 de mayo nos enterábamos de que la Fiscalía daba un portazo a la denuncia, pero hay derrotas que tienen más dignidad que la misma victoria, y por eso se sigue luchando, con independencia de este resultado.
El mundo no va camino de ser feliz, estamos ante un capitalismo fundamentalista, friedmanista, que no tiene ni compasión. Por eso hemos de plantar cara al miedo, como Carlos Jiménez Villarejo, un hombre valiente que practica la valentía, porque parafraseando a Machado se es bueno cuando se es valiente. Gema Sanz Botey.
Ver conferencia en vídeo: http://vimeo.com/41976225
sábado, 19 de mayo de 2012
viernes, 18 de mayo de 2012
Jueces progresistas europeos piden hoy ante el ministerio la medida de gracia para el exjuez Garzón
La iniciativa cuenta con el “consentimiento” del exmagistrado inhabilitado por el "caso Gürtel".
La vicepresidenta elude revelar si el Gobierno aceptará el indulto
El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, que siempre ha tenido buenas palabras para el hoy exjuez Baltasar Garzón, que nunca (ni en los momentos de mayor enfrentamiento del magistrado con el PP por el caso Gürtel) criticó su actuación —al contrario que otros dirigentes de su partido—, va a tener que manejar en los próximos meses una patata caliente: decidir sobre su indulto.
La asociación de Magistrados Europeos para la Democracia y las Libertades (Medel), en representación de unos 15.000 jueces y fiscales de países miembros de la UE, ha presentado a última hora de la mañana de hoy ante el Ministerio de Justicia la petición de clemencia para que se devuelva al exmagistrado la condición de juez que perdió tras ser condenado por prevaricar en la instrucción del caso Gürtel. Lo hacen porque consideran de una “severidad desproporcionada, indiscriminada y extraordinaria” la pena de 11 años de inhabilitación que impuso el Tribunal Supremo a Garzón el pasado febrero. E insisten en que, cuando el entonces juez de la Audiencia Nacional ordenó grabar las conversaciones de los cabecillas de Gürtel con sus abogados en la cárcel, su motivación no respondía a ninguna “perversion ética” sino al intento de frenar la actividad delictiva de la trama.
La iniciativa ha sido aprobada, sin ningún voto en contra, por las asociaciones que conforman Medel, entre ellas las españolas Unión Progresista de Fiscales —que ha apoyado el texto— y Jueces para la Democracia —que se ha abstenido—, según informa Europa Press. Jueces por la Democracia, sin embargo, ha enviado esta mañana un comunicado asegurando que la asociación no ha sido "consultada ni informada" de la decisión de presentar la solicitud de indulto, y sin aclarar si la respalda o no.
El ex fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña José María Mena aseguró ayer jueves, en el Círculo de Corresponsales Extranjeros, que la petición de indulto se hace en nombre de Garzón, con su consentimiento, aunque no en su representación. “Tiene que quedar claro que Garzón no pide el indulto. No ha habido diálogo personal con él, sino a través de terceras personas", dijo. También recordó Mena que un Gobierno del PP —el de José María Aznar— indultó a un juez condenado por prevaricación (Javier Gómez de Liaño) y que en los últimos años se han visto indultos “escandalosos”, como el del consejero delegado del Banco Santander Alfredo Sáenz (lo indultó el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero) o el de los dos condenados por el caso Yak-42 (recién indultados por el Gobierno de Mariano Rajoy).
Los juristas de Medel subrayan la “abrumadora" actividad al servicio de la Justicia del que fuera titular del Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional en la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico, la delincuencia económica y los crímenes de lesa humanidad, y en la defensa de los derechos humanos. Sus "ingentes servicios prestados" al "prestigio internacional" de la Justicia, dicen, se demostraron a lo largo de "1.000 casos con más de 8.000 imputados".
El presidente de Medel, Antonio Cluny, explicó que la asociación ha decidido intervenir porque “no es un asunto interno de España”, sino que afecta a “un juez que es un paradigma que ha influido en la manera de trabajar de muchos países y ha proporcionado avances significativos en materia de derechos humanos".
http://www.airpano.ru/files/San-Francisco-Golden-Gate-USA/1-2 La tramitación del indulto puede llevar meses. El ministerio tendrá que pedir ahora los informes pertinentes a la sala del Supremo que dictó la sentencia de inhabilitación (que previsiblemente se mostrará en contra del indulto) y a la fiscalía (que previsiblemente se mostrará a favor, porque durante el juicio reclamó la absolución de Garzón), y con todo eso decidirá. En los últimos meses Justicia ha concedido indultos con todos los informes a favor, con algunos a favor y otros en contra o incluso con todos en contra.
