_- Un estudio en Estados Unidos confirma que el porcentaje de población con alzhéimer y otras enfermedades similares disminuye en los países ricos, pese a no existir ningún tratamiento eficaz
Es el enigma de la demencia menguante. Las personas cada vez viven más años, y el riesgo de sufrir una demencia aumenta con la edad, pero cada vez más estudios confirman una aparente paradoja: la incidencia del alzhéimer y de otros trastornos similares está cayendo en picado en los países ricos. Un nuevo trabajo constata ahora que la proporción de personas mayores con demencia ha caído un 30% en apenas 15 años en Estados Unidos. Las razones para este desplome no están claras, pero los autores apuntan principalmente al mayor nivel educativo de los ciudadanos. Otros estudios previos han sugerido que las personas analfabetas tienen el triple de riesgo de padecer una demencia.
Los investigadores han analizado un grupo de más de 21.000 personas mayores de 65 años, al que consideran representativo de la población de Estados Unidos. Sus resultados revelan que la proporción de participantes con demencia cayó desde el 12,2% del año 2000 al 8,5% en 2016, pese a que no hay ningún tratamiento eficaz disponible. Los tres autores, liderados por el economista Peter Hudomiet, pertenecen a la Corporación RAND, uno de los principales laboratorios de ideas de Estados Unidos. Son “buenas noticias”, ha aplaudido Hudomiet en un comunicado.
El fenómeno se repite por todas partes en los países ricos. Hace una década, el equipo de la epidemióloga holandesa Monique Breteler detectó una sorprendente caída de la incidencia en Países Bajos entre 1990 y 2005. Los científicos asociaron este descenso al fuerte aumento en el uso de medicamentos antitrombóticos, para la prevención de las enfermedades cardiovasculares, y de fármacos contra el colesterol. Hace un par de años, una comisión organizada por la revista médica The Lancet calculó que cambiar una docena de factores de riesgo puede evitar o retrasar el 40% de las demencias. Estas variables son la falta de educación, la hipertensión, la discapacidad auditiva, el tabaquismo, la obesidad, la depresión, la inactividad física, la diabetes, el aislamiento social, el consumo excesivo de alcohol, los golpes en la cabeza y la contaminación atmosférica.
El nuevo trabajo, publicado este lunes en la revista científica PNAS, apunta directamente al efecto de la educación en el grupo analizado. Las mujeres con estudios superiores pasaron del 12% en el año 2000 al 23% en 2016, mientras que ese porcentaje en los hombres aumentó del 21% a casi el 34%. Ejercitar el cerebro previene la demencia.
La proporción de personas mayores con demencia es muy similar en Europa y Estados Unidos. Un consorcio de científicos, encabezados por investigadores de la Universidad de Harvard, calculó hace un par de años que la incidencia en varios países europeos —Francia, el Reino Unido, Islandia, Suecia y Países Bajos— se redujo un 13% por década entre 1988 y 2015, un ritmo similar al observado en Estados Unidos. El nuevo trabajo ha detectado un descenso todavía mayor: un 30% en unos 15 años.
El alzhéimer y otras demencias, sin embargo, siguen siendo extremadamente preocupantes. Debido al envejecimiento de la población, aunque el porcentaje de enfermos se reduzca, su número absoluto aumenta. En España ya hay más de 800.000 personas con demencia, sobre todo alzhéimer, pero también de otros tipos, como la llamada encefalopatía LATE, cuyas huellas aparecen en más del 20% de los cerebros de personas de más de 80 años.
El psiquiatra alemán Alois Alzheimer describió el primer caso de la enfermedad que lleva su nombre en 1906. Era una mujer de 50 años con problemas de memoria y episodios de agresividad y confusión. Más de un siglo después, la comunidad científica sigue sin entender las causas exactas de las demencias. Y tampoco existe ningún tratamiento con eficacia confirmada, pese a los habituales anuncios grandilocuentes de algunas empresas. El último tratamiento prometedor ha sido el lecanemab, con el que la farmacéutica estadounidense Biogen ganó en septiembre unos 10.000 millones de euros en bolsa en un solo día, pese a no haber demostrado todavía su eficacia.
El primer fármaco autorizado en Estados Unidos contra las supuestas causas del alzhéimer, el aducanumab, también de Biogen, no ha sido la revolución anunciada. El medicamento, aprobado en 2021, es un anticuerpo monoclonal, basado en una molécula obtenida de un anciano lúcido. El tratamiento actúa sobre las proteínas beta amiloides, que se acumulan entre las células del cerebro y parecen asociadas al alzhéimer. La Agencia Europea del Medicamento, sin embargo, ha rechazado autorizar el aducanumab al no encontrar pruebas de su eficacia.
https://elpais.com/ciencia/2022-11-07/el-misterio-de-la-demencia-menguante-la-proporcion-de-personas-mayores-afectadas-cae-hasta-un-30-en-15-anos.html#?rel=lom
martes, 27 de diciembre de 2022
lunes, 26 de diciembre de 2022
_- Rafael Alberti, poeta y militante comunista
-- El 16 de diciembre de 2022 se han cumplido 120 años del nacimiento de uno de los más destacados poetas españoles del siglo XX. Pretexto oportuno para un breve tratamiento de su itinerario vital, en el que la política ocupó un lugar eminente, al lado de su labor literaria.
Rafael Alberti Merello nació en 1902, en una ciudad costera de la provincia de Cádiz, Puerto de Santa María. Fue en el seno de una familia burguesa. Su padre trabajaba en la exportación de vinos de la prestigiosa bodega Osborne.
Fue un deficiente alumno en su ciclo de estudios. Al tiempo que desatendía las asignaturas obligatorias, creyó encontrar en la pintura una vocación definitiva.
Veinteañero, y recluido por una enfermedad, afianzó un rumbo en la escritura. Comenzó a trabajar en su primer libro, que alcanzaría un triunfo tal que lo llevaría a una temprana consagración. Nos referimos a Marinero en tierra, publicado en 1924 y por el que recibiría ese mismo año el Premio Nacional de Literatura.
Tiempo después trabó relación con los principales poetas de su tiempo, la que sería llamada “Generación del 27” y considerada la “Edad de plata de la poesía española”. Entre ellos Pedro Salinas, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego y Federico García Lorca. Aunque no correspondiera a la secuencia cronológica estricta, también Miguel Hernández fue adscripto a esa brillante generación.
Incluido en ese entorno, Alberti fue pasando de las tendencias populares iniciales de su obra a los refinamientos del llamado “gongorismo”, por Luis de Góngora, dilecto representante del barroco hispano. También experimentó una etapa “surrealista”, como tantos artistas de su época.
En esos años el poeta de Puerto de Santa María sufrió una crisis emocional. Parecen haber influido en su decaimiento diversos elementos. Uno de ellos fue la ruptura de su relación con la brillante pintora gallega Maruja Mallo. Se ha considerado que su libro Sobre los ángeles refleja un período de desolación afectiva.
La opción militante, la guerra, la “Alianza”
Salió de ese “pozo” anímico por dos senderos: En primer lugar su compromiso político, que lo llevó de la lucha contra la dictadura del general Miguel Primo de Rivera a la afiliación y activa militancia en el Partido Comunista de España, por entonces una disciplinada, entusiasta, pero pequeña fuerza,
Y tuvo un papel central en su recuperación el vínculo con la también escritora María Teresa León, iniciado en 1930 y destinado a una larga perduración.
Establecida la Segunda República la fuerte implicación política seguiría en pie, incluso acrecentándose. En 1933, la pareja fundó la revista Octubre, orientada a constituirse en órgano oficial de los “escritores españoles revolucionarios”.
Con ocasión de la insurrección obrera de Asturias, María Teresa y Alberti emprendieron una gira de propaganda y solidaridad por varios países de distintas partes del mundo. Todo a favor de los millares de encarcelados por su participación en la rebelión.
Estallada la guerra de España con el golpe parcialmente fracasado de julio de 1936, Alberti quedó desde el primer momento involucrado en la causa “leal”. Estuvo entre quienes se pusieron al frente de la Alianza de Escritores Antifascistas, encargada de vastas acciones prorrepublicanas.
Una de las realizaciones tempranas de la Alianza fue el periódico El mono azul. Salió a la luz rápidamente, antes de terminar agosto de 1936. Asumió la dirección del mismo, junto a María Teresa.
Allí colaboraron, entre otros, José Bergamín, Manuel Altolaguirre, Antonio Machado, Luis Cernuda, Ramón J. Sender, Miguel Hernández, Arturo Cuadrado… También extranjeros como John Dos Passos, André Malraux; o los chilenos Vicente Huidobro y Pablo Neruda.
La publicación estaba dirigida a los soldados del frente. Procuraba hacerlos conscientes de su labor en defensa de la república frente a la agresión fascista. Sus temas incluían desde instrucción militar a literatura y política.
En unas milicias integradas en gran parte por analfabetos la lectura era a menudo grupal. Un soldado “letrado” leía los artículos de interés a quienes no sabían hacerlo.
El poeta escribía con su firma una sección de la revista titulada “A paseo” en la que cuestionaba a intelectuales contrarios a la causa republicana o que incluso no se habían pronunciado con claridad a favor de la misma.
Años después se inferiría que al autor de Marinero en tierra no podía escapársele la oscura resonancia del título de la sección con los “paseos”. Ésa era la denominación que se le daba a las ejecuciones clandestinas de los enemigos.
En las páginas de El mono azul aparecieron por primera vez los poemas del Romancero de la guerra civil, poderosa herramienta de cultivo literario y estímulo moral al combate a partir del camino estético. Ya en el exilio el poeta gaditano compilaría el conjunto de esos poemas en el titulado Romancero general de la guerra civil española. El compilado fue publicado en forma de libro en Buenos Aires, en 1944.
Más allá de las profusas acciones de agitación y propaganda en las que jugaba un rol principal, el hombre de Cádiz no llegó a ser soldado, como sí lo fue Miguel Hernández, que compartió a pleno la precaria vida de los combatientes, desde los peligros de las trincheras en torno a Madrid, a los fríos glaciares del frente de Teruel.
Sus críticos señalaron más tarde que siempre permaneció en la retaguardia y que aprovechó su lugar destacado en el ámbito político-cultural de los defensores de la República para llevar una vida bastante cómoda.
Tal vez el más duro de los detractores fue Juan Ramón Jiménez. Él atacó sin ambages a escritores a los que caracterizó como “señoritos, imitadores de guerrilleros” que exhibían por Madrid “sus rifles y sus pistolas de juguete” mientras vestían “monos azules muy planchados”.
Sin mencionarlo, no cabe duda que Alberti estaba en primer lugar entre los aludidos por el futuro Premio Nobel. Éste sí hizo explícito el contraste con la actitud de Hernández, al que caracterizó como el único militante auténtico de entre la pléyade de poetas que acompañó el esfuerzo de guerra.
Alberti ocupaba buena parte de su tiempo en una residencia nobiliaria expropiada por la república en guerra como tantas otras, la de los marqueses de Heredia-Spinola. Allí se celebraban frecuentes tertulias y fiestas que algunxs veían como actividades frívolas, incongruentes con las aciagas circunstancias que se vivían en el frente.
Hasta hubo quien describió, como el afamado periodista libertario Eduardo de Guzmán, menús cargados de exquisiteces. Los que se servían en banquetes celebrados sólo a metros de las calles de Madrid, surcadas por la más aguda escasez, con sus habitantes siempre en el borde del hambre.
Más allá de las objeciones, hay que tomar en consideración que desde la Alianza de Escritores Antifascistas, Alberti y otros cumplieron una tarea importante, organizando múltiples trabajos de solidaridad con la República. Que incluían, por ejemplo, la realización de actos artísticos y literarios para el estímulo y el cultivo de los propios combatientes.
En la retaguardia podían cumplirse acciones necesarias y gravitantes, y Alberti estuvo involucrado en muchas de las mismas.
Actividades conexas, como las acciones que fueron decisivas para preservar los bienes artísticos del Museo del Prado, la Biblioteca Nacional y otras administraciones del patrimonio histórico español, se cuentan entre los méritos de la labor de la Alianza. El poeta gaditano tuvo directa injerencia en la ardua labor de preservarlas de los bombardeos y otras acciones bélicas. Y en su posterior remisión a Francia.
Los pasos por Moscú
Como resulta previsible en el clima de la época, Rafael y María Teresa viajaron a la Unión Soviética durante el conflicto. Un itinerario que ya había transitado con anterioridad. Se le puede dar la palabra en esto al propio Alberti, si se nos perdona una cita algo extensa:
“Mi tercera visita a Moscú. Mi tercera despedida. Esta vez, más que nunca, me siento como si fuera un viajero que se marchara sin irse, que pudiera verse a sí mismo de camino y a la vez quedándose entre vosotros. Me vuelvo a España, a Madrid. En 1934, cuando vine como delegado al Congreso de escritores soviéticos, embarqué en Odessa. Era el mes de octubre. Embarcaba entonces hacia la España de la revolución de Asturias; luego, la de Gil Robles y la represión más violenta. En 1937, ahora, salgo de Leningrado hacia la misma España que dejé hace dos meses: La heroica de la guerra civil, de los defensores de Madrid, de los más bravos antifascistas del mundo. Siempre que vine a la Unión Soviética encontré algo de mi país entre vosotros. Esta última vez, desde que atravesé la frontera, me encontré con él por entero. Desde Belosostrov, el nombre de España empezó a llenarme los oídos, a hacerme la respiración más profunda.
¿Qué queréis, camaradas y amigos? Mi Moscú de este año es el de la fraternidad y el entusiasmo por mi patria. Parece como si nuestro mapa se hubiese prolongado hasta el vuestro y mis pies siguieran pisando su propia tierra. He visto las nuevas construcciones de vuestra capital, la aparición de nuevos cafés, tiendas, almacenes. “
Las convicciones comunistas del poeta se sostuvieron impertérritas frente al paso del tiempo y los cambios de orientación del movimiento al que pertenecía. Al sobrevenir el fallecimiento de Stalin le dedicó un elogioso poema que mereció juicios adversos por constituir un tributo excesivo.
A diferencia de otros intelectuales, la revisión crítica de la actuación del líder georgiano en el XXº Congreso del partido soviético no conmovió la firmeza de sus ideas. Su adscripción al PC español lo acompañó hasta la muerte.
Hernández y Lorca: Controversiales relaciones
Fue cerca del final de la guerra, en una fiesta, en honor de la mujer antifascista, cuando se produjo un grave desencuentro entre Alberti y Miguel Hernández. El poeta alicantino, exasperado ante el lujo que reinaba en el acontecimiento, en medio de la derrota ya cercana de la causa antifascista, dijo públicamente que allí había “mucha p…” y “mucho hijo de…”.
Alberti trató de obligarle a que se rectificara, pero él escribió sus palabras en una gran pizarra para que no pasaran inadvertidas.
Se enfrentaban dos concepciones diversas de la actividad política y guerrera. En momentos más apacibles habían podido coexistir, pero lo agudo de las circunstancias de principios de 1939 las llevó al choque.
Acerca de la comparación desfavorable con Hernández, incluso se debe tener en cuenta una cuestión generacional. El poeta de Orihuela y otros que lo acompañaron en el frente de batalla eran de mucha menor edad. Veinteañeros en plenitud de facultades para lanzarse a la durísima vida del soldado. Rafael tenía treinta y cuatro años al comenzar la contienda.
Esa brecha etaria pudo ser determinante a la hora de establecer quién se dirigió a las trincheras y quién no.
Con anterioridad, el nativo de Puerto de Santa María mantuvo algunas discrepancias con Federico García Lorca. A diferencia de las que hemos relatado respecto de Hernández, éstas no sobrepasaron el campo de la controversia literaria.
Para Alberti la poesía era un arma para sacudir conciencias, una contribución al avance de transformaciones revolucionarias. Lorca situaba a la poesía en el terreno de los afectos, no susceptibles de ser regidos por un compromiso político.
Esto debe ser relativizado, ya que el granadino no fue para nada “apolítico”. A través de la conducción del teatro trashumante La Barraca, o desde poemas como el “dedicado” a la Guardia Civil u obras teatrales enfiladas contra las injusticias de la vida rural, Federico también asignó un sentido político a su obra, si bien ajeno a adscripciones partidarias.
Algo concreto es que trabaron temprana amistad, desde los días juveniles en que García Lorca vivía en el torbellino intelectual (y sensual) de la Residencia de Estudiantes de Madrid, una de las ramificaciones de la fecunda Institución Libre de Enseñanza. Alberti no vivía allí, pero iba todo el tiempo y trababa relación con sus talentosos huéspedes.
Las desavenencias llegaron después, por distintas formas de moverse en la efervescencia social, política y cultural que acompañó al establecimiento de la República.
Alberti se había convertido en un propagandista de las ideas comunistas y Lorca se abstuvo de enrolarse en una postura política circunscripta. Esas posiciones divergentes no podían sino llevar a algunos encontronazos.
A la hora de sopesar el papel jugado por Alberti, hay que poner en la cuenta que junto con críticas sinceras y fundamentadas, hay otras que pueden estar inspiradas por cierta “industria” del ataque contra intelectuales comprometidos. Y peor si además eran comunistas.
A Rafael, por ejemplo, se le ha endilgado hasta haber festejado el asesinato de Pedro Muñoz Seca, literato destacado, partidario de los sublevados. Asimismo existieron afirmaciones de que la Alianza mantuvo su propia “checa”, para retener e interrogar a detenidos cuya trayectoria y pertenencia les interesaba elucidar.
Cuando la República estaba perdida, el gaditano y su esposa tuvieron un sitial de privilegio para su salida de España. Fue por avión desde el aeropuerto de Monóvar en Alicante, el mismo aeródromo del que partieron las máximas jerarquías del Partido Comunista.
De nuevo según sus críticos pudo evitar que Miguel Hernández quedara desamparado y a merced de los vencedores, pero no lo hizo.
El exilio y el regreso
Con el final de la guerra, su primer lugar de destino fue Francia. El matrimonio Alberti-León fue hostigado, bajo el estigma de ser “comunistas peligrosos”. Le retiraron sus permisos de trabajo y al tiempo atravesaron el océano, para refugiarse en Argentina.
