jueves, 17 de octubre de 2019

_- El acoso a Peter Handke

_- Rafael Poch de Feliu Blog personal

El Nobel de literatura se interpone en el camino de los apologistas de la guerra humanitaria de la OTAN

Los premios Nobel de literatura -no hablemos ya de los de la Paz- siempre fueron asunto polémico y politizado. Hace unos años el galardón literario se le concedió a Patrick Modiano, autor de una sola novela que se repite, una y otra vez, en toda su extensa obra. En 2010 se le concedió a Mario Vargas Llosa, un gran escritor que, curiosamente se ha ido haciendo mediocre (y hasta plagiador, véase el artículo de Enrique Serbeto sobre La fiesta del chivo) conforme se hacía más reaccionario. En 2016, llegó la broma de considerar un gran literato a Bob Dylan… Políticamente es bastante corriente premiar a los escritores críticos con los gobiernos de países adversarios, lo que hace particularmente notable que autores no disidentes de esos países accedan al título, como fue el caso de Mo Yan en 2012. Considerando todo esto, es doblemente destacado que el Nobel de literatura haya recaído este año en el poeta y dramaturgo austríaco Peter Handke.

Peter Handke

No solo tiene Handke méritos más que sobrados para tal premio, sino que desde los años noventa figuraba en el índice de los apestados, circunstancia que había convencido a todo el mundo, y en primer lugar al propio autor, de que nunca sería premiado. El motivo es que Handke criticó, con toda la razón, el informe mediático occidental contra Serbia que preparó las guerras de Bosnia (1992-1995) y Kosovo (1999). Sin aquello nunca habríamos llegado a comprender que las bombas de Javier Solana explicadas por el infame Jamie Shea, eran necesarias y humanitarias, que la agresión de la OTAN violadora del derecho internacional iba destinada a prevenir el genocidio. Por eso, su publicación, en enero de 1999, del texto Gerechtigkeit für Serbien (“Justicia para Serbia”) lleno de buen sentido, fue el escándalo literario del año en el mundo germanoparlante. Algo parecido le sucedió a Régis Debray en Francia, con su “Carta de un viajero al Presidente de la República” (1999). Ovejas negras que desentonaban en el rebaño. Notas que desafinaban en la disciplinada y gregaria orquesta.

Parecido pero de diferente calidad. Porque los Nouveaux Chiens de garde que sufrió Debray en Francia eran los habituales payasos mediáticos de la derecha parisina, Alain Finkielkraut, André Glucksmann, Bernard-Henri Lévy y similares, mientras que los apologistas de la guerra en Alemania que denigraron a Handke eran gente de mayor categoría, Jürgen Habermas, habitualmente descrito como “el principal filósofo alemán vivo”, Hans Magnus Enzensberger o Peter Schneider. Habermas vio en el ataque de la OTAN a Serbia un “salto en el camino del derecho internacional clásico de los estados hacia el derecho cosmopolita de una sociedad civil mundial”. En ausencia de instituciones responsables de mantener el orden global, la OTAN debía actuar como “instrumento de un derecho superior”.

El texto de Handke se basaba en un viaje que el autor hizo con amigos en noviembre y diciembre de 1995 a través de Serbia. Su propósito era contar la verdad sobre Serbia y el conflicto. “Cuando los criminales de la OTAN bombardean el país, mi lugar está en Serbia”, decía en un contexto dominado por las acusaciones unilaterales y las tergiversaciones mediáticas más groseras. Handke volvió a Yugoslavia en 1999, cuando caían las bombas de la llamada guerra de Kosovo, y publicó sus notas “Unter Tränen fragend” (Preguntando entre lágrimas). Católico practicante, anunció que dejaba la “Iglesia actual” en protesta porque en su mensaje de Pascua, el papa no condenó “el arrollador asalto de la OTAN contra un país pequeño”. Mas tarde visitó a Slobodan Milošević en La Haya y escribió sobre él nuevos textos incorrectos.

Por su comprensión hacia Milosevic, Handke fue comparado con Ezra Pound por sus loas a Mussolini, y con Louis-Ferdinand Céline, ese enorme escritor que fue fan de Hitler, poniendo el signo de igualdad entre actitudes, situaciones y personajes tan diferentes. Como escribió hace unos años el historiador Kurt Gritsch en la revista Hintergrund, “apenas se intentó entender la motivación de Handke, al revés: se cuestionó su credibilidad e integridad”. Es una manera moderada de decirlo.

Lo que hubo fue un linchamiento, algo particularmente asqueroso cuando los pateadores de la víctima hablan alemán, lo que inevitablemente se asocia con perros de presa y un fondo de reflectores y alambre de espino. Se le tachó de “negacionista”, de “tonto útil”, etc., y todo para justificar una enormidad: la primera participación alemana en una guerra desde Hitler. Esa circunstancia no concurría en Francia.

A Habermas en 2001 le dieron el premio de la paz de los libreros alemanes. A Handke se le nominó en 2006 para el premio Heinrich Heine pero el consejo municipal de Düsseldorf protestó recordando la “actitud proserbia del autor” y el entonces presidente de la región de Renania del Norte-Westfalia, Jürgen Rüttgers, declaró indigno de tal premio “a quien ha relativizado el holocausto”.

Este tipo de acusaciones y reproches deshonestos se han mantenido hasta hoy y han resurgido con motivo de la concesión del Nobel de literatura. “Nadie ha convertido en tanta pequeñez las masacres, la guerra y el sufrimiento en los Balcanes tan expresivamente como Peter Handke, para las víctimas, la decisión de Estocolmo tiene un mensaje demoledor”, señalaba hace unos días el Frankfurter Allgemeine Zeitung. “Alemania estaba en guerra con Milosevic por muy buenas razones humanitarias, ¿no honramos ahora a los apologistas del dictador?”, se pregunta en el Tagespiegel el embajador y lobbysta del complejo militar-industrial alemán Wolfgang Ischinger.

Los mismos que en su día contaminaron el informe yugoslavo, sobre el que hoy disponemos de cuadros mucho más completos y realistas, continúan manipulando y tergiversando. Por una vez el Nobel de literatura se les ha atravesado en el camino.

(Publicado en Ctxt)

Fuente: https://rafaelpoch.com/2019/10/16/el-acoso-a-peter-handke/#more-347

miércoles, 16 de octubre de 2019

_- Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista “Quienes practicamos la ciencia somos un segmento privilegiado de la población mundial".

_- Salvador López Arnal
Rebelión

Profesor de Historia de Europa y de Teoría de la Historia en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Comahue (Argentina), Ariel Petruccelli ha publicado numerosos ensayos y artículos de marxismo, política y teoría de la historia. Es miembro del consejo asesor de la revista Herramienta. En esta conversación nos centramos en su libro Ciencia y utopía, Buenos Aires, Ediciones Herramienta y Editorial El Colectivo, 2016. Se define como “marxista libertario con una amplia participación política en el movimiento estudiantil (en tiempos ya lejanos) y sindical docente”. Ha cultivado el humor político en un colectivo de agitadores culturales (El Fracaso) que editó a lo largo de más de una década dos publicaciones satírico-revolucionarias: La Poronguita y El Cascotazo.

***

Nos habíamos quedado aquí. Para usted los fracasos revolucionarios del siglo XX no permiten concluir que en el futuro tampoco podrá construirse una sociedad genuinamente socialista. Si hablamos de implicación seguramente no, pero ¿no cabe inferir, aunque sea probabilísticamente, que esa tarea es una aspiración demasiado compleja, un ideal hermoso pero demasiado difícil? Podemos soñar, está bien que soñemos, pero el mundo no es una entidad onírica.

Por supuesto, el mundo no es una entidad onírica. Acepto este punto. Pero precisamente: el mundo real en el que vive la gente real corre un peligro mortal justamente por el capitalismo. Este es el punto que hay que discutir hoy. Si usted cree que el capitalismo, incluso sin ser un sistema demasiado bonito, es un sistema capaz de desarrollo indefinido (más o menos como hasta ahora), es una cosa. Pero si usted piensa que el desarrollo capitalista nos lleva a la catástrofe, es otra. Yo pienso lo segundo. Y déjeme precisar. El desarrollo del capitalismo, mirándolo históricamente, nunca me pareció algo uniformemente hermoso: siempre tuvo dos caras, como muy bien vio Marx. Pero ahora la situación es diferente, dado que el desarrollo del capitalismo nos ha colocado a las puestas de un colapso ecológico. Y navegamos al borde del abismo sin que, entre tanto, hayan desaparecido el hambre, la miseria, la pobreza o las guerras (cosas que, al menos en teoría, podrían no existir en el capitalismo; como no sucede con la explotación, por caso, y por ello no la incluí en el listado).

Puestas las cosas así, la alternativa socialista, antes que un sueño (hermoso o no), podría ser vista como una vía para despertarnos de la pesadilla capitalista.

No niego que las dificultades de elaborar un sistema social alternativo al dominado por el capital sean enormes. Pero pienso que seguir (más o menos) como hasta ahora es seguir navegando en dirección a un iceberg.

Por cierto, le he preguntado poco sobre Cuba. ¿Cuba no sería una sociedad que, a su manera, con dificultades, con “contradicciones”, con imperfecciones, intenta construir una sociedad igualitarista, socialista?

Cuba vivió una revolución popular que rápidamente se encaminó a construir el “socialismo” tal y como lo entendían los soviéticos. En su momento tampoco había muchas otras alternativas, dada la ubicación geográfica y el tamaño de Cuba. El Che lo vio muy bien, y mucho no le simpatizaba la situación: por eso prefirió irse a hacer la revolución en el Congo primero y en Bolivia después. Su famoso discurso de Argel es muy claro sobre lo que pensaba de los soviéticos. Pero creo que entendía que, más allá de los deseos, la dirigencia revolucionaria cubana estaba entre la espada y la pared. De todas las sociedades “estilo soviético”, Cuba debe haber sido una de las menos represivas y más igualitaria. En los últimos años, sin embargo, las desigualdades han crecido mucho. Ahora bien, si definimos al socialismo como lo hiciera Ralph Miliband (y yo creo que es una excelente definición), Cuba no es hoy ni ha sido nunca exactamente socialista. Miliban dice que el socialismo debe aunar: a) democracia; b) igualdad; c) socialización de al menos los principales medios de producción. Y bien, la democracia en la que piensa Miliband presupone la libertad de que existan diferentes partidos: no se puede decir que Cuba sea una democracia en este sentido, dado el monopolio del PC. Igualdad ha tenido mucha (como dije, ahora menos), y este punto acaso se le debería conceder. En cuanto a la socialización, hay que decir que en Cuba las empresas son estatales, antes que socializadas en el sentido de Miliband (sentido que se conjuga con la democracia, en virtud del derecho de los trabajadores a participar en la gestión de sus empresas y elegir a sus autoridades).

Le vuelvo a citar: “Aunque es indudable que en la mayor parte de su obra manifestó Marx un respeto y un interés por la ciencia, así como un cierto desprecio o desinterés por la ética y la justicia, no es menos evidente que en su práctica concreta valoró por igual a la ciencia y a los ideales”. No es cualquier cosa eso de que un clásico socialista manifieste cierto desprecio o desinterés (sobre todo lo primero) por la ética y la justicia. Pero, sea como fuere, ¿nos puede dar algún ejemplo concreto donde, en la práctica, Marx valorase por igual ciencia e ideales?

Creo que en sus últimos años es muy evidente cómo valora por igual a sus “amigos científicos”, como Kovalevsky, y a sus “amigos revolucionarios”, como Narodnaia Volia. La meticulosidad con la que estudió el caso ruso (para lo cual aprendió ese idioma a los 56 años) es muestra de la seriedad con la que se tomaba sus investigaciones científicas. Pero nunca abandonó su espíritu revolucionario. Al analizar las posibilidades de la comuna rural, luego de sopesar todos los elementos fácticos, concluyó: “pero no se trata de resolver un problema teórico, sino de vencer a un enemigo”. Más allá de los datos, él estaría con las masas campesinas.