En la rueda de prensa del Consejo de Ministros, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, ha eludido revelar si el Gobierno admitirá el indulto, con la excusa de que, según el Ministerio de Justicia, todavía no ha sido registrada ninguna petición.
El País. Foto. El fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, José María Mena y el presidente de la Asociación de Magistrados Europeos por la Democracia y las Libertades, Antonio Cluny. / ULY MARTÍN
La vicepresidenta elude revelar si el Gobierno aceptará el indulto
El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, que siempre ha tenido buenas palabras para el hoy exjuez Baltasar Garzón, que nunca (ni en los momentos de mayor enfrentamiento del magistrado con el PP por el caso Gürtel) criticó su actuación —al contrario que otros dirigentes de su partido—, va a tener que manejar en los próximos meses una patata caliente: decidir sobre su indulto.
La asociación de Magistrados Europeos para la Democracia y las Libertades (Medel), en representación de unos 15.000 jueces y fiscales de países miembros de la UE, ha presentado a última hora de la mañana de hoy ante el Ministerio de Justicia la petición de clemencia para que se devuelva al exmagistrado la condición de juez que perdió tras ser condenado por prevaricar en la instrucción del caso Gürtel. Lo hacen porque consideran de una “severidad desproporcionada, indiscriminada y extraordinaria” la pena de 11 años de inhabilitación que impuso el Tribunal Supremo a Garzón el pasado febrero. E insisten en que, cuando el entonces juez de la Audiencia Nacional ordenó grabar las conversaciones de los cabecillas de Gürtel con sus abogados en la cárcel, su motivación no respondía a ninguna “perversion ética” sino al intento de frenar la actividad delictiva de la trama.
La iniciativa ha sido aprobada, sin ningún voto en contra, por las asociaciones que conforman Medel, entre ellas las españolas Unión Progresista de Fiscales —que ha apoyado el texto— y Jueces para la Democracia —que se ha abstenido—, según informa Europa Press. Jueces por la Democracia, sin embargo, ha enviado esta mañana un comunicado asegurando que la asociación no ha sido "consultada ni informada" de la decisión de presentar la solicitud de indulto, y sin aclarar si la respalda o no.
El ex fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña José María Mena aseguró ayer jueves, en el Círculo de Corresponsales Extranjeros, que la petición de indulto se hace en nombre de Garzón, con su consentimiento, aunque no en su representación. “Tiene que quedar claro que Garzón no pide el indulto. No ha habido diálogo personal con él, sino a través de terceras personas", dijo. También recordó Mena que un Gobierno del PP —el de José María Aznar— indultó a un juez condenado por prevaricación (Javier Gómez de Liaño) y que en los últimos años se han visto indultos “escandalosos”, como el del consejero delegado del Banco Santander Alfredo Sáenz (lo indultó el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero) o el de los dos condenados por el caso Yak-42 (recién indultados por el Gobierno de Mariano Rajoy).
Los juristas de Medel subrayan la “abrumadora" actividad al servicio de la Justicia del que fuera titular del Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional en la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico, la delincuencia económica y los crímenes de lesa humanidad, y en la defensa de los derechos humanos. Sus "ingentes servicios prestados" al "prestigio internacional" de la Justicia, dicen, se demostraron a lo largo de "1.000 casos con más de 8.000 imputados".
El presidente de Medel, Antonio Cluny, explicó que la asociación ha decidido intervenir porque “no es un asunto interno de España”, sino que afecta a “un juez que es un paradigma que ha influido en la manera de trabajar de muchos países y ha proporcionado avances significativos en materia de derechos humanos".
http://www.airpano.ru/files/San-Francisco-Golden-Gate-USA/1-2 La tramitación del indulto puede llevar meses. El ministerio tendrá que pedir ahora los informes pertinentes a la sala del Supremo que dictó la sentencia de inhabilitación (que previsiblemente se mostrará en contra del indulto) y a la fiscalía (que previsiblemente se mostrará a favor, porque durante el juicio reclamó la absolución de Garzón), y con todo eso decidirá. En los últimos meses Justicia ha concedido indultos con todos los informes a favor, con algunos a favor y otros en contra o incluso con todos en contra.