Permanecieron en nuestro país hasta principios de la década de 1960. Sus días transcurrían entre un departamento en la zona de Recoleta, en Buenos Aires, una estancia en Córdoba llamada “El Totoral” y frecuentes visitas a Punta del Este y a Chile, bajo la protección de Neruda estas últimas.
La experiencia de la estadía en Argentina fue relatada por Rafael y María Teresa en sus respectivos volúmenes de memorias. La arboleda perdida, de Alberti y Memoria de la melancolía, de León. Ambos guardaban gratitud al trato recibido aquí, dónde los dos pudieron continuar su producción y adquirir un lugar en la vida cultural local.
Finalmente mudaron su lugar de residencia a Roma, en 1963. Desde allí volvieron a España en 1977, muerto el dictador Francisco Franco e iniciada la “transición” pretendidamente “democrática”.
Será allí diputado al Congreso por el Partido Comunista, aunque al tiempo renunciará al puesto para dedicarse a su labor artística. Declinó ser postulado al premio “Príncipe de Asturias” a causa de sus ideales republicanos.
Su ingreso como diputado tuvo aristas complejas, por su manifiesta utilización política. Su presencia en la cámara legislativa, junto con Dolores Ibárruri, “Pasionaria”, ambos por el PC, fue exhibida como una muestra de las supuestas virtudes de la “transición española”.
Los dos ancianos comunistas eran tomados a guisa de símbolo de “reconciliación”, al compartir amablemente el recinto con ex franquistas de diversos tintes.
En sus años postreros, Alberti asistió a la difusión de su obra en ámbitos más masivos que los que recorre de modo habitual la literatura, y más en particular la poesía.
Dos jóvenes cantautores de su patria de origen convirtieron en éxitos populares a un par de sus poemas. Lo hizo Joan Manuel Serrat con Se equivocó la paloma y Paco Ibáñez en el caso de Galope. Sobre todo el primero fue suceso en nuestro país. La atención hacia el gran poeta cruzó de nuevo el océano.
El gobierno español le otorgó el Premio Cervantes en 1983. Falleció ya muy anciano, de regreso en su ciudad natal, el 28 de octubre de 1999.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Rafael Alberti Merello nació en 1902, en una ciudad costera de la provincia de Cádiz, Puerto de Santa María. Fue en el seno de una familia burguesa. Su padre trabajaba en la exportación de vinos de la prestigiosa bodega Osborne.
Fue un deficiente alumno en su ciclo de estudios. Al tiempo que desatendía las asignaturas obligatorias, creyó encontrar en la pintura una vocación definitiva.
Veinteañero, y recluido por una enfermedad, afianzó un rumbo en la escritura. Comenzó a trabajar en su primer libro, que alcanzaría un triunfo tal que lo llevaría a una temprana consagración. Nos referimos a Marinero en tierra, publicado en 1924 y por el que recibiría ese mismo año el Premio Nacional de Literatura.
Tiempo después trabó relación con los principales poetas de su tiempo, la que sería llamada “Generación del 27” y considerada la “Edad de plata de la poesía española”. Entre ellos Pedro Salinas, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego y Federico García Lorca. Aunque no correspondiera a la secuencia cronológica estricta, también Miguel Hernández fue adscripto a esa brillante generación.
Incluido en ese entorno, Alberti fue pasando de las tendencias populares iniciales de su obra a los refinamientos del llamado “gongorismo”, por Luis de Góngora, dilecto representante del barroco hispano. También experimentó una etapa “surrealista”, como tantos artistas de su época.
En esos años el poeta de Puerto de Santa María sufrió una crisis emocional. Parecen haber influido en su decaimiento diversos elementos. Uno de ellos fue la ruptura de su relación con la brillante pintora gallega Maruja Mallo. Se ha considerado que su libro Sobre los ángeles refleja un período de desolación afectiva.
La opción militante, la guerra, la “Alianza”
Salió de ese “pozo” anímico por dos senderos: En primer lugar su compromiso político, que lo llevó de la lucha contra la dictadura del general Miguel Primo de Rivera a la afiliación y activa militancia en el Partido Comunista de España, por entonces una disciplinada, entusiasta, pero pequeña fuerza,
Y tuvo un papel central en su recuperación el vínculo con la también escritora María Teresa León, iniciado en 1930 y destinado a una larga perduración.
Establecida la Segunda República la fuerte implicación política seguiría en pie, incluso acrecentándose. En 1933, la pareja fundó la revista Octubre, orientada a constituirse en órgano oficial de los “escritores españoles revolucionarios”.
Con ocasión de la insurrección obrera de Asturias, María Teresa y Alberti emprendieron una gira de propaganda y solidaridad por varios países de distintas partes del mundo. Todo a favor de los millares de encarcelados por su participación en la rebelión.
Estallada la guerra de España con el golpe parcialmente fracasado de julio de 1936, Alberti quedó desde el primer momento involucrado en la causa “leal”. Estuvo entre quienes se pusieron al frente de la Alianza de Escritores Antifascistas, encargada de vastas acciones prorrepublicanas.
Una de las realizaciones tempranas de la Alianza fue el periódico El mono azul. Salió a la luz rápidamente, antes de terminar agosto de 1936. Asumió la dirección del mismo, junto a María Teresa.
Allí colaboraron, entre otros, José Bergamín, Manuel Altolaguirre, Antonio Machado, Luis Cernuda, Ramón J. Sender, Miguel Hernández, Arturo Cuadrado… También extranjeros como John Dos Passos, André Malraux; o los chilenos Vicente Huidobro y Pablo Neruda.
La publicación estaba dirigida a los soldados del frente. Procuraba hacerlos conscientes de su labor en defensa de la república frente a la agresión fascista. Sus temas incluían desde instrucción militar a literatura y política.
En unas milicias integradas en gran parte por analfabetos la lectura era a menudo grupal. Un soldado “letrado” leía los artículos de interés a quienes no sabían hacerlo.
El poeta escribía con su firma una sección de la revista titulada “A paseo” en la que cuestionaba a intelectuales contrarios a la causa republicana o que incluso no se habían pronunciado con claridad a favor de la misma.
Años después se inferiría que al autor de Marinero en tierra no podía escapársele la oscura resonancia del título de la sección con los “paseos”. Ésa era la denominación que se le daba a las ejecuciones clandestinas de los enemigos.
En las páginas de El mono azul aparecieron por primera vez los poemas del Romancero de la guerra civil, poderosa herramienta de cultivo literario y estímulo moral al combate a partir del camino estético. Ya en el exilio el poeta gaditano compilaría el conjunto de esos poemas en el titulado Romancero general de la guerra civil española. El compilado fue publicado en forma de libro en Buenos Aires, en 1944.
Más allá de las profusas acciones de agitación y propaganda en las que jugaba un rol principal, el hombre de Cádiz no llegó a ser soldado, como sí lo fue Miguel Hernández, que compartió a pleno la precaria vida de los combatientes, desde los peligros de las trincheras en torno a Madrid, a los fríos glaciares del frente de Teruel.
Sus críticos señalaron más tarde que siempre permaneció en la retaguardia y que aprovechó su lugar destacado en el ámbito político-cultural de los defensores de la República para llevar una vida bastante cómoda.
Tal vez el más duro de los detractores fue Juan Ramón Jiménez. Él atacó sin ambages a escritores a los que caracterizó como “señoritos, imitadores de guerrilleros” que exhibían por Madrid “sus rifles y sus pistolas de juguete” mientras vestían “monos azules muy planchados”.
Sin mencionarlo, no cabe duda que Alberti estaba en primer lugar entre los aludidos por el futuro Premio Nobel. Éste sí hizo explícito el contraste con la actitud de Hernández, al que caracterizó como el único militante auténtico de entre la pléyade de poetas que acompañó el esfuerzo de guerra.
Alberti ocupaba buena parte de su tiempo en una residencia nobiliaria expropiada por la república en guerra como tantas otras, la de los marqueses de Heredia-Spinola. Allí se celebraban frecuentes tertulias y fiestas que algunxs veían como actividades frívolas, incongruentes con las aciagas circunstancias que se vivían en el frente.
Hasta hubo quien describió, como el afamado periodista libertario Eduardo de Guzmán, menús cargados de exquisiteces. Los que se servían en banquetes celebrados sólo a metros de las calles de Madrid, surcadas por la más aguda escasez, con sus habitantes siempre en el borde del hambre.
Más allá de las objeciones, hay que tomar en consideración que desde la Alianza de Escritores Antifascistas, Alberti y otros cumplieron una tarea importante, organizando múltiples trabajos de solidaridad con la República. Que incluían, por ejemplo, la realización de actos artísticos y literarios para el estímulo y el cultivo de los propios combatientes.
En la retaguardia podían cumplirse acciones necesarias y gravitantes, y Alberti estuvo involucrado en muchas de las mismas.
Actividades conexas, como las acciones que fueron decisivas para preservar los bienes artísticos del Museo del Prado, la Biblioteca Nacional y otras administraciones del patrimonio histórico español, se cuentan entre los méritos de la labor de la Alianza. El poeta gaditano tuvo directa injerencia en la ardua labor de preservarlas de los bombardeos y otras acciones bélicas. Y en su posterior remisión a Francia.
Los pasos por Moscú
Como resulta previsible en el clima de la época, Rafael y María Teresa viajaron a la Unión Soviética durante el conflicto. Un itinerario que ya había transitado con anterioridad. Se le puede dar la palabra en esto al propio Alberti, si se nos perdona una cita algo extensa:
“Mi tercera visita a Moscú. Mi tercera despedida. Esta vez, más que nunca, me siento como si fuera un viajero que se marchara sin irse, que pudiera verse a sí mismo de camino y a la vez quedándose entre vosotros. Me vuelvo a España, a Madrid. En 1934, cuando vine como delegado al Congreso de escritores soviéticos, embarqué en Odessa. Era el mes de octubre. Embarcaba entonces hacia la España de la revolución de Asturias; luego, la de Gil Robles y la represión más violenta. En 1937, ahora, salgo de Leningrado hacia la misma España que dejé hace dos meses: La heroica de la guerra civil, de los defensores de Madrid, de los más bravos antifascistas del mundo. Siempre que vine a la Unión Soviética encontré algo de mi país entre vosotros. Esta última vez, desde que atravesé la frontera, me encontré con él por entero. Desde Belosostrov, el nombre de España empezó a llenarme los oídos, a hacerme la respiración más profunda.
¿Qué queréis, camaradas y amigos? Mi Moscú de este año es el de la fraternidad y el entusiasmo por mi patria. Parece como si nuestro mapa se hubiese prolongado hasta el vuestro y mis pies siguieran pisando su propia tierra. He visto las nuevas construcciones de vuestra capital, la aparición de nuevos cafés, tiendas, almacenes. “
Las convicciones comunistas del poeta se sostuvieron impertérritas frente al paso del tiempo y los cambios de orientación del movimiento al que pertenecía. Al sobrevenir el fallecimiento de Stalin le dedicó un elogioso poema que mereció juicios adversos por constituir un tributo excesivo.
A diferencia de otros intelectuales, la revisión crítica de la actuación del líder georgiano en el XXº Congreso del partido soviético no conmovió la firmeza de sus ideas. Su adscripción al PC español lo acompañó hasta la muerte.
Hernández y Lorca: Controversiales relaciones
Fue cerca del final de la guerra, en una fiesta, en honor de la mujer antifascista, cuando se produjo un grave desencuentro entre Alberti y Miguel Hernández. El poeta alicantino, exasperado ante el lujo que reinaba en el acontecimiento, en medio de la derrota ya cercana de la causa antifascista, dijo públicamente que allí había “mucha p…” y “mucho hijo de…”.
Alberti trató de obligarle a que se rectificara, pero él escribió sus palabras en una gran pizarra para que no pasaran inadvertidas.
Se enfrentaban dos concepciones diversas de la actividad política y guerrera. En momentos más apacibles habían podido coexistir, pero lo agudo de las circunstancias de principios de 1939 las llevó al choque.
Acerca de la comparación desfavorable con Hernández, incluso se debe tener en cuenta una cuestión generacional. El poeta de Orihuela y otros que lo acompañaron en el frente de batalla eran de mucha menor edad. Veinteañeros en plenitud de facultades para lanzarse a la durísima vida del soldado. Rafael tenía treinta y cuatro años al comenzar la contienda.
Esa brecha etaria pudo ser determinante a la hora de establecer quién se dirigió a las trincheras y quién no.
Con anterioridad, el nativo de Puerto de Santa María mantuvo algunas discrepancias con Federico García Lorca. A diferencia de las que hemos relatado respecto de Hernández, éstas no sobrepasaron el campo de la controversia literaria.
Para Alberti la poesía era un arma para sacudir conciencias, una contribución al avance de transformaciones revolucionarias. Lorca situaba a la poesía en el terreno de los afectos, no susceptibles de ser regidos por un compromiso político.
Esto debe ser relativizado, ya que el granadino no fue para nada “apolítico”. A través de la conducción del teatro trashumante La Barraca, o desde poemas como el “dedicado” a la Guardia Civil u obras teatrales enfiladas contra las injusticias de la vida rural, Federico también asignó un sentido político a su obra, si bien ajeno a adscripciones partidarias.
Algo concreto es que trabaron temprana amistad, desde los días juveniles en que García Lorca vivía en el torbellino intelectual (y sensual) de la Residencia de Estudiantes de Madrid, una de las ramificaciones de la fecunda Institución Libre de Enseñanza. Alberti no vivía allí, pero iba todo el tiempo y trababa relación con sus talentosos huéspedes.
Las desavenencias llegaron después, por distintas formas de moverse en la efervescencia social, política y cultural que acompañó al establecimiento de la República.
Alberti se había convertido en un propagandista de las ideas comunistas y Lorca se abstuvo de enrolarse en una postura política circunscripta. Esas posiciones divergentes no podían sino llevar a algunos encontronazos.
A la hora de sopesar el papel jugado por Alberti, hay que poner en la cuenta que junto con críticas sinceras y fundamentadas, hay otras que pueden estar inspiradas por cierta “industria” del ataque contra intelectuales comprometidos. Y peor si además eran comunistas.
A Rafael, por ejemplo, se le ha endilgado hasta haber festejado el asesinato de Pedro Muñoz Seca, literato destacado, partidario de los sublevados. Asimismo existieron afirmaciones de que la Alianza mantuvo su propia “checa”, para retener e interrogar a detenidos cuya trayectoria y pertenencia les interesaba elucidar.
Cuando la República estaba perdida, el gaditano y su esposa tuvieron un sitial de privilegio para su salida de España. Fue por avión desde el aeropuerto de Monóvar en Alicante, el mismo aeródromo del que partieron las máximas jerarquías del Partido Comunista.
De nuevo según sus críticos pudo evitar que Miguel Hernández quedara desamparado y a merced de los vencedores, pero no lo hizo.
El exilio y el regreso
Con el final de la guerra, su primer lugar de destino fue Francia. El matrimonio Alberti-León fue hostigado, bajo el estigma de ser “comunistas peligrosos”. Le retiraron sus permisos de trabajo y al tiempo atravesaron el océano, para refugiarse en Argentina.
Permanecieron en nuestro país hasta principios de la década de 1960. Sus días transcurrían entre un departamento en la zona de Recoleta, en Buenos Aires, una estancia en Córdoba llamada “El Totoral” y frecuentes visitas a Punta del Este y a Chile, bajo la protección de Neruda estas últimas.
La experiencia de la estadía en Argentina fue relatada por Rafael y María Teresa en sus respectivos volúmenes de memorias. La arboleda perdida, de Alberti y Memoria de la melancolía, de León. Ambos guardaban gratitud al trato recibido aquí, dónde los dos pudieron continuar su producción y adquirir un lugar en la vida cultural local.
Finalmente mudaron su lugar de residencia a Roma, en 1963. Desde allí volvieron a España en 1977, muerto el dictador Francisco Franco e iniciada la “transición” pretendidamente “democrática”.
Será allí diputado al Congreso por el Partido Comunista, aunque al tiempo renunciará al puesto para dedicarse a su labor artística. Declinó ser postulado al premio “Príncipe de Asturias” a causa de sus ideales republicanos.
Su ingreso como diputado tuvo aristas complejas, por su manifiesta utilización política. Su presencia en la cámara legislativa, junto con Dolores Ibárruri, “Pasionaria”, ambos por el PC, fue exhibida como una muestra de las supuestas virtudes de la “transición española”.
Los dos ancianos comunistas eran tomados a guisa de símbolo de “reconciliación”, al compartir amablemente el recinto con ex franquistas de diversos tintes.
En sus años postreros, Alberti asistió a la difusión de su obra en ámbitos más masivos que los que recorre de modo habitual la literatura, y más en particular la poesía.
Dos jóvenes cantautores de su patria de origen convirtieron en éxitos populares a un par de sus poemas. Lo hizo Joan Manuel Serrat con Se equivocó la paloma y Paco Ibáñez en el caso de Galope. Sobre todo el primero fue suceso en nuestro país. La atención hacia el gran poeta cruzó de nuevo el océano.
El gobierno español le otorgó el Premio Cervantes en 1983. Falleció ya muy anciano, de regreso en su ciudad natal, el 28 de octubre de 1999.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
_- Estrategias para lidiar con tu soledad ¿Te sientes solo? Hay muchos en la misma situación. Aquí algunas ideas que pueden ayudar.
_- Las órdenes de quedarnos en casa han afectado en especial a quienes viven solos.
Afia Ofori-Mensa, de 39 años, vive sola desde hace dieciséis años, y durante nueve de ellos dio clases en Oberlin College, en el área rural de Ohio, donde tenía un círculo social reducido. En agosto pasado se mudó a Nueva Jersey para asumir el cargo de directora del programa de becarios presidenciales de la Universidad de Princeton, que otorga recursos para estudios de doctorado, incluidos algunos universitarios originarios de poblaciones poco representadas en el sector académico. Según comentó, por fin sentía que tenía una vida social satisfactoria, después de restablecer contacto con exalumnos de Oberlin y sus familiares en el área y haberse acostumbrado a tomar el tren para asistir a eventos en ciudades cercanas. Por desgracia, sobrevino el brote de coronavirus, algo que acentuó su sensación de aislamiento.