De nuevo sus palabras: “Por otra parte, la completa síntesis entre subjetividad y objetividad -estoy seguro de ello- nunca lograremos alcanzarla”. ¿De dónde su seguridad? ¿No subyace a esa seguridad una implicación que antes rechazaba?

Creo que no. La seguridad de esa expresión es deudora de mi convencimiento en el carácter limitado del conocimiento humano. Siempre tendremos análisis incompletos y muchas veces al menos parcialmente errados. Las consecuencias imprevistas de la acción, además, no pueden ser eliminadas. No creo que sea posible una acción subjetiva basada en un conocimiento perfecto capaz de controlar completamente sus consecuencias ulteriores. Por eso pienso que la completa síntesis entre objetividad y subjetividad nunca lograremos alcanzarla. Pero ello no obsta para que procuremos basar nuestras decisiones en el mejor conocimiento disponible, mientras estamos atentos y dispuestos a examinar críticamente tanto las premisas de las que partimos como las consecuencias de nuestras creencias y acciones.

Sus palabras finales: “Pero si hemos de ser fieles al legado de Marx, entonces habremos de llevar en nuestras mochilas tanto el ropaje del científico riguroso que procura acaso sin éxito pero provechosamente alcanzar la verdad, cuanto los atuendos del apasionado revolucionario dispuesto a realizar los mayores sacrificios en pos de sus ideales”. Ciencia y utopía, pues, concluye. Pero, perdone la insistencia, a día de hoy, finales de septiembre de 2019, mirando el mundo de cara, sin engaños, sin sueños excesivos que enturbien la razón (que pueden producir monstruos), teniendo en cuenta nuestros tres jinetes del Apocalipsis (desigualdades inimaginables, armamento atómico en aumento, calentamiento global y afines), ¿es posible llevar una mochila con ese peso?

Justamente por todo lo que usted señala es que debemos llevar esa mochila. Estando las cosas como están, ya no es ni muy sensato ni muy viable entregarnos a ensoñaciones utópicas despreocupadas de su viabilidad, como a puros análisis de lo que hay mientras el barco se hunde. Por otra parte, quienes practicamos la ciencia, en el mundo contemporáneo, somos por definición un segmento privilegiado de la población mundial. Las mayorías llevan mochilas mucho más pesadas e incómodas, cargadas de miseria, hambre, violencia cotidiana, sufrimientos inauditos. Para mí es casi un imperativo que quienes tenemos el privilegio de que se nos pague para estudiar e investigar debemos asumimos el compromiso de criticar este mundo desquiciado y proponer posibilidades alternativas. Quizá eso haga nuestra mochila más pesada, pero nunca tanto como la que llevan los olvidados de la tierra.

¿Quiere añadir algo más? Por mi parte, muchas, muchísimas gracias. Ha sido gran honor dialogar con usted, aprender de usted, durante todos estos meses (que no han sido pocos). No le extrañe que intente repetir. Le voy a echar en falta. Lo bueno, si ausente, genera melancolía.

Melancolía de izquierdas, que diría Enzo Traverso. Yo también voy a extrañar mucho este intercambio. No se en qué momento decidió usted que este diálogo tendría la extensión que terminó teniendo (al principio yo imaginé algo mucho, mucho más breve); pero en verdad se lo agradezco. He aprendido mucho con usted y de usted. Y he ganado un gran amigo. ¡¡Hasta la victoria siempre, amigo Salvador!!

Hasta la victoria siempre amigo Ariel. Salud, amor, prudencia, indignación ante la injusticia y socialismo en serio.

* Nota de edición. Conversaciones anteriores :

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (I). "La perspectiva materialista en los términos de Marx que asumo puede sintetizarse en la sentencia: ‘el ser social determina la conciencia social'" http://www.rebelion.org/noticia.php?id=238338

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (II). "El socialismo como la organización de los productores libremente asociados nunca vio la luz, salvo a pequeña escala o por momentos fugaces" http://www.rebelion.org/noticia.php?id=238571

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía en Marx y en la tradición marxista (III). "Sobre el marxismo sin ismos de Paco Fernández Buey tengo la mejor de las opiniones. En realidad la tengo del conjunto de su obra" (*) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=238794

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (IV). "Antoni Domènech ha realizado un estudio histórico magistral del concepto de fraternidad" http://www.rebelion.org/noticia.php?id=239177

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (V). "Intento mostrar que Marx tuvo -hasta finales de los sesenta del XIX- una concepción relativamente ingenua del proceso de expansión capitalista" http://www.rebelion.org/noticia.php?id=239526

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (VI). "Para Marx las cosas verdaderamente valiosas son las que constituyen un fin en sí mismas y no un mero medio para otra cosa" http://www.rebelion.org/noticia.php?id=239785

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (VII), "La concepción usual de la dialéctica en la tradición marxista se basa en generalidades como la negación de la negación" http://www.rebelion.org/noticia.php?id=240133

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (VIII). "La pasión política es tomar la política como una necesidad vital, como un fin en sí mismo y en el que se juegan las convicciones" http://www.rebelion.org/noticia.php?id=240735

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (IX). "Marx, en sus últimos años, corrige algunas concepciones suyas de años anteriores; pero no veo una ruptura total o completa". http://www.rebelion.org/noticia.php?id=241240

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (X). "Engels solía ser más perspicaz que Marx en muchas cuestiones históricas, y en asuntos científicos, por no hablar de los militares" http://www.rebelion.org/noticia.php?id=241504

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (XI). "Plajanov es un exponente del determinismo tecnológico: una concepción que yo no comparto" http://www.rebelion.org/noticia.php?id=242601

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (XII). "No hay ningún vínculo necesario entre clase obrera y socialismo" http://www.rebelion.org/noticia.php?id=242899

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (XIII). Una elite revolucionaria con pocos privilegios materiales sería un gran avance pero no puede ser el objetivo".

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=243199

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (XIV) "Hasta ahora la historia ha sido mucho más padecida que racionalmente creada". http://www.rebelion.org/noticia.php?id=243480

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (XV). “Hay muchas vetas en la producción intelectual de Mariátegui. Es un autor vivo, y cabe esperar que lo seguirá siendo”. h ttp://www.rebelion.org/noticia.php?id=243852

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (XVI). “Mariátegui no rechaza la existencia de una dimensión moral o racial, sino lo que pretendía “explicar” la miseria indígena por elementos raciales o culturales”. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=244104

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista (XVII)“La de Trotsky es una ética de la igualdad, del lado de los oprimidos y explotados, y de la rebeldía”. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=245998

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista. “El hiperrealismo suele estar basado en la aceptación moral, no solamente intelectual, de un estado de cosas deplorable” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=246277

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista. “La libertad era para Marx el mayor bien, nunca estuvo dispuesto a sacrificar el principio de la libertad por consideraciones pragmáticas de prudencia” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=246858

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista. “Conviene no perder de vista los usos sociales y políticos de las concepciones éticas” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=247348

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista. “Las convicciones socialistas deben afincarse en un plano ético sobre el que empíricamente se puede argumentar, pero nunca demostrar nada concluyente” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=249319

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista

“Igual que con la libertad, las reservas marxianas sobre la justicia son útiles para tener una mirada crítica sobre la misma” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=249588

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista. “Marx concebía la libertad como autodeterminación individual y colectiva para establecer nuestros fines sin coacciones y la capacidad de alcanzarlos” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=251127

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista. “La fuerza del desarrollo tecnológico y económico es el imperativo de la ganancia y no las humanas necesidades en armonía con el medio ambiente”. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=251397

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista. “La igualdad es un valor irrenunciable de la izquierda” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=254618

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista. “Militar en una organización revolucionaria no fue en el siglo XX un juego de niños” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=259892

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista. “Las reservas de Marx sobre la mitología de la igualdad sigue teniendo vigencia.” http://www.rebelion.org/docs/260155.pdf

Entrevista a Ariel Petrucelli sobre Ciencia y utopía. En Marx y en la tradición marxista. “Marx se hizo comunista mucho antes de entender cómo funciona exactamente el modo capitalista de producción” http://www.rebelion.org/docs/261057.pdf

martes, 15 de octubre de 2019

El destierro eterno del ‘generalísimo’ francés. A diferencia de lo ocurrido en España, los restos del mariscal Pétain, líder de la Francia colaboracionista con los nazis, reposan en el cementerio de una minúscula isla.

A él le habría gustado que le enterrasen en la necrópolis de Douaumont, donde reposan los soldados muertos en la batalla de Verdún. O habría podido acabar en los Inválidos de París, cerca de Napoleón o de Foch, héroe, como él, de la Primera Guerra Mundial. Pero los restos de Philippe Pétain están enterrados a centenares de kilómetros de los monumentos a los caídos y de todos los honores.

“Philippe Pétain. Mariscal de Francia”, reza la inscripción en una tumba blanca junto al muro del cementerio de Port-Joinville, capital de la Île d’Yeu, una pequeña isla de 4.500 habitantes a 30 minutos en ferri de la costa francesa.

El mariscal Pétain —el comandante que en la Gran Guerra disfrutó como ningún otro de la admiración de los franceses, y que años más tarde encabezó el régimen colaboracionista con la Alemania nazi— acabó sus días en este pedazo de tierra en el Atlántico. Tras la liberación de Francia, fue condenado a muerte por “alta traición” e “inteligencia con el enemigo”, pero el general De Gaulle le conmutó la pena. Después de un paso breve por una fortaleza de los Pirineos, se le trasladó a la isla de Yeu, lejos de todo y de todos. Encarcelado en un fuerte militar, pasó aquí sus seis últimos años. Su esposa, Annie Pétain, conocida como la Mariscala, vivía en el Hôtel des Voyageurs, junto al puerto. Cuando se acercaba la hora final, le trasladaron a una casa de Port-Joinville, cerca de la iglesia. Murió el 23 de julio de 1951. Tenía 96 años.

Pequeño museo
“Me acuerdo bien de la Mariscala yendo a la iglesia. Y la veíamos subiendo por la calle cuando iba a ver al mariscal a la ciudadela”, dice Marie-Louise Nolleau, que tenía 12 años cuando los Pétain llegaron a la isla. El mariscal, en la ciudadela de Pierre-Levée. La Mariscala, en el hotel que regentaban quienes serían los suegros de la mujer, la familia Nolleau. El marido de Marie-Louise Nolleau convivió durante aquellos años con Madame la Maréchale. “Me contaba que era una mujer dura, estricta”, recuerda. Y, mientras tanto, muestra el minúsculo museo dedicado a la memoria de Pétain, situado en la casa de sus suegros, donde Annie Pétain residió. Allí está la cama donde murió el mariscal, así como todo tipo de objetos, desde sellos hasta cartas manuscritas. Y una caja de naranjas —vieja y vacía, con una bandera rojigualda— que Franco envió a Pétain. “Gracias por esta evocación del destino del mariscal Pétain. ¡Muchas gracias! ¡Viva nuestro mariscal!”, ha escrito alguien en el libro de visitas. Y otro: “Gracias por haber sabido conservar los testimonios de una vida extraordinaria de un hombre cuyo recuerdo sigue persiguiendo Francia y la República”.

La isla de Yeu, el minúsculo museo que parece una capilla pétainista, la tumba imponente pero sobria y sin adornos oficiales podrían ser una metáfora del lugar que Pétain ocupa hoy en la historia. Un personaje maldito que representa los momentos más oscuros del siglo XX, incluido su papel en la deportación de los judíos, y, al mismo tiempo, un personaje idolatrado en los años veinte y treinta por su papel en la victoria de 1918 ante los alemanes.

“Su nombre está ligado al traumatismo de la Segunda Guerra Mundial, es sinónimo de la Francia que colaboró con los nazis”, explica la historiadora Bénédicte Vergez-Chaignon, autora de la biografía de referencia sobre Pétain. “Sigue siendo difícil evocar su papel en la Primera Guerra Mundial sin que parezca que se le excusa por lo que hizo en la segunda”.