En la rueda de prensa del Consejo de Ministros, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, ha eludido revelar si el Gobierno admitirá el indulto, con la excusa de que, según el Ministerio de Justicia, todavía no ha sido registrada ninguna petición.
El País. Foto. El fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, José María Mena y el presidente de la Asociación de Magistrados Europeos por la Democracia y las Libertades, Antonio Cluny. / ULY MARTÍN
Moody’s rebaja la calificación a 16 bancos españoles entre uno y tres escalones
La agencia reacciona con otro tijeretazo sobre el sector al recorte de la calificación de España
Santander, BBVA, Bankinter y Caixabank son rebajados tres grados.
Liberbank y Cajamar, degradadas a la categoría de bono basura
La agencia de calificación de riesgos Moody’s rebajó este jueves nuevamente, en bloque, la calificación de los bancos españoles. En concreto, degradó entre uno y tres escalones la nota de 16 entidades españolas, incluidos el Banco Santander, el BBVA, CaixaBank y Banesto, así como la de la filial del Banco Santander en Reino Unido. Hace dos días la agencia rebajó también la nota a 26 bancos italianos.
Moody’s, uno de los culpables de la crisis financiera internacional, utiliza cuatro argumentos principales para la rebaja. En primer lugar, las adversas condiciones operativas, caracterizadas por la recaída en la recesión, la continuación de la crisis inmobiliaria y los niveles de desempleo persistentemente altos. En segundo lugar, la menor solvencia de España, que afecta a la capacidad del Gobierno de apoyar a los bancos. En tercer lugar, el rápido deterioro de la calidad de los activos, con un acelerado aumento de la morosidad de los préstamos del sector inmobiliario y su posible extensión a los créditos de otros sectores. Y, por último, las dificultades de las entidades para acceder a los mercados de financiación mayorista ante las persistentes preocupaciones de los inversores sobre los bancos españoles y la deuda del Estado...
leer más en El País.
Santander, BBVA, Bankinter y Caixabank son rebajados tres grados.
Liberbank y Cajamar, degradadas a la categoría de bono basura
La agencia de calificación de riesgos Moody’s rebajó este jueves nuevamente, en bloque, la calificación de los bancos españoles. En concreto, degradó entre uno y tres escalones la nota de 16 entidades españolas, incluidos el Banco Santander, el BBVA, CaixaBank y Banesto, así como la de la filial del Banco Santander en Reino Unido. Hace dos días la agencia rebajó también la nota a 26 bancos italianos.
Moody’s, uno de los culpables de la crisis financiera internacional, utiliza cuatro argumentos principales para la rebaja. En primer lugar, las adversas condiciones operativas, caracterizadas por la recaída en la recesión, la continuación de la crisis inmobiliaria y los niveles de desempleo persistentemente altos. En segundo lugar, la menor solvencia de España, que afecta a la capacidad del Gobierno de apoyar a los bancos. En tercer lugar, el rápido deterioro de la calidad de los activos, con un acelerado aumento de la morosidad de los préstamos del sector inmobiliario y su posible extensión a los créditos de otros sectores. Y, por último, las dificultades de las entidades para acceder a los mercados de financiación mayorista ante las persistentes preocupaciones de los inversores sobre los bancos españoles y la deuda del Estado...
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martes, 15 de mayo de 2012
El Gobierno descarta tajante un ‘corralito’ por mucho que empeore la crisis griega
El Gobierno admite que el nivel de la prima de riesgo española es “inaceptable”
Guindos pide ayuda al BCE para acelerar el análisis de los créditos de la banca
El ministro confía en tener cerrada la valoración independiente del sector en dos meses.
Una parte de la política económica es aún nacional, y ahí el Gobierno ha hecho "esfuerzos importantes en consolidación y reformas”. Con el euro, la otra parte de la política económica es eminentemente europea, y ahí “la Unión Europea también tiene que hacer sus deberes”. El ministro de Economía español ha reclamado acción a sus socios en una rueda de prensa posterior a la reunión de ministros de Finanzas de la Unión Europea, con un objetivo claro: estabilizar la situación en Grecia. Guindos atribuye la escalada de la prima de riesgo (el sobreprecio que paga un país con respecto al más seguro, en este caso Alemania) en las dos últimas semanas básicamente a Grecia, a pesar de que los mercados recelan también de la banca española y de la reforma financiera aprobada. El hecho es que la presión está en máximos. “Las primas de riesgo en España e Italia no son sostenibles”, ha explicado Guindos. “Son inaceptables”, ha abundado.