Afia Ofori-Mensa, de 39 años, vive sola desde hace dieciséis años, y durante nueve de ellos dio clases en Oberlin College, en el área rural de Ohio, donde tenía un círculo social reducido. En agosto pasado se mudó a Nueva Jersey para asumir el cargo de directora del programa de becarios presidenciales de la Universidad de Princeton, que otorga recursos para estudios de doctorado, incluidos algunos universitarios originarios de poblaciones poco representadas en el sector académico. Según comentó, por fin sentía que tenía una vida social satisfactoria, después de restablecer contacto con exalumnos de Oberlin y sus familiares en el área y haberse acostumbrado a tomar el tren para asistir a eventos en ciudades cercanas. Por desgracia, sobrevino el brote de coronavirus, algo que acentuó su sensación de aislamiento.
“Lo más difícil es cuando pienso que ni siquiera sé cuándo podré volver a tocar a otro ser humano”, compartió. Puesto que no tiene mascotas ni pareja, ni siquiera una planta, comentó que se siente muy muy sola. “Algunas veces siento como si estuviera desapareciendo”.
Image Afia Ofori-Mensa está aprendiendo a lidiar con los sentimientos de soledad causados por vivir sola durante el confinamiento por el coronavirus. Credit...Afia Ofori-Mensa
Julianne Holt-Lunstad, profesora de Psicología y Neurociencia en la Universidad Brigham Young, quien se especializa en el estudio de la soledad, explicó que la conexión social es una necesidad biológica para el ser humano. “Somos seres sociales y nuestros cuerpos responden cuando no tenemos proximidad con otros”, aseveró. Así que la nueva normalidad provocada por la COVID-19 “es una situación difícil, pues necesitamos mantener la conexión social aunque estemos separados físicamente”, abundó.
Holt-Lunstad descubrió que la soledad puede tener consecuencias muy graves. Uno de sus estudios reveló que la falta de cualquier tipo de conexión social constituye un factor de riesgo de mortalidad, comparable a fumar hasta quince cigarrillos al día. Otro estudio mostró que la soledad aumenta en un 26 por ciento el riesgo de muerte a edad más temprana. También observó que el riesgo de muerte debido al aislamiento social, la soledad y el hecho de vivir por nuestra cuenta supera al asociado con la obesidad, la actividad física y la contaminación del aire.
Susan Pinker, psicóloga y autora del libro The Village Effect, describe la soledad como un sentimiento subjetivo de encontrarte solo contra tu voluntad. Explicó que podemos no estar con nadie y no sentirnos solos y, de igual forma, podemos sentirnos solos aunque estemos rodeados de personas. La soledad nos hace “sentirnos excluidos y sufrir angustia existencial”, subrayó.
La situación es de especial gravedad porque muchos estadounidenses ya se sentían solos antes de la pandemia del coronavirus.
Según una encuesta realizada en enero de 2020 por Cigna a 10.000 estadounidenses mayores de 18 años, el 61 por ciento de los adultos (tres de cada cinco) dijeron sentirse solos. Esa cifra aumentó siete puntos porcentuales con respecto a la registrada en 2018. Ahora que los estadounidenses están en aislamiento físico más estricto debido a las órdenes de quedarse en casa por el coronavirus, la sensación de soledad se ha enfatizado, indicó Doug Nemecek, director médico de Cigna especializado en salud conductual. El estudio de Cigna indica que los factores principales relacionados con la soledad son la falta de apoyo social y un número muy reducido de interacciones sociales significativas; también reveló que quienes trabajan desde casa se sienten más solos que quienes trabajan en una oficina.
“Debido a la COVID-19, esta situación afecta a muchas más personas. Hemos establecido el distanciamiento social. No podemos interactuar ni con amigos ni con vecinos. No podemos visitar a nuestros padres ancianos que se encuentran en asilos”, comentó. “Todos estos factores pueden afectar cómo nos sentimos por la conexión social y la soledad”.
El estudio de Cigna descubrió que el 79 por ciento de las personas entre 18 y 22 años consideraban que estaban solas. En este grupo, quienes más usaban las redes sociales mostraron una mayor probabilidad de decir que se sentían solos, indicó Nemecek, “así que es muy importante aprovechar las redes sociales de manera adecuada para establecer y mantener conexiones significativas con otros”. Por ejemplo, dijo que puede ser más beneficioso tener una conversación por video que leer las noticias en las redes sociales o ver publicaciones de Twitter.
Quienes no tienen ningún contacto social ni ningún tipo de apoyo social pueden correr un mayor riesgo de caer en depresión, afirmó Lisa Cox, trabajadora social clínica con licencia y profesora de Trabajo Social y Gerontología en la Universidad Stockton. Sin embargo, señala que si esas personas aplican el autocuidado pueden estar bien. Pueden incluir prácticas como participar en grupos de apoyo en línea, yoga y estiramientos, llevar un diario de gratitud, practicar atención plena y sumergirse en actividades creativas como dibujar y escuchar música.
Cox reconoció que puede ser difícil reunir la energía necesaria para intentar algo nuevo cuando te sientes solo, pero afirmó que vale la pena intentarlo. Pinker dijo que, si no podemos estar con alguien, tener una conversación por video es la segunda mejor opción, y también podemos intentar cualquier actividad que imite la reciprocidad de las interacciones reales o compartir la experiencia de todos “ponerle atención a la misma actividad al mismo tiempo”.“Debido a la COVID-19, esta situación afecta a muchas más personas. Hemos establecido el distanciamiento social. No podemos interactuar ni con amigos ni con vecinos. No podemos visitar a nuestros padres ancianos que se encuentran en asilos”, comentó. “Todos estos factores pueden afectar cómo nos sentimos por la conexión social y la soledad”.
El estudio de Cigna descubrió que el 79 por ciento de las personas entre 18 y 22 años consideraban que estaban solas. En este grupo, quienes más usaban las redes sociales mostraron una mayor probabilidad de decir que se sentían solos, indicó Nemecek, “así que es muy importante aprovechar las redes sociales de manera adecuada para establecer y mantener conexiones significativas con otros”. Por ejemplo, dijo que puede ser más beneficioso tener una conversación por video que leer las noticias en las redes sociales o ver publicaciones de Twitter.
Quienes no tienen ningún contacto social ni ningún tipo de apoyo social pueden correr un mayor riesgo de caer en depresión, afirmó Lisa Cox, trabajadora social clínica con licencia y profesora de Trabajo Social y Gerontología en la Universidad Stockton. Sin embargo, señala que si esas personas aplican el autocuidado pueden estar bien. Pueden incluir prácticas como participar en grupos de apoyo en línea, yoga y estiramientos, llevar un diario de gratitud, practicar atención plena y sumergirse en actividades creativas como dibujar y escuchar música.
Cox reconoció que puede ser difícil reunir la energía necesaria para intentar algo nuevo cuando te sientes solo, pero afirmó que vale la pena intentarlo. Pinker dijo que, si no podemos estar con alguien, tener una conversación por video es la segunda mejor opción, y también podemos intentar cualquier actividad que imite la reciprocidad de las interacciones reales o compartir la experiencia de todos “ponerle atención a la misma actividad al mismo tiempo”.
Es una época ideal para tomar el teléfono y hablar con amigos y familiares con quienes no hemos tenido contacto desde hace tiempo, señaló. Tan solo salir y caminar alrededor de la cuadra puede ayudarnos a reproducir la rutina de nuestro día, como cuando íbamos al trabajo o a una cafetería, pues crea oportunidades para “ver a las personas de manera casual”, dijo Pinker. Además, tanto Pinker como Cox concuerdan en que aplicaciones como Houseparty, que nos permite participar virtualmente en actividades como juegos con amigos, o Netflix Party, donde podemos ver películas con amigos que no están con nosotros, pueden ser un buen medio para tener conexión social.
Este periodo resulta ser especialmente difícil para los adultos mayores. Un informe realizado en 2020 por las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos reveló que casi la mitad de los adultos de 60 años y mayores dicen sentirse solos. Lisa Marsh Ryerson, presidenta de la Fundación AARP, cita hallazgos que muestran que más de 42 millones de estadounidenses, equivalentes a un tercio de la población mayor de 45 años, se sentían solos antes del brote de coronavirus y afirma que esas cifras van en aumento en la situación actual. En su opinión, los adultos mayores deberían hacer un “inventario de amigos”, una lista que contenga, para empezar, a su círculo de amigos más cercanos y a sus vecinos, y que la vayan ampliando con antiguos compañeros de trabajo y escuela. “Nos cuesta trabajo dar el primer paso, pero es importante buscar a las personas”, dijo.
Así mismo, recomendó que los demás llamemos cada día por lo menos a un adulto mayor que pueda estar en riesgo de sentirse solo para preguntar cómo está y escuchar su respuesta. Otra forma de ayudar podría ser ofrecernos a explicarles cómo organizar conversaciones virtuales con sus amigos y familiares.
Ofori-Mensa ha comenzado a obligarse a lidiar con sus sentimientos de soledad durante este tiempo difícil, para lo cual intenta conectarse más con su entorno. Ha comenzado a escuchar las grabaciones de música clásica y jazz con piano que pone el vecino del piso de abajo por las noches. Otro vecino ha estado cocinando con ajo más seguido. “Me gusta detenerme en el pasillo y respirar profundo cada vez que salgo a caminar”.
Las caminatas diarias le permiten compartir espacio con otras personas, aunque sea a la distancia. “Ya que no puedo tocar a nadie, me he hecho más consciente de los detalles sensoriales que me recuerdan que no estoy sola”.
Image Afia Ofori-Mensa está aprendiendo a lidiar con los sentimientos de soledad causados por vivir sola durante el confinamiento por el coronavirus. Credit...Afia Ofori-Mensa
Julianne Holt-Lunstad, profesora de Psicología y Neurociencia en la Universidad Brigham Young, quien se especializa en el estudio de la soledad, explicó que la conexión social es una necesidad biológica para el ser humano. “Somos seres sociales y nuestros cuerpos responden cuando no tenemos proximidad con otros”, aseveró. Así que la nueva normalidad provocada por la COVID-19 “es una situación difícil, pues necesitamos mantener la conexión social aunque estemos separados físicamente”, abundó.
Holt-Lunstad descubrió que la soledad puede tener consecuencias muy graves. Uno de sus estudios reveló que la falta de cualquier tipo de conexión social constituye un factor de riesgo de mortalidad, comparable a fumar hasta quince cigarrillos al día. Otro estudio mostró que la soledad aumenta en un 26 por ciento el riesgo de muerte a edad más temprana. También observó que el riesgo de muerte debido al aislamiento social, la soledad y el hecho de vivir por nuestra cuenta supera al asociado con la obesidad, la actividad física y la contaminación del aire.
Susan Pinker, psicóloga y autora del libro The Village Effect, describe la soledad como un sentimiento subjetivo de encontrarte solo contra tu voluntad. Explicó que podemos no estar con nadie y no sentirnos solos y, de igual forma, podemos sentirnos solos aunque estemos rodeados de personas. La soledad nos hace “sentirnos excluidos y sufrir angustia existencial”, subrayó.
La situación es de especial gravedad porque muchos estadounidenses ya se sentían solos antes de la pandemia del coronavirus.
Según una encuesta realizada en enero de 2020 por Cigna a 10.000 estadounidenses mayores de 18 años, el 61 por ciento de los adultos (tres de cada cinco) dijeron sentirse solos. Esa cifra aumentó siete puntos porcentuales con respecto a la registrada en 2018. Ahora que los estadounidenses están en aislamiento físico más estricto debido a las órdenes de quedarse en casa por el coronavirus, la sensación de soledad se ha enfatizado, indicó Doug Nemecek, director médico de Cigna especializado en salud conductual. El estudio de Cigna indica que los factores principales relacionados con la soledad son la falta de apoyo social y un número muy reducido de interacciones sociales significativas; también reveló que quienes trabajan desde casa se sienten más solos que quienes trabajan en una oficina.
“Debido a la COVID-19, esta situación afecta a muchas más personas. Hemos establecido el distanciamiento social. No podemos interactuar ni con amigos ni con vecinos. No podemos visitar a nuestros padres ancianos que se encuentran en asilos”, comentó. “Todos estos factores pueden afectar cómo nos sentimos por la conexión social y la soledad”.
El estudio de Cigna descubrió que el 79 por ciento de las personas entre 18 y 22 años consideraban que estaban solas. En este grupo, quienes más usaban las redes sociales mostraron una mayor probabilidad de decir que se sentían solos, indicó Nemecek, “así que es muy importante aprovechar las redes sociales de manera adecuada para establecer y mantener conexiones significativas con otros”. Por ejemplo, dijo que puede ser más beneficioso tener una conversación por video que leer las noticias en las redes sociales o ver publicaciones de Twitter.
Quienes no tienen ningún contacto social ni ningún tipo de apoyo social pueden correr un mayor riesgo de caer en depresión, afirmó Lisa Cox, trabajadora social clínica con licencia y profesora de Trabajo Social y Gerontología en la Universidad Stockton. Sin embargo, señala que si esas personas aplican el autocuidado pueden estar bien. Pueden incluir prácticas como participar en grupos de apoyo en línea, yoga y estiramientos, llevar un diario de gratitud, practicar atención plena y sumergirse en actividades creativas como dibujar y escuchar música.
Cox reconoció que puede ser difícil reunir la energía necesaria para intentar algo nuevo cuando te sientes solo, pero afirmó que vale la pena intentarlo. Pinker dijo que, si no podemos estar con alguien, tener una conversación por video es la segunda mejor opción, y también podemos intentar cualquier actividad que imite la reciprocidad de las interacciones reales o compartir la experiencia de todos “ponerle atención a la misma actividad al mismo tiempo”.“Debido a la COVID-19, esta situación afecta a muchas más personas. Hemos establecido el distanciamiento social. No podemos interactuar ni con amigos ni con vecinos. No podemos visitar a nuestros padres ancianos que se encuentran en asilos”, comentó. “Todos estos factores pueden afectar cómo nos sentimos por la conexión social y la soledad”.
El estudio de Cigna descubrió que el 79 por ciento de las personas entre 18 y 22 años consideraban que estaban solas. En este grupo, quienes más usaban las redes sociales mostraron una mayor probabilidad de decir que se sentían solos, indicó Nemecek, “así que es muy importante aprovechar las redes sociales de manera adecuada para establecer y mantener conexiones significativas con otros”. Por ejemplo, dijo que puede ser más beneficioso tener una conversación por video que leer las noticias en las redes sociales o ver publicaciones de Twitter.
Quienes no tienen ningún contacto social ni ningún tipo de apoyo social pueden correr un mayor riesgo de caer en depresión, afirmó Lisa Cox, trabajadora social clínica con licencia y profesora de Trabajo Social y Gerontología en la Universidad Stockton. Sin embargo, señala que si esas personas aplican el autocuidado pueden estar bien. Pueden incluir prácticas como participar en grupos de apoyo en línea, yoga y estiramientos, llevar un diario de gratitud, practicar atención plena y sumergirse en actividades creativas como dibujar y escuchar música.
Cox reconoció que puede ser difícil reunir la energía necesaria para intentar algo nuevo cuando te sientes solo, pero afirmó que vale la pena intentarlo. Pinker dijo que, si no podemos estar con alguien, tener una conversación por video es la segunda mejor opción, y también podemos intentar cualquier actividad que imite la reciprocidad de las interacciones reales o compartir la experiencia de todos “ponerle atención a la misma actividad al mismo tiempo”.
Es una época ideal para tomar el teléfono y hablar con amigos y familiares con quienes no hemos tenido contacto desde hace tiempo, señaló. Tan solo salir y caminar alrededor de la cuadra puede ayudarnos a reproducir la rutina de nuestro día, como cuando íbamos al trabajo o a una cafetería, pues crea oportunidades para “ver a las personas de manera casual”, dijo Pinker. Además, tanto Pinker como Cox concuerdan en que aplicaciones como Houseparty, que nos permite participar virtualmente en actividades como juegos con amigos, o Netflix Party, donde podemos ver películas con amigos que no están con nosotros, pueden ser un buen medio para tener conexión social.
Este periodo resulta ser especialmente difícil para los adultos mayores. Un informe realizado en 2020 por las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos reveló que casi la mitad de los adultos de 60 años y mayores dicen sentirse solos. Lisa Marsh Ryerson, presidenta de la Fundación AARP, cita hallazgos que muestran que más de 42 millones de estadounidenses, equivalentes a un tercio de la población mayor de 45 años, se sentían solos antes del brote de coronavirus y afirma que esas cifras van en aumento en la situación actual. En su opinión, los adultos mayores deberían hacer un “inventario de amigos”, una lista que contenga, para empezar, a su círculo de amigos más cercanos y a sus vecinos, y que la vayan ampliando con antiguos compañeros de trabajo y escuela. “Nos cuesta trabajo dar el primer paso, pero es importante buscar a las personas”, dijo.
Así mismo, recomendó que los demás llamemos cada día por lo menos a un adulto mayor que pueda estar en riesgo de sentirse solo para preguntar cómo está y escuchar su respuesta. Otra forma de ayudar podría ser ofrecernos a explicarles cómo organizar conversaciones virtuales con sus amigos y familiares.
Ofori-Mensa ha comenzado a obligarse a lidiar con sus sentimientos de soledad durante este tiempo difícil, para lo cual intenta conectarse más con su entorno. Ha comenzado a escuchar las grabaciones de música clásica y jazz con piano que pone el vecino del piso de abajo por las noches. Otro vecino ha estado cocinando con ajo más seguido. “Me gusta detenerme en el pasillo y respirar profundo cada vez que salgo a caminar”.
Las caminatas diarias le permiten compartir espacio con otras personas, aunque sea a la distancia. “Ya que no puedo tocar a nadie, me he hecho más consciente de los detalles sensoriales que me recuerdan que no estoy sola”.
Yma Súmac, la cantante peruana y "princesa inca" que conquistó el mundo gracias a su prodigioso rango de voz
Tenía una voz espectacular, fuera de serie. Llegaba más alto y más bajo que nadie. Podía sonar tan grave como la del cantante y poeta Leonard Cohen y tan aguda la de la soprano lírica Montserrat Caballé.
Pero no fue la única razón del enorme éxito internacional que tuvo en la década de 1950 Yma Súmac, definida por el crítico musical Miguel Molinari como la artista peruana más global que ha existido.