Desde el mismo momento en que Pétain fue enterrado, empezó el debate sobre los restos. El presidente François Mitterrand, que en su juventud había sido funcionario en el régimen de Vichy y fue condecorado por Pétain, enviaba flores cada año. En el centenario del final de la Gran Guerra, el actual presidente, Emmanuel Macron suscitó una polémica cuando afirmó: “El mariscal Pétain fue un gran soldado, es una realidad. La vida política, como la naturaleza humana, a veces es más compleja”.

El otoño se ha instalado en la Île d’Yeu, la lluvia y la mala mar refuerzan la sensación de encontrarse en una burbuja remota, pese a que la travesía no supera la media hora. La pesca, el turismo y la construcción son el motor económico. En temporada baja, Port-Joinville marcha a medio gas. En el cementerio nada indica que ahí yace Pétain. La tumba es un engorro para una isla donde pocos se identifican con el mariscal: la extrema derecha recoge peores resultados que en el resto del país. En ocasiones es objeto de vandalismo. Los visitantes son escasos. Cada 23 de julio hay una conmemoración. Los fieles envejecen, cada año son menos.

EL FALLIDO COMANDO QUE TRATÓ DE LLEVAR LOS RESTOS A VERDÚN
Hubert Massol, presidente de la Asociación para la defensa del mariscal Pétain, fue protagonista en la noche del 18 al 19 de febrero de 1973 de un episodio rocambolesco: el intento de cumplir la voluntad de Pétain y trasladarlo a Douaumont, junto a Verdún, en el este de Francia. “Un día nos dijimos que había que hacer algo y montamos un pequeño comando. Yo lo dirigí”, recuerda Massol por teléfono. Eran cinco personas. Viajaron en camioneta y en ferri hasta la isla de Yeu. Abrieron la tumba, sacaron el ataúd y lo cargaron en la camioneta. De camino a Verdún, y antes de llegar a París, escucharon en la radio la noticia del secuestro de los restos de Pétain, y por prudencia decidieron esconderlo en un garaje de las afueras de París. Pero la policía localizó a Massol, que les acabó indicando donde estaba escondido el ataúd. “Me di cuenta de que no había salida: no podíamos dejar a Pétain ahí”, explica. Pasó una noche en el calabozo, nada más. No volvió a intentar la operación. Los pétainistas siempre observaron con envidia el Valle de los Caídos, que Massol ha visitado varias veces. Hoy, ante las noticias del anunciado traslado de Franco a un pequeño cementerio en El Pardo, lo tiene claro: “Me parece escandaloso”.

https://elpais.com/politica/2019/10/12/actualidad/1570899646_559645.html

lunes, 14 de octubre de 2019

_- La importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa. No es lo mismo.

_- Rafael Poch de Feliu
Blog personal

Cómo el Parlamento Europeo aprueba la versión de la historia de la Segunda Guerra Mundial de la derecha polaca, de acuerdo con los planes estratégicos de Estados Unidos en el continente.

Con su resolución de 19 de septiembre sobre la Importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa, el Parlamento Europeo, ha dado un nuevo y vergonzoso paso en la reescritura de la historia europea. A iniciativa de 19 diputados, 18 de ellos polacos y uno letón, una feliz coalición de conservadores, liberales, nacionalistas, socialdemócratas y algunos verdes, aprobó, por 535 votos a favor, 66 en contra y 52 abstenciones, “un retroceso ideológico hacia los peores tiempos de la guerra fría”, en palabras de la Federación Internacional de combatientes de la Resistencia (FIR).

La resolución afirma la curiosa tesis de que “La Segunda Guerra Mundial fue el resultado directo del infame Tratado de no Agresión nazi-soviético de 23 de agosto de 1939, también conocido como Pacto Molotov-Ribbentrop”. La Unión Soviética y la Alemania nazi, los dos principales adversarios de la Segunda Guerra Mundial, son de nuevo presentados como gemelos: “dos regímenes totalitarios que compartían el objetivo de conquistar el mundo, repartirse Europa en dos zonas de influencia”. Poniendo un nuevo signo de igualdad, se pide a los estados miembros que “conmemoren el 23 de agosto como Día Europeo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo a escala tanto nacional como de la Unión”, y se llama a elevar los ánimos bélicos agitando a las “generaciones más jóvenes” para “fomentar la capacidad de resistencia ante las amenazas modernas que se ciernen sobre la democracia”.

Una vieja ideología de nuevo funcional
Esta amalgama no tiene nada de inocente y está directamente relacionada con las actuales y artificiales tensiones de “nueva guerra fría” a las que han conducido un cuarto de siglo de marginación de Rusia de un sistema de seguridad atlantista contra ella dirigido, vía ampliación de la OTAN, abandono de acuerdos de desarme e instalación de infraestructuras militares junto a sus fronteras. Tampoco es algo nuevo.

En el pasado, poner el signo de igualdad entre nazismo y comunismo fue extremadamente funcional en el periodo de posguerra, cuando el frente aliado de la coalición anti Hitler del que la URSS era pilar fundamental, se fracturó dando lugar a la nueva tensión entre potencias del mundo bipolar que conocemos como guerra fría entre Estados Unidos y la URSS. El paralelismo y la equivalencia entre nazismo y comunismo estalinista rehabilitó a los ex nazis alemanes que construyeron la República Federal Alemana , integrándolos en la primera línea del frente común anticomunista en Europa. Gracias a la teoría de los totalitarismos de uno u otro signo , los ex nazis fueron eximidos de la mitad de su culpa: por un lado eran culpables de atrocidades, pero por el otro habían sido precursores en la lucha contra el nuevo enemigo, al que se habían anticipado identificándolo aunque fuera desde una ideología algo equivocada . En Alemania occidental, donde apenas hubo desnazificación, un pequeño ejercicio verbal de arrepentimiento, les bastó para convertirse en cristiano-demócratas, liberales e incluso socialdemócratas, no solo sin renegar de su pulso contra el comunismo, sino reivindicándolo. Franco sacó buen partido de ese mismo recurso reciclando la criminal alianza de su régimen con las potencias del eje para convertir a España en base militar aeronaval del mundo libre y reserva espiritual de Occidente.

Mantener la división continental
Ahora esa misma ideología, que en la Europa de los años, sesenta, setenta y ochenta habría sido considerada desvergonzado disparate reaccionario, avanza impulsada por la dinámica de nueva tensión con la Rusia postsoviética (cuyo “comunismo” es igual a cero), acusada de “amenazar Europa” pese a que su gasto militar es más de catorce veces inferior al del conglomerado noratlántico que la rodea. En este despropósito, que retrata un aspecto del regreso de la Europa parda, no hay nada de casual.

Algunos países del Este de Europa, enemigos históricos de Rusia son utilizados para la estrategia de división continental impulsada desde Washington. Es sabido, y los documentos oficiales de los estrategas de Washington así lo proclaman desde hace años, que imposibilitar el ascenso de la Unión Europea como sujeto autónomo, por ejemplo con una política independiente en Oriente Medio, es el objetivo estratégico de Estados Unidos en el continente, por lo que es imperativo mantener una tensión artificial con Rusia. Una relación normalizada de la Unión Europea con la nación más poblada de Europa y la más rica en recursos, además de su principal suministrador energético, es condición sine qua non para esa hipotética autonomía.

Los gobiernos de países como Polonia y las repúblicas bálticas actúan como el caballo de Troya de ese propósito, con el que sus gobiernos ultraconservadores sintonizan -por razones históricas bien comprensibles dada la tormentosa relación de esos países con Rusia en el siglo XIX y XX. Su ingreso en la OTAN y en la UE fue priorizado desde Estados Unidos por esa razón y sus gobiernos tienen en ese papel de acicate anti ruso su principal carta de influencia en Washington y en Bruselas. Es significativo que la resolución llame a “fomentar, en particular entre las generaciones más jóvenes, la fuerza de resistencia ante las amenazas modernas que se ciernen sobre la democracia”, dando por buena la leyenda de la “amenaza rusa” sobre Europa que esos países proclaman de forma histérica, así como apelando a tomar “firmes medidas” ante la “guerra de la información librada contra la Europa democrática con el objetivo de dividirla”, es decir a silenciar el aparato de propaganda ruso en el continente que asegura un pluralismo de propagandas que debilita los monopolios establecidos.

La desvergüenza de los diputados polacos, y la tontería de los diputados que han votado esta resolución muchos de ellos seguramente sin leerla o sin entenderla, llega al extremo de solicitar la declaración del “Día Internacional de los héroes de la lucha contra el totalitarismo, el 25 de mayo, aniversario de la ejecución de un militar anticomunista polaco, Witold Pilecki, que fue internado en Auschwitz por los nazis en una rocambolesca historia y posteriormente ejecutado por los comunistas polacos como agente militar del gobierno polaco en el exilio. Aquí la intención que se adivina es eminentemente nacional: blanquear la escandalosa complicidad polaca en el holocausto, así como la sintonía de la Polonia de preguerra con los nazis, con quienes firmó un acuerdo de no agresión en 1934. Polonia fue cómplice en la desmembración nazi de Checoslovaquia en 1938 y sus dirigentes tuvieron una gran responsabilidad en la posterior ruina de su nación, algo de lo que se prefiere no hablar . Europa debe odiar a los rusos, de acuerdo con el nacionalismo polaco, y para ello se falsifica y manipula lo que haga falta.

“Totalitarismos de uno u otro signo”
La llamada teoría de los totalitarismos intentó explicar el hecho histórico de que en el siglo XX algunos sistemas tuvieron un nivel de coerción y control político tan superior al de la mayoría de las dictaduras, que merecían una nueva categoría. Pero el término totalitarismo no tiene un claro contenido y sí claros inconvenientes. Uno de ellos es que no es un concepto histórico, sino propagandístico cuyo uso se generalizó durante la guerra fría. En la práctica sirvió para rehabilitar a los nazis y movilizar a Occidente contra el comunismo. Desde ese término, los propagandistas occidentales introdujeron la idea del “comunismo” y el estalinismo como despotismos sin relación alguna con el pasado, obviando toda explicación histórica. La historia de la autocracia y el absolutismo rusos, con una larga tradición secular y de la que el estalinismo fue genuina expresión en las condiciones técnicas del siglo XX, simplemente desapareció en beneficio de una cruzada ideológica encaminada a demonizar la peligrosa idea de la nivelación social.

Fue así como una teología de la maldad explicó, por ejemplo, la compleja historia del acuerdo germano-soviético de agosto de 1939, que viene después, y no antes, de acuerdos similares de no agresión firmados por Polonia con los nazis contra la URSS, o del espectáculo de Munich que convenció definitivamente a los soviéticos de que los liberales occidentales acabarían aliándose con los nazis contra la URSS, o por lo menos dejándoles hacer en el Este, tal como el propio Hitler confirma en sus reflexiones póstumas transcritas por su último secretario personal, Martin Bormann.

Tras la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial, la teoría del totalitarismo se utilizó para presentar al nazismo y al comunismo estalinista como hermanos gemelos, ignorando la diferencia ideológica fundamental; que no puede haber un “buen” nazismo, contrario a todo planteamiento humanista, pero sí un “buen” socialismo que desarrolle ideales humanistas radicalmente antagónicos con el antihumanismo estalinista.

