miércoles, 25 de mayo de 2016

El matemático al que los dioses susurraban fórmulas imposibles. Una película relata la vida de Srinivasa Ramanujan, un matemático indio autodidacta que revolucionó esta ciencia a principios de siglo.

En 1913, el matemático G. H. Hardy recibió una carta con un contenido increíble. El autor era un joven indio, Srinivasa Ramanujan, capaz de producir fórmulas inverosímiles pese a no haber recibido una educación formal en matemáticas puras. Aunque al principio respondió con escepticismo, Hardy acabó llevando a Ramanujan desde Madrás, en el sur de la India, al Trinity College de Cambridge (Reino Unido) para tratar de desentrañar el secreto de aquel genio autodidacta.

Aquel fue, según diría después Hardy, el único suceso romántico de su vida. Su encuentro sirvió para mostrar al mundo trabajos como las fórmulas que permitían calcular a gran velocidad los infinitos decimales del número pi. Hoy, un siglo más tarde, el legado de la breve vida de Ramanujan sigue influyendo en matemáticas, física o computación.

La historia de ese encuentro es la que se cuenta ahora en El Hombre que conocía el infinito, una película que se estrenará el 13 de mayo y que protagonizan Jeremy Irons (Hardy) y Dev Patel (Ramanujan). Desde sus orígenes, se relata este encuentro improbable, entre un indio religioso, casado con una niña de 10 años y practicante de una religión que no le dejaba cruzar el mar, con un racionalista ateo miembro de la élite intelectual eurocentrista de la época.

“No creo en la sabiduría inmemorial de Oriente, pero creo en ti”, le dice en un momento Hardy a Ramanujan. El indio sentía que un ser superior, su diosa, le susurraba las fórmulas que resolvían problemas imposibles. Hardy, fascinado por su talento natural, trataba de que él mismo reconstruyese el camino por el que alguien sin su inspiración pudiese llegar a las mismas conclusiones.

Además de los retos científicos, la película muestra el rechazo al que tuvo que enfrentarse Ramanujan en Inglaterra. Solo el empeño de Hardy, y el apoyo de unos pocos miembros del claustro del Trinity como J. E. Littlewood, le permitieron ser reconocido en un mundo que aún justificaba el colonialismo en la existencia de razas inferiores como las del matemático indio.

El ejemplo de Ramanujan puede utilizarse para apoyar la hipótesis de que el lenguaje matemático es algo inscrito en el cerebro de todos los seres humanos. Como Mozart hacía con la música, Ramanujan tenía la capacidad de hacer brotar de su interior fórmulas que sirven para explicar la naturaleza. Millones de años de evolución habrían creado las estructuras neuronales que sirven para entender el mundo y, en el caso de Ramanujan, permiten describirlo con las ecuaciones más sofisticadas.

El brillo del matemático indio fue breve. Sus resultados y el apoyo de Hardy le llevaron a la Royal Society y a ser miembro del claustro del Trinity College, pero no disfrutaría mucho de esos honores. En 1920, con 32 años y solo siete después de la carta que le llevó a Inglaterra, una tuberculosis que algunos atribuyen en parte a su trabajo extenuante acabó con su vida.

http://elpais.com/elpais/2016/04/29/ciencia/1461947303_754418.html?rel=lom


El hombre que conocía el infinito (Biografía,Drama)

El libro más difícil del filósofo más oscuro. Dos polémicos ensayos y una útil guía de lectura desentrañan Ser y tiempo, la obra magna de Martin Heidegger.

Pocas obras magnas de la filosofía son fáciles de leer, recordemos la hegeliana Fenomenología del espíritu o la Ética de Spinoza; aunque ya sabemos que “todo lo excelso es difícil”, lo dijo este último filósofo. Pero hay un libro que, a causa de su influencia en el pensamiento contemporáneo y las pasiones contrarias que despierta su autor, destaca de entre los textos laberínticos y desasosegantes: Ser y tiempo, de Martin Heidegger (1889-1976).

El libro más difícil del filósofo más oscuro Guía de lectura de ‘Ser y tiempo’ de Martin Heidegger. Jesús Adrián Escudero. 2 volúmenes. Herder. Barcelona, 2016. 390 y 304 páginas 28 y 22 euros

Apareció en 1927, cuando su autor, con 37 años, gozaba de gran fama docente. Sus alumnos, obnubilados por su fuerza filosófica, lo apodaban “el rey secreto del pensamiento” y se creían iniciados en una sabiduría oculta, pues Heidegger ensayaba con ellos la búsqueda de un nuevo lenguaje de pensamiento. Con él estudiaron Hans Jonas, Karl Löwith y la jovencísima Hannah Arendt, de quien Heidegger se prendó a primera vista y consiguió hacerla su amante.

Era la época en que la I Guerra Mundial trastocó los valores del “mundo de ayer”. Trakl y sus poemas trágicos, Rilke con sus ángeles negros, Kafka con sus pesadillas oníricas y Thomas Mann con su Montaña mágica y la seducción de lo enfermizo andaban cercanos al latido de fondo de Ser y tiempo.

Heidegger se preguntaba en su libro por “el ser de los entes”; sostenía que “la filosofía habla del ser sin saber lo que es”. Sólo Parménides y Heráclito estuvieron cerca de la verdad del ser; más tarde, Platón, con sus ideas eternas, desvirtuó y enmascaró ese saber primigenio. En suma, la metafísica olvidó el ser centrándose en el estudio de los entes. La nueva filosofía tiene que buscar el ser, pero ¿dónde? “En el dasein”, según Heidegger. Este término, el más célebre de su jerga, quiere decir ser ahí o estar aquí; se refiere al existente, al ente que está y vive en este mundo y que es el único al que de verdad “le importa su ser”: el hombre. Es a éste a quien hay que interrogar por el ser.

El libro más difícil del filósofo más oscuro
Fuga del error. La An-arquía de Heidegger. Peter Trawny. Traducción de Raúl Gabás. Herder. Barcelona, 2016. 94 páginas. 12,50 euros

Ser y tiempo se centró en el análisis fenomenológico de este dasein desde cero: ¿cómo es este recipiente del ser? A grandes rasgos, lo que Heidegger descubrió fue que cada uno de nosotros, cada dasein, habita en este mundo, rodeado de objetos y junto con los otros; hemos sido arrojados a la existencia, estamos desamparados, sin dioses, junto al abismo de la nada y cara a la muerte —de ahí el famoso apotegma: “El hombre es un ser para la muerte”—. Nos atenazan la angustia y el miedo, pero nuestra vida es “cuidado” y podemos encararla desde la “autenticidad” o mantenernos en la “inautenticidad”. Si el hombre o dasein se deja seducir por la masa de los mediocres, será como “todo el mundo”, mas si cobra conciencia de su finitud y vive con gallardía forjando su individualidad, será único y el dueño de su vida.

Son unas levísimas pinceladas, pero hasta dar con ellas en Ser y tiempo hay que pasar por un maratón: el libro es laberíntico. Ortega afirmó con elegancia que “la claridad es la cortesía del filósofo”; Heidegger fue harto descortés en este punto. José Gaos, el primer traductor de Ser y tiempo al castellano —traducción farragosa la suya—, sentenció lo contrario que su maestro: “La claridad es el desprestigio del filósofo”: otra vez Heidegger.

Ser y tiempo se leyó como una antropología, como la descripción en clave expresionista del ser humano enfrentado al absurdo. Cada nuevo lector lo entendió a su manera, sólo Heidegger aseguró que no lo había entendido nadie. El resto de su obra posterior la concibió como un “giro” que se desligaba de Ser y tiempo. La lectura en libertad del libro lo hizo fructificar, tal vez demasiado.

El libro más difícil del filósofo más oscuro La filosofía de Heidegger. Un nuevo oscurantismo. Heleno Saña. Verbum. Madrid, 2016. 214 páginas. 24,99 euros

Hoy, con el debate de fondo sobre la militancia nazi de Heidegger y su admiración por Hitler, leer Ser y tiempo es casi una rareza. O se lee sólo para abominar de su autor, como es el caso de Heleno Saña, quien descuartiza las ideas de Heidegger en su último libro; a su entender, Ser y tiempo debe ser leído en clave política porque en él se incuba el germen del antihumanismo y el nazismo del filósofo. Peter Trawny, con una retórica descabellada, ensaya sobre la sentencia heideggeriana: “Quien piensa a lo grande yerra también a lo grande”. Sostiene que Heidegger “erró” al abrazar el nazismo y callar sobre el Holocausto; Trawny se enreda en un galimatías en defensa de lo indefendible y concluye con una tesis poco edificante: “Quien intenta habitar en el pensamiento de Heidegger tiene que abandonar las expectativas de responsabilidad y culpa”. Este es justo el tipo de hombre que algunos críticos ven descrito en Ser y tiempo: el yo sin culpa ni responsabilidad para con los otros, libre para actuar y dominar: el macho alfa, el dictador.

De otro tenor es el espléndido trabajo de Adrián Escudero: una guía de lectura, única en castellano, que desde ahora tendrá que acompañar a cuantos quieran saltar con red entre los distintos abismos de Ser y tiempo. Glosas al texto y atinadas precisiones a su terminología acompañan a una interpretación novedosa y pragmática del libro. Escudero lo encuadra dentro de la literatura filosófica del cuidado de sí mismo. Aristóteles, Séneca o Montaigne, maestros en el arte de vivir y del aprecio por la propia persona, asomarían en sus páginas. Benévola visión del libro más difícil del filósofo más oscuro.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/05/17/babelia/1463497629_936834.html?por=friso

Para imaginar un nuevo Bretton Woods

El derrumbe financiero de 2008 dio lugar a varios llamamientos a un sistema financiero global que recortara los desequilibrios comerciales, moderase los flujos especulativos de capital e impidiera un contagio sistémico. Tal era, por supuesto, la meta del sistema inicial de Bretton Woods. Pero ese sistema resultaría hoy tan insostenible como indeseable. Así pues, ¿qué apariencia tendría una alternativa?

La conferencia de Bretton Woods de 1944 presentó la colisión entre dos hombres y sus respectivas visiones: Harry Dexter White, representante del presidente Franklin Roosevelt, y John Maynard Keynes, que representaba a un imperio británico desfalleciente. Como no es de sorprender, prevaleció el programa de White, fundado en el superávit del comercio de postguerra de los EE. UU., que se desplegó para dolarizar Europa y Japón a cambio de su aquiescencia al criterio pleno de la política monetaria para los EE.UU. Y el nuevo sistema de postguerra proporcionó el cimiento de la mejor hora del capitalismo… hasta que Norteamérica perdió su superávit y se vino abajo lo que White había dispuesto.

La pregunta que se ha formulado periódicamente durante buena parte de la pasada década es una pregunta directa: ¿habría sido más adecuado para nuestro mundo multipolar posterior a 2008 el plan que se descartó de Keynes?