"Fue una adelantada a su tiempo, que combinó la música tradicional peruana con ritmos caribeños y de otras latitudes como nunca nadie lo había hecho antes", le dice a BBC Mundo Molinari, que participa esta semana en el HAY Festival de Arequipa.
Y pese a los altos y bajos que tuvo su carrera, su fama trascendió en el tiempo.
Prueba de ello es que su voz apareció en bandas sonoras de éxitos de Hollywood como "El gran Lebowski" de 1998 o en la campaña con la que Apple lanzó en 2020 su iPhone 12.
Este año se celebra su centenario.
El poder de los pájaros
Zoila Emperatriz Chávarry, su verdadero nombre, nació en 1922, probablemente en El Callao, la zona portuaria al norte de Lima, pero pasó la mayor parte de su infancia en la sierra de Cajamarca, y siempre contó que aprendió a cantar escuchando el trinar de sus pájaros y los sonidos de la naturaleza.
Una vez los describió como "sonidos muy exóticos, también muy aterradores, pero que inspiran mucha música".
Desde pequeña cantó y actuó en escenarios de Perú, sorprendiendo al público con su extraordinaria voz. Cuando tenía 20 años conoció al promotor Moisés Vivanco, quien de inmediato se percató de sus dotes y decidió convertirla en el centro de un espectáculo con el que recorrieron el país.
Acabarían casándose e iniciando una excepcional pareja artística que dio como resultado un hijo y una de las aventuras más prodigiosas de la historia de la música peruana.
En 1946, conscientes de que al talento de Zoila se le quedaba pequeño el mercado local, se marcharon a Estados Unidos, donde Vivanco no dudó en promocionarla como una legendaria princesa descendiente de Atahualpa, el último emperador inca. Cosa que no era.
Yma Súmac y Moisés Vivanco FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES
La pareja de Yma Súmac y Moisés Vivanco fue una de las más fértiles de la música peruana.
Ya con el nombre de Yma Súmac, que significa la más bella en lengua quechua, paseaba su porte altivo y pasional por escenarios en los que deleitaba a los estadounidenses con melodías andinas que nunca habían oído, combinadas con toques que les resultaban más familiares, como los del jazz o el mambo.
"Choledad emprendedora"
En una época en la que en Hollywood triunfaban dramas históricos como "Quo Vadis", "Ben-Hur" o "Los diez mandamientos", la apuesta daría resultado gracias a la exótica belleza y, sobre todo, la prodigiosa voz de ella.
"Un cantante de ópera actual puede llegar a las dos octavas o dos octavas y media, mientras que Yma Sumac alcanzaba cuatro o cinco. Tenía un rango de extensión vocal que le permitía hacer cosas excepcionales", explica Molinari.
Su marido lo sabía. "El triunfo de Yma se debió a su voz, pero también a las habilidades musicales y escenográficas de Vivanco, quien fue capaz de montar espectáculos multitudinarios, cargados de fantasía, que rememoraban la grandeza del imperio incaico", escribió la historiadora peruana Carmen McEvoy, que ha estudiado la vida de la pareja.
Para McEvoy, Yma y Moisés fueron un ejemplo de esos cholos, como se conoce en Perú a los campesinos, que a mediados del siglo pasado emigraron del campo hacia Lima.
Pero en su caso llevaron el proyecto hasta su triunfo mundial, erigiéndose a ojos de la experta en "la vanguardia de una choledad emprendedora que, sin apoyo del Estado, representó al Perú por el mundo entero".
En 1950, lanzó su primer álbum, "Voz de Xtabay", que disparó su ascenso al estrellato internacional, convirtiéndose en un éxito a pesar de la escasa promoción comercial recibida.
Súmac acabó cantando sus temas en los casinos de Las Vegas y en salas tan destacadas como el Carnegie Hall de Manhattan o el Hollywood Bowl.
Paso por el cine
Ya convertida en un fenómeno musical, hizo algunas incursiones cinematográficas.
En 1954 rodó "El secreto de los incas", en la que cantaba casi tanto como actuaba.
La película explotaba de nuevo el tópico del esplendor pasado de los incas, perseguido en ella por un joven Charlton Heston que aún no había hecho sus papeles icónicos y encarnaba aquí a un aventurero cazatesoros en el que algunos han visto a un precursor del futuro Indiana Jones.
Cartel promocional de la película "El secreto de los incas", en la que participó Yma Súmac. FUENTE DE LA IMAGEN,LMPC / GETTY
Cartel promocional de la película "El secreto de los incas", en la que participó Yma Súmac.
Más tarde, Súmac participaría en el film "Omar Kayyam" y en la mexicana "Música de siempre", entre otras producciones cinematográficas y televisivas.
Pero, como recuerda Ricardo Bedoya, historiador del cine de la Pontificia Universidad Católica del Perú, "sus papeles cinematográficos fueron resultado de su éxito como cantante y de la imagen de exótica princesa inca que supo construir Moisés Vivanco".
Paseo de la Fama
Paradójicamente, cuanto mayor era su fama lejos de Perú, mayor eran la incomprensión y el rechazo de parte de su país, donde los puristas la acusaban de contaminar las esencias del folklore indígena peruano al mezclarlo con tradiciones musicales extranjeras.
Quizá el más destacado de los críticos fue Jose María Arguedas, considerado uno de los más relevantes escritores peruanos del siglo XX. "Lo que hace Yma Súmac, por supuesto, no es estilización de la música india: es deformación pura", llegó a escribir Arguedas, que al parecer la despreciaba porque no hablaba quechua.
Yma Súmac. FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES
Yma Súmac se presentaba en Estados Unidos como una princesa inca.
Pero éxitos como su "Malambo No 1", tema en el que combinaba letras en español e inglés y los ritmos afrocubanos y trompetas típicos del mambo con los agudos que solo Yma podía reproducir, dejaban bien claro que era precisamente su capacidad única para mezclar lo que enamoraba al público.
Fue esa la receta que la convirtió en la primera y hasta ahora única peruana en tener una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.
Separación
El estrellato de Súmac comenzó a declinar a finales de la década de 1950 con la llegada del rock and roll y el cambio de los gustos de la audiencia.
Súmac se orientó entonces hacia Europa, donde realizó varias giras, entre ellas una por la URSS, tan exitosa que se prorrogó hasta los seis meses, mucho más de lo inicialmente previsto.
En 1965, después un primer divorcio tras el que volvieron a casarse, Súmac y Vivanco se divorciaron definitivamente.
En un documental sobre ella emitido por la televisión peruana, la secretaria de Vivanco afirmó haber tenido dos hijos con él, echándole más leña a su fama de mujeriego.
Terminaba así una de las sociedades más fértiles y originales de la historia de la música peruana.
Yma Súmac nunca se volvió a casar. Según Molinari, que la trató durante su último viaje a Perú, "era una mujer con mucho sentido del humor y muy cálida, pero también con una personalidad muy fuerte y una mentalidad muy estricta que aprendió en la sierra".
Icono LGTB
Ya sin Vivanco, Yma Súmac grabó en 1971 el álbum "Miracles" (Milagros, en español), un intento del compositor estadounidense Les Baxter reimpulsar su carrera en la nueva era dominada por "The Beatles" y las guitarras eléctricas.
Su imagen de diva empoderada contribuyó a convertirla en un icono para el movimiento gay estadounidense.
Para entonces ya pocos creían que Yma Súmac fuera realmente una princesa inca y el álbum pasó sin pena ni gloria cuando se lanzó.
Pero "Miracles" ganó con el tiempo y acabó convirtiéndose en un disco de culto, todavía hoy apreciado por un público minoritario.
Y es que la voz única de Yma Súmac y su capacidad camaleónica iban a permitir aún nuevas lecturas de su arte.
Molinari cuenta que "a finales de los 1970 y comienzos de los 1980, el mundo de las 'drag queen' en Estados Unidos la tomó como ícono por su poder de fascinación y por la figura disruptiva que representó su imagen de mujer empoderada vestida con esos seductores trajes regionales del Perú".
A partir de 1980 se produce lo que Ramiro Bedoya llama "el reciclaje posmoderno de la voz de Yma Súmac" y su música empieza a aparecer en la banda sonora de varias películas, lo que alumbró "una revalorización de su presencia en el cine internacional".
En Perú, el reconocimiento oficial tardaría aún unos años en llegar. Fue recién en 2006, durante un viaje promovido por Molinari, que el gobierno la condecoró con la Orden del Sol, una de las más altas distinciones civiles del país.
Tras aterrizar en el aeropuerto de Lima, la ya anciana diva declaró: "Estoy tan dichosa que he llorado un poco en el avión".
Yma Súmac saluda al público que la ovaciona en su última visita a Perú. FUENTE DE LA IMAGEN,CORTESÍA DE MIGUEL MOLINARI En 2008, Yma Súmac regresó por fin a Perú y recibió el homenaje del público.
Murió en 2008.
Aquel viaje postrero fue el principio de una revalorización de su figura en su propio país que para muchos es aún insuficiente.
El periodista Jaime Bedoya escribió en el diario El Comercio que si Yma Súmac hubiera sido mexicana "tendría un parque en su honor en el DF y su imagen sería tan mundialmente popular como Frida Kahlo", pero le tocó ser peruana "y eso explica que al cumplirse los cien años de su nacimiento (...) oficialmente al país no le importe".
Para conmemorar el centenario de Yma Súmac, la historiadora Carmen McEvoy, el periodista Miguel Molinari y la soprano Sylvia Falcón conversarán en el HAY Festival de Arequipa con el editor de proyectos especiales del diario El Comercio, Jaime Bedoya, sobre su extraordinaria vida y talento. Falcón realizará además un homenaje cantado.
Pero no fue la única razón del enorme éxito internacional que tuvo en la década de 1950 Yma Súmac, definida por el crítico musical Miguel Molinari como la artista peruana más global que ha existido.
"Fue una adelantada a su tiempo, que combinó la música tradicional peruana con ritmos caribeños y de otras latitudes como nunca nadie lo había hecho antes", le dice a BBC Mundo Molinari, que participa esta semana en el HAY Festival de Arequipa.
Y pese a los altos y bajos que tuvo su carrera, su fama trascendió en el tiempo.
Prueba de ello es que su voz apareció en bandas sonoras de éxitos de Hollywood como "El gran Lebowski" de 1998 o en la campaña con la que Apple lanzó en 2020 su iPhone 12.
Este año se celebra su centenario.
El poder de los pájaros
Zoila Emperatriz Chávarry, su verdadero nombre, nació en 1922, probablemente en El Callao, la zona portuaria al norte de Lima, pero pasó la mayor parte de su infancia en la sierra de Cajamarca, y siempre contó que aprendió a cantar escuchando el trinar de sus pájaros y los sonidos de la naturaleza.
Una vez los describió como "sonidos muy exóticos, también muy aterradores, pero que inspiran mucha música".
Desde pequeña cantó y actuó en escenarios de Perú, sorprendiendo al público con su extraordinaria voz. Cuando tenía 20 años conoció al promotor Moisés Vivanco, quien de inmediato se percató de sus dotes y decidió convertirla en el centro de un espectáculo con el que recorrieron el país.
Acabarían casándose e iniciando una excepcional pareja artística que dio como resultado un hijo y una de las aventuras más prodigiosas de la historia de la música peruana.
En 1946, conscientes de que al talento de Zoila se le quedaba pequeño el mercado local, se marcharon a Estados Unidos, donde Vivanco no dudó en promocionarla como una legendaria princesa descendiente de Atahualpa, el último emperador inca. Cosa que no era.
Yma Súmac y Moisés Vivanco FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES
La pareja de Yma Súmac y Moisés Vivanco fue una de las más fértiles de la música peruana.
Ya con el nombre de Yma Súmac, que significa la más bella en lengua quechua, paseaba su porte altivo y pasional por escenarios en los que deleitaba a los estadounidenses con melodías andinas que nunca habían oído, combinadas con toques que les resultaban más familiares, como los del jazz o el mambo.
"Choledad emprendedora"
En una época en la que en Hollywood triunfaban dramas históricos como "Quo Vadis", "Ben-Hur" o "Los diez mandamientos", la apuesta daría resultado gracias a la exótica belleza y, sobre todo, la prodigiosa voz de ella.
"Un cantante de ópera actual puede llegar a las dos octavas o dos octavas y media, mientras que Yma Sumac alcanzaba cuatro o cinco. Tenía un rango de extensión vocal que le permitía hacer cosas excepcionales", explica Molinari.
Su marido lo sabía. "El triunfo de Yma se debió a su voz, pero también a las habilidades musicales y escenográficas de Vivanco, quien fue capaz de montar espectáculos multitudinarios, cargados de fantasía, que rememoraban la grandeza del imperio incaico", escribió la historiadora peruana Carmen McEvoy, que ha estudiado la vida de la pareja.
Para McEvoy, Yma y Moisés fueron un ejemplo de esos cholos, como se conoce en Perú a los campesinos, que a mediados del siglo pasado emigraron del campo hacia Lima.
Pero en su caso llevaron el proyecto hasta su triunfo mundial, erigiéndose a ojos de la experta en "la vanguardia de una choledad emprendedora que, sin apoyo del Estado, representó al Perú por el mundo entero".
En 1950, lanzó su primer álbum, "Voz de Xtabay", que disparó su ascenso al estrellato internacional, convirtiéndose en un éxito a pesar de la escasa promoción comercial recibida.
Súmac acabó cantando sus temas en los casinos de Las Vegas y en salas tan destacadas como el Carnegie Hall de Manhattan o el Hollywood Bowl.
Paso por el cine
Ya convertida en un fenómeno musical, hizo algunas incursiones cinematográficas.
En 1954 rodó "El secreto de los incas", en la que cantaba casi tanto como actuaba.
La película explotaba de nuevo el tópico del esplendor pasado de los incas, perseguido en ella por un joven Charlton Heston que aún no había hecho sus papeles icónicos y encarnaba aquí a un aventurero cazatesoros en el que algunos han visto a un precursor del futuro Indiana Jones.
Cartel promocional de la película "El secreto de los incas", en la que participó Yma Súmac. FUENTE DE LA IMAGEN,LMPC / GETTY
Cartel promocional de la película "El secreto de los incas", en la que participó Yma Súmac.
Más tarde, Súmac participaría en el film "Omar Kayyam" y en la mexicana "Música de siempre", entre otras producciones cinematográficas y televisivas.
Pero, como recuerda Ricardo Bedoya, historiador del cine de la Pontificia Universidad Católica del Perú, "sus papeles cinematográficos fueron resultado de su éxito como cantante y de la imagen de exótica princesa inca que supo construir Moisés Vivanco".
Paseo de la Fama
Paradójicamente, cuanto mayor era su fama lejos de Perú, mayor eran la incomprensión y el rechazo de parte de su país, donde los puristas la acusaban de contaminar las esencias del folklore indígena peruano al mezclarlo con tradiciones musicales extranjeras.
Quizá el más destacado de los críticos fue Jose María Arguedas, considerado uno de los más relevantes escritores peruanos del siglo XX. "Lo que hace Yma Súmac, por supuesto, no es estilización de la música india: es deformación pura", llegó a escribir Arguedas, que al parecer la despreciaba porque no hablaba quechua.
Yma Súmac. FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES
Yma Súmac se presentaba en Estados Unidos como una princesa inca.
Pero éxitos como su "Malambo No 1", tema en el que combinaba letras en español e inglés y los ritmos afrocubanos y trompetas típicos del mambo con los agudos que solo Yma podía reproducir, dejaban bien claro que era precisamente su capacidad única para mezclar lo que enamoraba al público.
Fue esa la receta que la convirtió en la primera y hasta ahora única peruana en tener una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.
Separación
El estrellato de Súmac comenzó a declinar a finales de la década de 1950 con la llegada del rock and roll y el cambio de los gustos de la audiencia.
Súmac se orientó entonces hacia Europa, donde realizó varias giras, entre ellas una por la URSS, tan exitosa que se prorrogó hasta los seis meses, mucho más de lo inicialmente previsto.
En 1965, después un primer divorcio tras el que volvieron a casarse, Súmac y Vivanco se divorciaron definitivamente.
En un documental sobre ella emitido por la televisión peruana, la secretaria de Vivanco afirmó haber tenido dos hijos con él, echándole más leña a su fama de mujeriego.
Terminaba así una de las sociedades más fértiles y originales de la historia de la música peruana.
Yma Súmac nunca se volvió a casar. Según Molinari, que la trató durante su último viaje a Perú, "era una mujer con mucho sentido del humor y muy cálida, pero también con una personalidad muy fuerte y una mentalidad muy estricta que aprendió en la sierra".
Icono LGTB
Ya sin Vivanco, Yma Súmac grabó en 1971 el álbum "Miracles" (Milagros, en español), un intento del compositor estadounidense Les Baxter reimpulsar su carrera en la nueva era dominada por "The Beatles" y las guitarras eléctricas.
Su imagen de diva empoderada contribuyó a convertirla en un icono para el movimiento gay estadounidense.
Para entonces ya pocos creían que Yma Súmac fuera realmente una princesa inca y el álbum pasó sin pena ni gloria cuando se lanzó.
Pero "Miracles" ganó con el tiempo y acabó convirtiéndose en un disco de culto, todavía hoy apreciado por un público minoritario.
Y es que la voz única de Yma Súmac y su capacidad camaleónica iban a permitir aún nuevas lecturas de su arte.
Molinari cuenta que "a finales de los 1970 y comienzos de los 1980, el mundo de las 'drag queen' en Estados Unidos la tomó como ícono por su poder de fascinación y por la figura disruptiva que representó su imagen de mujer empoderada vestida con esos seductores trajes regionales del Perú".
A partir de 1980 se produce lo que Ramiro Bedoya llama "el reciclaje posmoderno de la voz de Yma Súmac" y su música empieza a aparecer en la banda sonora de varias películas, lo que alumbró "una revalorización de su presencia en el cine internacional".
En Perú, el reconocimiento oficial tardaría aún unos años en llegar. Fue recién en 2006, durante un viaje promovido por Molinari, que el gobierno la condecoró con la Orden del Sol, una de las más altas distinciones civiles del país.
Tras aterrizar en el aeropuerto de Lima, la ya anciana diva declaró: "Estoy tan dichosa que he llorado un poco en el avión".