El punto de vista de Primo Levi
Todo esto era bastante banal en la Europa de la guerra fría. En uno de los libros más importantes del siglo, la Trilogía de Auschwitz (1971), Primo Levi, un superviviente de aquella catedral de la historia europea, relataba en estos términos las diferencias entre los Lager alemanes y los soviéticos. La principal, decía, “consiste en su finalidad”:

Los Lager alemanes constituyen algo único en la no obstante sangrienta historia de la humanidad: al viejo fin de eliminar o aterrorizar al adversario político, unían un fin moderno y monstruoso, el de borrar del mundo pueblos y culturas enteros. A partir de más o menos 1941, se volvieron gigantescas máquinas de muerte: las cámaras de gas y los crematorios habían sido deliberadamente proyectados para destruir vidas y cuerpos humanos en una escala de millones; la horrenda primacía le corresponde a Auschwitz, con 24.000 muertos en un solo día de agosto de 1944. Los campos soviéticos no eran ni son, desde luego, sitios en los que la estancia sea agradable, pero no se buscaba expresamente en ellos, ni siquiera en los años más oscuros del estalinismo, la muerte de los prisioneros: era un hecho bastante frecuente y se lo toleraba con brutal indiferencia, pero en sustancia no era querido; era, en fin, un subproducto debido al hambre, el frío, las infecciones, el cansancio. En esta lúgubre comparación entre dos modelos de infierno, hay que agregar que en los Lager alemanes, en general, se entraba para no salir: ningún otro fin estaba previsto más que la muerte. En cambio en los campos soviéticos siempre existió un término: en la época de Stalin los “culpables” eran condenados a veces a penas larguísimas (incluso de quince y veinte años) con espantosa liviandad, pero subsistía una esperanza de libertad, por leve que fuera.

De esta diferencia fundamental nacen las demás. Las relaciones entre guardias y prisioneros, en la Unión Soviética, están menos deshumanizadfas: todos pertenecen al mismo pueblo, hablan la misma lengua, no son “superhombres” e “infrahombres” como bajo el nazismo. Los enfermos, aún mal, son atendidos; ante un trabajo demasiado duro es concebible una protesta, individual o colectiva; los castigos corporales son raros y no demasiado crueles: es posible recibir cartas y paquetes de víveres de casa; en una palabra, la personalidad humana no está negada ni se pierde totalmente. En contraposición, al menos por lo que hacía a los judíos y gitanos, en los Lager alemanes el exterminio era casi total: no se detenía ni siquiera ante los niños, que murieron por centenares de miles en las cámaras de gas, caso único entre las atrocidades de la historia humana. Como consecuencia general, los niveles de mortandad resultan bastante diferentes en los dos sistemas. Al parecer, en la Unión Soviética, en el periodo más duro, la mortandad era de un 30 por ciento de la totalidad de los ingresados, un porcentaje sin duda intolerablemente alto; pero en los Lager alemanes la mortandad era del 90-98 por ciento.

En conclusión, los campos soviéticos siguen siendo una manifestación deplorable de ilegalidad y deshumanización. Nada tienen que ver con el socialismo sino al contrario: se destacan en el socialismo soviético como una fea mancha; han de considerarse más bien como una barbarie heredada del absolutismo zarista de la que los gobiernos soviéticos no han sabido o no han querido liberarse. Quien lea las Memorias de la casa de los muertos, escrito por Dostoyevski en 1862, no tendrá dificultad en reconocer los mismos rasgos carcelarios descritos por Solzhenitsin cien años después. Pero es posible o, más bien, es fácil imaginar un socialismo sin Lager: en muchas partes del mundo se ha conseguido. No es imaginable, en cambio, un nazismo sin Lager.

La historia es una obra en construcción. Cada generación, grupo social y nación, la reescribe a su medida constantemente. A lo que asistimos hoy en la Unión Europea es a la reescritura de una versión de la historia de la Segunda Guerra Mundial de la derecha polaca, acorde con los planes estratégicos de Estados Unidos para mantener al continente divido y en tensión interna.

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domingo, 13 de octubre de 2019

Reseña de La bala y la palabra, de Luis Antonio Palacio Pilacés y Kike García Francés Francisco Ascaso (1901-1936): La vida accidental de un anarquista.

Jesús Aller
Rebelión

Francisco Ascaso vivió los mismos años que Mozart (35) y es otro buen ejemplo de cómo una vida corta puede estar llena de tensión creativa, de lucha y de logros, y un lapso que apenas da para aterrizar en la conciencia puede asombrar de madurez y claridad de visión. Militante del grupo “Los solidarios” (rebautizado “Nosotros” en 1931), Paco Ascaso fue el primero de sus integrantes en caer en los combates de 1936, aunque Buenaventura Durruti habría de seguirlo a los pocos meses. Algunos solidarios que sobrevivieron a los años de plomo, como Joan García Oliver o Ricardo Sanz, nos dejaron sus memorias, y si a esto unimos que otros, como el propio Durruti, Antonio Ortiz o Aurelio Fernández han sido objeto de estudios biográficos recientes, resulta evidente el interés de La bala y la palabra, el documentado y minucioso volumen que Luis Antonio Palacio Pilacés y Kike García Francés acaban de publicar (La Malatesta, 2017). Éste tiene la virtud de poner al fin el foco sobre uno de los miembros más destacados del grupo, que hasta el momento sólo aparecía en la penumbra de trabajos con otros protagonistas principales.

Primeros años en Aragón (1901-1922)

Francisco Ascaso Abadía nació el 1 de abril de 1901 en Almudévar (Huesca) en una familia que poseía algunas tierras y un horno de pan, y pudo darle cierta instrucción. Sus hermanos, Domingo y Alejandro, 6 y 3 años mayores que él, serán compañeros en muchas luchas de su vida. Cuando la temprana muerte de su padre en 1912 los deja casi sin ingresos, todos, con su madre y su hermana pequeña María, han de instalarse al año siguiente en Zaragoza. Allí Francisco comienza a trabajar, y pronto lo hace en el oficio de panadero, que conoce bien.

La Gran Guerra dispara los beneficios de empresarios e intermediarios, y también los precios, pero no los salarios, con lo que la conflictividad social aumenta. En esta situación crítica, los Ascaso son en seguida seducidos por las ideas libertarias. La huelga general revolucionaria de agosto de 1917 se salda con ochenta muertos por todo el país y un rotundo fracaso, pero marca un camino de unidad y lucha, mientras la CNT, más batalladora ve crecer su influencia a expensas de la UGT. En enero de 1918, con una encarnizada huelga de panaderos en marcha, Francisco es detenido por primera vez. Identificado como elemento combativo, se ve obligado tras su liberación a cambiar de oficio y desde entonces trabajará sobre todo como camarero.

Los años siguientes, la lucha de los obreros por sus derechos da lugar a una represión salvaje y la violencia se dispara, con bombas y tiroteos a la orden del día. El epicentro de esto es Barcelona, donde el brutal Severiano Martínez Anido es gobernador civil desde noviembre de 1920 hasta su destitución dos años después. No obstante, Zaragoza no le va a la zaga; aquí, en diciembre de 1920, Francisco es detenido acusado de haber intervenido en un atentado, y permanece encarcelado dos años en espera de un juicio del que sale absuelto.

Inicios de Los solidarios (1923)

Una vez liberado, nuestro altoaragonés se integra plenamente en el grupo anarquista Los solidarios, que acaba de constituirse con algunos de los militantes más combativos del anarquismo español. Con Buenaventura Durruti sintoniza desde el principio, pues ambos coinciden en un aspecto esencial: en el proceso revolucionario inminente, el protagonismo ha de estar siempre en las masas, y es su deber renunciar a dirigirlas desde cualquier “burocracia revolucionaria”. Sus diferencias físicas y de carácter, con el leonés más alto y corpulento, derrochando carisma, pasión y simpatía, y el aragonés enjuto, reflexivo e introvertido, no van a ser óbice, sino todo lo contrario, para la profunda amistad que surge entre ellos y hará que formen un equipo formidable.

Establecido desde febrero de 1923 en Barcelona, Francisco vive allí el mes siguiente el asesinato del Noi del Sucre por pistoleros de la patronal, que le muestra a las claras el salvajismo del poder y la imposibilidad de cualquier acuerdo con él. La respuesta sólo puede ser violenta y ha de estar a la altura. En la primavera de sangre que sigue, el de Almudévar es uno de los elementos más activos, y el 4 de junio, con Rafael Torres Escartín, acaba con la vida del cardenal de Zaragoza Juan Soldevila, preboste de la reacción española; unos días después, reconocido en el lugar de los hechos por una testigo, es detenido en el domicilio familiar y encarcelado.

Los rumores que llegan de un posible golpe militar hacen necesario acopiar fondos para comprar armas y el objetivo escogido es el Banco de España de Gijón, que es asaltado por los solidarios disponibles el 1 de septiembre. Se consigue un botín de 850 000 pesetas, pero resultan muertos el director de la sucursal y, ocho días después, también Eusebio Brau, uno de los asaltantes, en un tiroteo tras el cual otro de ellos, Rafael Torres Escartín, es detenido. Pronto un chivatazo alerta a la policía de la participación de éste en la muerte del cardenal. Aunque conseguirá fugarse, detenido otra vez, será condenado a la pena capital y la sentencia acabará ejecutándose en 1939.

Las armas se compran en Éibar y son enviadas por barco a Barcelona, pero el alzamiento de Primo de Rivera el 13 de septiembre hará que no puedan ser recogidas por los libertarios. La CNT es duramente reprimida por el general golpista y sus militantes más destacados se ven obligados a exiliarse. Por otra parte, el 8 de noviembre de 1923, Francisco Ascaso, junto a otros compañeros, consigue escapar, huyendo a través de los tejados, de la destartalada cárcel zaragozana de Predicadores. La situación política y la suya personal hacen inevitable que se una a los que abandonan el país.

Primer exilio en Francia (1924)

Ascaso y Durruti llegan a París en los primeros días de 1924. Llevan consigo una parte importante del dinero de Gijón, que será utilizado para establecer un comité, dotado de imprenta y editorial, capaz de coordinar y asistir a los revolucionarios de todo el mundo que buscan refugio en la capital de Francia. Pronto se fragua además un ambicioso y bastante descabellado plan para un levantamiento en Barcelona, combinado con una doble invasión del territorio español por Vera de Bidasoa y Figueras. Estos movimientos esperan contar con apoyos en el ejército y fían su éxito al “contagio revolucionario”, pero su puesta en marcha en noviembre se salda con sangrientos fracasos en los dos primeros puntos, a la vista de lo cual, en el tercero, donde se hallaba nuestro protagonista, el plan al fin es cancelado.

La aventura americana (1925-1926)

Enrarecidas con los hechos referidos las relaciones con las autoridades francesas, los solidarios refugiados en París acogen con optimismo la sugerencia que les hace el comité barcelonés de que algunos de ellos viajen a América a fin de “recaudar fondos” para las actividades revolucionarias. Sobre Francisco pesaba además la amenaza de una extradición por lo del cardenal, así que el 24 de diciembre de 1924, en compañía de Buenaventura Durruti y otro compañero cuya identidad es disputada, toma un barco en El Havre que, tras una escala en Nueva York, lo lleva a Cuba. Aquí, los tres van a permanecer varios meses. Trabajan de estibadores y en la zafra, tratan de organizar la resistencia sindical y cuando en un ingenio un conato de huelga es respondido con una paliza brutal a tres peones, el patrón responsable aparece muerto a cuchilladas a la mañana siguiente. Los españoles desaparecen dejando una nota en la que puede leerse: “La justicia de Los Errantes”. Se les busca con ahínco y en marzo, en cuanto tienen ocasión, abandonan la Perla del Caribe con destino a tierras mexicanas.

En la Ciudad de México, los prófugos colaboran con la CGT, sindicato ácrata que sigue una línea reformista, y pronto se les unen Alejandro Ascaso y otros compañeros, recién llegados de Europa. El grupo comienza la actividad expropiadora el 23 de abril de 1925, atracando una fábrica de tejidos de la capital, acción en la que un empleado resulta muerto. El exiguo botín se dedica a financiar proyectos educativos de la CGT. Cuando las pesquisas policiales, desatinadas al principio, llegan a inquietarlos, deciden abandonar el país y regresar a Cuba, y allí, en una breve estancia antes de partir para Chile, logran un cuantioso botín con el asalto a un banco. Hay que señalar también que en el mes de abril, Francisco Ascaso y Rafael Torres Escartín habían sido condenados en Zaragoza a la pena capital por la muerte del cardenal Juan Soldevila.