Zhu Xiaochuan, gobernador del banco central de China, así lo sugirió a principios de 2009, lamentando que Bretton Woods no se hubiera adherido a la propuesta de Keynes. Dos años más tarde, a Dominique Strauss Kahn, entonces Director Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional, se le preguntó cuál pensaba que debería ser el papel del FMI posterior a 2008. Su contestación fue: “Hace sesenta años, Keynes ya previó lo que hacía falta, pero era demasiado pronto. Ahora es el momento de realizarlo ¡y creo que estamos listos para llevar eso a cabo!”

A las pocas semanas, Strauss Kahn cayó en desgracia, sin llegar a explicar nunca qué es lo que entendía por “eso”. Pero no resulta difícil delinear qué es lo que “eso” podría ser.

Por encima de todo, el nuevo sistema reflejaría la visión de Keynes de que la estabilidad global se ve socavada por la ingénita tendencia del capitalismo a insertar una cuña entre las economías con superávit y las que tienen déficit. El hiato entre superávits y déficits se agranda hace durante los períodos de mejoría, mientras que, durante la recesión, el peso del ajuste recae de modo desproporcionado sobre los deudores. Lo que trae consigo un proceso de deuda y deflación que echa raíces en las regiones de déficit antes de que disminuya la demanda en todas partes.

A fin de contrarrestar esta tendencia, Keynes abogaba por substituir cualquier sistema en el que “el proceso de ajuste sea obligatorio para el deudor y voluntario para el acreedor” por otro en el que la fuerza del ajuste recaiga simétricamente sobre deudores y acreedores.

La solución de Keynes fue una Unión de Compensación Internacional (UCI) que subscribirían las principales economías. Aunque mantendrían su propia moneda y sus respectivos bancos centrales, sus miembros acordarían la denominación de todos los pagos en una unidad de contabilidad común –que Keynes denominó el “bancor”— y la compensación de todos los pagos internacionales por medio de la UCI.

Inicialmente, a la cuenta de reserva de cada Estado miembro con la UCI se le abonaría una suma de bancores proporcional a su participación en el comercio mundial. A partir de ahí, a cada uno se le abonarían bancores extra en proporción a sus exportaciones netas. Una vez establecida, la UCI gravaría fiscalmente de manera simétrica los superávits y déficits persistentes, a fin de anular el mecanismo de retroalimentación negativo entre flujos de capital desequilibrados, volatilidad, demanda agregada global inadecuada y desempleo innecesario distribuidos de manera desigual alrededor del mundo.

La propuesta de Keynes no carecía de problemas. Contemplaba divisas fijas, lo que requeriría sobregiros limitados para aquellos países que incurren en dáficits crónicos y entrañaría un regateo constante entre los ministros de economía para reajustar los tipos de cambio y de interés. Y los controles financieros rígidos, que dan a los burócratas un poder discrecional desorbitado sobre las transferencias de capital, equivalen a un error fatal.

Pero no hay razón por la que no se pueda diseñar una UCI con tipos de cambio variables y reglas sencillas y automatizadas que minimicen el poder discrecional de políticos y burócratas, a la vez que preservan las ventajas de la idea original de Keynes para mantener bajo control los desequilibrios globales.

Una nueva UCI o NUCI sería tal como Keynes la había contemplado. Pero, en lugar del bancor abstracto, presentaría una divisa digital común – llamémosla Kosmos – que emitiría y regularía el FMI. El Fondo administraría Kosmos sobre la base de un libro de contabilidad distribuido, digital y transparente, y un algoritmo que ajustaría la oferta total de una forma acordada previamente al volumen del comercio mundial, permitiendo un componente contracíclico automático que impulse la oferta en momentos de desaceleración general.

Los mercados cambiarios operarían tal como lo hacen hoy, y el tipo de cambio entre Kosmos y diversas divisas variaría del mismo modo que lo hacen los Derechos Especiales de Giro del FMI frente al dólar, el euro, el yen, la libra y el renminbi. La diferencia, por supuesto, consistiría en que, con la NUCI, los estados miembros permitirían que todos los pagos de uno a otro pasaran por la cuenta Kosmos NUCI del banco central.

Para aprovechar todo el potencial del programa para mantener los desequilibrios bajo control, se introducirían dos transferencias estabilizadoras. En primer lugar, se cargaría anualmente un gravamen al desequilibrio comercial en la cuenta de Kosmos de cada banco central, en proporción a su déficit o superávit y se pagaría a un fondo común de la NICU. En segundo lugar, las instituciones financieras privadas pagarían una tarifa al mismo fondo de la NUCI en proporción a cualquier aumento de los flujos de capital que salgan del país, lo que recuerda al aumento de precio que imponen empresas como Uber durante las horas de mayor tráfico.

El gravamen por desequilibrio comercial está destinado a motivar a los gobiernos de los países con superávit a que incrementen el gasto y la inversión internos a la vez que reducen de manera sistemática el poder adquisitivo internacional de los países con déficit. Los mercados cambiarios tomarán esto en consideración, ajustando los tipos de cambio con más rapidez como respuesta a los desequilibrios por cuenta corriente y anularán buena parte de los flujos de capital que hoy sostienen un comercio desequilibrado de manera crónica. De forma semejante, el recargo por “aumento” penalizará automáticamente las entradas y salidas de capital especulativas, como en manada, sin incrementar el poder discrecional de los burócratas o introducir controles de capital inflexibles.

De repente, el mundo habrá adquirido, sin necesidad de subscribir capital, un fondo soberano global de riqueza. Esto permitiría que la transición a un sistema energético bajo en carbono se financiara a escala global, y de modo tal, que estabilice la economía global por medio de inversiones en investigación y desarrollo consagrados a la energía verde y a tecnologías sostenibles.

Keynes era un adelantado a su tiempo: su propuesta precisaba de tecnologías digitales y de mercados de divisas extranjeras que no existían en los años 40. Pero hoy los tenemos, además de tener experiencia institucional con sistemas internacionales de compensación. Necesitamos desesperadamente la transición verde global que crearía automáticamente un Bretton Woods keynesiano. Todo lo que nos hace falta es el proceso político. Y, ciertamente un Roosevelt, convocar a las partes y catalizar el cambio.

Yanis Varoufakis exministro de finanzas del gobierno griego de Syriza, es Profesor de política económica en la Universidad de Atenas. Su libro El Minotauro Global, para muchos críticos la mejor explicación teórico-económica de la evolución del capitalismo en las últimas 6 décadas, fue publicado en castellano por la editorial española Capitán Swing, a partir de la 2ª edición inglesa revisada.

Una extensa y profunda reseña del Minotauro, en SinPermiso Nº 11, Verano-Otoño 2012.

martes, 24 de mayo de 2016

¿Fracaso escolar? No culpen a los genes. El análisis de 300.000 personas descubre 74 variantes genéticas relacionadas con el logro educativo, pero su efecto es minúsculo. Lo importante es el entorno, la educación.

No, este artículo no es sobre los “genes de la educación”. El jefe de la investigación, Daniel Benjamin, nos prohíbe de forma explícita presentar así sus datos y, siendo el principal responsable del descubrimiento de 74 genes que afectan al logro educativo (y a su recíproco, el fracaso escolar), lo mejor será que le hagamos caso. No es que Benjamin dude de sus datos: es que sabe que, pese a que son sólidos, solo explican una mínima parte de la permanencia o el abandono de los estudios. Lo más importante sigue siendo el entorno.

El estudio es una exhibición de fuerza de la genómica contemporánea. El rendimiento educativo se mide por un parámetro clásico: el número de años de escolarización completados por casi 300.000 personas (293.723, para ser exactos; el promedio de toda la muestra es de 14,3 años de escolarización). Los voluntarios provienen de 15 países, pero todos ellos son de ascendencia europea. Los genomas de todas esas personas se examinan después para 9,3 millones de snips (single nucleotide polymorphisms, o variaciones en una sola letra del ADN).

Lo demás son matemáticas, destinadas a encontrar correlaciones entre rendimiento educativo y variaciones genéticas. De ahí salen las 74 variaciones genéticas que están asociadas de manera significativa con el número de años de escolarización completados. Han intervenido 253 científicos de Australia, Dinamarca, Estonia, Islandia, Holanda y Estados Unidos, coordinados por Benjamin, de la Universidad de Southern California en Los Ángeles. Presentan su macroestudio hoy en Nature.

“El rendimiento educativo viene influido por los genes y el entorno”, explica Bejamin. “Las variantes genéticas que hemos encontrado solo dan cuenta de una pequeña fracción de las diferencias entre individuos en educación”. Por ejemplo, incluso la variante con mayor efecto de las 74 solo explica nueve semanas de permanencia en la escuela. Recordemos que el promedio de permanencia en toda la muestra es de 14 años.

El asunto no tiene un interés exclusivamente académico. En 2011, el Instituto de Estudios Económicos de la CEOE, la patronal española, presentó una propuesta de reforma educativa que declaraba que “la herencia genética tiene una importancia sustantiva en el rendimiento escolar de los hijos, equivalente o algo superior a la del origen socioeconómico”. Era uno de los argumentos para desaconsejar un incremento en el gasto educativo. El presidente de la patronal, Juan Rosell, reconoció entonces que el argumento era “políticamente incorrecto”. Por lo que vemos ahora, también parece ser matemáticamente incorrecto.

“Que los efectos de las variantes genéticas individuales sean muy pequeños es en sí mismo un hallazgo importante”, dice Benjamin. “Significa que las interpretaciones simplistas de nuestros resultados, como llamarlos ‘genes de la educación’, son completamente engañosos; al mismo tiempo, y pese al pequeño efecto de las variantes genéticas individuales, los datos son útiles porque podemos aprender mucho del estudio de los efectos combinados de las variantes genéticas en su conjunto”.

Las bases de datos genómicas permiten descubrir también los procesos biológicos implicados en cadasnip, o variante de una sola letra en el ADN. Y en el caso de las 74 variantes de este estudio, tienen todo el sentido: la proliferación de las células madre precursoras de las neuronas, la migración de las neuronas recién formadas a una u otra capa del córtex cerebral (tiene seis capas), la proyección de los axones a sus dianas en otras neuronas, la forma en que brotan las dendritas de cada célula y la plasticidad de las sinapsis, o conexiones entre neuronas. Es decir, los procesos básicos de la construcción de un cerebro, y sobre todo en el periodo prenatal.

Son datos valiosos para la ciencia. No tanto para las patronales.

http://elpais.com/elpais/2016/05/11/ciencia/1462975795_807494.html?rel=lom

lunes, 23 de mayo de 2016

El secreto de los maestros de Shanghái para liderar la educación mundial.

La calidad de la enseñanza es el ingrediente más importante del éxito de Shanghái en educación, de acuerdo a un estudio del Banco Mundial.