Yma Súmac saluda al público que la ovaciona en su última visita a Perú. FUENTE DE LA IMAGEN,CORTESÍA DE MIGUEL MOLINARI En 2008, Yma Súmac regresó por fin a Perú y recibió el homenaje del público.
Murió en 2008.
Aquel viaje postrero fue el principio de una revalorización de su figura en su propio país que para muchos es aún insuficiente.
El periodista Jaime Bedoya escribió en el diario El Comercio que si Yma Súmac hubiera sido mexicana "tendría un parque en su honor en el DF y su imagen sería tan mundialmente popular como Frida Kahlo", pero le tocó ser peruana "y eso explica que al cumplirse los cien años de su nacimiento (...) oficialmente al país no le importe".
Para conmemorar el centenario de Yma Súmac, la historiadora Carmen McEvoy, el periodista Miguel Molinari y la soprano Sylvia Falcón conversarán en el HAY Festival de Arequipa con el editor de proyectos especiales del diario El Comercio, Jaime Bedoya, sobre su extraordinaria vida y talento. Falcón realizará además un homenaje cantado.
domingo, 25 de diciembre de 2022
La historia de las 14 mujeres que fueron liberadas de una clínica psiquiátrica en Alemania (y cómo se convirtió en una premiada novela en Perú)
Noviembre de 1984. Un grupo de 14 mujeres se encuentran en la estación de trenes de la ciudad alemana de Stuttgart a punto de tomar diversos trenes a sus respectivos hogares. Lejos de ser una estampa casual, se trata de un insólito acto de liberación. La liberación de las hasta hace unas horas pacientes de un prestigioso centro psiquiátrico.
Anne Kahl, una alemana nacida en 1942 en la ciudad bávara de Berchtesgaden y secretaria de la clínica, es la encargada de embarcar a estas mujeres hacia sus hogares, donde continuarán con su tratamiento lejos de una alienante reclusión en las instalaciones del excéntrico y brillante doctor Curtius Tauler. Si bien los nombres son todos ficticios y los expedientes médicos inventados, la trama central es real.
Así se lo contó la propia Anne Kahl a la escritora peruana Teresa Ruiz Rosas, quien años después decidió contar esta increíble historia en su novela "Estación Delirio", con la que ganó el Premio Nacional de Literatura de Perú 2020.
La escritora, nacida en Arequipa en 1956, reside desde hace más de dos décadas en la ciudad alemana de Colonia, aunque su intención es trasladarse en breve a Barcelona.
Hija del poeta José Ruiz Rosas, la autora entrelaza en su premiada novela la salud mental con el feminismo, el arte y la literatura.
BBC Mundo habló con ella en el marco del Hay Festival Arequipa que se realiza entre el 3 y el 6 de noviembre en esa ciudad peruana.
"Estación Delirio" gira en torno a Anne Kahl, una mujer que trabajaba en una famosa clínica alemana, a principios de los años 80, y tuvo la tarea de liberar a 14 pacientes. ¿Cuánto hay de realidad en esta historia?
Hay mucho de realidad. La Anne Kahl de carne y hueso era una amiga mía, bastante mayor que yo, que conocí en los últimos años de colegio en Arequipa. Al igual que en el libro, estaba allí porque su marido era cooperante. Nos hicimos amigas por el idioma. Yo hablaba alemán porque me había educado en un colegio peruano alemán.
Teníamos una gran amistad muy bonita.
En un momento dado, me escribió y me contó de este trabajo en la clínica psiquiátrica y después lo del alta de las pacientes.
Teresa Ruiz Rosas con su amiga alemana que en el libro se llama Anne Kahl FUENTE DE LA IMAGEN, CORTESÍA DE TERESA RUIZ ROSAS
Teresa Ruiz Rosas conoció a su amiga alemana Anne en Arequipa y mantuvieron el contacto por carta durante años. Se volvieron a ver en Stuttgart en 1977. Todo eso es cierto, lo que es inventado son las las historias de cada una de las 14 pacientes liberadas, porque no tuve acceso a las historias clínicas, ni ella me lo contó por una cuestión de secreto profesional.
Además, ella ya murió hace muchos años. Lo que yo hice fue refrescar la memoria para escribir sobre eso.
También es cierto que el psiquiatra les dio un sedante a las pacientes para que pudieran llegar hasta sus casas. Las había preparado para que después pudieran estar ya sin él.
El psiquiatra era un hombre que se podía haber retirado ocho años atrás, pero que siguió al frente de la clínica. En un momento dado, cuando quiso retirarse, no se le ocurrió una manera mejor que cerrar la clínica y enviarlas a sus casas.
Mientras escribía la novela, pude localizar al médico asistente principal. Ya era nonagenario, pero me recibió. Se alegró mucho de que escribiera sobre eso.
Él fue el que me dijo que fueron 14 las mujeres liberadas. Yo no sabía el número exacto.
El director de la clínica es un psiquiatra alemán famoso por su aplicación de electrodos en sus terapias... Eso era lo más interesante.
De hecho, mi amiga me contó cómo estas pacientes sentían una adoración por este psiquiatra, cómo volvían y cómo querían esa terapia. Lo sentían como su redentor.
Por lo visto tiene un efecto, cuando está bien dosificada, muy positivo, que tendrá secuelas después, seguramente, pero les hacía bien.
Un par de años antes de publicar la novela, se la di a leer a una amiga mía que dirige una clínica psiquiátrica importante en Estados Unidos y ella me dijo también un par de cosas que luego modifiqué.
Me explicó que es una terapia que actualmente se utiliza también con mucha cautela, pero que los estados más severos de depresión solamente se curan con esta terapia, que no tienen otra forma.
Si de verdad quieren evitar que una persona acabe con su vida, se aplica esta terapia y en muchos casos funciona.
El problema, como en muchas cosas, es el abuso que se ha hecho y cómo se ha diagnosticado también a mucha gente que probablemente no la necesitaba y se le ha dado esa terapia de manera brutal. Hay ahí una historia de horror.
Dos enfermeras aplicando la terapia con electrodos a un paciente FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES
La terapia electroconvulsiva (TEC) o la terapia por electrochoque comenzó a usarse en los años 30.
¿Qué es lo que más te sorprendió de tu investigación sobre psiquiatría para escribir este libro?
Aparte de lo que ya conté sobre la aplicación de electrodos, aprendí mucho de la historia de la psiquiatría en general, de las etapas espantosas en las que se hacía de otra forma antes de los años 50, 60.
Y luego también ver cuánto abuso hay de las pastillas, un tema muy delicado y muy controvertido.
Me he enterado de casos tristes de adicciones a este tipo de medicamentos, que no van al fondo del problema que ha llevado a la persona a este estado. No viene a resolver su propia angustia, es sólo un paliativo. Por supuesto que hay factores genéticos, pero eso es ya otro tema.
Pero en los casos en que no es la genética el factor determinante siempre hay o casi siempre hay detrás una vivencia o muchas vivencias traumatizantes y esas no las borras con una pastilla.
En la novela recuerdas la frase del escritor Friedrich Glauser: "Nunca podremos trazar la frontera entre un enfermo mental y una persona normal". ¿Crees que es así?
Creo que tiene mucho de cierto. De hecho, Glauser estaba en un psiquiátrico y escribió allí novelas memorables. Recuerdo el dicho, que creo que se lo escuché a mi padre por primera vez, "de médico, poeta y loco, todos tenemos un poco".
Si pensamos en el presente, podemos pensar en todas las atrocidades que ocurren dentro de las cuatro paredes de millones de casas de las que nadie sabe nada. Personas que afuera aparentan estar muy bien.
Eso es salud mental. Lo que hacen los que maltratan, los que violan, los que se aprovechan y andan sueltos por ahí y tienen hasta trabajo ¿están bien de la cabeza? No creo.
En privado es muy difícil saber lo que pasa. Uno se va enterando poco a poco. Sólo se sabe lo que pasa en público.
Si un pobre infeliz ha ido desnudo por la calle llama la atención, si hace barbaridades dentro de su casa nadie se entera. Por eso es un tema tan delicado todo eso de definir o categorizar. Con todo el respeto por los psiquiátras.
Portada del libro "Estación delirio" FUENTE DE LA IMAGEN, CORTESÍA DE TERESA RUIZ ROSAS
La arequipeña Silvia Olazábal, amiga de la protagonista, es el álter ego de la escritora.
La historia de cada una de las 14 mujeres de la clínica refleja también lo que supone vivir en una realidad que oprime, cosifica y destruye a las mujeres. ¿Cómo seleccionaste esas historias?
El hecho de que la clínica fuera solo de mujeres ya me servía de inspiración para tocar el tema de las mujeres que, en general, han tenido en esa época menos posibilidades para desarrollarse con todo su potencial de ser humano.
La primera o segunda ola de feminismo importante recién estaba empezando a dar sus frutos en esa época. Todavía la mujer tenía que cumplir un papel subordinado.
Quería destacar esa dificultad o imposibilidad de la mujer de poder tener una vida completamente emancipada como la puede tener ahora si quiere.
Una mujer es detenida por la policía durante las manifestaciones en Francia de mayo de 1968 en París FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES
El Movimiento del Mayo Francés de 1968 sentó las bases para la explosión del feminismo en Francia, una lucha que tomaría forma en 1970 con el Movimiento de la Liberación de las Mujeres.
Tanto la alemana Anne como la peruana Silvia luchan contra patrones patriarcales, ¿qué diferencia ve entre las dos sociedades?
El caso de Alemania es una sociedad que vivió este feminismo surgido desde el mayo francés de 1968. Una de sus herencias es la revolución sexual y dentro de ella está el feminismo, que una mujer pudiese decidir sobre su cuerpo como le diese la gana.
Pero también Alemania tiene mucha migración. La gente que ha venido ha traído otras costumbres y dinámicas y la minoría más grande es la musulmana. La cultura musulmana ya sabemos cómo tiene a la mujer.
Además, en Alemania no sólo hay numerosos feminicidios a manos de alemanes, sino que tampoco podemos olvidar toda la cantidad de alemanes que se van a Tailandia a comprar sexo con adolescentes.
Y luego todo el tema que denuncio en mi novela anterior, "Nada que declarar: El libro de Diana". El tema de la legalización de la prostitución que al final lo que ha conseguido es que sea peor que la prostitución forzosa.
Vienen autobuses a sitios apartados a hacer turismo sexual. Si eso no es machista y no es antifeminista, que me expliquen por favor qué es.
Más allá de eso, la diferencia es que hay una clase media muy grande en Alemania con muchísimas mujeres muy avanzadas en este tema y lo llevan con absoluta naturalidad. Jamás se plantearían una subordinación o sumisión. Eso también es un hecho.
¿Y qué pasa en Perú? ¿En Arequipa?
Arequipa ha crecido mucho y eso trae cambios inevitables.
Si bien hay algunos aspectos, casi culturales, como el arreglo personal de la mujer para agradar al hombre, que siguen vivos, las mujeres han estudiado y tienen la independencia económica que es la clave. Dentro de sus propios núcleos familiares ya no permiten una serie de cosas.
Hay hombres que nunca han sido de corazón machistas. Han podido ser más o menos machistas culturales, pero nunca han tenido alma de machistas. Lo ven bien y no se sienten amenazados por el hecho de que la mujer tenga ahora los mismos derechos, las mismas posibilidades y que quiera ganar la misma cantidad de dinero por la misma prestación.
Retrato de Teresa Ruiz Rosas Cortesía de Teresa Ruiz Rosas
Creo que la clase media ya no permite el cliché del machismo latinoamericano de esa manera" Teresa Ruiz Rosas
Premio Nacional de Literatura de Perú 2020
Pero hay otros hombres, bastantes, que sí se sienten amenazados, que en el fondo tienen un complejo de inferioridad, porque en muchos casos no pueden valerse solos sin una mujer que les resuelva la vida, por ejemplo, o que esté detrás ayudándoles en lo que pueda o mil variantes más.
Ven que su poder ya no va a ser el mismo y que van a estar por debajo. Esos son los que están fehacientemente en contra y son violentos y muchas veces hasta matan. Creo que ésa es la clave.
Aunque el machismo está necesariamente retrocediendo por diferentes razones, pero lo triste es que todavía existen feminicidios, que todavía hay violencia machista en los hogares.
Este artículo es parte del Hay Festival Arequipa, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza del 3 al 6 de noviembre de 2022.Puedes leer toda nuestra cobertura del Hay Arequipa
haciendo clic aquí.
Anne Kahl, una alemana nacida en 1942 en la ciudad bávara de Berchtesgaden y secretaria de la clínica, es la encargada de embarcar a estas mujeres hacia sus hogares, donde continuarán con su tratamiento lejos de una alienante reclusión en las instalaciones del excéntrico y brillante doctor Curtius Tauler. Si bien los nombres son todos ficticios y los expedientes médicos inventados, la trama central es real.
Así se lo contó la propia Anne Kahl a la escritora peruana Teresa Ruiz Rosas, quien años después decidió contar esta increíble historia en su novela "Estación Delirio", con la que ganó el Premio Nacional de Literatura de Perú 2020.
La escritora, nacida en Arequipa en 1956, reside desde hace más de dos décadas en la ciudad alemana de Colonia, aunque su intención es trasladarse en breve a Barcelona.
Hija del poeta José Ruiz Rosas, la autora entrelaza en su premiada novela la salud mental con el feminismo, el arte y la literatura.
BBC Mundo habló con ella en el marco del Hay Festival Arequipa que se realiza entre el 3 y el 6 de noviembre en esa ciudad peruana.
"Estación Delirio" gira en torno a Anne Kahl, una mujer que trabajaba en una famosa clínica alemana, a principios de los años 80, y tuvo la tarea de liberar a 14 pacientes. ¿Cuánto hay de realidad en esta historia?
Hay mucho de realidad. La Anne Kahl de carne y hueso era una amiga mía, bastante mayor que yo, que conocí en los últimos años de colegio en Arequipa. Al igual que en el libro, estaba allí porque su marido era cooperante. Nos hicimos amigas por el idioma. Yo hablaba alemán porque me había educado en un colegio peruano alemán.
Teníamos una gran amistad muy bonita.
En un momento dado, me escribió y me contó de este trabajo en la clínica psiquiátrica y después lo del alta de las pacientes.
Teresa Ruiz Rosas con su amiga alemana que en el libro se llama Anne Kahl FUENTE DE LA IMAGEN, CORTESÍA DE TERESA RUIZ ROSAS
Teresa Ruiz Rosas conoció a su amiga alemana Anne en Arequipa y mantuvieron el contacto por carta durante años. Se volvieron a ver en Stuttgart en 1977. Todo eso es cierto, lo que es inventado son las las historias de cada una de las 14 pacientes liberadas, porque no tuve acceso a las historias clínicas, ni ella me lo contó por una cuestión de secreto profesional.
Además, ella ya murió hace muchos años. Lo que yo hice fue refrescar la memoria para escribir sobre eso.
También es cierto que el psiquiatra les dio un sedante a las pacientes para que pudieran llegar hasta sus casas. Las había preparado para que después pudieran estar ya sin él.
El psiquiatra era un hombre que se podía haber retirado ocho años atrás, pero que siguió al frente de la clínica. En un momento dado, cuando quiso retirarse, no se le ocurrió una manera mejor que cerrar la clínica y enviarlas a sus casas.
Mientras escribía la novela, pude localizar al médico asistente principal. Ya era nonagenario, pero me recibió. Se alegró mucho de que escribiera sobre eso.
Él fue el que me dijo que fueron 14 las mujeres liberadas. Yo no sabía el número exacto.
El director de la clínica es un psiquiatra alemán famoso por su aplicación de electrodos en sus terapias... Eso era lo más interesante.
De hecho, mi amiga me contó cómo estas pacientes sentían una adoración por este psiquiatra, cómo volvían y cómo querían esa terapia. Lo sentían como su redentor.
Por lo visto tiene un efecto, cuando está bien dosificada, muy positivo, que tendrá secuelas después, seguramente, pero les hacía bien.
Un par de años antes de publicar la novela, se la di a leer a una amiga mía que dirige una clínica psiquiátrica importante en Estados Unidos y ella me dijo también un par de cosas que luego modifiqué.
Me explicó que es una terapia que actualmente se utiliza también con mucha cautela, pero que los estados más severos de depresión solamente se curan con esta terapia, que no tienen otra forma.
Si de verdad quieren evitar que una persona acabe con su vida, se aplica esta terapia y en muchos casos funciona.
El problema, como en muchas cosas, es el abuso que se ha hecho y cómo se ha diagnosticado también a mucha gente que probablemente no la necesitaba y se le ha dado esa terapia de manera brutal. Hay ahí una historia de horror.
Dos enfermeras aplicando la terapia con electrodos a un paciente FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES
La terapia electroconvulsiva (TEC) o la terapia por electrochoque comenzó a usarse en los años 30.
¿Qué es lo que más te sorprendió de tu investigación sobre psiquiatría para escribir este libro?
Aparte de lo que ya conté sobre la aplicación de electrodos, aprendí mucho de la historia de la psiquiatría en general, de las etapas espantosas en las que se hacía de otra forma antes de los años 50, 60.
Y luego también ver cuánto abuso hay de las pastillas, un tema muy delicado y muy controvertido.
Me he enterado de casos tristes de adicciones a este tipo de medicamentos, que no van al fondo del problema que ha llevado a la persona a este estado. No viene a resolver su propia angustia, es sólo un paliativo. Por supuesto que hay factores genéticos, pero eso es ya otro tema.
Pero en los casos en que no es la genética el factor determinante siempre hay o casi siempre hay detrás una vivencia o muchas vivencias traumatizantes y esas no las borras con una pastilla.
En la novela recuerdas la frase del escritor Friedrich Glauser: "Nunca podremos trazar la frontera entre un enfermo mental y una persona normal". ¿Crees que es así?
Creo que tiene mucho de cierto. De hecho, Glauser estaba en un psiquiátrico y escribió allí novelas memorables. Recuerdo el dicho, que creo que se lo escuché a mi padre por primera vez, "de médico, poeta y loco, todos tenemos un poco".
Si pensamos en el presente, podemos pensar en todas las atrocidades que ocurren dentro de las cuatro paredes de millones de casas de las que nadie sabe nada. Personas que afuera aparentan estar muy bien.
Eso es salud mental. Lo que hacen los que maltratan, los que violan, los que se aprovechan y andan sueltos por ahí y tienen hasta trabajo ¿están bien de la cabeza? No creo.