El 9 de junio de 1925, los errantes arriban a Valparaíso y en la cercana Santiago contactan con los compañeros de la agrupación Luz y Acción (integrada en los IWW) que, más proclives al ilegalismo que los mexicanos, aceptan darles apoyo y cobertura a cambio de un reparto de los beneficios. En Chile reinaba la paz social y el atraco que el 16 de julio se llevó un cuantioso botín del banco de Chile y costó la vida a uno de sus empleados produjo honda conmoción. Sin embargo, dos nuevos intentos en los días siguientes acabaron en sendos fiascos, y con el país patas arriba, los solidarios decidieron enviar a uno de los suyos con una parte importante del dinero a España y atravesar los Andes para probar fortuna en la Argentina.

Corre ya el mes de agosto cuando Alejandro y Francisco Ascaso, Buenaventura Durruti y Gregorio Jover son cálidamente acogidos en Buenos Aires en la redacción del semanario La Antorcha. Alejandro, no obstante, descontento del rumbo que están tomando sus vidas, decide separarse del grupo y viajar a Montevideo. Establecido luego en Costa Rica, dirigirá allí varios periódicos y llegará ser un personaje muy conocido, respetado por su compromiso con las clases populares y la defensa del medio ambiente. Falleció en su patria de adopción en 1982, tras realizar un viaje de incógnito a su tierra natal en los últimos años de la dictadura franquista.

La trayectoria reciente de Los solidarios estaba recibiendo duras críticas por parte de anarquistas tan conspicuos como Ángel Pestaña o Diego Abad de Santillán, éste por entonces en Argentina, que se enmarca en el abierto enfrentamiento que existía en ese momento en los medios ácratas entre partidarios y detractores del ilegalismo. Sendos atracos en octubre y noviembre no recaudan apenas nada, y en el segundo además un policía resulta muerto. Para colmo de males, la colaboración de los chilenos consigue que los fugitivos sean identificados y sus fotografías expuestas por todas partes. En un nuevo atraco, ya en enero de 1926, otra vez hay un muerto, aunque aquí sí que se logra un buen botín. Acosados, nuestros protagonistas optan por viajar a Uruguay y abandonar América lo antes posible.

Segundo exilio europeo (1926-1931)

El 30 de abril de 1926, los tres amigos desembarcan en Cherburgo, y en seguida se establecen en París, donde junto a otros solidarios, como Joan García Oliver y Aurelio Fernández, se embarcan en proyectos ambiciosos. Acabar con la vida de Benito Mussolini resulta ser el primero, y cuando se hace inviable, deciden poner en la diana a Alfonso XIII, aprovechando la visita que va a realizar a la ciudad. Avanzan con el plan pero, vigilados estrechamente por la policía, el 25 de junio, Francisco y Buenaventura son detenidos; ocho días después cae también Gregorio Jover, aunque a él no se le vincula con el intento de magnicidio. Con los tres a buen recaudo, muy pronto llegan peticiones de extradición desde Argentina y España.

La condena, a unos meses de reclusión, ya estaba cumplida, en el caso de Durruti y Jover, cuando se dicta sentencia en octubre, pero los dos revolucionarios siguen en prisión, a la espera de que se resuelva su extradición. Se desata entonces una intensa campaña internacional de solidaridad que se funde con la que lleva años exigiendo la libertad de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, anarquistas condenados a muerte en los Estados Unidos en un juicio plagado de irregularidades. Al fin, tras presiones, altercados y vacilaciones del gobierno francés, el 9 de julio de 1927 los tres solidarios son liberados. Gregorio permanece en Francia con su familia, pero Francisco y Buenaventura, expulsados del país, viajan a Bélgica a fin de mes, en los días en los que en El Saler se constituye la Federación Anarquista Ibérica (FAI). No obstante, rechazados por los belgas, regresan de incógnito a Francia, donde son detenidos en Lyon el 5 de abril de 1928. Tras su liberación, residen en Bruselas y Berlín.

La dimisión de Primo de Rivera en enero de 1929 los sorprende en Bélgica. Entusiasmados, se prodigan en actividades propagandísticas y planes insurreccionales. La anarquista bielorrusa Ida Mett describe a Francisco en esta época como un joven a la vez irónico y discreto, tan suave de modales como enérgico de carácter, algo enfermizo y dotado de una espontánea simpatía, pero por encima de todo volcado en cuerpo y alma en la construcción de un mundo sin explotación y sin importarle demasiado lo que a él personalmente pudiera depararle esta lucha; su lema era: “Nadie tiene derecho a gobernar a otros”. Tras la proclamación de la Segunda república, a nuestros dos revolucionarios les falta tiempo para emprender viaje, y aunque son retenidos unas horas en la frontera, el 15 de abril están ya en Barcelona.

Primeros años republicanos (1931-1933)

El 1 de mayo, tras un mitin multitudinario de la CNT, casi cien mil personas acuden en manifestación al palacio de la Generalitat para entregar sus demandas. Tiroteadas por guardias y pistoleros, se logra repeler la agresión con la ayuda de un grupo de soldados de un cuartel cercano al mando de un capitán. Ese día queda demostrada la fuerza de los anarquistas en la calle, pero para capitalizar esta energía, compiten en el seno del movimiento dos tendencias que se van a revelar irreconciliables, la de los que, como Ángel Pestaña o Joan Peiró, proponen concentrarse en objetivos sindicales y dar una oportunidad a la república, y la de los radicales, dominantes en la FAI, que se plantean el asalto a los cielos como meta inmediata, vía gimnasia revolucionaria.

En agosto treinta dirigentes moderados publican un manifiesto rechazando el “aventurerismo”. Es un texto bien adobado de argumentos y con los pies en el suelo, pero aparece en un momento muy duro de persecución gubernamental a la CNT, con represión sangrienta y cotidiana y trato de favor descarado a la UGT, y esto hace que su crítica a los que resultan ser los líderes más comprometidos y hostigados no siente bien entre amplios sectores de afiliados. Así, en el pleno regional de octubre, los faístas se hacen con el control de Solidaridad Obrera, la Soli, el periódico libertario de mayor difusión, lo que es sólo un anuncio de la hegemonía total que van a lograr muy pronto en el sindicato.

1932 comienza con insurrecciones, como la de Figols, en el Alto Llobregat, que sin derramamiento de sangre consigue establecer el comunismo libertario en la localidad durante unos días, pero la represión que se desencadena después es contundente, y Francisco y Buenaventura son deportados en febrero a Guinea con otros compañeros. Acabarán casi todos en Villa Cisneros, con Durruti y unos pocos más en Fuerteventura. En agosto, tras el fracaso del intento de golpe de estado de Sanjurjo, que pone de manifiesto el peligro fascista que acecha, todos los anarquistas son reagrupados en Fuerteventura para hacer sitio en Villa Cisneros a los militares alzados. Al fin, en septiembre los revolucionarios son liberados y enviados por barco a Barcelona. Llegan a la península en un momento en que la CNT se encuentra ya escindida. Ángel Pestaña, duramente criticado por su pasividad ante las deportaciones, se ha visto forzado a dimitir como secretario del comité nacional, y algunos sindicatos locales que trataron de presionar a su favor están a punto de ser expulsados, como él mismo lo será también en breve.

El 8 de enero 1933 se pone en marcha un importante intento insurreccional que afectará sobre todo a Cataluña, Valencia y Andalucía, con ecos por otras regiones. Los hechos más graves tienen lugar el día 11 en la localidad gaditana de Casas Viejas, con una matanza de campesinos cuyos espantosos detalles conmocionan a la opinión pública tras las investigaciones sobre el terreno de los periodistas libertarios Eduardo de Guzmán y Ramón J. Sender. El día 14 todo ha terminado, y aunque la CNT se ha desvinculado a través de la Soli de la intentona, la represión sobre el sindicato es durísima. Con esto, las posturas se enconan, y en una conferencia en marzo se consuma la expulsión de los pestañistas. No obstante, tampoco falta oposición al desbocado insurreccionalismo desde las filas de la FAI. Francisco y Buenaventura son detenidos a finales de marzo en Sevilla y enviados al penal del Puerto de Santa María; el riguroso contraste de fuentes por parte de los autores de La bala y la palabra señala un aspecto bastante sorprendente: el grupo Nosotros, conformado entre otros por ellos dos, no formaba parte por esas fechas de la FAI, y sólo se une a ella a finales de ese año de 1933, cuando todos sus miembros quedan en libertad. Según el testimonio de García Oliver, ni siquiera en ese momento el grupo se integra de la FAI.

Buenaventura y Francisco permanecen encarcelados hasta octubre y noviembre, respectivamente. El triunfo de las derechas en las elecciones que se producen entonces es respondido el 8 de diciembre en toda España por una nueva insurrección de intensidad mayor que la de enero. Sin embargo, tanta energía sólo es capaz de alumbrar otro fracaso, con 125 muertos entre los dos bandos. En las filas de la FAI se elevan numerosas y significadas voces (Santillán, Montseny y Peirats entre otros), críticas con el grupo Nosotros, al que se acusa de actuar en nombre de la organización sin aceptar su disciplina democrática, e imponer una dinámica que está resultando desastrosa. De todo esto, la FAI va a salir muy debilitada.

Bieno negro y combate final (1934-1936)

En una situación difícil, con el sindicato ilegalizado, nuestro altoaragonés continúa en 1934 su actividad organizativa y propagandista, participando en reuniones y mítines por toda España, y asume además ese año el cargo de secretario general de la CNT en Cataluña. Con los socialistas desalojados del poder, la UGT adopta por entonces una postura reivindicativa y, aunque los ácratas no olvidan su negativa a sumarse al movimiento de diciembre, pronto se comienza a plantear una posible unidad de acción. Al pleno nacional de junio, los asturianos llegan ya con una alianza firmada con los socialistas. Ésta no es bien vista por los demás, pero va a seguir adelante. En otros territorios, los libertarios quedan al margen de insurrecciones capitalizadas esta vez por socialistas y catalanistas.

En octubre, ante a la entrada de cuatro ministros cedistas en el gobierno, los socialistas se sublevan en Madrid y zonas del País Vasco, Aragón y Castilla. No obstante, los sucesos más graves se van a vivir en Asturias, donde se suman los anarquistas, y la lucha va a prolongarse un par de semanas. Mientras tanto, en Cataluña, la Generalitat, embarcada en una brutal represión de la CNT, cosecha un rotundo fracaso cuando pide a las masas que salgan a la calle a reivindicar la “República catalana”. A pesar de esto, entre los obreros no se comprende el llamamiento de la CNT a abandonar la huelga general que es radiado en los momentos finales de la insurrección. Esto costará a Francisco su puesto de secretario general. Tras el descalabro de la intentona, Lluis Companys y buena parte de su gobierno dan con sus huesos en el penal del Puerto de Santa María, y la autonomía de Cataluña es suspendida.

Durante 1935, entre detenciones y torturas recurrentes, Francisco y Buenaventura vuelcan sus energías en preparar un enfrentamiento que se prevé decisivo. Están convencidos de que el éxito se logrará sólo con una poderosa organización de base, y se ven obligados a criticar los atracos y acciones individuales, que en este momento les parecen contraproducentes. En otoño, las crisis de los partidos de derechas está a punto de forzar un adelanto electoral, y catalanistas y socialistas se acercan a la CNT tratando de que no haga campaña por la abstención. Al fin las bases votarán por no hacerla. Los meses previos a las elecciones de febrero, la actividad mitinera de Francisco es frenética, llamando a la lucha y exigiendo la libertad de los presos. En el libro se recogen algunas de sus intervenciones, publicadas en la Soli.

Con el triunfo del Frente Popular, una amnistía libera a los miles de presos políticos hacinados en las cárceles, mientras la situación social se encona, con numerosos atentados falangistas. Pronto los campesinos del sur, sin aguardar leyes de expropiación, se lanzan a la ocupación de fincas. En mayo, un congreso de la CNT en Zaragoza aprueba la reincorporación de los sindicatos escindidos. En una de las sesiones finales, Francisco se defiende del llamamiento a dejar la huelga general en octubre del 34, y argumenta que en ese momento desconocía que la lucha continuaba en Asturias.

