viernes, 31 de octubre de 2025

¿Existe un orden correcto para comer los alimentos?


Three white bowls sit on a blue and white cloth against a white backdrop. One bowl contains broccoli, another chicken and another white rice.
Credit..Eric Helgas for The New York Times
Uno de los recientes consejos de salud muy popular en internet es la “secuenciación de nutrientes”. Preguntamos a los expertos si tienen algún beneficio.

P: He oído que lo mejor para la salud es comer una ensalada antes de cenar. Pero si voy a comer verduras de todas formas, ¿realmente importa el orden?


Es un consejo de salud muy popular en internet: come tus alimentos en el orden “correcto” —primero las verduras, después las proteínas y las grasas, y por último los carbohidratos— y reducirás significativamente el pico de azúcar en sangre, lo que puede disminuir los antojos, la fatiga y los riesgos para la salud como la diabetes tipo 2, dicen sus defensores.

Investigaciones anteriores sobre este tema, a veces conocido como secuenciación de nutrientes o comidas, han llegado a la conclusión de que puede ser beneficioso para el nivel de azúcar en sangre, sobre todo para las personas con diabetes tipo 2 o prediabetes.

Para todos los demás, no es tan sencillo, dijo Alpana Shukla, médico e investigadora de Weill Cornell Medicine, en Nueva York, que ha estudiado el orden de las comidas. Aunque hay algunas razones para considerar la posibilidad de intentarlo, dijo.

¿Qué indica la investigación?
Los estudios existentes sobre los beneficios de la secuenciación de comidas son pequeños, pero los resultados son consistentes, dicen los expertos.

En una revisión de 2023 de 11 estudios, por ejemplo, los investigadores concluyeron que las personas que guardaban los alimentos ricos en carbohidratos para el final de una comida, después de las verduras y las proteínas, tenían niveles de azúcar en la sangre significativamente más bajos que cuando los consumían primero.

En un estudio realizado en 2019 con 15 personas con prediabetes, Shukla y sus colegas pidieron a los participantes que consumieran una comida de pollo sin piel a la parrilla, ensalada y pan ciabatta en tres órdenes diferentes en tres días distintos: primero el pan, seguido 10 minutos después por el pollo y la ensalada; primero el pollo y la ensalada, seguidos del pan; y primero la ensalada, seguida del pollo y el pan.

Los investigadores midieron los niveles de azúcar en sangre de los participantes justo antes de comer y cada 30 minutos durante tres horas después de cada comida. Descubrieron que cuando los participantes comían el pollo y la ensalada antes que el pan, los picos de azúcar en sangre eran un 46 por ciento más bajos que cuando comían primero el pan.

Los investigadores no están del todo seguros de a qué se debe esto. Una teoría es que comer primero las grasas, fibra y proteínas retrasa el vaciado del estómago, lo que podría ralentizar la absorción de los azúcares de los carbohidratos en el torrente sanguíneo, dijo Shukla.

Barbara Eichorst, vicepresidenta de programas de atención a la salud de la Asociación Estadounidense de Diabetes, dijo que tiene sentido que las personas con diabetes tipo 2 o prediabetes consuman primero las verduras y proteínas durante las comidas, ya que, a diferencia de los carbohidratos, las verduras y las proteínas no se convierten rápidamente en azúcar y provocan picos elevados de glucosa en sangre.

En el caso quienes tienen diabetes tipo 2, algunas investigaciones limitadas incluso dan a entender que este efecto reductor de la glucemia podría ser comparable al de ciertos medicamentos para la diabetes, según Nicola Guess, dietista clínica e investigadora de la Universidad de Oxford. Aunque es necesario seguir investigando sobre el tema.

¿Debería comer así todo el mundo?
Las investigaciones también han demostrado que ingerir carbohidratos al final de la comida puede reducir los picos de azúcar en sangre en personas que no padecen diabetes. Pero los expertos dijeron que las personas sanas no suelen necesitar controlar su glucemia de este modo.