En privado es muy difícil saber lo que pasa. Uno se va enterando poco a poco. Sólo se sabe lo que pasa en público.
Si un pobre infeliz ha ido desnudo por la calle llama la atención, si hace barbaridades dentro de su casa nadie se entera. Por eso es un tema tan delicado todo eso de definir o categorizar. Con todo el respeto por los psiquiátras.
Portada del libro "Estación delirio" FUENTE DE LA IMAGEN, CORTESÍA DE TERESA RUIZ ROSAS
La arequipeña Silvia Olazábal, amiga de la protagonista, es el álter ego de la escritora.
La historia de cada una de las 14 mujeres de la clínica refleja también lo que supone vivir en una realidad que oprime, cosifica y destruye a las mujeres. ¿Cómo seleccionaste esas historias?
El hecho de que la clínica fuera solo de mujeres ya me servía de inspiración para tocar el tema de las mujeres que, en general, han tenido en esa época menos posibilidades para desarrollarse con todo su potencial de ser humano.
La primera o segunda ola de feminismo importante recién estaba empezando a dar sus frutos en esa época. Todavía la mujer tenía que cumplir un papel subordinado.
Quería destacar esa dificultad o imposibilidad de la mujer de poder tener una vida completamente emancipada como la puede tener ahora si quiere.
Una mujer es detenida por la policía durante las manifestaciones en Francia de mayo de 1968 en París FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES
El Movimiento del Mayo Francés de 1968 sentó las bases para la explosión del feminismo en Francia, una lucha que tomaría forma en 1970 con el Movimiento de la Liberación de las Mujeres.
Tanto la alemana Anne como la peruana Silvia luchan contra patrones patriarcales, ¿qué diferencia ve entre las dos sociedades?
El caso de Alemania es una sociedad que vivió este feminismo surgido desde el mayo francés de 1968. Una de sus herencias es la revolución sexual y dentro de ella está el feminismo, que una mujer pudiese decidir sobre su cuerpo como le diese la gana.
Pero también Alemania tiene mucha migración. La gente que ha venido ha traído otras costumbres y dinámicas y la minoría más grande es la musulmana. La cultura musulmana ya sabemos cómo tiene a la mujer.
Además, en Alemania no sólo hay numerosos feminicidios a manos de alemanes, sino que tampoco podemos olvidar toda la cantidad de alemanes que se van a Tailandia a comprar sexo con adolescentes.
Y luego todo el tema que denuncio en mi novela anterior, "Nada que declarar: El libro de Diana". El tema de la legalización de la prostitución que al final lo que ha conseguido es que sea peor que la prostitución forzosa.
Vienen autobuses a sitios apartados a hacer turismo sexual. Si eso no es machista y no es antifeminista, que me expliquen por favor qué es.
Más allá de eso, la diferencia es que hay una clase media muy grande en Alemania con muchísimas mujeres muy avanzadas en este tema y lo llevan con absoluta naturalidad. Jamás se plantearían una subordinación o sumisión. Eso también es un hecho.
¿Y qué pasa en Perú? ¿En Arequipa?
Arequipa ha crecido mucho y eso trae cambios inevitables.
Si bien hay algunos aspectos, casi culturales, como el arreglo personal de la mujer para agradar al hombre, que siguen vivos, las mujeres han estudiado y tienen la independencia económica que es la clave. Dentro de sus propios núcleos familiares ya no permiten una serie de cosas.
Hay hombres que nunca han sido de corazón machistas. Han podido ser más o menos machistas culturales, pero nunca han tenido alma de machistas. Lo ven bien y no se sienten amenazados por el hecho de que la mujer tenga ahora los mismos derechos, las mismas posibilidades y que quiera ganar la misma cantidad de dinero por la misma prestación.
Retrato de Teresa Ruiz Rosas Cortesía de Teresa Ruiz Rosas
Creo que la clase media ya no permite el cliché del machismo latinoamericano de esa manera" Teresa Ruiz Rosas
Premio Nacional de Literatura de Perú 2020
Pero hay otros hombres, bastantes, que sí se sienten amenazados, que en el fondo tienen un complejo de inferioridad, porque en muchos casos no pueden valerse solos sin una mujer que les resuelva la vida, por ejemplo, o que esté detrás ayudándoles en lo que pueda o mil variantes más.
Ven que su poder ya no va a ser el mismo y que van a estar por debajo. Esos son los que están fehacientemente en contra y son violentos y muchas veces hasta matan. Creo que ésa es la clave.
Aunque el machismo está necesariamente retrocediendo por diferentes razones, pero lo triste es que todavía existen feminicidios, que todavía hay violencia machista en los hogares.
Este artículo es parte del Hay Festival Arequipa, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza del 3 al 6 de noviembre de 2022.Puedes leer toda nuestra cobertura del Hay Arequipa
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Espiritualidad para tiempos difíciles. Cómo leer a Shakespeare mejora nuestro mundo interior y nuestras inversiones en Bolsa
Se considera que las personas con creencias trascendentes tienen más recursos ante momentos de dificultad que las agnósticas o ateas. ¿Es verdaderamente así?
Según varios estudios recogidos en The Oxford Handbook of Psychology and Spirituality, hay una relación manifiesta entre espiritualidad, resiliencia y emociones positivas. Las personas con una dimensión espiritual suelen tener más resiliencia, que es la capacidad de afrontar situaciones adversas, básicamente porque introducen el sentido en la ecuación del sufrimiento. El psiquiatra Viktor Frankl afirmaba: “Si podemos encontrar algo por lo que vivir, algún significado para poner en el centro de nuestras vidas, incluso el peor tipo de sufrimiento se vuelve soportable”. Las personas con creencias religiosas tienen más facilidad para encontrar ese sentido al sufrimiento. Algunas sienten que son puestas a prueba por una instancia superior; otras, que lo que están viviendo les capacitará para ayudar a los demás. En momentos de extrema dificultad, tener algún tipo de fe ayuda a albergar emociones positivas, bien sea porque se percibe el apoyo de una fuerza que está más allá de uno mismo, a la que se recurre a través de la oración u otra práctica religiosa, o porque nos sirve para superarnos como seres humanos y ser más útiles a la sociedad.
Este segundo punto es especialmente interesante, puesto que no es necesario ser religioso o creer en otra vida para disfrutar de los beneficios de la espiritualidad. De hecho, se puede ser agnóstico o ateo y ser profundamente espiritual, si confiamos en la bondad del ser humano y en su capacidad de trascender el ego y extender su mano a los demás.
Alguien que atraviesa una situación muy difícil puede hundirse ante lo que percibe como un golpe del destino, o bien entenderlo como una oportunidad para ayudar a otras personas que pasan o pasarán por ese mismo trance. Esto le dará un significado que le permitirá afrontar cualquier circunstancia. Como decía el filósofo alemán Friedrich Nietzsche: “Quien tiene un porqué para vivir puede resistir casi cualquier cómo”.
Un ejemplo reciente de esto es el caso de Juan Carlos Unzué. Tras una vida dedicada al fútbol, en junio de 2020 fue diagnosticado de ELA (esclerosis lateral amiotrófica). Inmediatamente se erigió en portavoz de quienes padecen esta enfermedad y desde entonces su actividad ha sido incansable. Uno de sus hitos fue organizar el partido benéfico entre el FC Barcelona y el Manchester City, que recaudó más de cuatro millones de euros para la lucha contra la enfermedad. Además de la certeza de estar aportando a la sociedad, al ver las gradas llenas de público Unzué declaró que empezó casi a levitar.
El contrario de esta sensación vital es la apatía que embarga a muchas personas, incluso las que no padecen problemas especialmente graves. Viktor Frankl hablaba de “la neurosis dominical, ese tipo de depresión que aflige a las personas que se dan cuenta de la falta de contenido en sus vidas cuando terminan las prisas de la semana ocupada y el vacío dentro de ellos se manifiesta”. Contra ese estado, afirmaba que no hay nada que despierte y capacite tanto a una persona como la consciencia de tener una tarea en la vida.
Pero ¿qué sucede si no la tengo?
Según el padre de la logoterapia, buscar nuestra misión en la vida es ya una misión en sí misma. Del mismo modo, aunque hayamos vivido de espaldas a la espiritualidad, el solo hecho de buscarla nos pone ya en la senda. Algunos caminos para cultivarla:
1. Preguntas existenciales. Interrogarnos sobre el sentido de nuestra vida, sobre nuestro verdadero propósito, es una vía a la espiritualidad.
2. Ensayos filosóficos. Hay numerosos autores que indagan en estas cuestiones sin pertenecer a un determinado credo, como por ejemplo Jiddu Krishnamurti, el gran filósofo laico indio del siglo XX.
3. Conectar con la naturaleza. A muchas personas, pasear por un bosque u otro espacio natural les hace sentir en comunión con Dios, la totalidad o el nombre que quiera darse a lo que está más allá de uno mismo.
4. Silencio y meditación. La vía clásica de los místicos a la trascendencia parte de la idea de que, cuando cesan las palabras y el ruido del mundo, el ser humano puede encontrar la serenidad y el misterio.
Inteligencia espiritual
— En 2011, Francesc Torralba publicaba Inteligencia espiritual, donde abordaba los beneficios de desarrollar esa dimensión en el ser humano. En opinión de este teólogo y filósofo, la práctica de la espiritualidad ayuda a romper el caparazón del ego y protege del narcisismo. Al salir de nuestro restringido mundo de problemas, nos abrimos a lo desconocido y nos interesamos por los demás. Esto humaniza y permite vivir de forma más útil y positiva, razón suficiente para cultivar la inteligencia espiritual, aunque no profesemos ninguna fe o religión concreta.
— Torralba cita en su libro las investigaciones de la profesora Dahar Zohar y del psiquiatra Ian Marshall, de las universidades de Oxford y Londres, respectivamente, para afirmar que las personas con este tipo de inteligencia “son más abiertas a la diversidad, tienen una mayor tendencia a preguntarse el porqué y el para qué de las cosas y, además, son capaces de afrontar con valor las adversidades de la vida”.
Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicología.
https://elpais.com/eps/2022-12-08/espiritualidad-para-tiempos-dificiles.html
Según varios estudios recogidos en The Oxford Handbook of Psychology and Spirituality, hay una relación manifiesta entre espiritualidad, resiliencia y emociones positivas. Las personas con una dimensión espiritual suelen tener más resiliencia, que es la capacidad de afrontar situaciones adversas, básicamente porque introducen el sentido en la ecuación del sufrimiento. El psiquiatra Viktor Frankl afirmaba: “Si podemos encontrar algo por lo que vivir, algún significado para poner en el centro de nuestras vidas, incluso el peor tipo de sufrimiento se vuelve soportable”. Las personas con creencias religiosas tienen más facilidad para encontrar ese sentido al sufrimiento. Algunas sienten que son puestas a prueba por una instancia superior; otras, que lo que están viviendo les capacitará para ayudar a los demás. En momentos de extrema dificultad, tener algún tipo de fe ayuda a albergar emociones positivas, bien sea porque se percibe el apoyo de una fuerza que está más allá de uno mismo, a la que se recurre a través de la oración u otra práctica religiosa, o porque nos sirve para superarnos como seres humanos y ser más útiles a la sociedad.
Este segundo punto es especialmente interesante, puesto que no es necesario ser religioso o creer en otra vida para disfrutar de los beneficios de la espiritualidad. De hecho, se puede ser agnóstico o ateo y ser profundamente espiritual, si confiamos en la bondad del ser humano y en su capacidad de trascender el ego y extender su mano a los demás.
Alguien que atraviesa una situación muy difícil puede hundirse ante lo que percibe como un golpe del destino, o bien entenderlo como una oportunidad para ayudar a otras personas que pasan o pasarán por ese mismo trance. Esto le dará un significado que le permitirá afrontar cualquier circunstancia. Como decía el filósofo alemán Friedrich Nietzsche: “Quien tiene un porqué para vivir puede resistir casi cualquier cómo”.
Un ejemplo reciente de esto es el caso de Juan Carlos Unzué. Tras una vida dedicada al fútbol, en junio de 2020 fue diagnosticado de ELA (esclerosis lateral amiotrófica). Inmediatamente se erigió en portavoz de quienes padecen esta enfermedad y desde entonces su actividad ha sido incansable. Uno de sus hitos fue organizar el partido benéfico entre el FC Barcelona y el Manchester City, que recaudó más de cuatro millones de euros para la lucha contra la enfermedad. Además de la certeza de estar aportando a la sociedad, al ver las gradas llenas de público Unzué declaró que empezó casi a levitar.
El contrario de esta sensación vital es la apatía que embarga a muchas personas, incluso las que no padecen problemas especialmente graves. Viktor Frankl hablaba de “la neurosis dominical, ese tipo de depresión que aflige a las personas que se dan cuenta de la falta de contenido en sus vidas cuando terminan las prisas de la semana ocupada y el vacío dentro de ellos se manifiesta”. Contra ese estado, afirmaba que no hay nada que despierte y capacite tanto a una persona como la consciencia de tener una tarea en la vida.
Pero ¿qué sucede si no la tengo?
Según el padre de la logoterapia, buscar nuestra misión en la vida es ya una misión en sí misma. Del mismo modo, aunque hayamos vivido de espaldas a la espiritualidad, el solo hecho de buscarla nos pone ya en la senda. Algunos caminos para cultivarla:
1. Preguntas existenciales. Interrogarnos sobre el sentido de nuestra vida, sobre nuestro verdadero propósito, es una vía a la espiritualidad.
2. Ensayos filosóficos. Hay numerosos autores que indagan en estas cuestiones sin pertenecer a un determinado credo, como por ejemplo Jiddu Krishnamurti, el gran filósofo laico indio del siglo XX.
3. Conectar con la naturaleza. A muchas personas, pasear por un bosque u otro espacio natural les hace sentir en comunión con Dios, la totalidad o el nombre que quiera darse a lo que está más allá de uno mismo.
4. Silencio y meditación. La vía clásica de los místicos a la trascendencia parte de la idea de que, cuando cesan las palabras y el ruido del mundo, el ser humano puede encontrar la serenidad y el misterio.
Inteligencia espiritual
— En 2011, Francesc Torralba publicaba Inteligencia espiritual, donde abordaba los beneficios de desarrollar esa dimensión en el ser humano. En opinión de este teólogo y filósofo, la práctica de la espiritualidad ayuda a romper el caparazón del ego y protege del narcisismo. Al salir de nuestro restringido mundo de problemas, nos abrimos a lo desconocido y nos interesamos por los demás. Esto humaniza y permite vivir de forma más útil y positiva, razón suficiente para cultivar la inteligencia espiritual, aunque no profesemos ninguna fe o religión concreta.
— Torralba cita en su libro las investigaciones de la profesora Dahar Zohar y del psiquiatra Ian Marshall, de las universidades de Oxford y Londres, respectivamente, para afirmar que las personas con este tipo de inteligencia “son más abiertas a la diversidad, tienen una mayor tendencia a preguntarse el porqué y el para qué de las cosas y, además, son capaces de afrontar con valor las adversidades de la vida”.
Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicología.
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sábado, 24 de diciembre de 2022
¿La pandemia te cambió la personalidad? Probablemente.
El coronavirus lleva dos años perturbando la vida social. Un estudio reciente sugiere que ahora somos menos extrovertidos, creativos, afables y meticulosos, sobre todo los jóvenes.
Asistir a clases, crear primeras impresiones memorables en el nuevo trabajo de oficina o llenar el auditorio de un concierto: muchos eventos sociales que habían sido ritos de paso para los jóvenes se vieron alterados por la pandemia de coronavirus.
Eso ha hecho que personas como Thuan Phung, un estudiante del penúltimo año en la Escuela de Diseño de Parsons que vive en Hell’s Kitchen en Manhattan, se sienta “raro” con las interacciones en la vida real. Después de dos años de clases en línea, regresó a las aulas.
“En Zoom puedes silenciar la conversación”, dijo Phung, de 25 años. “Me tomó un tiempo saber cómo hablar con la gente”.
Ahora, un estudio reciente sobre la personalidad sugiere que la incomodidad que él experimenta no es inusual para la gente de su generación, quienes se vieron forzados a aislarse debido a las restricciones generadas por la pandemia cuando tenían unos 20 años, una época de ansiedad social para muchos.
La covid no solo reconfiguró la manera en que trabajamos y nos relacionamos con los demás, sino que también cambió nuestra forma de ser, según el estudio que también encontró que algunos de los efectos más pronunciados se observaron entre los adultos jóvenes.
Es posible que los rasgos principales de nuestra personalidad se hayan atenuado un poco, de manera que nos hemos vuelto menos creativos y extrovertidos, no tan agradables y menos escrupulosos, según la investigación que fue publicada en septiembre en la revista PLOS ONE.
Estos declives equivalen a “cerca de una década de cambio de personalidad normativo”, señaló el estudio. Los menores de 30 años mostraban una “madurez alterada”. Ese cambio es contrario a la forma en que normalmente se desarrolla la personalidad de un adulto joven a lo largo del tiempo, escribieron los autores.
“Si los cambios son duraderos, esta evidencia sugiere que los eventos estresantes para toda la población pueden sesgar ligeramente la trayectoria de la personalidad, sobre todo en los adultos más jóvenes”, indicó el estudio.
Los autores del estudio sobre la personalidad se basaron en los datos de Understanding America Study, un panel por internet de la Universidad del Sur de California que en 2014 comenzó a recopilar las respuestas de encuestas, a partir de datos disponibles al público de unos 7000 participantes que respondieron a una evaluación de la personalidad administrada antes y durante la pandemia.
Angelina Sutin, autora principal del artículo y profesora de la Universidad Estatal de Florida, dijo que los resultados del estudio mostraron que, en promedio, la personalidad de los participantes se alteró durante la pandemia, aunque enfatizó que los hallazgos solo captaron “un momento en el tiempo” y podrían ser temporales.
“La personalidad tiende a ser bastante resistente al cambio. Quizá solo una pandemia mundial o algo de ese tipo” la afecte dijo Sutin. “Pero es difícil señalar con exactitud qué aspecto de la pandemia provocó estos cambios”.
Sutin y sus coautores tampoco saben si esos cambios de personalidad persistirán.