Los estudiantes de esta ciudad china ocupan los puestos más altos en los exámenes escolares internacionales, y el Banco Mundial, que provee asistencia financiera y técnica a los países en desarrollo, publicó un reporte de la investigación del éxito académico de Shanghái.

El estudio descubrió que la enseñanza era la ventaja más grande, además del sistema de entrenamiento constante de los profesores y el mejoramiento de sus habilidades.

Los maestros en Shanghái, en promedio, pasan solo un tercio de su tiempo enseñando. La mayor parte del día la pasan en entrenamientos, capacitaciones y trabajando con mentores.

Hay requisitos rigurosos para dedicarse a la enseñanza, que es vista como una ocupación prestigiosa, y aunque los candidatos al oficio pueden ser rechazados, el estudio encontró que en la práctica esto era raro.

En cambio, hay un sistema con un énfasis muy fuerte en el entrenamiento y una carrera construida a partir de incentivos para los mejores maestros.

Trabajo prestigioso
El 30% de los ingresos de los profesores puede consistir en pagos de méritos, dependiendo del nivel al que enseñen, adicionales al sueldo básico.

Se espera que los profesores que dirigen escuelas sigan enseñando y parte de su salario se vincula con el desempeño de sus instituciones.

Hay incentivos para profesores y directores que trabajan en escuelas de bajo rendimiento y escuelas rurales, como el ayudarles a que sus carreras avancen más rápido.
También puede haber rotaciones de profesores que trabajan en los colegios menos favorecidos.

La autora del reporte Xiaoyan Liang dijo: "Uno de los aspectos más impresionantes del sistema educativo de Shanghái es la manera en la que cuida, apoya y gestiona a los profesores, que están al centro de cualquier esfuerzo para elevar la calidad de la educación en las escuelas".

Dijo que el nivel de respeto público por los profesores en Shanghái era otro reflejo de "lo bien enseñan; son verdaderos profesionales".

El Banco Mundial también descubrió que Shanghái se beneficiaba de un sistema de "colegios encargados", en el que los colegios más fuertes se "hermanaban" con colegios más débiles para que eleven sus niveles.

Igual que EE.UU. y el Reino Unido
Shanghái, con una población de más de 23 millones, tiene su propio sistema de educación descentralizado y participa en las pruebas Pisa por derecho propio.

Casi la mitad de los 1,2 millones de alumnos de primaria y los primeros años de secundaria fueron clasificados como migrantes. La mayoría de ellos asiste a colegios estatales, pero casi un cuarto de ellos va a colegios privados, con mensualidades pagadas por autoridades locales.

Cerca del 10% de los alumnos estudia en colegios privados.

Se espera que los colegios ofrezcan una currícula común, pero cerca del 30% del horario puede ser definido individualmente por cada colegio.

Cuestionamientos
Pero hay otros factores sociales a considerar. El sistema no contempla que haya rendición de cuentas a los padres o mecanismo para impugnar las decisiones de las escuelas o las autoridades educativas.

También hay preguntas sobre la presión que este sistema altamente competitivo, centrado en exámenes, ejerce en los alumnos. Así como los exámenes públicos, el sistema escolar tiene muchas pruebas internas y evaluaciones internas.

Y ha habido advertencias acerca de la falta de "bienestar emocional" que viene por la concentración en el éxito en los exámenes.

Shanghái, que relaciona la ambición económica con la inversión en educación, ha servido de ejemplo para otros países que desean elevar los niveles de sus colegios.

Esta semana, representantes de 25 países en vías de desarrollo, entre ellos Brasil, Afganistán y Etiopía, visitaron escuelas en Shanghái para evaluar maneras de mejorar sus sistemas de educación.

Harry Patrinos, gerente del sector de educación del Banco Mundial, dijo: "la enseñanza de alta calidad está directamente relacionada con un fuerte crecimiento económico y una rápida reducción de la pobreza, por lo que las ideas provenientes del éxito de Shanghái podrían servir de mucho en un mundo donde unos 250 millones de niños no pueden leer o escribir, a pesar de haber ido a la escuela".

http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/05/160519_finde_sociedad_internacional_shanghai_china_educacion_evaluacion_mundial_ppb?post_id=10201765518776456_10201765519536475#_=_

domingo, 22 de mayo de 2016

El médico de 29 años que decidió dedicarse a erradicar una enfermedad del planeta. Un documental narra la lucha de Oriol Mitjà contra una bacteria que borra los rostros

Cuando el joven médico español Oriol Mitjà aterrizó en la isla de Lihir, en medio del océano Pacífico, en Papúa Nueva Guinea, se topó con un paraíso paradójico. Allí se halla el cráter Luise, un volcán extinto que guarda uno de los mayores depósitos de oro del mundo. De sus entrañas han salido 280.000 kilogramos de oro en los últimos 15 años, pero la mayoría de los 18.000 habitantes de la isla, negros con el pelo rubio, viven en la miseria.

Mitjà llegó en 2010 para realizar una suplencia de un mes en el Centro Médico de Lihir y se encontró con enfermedades medievales, incluyendo una de la que no había oído hablar nunca: el pian, provocado por una bacteria que borra los rostros y deforma las piernas. Afecta a 500.000 personas, sobre todo niños, en 13 países de África, el sudeste asiático y el Pacífico occidental. Mitjà, que entonces tenía 29 años, decidió quedarse y buscar una estrategia para luchar contra esta enfermedad olvidada. Y la encontró. Bastaba una sola pastilla de un antibiótico barato, la azitromizina, que en los países ricos se emplea contra la otitis y la bronquitis. Con la idea de Mitjà, la Organización Mundial de la Salud ha lanzado una campaña para erradicar el pian de la faz de la Tierra en 2020. Si tiene éxito, puede ser la segunda enfermedad humana erradicada, tras la viruela.

El documental Donde acaban los caminos, dirigido por Noemí Cuní y presentado hoy en Barcelona, narra la inspiradora historia de Oriol Mitjà, investigador del Instituto de Salud Global. El título de la película es una frase habitual de los médicos que se han enfrentado a la enfermedad. El pian aparece donde terminan las carreteras y  comienza la pobreza extrema de las zonas más remotas del planeta, sin agua, sin luz y sin jabón. El caso de la isla de Lihir es más sangrante, al esconder un tesoro, explotado por la minera australiana Newcrest. “La empresa tiene a los locales trabajando a poco coste. El Gobierno de Papúa Nueva Guinea se queda un porcentaje, la minera se lleva el oro y los locales no ven nada”, lamenta Mitjà.

Sin embargo, Newcrest es una de las pocas organizaciones que ha financiado las investigaciones del médico español. En 2012, Mitjà publicó en la revista The Lancet los resultados de su primer ensayo clínico en Lihir, con 250 niños. A los seis meses de tomar una sola pastilla de  azitromizina, el 96% de los chicos estaban curados. Él mismo había comprado los medicamentos. El médico pidió entonces dinero para llevar a cabo una campaña de tratamiento masivo en la isla, para averiguar si podría ser una estrategia adecuada para erradicar la enfermedad en el mundo. Solicitó ayudas al Ministerio de Economía español, al Gobierno australiano, a la Comisión Europea y al Wellcome Trust británico. No consiguió ninguna. La minera Newcrest sí pone 25.000 euros al año, calderilla comparada con las 700.000 onzas de oro que extrae de Lihir al año. Y el plan de Mitjà está obteniendo resultados “espectaculares”, según la OMS.

El protagonista de Donde acaban los caminos es ahora asesor técnico de la campaña de erradicación del pian lanzada por la  OMS. Es optimista con la fecha de 2020, pero reconoce los obstáculos en el propio documental, realizado con la colaboración de Obra Social “la Caixa”. El principal escollo es el de siempre: el dinero. Implementar el plan costará unos 300 millones de euros, difíciles de encontrar en países en los que la enfermedad es endémica, como Costa de Marfil, República Democrática del Congo y Timor Oriental.

Además, la farmacéutica Pfizer, que tuvo un beneficio neto de 7.745 millones de dólares en 2015, ha rechazado hacer una donación de azitromizina contra el pian, según señala Mitjà. La multinacional estadounidense sí ha donado  500 millones de tratamientos con este antibiótico para la campaña internacional contra el tracoma, otra enfermedad causada por una bacteria que ha dejado ciegas a más de un millón de personas en el planeta.

“Cuando veo a un grupo de niños jugando, felices, saltando y corriendo, cuando solo unos meses antes estaban sufriendo el pian, llenos de úlceras, me siento muy satisfecho. Es lo que da sentido a mi vida y me hace seguir trabajando”, proclama en Donde acaban los caminos el joven médico que puede erradicar la segunda enfermedad humana del planeta.

http://elpais.com/elpais/2016/05/09/ciencia/1462816589_346648.html

sábado, 21 de mayo de 2016

Actualidad de Dalton Trumbo, de Gregorio Morán en La Vanguardia

La Vanguardia


El estreno en España de Trumbo (película a no perderse) no podía llegar en mejor ocasión; un momento en el que confirmar las opiniones personales se hace cada vez más arriesgado. Es verdad que la dirección de Jay Roach, siendo valiente, no va muy lejos. Pero la pena inevitable de este filme oportuno se reduce a que el guión no es de Dalton Trumbo.

En un mundo como el del cine es raro afrontar una figura como la de Trumbo. Por lo general debemos limitarnos a directores o actores. Pero que un guionista, el ­género menos atendido por los espectadores, se convierta en protagonista absoluto, se debe a la más llamativa de sus particu­laridades. El mejor guión cinematográfico de Dalton Trumbo es su propia vida. Lo tiene todo, y al usual gusto de Hollywood: acaba bien.

Si hay que ver este más que digno Trumbo de Jay Roach, quizá se reduzca a algo tan importante y tan vivo como la defensa de la conciencia en una época donde lo que cuenta es el valor de la conciencia en el mercado. Considerado como el guionista de Hollywood mejor pagado, lo primero que sobresale es su atadura de clase, su vinculación a los sindicatos, su pasión por los que se rebelan. No es extraño que él con­siguiera transformar un humilde best seller escrito en la cárcel –por rojo– de Howard Fast, otro comunista del complejo mundo intelectual norteamericano de la época. Espartaco, la historia de un esclavo que puso en un brete al imperio romano, hasta crear un ejército y sobre todo una ilusión de libertad.

Espartaco no es sólo una de las obras maestras de Stanley Kubrick, al que no agradaban demasiado algunas páginas que había escrito Dalton Trumbo. El impresionante final, por ejemplo. Pero como la película la pagaba Kirk Douglas, el protagonista, y ya había tenido conflictos sin fin, no era cuestión de añadir más. Es sabido que gracias primero a Kirk Douglas ( Espartaco) y luego a una más que mediocre película de exaltación del sionismo, Éxodo –basada también en una horrenda novela de ­Leon Uris, que no era capaz de defender ni el productor judío Otto Preminger–, y que Dalton Trumbo transformó en un filme digno, el guionista sale de la categoría de “no existente”, lo que los romanos llamaban damnatio memoriae.