Según Vijaya Surampudi, endocrinóloga de UCLA Health, un organismo que funcione correctamente normalizará los niveles de azúcar en sangre horas después de comer.

No obstante, dado que las proteínas, las grasas y las verduras ricas en fibra tardan más en digerirse que los carbohidratos simples, dejar los carbohidratos para el final puede ayudar a sentirse saciado durante más tiempo, dijo Domenico Tricò, profesor adjunto de medicina interna de la Universidad de Pisa, Italia, que estudia el orden de los alimentos.

Las investigaciones también sugieren que comer así puede estimular al intestino a producir más cantidad de una hormona de la saciedad llamada péptido 1 similar al glucagón, o GLP-1. (El medicamento para la diabetes Ozempic está diseñado para imitar esta hormona).

“El GLP-1 ralentiza la digestión e indica al cerebro que no se tiene hambre”, explicó Surampudi. Sin embargo, algunos expertos afirman que no está claro si los pequeños aumentos de esta hormona debidos únicamente a la secuenciación de las comidas (en comparación con el gran aumento que se obtendría con un fármaco como Ozempic) representarían una gran diferencia en el grado de saciedad.

Si tiendes a sentirte perezoso después de las comidas, Shukla y Surampudi dijeron que podría ser útil comer primero las verduras o las proteínas.

Algunas investigaciones también sugieren que reservar los carbohidratos para el final de la comida puede hacer que sea más probable que te llenes de verduras y proteínas y comas menos carbohidratos simples, que suelen tener menos nutrientes y más calorías, dijo Shukla.

La conclusión, según los expertos, es que aunque la secuenciación de las comidas es una de las muchas estrategias de alimentación saludable, no es algo que deba preocuparnos. Las tendencias dietéticas de este tipo a veces provocan ansiedad, lo que puede conducir a una alimentación desordenada.

“Si te resulta fácil, hazlo”, dijo Tricò. Pero si no, opta por alimentos de alta calidad que te gusten. Comer verduras en cada comida es más importante que fijarse demasiado en el orden de los alimentos, dijo Guess.

Nikki Campo es escritora independiente en Carolina del Norte.


jueves, 30 de octubre de 2025

La economía del comodín del tanto por ciento


Fuentes:Ganas de escribir


Numerosos estudios han demostrado que los argumentos o proposiciones que se basan en números, cantidades o porcentajes, se aceptan mucho más fácil y disciplinadamente por los seres humanos, con independencia de que sean más o menos ciertos. 

 Formuladas con cifras, las órdenes o sugerencias adquieren una apariencia de neutralidad, rigor y verdad que hacen que nuestro cerebro las perciba como más racionales y menos arbitrarias y, por tanto, como más aceptables.

La psicóloga y experta en ciencias de la decisión Ellen Peters ha demostrado con numerosos experimentos que la presentación cuantitativa de la información cambia la manera en que la gente la interpreta y actúa, incluso cuando el contenido verbal es idéntico. Un argumento expuesto con números resulta más creíble que otro equivalente presentado sólo verbalmente, aunque las cifras sean inventadas. Su expresión numérica hace creer que es de naturaleza técnica y objetiva.

La simple presencia de los números hace que el argumento nos parezca más fiable y asumible, pues desde muy pequeños socializamos asumiendo que tras ellos hay siempre ciencia y autoridad.

Los empresarios saben de esta capacidad de los números desde hace mucho. A ninguno se le ocurriría establecer incentivos de productividad a sus empleados o comerciales diciéndoles, por ejemplo, «haga más esfuerzo» o «aumente las ventas todo lo que pueda». Por el contrario, establecerá los objetivos numéricamente: «producir 50 piezas más al día» o «vender un 10% más todos los meses».

Y, naturalmente, también se enteraron de todo esto los economistas convencionales que viene proponiendo y justificando desde hace más de un siglo las políticas económicas dominantes.