La histeria es de tal calibre entre los mercados que incluso hay ya referencias al corralito cuando se habla de la economía española. Guindos ha descartado de forma tajante esa hipótesis, por mucho que empeore la crisis griega. “Me parece un salto al vacío sin ninguna racionalidad”, ha dicho el ministro en la era de las denominadas “expectativas racionales” que hace menos de cinco años invadían los análisis económicos para sacar conclusiones precipitadas acerca de la autocorrección de los mercados, la imposibilidad de una Gran Depresión y demás falacias que causaban furor en la era previa a la Gran Recesión...
COMENTARIO
Grecia es, para Guindos, el detonante de la fenomenal subida de la prima de riesgo española. (Siempre la culpa es de otros?) ¿Cuantas veces se nos ha dicho que nuestros Bancos gozaban de salud?. Por qué nos lo repiten una y otra vez. Por qué se hacen tantas pruebas y test de "esfuerzo"? Es evidente que no nos dicen la verdad.
Es en la Banca española donde está el núcleo del problema, causado por las subprime y las deudas hipotecarias procedente de la llamada burbuja de la construcción. Y eso se arregla solo con recortes? Otra gran mentira. Se utiliza la llamada crisis económica, en realidad una estafa, para cambiar el modelo social, utilizando la práctica del schock expuesta por Noemi Klein. El resultado está siendo un nuevo modelo con ricos más ricos y pobres más pobres y con menos derechos. A la vez que se desmantelan las pocas organizaciones populares, ya de por si debilitadas, reduciendo con ello las capacidades de reacción y lucha de las clases populares en la defensa de los derechos adquiridos después de siglos de lucha y a un elevadísimo coste. CLAUDI PÉREZ Bruselas 15 MAY 2012 - 16:09 CET
COMENTARIO
Grecia es, para Guindos, el detonante de la fenomenal subida de la prima de riesgo española. (Siempre la culpa es de otros?) ¿Cuantas veces se nos ha dicho que nuestros Bancos gozaban de salud?. Por qué nos lo repiten una y otra vez. Por qué se hacen tantas pruebas y test de "esfuerzo"? Es evidente que no nos dicen la verdad.
Es en la Banca española donde está el núcleo del problema, causado por las subprime y las deudas hipotecarias procedente de la llamada burbuja de la construcción. Y eso se arregla solo con recortes? Otra gran mentira. Se utiliza la llamada crisis económica, en realidad una estafa, para cambiar el modelo social, utilizando la práctica del schock expuesta por Noemi Klein. El resultado está siendo un nuevo modelo con ricos más ricos y pobres más pobres y con menos derechos. A la vez que se desmantelan las pocas organizaciones populares, ya de por si debilitadas, reduciendo con ello las capacidades de reacción y lucha de las clases populares en la defensa de los derechos adquiridos después de siglos de lucha y a un elevadísimo coste. CLAUDI PÉREZ Bruselas 15 MAY 2012 - 16:09 CET
Pesimismo. El bombardeo de malas noticias extiende las emociones negativas. Aumentan las consultas al médico de familia por malestar psíquico. Los ciudadanos se sienten culpables de la situación...
La que está cayendo refleja un sentimiento colectivo y, también, emociones individuales. Las negativas, el trío de ansiedad, ira y depresión, se pueden disparar, advierte el psicólogo Antonio Cano. Los médicos de familia ya lo notan. ¿Hay salida a la falta de salidas?
"Estamos en una situación de miedo generalizado y pocas veces ha habido tantas razones para sentirlo: cae la economía, la cifra de parados ha subido de 1,8 millones a 5,6 en apenas cuatro años. Además, cuando pensábamos que ya salíamos de una crisis que tenía forma de uve resulta que se ha recrudecido, que la uve era en realidad una uve doble. Y ha llegado la austeridad", diagnostica Gil Calvo. Ello ha llevado a la sensación de "pesadilla" desde que, en 2010, comenzaron los recortes. Un mal sueño vestido de impotencia y que abona un "desánimo general" sin fin. "Ni hay remedio, ni hay remediadores. No se ve la salida. El PSOE ha fracasado. El PP, también, y ya no hay bomberos". Sin apagafuegos, ni soluciones o liderazgos interiores, según Gil Calvo. Y mientras, "cada vez una nueva vuelta de tuerca más en el fondo del pozo". Y "con el síndrome de los viernes: a ver dónde pasan la cuchilla [en el Consejo de Ministros]", añade el psiquiatra Julio Bobes.