No es una casualidad que el inquisitorial Comité de Actividades Antinorteameri­canas se creara en 1937, durante nuestra Guerra Civil, y que tuviera en él un papel destacado el futuro presidente Richard ­Nixon, el mentiroso. En el fondo y en la forma estaban a favor de un entendimiento con el fascismo arrollador pero Hitler les ganó la partida, invadió la URSS y Japón declaró la guerra a Estados Unidos. Soviéticos y norteamericanos tuvieron que hacerse amigos y luego socios, y por fin disolver la empresa. En 1942, siendo corresponsal de guerra en el frente, Trumbo se afilia al Partido Comunista de EE.UU., como lo hacen muchos millares de norteamericanos. Quizá lo más exitoso de la manipulación del Comité de Actividades Antinorteamericanas y de sus voceros, fue el de haber reducido lo que fue la represión sobre miles de ciudadanos a un asunto elitista y de casta, “los diez de Hollywood”.

Pero hubo más de diez en Hollywood y fuera de Hollywood que comenzada la implacable guerra fría (1947), que siguió a la victoria sobre el nazismo, renunciaron a sus propias creencias. El Estado y las instituciones creadas para la lucha con el comunismo tuvieron impunidad para intimidar, arruinar, detener, encarcelar –un año de cárcel pasó Trumbo– y se hizo a conciencia, porque les llevaron a cárceles lejanas para que su aislamiento fuera mayor. ¿Y su delito? Negarse no sólo a delatar a quienes pensaban como ellos, sino negarse a decir lo que pensaban. No tiene nada que ver con el terrorismo, ni las olas represivas que castigaron la Europa comunista, los campos de concentración –por cierto que hubo una propuesta que no prosperó de crear uno para rojos en EE.UU.–, pero eso nos retrotrae a épocas pasadas: ¿quién mató más, la Inquisición o el fanatismo de Calvino? De seguro que la Inquisición, pero eso no limpia otros crímenes.

¿Los diez de Hollywood se enfrentaron al Gobierno norteamericano? Curioso dilema muy apropiado para los letrados. Los encarcelaron sin juicio, o con parodias de interrogatorios y luego fueron encarcelando. ¿Lo hizo el Estado o lo hizo el Gobierno? ¿Dónde estaba la diferencia? Dalton Trumbo era un redactor magistral de diálogos pero ninguno de ellos alcanza la al­tura, la ironía, la arrogancia del que sostiene con el presidente del Comité de Actividades Antinorteamericanas, John Parnell, el 28 de octubre de 1947. Figuran en un librito goloso y brutal del propio Trumbo, titulado El tiempo del sapo, que se publicó en España por primera vez en el 2012 (Artefakte, Barcelona). Es una joya de la literatura sarcástico-panfletaria, a la altura de Jonathan Swift, que lamentaría estuviera ya descatalogado.

Trumbo entró en prisión el 21 de junio de 1950 rodeado del odio de la mayoría de sus ciudadanos. Un traidor. Mantuvo desde el primer momento que para él ser o no ser comunista no tenía nada que ver ni con la URSS ni con la violencia, sino con una manera de comportarse hacia los que son más pobres y más débiles que nosotros. Y que esto lo podría explicar a la gente pero no a unos tribunales que ya habían dictado ­sentencia.

Es una pena que al espectador español no le sea fácil distinguir algunas figuras empalidecidas por el director del filme, que sin embargo se recrea en los héroes positivos, como si estuviéramos ante un film de propaganda soviética. Sería muy ilustrativo hacer una comparación entre el esquema héroe-traidor en el cine norteamericano y el soviético, y probablemente nos sorprenderíamos de las coincidencias. Pero figuras tan importantes en aquellas denuncias como John Wayne –el estereotipo por excelencia del guerrero, que por cierto no participó para nada en la II Guerra Mundial, salvo para darle a la lengua– y sobre todo Edward G. Robinson, activo luchador por las libertades hasta que se dio cuenta que su fortuna –las piscinas, que hubiera dicho Orson Welles– se le fue secando y se portó como un confidente deslenguado, falaz y desmedido en su afán de volver a ser la estrella que fue.

Edward G. Robinson, que nosotros siempre conocimos con barbita, y que en el filme de Trumbo es difícilmente recono­cible, tenía el miedo tan metido en el cuerpo que cuando ejerció de jurado del Fes­tival de Cannes (1952), exigió que se re­tirara un plano de la pe­lícula de Berlanga Bien­venido Mr. Marshall. Exactamente el último: una banderita­ ­norteamericana, tras el ­fallido fes­tejo, cae arrastrada por la lluvia. Interpretaba que podía interpretarse como símbolo antinorteame­ricano, a pesar de lo cual fue premiada. El caso del delator Elia Kazan exigiría muchas líneas, imposibles en este artículo.

Pero si tiene especial valor Trumbo, dentro de su modestia fílmica, es la exhibición del protagonista. Su ímpetu, su capacidad para no romperse y sumirse en la depresión que llevó a la tumba a tantos otros. Sus singularidades de pluma –escribir en una bañera, rodeada de sus bártulos de trabajo, y sin admitir interrupción alguna–. O lo que es lo mismo, Dalton Trumbo escribía en la bañera del váter, cargado de whisky y anfetaminas, hasta reventar.

Lo que rompió todos los esquemas, cuando Dalton Trumbo recuperó los ­Oscar que le habían escamoteado – Vacaciones en Roma, El Bravo –, es que fuera capaz, apenas unos años antes de su muerte, de adaptar uno de sus viejos libros, el premiadísimo en 1939 Johnny cogió su fusil, y hacer de él un filme insólito. No es fácil que alguien sea capaz de ver esta obra ­maestra dos veces seguidas sin tomarse un tiempo de respiro. Es demasiado humana. Sólo una personalidad como la de Dalton Trumbo habría sido capaz de esta última osadía. Apenas después se murió.

El tiempo del sapo. Dalton Trumbo.

“El derecho a expresar ideas -buenas, malas,
perversas, disparatadas, imposibles- es el derecho
más preciado que puede tener un individuo.
Lo interesante es que, en el curso de
asegurárselo a sí mismo, debe inevitablemente
garantizárselo a su enemigo. De otro modo, no
habría libertad para ninguno de los dos.”
Dalton Trumbo


La joven editorial Artefakte ha tenido la audacia de traducir y publicar recientemente un título que era difícil de encontrar en lengua original: El tiempo del sapo (The Time of the Toad, 1949) de Dalton Trumbo*. Se trata, más que de un texto biográfico -aunque también lo es- de un alegato político por la libertad y, en concreto, en favor de la libertad de expresión. El tiempo del sapo se refiere a un período histórico preciso, el de la caza de brujas protagonizada por la comisión Mc Carthy contra la izquierda americana y, en el caso que afecta más directamente a Trumbo, a la que se encontraba ampliamente representada en la industria cinematográfica, el "Hollywood rojo". Dalton Trumbo era guionista de cine, autor de guiones de películas célebres como Éxodo o Espartaco, director también, en los años 70 de la impresionante película antimilitarista que es Johnny cogió su fusil. En 1948, comparece ante la comisión que lo interroga sobre su afiliación sindical y lo somete a la pregunta habitual: "¿Es o ha sido usted miembro del partido comunista o de alguna de sus organizaciones?" Trumbo se niega a responder en nombre del derecho a la confidencialidad de las afiliaciones políticas y sindicales y de la libertad de conciencia así como el derecho de asociación que reconocen la constitución y las leyes norteamericanas. Esta negativa a responder le costará muy cara. Después de un largo proceso con diversas apelaciones acaba condenado a un año de cárcel, a una multa y a la inhabilitación profesional como guionista cinematográfico. Tras salir de la cárcel le esperan años de exclusión y penalidades materiales, pero valiéndose de diversos ardides para ocultar su identidad, logra volver a trabajar como guionista en producciones que tuvieron gran éxito.

El tiempo del sapo es un largo panfleto político que Trumbo escribe como alegato contra una comisión Mc Carthy que -como se ve en el interrogatorio recogido como apéndice del libro- no le ha dejado ninguna posibilidad de defenderse de unas acusaciones anticonstitucionales y antijurídicas, propias de un proceso político. La línea defensiva de Trumbo es clara. Se inscribe en la línea de lo que el gran abogado francés, Jacques Vergès denominó "defensa de ruptura". De lo que se trata en esta táctica es de desacreditar a un tribunal que se presenta como un órgano imparcial y mostrar que es un instrumento de poder político. No era difícil en el caso particular de la comisión Mc Carthy. La comisión aparece en el panfleto de Trumbo como una nueva inquisición o un avatar transatlántico de los aparatos represivos del Tercer Reich. No es mera exageración retórica: Trumbo comparará las declaraciones de este tribunal represivo surgido de la democracia americana con las de los órganos y jerarcas del nacionalsocialismo que utilizan expresiones y doctrinas muy próximas. Estamos en los años del comienzo de la guerra fría: el enemigo ha dejado de ser el nazismo y el fascismo; ahora el enemigo por excelencia es el comunismo. A finales de los años 40, la administración norteamericana no tiene ya ningún empacho en colaborar con antiguos o nazis o con los regímenes del Eje que, como el de Franco en España, han sobrevivido al conflicto. Se acabó el antifascismo, se acabó también esa fase de la democracia norteamericana que, con Franklin Delano Roosevelt había intentado dar una base material a los derechos recogidos en la Constitución. La prioridad es ahora contener el comunismo, no actuando sobre sus causas, sino sobre los efectos de estas. La comisión, que supuestamente defiende a los Estados Unidos de las "actividades antinorteamericanas" se ve en el alegato de Trumbo como la más antinortemaericana de las instituciones, la más hostil a las libertades, a la Constitución, incluso al libre mercado en cuanto presiona directamente a las productoras cinematográficas para que no contraten a "comunistas".