Cuando lo que se pretende es aplicar las que claramente perjudican a la mayoría de la sociedad sin que se puedan proporcionar evidencias que las justifiquen, no hay más remedio que hacer trampa, sacándose algún comodín de la manga para ganar la partida que se tendría perdida si todas las cartas se pusieran boca arriba.

El comodín de la economía liberal convencional consiste en presentar sus teorías con grandilocuencia matemática y en revestir sus propuestas políticas con expresiones numéricas y porcentajes que les den la autoridad y legitimidad que, como acabo de decir, proporcionan siempre las cifras.

Como prueba de ello voy a mostrar a continuación cinco comodines falsos que la economía convencional se ha sacado y se saca de la manga para poder dar gato por liebre, engañando a la gente al hacerle creer de ese modo que se trata de propuestas técnicas y objetivas, cuando en realidad sólo responden a estrategias de los de arriba para desposeer sin cesar a los de abajo.

1. El primer comodín es la llamada tasa natural de paro, un porcentaje de desempleo por debajo del cual se dice que no conviene estar porque en ese caso se produciría inflación.

La idea la formuló inicialmente el economista liberal Milton Friedman y se hizo popular en los años ochenta del siglo pasado, cuando lo que se deseaba era provocar desempleo deliberadamente para desarmar a las clases trabajadoras y así favorecer la recuperación del beneficio privado.

La consecuencia de asumir como cierto ese concepto es evidente: la lucha por combatir el desempleo tenía un límite, el que marcaba el porcentaje correspondiente a la tasa natural de paro.

Sin embargo, tal como sus propios defensores reconocieron, la tasa natural de paro no es una variable observable, sólo se puede deducir a posteriori, cuando se sabe el comportamiento de los precios y del empleo. Se deduce, por tanto, de los propios datos que pretende explicar, lo que significa que es una tautología. Además, tampoco es «natural» sino que cambia según las circunstancias, lo que indica que empleo y precios no dependen uno del otro, sino de las circunstancias estructurales que los rodean. Y para poder estimarla (puesto que no se puede observar, como he dicho) hay que establecer como hipótesis completamente irrealista que los mercados tienden siempre al equilibrio. Prueba de ello es que la experiencia empírica contradice su existencia cuando muestra que, en la realidad, no hay correlación estable entre empleo e inflación.

A pesar de ello, como he dicho, presentar un determinado porcentaje como la supuesta tasa natural de paro de la economía tiene una clara utilidad: permite desentenderse de la lucha contra el paro, una lacra para la gente que lo sufre pero algo muy útil para mantener los salarios bajos y condiciones de trabajo leoninas.

2. El segundo comodín que traigo como ejemplo es el que se sacó de la chistera el presidente Mitterrand. Poco después de llegar a la presidencia de la República Francesa en 1981 propuso que todos los gobiernos europeos establecieran como límite del déficit presupuestario un 3% del PIB. En mi libro Economía para no dejarse engañar por los economistas cuento la historia de cómo se estableció ese criterio y no la voy a repetir aquí. Me limitaré a decir que tampoco hay ningún tipo de fundamento científico ni evidencia empírica que lo justifique. Podría haberse establecido el 2%, o el 4% o el 7% con el mismo fundamento, es decir, con ninguno. Fue otra patraña en forma de porcentaje que los gobiernos neoliberales europeos se sacaron de la manga para que la gente aceptara las políticas de desmantelamiento del Estado de Bienestar que se proponían llevar a cabo.

3. El tercer comodín se utilizó durante la crisis de 2007, cuando se quería convencer a la población de que había que hacer grandes recortes de gasto social con la excusa de reducir la deuda.

En un libro y diversos artículos, los economistas Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff aseguraron que el crecimiento económico se frena si la deuda supera el 60 % del PIB en los países emergentes y el 90 % en los desarrollados.

La tesis fue difundida amplísimamente gracias a un gran apoyo mediático (The Wall Street Journal calificó al libro como el más importante de los de economía publicados en 2009) pues permitía legitimar las políticas de austeridad que interesaban para rescatar a los grandes bancos que habían provocado la crisis.