Los investigadores analizaron cinco dimensiones de la personalidad: el neuroticismo, es decir la tolerancia al estrés y a las emociones negativas; la apertura, definida como la falta de convencionalismo y la creatividad; la extroversión; la afabilidad, o el hecho de ser “confiado y directo”; y la meticulosidad, el grado de responsabilidad y organización de una persona.
Gerald Clore, profesor emérito de psicología de la Universidad de Virginia, dijo que los autores fueron “cautelosos” en sus conclusiones y en subrayar la necesidad de nuevos estudios para reexaminar los resultados.
La pandemia en sí misma fue un “experimento formidable”, dijo Clore, quien teorizó que tal vez haya sido la reestructuración de las rutinas, en vez del estrés general, lo que modificó la personalidad de las personas.
Quizá como un reflejo de los cambios que hubo, el interés por la psicoterapia se disparó durante toda la pandemia, según comentaron varios terapeutas. La terapia virtual también está en auge.
En Talkspace, una plataforma que ofrece terapia en línea, el número de usuarios individuales activos aumentó un 60 por ciento desde marzo de 2020 hasta un año después, dijo John Kim, un portavoz de la compañía.
El número de adolescentes que buscan terapia en BetterHelp aumentó casi cuatro veces desde 2019, declaró un portavoz de esa compañía que ofrece terapia en línea.
Los terapeutas que ejercen en Estados Unidos dicen que han observado que sus clientes tienen dificultades para sortear las restricciones de la vida pandémica y lidiar con las vicisitudes de las normas sociales.
Nedra Glover Tawwab, una terapeuta con sede en Charlotte, Carolina del Norte, que tiene un consultorio privado y más de un millón de seguidores en Instagram, dijo que notaba una creciente incomodidad a medida que la gente se reintegraba poco a poco a las rutinas del pasado, como trabajar en una oficina.
“Nos hemos acostumbrado tanto a aislarnos que ahora creemos que nos encanta”, mencionó Glover Tawwab. “Pero, ¿eres así de verdad? ¿O es lo que has tenido que aceptar durante esta época?”.
Algunas personas han sobrellevado el estrés, el agotamiento y la frustración de la pandemia con una nueva actividad: gritar en espacios abiertos junto con otras personas. La tendencia ya lleva más de un año atrayendo participantes.
Sarah Harmon, una terapeuta en Boston, organizó su primer evento de gritos primitivos en marzo de 2022 para dejar de lado los sentimientos que, según dijo, estaban explotando.
“La pandemia no nos dio nada; no permitía nada de esa liberación, nada de esa recarga”, dijo Harmon.
También explicó que la proliferación y popularidad de esos eventos muestran que las personas tienen necesidades insatisfechas y pocas formas de procesar o liberar sentimientos reprimidos como la ira.
Desde abril, Heather Dinn, de Zionsville, Indiana, ha organizado grupos que se reúnen en un campo de fútbol para gritar cada mes. Ella dice que el grito es una oportunidad para que las personas que reprimieron sus frustraciones se liberen de una carga emocional “desbordante” antes de que estalle.
“Cuando dejamos que todo se quede atorado, simplemente se queda ahí y no va a ninguna parte”, dijo Dinn, terapeuta de salud y estilo de vida.
Delta Hunter, una terapeuta de Nueva York que organiza un grupo de terapia de ansiedad social, dijo que la pandemia “agravó” la ansiedad existente.
“Las personas desean conectarse y procesar juntas y no pudimos hacer nada de eso”, opinó Hunter. “Por eso la gente se sintió muy perdida”.
Los adultos más jóvenes, principalmente los adolescentes, se han enfrentado a mayores restricciones en las actividades y experiencias típicas de la adolescencia y la juventud, según concluyó el estudio de Sutin que también detectó que los individuos menores de 30 años mostraron las caídas más bruscas en la meticulosidad y la afabilidad.
“Cuando todo tu mundo se traslada al espacio virtual, pierdes ese campo de entrenamiento para poder ser más afable”, dijo Harmon, y añadió que observó mucha ansiedad social en las generaciones más jóvenes, quizá porque no habían acumulado tantas experiencias presenciales y la capacidad para afrontar situaciones.
Hace varios meses, el consultorio de Anviksha Kalscheur en Chicago creó un programa de apoyo a los adolescentes para ayudarles a afrontar sus sentimientos de desconexión y aislamiento.
Según la especialista, en general, los adolescentes expresaron una perspectiva negativa hacia el futuro y una mayor ansiedad social. Los terapeutas detectaron un “pequeño nubarrón” en la perspectiva de sus clientes cuando se trataba de percibir la incertidumbre de los años venideros, explicó Kalscheur.
La conexión, el apego y la interacción con terceros son fundamentales para el desarrollo de la personalidad, afirmó Kalscheur, y añadió que la identidad y la personalidad aún se están formando en los adolescentes más jóvenes.
“Están en esa etapa de desarrollo pero no están recibiendo esas señales, esos apegos, ese aprendizaje, es decir todas esas piezas diferentes que hay y en las que ni siquiera solemos pensar”, dijo. “Así que, por supuesto, tu entorno tiene un impacto enorme además en ese marco temporal concreto”.
Cuánto durarán los cambios del periodo pandémico sigue siendo una incógnita, según los autores del estudio.
Los terapeutas, entre ellos Glover Tawwab, afirmaron que el periodo de transición a la interacción en persona tras el peor momento de la crisis podría suponer una oportunidad para reintegrarse lentamente y volver a conectar con la gente y las experiencias de modo más intencionado.
“Este es un momento maravilloso para observar realmente qué cosas echas de menos y de qué cosas prefieres alejarte”, manifestó. “Así que ahora tenemos este tiempo para crear lo que de verdad queremos”.
Grace Wilentz, una poeta de 37 años que vive en Dublín, dijo que el lado positivo de la pandemia es que adquirió mayor conciencia de sí misma y eso la ha llevado a reavivar algunas amistades con personas que se había distanciado. Ha reservado tiempo para volver a conectarse con viejos amigos durante los almuerzos de los días de trabajo.
“Esperaba que esas relaciones fueran un difíciles de revivir”, dijo. “Pero, en cierto modo, son más ricas y sólidas”.
La transformación positiva es posible en tiempos de incertidumbre, dijo Kalscheur.
“A veces, se necesita un colapso real de nuestras normas sociales, culturales e incluso de salud mental para transformarnos en algo mejor”, dijo. “Es casi como si tuvieras que tocar fondo para volver a reconstruir”.
https://www.nytimes.com/es/2022/11/17/espanol/pandemia-cambio-personalidad.html
Asistir a clases, crear primeras impresiones memorables en el nuevo trabajo de oficina o llenar el auditorio de un concierto: muchos eventos sociales que habían sido ritos de paso para los jóvenes se vieron alterados por la pandemia de coronavirus.
Eso ha hecho que personas como Thuan Phung, un estudiante del penúltimo año en la Escuela de Diseño de Parsons que vive en Hell’s Kitchen en Manhattan, se sienta “raro” con las interacciones en la vida real. Después de dos años de clases en línea, regresó a las aulas.
“En Zoom puedes silenciar la conversación”, dijo Phung, de 25 años. “Me tomó un tiempo saber cómo hablar con la gente”.
Ahora, un estudio reciente sobre la personalidad sugiere que la incomodidad que él experimenta no es inusual para la gente de su generación, quienes se vieron forzados a aislarse debido a las restricciones generadas por la pandemia cuando tenían unos 20 años, una época de ansiedad social para muchos.
La covid no solo reconfiguró la manera en que trabajamos y nos relacionamos con los demás, sino que también cambió nuestra forma de ser, según el estudio que también encontró que algunos de los efectos más pronunciados se observaron entre los adultos jóvenes.
Es posible que los rasgos principales de nuestra personalidad se hayan atenuado un poco, de manera que nos hemos vuelto menos creativos y extrovertidos, no tan agradables y menos escrupulosos, según la investigación que fue publicada en septiembre en la revista PLOS ONE.
Estos declives equivalen a “cerca de una década de cambio de personalidad normativo”, señaló el estudio. Los menores de 30 años mostraban una “madurez alterada”. Ese cambio es contrario a la forma en que normalmente se desarrolla la personalidad de un adulto joven a lo largo del tiempo, escribieron los autores.
“Si los cambios son duraderos, esta evidencia sugiere que los eventos estresantes para toda la población pueden sesgar ligeramente la trayectoria de la personalidad, sobre todo en los adultos más jóvenes”, indicó el estudio.
Los autores del estudio sobre la personalidad se basaron en los datos de Understanding America Study, un panel por internet de la Universidad del Sur de California que en 2014 comenzó a recopilar las respuestas de encuestas, a partir de datos disponibles al público de unos 7000 participantes que respondieron a una evaluación de la personalidad administrada antes y durante la pandemia.
Angelina Sutin, autora principal del artículo y profesora de la Universidad Estatal de Florida, dijo que los resultados del estudio mostraron que, en promedio, la personalidad de los participantes se alteró durante la pandemia, aunque enfatizó que los hallazgos solo captaron “un momento en el tiempo” y podrían ser temporales.
“La personalidad tiende a ser bastante resistente al cambio. Quizá solo una pandemia mundial o algo de ese tipo” la afecte dijo Sutin. “Pero es difícil señalar con exactitud qué aspecto de la pandemia provocó estos cambios”.
Sutin y sus coautores tampoco saben si esos cambios de personalidad persistirán.
Los investigadores analizaron cinco dimensiones de la personalidad: el neuroticismo, es decir la tolerancia al estrés y a las emociones negativas; la apertura, definida como la falta de convencionalismo y la creatividad; la extroversión; la afabilidad, o el hecho de ser “confiado y directo”; y la meticulosidad, el grado de responsabilidad y organización de una persona.
Gerald Clore, profesor emérito de psicología de la Universidad de Virginia, dijo que los autores fueron “cautelosos” en sus conclusiones y en subrayar la necesidad de nuevos estudios para reexaminar los resultados.
La pandemia en sí misma fue un “experimento formidable”, dijo Clore, quien teorizó que tal vez haya sido la reestructuración de las rutinas, en vez del estrés general, lo que modificó la personalidad de las personas.
Quizá como un reflejo de los cambios que hubo, el interés por la psicoterapia se disparó durante toda la pandemia, según comentaron varios terapeutas. La terapia virtual también está en auge.
En Talkspace, una plataforma que ofrece terapia en línea, el número de usuarios individuales activos aumentó un 60 por ciento desde marzo de 2020 hasta un año después, dijo John Kim, un portavoz de la compañía.
El número de adolescentes que buscan terapia en BetterHelp aumentó casi cuatro veces desde 2019, declaró un portavoz de esa compañía que ofrece terapia en línea.
Los terapeutas que ejercen en Estados Unidos dicen que han observado que sus clientes tienen dificultades para sortear las restricciones de la vida pandémica y lidiar con las vicisitudes de las normas sociales.
Nedra Glover Tawwab, una terapeuta con sede en Charlotte, Carolina del Norte, que tiene un consultorio privado y más de un millón de seguidores en Instagram, dijo que notaba una creciente incomodidad a medida que la gente se reintegraba poco a poco a las rutinas del pasado, como trabajar en una oficina.
“Nos hemos acostumbrado tanto a aislarnos que ahora creemos que nos encanta”, mencionó Glover Tawwab. “Pero, ¿eres así de verdad? ¿O es lo que has tenido que aceptar durante esta época?”.
Algunas personas han sobrellevado el estrés, el agotamiento y la frustración de la pandemia con una nueva actividad: gritar en espacios abiertos junto con otras personas. La tendencia ya lleva más de un año atrayendo participantes.
Sarah Harmon, una terapeuta en Boston, organizó su primer evento de gritos primitivos en marzo de 2022 para dejar de lado los sentimientos que, según dijo, estaban explotando.
“La pandemia no nos dio nada; no permitía nada de esa liberación, nada de esa recarga”, dijo Harmon.
También explicó que la proliferación y popularidad de esos eventos muestran que las personas tienen necesidades insatisfechas y pocas formas de procesar o liberar sentimientos reprimidos como la ira.
Desde abril, Heather Dinn, de Zionsville, Indiana, ha organizado grupos que se reúnen en un campo de fútbol para gritar cada mes. Ella dice que el grito es una oportunidad para que las personas que reprimieron sus frustraciones se liberen de una carga emocional “desbordante” antes de que estalle.
“Cuando dejamos que todo se quede atorado, simplemente se queda ahí y no va a ninguna parte”, dijo Dinn, terapeuta de salud y estilo de vida.
Delta Hunter, una terapeuta de Nueva York que organiza un grupo de terapia de ansiedad social, dijo que la pandemia “agravó” la ansiedad existente.
“Las personas desean conectarse y procesar juntas y no pudimos hacer nada de eso”, opinó Hunter. “Por eso la gente se sintió muy perdida”.
Los adultos más jóvenes, principalmente los adolescentes, se han enfrentado a mayores restricciones en las actividades y experiencias típicas de la adolescencia y la juventud, según concluyó el estudio de Sutin que también detectó que los individuos menores de 30 años mostraron las caídas más bruscas en la meticulosidad y la afabilidad.
“Cuando todo tu mundo se traslada al espacio virtual, pierdes ese campo de entrenamiento para poder ser más afable”, dijo Harmon, y añadió que observó mucha ansiedad social en las generaciones más jóvenes, quizá porque no habían acumulado tantas experiencias presenciales y la capacidad para afrontar situaciones.
Hace varios meses, el consultorio de Anviksha Kalscheur en Chicago creó un programa de apoyo a los adolescentes para ayudarles a afrontar sus sentimientos de desconexión y aislamiento.
Según la especialista, en general, los adolescentes expresaron una perspectiva negativa hacia el futuro y una mayor ansiedad social. Los terapeutas detectaron un “pequeño nubarrón” en la perspectiva de sus clientes cuando se trataba de percibir la incertidumbre de los años venideros, explicó Kalscheur.
La conexión, el apego y la interacción con terceros son fundamentales para el desarrollo de la personalidad, afirmó Kalscheur, y añadió que la identidad y la personalidad aún se están formando en los adolescentes más jóvenes.
“Están en esa etapa de desarrollo pero no están recibiendo esas señales, esos apegos, ese aprendizaje, es decir todas esas piezas diferentes que hay y en las que ni siquiera solemos pensar”, dijo. “Así que, por supuesto, tu entorno tiene un impacto enorme además en ese marco temporal concreto”.
Cuánto durarán los cambios del periodo pandémico sigue siendo una incógnita, según los autores del estudio.
Los terapeutas, entre ellos Glover Tawwab, afirmaron que el periodo de transición a la interacción en persona tras el peor momento de la crisis podría suponer una oportunidad para reintegrarse lentamente y volver a conectar con la gente y las experiencias de modo más intencionado.
“Este es un momento maravilloso para observar realmente qué cosas echas de menos y de qué cosas prefieres alejarte”, manifestó. “Así que ahora tenemos este tiempo para crear lo que de verdad queremos”.
Grace Wilentz, una poeta de 37 años que vive en Dublín, dijo que el lado positivo de la pandemia es que adquirió mayor conciencia de sí misma y eso la ha llevado a reavivar algunas amistades con personas que se había distanciado. Ha reservado tiempo para volver a conectarse con viejos amigos durante los almuerzos de los días de trabajo.
“Esperaba que esas relaciones fueran un difíciles de revivir”, dijo. “Pero, en cierto modo, son más ricas y sólidas”.
La transformación positiva es posible en tiempos de incertidumbre, dijo Kalscheur.
“A veces, se necesita un colapso real de nuestras normas sociales, culturales e incluso de salud mental para transformarnos en algo mejor”, dijo. “Es casi como si tuvieras que tocar fondo para volver a reconstruir”.
https://www.nytimes.com/es/2022/11/17/espanol/pandemia-cambio-personalidad.html
El arte y la ciencia de reconocer los errores.
Un grupo de 87 investigadores se retracta sobre las conclusiones de su artículo sobre el origen de la variante ómicron. Así avanza el conocimiento
Se puede argumentar que las noticias científicas son las únicas buenas noticias que aparecen en un periódico. Mientras el mundo cae en un infierno geoestratégico, el precio de la lombarda despega hacia la estratosfera y los poderes del Estado se enzarzan en un altercado con dudoso beneficio para los ciudadanos y para las inauditas partes implicadas, las noticias científicas nos hablan de un telescopio espacial que penetra en el origen del universo, de una inteligencia artificial cada vez más creativa y de la reconstrucción de un paisaje de Groenlandia que desapareció hace dos millones de años. Incluso en los años de plomo de la covid, fue la ciencia la que aportó paliativos y soluciones al problema, y se lo dice uno que se ganó el apodo de “el cenizo de la pandemia” entre sus propios amigos. Para qué quiere uno enemigos.
Pero los investigadores cometen errores, como todo el mundo, y el avance científico depende críticamente de su capacidad para detectarlos y corregirlos. Esta es una de las marcas de agua de la práctica científica, una que los tutores graban a fuego en los estudiantes y doctorandos. Si te has equivocado, reconócelo o te quedas fuera de juego. No estoy hablando de fraudes perpetrados por investigadores de manera consciente y retorcida, sino de genuinos errores que habían pasado inadvertidos en el momento de publicar el trabajo. La retracción de un paper (artículo científico revisado por pares) no hace titulares, pero es una práctica esencial que merece reflexión. Y acabamos de conocer un caso muy ilustrativo que se refiere al origen de ómicron, la variante del coronavirus que ha barrido el planeta este año y que está poniendo al gobierno chino ante la perspectiva de que mueran un millón y medio de personas en los próximos meses.
El trabajo en cuestión iba firmado por 87 investigadores coordinados por Jan Felix Drexler, del Hospital Universitario Charité de Berlín, y se publicó en ‘Science’ el pasado 1 de diciembre. Su tesis central era que los ancestros de ómicron circulaban ya por varios países africanos durante 2021, meses antes de que esa variante se detectara en Botsuana y Sudáfrica y conquistara el mundo desde allí. El resultado reforzaba una de las hipótesis sobre el origen de ómicron: que sus mutaciones se fueron acumulando lentamente mientras circulaba indetectado por unos países africanos donde no abundan los servicios de secuenciación genómica.