Muchos ceden ante la presión de la propia comisión, pero también ante la presión social que esta había desencadenado mediante un contagio del miedo. Se crea una atmósfera de delación generalizada, una atmósfera en la que, para sobrevivir socialmente, muchos prefieren "desayunarse con sapos", "tragar sapos", como en el panfleto de Emile Zola en que se inspira el título de Trumbo. El espíritu de El tiempo del sapo es, por lo demás, muy cercano al del otro gran panfleto de Zola, J’accuse, en el que el gran novelista arremetió contra otra persecución, esta vez dirigida contra un oficial judío francés, el coronel Dreyfus y, por extensión, contra todos los judíos de Francia. La lógica del antisemitismo es hermana de la del anticomunismo o la del antiterrorismo. De lo que se trata es de perseguir a un grupo de personas, no ya por sus actuaciones supuestamente criminales, sino por lo que son. Tanto el judío, como el comunista o el terrorista son esencialmente peligrosos. El judío lo es, porque independientemente de lo que haga, el discurso antisemita lo verá como un conspirador nato, el comunista porque, en un extremo de idealismo, el anticomunista considera que sus ideas pueden ser peligrosas para el orden establecido, el terrorista, por último por ser la figura criminal más indefinida del mundo, pues ningún acto concreto es terrorista como tal, sino en cuanto ha sido realizado por alguien que el poder señala como "terrorista". Se perfila así una doctrina penal que hace primar la supuesta esencia del sujeto (esencia peligrosa) sobre sus actos y que castiga el hecho de "ser" una determinada cosa. Esta doctrina penal cuyos precedentes se encuentran en la la Inquisición y en el derecho penal "analógico" del Tercer Reich es la que denuncia Trumbo en su panfleto, muy cercano en su inspiración a Las leyes canallas, aquel alegato contra la legislación antiterrorista escrito por Émile Pouget y Léon Blum medio siglo antes.

Los Estados Unidos se han presentado ante el mundo como un modelo de libertad. Dalton Trumbo intentará tomarles la palabra a quienes defienden ese modelo y mostrar que la libertad no puede nunca existir en un sistema cerrado basado en un consenso sin fisuras. Trumbo suscribiría la idea de Rosa Luxemburg de que "la libertad es siempre la del que piensa de otra manera". Una libertad así implica desde el punto de vista jurídico la más exquisita distinción entre el pensamiento, que debe permanecer libre, y los actos. No puede haber un delito de pensamiento o un delito de esencia, sino que todo delito debe determinarse exclusivamente como un acto y como un acto bien definido según el principio "nullum crimen sine lege" (no hay delito sin ley). Negándose a responder ante la comisión Mc Carthy, Dalton Trumbo realizó un acto de resistencia contra el poder de excepción que es el rostro oscuro de todas las democracias y mostró que el régimen político "normal" de un capitalismùo democrático, nunca está muy lejos de sus formas de excepción.

El tiempo del sapo no se ha acabado: hoy se prolonga en las legislaciones antiterroristas y en sus consecuencias liberticidas, también en el antiislamismo, nuevo avatar del antisemitismo y en otras formas esencialistas de nombrar al enemigo y negar de ese modo la división y el antagonismo internos que caracterizan a nuestras sociedades de clase. Para conquistar una democracia real es necesario deshacerse de ese pesado lastre y abandonar el sueño totalitario de una sociedad sin fisuras ni antagonismos. Como la historia nos ha mostrado, este triste sueño, por desgracia, no es exclusivo del macarthismo ni de las derechas. Incluso una sociedad sin clases será una sociedad dividida y fisurada en la que existirán los que piensen "de otra manera".

* Dalton Trumbo, El tiempo del sapo. Un estudio sobre la Inquisición en América (traducción de Breixo Viejo Viñas), Artefakte, Barcelona, 2012

viernes, 20 de mayo de 2016

El economista australiano Bill Mitchell cree que los países europeos no están preparados para la unión monetaria y que España debe volver a la peseta. “España debería duplicar su déficit público para crear empleo”.


          El 6 de este mes de mayo, el profesor Mitchell dió una conferencia en el salón de actos de la facultad de Económicas de Badajoz, al presentar su libro La distopía del euro, a la que asistí. Fue interesantísima.

Pide más intervención estatal en la economía: “Si el sector privado es incapaz de crear empleos suficientes, debe hacerlo el sector público”

Profesor de Economía de la Universidad de Newcastle, en Nueva Gales del Sur (Australia), Bill Mitchell es uno de los economistas adscritos a la Teoría Monetaria Moderna, que aboga por la intervención directa del Estado en la economía, una herejía para la ortodoxia dominante en Bruselas y Berlín. De ahí que recomiende a España que aumente su déficit público si quiere crear empleo. Mariano Rajoy lo secundó este miércoles en la Ser cuando aseguró que le importa más acabar con el paro que obedecer a la Comisión Europea recortando ese 5,08% por el que le regaña Bruselas. Mitchell acaba de publicar en España La distopía del euro (Lola Books). Su tesis no es en absoluto tímida: los países del sur, como España, deben romper con la unión monetaria si saben lo que les conviene. Casi coincide en el tiempo de publicación con la obra de otro economista heterodoxo y educado en Australia, aunque griego de nacimiento, Yanis Varufakis, quien, por el contrario, defiende la permanencia de su país y de Reino Unido en la eurozona. Mitchell no parece uno de sus fans: “Lo que Yanis dice hoy puede ser muy distinto de lo que dijo ayer”.

PREGUNTA. ¿Cómo es que les interesan tanto desde Australia, al otro lado del planeta, nuestras instituciones comunitarias? ¿Es tan escandalosa o tan patética la crisis europea como para llamar la atención tan lejos?
RESPUESTA. Bueno, el mundo es muy pequeño ahora. Y la integración europea siempre ha sido uno de mis campos de investigación. Además, Australia es en realidad un país europeo… aunque esté en Asia, y una nación intelectualmente muy abierta. Quienes nos visitan de Europa o, especialmente, de Estados Unidos se sorprenden de cuánta información internacional tenemos. En los periódicos o en la televisión de EEUU apenas encuentras nada sobre el resto del mundo, y hasta cierto punto en los periódicos nacionales de Francia, Alemania, Italia, no sé si también de España, no se publican demasiadas noticias internacionales. En Australia, por el contrario, la televisión y los periódicos están llenos de noticias internacionales porque nos sentimos parte del mundo y porque históricamente hemos estado aislados por culpa de la distancia. Ya en el colegio aprendemos lo que es la “tiranía de la distancia”. Pero nuestras raíces son europeas, británicas. Así que he pasado mucho tiempo estudiando la integración europea y su camino hacia el desastre.

P. En su libro defiende la ruptura de la unión y el regreso a las monedas nacionales. Una tesis muy arriesgada y quizá no demasiado fácil de llevar a la realidad. ¿Por qué cree que sería mejor para España volver a la peseta?
R. Mi idea es que el diseño de la unión monetaria tiene muchísimos defectos y que el Tratado de Maastricht fue un desastre. Si volvemos a los primeros debates sobre la creación de la unión monetaria en los años 60, que dieron lugar al informe Werner en 1970 y en 1977 al informe MacDougall, dos estudios muy detallados sobre cómo podría organizarse y llevarse a cabo la unión monetaria para que fuera efectiva, vemos que incluían un diseño muy específico de los requisitos necesarios.

Uno de ellos era que los Estados miembros tenían que ceder su soberanía macroeconómica y la responsabilidad fiscal para crear un órgano federal europeo que asumiera la política fiscal y que tendría legitimidad democrática. Según el informe Werner, esa institución federal sólo funcionaría con una autoridad fiscal federal con legitimidad democrática y poderes extraordinarios. El informe MacDougall está de acuerdo con esos requisitos para una unión monetaria efectiva, pero dice que las circunstancias políticas son tales –y eso que entonces la UE incluía muchos menos países que ahora–, que no hay manera de que los Estados miembros puedan ceder su autoridad fiscal a un órgano federal. Por tanto, a su juicio, carecía de toda lógica pensar que fueran a darse las circunstancias para una unión monetaria europea eficaz en un futuro próximo. A mi entender, las diferencias culturales, históricas y lingüísticas entre los Estados son tan enormes que no es lógico pensar que pueden ponerse de acuerdo para cooperar a ese nivel. Desde luego, Alemania jamás estará de acuerdo en ceder su autoridad fiscal a una institución federal.

Al mismo tiempo que se publicó el informe Delors, en 1989, la política económica fue conquistada por el monetarismo emergente y lo que ahora llamamos neoliberalismo, de forma que la mayoría de las ideas de los primeros informes sobre la unión monetaria quedaron aparcadas. El neoliberalismo en auge se oponía a que los gobiernos intervinieran en la economía y Delors apareció con la solución para apaciguar a Alemania y unir a toda Europa bajo el proceso de Maastricht, limitando la capacidad y flexibilidad fiscal de los Estados miembros. Los Estados mantuvieron la autoridad fiscal y se pusieron, digamos, unas camisas de fuerza, por lo que, si llegaba una crisis grave no iban a tener la flexibilidad fiscal necesaria para responder.

Y eso fue lo que ocurrió en 2008. Los tecnócratas de Bruselas obligaron a los gobiernos a asumir las normas fiscales del Pacto de Estabilidad y a hacer políticas de austeridad, lo que los economistas llamamos políticas procíclicas. Los gobiernos responsables siempre han sostenido políticas fiscales anticíclicas, de manera que cuando el sector privado es débil, el sector público debe ser fuerte, y viceversa. Lo más irresponsable en teoría económica es dejar que, cuando el sector privado es débil, también lo sea el Gobierno. El problema lo habéis visto en España. Vuestro PIB aún no ha regresado al nivel previo a 2008.

Mi conclusión es, por tanto, que las dos únicas opciones para salvar la eurozona son: la primera, crear una verdadera autoridad federal fiscal y monetaria, a la que habría que dar legitimidad democrática con el mismo diseño que da legitimidad al Gobierno de los Estados Unidos, a través del voto. Pero no creo que pueda ser viable en un futuro próximo y ésa es mi conclusión en el libro y en muchos de mis trabajos: es imposible que los Estados miembros cooperen hasta el punto de llegar a ese sistema federal de política fiscal, no estáis preparados para que la eurozona funcione. La segunda opción es que el Banco Central Europeo (BCE) financie a los Estados miembros para que éstos puedan crear empleo suficiente.

P. En uno de los últimos posts de su blog habla del déficit público español. Sostiene que su aumento el último año ha sido la causa del crecimiento del PIB, no las políticas de austeridad de las que presume el Gobierno. Algunos de los comentarios de los lectores precisan que el incumplimiento del objetivo de déficit se ha debido sobre todo a que 2015 era año electoral… Además, ese aumento no se hubiera producido sin la tolerancia, al menos incial, de Bruselas. ¿Cambian esas circunstancias su primer análisis sobre el crecimiento económico español del último año?
R. Soy consciente de que el motivo de que aumentara el gasto público y se relajara el objetivo de déficit es claramente político: las elecciones. Los conservadores estaban muy preocupados por lo que ocurre en Cataluña y también por Podemos a escala nacional. Está muy claro también que Bruselas estaba de acuerdo y se lo permitió al Gobierno porque, si en España se repitiera la situación que hay ahora en Portugal [con un Ejecutivo de izquierdas que ha revertido las medidas de austeridad tomadas por el anterior]…, bueno, lo último que quiere la Comisión Europea es que un país grande como España, o Italia, elija un gobierno antieuro. Pueden manejar a Portugal porque es un país pequeño y relativamente pobre, y seguro que podrían manejar a Grecia, pero no a una nación grande como España o Italia. Por eso intentarán hacer todo lo posible para mantener allí un gobierno conservador pro Bruselas y pro Troika.