Sin embargo, poco después los investigadores Thomas Herndon, Michael Ash y Robert Pollin comprobaron que los datos de Reinhart y Rogoff estaban mal utilizados y que sus conclusiones eran infundadas. Omitieron algunos que no se ajustaban a su tesis preconcebida, e incluso habían cometido sospechosos errores de cálculo que casualmente servían para reforzar lo que se quería demostrar.

El daño, sin embargo, estaba hecho. Sacar como comodín otro porcentaje de deuda que no se debía superar, de nuevo con falsedad y engaño, permitió legitimar y llevar a cabo políticas que produjeron un grave daño al conjunto de la economía y la sociedad.

4. El cuarto comodín también es muy relevante. Se basa en asegurar que los bancos centrales deben hacer lo que haga falta para que la inflación no supere el 2 %. De nuevo se trata de una fabulación que se presenta con la autoridad que dan las cifras para que así se pueda creer lo que carece de cualquier fundamento real o científico. No hay razón alguna para que el porcentaje de inflación tomado como tope sea el 2 %, y no el 1,5 % el 2,2 % o el 3 %. Se establece para hacer creer que las decisiones de los bancos centrales no son políticas, como son en realidad, sino exclusivamente técnicas, objetivas y, por tanto, no sujetas a deliberación.

5. Y ya para terminar, mencionemos un último comodín, aunque en este caso es mucho más evidente que responde a una decisión caprichosa e incluso irracional: la obligación de que todos los países de la OTAN dediquen el 5 % de su PIB a gasto militar. Un porcentaje igualmente caprichoso, al que ninguno llega, materialmente imposible de alcanzar por muchos de ellos, dado el nivel de deuda que ya tienen, y que además es completamente irracional y no tiene justificación económica alguna, como acaba de señalar José Borrell: «Exigir a todos los países un 5% del PIB de gasto militar no tiene sentido (…) Hungría es un país sin mar y no necesita armada. En cambio, España tiene muchos kilómetros de costa que proteger. ¿Los dos tienen que gastar el 5%? Parece que no”.

Como demuestro en el libro que estará en librerías a partir del próximo 12 de noviembre, la economía dominante es el fraude intelectual más grande de todos los tiempos y por eso necesita recurrir constantemente a tretas como esta que llamo del comodín del tanto por cierto. Desvelarlas, poner en entredicho a quienes, inocente o deliberadamente, cometen el fraude y combatirlas debería considerarse un imperativo ético fundamental y el primer deber cívico de nuestro tiempo, un servicio público de interés general, porque las mentiras y trampas con las que se están justificando las políticas económicas no son banales, sino que provocan el sufrimiento y la muerte de millones de personas. En nuestro caso más reciente, ayudando a que la gente entienda la barbaridad injustificada que supone comprometerse a dedicar el 5 % del PIB a gastos de guerra y, en particular, apoyando a Pedro Sánchez, el único dirigente de la OTAN que en este asunto ha tenido dignidad y coherencia y la valentía de oponerse al capricho de los autócratas. 

Publicado en lavozdelsur.es el 24 de octubre de 2025 

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miércoles, 29 de octubre de 2025

Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía: «Una persona que está muriéndose de hambre no tiene libertad»


Fuentes: El diario [Imagen: Joseph E. Stiglitz y el rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en la ceremonia del Doctor Honoris Causa. JUANMA SERRANO]



“Los aranceles son un desastre, pero lo más decepcionante es la capitulación de Europa”, denuncia el economista estadounidense en el discurso de investidura como Doctor Honoris Causa de la UIMP 

 Joseph E. Stiglitz (1943, Indiana, Estados Unidos) llegó a Santander con ganas de hablar de libertad: del sentido de un término que trata de capitalizar la derecha y de la importancia de la libertad académica “que está siendo cuestionada en los Estados Unidos y en mi universidad, la de Columbia”. A su juicio, no es solo un privilegio de unos pocos, sino que es una parte esencial para los mecanismos de control de la sociedad. “Nos enfrentamos a una ardua batalla, probablemente la ganaremos”, proclamó optimista a pesar de todo.