"A lo más que podemos aspirar es a no empeorar. Hemos perdido las expectativas y estamos sin horizonte, sin esperanza", explica Daniel Kaplún, sociólogo experto en opinión pública. La víctima es la clase media, "depauperada". "Son los que han perdido el empleo o la fuente de ingresos, como los pequeños empresarios o los autónomos, incluidos los que no logran cobrar lo que se les debe. Muchos están al límite de la exclusión social, o han caído en ella", describe. Suponen "más de un tercio de la población", calcula.
Unos gastan menos a la fuerza y otros, por temor al futuro. Se derrumba la confianza. La del consumidor, según el índice que elabora el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) se situó bajo mínimos en abril: 50,3 —sobre un máximo de 200, que indican el optimismo total—, 13 puntos menos que en marzo. La valoración del momento actual es peor aún: 31,9, 18 puntos menos. Solo uno de cada cinco entrevistados cree que la situación de la economía y el empleo mejorarán en los próximos seis meses. Tristeza, desánimo, ensimismamiento. Y, con la autoestima por los suelos. "Hemos pasado de ser los nuevos ricos de Europa, hasta 2008 y con dinero de los alemanes, a ser los nuevos pobres, cuya salvación depende, de nuevo, de Alemania, y quizá de Francia", apunta Gil Calvo. "Lo que me asusta es que se nos dice que somos culpables, que lo tenemos merecido y que tenemos que hacer penitencia por haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Estamos interiorizando lo que creen de nosotros". De ahí que renazca el sentimiento de inferioridad respecto a la Europa del norte, apunta.
"Estamos en estado de shock, pero no es un accidente, es una estrategia de clase que busca objetivos determinantes. Hay un 1%, los especuladores, que se están forrando", apunta Kaplún. "Decimos 'la que está cayendo', pero es un eufemismo que implica que nadie tiene la culpa. Como si fuera un accidente, una lluvia incontrolable que provoca inundaciones. Pero no. No es la que está cayendo, es la que nos han tirado encima. Los mercados son, en realidad, personas". Verlo así supone cierto alivio, porque la toma de conciencia ayuda, plantea.
Un parado tiene 2,2 veces más riesgo de sufrir ansiedad o depresión.
La crisis económica como enfermedad social y, también, individual. "Genera un sentimiento de que ya no está en manos de cada uno lo que pase con su vida", asegura José Luis Linaza, catedrático de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid. "Uno de los problemas más serios que tenemos es que muchos seres humanos no ven un futuro en el plazo de años. Y no son uno ni dos", prosigue. Un futuro que está ligado a un empleo, que es la llave maestra de las expectativas vitales. "Eso se traduce, o bien en el intento de hacer algo o en la sensación de imposibilidad para hacerlo, en una indefensión aprendida que lleva a decir 'no puedo intervenir en el futuro de mi vida'. Esto último lleva a la apatía y a la depresión. Y cuando la depresión, aunque siempre individual, se convierte en una especie de fenómeno colectivo, es un problema mayor", describe Linaza
"Crece exponencialmente la sensación de desesperanza y de horizonte cerrado, aunque a veces responda más a un temor que a una situación real. Y si no hay esperanza ni horizonte, ¿para qué esforzarse?", prosigue el psicólogo. "Me impresiona la gente que deja de mandar currículos porque tiene la certeza de que no servirá de nada", añade. Es el desaliento personal, alimentado por el colectivo. "El pesimismo general contribuye a la depresión individual", explica Linaza. Y eso, en una recesión "peor que la de 1929", que deja una estela de "ciudadanos mucho más replegados sobre sí mismos y con la familia como balón de oxígeno". Una sociedad "más ensimismada", y bombardeada con malas noticias día tras día, recorte tras recorte, lo que "genera un clima de pesimismo colectivo", un ambiente quizás alentado "porque el mal de muchos beneficia a unos pocos, los especuladores".