Pero la lección es que no importa que los motivos fueran políticos, el hecho es que el déficit estructural aumentó y creó las condiciones para que España volviera a crecer. Y está claro que si la austeridad entre 2010 y 2013 en España hubiera sido la tónica también en 2014 y 2015, tu país no habría vuelto a crecer en la forma en que lo ha hecho. El alza del déficit creó el crecimiento y eso debería convencer a la gente a la que se le dice todos los días que la austeridad es buena para crecer, porque no es verdad. Si el Gobierno español vuelve a imponer la austeridad, que es lo que Bruselas desde luego está intentando ahora porque las elecciones ya han pasado, vuestro crecimiento se ralentizará.

P. Otra de las razones por las cuales ha aumentado el déficit público en España es el déficit creciente de la Seguridad Social. Éste, a su vez, es el resultado de la debilidad del crecimiento económico y del empleo: la mayoría de los puestos de trabajo creados estos dos últimos años son temporales, a tiempo parcial y con bajos sueldos. Por tanto, las cotizaciones a la Seguridad Social no crecen al nivel previsto por el Gobierno en sus propios presupuestos. Tampoco pueden cubrir el gasto en pensiones y subsidios, que sigue aumentando a un ritmo superior. Más aún, el Gobierno, también por motivos electorales, ha multiplicado por cinco las subvenciones a la contratación [tarifa plana], lo que ha reducido los ingresos de la Seguridad Social en más de 2.000 millones de euros. En resumen, el crecimiento económico español, en las condiciones actuales, es un poco decepcionante…
R. Es verdad, pero el gasto en Seguridad Social forma parte de lo que llamamos estabilizadores fiscales automáticos y, como la economía está tan mal, se dispara aunque no cambie la política del Gobierno. Pero además de eso, los gobiernos regionales con la aprobación del Gobierno central, han aumentado también el gasto en infraestructuras [12.500 millones de euros, un 34% más que el año anterior], eso es gasto extraordinario.

P. Usted es un defensor de la Garantía de Empleo: que el Gobierno garantice un puesto de trabajo a todos los ciudadanos que quieran y puedan trabajar, con un sueldo que debería tener la consideración de salario mínimo. Pero, ¿y la calidad del empleo? ¿La única alternativa al paro va a ser a partir de ahora el empleo precario y mal pagado?
R. España tiene un modelo de crecimiento de muy baja productividad. Y los países con este modelo de desarrollo con baja productividad y bajos salarios como España terminan empobrecidos. Para tener un alto nivel de vida es necesario un modelo de salarios altos y alta productividad, donde el capital está obligado a invertir continuamente en alta tecnología para que la economía pueda mantener esos niveles elevados de productividad que son, a su vez, los que permiten pagar sueldos altos. España, Italia e Irlanda, en cambio, siguen el lento sendero de la baja productividad y los bajos salarios, que les conduce a un futuro empobrecido.

P. Uno de sus campos de estudio son las causas del desempleo. Así que tengo que preguntarle por las del caso español: nuestras cifras de paro baten récords. ¿Ha analizado por qué? ¿Sabe cómo solucionar nuestro problema más grave?
R. La solución se deduce directamente de la causa. Con un 21% de paro, la razón es fácil de entender: el gasto en actividad económica no es suficiente, y la actividad económica existente ha creado empleos con bajos salarios y de baja productividad. La falta de gasto es, a su vez, el resultado de años de austeridad. La solución al problema es estimular la creación de empleo y las empresas sólo crean empleos si suben las ventas. Cuando el crecimiento del gasto es insuficiente para seguir el ritmo de crecimiento de la población, crece el desempleo.

Así que la solución es clara: hace falta más gasto. Y si el sector privado es incapaz de gastar lo necesario para crear empleos suficientes, entonces el único sector que puede crear puestos de trabajo para vosotros es el sector público. Por supuesto, la capacidad de actuación del Gobierno está muy limitada al ser España miembro de la eurozona. El déficit fiscal español debería ser el doble del actual y el Gobierno debería dedicarse a la creación de empleos a gran escala. Deberían ser de diferentes tipos: desarrollo regional, protección medioambiental o en áreas de desarrollo comunitario que aumentarían el bienestar de la población pero también estimularían al sector privado porque crecería el gasto en general. Ése es el camino. Pero no podréis hacerlo si permanecéis en la eurozona. Por eso debéis abandonarla y volver a la peseta.

P. La polémica sobre el salario mínimo se extiende por todo el mundo. En España es muy bajo, 655,2 euros al mes. Aun así, surgen voces que reclaman su eliminación o la exclusión de jóvenes o empleados no cualificados. ¿Cree usted que el salario mínimo frena la contratación de trabajadores?
R. En Australia tenemos un salario mínimo más elevado en términos relativos que la mayoría de los países [en realidad, uno de los más altos del mundo, 1.742,34 euros al mes]. Es cierto que los economistas conservadores ortodoxos repiten continuamente que el salario mínimo causa desempleo, sobre todo en trabajadores de baja cualificación, pero la investigación ha sido incapaz de demostrarlo. Por el contrario, los estudios más razonables no muestran una relación clara entre salario mínimo y aumento del paro. En el Reino Unido el salario mínimo no ha dejado de crecer en los últimos 10 o 15 años y el empleo ha aumentado en las categorías más bajas. En Australia no tenemos ninguna prueba de que aumente el paro, nuestro SMI lo fija cada año un tribunal [Fair Work Commission]. Yo sigo la lógica de que los trabajadores con sueldos más bajos, los que cobran el salario mínimo, son también los que con mayor probabilidad van a gastarse cada nuevo dólar o euro que ingresen de más. Por eso, cada subida del salario mínimo añade más gasto antes que aumentar costes, incrementa el gasto total y, por tanto, el empleo.

Las pruebas empíricas parecen apoyar este punto de vista, por lo que una de las cosas que España, Portugal, Italia y Grecia deberían hacer es subir el salario mínimo para estimular el gasto.

P. ¿Y el paro de larga duración? Va a ser nuestro siguiente problema: más de tres millones de personas llevan más de un año sin trabajar. ¿Es un problema específico de España o una tendencia mundial?
R. No, no es un problema únicamente español, sino de toda Europa durante muchos años. En Australia también se está convirtiendo en un problema, y en el Reino Unido. En EEUU no lo era, pero está empezando a serlo. La eurozona lleva años imponiendo austeridad. Forma parte de los criterios de convergencia del Tratado de Maastricht; es decir, estamos hablando de 1996 a 2000, a 2001 en el caso de Grecia. Desde entonces estos países están recortando el gasto público de forma deliberada y provocando más paro del que habría en otras circunstancias. Y cuando llegó la crisis, la situación empeoró aún más.

El paro de larga duración no es un problema diferente del paro en general. Los trabajadores pierden su empleo por la austeridad impuesta a la economía, el tiempo pasa, empiezan a perder contacto con el mundo del trabajo, a perder su cualificación profesional y a sufrir problemas psicológicos, sus redes sociales se reducen. Esas consecuencias se pueden controlar si el Gobierno interviene tan pronto como sea posible. Pero en la UE el problema se ha agravado al crear deliberadamente más desempleo. Por eso, si en 2008 Bruselas hubiera permitido aumentar el déficit, no habría ahora tanto paro de largo duración.

P. En todo el mundo se están degradando las condiciones laborales. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ya habla de “trabajadores pobres”, porque tener un empleo no garantiza que puedan llegar a fin de mes. ¿Se trata de una tendencia imposible de parar?
R. ¡Por supuesto que se puede parar! En los últimos 20 años, España y Australia han marcado la pauta con ataques legislativos contra los sindicatos. El Gobierno conservador australiano, por ejemplo, lleva 15 o 20 años aprobando medidas muy duras que atacan la capacidad de actuación de los sindicatos. Si se combinan con políticas fiscales que aumentan el desempleo y se elimina o reduce la protección a los trabajadores, entonces aparece este fenómeno de los trabajadores pobres, incluso entre quienes tienen jornada completa. Es una tendencia global, pero no inevitable. Si la legislación protege más a los trabajadores, no ataca a los sindicatos y hace más difíciles los despidos, se le complicará a las empresas crear las condiciones que han hecho surgir trabajadores pobres.

P. En su último libro habla sobre la “cultura neoliberal dominante”. ¿Cree que ese dominio está llegando a su final? ¿Es posible que haya alcanzado ya las últimas fases de su ciclo hegemónico o, por el contrario, va a seguir aún primando en las grandes instituciones internacionales durante mucho tiempo?
R. Ésa es una buena pregunta… Hace 30 años, cuando se produjo la crisis financiera global, pensé que iba a ser el final de este periodo particular, tanto en la economía como en la política. Resulta que me equivoqué, desgraciadamente. Estos paradigmas y escuelas de pensamiento tienen toda una maduración y evolucionan durante un largo periodo de tiempo. Así, el monetarismo, las teorías del libre mercado y el neoliberalismo han evolucionado desde los años 70 y no fue hasta el final de esa década que se convirtieron en el paradigma dominante. O sea que llevamos tres décadas con ello.

Creo que se tarda mucho tiempo en debilitar un paradigma dominante aunque se haya demostrado que está teórica y empíricamente equivocado. La crisis financiera global ha probado que creer en la eficiencia de los mercados es un error. También que las políticas fiscales son un instrumento extremadamente eficaz, porque la política monetaria no lo fue. La enorme resistencia a cambiar este poderoso pensamiento de grupo se basa en un comportamiento que niega la realidad, refuerza el sistema de creencias, sólo ve lo que quiere ver y vilipendia a quienes lo ponen en cuestión.

Yo diría que tarde o temprano se desmoronará, pero cuándo, no estoy seguro. En cualquier caso, si piensas en el momento político actual en el planeta, ¿quién habría podido imaginar que aparecería en EE- UU. alguien como Bernie Sanders y que podría convertirse en un paradigma político creíble? ¿Quién habría podido imaginar que en el Reino Unido aparecería Jeremy Corbyn como defensor de los movimientos de base y que lideraría uno de los principales partidos políticos?

Y si piensas en quién apoya a Sanders, a Corbyn, a Podemos en España, a la izquierda en Portugal, son los movimientos de base liderados por jóvenes. Creo que los jóvenes están reactivándose políticamente, vuelven a comprometerse políticamente después de que toda una generación anterior obviara el compromiso. Habrá un cambio político.

En los años 20 se produjo un auge de los sindicatos y la demanda de un Estado del Bienestar porque el sistema capitalista creó desigualdad, trabajos precarios, recortó salarios y permitió que se formara una élite muy rica. Como la gente no lo toleró, triunfaron los sindicatos, aumentó su influencia sobre los partidos políticos y, con el tiempo, surgieron Estados del Bienestar. Eso va a ocurrir de nuevo. No puedo decirte cuándo, pero ocurrirá en algún momento.