El Premio Nobel de Economía es un personaje menudo, que muestra cierta agilidad a pesar de apoyarse en un bastón, de rostro simpático. Habla de manera tranquila, no necesita elevar el tono ni hacer inflexiones teatrales para expresarse con contundencia sobre asuntos actuales y polémicos. En Santander no rehuyó ninguna cuestión: afirmó con rotundidad que en Gaza se está produciendo un genocidio “tanto humano como académico”, alabó el “liderazgo increíble” del presidente español, Pedro Sánchez, tras su reciente intervención en la Universidad de Columbia, criticó que Donald Trump está convirtiendo el mercado “en un bazar donde todo vale” y denunció el miedo que hay en las universidades estadounidenses, sobre todo entre alumnos extranjeros que temen ser deportados.

Sin embargo, a pesar de lo atractivo de la cita, cualquier romería de verano en Cantabria reúne a más autoridades y políticos que la presencia en la capital del todo un Premio Nobel de Economía. La ceremonia de investidura como Doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), con la presencia del ministro Carlos Cuerpo, tuvo sonoras ausencias. Entre ellas, la de la propia presidenta de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, que delegó la representación de su Ejecutivo en el consejero de Educación, Sergio Silva. Tampoco el responsable de Economía consideró pertinente escuchar en persona las lecciones del profesor de Columbia. Sí hubo, en cambio, representación de las universidades cántabras.

En la segunda fila le escuchaban algunas caras conocidas, como el empresario Sebastián Ceria, el matemático argentino que vendió su empresa dedicada al control de riesgos financieros por 850 millones de dólares y compró el Real Racing Club de Santander. Después de la ceremonia compartieron mesa y conversación antes del retorno del profesor a Bilbao, donde este lunes tiene agenda.

Cuando Stiglitz, un pensador comprometido con la justicia social, apareció en el salón, ya había protagonizado un encuentro previo con la prensa durante aproximadamente una hora. Estuvo amable y hablador. Destilando vitalidad. “No me habéis preguntado por los aranceles”, reprochó con cierta picardía a los periodistas, antes de lanzar su diagnóstico: “Son un auténtico desastre, pero lo que más me decepciona es la capitulación de Europa, que se hayan rendido a negociar con Trump”. “Si cede, eso supondría dejar de lado la soberanía de Europa”, vaticinó con contundencia.

En el discurso que pronunció en la ceremonia académica defendió “la misión esencial de la academia” y confesó que le emocionaba estar en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo después de los últimos sucesos en Estados Unidos: “Me reconforta muchísimo porque creo que el soft power de nuestras universidades es mucho más importante que el poder militar americano”. Según recordó, la universidad se dedica a defender el conocimiento “asegurándonos de que nuestra sociedad trabaja en beneficio de toda la humanidad y es fundamental mantener una red de conocimiento. Por eso los regímenes autoritarios siempre han atacado estas universidades”, apostilló.

El autor del libro ‘Camino de libertad: la economía y la buena sociedad’ opinó que “los que están en la derecha han hablado siempre de la libertad como si fuese suya, pero creo que no han entendido bien lo que significa esa libertad y al no hacerlo la han socavado”. Stiglitz explicó que no vemos autoritarismo en los países que han trabajado mucho por el bienestar. No se ve en los países más desarrollados de Europa, pero sí en los que ha habido muy poca intervención del Gobierno cuando no se ha ocupado de los que se quedan atrás, “de los que no tienen ni la salud ni la educación que merecen”.