El conflicto se exacerba sin mediación posible y el 19 de julio, los comités de defensa de la CNT, que se han preparado minuciosamente, plantan cara al ejército sublevado en las calles y logran doblegarlo con ayuda de guardias de asalto y algunos guardias civiles. Hay que señalar que la Generalitat se negó a armar al pueblo hasta el último momento. Al día siguiente (20 de julio) poco después del mediodía, frente al cuartel de Atarazanas, postrer bastión de los militares sublevados, un disparo en la cabeza acaba con la vida de Francisco Ascaso, justo cuando el sueño de toda su existencia se encontraba al alcance de su mano. Sus más queridos compañeros, entregados a la apremiante actividad de organización de columnas de milicianos, no pudieron asistir a su entierro el día 22.

La lucha no había hecho más que empezar. Era el comienzo de la Revolución social española. Domingo Ascaso había de caer en sus momentos finales, en los combates de mayo del año siguiente en Barcelona.

Los tesoros de la memoria

Es de agradecer el enorme esfuerzo que han realizado Luis Antonio Palacio Pilacés y Kike García Francés para elaborar este volumen. El minucioso escudriñe de las fuentes es una labor interminable y tediosa, y rinde además muchas veces resultados contradictorios, que es necesario contrastar y evaluar para ofrecer una visión ajustada de lo que sucedió. Todo esto se ha hecho con rigor, y ha permitido construir un retrato cabal de uno de los luchadores más destacados en los años de oro del anarquismo español. La bala y la palabra es un paso importante en la recuperación de aquella historia irrenunciable.

En una época marcada por la confianza, encarnada en poderosas organizaciones, en la inminencia de la revolución, muchos como Francisco Ascaso decidieron apostarlo todo en aquella partida que habría de acabar de una vez con el envenenado juego de amos y esclavos del capitalismo. El reto implicaba poner en juego la propia vida y la de otros, como demuestran tantas biografías truncadas, e inevitablemente se produjo allí una discusión sobre el significado de la violencia en la lucha revolucionaria, que aparece recurrentemente a lo largo del relato y está llena de lecciones. Pacifistas y exaltados no han dejado nunca de afilar argumentos que batallan en cada uno de nosotros.

Desde las brumas del presente, abismados en las mentiras, crueldades y delirios tecnológicos del capitalismo terminal, apenas podemos entender aquel mundo en el que todo parecía ajustarse al sueño, perfectamente simple, de entregar las tierras y las fábricas a sus trabajadores y construir una sociedad federada y genuinamente democrática donde la esclavitud del capital fuera abolida. La derrota nos dejó en la estacada, y no se adivina forma alguna de que las eternas víctimas de la historia pasen a ser otra vez conscientes de su poder y comprendan que la apuesta por un mundo sin explotación es lo más seductor y sensato que es posible plantearse. 

Blog del autor:

_- Suplemento elaborado por la FAO (Naciones Unidas) La influencia de los precios internacionales de los productos básicos en el Hambre.

_- FAO
Le Monde Diplomatique

El nuevo incremento del hambre en el mundo es consecuencia de distintos factores, tanto políticos como económicos y sociales. En esta ecuación un factor clave que ha jugado un papel destacado es la dependencia de muchos de los países pobres de los precios de los productos básicos en los mercados internacionales, un factor que afecta de forma directa a la seguridad alimentaria y la nutrición.

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sábado, 12 de octubre de 2019

Entrevista a Marcos Roitman Rosenmann sobre Por la razón o la fuerza. Historia y memoria de los golpes de Estado, dictaduras y resistencias en América Latina (I)

“El dólar sigue mandando y por ello el cuarto Reich habla inglés y se mide en dólares”

Salvador López Arnal
El Viejo Topo


Marcos Roitman Rosenmann es profesor titular de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y profesor e investigador invitado en la Universidad Nacional Autónoma de México. También es docente en diferentes centros de América Latina. Columnista habitual del periódico mexicano La Jornada y del Clarín digital de Chile, es también autor de numerosos artículos en revistas especializadas y de libros imprescindibles. Entre estos últimos cabe citar: Los orígenes del socialconformismo (2003), La razones de la democracia en América Latina (2005), Pensar América Latina: el desarrollo de la sociología latinoamericana (2008), Democracia sin demócratas y otras invenciones (2008), Indignados: el rescate de la política (2011), Tiempos de oscuridad (2013), La criminalización del pensamiento (2017) y de Por la razón o la fuerza (Madrid, Akal, 2019). En este último centramos nuestra conversación.

Mi enhorabuena por su nuevo libro. Voy a dejar en el tintero muchas preguntas por la riqueza informativa y argumentativa de su ensayo. Déjame preguntarle en primer lugar por la portada. ¿A qué situación hace referencia?

Es el Estadio Nacional de Santiago de Chile. Uno de los primeros campos de concentración habilitados por las fuerzas armadas. Allí fueron trasladados miles de personas, muchos de ellos serían torturados, asesinados o desaparecidos. La foto refleja el desconcierto y la incredulidad de quienes fueron trasladados allí desde los centros de trabajo, universidades, instituciones públicas, poblaciones o directamente de las detenciones en casas, sindicatos y organizaciones populares. Hoy se reserva un espacio en dicho recinto como parte de la memoria historia. La escotilla 8.

Copio la dedicatoria del libro: “A todas las víctimas que sufren la persecución anticomunista, dan sus vidas y combaten la explotación capitalista. A los trabajadores de Nuestra América que luchan por romper la dependencia imperialista”. ¿Cuántos trabajadores, cuántos luchadores, han dado su vida en ese combate? ¿Ha valido la pena, siguen valiendo la pena, tanto dolor, tanta muerte, tanta tragedia?

Siempre. Hoy más que nunca. La lucha antiimperialista, en los países de América latina donde la dominación capitalista, adopta formas de dependencia colonial, industrial, financiera y tecnológica, obliga, en ocasiones, a entregar lo más preciado, la vida. Ese fue el camino seguido por hombres y mujeres, jóvenes que sin dudarlo emprendieron el camino de las luchas por la emancipación, la soberanía, la democracia y el socialismo, bajo la bandera de la generosidad. La historia está plagada de ejemplos. José Martí, Emiliano Zapata, Augusto Cesar Sandino, Farabundo Martí, Ernesto Che Guevara o Salvador Allende, muestran el camino. En ellos se condensa la dignidad de los pueblos de “Nuestra América” sobre los cuales se levanta el proyecto anticapitalista.

¿Ha pretendido al escribirlo una especie de versión actualizada de Las venas abiertas de América Latina, del nunca olvidado Eduardo Galeano?

No. Eso es imposible. El texto de Eduardo Galeano es una historia donde, como su nombre indica, se expresa el dolor y las traiciones de las plutocracias a sus pueblos. Su lectura crea un sentimiento de rabia y en ocasiones un dolor inmenso. Pero su relato es una historia novelada. Es un libro donde muchos latinoamericanos han tenido un primer contacto con la realidad del continente. Eso es insuperable. No hay lugar a la comparación. Por la razón o la fuerza es un análisis para que sus lectores vean como se han gestado los golpes de Estados, sus actores, sus consecuencias, las complicidades con los centros imperiales, y como las clases dominantes en América Latina nunca han renunciado a dicha técnica como parte de su estrategia para mantener el poder. Es también la historia de las resistencias y de la memoria donde se deja constancia de una máxima: nunca se ha dejado de combatir ni resistir a las tiranías que usurpan por la fuerza y derrocan a gobiernos legítimos salidos de las urnas.

Titula su libro: “Por la razón o la fuerza”. Extraña disyuntiva. ¿Qué razón, qué fuerza? ¿De quién, de quiénes? Para conseguir, ¿qué finalidades?

El encabezado es el lema del escudo chileno. Texto por otra parte que ha sido debatido y se ha intentado modificar, no con mucho éxito. Es una de las máximas del positivismo que de forma modificada está en la enseña de Brasil: Orden y Progreso. La razón: la de las oligarquías criollas que se impuso frente al proyecto democrático de las burguesías progresistas y líderes como Manuel Rodríguez en Chile, Morazán en Centroamérica, Benito Juárez en México, José Artigas en Uruguay. La fuerza: aquella proveniente de los caudillos militares de la post-independencia. Autocracias forjadas con el apoyo del imperialismo inglés o estadounidense que se dieron a la terea de exterminar los pueblos originarios, realizar las guerras “civilizatorias”. En el libro se da buena cuenta de ello.

El subtítulo del libro “Historia y memoria de los golpes de Estado, dictaduras y resistencias en América Latina”. ¿Qué debemos entender por “golpe de Estado”?

Una técnica para romper el orden constitucional legítimo. Sus modos y formas han ido evolucionando en la medida que los mecanismos y dispositivos dentro de las estructuras sociales y de poder se hace más compleja. El quiebre constitucional es lo que caracteriza dicha técnica de toma del poder político.

¿Ha habido algún golpe de estado favorable a los intereses populares? Si fue así, ¿ha quedado algún legado positivo de todo aquello?

Como técnica, efectivamente no tiene color político. Pero históricamente, al menos en América Latina, y no hay que confundir con una Revolución o un proceso insurreccional, su utilización ha sido la forma por excelencia de las clases dominantes para impedir el desarrollo de los procesos democráticos. En este sentido, como casos extraordinarios, donde su impulso fue articulado por jóvenes nacionalistas de raigambre popular y anti-oligárquico en su proyección. Velazco Alvarado en Perú 1968 y Omar Torrijos en Panamá ese mismo año. El caso más efímero de Juan José Torres en Bolivia en 1970, derrocado casi inmediatamente por Hugo Banzer. En Perú una reforma agraria, leyes laborales, derechos sindicales, participación popular y nacionalizaciones de las riquezas básicas, más tarde revertidas por los mismos que retornaros al poder en 1975. En Panamá, la nacionalización del Canal de Panamá, con los acuerdos Torrijos-Carter que no es poco.

Es un lugar común entre pensadores y activistas de izquierda asociar golpes de fuerza con los intereses de grandes corporaciones. ¿Cree que es una conjetura precipitada o bien hay hechos que corroboran ampliamente esa afirmación?

No creo que sean conjeturas afiebradas propias de teorías conspirativas. En el libro se citan los documentos del departamento de Estado para casos como Chile, Argentina, Brasil, Guatemala o República Dominicana, además de El Salvador, Honduras, Ecuador, Bolivia, en fin de casi todo los países, inclusive, en México, cuando se frustro el golpe contra el general Lázaro Cárdenas tras la nacionalización del petróleo. Los nombres de las compañías van desde ITT, Anaconda, Ford, las siete hermanas del petróleo, hasta el capital financiero y la banca. La lista es interminable, en el libro se cita y da cuenta de la documentación histórica.

Le pregunto lo mismo que antes por el concepto de dictadura. ¿A qué llama usted dictadura? Por ejemplo, ¿es democrático o dictatorial el sistema político colombiano?

La dictadura es un estado de excepción cuyo objetivo, en sus orígenes históricos, fue entregar el poder por un tiempo limitado al CESAR, para restablecer el orden político amenazado bien internamente o por guerra. De allí el concepto cesarismo democrático. En nuestro articulado contemporáneo desde el desarrollo constitucional, se entiende como un Estado de Sitio, emergencia o de excepción, donde se limitan los derechos civiles y políticos y restringe el poder al legislativo, según el caso. Son momentos de crisis donde el poder se concentra.

En cuanto a Colombia, ni democrático ni dictadura, es un Narco-Estado. Un orden autoritario, antidemocrático, cuya característica es la militarización del poder.

Cuando se habla de los golpes “blandos” o “institucionales” -el “impeachment” por el que el Congreso y el Senado de Brasil destituyeron en 2016 a Dilma Rousseff sería un ejemplo-, ¿de qué se habla exactamente? ¿Cuánto de blandos son esos “golpes blandos”?