P. Usted no prevé otro crash como el de 2008, a diferencia de lo que auguran otros economistas y personajes como, por ejemplo, George Soros.
R. Dudo que se produzca. Los gobiernos fueron muy pragmáticos en 2008 y salvaron rápidamente al sistema bancario. Ningún gobierno, ningún banco central, ni el europeo, ni la Reserva Federal de EEUU, ni el japonés, el inglés o el australiano, van a permitir que quiebren los grandes bancos. No van a dejar que estalle otra gran crisis financiera, otro 1929 u otro 2008. Sencillamente, los bancos centrales nacionalizarán los principales bancos si surge un gran peligro. Lo que sí preveo es un estancamiento de la economía y elevados niveles de paro. Entonces los gobiernos tendrán que darse cuenta de que deben incurrir en mayores déficit. Eso llevará su tiempo.
Fuente:
http://www.infolibre.es/noticias/economia/2016/05/05/bill_mitchell_deficit_espanol_deberia_ser_doble_del_actual_para_crear_empleo_49275_1011.html

jueves, 19 de mayo de 2016

Si tienes más de 40 años tal vez deberías trabajar solo tres días a la semana. Un estudio de la universidad australiana de Melbourne sobre la productividad laboral demostró que el cerebro funciona mejor si trabaja, pero poco. Lo ideal para los autores sería tener una jornada de trabajo reducida a tres días por semana.

Si tienes más de 40 años tal vez deberías trabajar solo tres días a la semana.

Un estudio de la Universidad de Melbourne en Australia señaló que las personas de más de 40 años deberían trabajar sólo tres días a la semana. Para llegar a esta conclusión analizaron los hábitos de trabajo y las pruebas cognitivas de 6.500 personas en ese país.

Los expertos encontraron que tanto un exceso de trabajo como la ausencia total del mismo es supone un riesgo importante para la mente. Para ellos lo ideal sería encontrar un equilibrio entre el tiempo de trabajo y el de descanso, es decir trabajar a tiempo parcial sería la mejor manera de mantener estimulado el cerebro sin llegar a niveles altos de estrés o cansancio.

Para el trabajo pidieron a los participantes que leyeran palabras en voz alta, recitaran números hacia atrás y vincularan letras con números siguiendo un patrón particular.

Resultados
Como resultado encontraron que las personas que trabajaban cerca de 25 horas semanales obtenían los mejores resultados.

En contrapartida observaron quienes no trabajaban nunca obtuvieron resultados un 18% más bajos en la prueba de lectura, un 20% más bajos en la de los números y un 15% inferior en las de relacionar letras con números.

Mientras que aquellos que trabajaban 40 horas a la semana se vincularon con un déficit congnitivo inferior al de aquellos que no trabajaban. Y para quienes trabajaban 55 horas a la semana los resultados eran aún peores.

Así los autores de la investigación concluyeron que el trabajo puede estimular la actividad cerebral pero que las largas jornadas de trabajo fatigan la mente y dañan las funciones cognitivas.

Colin McKenzie, uno de los investigadores del estudio declaró: “Señalamos que las diferencias en las horas de trabajo son importantes para mantener el funcionamiento cognitivo en adultos de mediana edad y ancianos”.

Otros estudios ya han demostrado que jornadas laborales más cortas favorecen la productividad de los trabajadores mientras que también cuidan su salud ya que están más predispuestos, reducen los niveles de estrés y pueden descansar mejor y dedicar tiempo a su vida personal.

http://www.lr21.com.uy/salud/1287160-trabajar-tres-dias-semanas-adultos-cerebro?

miércoles, 18 de mayo de 2016

Achille Mbembe filósofo camerunés

Entrevista al filósofo camerunés Achille Mbembe
“Mi inspiración básica viene de las historias que escuché de niño alrededor del fuego del hogar”

Rafael Poch
La Vanguardia

Filósofo e historiador del postcolonialismo, el camerunés Achille Mbembe (1957) dedicó su primer libro a la figura de Ruben Um Nyobe, un héroe de la independencia de su país que fue asesinado en 1958. Formado académicamente en París, residente desde hace quince años en Sudáfrica y con experiencia docente en Estados Unidos, Mbembe se ha dedicado también a la comprensión del fenómeno religioso. A partir del año 2000 comenzó a centrarse en la crítica del poder postcolonial y en la comprensión de la dinámica de raza con su libro Crítica de la razón negra , que Gedisa acaba de publicar en español. Su último libro Politiques de l´inimitié se está presentando ahora en París (La Découverte). La entrevista, gracias a un aviso del corresponsal de La Vanguardia Xavier Aldekoa, coincide con la jornada, que Francia estableció en 2006, de conmemoración de la abolición de la esclavitud. “COLONIZAR ES UN PELIGRO PARA LA DEMOCRACIA”

P-Dice usted que “Francia descolonizó sin autodescolonizarse”.

R- Quiere decir que Francia otorgó la independencia formal y jurídica a sus colonias pero que mantuvo, en su manera de actuar y de percibir el mundo externo, la estructura cultural heredera de su pasado colonial. Hizo como si la relación colonial fuera algo que concernía a los colonizados entre ellos, ignorando que ella era parte integrante de esa relación…

P- ¿Cómo una enfermedad que deja cicatrices en el propio cuerpo del colonizador?
R- Exacto, es una enfermedad que ataca a los dos sujetos. Por eso no se puede descolonizar sin someterse uno mismo a un proceso de cura. Le daré un ejemplo: en la guerra de liberación de Argelia la tortura era una institución generalizada, con gente dedicada a ella. A fuerza de torturar esa gente brutalizaba en casa su relación con la mujer y los hijos. Esa transformación violenta respecto a sus propios familiares merecía ser tratada por un psiquiatra. Es una realidad que encontramos, por ejemplo, en los textos de Franz Fanon y que puede extenderse a los cambios jurídicos, simbólicos y culturales de un Estado.

P- …Consecuencias degradantes para la democracia…
R- Sí. Colonizar a alguien es un peligro para la democracia del colonizador. En Francia hubo que evitar que los generales que hacían la guerra sucia en Argelia tomaran el poder en la metrópoli. Tocqueville ya dijo que había que evitar que la gente que hace ese tipo de cosas en las colonias se pongan al frente de la nación, porque traerían toda esa suciedad a casa. El problema es que establecer ese cordón sanitario es imposible. Lo vemos con esas guerras de ocupación en Oriente Medio, sus bombardeos y sus Guantánamos…

P- Usted dice también, “creo que los africanos que buscan reinventar su futuro ganarían si olvidaran a Francia”.
R- Lo creo porque Francia ya no parece estar en posición de inventar nuevas ideas que permitan al mundo, y a África en concreto, cambiar a mejor, como fue el caso en el pasado…

“UN LAICISMO QUE ESTIGMATIZA A DESFAVORECIDOS”

P- ¿Ya no hay ninguna referencia ejemplar a extraer de Francia?
R- Hay una memoria intelectual que forma parte de la memoria universal del mundo y que es útil preservar, pero en términos de futuro no veo gran cosa…

P- Como dice con sorna Shlomo Sand (La fin de l´intellectuel français?); “de Zola a Houellebecq…”
R- Exacto, ¿qué quiere que haga con Houellebecq, Zemmour, Finkielkraut, Marine Le Pen o Sarkozy? ¿Para qué le sirven a un africano? Una inmersión narcisista en la que el país se muerde su propia cola…

P- ¿Cómo ve usted esa crítica agresiva al Islam que hay en Francia hoy?
R-La crítica de la religión es necesaria, forma parte de nuestra tradición crítica surgida de la Ilustración. La cosa se complica cuando no se trata de una crítica de la religión sino de una forma encubierta de estigmatización de un segmento, desfavorecido y surgido de la colonización, de la población francesa.

P-¿Cómo separar esa crítica necesaria de lo religioso de los elementos racistas que se cuelan en nombre del laicismo republicano?
R- Ahí está la dificultad. Los elemento, digamos, sucios, que encontramos incluso en la crítica feminista del Islam, es decir; posturas que en su origen estaban enfocadas a la liberación y en las que el arma de la emancipación se transforma en instrumento de sumisión y estigmatización…

P- ¿Qué hacer?
R- No lo se. Los tiempos son bastante oscuros. En cualquier caso, el racismo no conduce a la emancipación.

P- ¿Cómo interpreta usted el intento del gobierno socialista francés de retirar la nacionalidad a binacionales convictos de terrorismo, es decir a hijos de emigrantes, que pretendía introducir una diferenciación legal entre categorías y calidades de franceses…?
R- Cayeron en la trampa. Es sorprendente que una administración socialista se metiera en eso. No se si la derecha se habría atrevido… Estamos entrando en un ambiente de apostasía y herejías, un poco como en la guerra de religiones.

P- En ese ambiente se puede hablar de terrorismo haciendo constantes referencias al Islam, pero no a la política exterior belicista que ha eliminado a más de un millón de personas y destruido sociedades enteras en la región de la que parte ese terrorismo, ni de la alianza histórica de las grandes potencias occidentales con los regímenes más integristas y oscurantistas de la región…
R- Se sabe que no se puede brutalizar continuamente a la población en el exterior sin que en un momento dado todo eso se vuelva contra ti, sin que ello signifique justificar nada. En el fondo estamos ante dos modos de nihilismo; uno técnico digital que actúa con drones y alta tecnología militar, y otro que procede por decapitación y armas primitivas.
“LAS ELITES AFRICANAS SON UN PRODUCTO COLONIAL”

P-Cincuenta años después de las independencias africanas, casi todo lo que era actual entonces, lo sigue siendo ahora ¿Cuál sería la responsabilidad de las élites africanas en este balance?

P- Enorme. La mayor parte de esas elites es de origen colonial. Lo que ocurrió desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando comienzan a aparecer las demandas de independencia. Las élites coloniales se reprodujeron al mismo día siguiente de la descolonización y a partir de los años 70 y 80 lograron transnacionalizarse, es decir que sus intereses hoy ya no están limitados a sus respectivos países. Sus capitales están colocados en bancos extranjeros, cuando quieren tratarse acuden a hospitales suizos, franceses o americanos y sus hijos son educados en universidades extranjeras. Sus alianzas más sólidas, en materia militar o de servicios de información, son con potencias extranjeras. Esa es la transnacionalización de las elites de origen colonial que se reproducen y perpetúan en el poder. Tratan a sus países como si estuvieran ocupados por potencias extranjeras. Todo está organizado de tal forma que su relación sea como la del soberano con sus súbditos. Eso es lo que les permite acumular poder y riqueza y les da estatus simbólico.
P-¿Qué papel juega la Françafrique en este contexto?
R-Es como la escuela que educa a las elites africanas para que actúen de la forma que acabo de describir. Es la estructura de convivencialidad que permite a esas elites, socializarse, conocerse, tejer la red de sus intereses y garantizar que el sistema puesto en marcha después de la independencia se mantenga como está, con el comercio, las relaciones militares -muchos miembros de esas elites tienen pasaporte francés. Una estructura de complicidad mutua.