El pesimismo colectivo se alimenta con malas noticias, que producen "saturación", afirma Linaza. El cansancio lleva a veces a querer ignorarlas, pero "todos hemos tenido que aprender economía", tercia Kaplún. "Las malas noticias aumentan las emociones negativas", asegura Antonio Cano, catedrático de Psicología de la Complutense y presidente de la Sociedad Española de Ansiedad y Estrés. "La información amenazante, como la posibilidad de despidos, genera ansiedad. Las noticias sobre pérdidas, como las estadísticas que reflejan el aumento del paro, provocan tristeza", explica.
La pesada factura de la crisis. "Ocasiona cambios en el estilo de vida y en las emociones", prosigue Cano "y los políticos no ayudan a que los ciudadanos manejen mejor las emociones". En la situación actual pueden aumentar las emociones negativas, "aunque todavía no hay datos que lo corroboren". Se refiere sobre todo a tres, que ya menudeaban antes de la crisis "y que son estables": ansiedad, ira y depresión. "La primera surge cuando tememos que suceda algo malo. Por ejemplo, el miedo a perder el empleo. Cuando eso ocurre, aparece la ira, por vernos en esa situación. Y llega la tristeza por la pérdida, que suele ser un paso para la depresión", describe.
Este experto asegura que aún no hay estudios que midan los posibles efectos del deterioro económico en la salud mental de los españoles. Pero no los descarta, habida cuenta de que una persona sin empleo tiene "2,2 veces más probabilidades de tener trastornos depresivos o de ansiedad", señala este catedrático. Con todo, es cauto sobre una posible depresión colectiva. "No se corresponde con las cifras: el 6% de la población tiene síntomas de trastorno de ansiedad y el 4%, de depresión", afirma.
Sin datos, pero con certezas. "La situación de restricción a la que estamos abocados por todos los frentes, incluido el económico y las presiones laborales, tiene un impacto indudable en aspectos psicológicos", tercia Julio Bobes, de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental. "Provoca trastornos adaptativos, porque hay que modificar el esquema existencial. Es como cuando uno pasa de comer lo que quiere a estar a dieta". "Muchos ciudadanos se ven en riesgo vital y eso les genera más ansiedad y angustia y más dificultades para dormir, para hacer las cosas", describe. Sin embargo, los trastornos de adaptación, "aunque pesan en la salud mental, no se traducen en un aumento de este tipo de enfermedades", sentencia.
Mucha subida de la tensión, mucho insomnio, mucha fatiga, ansiedad, angustia de anticipación. Síntomas o consecuencias de un malestar psíquico que se extiende no solo a los protagonistas de una situación difícil, sino también a sus familias, a menudo sobrecargadas de tareas. "Antes de la crisis, el 28% de las consultas al médico de familia se debía a problemas de malestar psíquico. Ahora el porcentaje es mayor, aunque ha caído el número de visitas de pacientes", añade Basora. Una paradoja.
Empobrecidos, culpables, sin futuro... Y temerosos. "El miedo es el único valor que se transmite más rápido que las enfermedades, y es altamente contagioso", advierte el psiquiatra Bobes. Así las cosas, ¿qué salida existe cuando no se ve ninguna? "Hay que tener metas personales claras, apoyos aunque solo sean morales, y no tirar la toalla", propone Linaza. "Tenemos que pensar que nadie va a resolver nuestros propios problemas. O pensamos que somos parte de la solución o no habrá solución", añade. "No encontramos una salida, que tiene que ser colectiva", afirma Kaplún. Pero ve algún rayo para la esperanza, como los que nacen de una suerte de "cabreo" compartido y se traducen en iniciativas como la plataforma contra los desahucios por impagos de hipoteca o los trueques de tiempo, entre otras cosas, "porque cada vez hay menos dinero". A lo 15-M, quizá. Pero Gil Calvo echa un jarro de agua fría: "La indignación era posible hace un año, cuando parecía que algunas cosas podían cambiar. Ahora eso parece haber pasado. Frente a la indignación de entonces, la resignación de ahora", zanja.
Cuestión de talante. Aislamiento frente a colectivización del malestar. Y mientras, sigue cayendo.