El concepto es muy laxo. El abanico de los llamados golpes blandos, es muy amplio. Su definición hace referencia al papel de las fuerzas armadas como actor fundamental o como valedor de la trama cívico-militar. El grado de violencia suele ser la medida. Sin embargo, ello encubre la represión selectiva. Casos de Honduras contra el presidente Manuel Zelaya o en Paraguay como Fernando Lugo. En definitiva, es el uso abusivo del derecho y su manipulación, la llamada guerra jurídica, lo que identifica la técnica del golpe blando. En Chile se intentó en marzo de 1973, conseguir los dos tercios de las cámaras para derrocar el gobierno de la Unidad Popular. Tras su fracaso, al igual que en España en 1936 con la CEDA, su derrota supuso el alzamiento militar y el golpe de Estado. El impeachment no debe entenderse como una acción torticera, lo es cuando se rompe su sentido jurídico. En Estados Unidos, por ejemplo Nixon renunció ante la posibilidad de ser enjuiciado. En América Latina no todos los países reconocen la posibilidad de destitución del presidente. Pero cuando se ha utilizado, lo ha sido de manera bastarda y rompiendo su espíritu.

Su libro revisa y actualiza uno anterior publicado en 2013, Tiempos de oscuridad. ¿Hay novedades importantes en el nuevo libro?

Sí. Más que una ampliación es una reformulación del mismo. Cobran importancia los movimientos sociales de resistencia, las luchas contra las dictaduras que estaban ausentes. Las formas en las cuales se dieron los procesos de memoria historia. El arte, la literatura, arquitectura, moda, cine, poesía, canción, donde se expresa la memoria colectiva y desde las cuales se mantuvo la unidad y la esperanza. Igualmente las formas de evadir la censura, los mecanismos de control. Las luchas de género, sus organizaciones, su papel en la resistencia y su rol protagónico en las luchas democráticas en medio de una sociedad patriarcal. Igualmente el lugar de la seguridad estratégica de Estados Unidos para América latina. El Plan Colombia, las leyes de amnistía, los informes contra los crímenes de lesa humanidad, la operación Cóndor. En fin aconsejo que se lea el libro. Los procesos de transición, la cultura de la resistencia y la necesidad de mantener viva la lucha para hacer posible la máxima de Sábato: Nunca Más.

Abre su Introducción con unas palabras –de realismo sucio o muy sucio- de 1973 del doctor y Premio Nobel de la paz Henry Kissinger. Con estas en concreto: “Controla los alimentos y controlarás a la gente; controla el petróleo y controlarás las naciones, controla el dinero y controlarás el mundo”. ¿Verdaderas en opinión? ¿Los siguen siendo?

Seré lacónico. Basta un ejemplo. Es cosa de ver como se estrangula hoy a Venezuela. Se le retienen sus fondos en organismos internacionales, se le priva de su oro. Se bloquean sus cuentas. El Dólar sigue mandando y con ello el cuarto Reich habla inglés y se mide en dólares.

Le pido un comentario: en octubre de 1973 más de 170 graduados en la Escuela de las Américas eran jefes de gobierno (Hugo Banzer, Ríos Montt, Videla por ejemplo), ministros, generales o jefes de inteligencia de sus países. ¿Es una exageración? ¿Un buen cálculo? ¿Qué inferencia pueden extraerse de ese dato?

En el libro, la lista es extensa. Se trata de la total dependencia ideológica, tecnológica y por ende el manejo de las fuerzas armadas. La doctrina de seguridad nacional, el anticomunismo y el plegarse a Estados Unidos en las estrategias militares. No hay autonomía militar. Su papel es definido desde el pentágono. En el texto hay un capitulo in extenso sobre dicha relación.

Unas palabras del Secretario de Defensa, Robert McNamara, ante el Congreso de Estados Unidos ¡y ya en 1967!: “Nuestro objetivo en Latinoamérica es ayudar, donde sea necesario, al continuo desarrollo de las fuerzas militares y paramilitares nativas capaces de proporcionar, en unión a la policía y otras fuerzas de seguridad, la necesaria seguridad interna”. Medio siglo más tarde, ¿sigue siendo el mismo eje vertebrador de la política estadounidense respecto a América Latina?

La tríada “seguridad, democracia y desarrollo” definió el papel de Estados Unidos en tiempos de guerra fría para América Latina. Las leyes de defensa de la democracia, bajo la doctrina Truman, selló el pacto entre las clases dominantes nativas y los Estados Unidos. Fue el tiempo donde se ilegalizaron los partidos comunistas, la guerra sucia se cobró miles de víctimas, y la lucha antisubversiva terminó por consolidar las dictaduras en los años sesenta y setenta. Para evitar procesos democráticos y revolucionarios, que siguiesen la estela de la Revolución Cubana, Kennedy potenció propuestas anticomunistas reformadoras profundamente anticomunistas en medio de campañas de miedo y terror psicológico.

Hoy se mantiene bajo otras formas. Es el paso del capitalismo analógico al capitalismo digital. De la biopolítica a la psicopolítica. La guerra es por el control de la conciencia como mecanismo de sumisión y obediencia. La estrategia se moderniza, si vale la expresión. Drones, narco-política, paramilitares, medios digitales, cibercontrol.

La historia de América Latina está llena de sobresaltos, señala en la Introducción. Por una parte, las luchas democráticas y los avances en derechos; por otra, “los procesos de involución”. Las burguesías latinoamericanas, añade, no han tenido rubor en acudir a los golpes de Estado cuando han sido derrotadas en las urnas. ¿Se puede seguir hablando en estos mismos términos o esas burguesías tienen actualmente otras formas de intervención?

Bueno, los mecanismos de interrumpir procesos democráticos han sido variados. Fraude electoral, asesinato de los dirigentes, magnicidio, guerra judicial. Hoy, encarcelamiento de candidatos presidenciales que alteren el orden neoliberal. Sin olvidar el uso del miedo como arma política. Su arsenal de técnicas es variado. Lo que no hacen es renuncian a su poder y sus ganancias. Harán lo que está a su alcance para lograrlo, no te quepa duda. Hoy Venezuela es un buen ejemplo. Hasta la invasión de una potencia extranjera o una guerra civil.

¿Dónde se puede ubicar Uruguay en los procesos de cambios en América Latina?

Buena pregunta. Como todo proceso histórico no se puede establecer un patrón común para América Latina. Lo cierto es que los procesos políticos, en ocasiones, están condicionados por el carisma de sus dirigentes. Ese es el caso de Uruguay y José Mújica, que le dio un sello especial a su mandato, pero ello no supone que el proyecto se aleje de lo que fueron los llamados gobiernos progresistas. Hubo medidas de gran impacto como la legalización de la marihuana. Hoy el nuevo presidente, Tabaré Vázquez vuelve a los mismos usos y costumbres del poder tradicional. Mújica no pudo modificar ni cambiar la organización del capitalismo uruguayo, ni siquiera modificar sus estructuras. Como gobierno del Frente Amplio su acción política fue muy limitada. Como vida ejemplar un camino a seguir.

La influencia que ejercen Rusia y China en algunos países latinoamericanos, ¿transita por la misma senda que la influencia estadounidense?

No. Las formas y los mecanismos de intercambio son diferentes. No intentan imponer doctrinas, ideologías o interferir en la política interna. Es necesario recordar que el principal socio de China en América Latina es Chile. Rusia y China están a millones de kilómetros de distancia, su capacidad de influencia es al menos, desde su proyección geopolítica, limitada. Para Estados Unidos, América Latina sigue siendo su patio trasero con todo lo que ello implica. En el libro hay todo un apartado dedicado a dicho análisis compartido con María José Rojas.

Hace usted referencia a una obra de Alexander Hamilton, El Federalista. La califica como “una de las obras más importantes en la historia política y constitucional”. ¿Por qué es tan importante, en su opinión, esta obra del que fuera primer Secretario de Tesoro?

Hay que señalar que son los escritos que dieron lugar a la primera gran Constitución y que hoy se mantiene vigente en Estados Unidos. En ella se recogen derechos sociales y políticos antes fragmentarios, nunca recogidos en un texto constitucional. Pero no fue solo Hamilton, sino John Jay y Madison quienes en una serie de artículos pusieron las bases. Fueron sus concepciones sobre la división de poderes y su independencia, sus contrapesos, los derechos políticos, la manera de entender los espacios públicos y privados y la supremacía de la Constitución frente a las leyes tipificadas en códigos, lo que terminó por convertirla en un punto de referencia

La literatura latinoamericana, ¿ha estado siempre a la altura de las circunstancias? ¿Ha defendido siempre la dignidad de los pueblos? Hay casos que siguen deslumbrando y nos llenan de admiración. Por ejemplo, el caso de Rubén Darío del que usted nos habla en su libro (cita por extenso su “Oda a Roosevelt”)

El pensamiento no es lineal. La cultura es parte de un lenguaje, de una lógica significante enraizada en las costumbres, los símbolos, las tradiciones y sobre todo las diferentes maneras de concebir la realidad. Desde la novela histórica, costumbrista, romántica, hasta la poesía, pasando por el género de ficción o policiaco son parte de la memoria colectiva y social de los pueblos.

En este sentido no es la literatura en abstracto la que están a la altura. Son quienes han querido convertirse en notarios de sus tiempos quienes hacen de sus obras deslumbren y traspasen la coyuntura. Rubén Darío, García Márquez, Alejo Carpentier, Pablo Neruda, Isabel Allende, Gioconda Belli, Gabriela Mistral, Helena Paniatowska, Mario Benedetti, Paco Taibo II, Eduardo Galeano, Juan Carlos Onetti, Ernesto Sábato, y aunque nos pese por sus posiciones políticas reaccionarias, las descripciones que realiza Vargas Llosa de las dictaduras son de obligada lectura, tanto como la obra de Jorge Luis Borges.

No quisiera dejar de mencionar a grandes escritoras que han relatado los tiempos abyectos de las dictaduras como Liliana Heker, Elsa Osorio, Laura Alcoba, Alejandra Laurencich o Marta Dillon. En el libro se detallan con más profundidad. Pero tampoco podemos olvidar los cantautores: Víctor Jara, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Silvio Rodríguez, entre otros.

Tomemos un descanso. Le pregunto a continuación por la figura de Camilo Torres.

Cuando quiera.

Fuente: El Viejo Topo, nº 380, septiembre de 2019.

Avance de la nueva novela de Mario Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa regresa con ‘Tiempos recios’, su reconstrucción del golpe militar en Guatemala auspiciado por Estados Unidos. Así arranca la nueva obra del Nobel peruano
Mario Vargas Llosa
AUNQUE DESCONOCIDOS del gran público y pese a figurar de manera muy poco ostentosa en los libros de historia, probablemente las dos personas más influyentes en el destino de Guatemala y, en cierta forma, de toda Centroamérica en el siglo xx fueron Edward L. Bernays y Sam Zemurray, dos personajes que no podían ser más distintos uno del otro por su origen, temperamento y vocación.

Avance de la nueva novela de Mario Vargas Llosa
Avance de la nueva novela de Mario Vargas Llosa
Arriba, Sam Zemurray; abajo, Edward L. Bernays con su esposa, Doris E. Fleischman. E. ELISOFON THE LIFE PICTURE COLLECTION / GETTY IMAGES / BETTMANN ARCHIVE

Zemurray había nacido en 1877, no lejos del Mar Negro y, como era judío en una época de terribles pogromos en los territorios rusos, huyó a Estados Unidos, donde llegó antes de cumplir quince años de la mano de una tía. Se refugiaron en casa de unos parientes en Selma, Alabama. Edward L. Bernays pertenecía también a una familia de emigrantes judíos pero de alto nivel social y económico y tenía a un ilustre personaje en la familia: su tío Sigmund Freud. Aparte de ser ambos judíos, aunque no demasiado practicantes de su religión, eran muy diferentes. Edward L. Bernays se jactaba de ser algo así como el Padre de las Relaciones Públicas, una especialidad que, si no había inventado, él llevaría (a costa de Guatemala) a unas alturas inesperadas, hasta convertirla en la principal arma política, social y económica del siglo xx. Esto sí llegaría a ser cierto, aunque su egolatría lo impulsara a veces a exageraciones patológicas. Su primer encuentro había tenido lugar en 1948, el año en que comenzaron a trabajar juntos. Sam Zemurray le había pedido una cita y Bernays lo recibió en el pequeño despacho que tenía entonces en el corazón de Manhattan. Probablemente ese hombrón enorme y mal vestido, sin corbata, sin afeitarse, con una casaca descolorida y botines de campo, de entrada impresionó muy poco al Bernays de trajes elegantes, cuidadoso hablar, perfumes Yardley y maneras aristocráticas.