En cuanto se publicó el trabajo, los genetistas levantaron una ceja. Eso no cuadraba con lo que ya sabían de la evolución del virus. Cuando el SARS-CoV-2 evoluciona parsimoniosamente mientras circula por una población amplia deja unos rastros inconfundibles en el genoma de las nuevas variantes, y esos rastros no están en ómicron. Kristian Andersen, un evolucionista del Scripps Research de San Diego, California, y otros investigadores publicaron en Twitter esas objeciones. Tenían razón. Las muestras estaban contaminadas, y los 87 autores lo han admitido este miércoles en una retracción pública del ‘paper’.
Sé que esto no parece una columna de Navidad, pero créanme que lo es. En un panorama político irrespirable como el actual, que los científicos reconozcan sus errores con balcones a la calle es un verdadero regalo de Papá Noel.
Se puede argumentar que las noticias científicas son las únicas buenas noticias que aparecen en un periódico. Mientras el mundo cae en un infierno geoestratégico, el precio de la lombarda despega hacia la estratosfera y los poderes del Estado se enzarzan en un altercado con dudoso beneficio para los ciudadanos y para las inauditas partes implicadas, las noticias científicas nos hablan de un telescopio espacial que penetra en el origen del universo, de una inteligencia artificial cada vez más creativa y de la reconstrucción de un paisaje de Groenlandia que desapareció hace dos millones de años. Incluso en los años de plomo de la covid, fue la ciencia la que aportó paliativos y soluciones al problema, y se lo dice uno que se ganó el apodo de “el cenizo de la pandemia” entre sus propios amigos. Para qué quiere uno enemigos.
Pero los investigadores cometen errores, como todo el mundo, y el avance científico depende críticamente de su capacidad para detectarlos y corregirlos. Esta es una de las marcas de agua de la práctica científica, una que los tutores graban a fuego en los estudiantes y doctorandos. Si te has equivocado, reconócelo o te quedas fuera de juego. No estoy hablando de fraudes perpetrados por investigadores de manera consciente y retorcida, sino de genuinos errores que habían pasado inadvertidos en el momento de publicar el trabajo. La retracción de un paper (artículo científico revisado por pares) no hace titulares, pero es una práctica esencial que merece reflexión. Y acabamos de conocer un caso muy ilustrativo que se refiere al origen de ómicron, la variante del coronavirus que ha barrido el planeta este año y que está poniendo al gobierno chino ante la perspectiva de que mueran un millón y medio de personas en los próximos meses.
El trabajo en cuestión iba firmado por 87 investigadores coordinados por Jan Felix Drexler, del Hospital Universitario Charité de Berlín, y se publicó en ‘Science’ el pasado 1 de diciembre. Su tesis central era que los ancestros de ómicron circulaban ya por varios países africanos durante 2021, meses antes de que esa variante se detectara en Botsuana y Sudáfrica y conquistara el mundo desde allí. El resultado reforzaba una de las hipótesis sobre el origen de ómicron: que sus mutaciones se fueron acumulando lentamente mientras circulaba indetectado por unos países africanos donde no abundan los servicios de secuenciación genómica.
En cuanto se publicó el trabajo, los genetistas levantaron una ceja. Eso no cuadraba con lo que ya sabían de la evolución del virus. Cuando el SARS-CoV-2 evoluciona parsimoniosamente mientras circula por una población amplia deja unos rastros inconfundibles en el genoma de las nuevas variantes, y esos rastros no están en ómicron. Kristian Andersen, un evolucionista del Scripps Research de San Diego, California, y otros investigadores publicaron en Twitter esas objeciones. Tenían razón. Las muestras estaban contaminadas, y los 87 autores lo han admitido este miércoles en una retracción pública del ‘paper’.
Sé que esto no parece una columna de Navidad, pero créanme que lo es. En un panorama político irrespirable como el actual, que los científicos reconozcan sus errores con balcones a la calle es un verdadero regalo de Papá Noel.
viernes, 23 de diciembre de 2022
La Europa del euro sembró la semilla de la extrema derecha y ya no puede frenarla
30 Sep 2022 La Europa del euro sembró la semilla de la extrema derecha y ya no puede frenarla🔊 Escuchar
Publicado en Público.es el 30 de septiembre de 2022
¿Cómo es posible que en un periodo de tiempo tan relativamente pequeño hayan podido expandirse tanto e incluso normalizarse las ideas extremistas, claramente antidemocráticas, en la Europa que se jactaba de ser la cuna y el futuro de la civilización más humanista y ejemplar?
Mi opinión es que eso ha tenido mucho que ver con el modo en que se ha ido construyendo la Unión Europea y, sobre todo, la zona monetaria del euro. Que, a su vez, es una de las expresiones más perfectamente acabadas del capitalismo neoliberal de nuestro tiempo.
Desde el punto de vista económico, no creo que sea necesario insistir en que las previsiones sobre los beneficios del euro no se han cumplido y, por tanto, que se ha producido una gran frustración social, aunque no se hable de ello.
Bastantes estudios empíricos (como este) han mostrado que el euro no ha generado efectos positivos singulares sobre la tasa de crecimiento económico en los países que lo asumieron. Lo cual es relevante pues se estimaba que ese sería el motor de los avances generales en inversión, empleo y bienestar. Es también una evidencia que la deuda se ha desbocado en todos los países y que no se ha logrado la convergencia de las economías que se anunció como una consecuencia segura de su puesta en marcha.
Todo lo cual, por cierto, era previsible, tal como anunciaron muchos economistas al señalar que la unión monetaria del euro estaba mal diseñada desde el principio. Paul Krugman dijo que los criterios de convergencia eran una «solemne tontería» y Joseph Stiglitz escribió todo un libro para demostrar «cómo la moneda común amenaza el futuro de Europa». No se reconoció, pero se supo desde su inicio que el euro nunca podría generar las ventajas que se le asociaban, porque se diseñó sin las instituciones y mecanismos de ajuste imprescindibles para hacer frente a los desequilibrios y shocks de tan diferente tipo que hoy día pueden afectar a las economías.
Durante algunos años, y a costa de generar burbujas y un endeudamiento que terminarían siendo letales, aumentó la convergencia entre las economías que formaban parte del euro pero comprobándose, al mismo tiempo, que más acercamiento en términos de PIB per capita no llevaba consigo ni semejante generación de valor añadido, ni armonía estructural ni, por supuesto, más equidad. Y cuando estallaron, las crisis fueron devastadoras; como no podía ser de otro modo, precisamente porque se carecía de mecanismos adecuados de ajuste y estabilización. Es más, el euro había dejado sin apenas capacidad de maniobra macroeconómica a los gobiernos y lo poco que estos podían hacer para luchar contra ellas era, para colmo, procíclico; es decir, que agudizaba los problemas.
Se sabía perfectamente que los cambios que llevaría consigo la implantación del euro no serían los fantásticos que se vendían a la opinión pública, sin ningún tipo de debate plural, para que aceptara sin rechistar su creación. Y se sabía que iban a generar mucha frustración ciudadana y descontento. Así lo reconoció en 1998 Etienne Davignon, presidente del grupo financiero más poderoso de Bélgica, en una entrevista en El País: «Los Gobiernos temen explicar a sus opiniones públicas la magnitud de los cambios que se avecinan. Es peligroso».
Tan claro debían tener los dirigentes europeos que la ciudadanía podría considerar peligroso al euro e indeseable asumir sus implicaciones, que lo legislaron sin contemplar la posibilidad material de poder salir de él. La trampa mejor urdida de la historia porque ¿quién en su sano juicio aceptaría incorporarse a algo de donde no esté contemplado que pueda salir si le va mal? Pues sí, los europeos que se incorporaron a una zona euro en cuyas normas no se contempla que algún país pueda abandonarla.
Pero ni siquiera todo esto ha sido lo peor que ha llevado consigo el euro y lo que, a mi juicio, ha producido la frustración, el desengaño y el desapego a las democracias que ha hecho crecer a la extrema derecha en Europa.
El euro ha impuesto políticas europeas en sustitución de las nacionales. Y el problema ha surgido porque la Unión Europea es un sujeto que adopta políticas sin ser político, utilizando el juego de palabras que me permito tomar prestado de Vivien Ann Schmidt (aquí). Es decir, sin tener una polis que lo condicione cuando crea conveniente. O, dicho de otro modo, porque no es una democracia y, por tanto, porque no proporciona ni el espacio ni los procedimientos (ni democráticos ni de cualquier otro tipo) que permitan canalizar las preferencias, las frustraciones, el descontento o la voluntad ciudadanas. La Europa del euro toma las decisiones que afectan a la ciudadanía, a veces muy gravemente, sin discusión ciudadana posible.
En la Europa del euro, la ciudadanía no se puede pronunciar ni deliberar, apenas puede influir, no tiene capacidad para controlar o censurar, y nunca puede decidir. Todo lo que afecta a sus condiciones de vida le viene dado; o mejor dicho, impuesto. Y en el único y cada vez más reducido espacio en donde a duras penas puede hacer algo de todo ello, en el de su respectiva nación, resulta que lo puede hacer en cada vez menor medida, en menos materias y siempre con la espada de Damocles sobre su cabeza: ¿lo permitirá o no lo permitirán Bruselas o Frankfurt, la Comisión Europea o el Banco Central Europeo, respectivamente?
Y la cuestión ni siquiera termina con ese achicamiento progresivo del espacio democrático que produce el euro. Como los partidos o los gobiernos nacionales no pueden decidir con autonomía porque no disponen ya de capacidad de maniobra suficiente, es materialmente imposible que pueden cumplir las promesas que han de ofrecer a sus potenciales electores y sin las cuales nunca podrán ganar las elecciones. Eso ha hecho que la política nacional se haya convertido en una farsa, en un sainete de compromisos que todo el mundo sabe que no se harán efectivos, salvo que respondan a la voluntad expresa de Bruselas, la cual ningún partido en su sano juicio (como reconociera Davignon) se atreverá a presentar ante sus electores como propia, si quiere conseguir su voto.
En el polo justamente opuesto de las instituciones del euro, los gobiernos nacionales han de limitarse -como también dice Vivien Schmidt- a hacer política sin hacer políticas, sin poder adoptarlas. Pero, entonces, ¿en qué queda la democracia?
Pues, realmente, en casi nada. El euro, esa es la realidad, vacía de democracia la política que se hace bajo su imperio.
Se sabía desde el principio que la Europa de los tratados del euro iba a ser incompatible con la constitución de algo parecido a un supra estado democrático. Nunca se pretendió. Lo que posiblemente no se tuvo en cuenta (o sí, quién sabe) es que convertir a la Unión Europea del euro en una no-democracia tan poderosa y determinante de lo que ocurre en las naciones que la conforman iba a debilitar en grado extremo a las democracias nacionales, o incluso a desmantelarlas, como dice Habermas que ha sucedido en Europa.
La Europa del euro ha desnaturalizado e inutilizado a las ya de por sí menguadas democracias nacionales en Europa y se ha construido a ella misma sobre la base de considerar innecesarias y prescindibles a la voz, las preferencias y la decisión de la ciudadanía; es decir, a la Democracia. ¿Quién se puede extrañar, entonces, que cada vez más gente y partidos simpaticen, voten, se unan, justifiquen, convivan sin problemas, o tengan por aliados para gobernar a quienes la rechazan expresamente?
¿Cómo es posible que en un periodo de tiempo tan relativamente pequeño hayan podido expandirse tanto e incluso normalizarse las ideas extremistas, claramente antidemocráticas, en la Europa que se jactaba de ser la cuna y el futuro de la civilización más humanista y ejemplar?
Mi opinión es que eso ha tenido mucho que ver con el modo en que se ha ido construyendo la Unión Europea y, sobre todo, la zona monetaria del euro. Que, a su vez, es una de las expresiones más perfectamente acabadas del capitalismo neoliberal de nuestro tiempo.
Desde el punto de vista económico, no creo que sea necesario insistir en que las previsiones sobre los beneficios del euro no se han cumplido y, por tanto, que se ha producido una gran frustración social, aunque no se hable de ello.
Bastantes estudios empíricos (como este) han mostrado que el euro no ha generado efectos positivos singulares sobre la tasa de crecimiento económico en los países que lo asumieron. Lo cual es relevante pues se estimaba que ese sería el motor de los avances generales en inversión, empleo y bienestar. Es también una evidencia que la deuda se ha desbocado en todos los países y que no se ha logrado la convergencia de las economías que se anunció como una consecuencia segura de su puesta en marcha.
Todo lo cual, por cierto, era previsible, tal como anunciaron muchos economistas al señalar que la unión monetaria del euro estaba mal diseñada desde el principio. Paul Krugman dijo que los criterios de convergencia eran una «solemne tontería» y Joseph Stiglitz escribió todo un libro para demostrar «cómo la moneda común amenaza el futuro de Europa». No se reconoció, pero se supo desde su inicio que el euro nunca podría generar las ventajas que se le asociaban, porque se diseñó sin las instituciones y mecanismos de ajuste imprescindibles para hacer frente a los desequilibrios y shocks de tan diferente tipo que hoy día pueden afectar a las economías.
Durante algunos años, y a costa de generar burbujas y un endeudamiento que terminarían siendo letales, aumentó la convergencia entre las economías que formaban parte del euro pero comprobándose, al mismo tiempo, que más acercamiento en términos de PIB per capita no llevaba consigo ni semejante generación de valor añadido, ni armonía estructural ni, por supuesto, más equidad. Y cuando estallaron, las crisis fueron devastadoras; como no podía ser de otro modo, precisamente porque se carecía de mecanismos adecuados de ajuste y estabilización. Es más, el euro había dejado sin apenas capacidad de maniobra macroeconómica a los gobiernos y lo poco que estos podían hacer para luchar contra ellas era, para colmo, procíclico; es decir, que agudizaba los problemas.
Se sabía perfectamente que los cambios que llevaría consigo la implantación del euro no serían los fantásticos que se vendían a la opinión pública, sin ningún tipo de debate plural, para que aceptara sin rechistar su creación. Y se sabía que iban a generar mucha frustración ciudadana y descontento. Así lo reconoció en 1998 Etienne Davignon, presidente del grupo financiero más poderoso de Bélgica, en una entrevista en El País: «Los Gobiernos temen explicar a sus opiniones públicas la magnitud de los cambios que se avecinan. Es peligroso».
Tan claro debían tener los dirigentes europeos que la ciudadanía podría considerar peligroso al euro e indeseable asumir sus implicaciones, que lo legislaron sin contemplar la posibilidad material de poder salir de él. La trampa mejor urdida de la historia porque ¿quién en su sano juicio aceptaría incorporarse a algo de donde no esté contemplado que pueda salir si le va mal? Pues sí, los europeos que se incorporaron a una zona euro en cuyas normas no se contempla que algún país pueda abandonarla.
Pero ni siquiera todo esto ha sido lo peor que ha llevado consigo el euro y lo que, a mi juicio, ha producido la frustración, el desengaño y el desapego a las democracias que ha hecho crecer a la extrema derecha en Europa.
El euro ha impuesto políticas europeas en sustitución de las nacionales. Y el problema ha surgido porque la Unión Europea es un sujeto que adopta políticas sin ser político, utilizando el juego de palabras que me permito tomar prestado de Vivien Ann Schmidt (aquí). Es decir, sin tener una polis que lo condicione cuando crea conveniente. O, dicho de otro modo, porque no es una democracia y, por tanto, porque no proporciona ni el espacio ni los procedimientos (ni democráticos ni de cualquier otro tipo) que permitan canalizar las preferencias, las frustraciones, el descontento o la voluntad ciudadanas. La Europa del euro toma las decisiones que afectan a la ciudadanía, a veces muy gravemente, sin discusión ciudadana posible.
En la Europa del euro, la ciudadanía no se puede pronunciar ni deliberar, apenas puede influir, no tiene capacidad para controlar o censurar, y nunca puede decidir. Todo lo que afecta a sus condiciones de vida le viene dado; o mejor dicho, impuesto. Y en el único y cada vez más reducido espacio en donde a duras penas puede hacer algo de todo ello, en el de su respectiva nación, resulta que lo puede hacer en cada vez menor medida, en menos materias y siempre con la espada de Damocles sobre su cabeza: ¿lo permitirá o no lo permitirán Bruselas o Frankfurt, la Comisión Europea o el Banco Central Europeo, respectivamente?
Y la cuestión ni siquiera termina con ese achicamiento progresivo del espacio democrático que produce el euro. Como los partidos o los gobiernos nacionales no pueden decidir con autonomía porque no disponen ya de capacidad de maniobra suficiente, es materialmente imposible que pueden cumplir las promesas que han de ofrecer a sus potenciales electores y sin las cuales nunca podrán ganar las elecciones. Eso ha hecho que la política nacional se haya convertido en una farsa, en un sainete de compromisos que todo el mundo sabe que no se harán efectivos, salvo que respondan a la voluntad expresa de Bruselas, la cual ningún partido en su sano juicio (como reconociera Davignon) se atreverá a presentar ante sus electores como propia, si quiere conseguir su voto.
En el polo justamente opuesto de las instituciones del euro, los gobiernos nacionales han de limitarse -como también dice Vivien Schmidt- a hacer política sin hacer políticas, sin poder adoptarlas. Pero, entonces, ¿en qué queda la democracia?
Pues, realmente, en casi nada. El euro, esa es la realidad, vacía de democracia la política que se hace bajo su imperio.
Se sabía desde el principio que la Europa de los tratados del euro iba a ser incompatible con la constitución de algo parecido a un supra estado democrático. Nunca se pretendió. Lo que posiblemente no se tuvo en cuenta (o sí, quién sabe) es que convertir a la Unión Europea del euro en una no-democracia tan poderosa y determinante de lo que ocurre en las naciones que la conforman iba a debilitar en grado extremo a las democracias nacionales, o incluso a desmantelarlas, como dice Habermas que ha sucedido en Europa.
La Europa del euro ha desnaturalizado e inutilizado a las ya de por sí menguadas democracias nacionales en Europa y se ha construido a ella misma sobre la base de considerar innecesarias y prescindibles a la voz, las preferencias y la decisión de la ciudadanía; es decir, a la Democracia. ¿Quién se puede extrañar, entonces, que cada vez más gente y partidos simpaticen, voten, se unan, justifiquen, convivan sin problemas, o tengan por aliados para gobernar a quienes la rechazan expresamente?
Juan Torres López.
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