El Pais
"Estamos en una situación de miedo generalizado y pocas veces ha habido tantas razones para sentirlo: cae la economía, la cifra de parados ha subido de 1,8 millones a 5,6 en apenas cuatro años. Además, cuando pensábamos que ya salíamos de una crisis que tenía forma de uve resulta que se ha recrudecido, que la uve era en realidad una uve doble. Y ha llegado la austeridad", diagnostica Gil Calvo. Ello ha llevado a la sensación de "pesadilla" desde que, en 2010, comenzaron los recortes. Un mal sueño vestido de impotencia y que abona un "desánimo general" sin fin. "Ni hay remedio, ni hay remediadores. No se ve la salida. El PSOE ha fracasado. El PP, también, y ya no hay bomberos". Sin apagafuegos, ni soluciones o liderazgos interiores, según Gil Calvo. Y mientras, "cada vez una nueva vuelta de tuerca más en el fondo del pozo". Y "con el síndrome de los viernes: a ver dónde pasan la cuchilla [en el Consejo de Ministros]", añade el psiquiatra Julio Bobes.
"A lo más que podemos aspirar es a no empeorar. Hemos perdido las expectativas y estamos sin horizonte, sin esperanza", explica Daniel Kaplún, sociólogo experto en opinión pública. La víctima es la clase media, "depauperada". "Son los que han perdido el empleo o la fuente de ingresos, como los pequeños empresarios o los autónomos, incluidos los que no logran cobrar lo que se les debe. Muchos están al límite de la exclusión social, o han caído en ella", describe. Suponen "más de un tercio de la población", calcula.
Unos gastan menos a la fuerza y otros, por temor al futuro. Se derrumba la confianza. La del consumidor, según el índice que elabora el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) se situó bajo mínimos en abril: 50,3 —sobre un máximo de 200, que indican el optimismo total—, 13 puntos menos que en marzo. La valoración del momento actual es peor aún: 31,9, 18 puntos menos. Solo uno de cada cinco entrevistados cree que la situación de la economía y el empleo mejorarán en los próximos seis meses. Tristeza, desánimo, ensimismamiento. Y, con la autoestima por los suelos. "Hemos pasado de ser los nuevos ricos de Europa, hasta 2008 y con dinero de los alemanes, a ser los nuevos pobres, cuya salvación depende, de nuevo, de Alemania, y quizá de Francia", apunta Gil Calvo. "Lo que me asusta es que se nos dice que somos culpables, que lo tenemos merecido y que tenemos que hacer penitencia por haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Estamos interiorizando lo que creen de nosotros". De ahí que renazca el sentimiento de inferioridad respecto a la Europa del norte, apunta.
"Estamos en estado de shock, pero no es un accidente, es una estrategia de clase que busca objetivos determinantes. Hay un 1%, los especuladores, que se están forrando", apunta Kaplún. "Decimos 'la que está cayendo', pero es un eufemismo que implica que nadie tiene la culpa. Como si fuera un accidente, una lluvia incontrolable que provoca inundaciones. Pero no. No es la que está cayendo, es la que nos han tirado encima. Los mercados son, en realidad, personas". Verlo así supone cierto alivio, porque la toma de conciencia ayuda, plantea.
Un parado tiene 2,2 veces más riesgo de sufrir ansiedad o depresión.
La crisis económica como enfermedad social y, también, individual. "Genera un sentimiento de que ya no está en manos de cada uno lo que pase con su vida", asegura José Luis Linaza, catedrático de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid. "Uno de los problemas más serios que tenemos es que muchos seres humanos no ven un futuro en el plazo de años. Y no son uno ni dos", prosigue. Un futuro que está ligado a un empleo, que es la llave maestra de las expectativas vitales. "Eso se traduce, o bien en el intento de hacer algo o en la sensación de imposibilidad para hacerlo, en una indefensión aprendida que lleva a decir 'no puedo intervenir en el futuro de mi vida'. Esto último lleva a la apatía y a la depresión. Y cuando la depresión, aunque siempre individual, se convierte en una especie de fenómeno colectivo, es un problema mayor", describe Linaza
"Crece exponencialmente la sensación de desesperanza y de horizonte cerrado, aunque a veces responda más a un temor que a una situación real. Y si no hay esperanza ni horizonte, ¿para qué esforzarse?", prosigue el psicólogo. "Me impresiona la gente que deja de mandar currículos porque tiene la certeza de que no servirá de nada", añade. Es el desaliento personal, alimentado por el colectivo. "El pesimismo general contribuye a la depresión individual", explica Linaza. Y eso, en una recesión "peor que la de 1929", que deja una estela de "ciudadanos mucho más replegados sobre sí mismos y con la familia como balón de oxígeno". Una sociedad "más ensimismada", y bombardeada con malas noticias día tras día, recorte tras recorte, lo que "genera un clima de pesimismo colectivo", un ambiente quizás alentado "porque el mal de muchos beneficia a unos pocos, los especuladores".