—Traté de leer su libro Propaganda y no entendí gran cosa —le dijo Zemurray al publicista como presentación. Hablaba un inglés dificultoso, como dudando de cada palabra.

—Sin embargo, está escrito en un lenguaje muy simple, al alcance de cualquier persona alfabetizada —le perdonó la vida Bernays.

—Es posible que sea falta mía —reconoció el hombrón, sin incomodarse lo más mínimo—. La verdad, no soy nada lector. Apenas pasé por la escuela en mi niñez allá en Rusia y nunca aprendí del todo el inglés, como estará usted comprobando. Y es peor cuando escribo cartas, todas salen llenas de faltas de ortografía. Me interesa más la acción que la vida intelectual.

—Bueno, si es así, no sé en qué podría servirlo, señor Zemurray —dijo Bernays, haciendo el simulacro de levantarse.

—No le haré perder mucho tiempo —lo atajó el otro—. Dirijo una compañía que trae bananos de América Central a los Estados Unidos.

—¿La United Fruit? —preguntó Bernays, sorprendido, examinando con más interés a su desastrado visitante.

—Al parecer, tenemos muy mala fama tanto en los Estados Unidos como en toda Centroamérica, es decir, los países en los que operamos —­continuó Zemurray, encogiendo los hombros—. Y, por lo visto, usted es la persona que podría arreglar eso. Vengo a contratarlo para que sea director de relaciones públicas de la empresa. En fin, póngase usted mismo el título que más le guste. Y, para ganar tiempo, fíjese también el sueldo.

La United Fruit producía más dólares que la mayoría de empresas de Estados Unidos

Así había comenzado la relación entre estos dos hombres disímiles, el refinado publicista que se creía un académico y un intelectual, y el rudo Sam Zemurray, hombre que se había hecho a sí mismo, empresario aventurero que, empezando con unos ahorros de ciento cincuenta dólares, había levantado una compañía que —aunque su apariencia no lo delatara— lo había convertido en millonario. No había inventado el banano, desde luego, pero gracias a él en Estados Unidos, donde antes muy poca gente había comido esa fruta exótica, ahora formaba parte de la dieta de millones de norteamericanos y comenzaba también a popularizarse en Europa y otras regiones del mundo. ¿Cómo lo había conseguido? Era difícil saberlo con objetividad, porque la vida de Sam Zemurray se confundía con las leyendas y los mitos. Este empresario primitivo parecía más salido de un libro de aventuras que del mundo industrial estadounidense. Y él, que, a diferencia de Bernays, era todo menos vanidoso, no solía hablar nunca de su vida.
Una plantación de la United Fruit.
Una plantación de la United Fruit.

https://elpais.com/elpais/2019/09/24/eps/1569316799_047501.html?rel=str_articulo#1570630856356

viernes, 11 de octubre de 2019

_- "No estés triste", lo peor que se le puede decir a alguien que sí lo está. Saber manejar esta emoción básica puede ayudarnos a mejorar, y una buena ayuda de los demás es muy valiosa

_- ANDRÉS MASA
8 OCT 2019

Nada es casual. Al menos no en el trabajo de la evolución, que hace que todo lo que no ayude a sobrevivir acabe desapareciendo, olvidado, mutado, suprimido sin piedad y, solo quizá, recuperado en un futuro favorable. La tristeza es un buen ejemplo. Esta emoción, que dibuja una precisa y universal expresión facial que cualquier ser humano reconoce al instante, no ha sobrevivido al paso de milenios por casualidad. La tristeza, que también se manifiesta en aspectos como la postura corporal y el tono de la voz, es una llamada de socorro, un mecanismo para reclamar apoyo social notablemente efectivo. Pero la manera en la que nos aproximamos a las personas tristes ya no depende del negociado de la evolución, eso es cosa nuestra, y ahí empiezan los problemas. Algunos son muy fáciles de detectar en el lenguaje. En este código cristalizan frases como "no estés triste", una expresión muy común y una de las peores cosas que se le puede decir a una persona que sí lo está.

No es que debiéramos decir todo lo contrario, pero es poco probable volver a pronunciar esas palabras sin sentir el pellizco del remordimiento después de saber lo bueno que es estar triste cuando la emoción es de una intensidad, frecuencia y duración moderadas. Tras un episodio estresante muy fuerte o una pérdida importante, la tristeza alimenta una conducta ventajosa: encerrarte en casa, a cobijo bajo el edredón, pegajoso porque no quieres tener contacto ni con el jabón de la ducha, puede resultar deprimente a los ojos humanos, pero el sistema inmune no podría pedir nada mejor para recobrar fuerzas.

Además, "es un momento muy bueno para reflexionar acerca de los posibles errores que has podido cometer, de qué manera eres corresponsable de lo que ha ocurrido", explica la psicóloga especialista en ansiedad y estrés Cristina Wood. La tristeza puede marcar un camino para mejorar cuando uno pierde un trabajo o rompe una relación, por ejemplo. "En ese sentido, la tristeza nos ayuda", subraya Wood. También puede aparecer cuando lo que se pierde es la salud, o la juventud, casos en los que debería servir para fijarnos en las cosas buenas que aún nos quedan. Si la experimentamos con ánimo positivo, la tristeza puede ayudarnos a ser más felices; quien no ha experimentado nunca una gran tristeza difícilmente puede sentir una alegría de la misma intensidad. No estropeemos el momento con frases que solo refuerzan el malestar.

Un involuntario empujón hacia la culpa
Si hay algo que hay que evitar es decirle a una persona triste qué debe hacer. Y entre todas las órdenes que hay que evitar, la de "no estés triste" está entre las más dañinas. "La frase produce más presión, le produce estrés a la persona", explica la doctora del centro clínico Área Humana. Además, "uno tiene derecho a estar triste, le están faltando al respeto si se lo dicen, y eso enfada, frustra y puede generar más desesperanza", enumera la psicóloga.

La reacción puede ser muy fuerte y desagradable, y quizá empujar hacia un sufrimiento mayor que tiene su origen en una de las abundantes falacias perniciosas que circula sobre la felicidad, la de que uno no es feliz, sino que lo será en el futuro. Según esta idea, podemos contar con ser bendecidos con la mayor dicha un vez hemos cumplido objetivos como terminar la carrera, pagarse una casa, llamar la atención de una pareja ideal, casarse con esa pareja ideal, que la unión fructifique en niños sanos y alegres... En este contexto, el mensaje de "no estás triste" parece ser el de que, si lo estás a pesar de tener todo lo que has deseado, es por tu culpa. El poder de las palabras empuja, en este caso, hacia una culpabilidad innecesaria.

Eso sí, conviene ser comprensivos con quien lanza el afilado dardo del "no estés triste". "No toleramos que una persona que queremos sufra", y por eso la frase sale tan fácilmente, explica la psicóloga. "Si veo a mi hija llorar, a mí me duele, y por eso se lo digo", añade. Pero lo que debería hacer como madre, o como amiga, en otros casos, "es aprender a tolerar que es normal y que se pasará, y que se va a pasar antes si uno ayuda a las personas a ser un poco más positivas".

Instrucciones para no decir 'no estés triste' nunca más
Si quieres aprender a tratarte bien a ti mismo y a los demás, piensa en tu infancia. Seguro que en alguno de los rincones de tu memoria encuentras situaciones como esta: llegas triste porque te has peleado con tu mejor amigo y a tu padre no se le ocurre otra cosa que aplicar una fórmula del tipo "ya harás más amigos", un "no estés triste" en toda regla y un error de manual. En su lugar, Wood aconseja comenzar por normalizar la tristeza en la casa. "Es muy bueno decirles a los niños cuándo estamos tristes, en seguida dicen que te van a ayudar. Es muy bonito comunicar eso, y además es enseñarles inteligencia emocional", comenta. Luego, ante una situación puntual, lo mejor es sustituir el "no estés triste" por una estrategia más elaborada y eficaz que vale para todas las edades.

Lo primero es permitir expresar la emoción y lo que ha pasado, una tarea en la que los abrazos son de gran ayuda. También es útil mostrar empatía hacia la persona y hacer que se sienta comprendida, incluso cuando uno no es capaz de ponerse en su lugar. Lo deseable es hacerle comprender que no rechazas su tristeza, contándole alguna historia personal, por ejemplo, o admitiendo directamente que no alcanzas a comprender su dolor pero que te das cuenta de que debe de ser muy importante. Una vez la conexión está funcionando, es muy importante preguntar a la persona triste qué piensa hacer o en que le puede uno ayudar. Eso sí, las propuestas deben tener forma de pregunta.

Luego hay que transmitir confianza, hacer ver que puede conseguir superar la tristeza, dar ánimos. "Si dice que no sabe si podrá hacerlo es bueno preguntarle las tres cosas más difíciles que ha hecho en su vida, te puedes agarrar a eso y decirle que si las ha conseguido es que también puede lograr el nuevo objetivo, que es cuestión de entrenarlo", concluye Wood. Así, dice la psicóloga, no solo se sale de la tristeza, sino que se abandona la emoción con mayor fuerza para ser feliz. No se trata exclusivamente de un favor que se hace a los demás, la manera de hablarse a uno mismo también es fundamental.

Cambia el lenguaje y transformarás el mundo
Somos parlanchines por naturaleza. Hasta la persona más reservada y silenciosa del mundo no se calla nunca. Eso sí, habla en una voz tan baja que solo ella la oye. Es el autodiálogo interno que todos tenemos, un carrusel de ideas que nunca se detiene. Si se instala en él un mensaje materialista de que uno tiene todo lo que puede desear y que, por lo tanto, debería ser feliz para siempre, el efecto del "no estés triste" corroe por dentro. Si se le hace demasiado caso, uno acaba metiéndose en un bucle de malestar en el que se viste de víctima y verdugo. De la misma manera que hay que tener empatía con las otras personas a la hora de ofrecerles ayuda, en estos casos uno tiene que llevar a cabo la difícil tarea de empatizar con uno mismo. "Si te pones a buscar, por supuesto que tienes motivos para estar triste, pero tienes que ayudarte a comprender por qué lo estás", dice Wood.

Las personas más autoexigentes, los perfeccionistas que siempre quieren ir más allá, cegados por la idea irreal de que pueden llegar a una meta que, en realidad, no existe, son quienes tienen una relación más estrecha con la tristeza. También poseen menos capacidad de corregir las frases perjudiciales de su diálogo interior. "Muchísima gente no se da cuenta de cómo se habla. Es un problema de educación, por frases que nos han dicho nuestros padres, o por la propia personalidad: si tu autodiálogo interno está plagado de exigencias, eso lleva, tarde o temprano, a la tristeza". Los perfeccionistas lo tienen más difícil para corregir el rumbo de esa conversación permanente, pero pueden conseguirlo de la misma manera que el resto de las personas.

Hay que cambiar el vocabulario y sustituir el "tengo que" por un "me gustaría", "preferiría", "me apetece"... "No es lo mismo decir 'tengo que ir al gimnasio porque he engordado' que 'me apetece ir al gimnasio porque quiero cuidarme", asegura la especialista. Es lo que los psicólogos llaman autoinstrucciones positivas, que pueden conseguir que uno esté más contento, más animado y que se encuentre mejor físicamente. "Todos podemos entrenar eso, pero lo primero es ser consciente, mucha gente ni es consciente de cómo se habla y está siempre comparándose con los demás", olvidando que, por mucho que a veces lo parezca, especialmente en las redes sociales, nadie es perfecto.