P- Hasta veteranos del antiimperialismo como Samir Amin han expresado cierta comprensión con la intervención militar francesa en Mali…
R- Es natural. Si África dispusiera de su propia capacidad militar de intervenir allí donde la paz está amenazada y las vidas en peligro, no habría cuestión. Lo ideal sería que África dispusiera de su propia fuerza. Mientras no disponga de ella, estas cosas continuarán; Francia intervendrá, Estados Unidos, etc, y la alternativa será siempre entre mal y peor. Hace poco hubo un ataque terrorista en Costa de Marfil, en la playa, como no había medios se llamó a las tropas francesas para impedir una repetición…

“LOS NEGROS DE EE.UU HAN PASADO DE LA PLANTACIÓN A LA CÁRCEL”

P- Usted vive en África del Sur, tiene una formación intelectual francófona y una sólida experiencia docente en universidades americanas, ¿Dónde es peor la situación de racismo, en Europa o en Estados Unidos?

R- Si se lo pregunta a alguien como (el escritor afroamericano) Na-Tehisi-Coates (The Beautiful Struggle) le dirá que es peor en Estados Unidos. Hay una cierta intelligentsia afro-americana que piensa que es peor en Estados Unidos y que Francia ha sido un país de acogida para los negros americanos. Creo que en el fondo es un mito que se ha inflado. Para una parte de los negros franceses que descubren América, es mejor ser negro en Estados Unidos en el plano de la movilidad, el reconocimiento profesional, etc. En el sentido de que muchos negros universitarios franceses que no encuentran trabajo en Francia, lo encuentran en Estados Unidos. Creo que hay algo real pero también que hay algo de mito. Porque las políticas son distintas; en Estados Unidos se reconoce el hecho del racismo y la necesidad de actuar contra él, mientras que aquí, apenas se reconoce. Se funciona a partir de un principio republicano, que es más un proyecto declarativo que una realidad, que es ciego a la diferencia y las discriminaciones en la vida cotidiana a las que están sometidos aquellos que no son reconocidos por completo como nuestros semejantes. Desde ese punto de vista hay un enorme problema que lleva a muchos negros a preferir los Estados Unidos, donde la situación es compleja. Allí no hay una semana sin que un policía dispare contra un negro sin que eso comporte ningún castigo. Hay una impunidad general: ningún policía que haya asesinado a un negro ha sido juzgado. La pena de muerte es administrada por la policía directamente sin pasar por la justicia. El 40% de la población carcelaria es negra, cuando los negros representan entre el 10% y el 12% de la población total. ¡Un 40% que ha pasado de la plantación a la cárcel, siendo la prisión un espacio, privatizado, de explotación económica! Hay un sistema demoniaco que tiene por objetivo a un grupo de la población minoritario y fragilizado al que se excluye en nombre de su raza. Hasta ahora eso era impensable en Francia. Respecto al futuro es difícil hacer previsiones porque se está importando y produciendo toda esta legislación de excepción por el terrorismo que ya veremos adonde nos lleva…

“LA RECONSTRUCCIÓN DE LOS AFROAMERICANOS HA SIDO EXTRAORDINARIA”

P- ¿Qué le ha aportado intelectualmente su contacto con el medio afroamericano de Estados Unidos?
R- Mucho. En el Camerún en el que crecí las cuestiones de raza no pintaban nada. Era un país negro independiente con algunos blancos… Nadie se preocupaba de eso. En Francia, igualmente, a principios de los ochenta, el racismo no era algo de lo que se hablara mucho. Es verdad que a mediados de la década comenzó el movimiento “Touche pas à mon pote”, pero era bastante lúdico. En Estados Unidos, cuando llego a mediados de los noventa, es donde encuentro la problemática del racismo y donde descubro una enorme parte de la historia del mundo de la que no era consciente. Hay algo extraordinario en la historia de los afroamericanos: millones de personas durante cuatro siglos, no uno, cuatro, fueron sometidos a condiciones de la máxima expropiación. Su mundo es arrasado, la memoria no existe, la familia destruida, los niños y las mujeres son vendidos al por mayor, un trabajo infernal no remunerado, ningún acceso a la educación, segregación total…. Cuatrocientos años. Y al mismo tiempo, una comunidad que por la resistencia consigue mantenerse, reconstruir una cultura y unos gestos a partir de la nada que se hacen universales; todo el mundo conoce el jazz, la cultura urbana juvenil viene determinada por la música afroamericana, toda una serie de deportes globales, una producción literaria absolutamente fantástica… así que yo descubrí todo eso y me di cuenta de que hay algo extraordinario en la cultura de los afroamericanos. Aprendí mucho de eso, de sus personalidades e intelectuales, de sus mujeres, todo eso me da mucha energía.

P- Una de las claves de las buenas relaciones que había, por ejemplo en el Uzbekistán soviético entre la población europea y los nativos del Asia Central, era la escasa distancia existente entre la condición del campesino ruso y el uzbeco. No había espacio para esa mirada altiva y distante del francés pied noir, aunque fuera pobre, y el argelino, o el británico y el indio….
R- Sí, esa distancia es fundamental. Se puede decir algo parecido sobre el colonialismo portugués, un colonialismo antiguo del XVI y XVII que comenzó bien antes de la del XIX de Francia e Inglaterra y que tenía una dimensión de convivencialidad que facilitó el mestizaje porque la distancia entre el colonizador portugués y el colonizado era reducida. Mozambique está lleno de regresados; hay 4000 en Maputo y en los últimos años, al calor de las dificultades económicas en Europa a Angola han llegado 18.000 portugueses… Hay una relación más convivencial que no puede menospreciarse y que produce efectos diferentes. En el comienzo del racismo, a finales del XVII y principios del XVIII, en Estados Unidos no había distancia entre los negros y los blancos pobres, los “pequeños blancos”. Vivían juntos, se casaban… Hubo que producir esa distancia y la manera fue hacer comprender al “pequeño blanco” que era peligroso mezclarse con las otras clases subalternas. El gran miedo de los hacendados era que los pequeños blancos y los negros se unieran en una revuelta de pobres. Así que la legislación, el sistema de castigos y privilegios, se comenzó a aplicar con criterios raciales.

“LA DESTRUCCIÓN DE LIBIA HA POTENCIADO A BOKO HARAM”

P- ¿Hay algo alternativo y beneficioso para África en la llegada de nuevos actores inversores, chinos, indios, que en su historia conocieron el colonialismo de forma muy cruda?
R- Es asunto de África el crear las condiciones para que esa llegada no sea simplemente la repetición de lo que conoció con Europa. Podría ser beneficioso si a nivel continental África se dotara de los medios para que así lo fuera. Que no aproveche como una nueva fuente de rentas y depredación a esas elites de las que hemos hablado. Para ello el objetivo debería ser que África se transformara en un amplio espacio de circulación sin fronteras internas. Mientras Europa levanta muros, nosotros deberíamos abrirnos, incluso a la implantación de poblaciones foráneas.

P- En ese contexto, cómo valora la eliminación de Gadafi, con sus ideas panafricanistas?
R- Ha creado un desorden terrible en África. La estabilidad del Estado libio ha saltado por los aires. Hoy es un país de milicias que propicia la propagación de todo tipo de violencias incontroladas. Desde el punto de vista de los intereses occidentales no ha sido positivo. El segundo aspecto es que con la eliminación de Gadafi comenzaron los pogroms de negros en Libia, algo de lo que nadie habla: ha habido masacres de negros, incluidos negros libios. Tercer aspecto: la destrucción de Libia ha potenciado la circulación de arma libias en beneficio del terrorismo en toda la región, Mali, saheliano y especialmente en Nigeria. En los últimos años, Boko Haram ha matado a decenas de miles de personas. No decenas, sino decenas de miles. Boko Haram ya existía antes pero la destrucción de Libia ha contribuido a intensificar ese y otros terrorismos. Así que desde todos los puntos de vista no veo en qué esa intervención exterior pudiera ser estabilizadora. Al lado de eso hay la siguiente cuestión: la Unión Europea, preocupada por los éxodos migratorios, subvenciona a los estados magrebíes con millones de euros para que hagan de guardafronteras e impidan la circulación, mediante detenciones, torturas y encarcelaciones… toda una serie de cosas horribles que generalizan la violencia y que son pagadas por Europa. Ese dinero dedicado a subvencionar el trabajo sucio podría ser empleado en otras cosas mucho más positivas, por ejemplo en los lugares de origen de ese éxodo, en inversiones agrícolas en el valle del Senegal.

“EN LA JUVENTUD AFRICANA HAY UNA DEMANDA DE RADICALISMO”

P- ¿Cómo valora la figura de Thomas Sankara?
R- En la línea de Lumumba, Mandela y tantos otros. En la juventud africana hay una demanda de radicalismo que forma parte del fenómeno que vemos un poco en todas partes, no solo en África y América Latina, sino también en Europa con Podemos y aquí con la Nuit Debout. La reivindicación de Sankara forma parte de ese fenómeno: la búsqueda de figuras que en el pasado encarnaron el sueño de un cambio radical.

P-Hace quince años que vive usted en África del Sur ¿Por qué decidió instalarse allí?
R- Quería tener una perspectiva africana y a la vez abierta al mundo y Sudáfrica es el país más propicio para esa triangulación, África del Sur, Estados Unidos, Europa, que huya del pensamiento provinciano.

P- ¿Qué autores le han inspirado intelectualmente, aparte de Fanon?
R- Hay muchos pero mi inspiración básica fueron dos cosas; las historias ancestrales de cuentos africanos que escuchaba de niño alrededor del fuego del hogar, todo ese mundo misterioso de la noche africana, porque en la época en la que yo crecía aún teníamos eso: la gente se reunía después de cenar para hablar y escuchar a los mayores explicar la mitología antigua… y también las interpretaciones que mi abuela hacia del Nuevo Testamento. Era cristiana, no sabía leer y me hacía sentar para que le leyera la Biblia en su lengua. Con nueve o diez años descubrías todo un imaginario. Esas son las influencias “fundacionales”, podríamos decir. Luego en la escuela leía mucho sobre la Grecia clásica. Esos son los tres pilares fundamentales y mitológicos que son como mi subsuelo. Más tarde me introduje en la literatura africana, con gente como Senghor, Aimé Césaire, Edouard Glissant… pero entre los teóricos mi influencia es bastante ecléctica; Foucault, particularmente, cuyo último curso en el College de France seguí, Castoriadis… Y conocía a Michel Certau y Paul Ricoeur. Ese sería mi paisaje.

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