El pesimismo colectivo se alimenta con malas noticias, que producen "saturación", afirma Linaza. El cansancio lleva a veces a querer ignorarlas, pero "todos hemos tenido que aprender economía", tercia Kaplún. "Las malas noticias aumentan las emociones negativas", asegura Antonio Cano, catedrático de Psicología de la Complutense y presidente de la Sociedad Española de Ansiedad y Estrés. "La información amenazante, como la posibilidad de despidos, genera ansiedad. Las noticias sobre pérdidas, como las estadísticas que reflejan el aumento del paro, provocan tristeza", explica.
La pesada factura de la crisis. "Ocasiona cambios en el estilo de vida y en las emociones", prosigue Cano "y los políticos no ayudan a que los ciudadanos manejen mejor las emociones". En la situación actual pueden aumentar las emociones negativas, "aunque todavía no hay datos que lo corroboren". Se refiere sobre todo a tres, que ya menudeaban antes de la crisis "y que son estables": ansiedad, ira y depresión. "La primera surge cuando tememos que suceda algo malo. Por ejemplo, el miedo a perder el empleo. Cuando eso ocurre, aparece la ira, por vernos en esa situación. Y llega la tristeza por la pérdida, que suele ser un paso para la depresión", describe.
Este experto asegura que aún no hay estudios que midan los posibles efectos del deterioro económico en la salud mental de los españoles. Pero no los descarta, habida cuenta de que una persona sin empleo tiene "2,2 veces más probabilidades de tener trastornos depresivos o de ansiedad", señala este catedrático. Con todo, es cauto sobre una posible depresión colectiva. "No se corresponde con las cifras: el 6% de la población tiene síntomas de trastorno de ansiedad y el 4%, de depresión", afirma.
Sin datos, pero con certezas. "La situación de restricción a la que estamos abocados por todos los frentes, incluido el económico y las presiones laborales, tiene un impacto indudable en aspectos psicológicos", tercia Julio Bobes, de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental. "Provoca trastornos adaptativos, porque hay que modificar el esquema existencial. Es como cuando uno pasa de comer lo que quiere a estar a dieta". "Muchos ciudadanos se ven en riesgo vital y eso les genera más ansiedad y angustia y más dificultades para dormir, para hacer las cosas", describe. Sin embargo, los trastornos de adaptación, "aunque pesan en la salud mental, no se traducen en un aumento de este tipo de enfermedades", sentencia.
Mucha subida de la tensión, mucho insomnio, mucha fatiga, ansiedad, angustia de anticipación. Síntomas o consecuencias de un malestar psíquico que se extiende no solo a los protagonistas de una situación difícil, sino también a sus familias, a menudo sobrecargadas de tareas. "Antes de la crisis, el 28% de las consultas al médico de familia se debía a problemas de malestar psíquico. Ahora el porcentaje es mayor, aunque ha caído el número de visitas de pacientes", añade Basora. Una paradoja.
Empobrecidos, culpables, sin futuro... Y temerosos. "El miedo es el único valor que se transmite más rápido que las enfermedades, y es altamente contagioso", advierte el psiquiatra Bobes. Así las cosas, ¿qué salida existe cuando no se ve ninguna? "Hay que tener metas personales claras, apoyos aunque solo sean morales, y no tirar la toalla", propone Linaza. "Tenemos que pensar que nadie va a resolver nuestros propios problemas. O pensamos que somos parte de la solución o no habrá solución", añade. "No encontramos una salida, que tiene que ser colectiva", afirma Kaplún. Pero ve algún rayo para la esperanza, como los que nacen de una suerte de "cabreo" compartido y se traducen en iniciativas como la plataforma contra los desahucios por impagos de hipoteca o los trueques de tiempo, entre otras cosas, "porque cada vez hay menos dinero". A lo 15-M, quizá. Pero Gil Calvo echa un jarro de agua fría: "La indignación era posible hace un año, cuando parecía que algunas cosas podían cambiar. Ahora eso parece haber pasado. Frente a la indignación de entonces, la resignación de ahora", zanja.
Cuestión de talante. Aislamiento frente a colectivización del malestar. Y mientras, sigue cayendo.
El Pais
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