La derecha ataca a las universidades porque no quieren oír hablar del pensamiento crítico

“Una persona que está muriéndose de hambre no tiene libertad, lo único que puede hacer es sobrevivir”, denunció el economista estadounidense. “Las universidades estamos aquí para reforzar esa libertad y dejar que los jóvenes la utilicen para ampliar sus potenciales, debemos liberarlos de las ideas que los limitan y que puedan pensar por sí mismos”, subrayó en su visita a la UIMP. En su opinión, esa es una de las razones por las que derecha ataca las universidades: no quieren que los jóvenes piensen por sí mismos, “no quieren oír hablar del pensamiento crítico”.

Stiglitz alertó también de que la libertad a veces se adquiere a expensas de la falta de libertad de otra persona. La libertad para cuidar el medio ambiente es que nosotros debemos de perder parte de nuestras libertades porque el planeta debe quedarse libre de contaminación. El Nobel ha enlazado esta cuestión con la pandemia, cuando algunas personas se resistían a llevar mascarilla o vacunarse porque restaba parte de su presunta libertad. “Pero eso ponía en riesgo la libertad de sus semejantes”.

Añadió otro ejemplo, el de quienes apelan a la libertad de llevar un arma frente a quienes no se sienten libres del miedo, por temor a que una persona armada irrumpa a tiros en su colegio. “La libertad de vivir es más importante que la libertad de llevar un arma”, afirmó. Por tanto, defendió la necesidad de hacer concesiones para llegar a acuerdos.

La segunda idea de potente de su discurso en Santander sirvió para destacar que a través de una acción colectiva se puede reformar la libertad de todos. Como sucedió durante la COVID: pagar impuestos ha permitido desarrollar vacunas. “Un ejemplo sencillo: un semáforo nos resta cierta libertad, ¿verdad? Nos hace parar cuando está en rojo, pero sin ellos nadie podría circular”, argumentó.

Joseph E. Stiglitz recibió el premio Nobel de Economía en 2001 por sus análisis de los mercados con información asimétrica, una contribución fundamental para comprender las fallas del mercado y sus implicaciones sociales. Desde ese año imparte clase en la Universidad de Columbia, donde fundó la ‘Initiative for Policy Dialogue’, un centro de pensamiento centrado en el desarrollo internacional.

En 2003 recibió el máximo honor académico de esa prestigiosa institución académica al ser nombrado ‘University Professor’, y, además, es conocido por su trabajo sobre economía de la información, desarrollo global y desigualdad, así como por su papel en instituciones académicas y multilaterales de alto nivel.

A lo largo de su carrera ha desempeñado puestos como economista jefe del Banco Mundial, asesor de gobiernos como el del presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, activista en el debate sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o miembro de la comisión que redefinió la medición del progreso social, entre otras plataformas destacadas.

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lunes, 27 de octubre de 2025

Acaba de aterrizar una nueva teoría sobre las turbulencias en los aviones

Un avión a lo lejos, volando contra un banco de nubes.

Richard P. Feynman, físico galardonado con el Premio Nobel, llamó en una ocasión a las turbulencias “el problema sin resolver más importante de la física clásica”. 
Credit...Kirill Kudryavtsev/Agence France-Presse — Getty Images Por Alexander Nazaryan

Un par de científicos desarrollaron un modelo avanzado que puede contribuir al estudio de las turbulencias en los aviones y ayudar a los ingenieros que buscan hacer el vuelo más seguro.

Bjorn Birnir teme que un vecino de asiento en el avión le pregunte a qué se dedica. Eso es porque Birnir es uno de los principales estudiosos mundiales de la turbulencia, el movimiento caótico de los fluidos, como el agua o el aire, en medio de una perturbación. Inevitablemente, el compañero de asiento le hará a Birnir la única pregunta que sabe que le espera y se resiste a responder: ¿Qué tan peligrosas son las turbulencias?

Hoy en día, esa pregunta se la plantean cada vez con más frecuencia los tres millones de personas que vuelan a diario tan solo en aeropuertos estadounidenses. Aunque antes parecían relegadas a una simple molestia de la aviación comercial, como la mala comida y el insuficiente espacio para las piernas, las turbulencias severas están empeorando. En 2023, investigadores británicos utilizaron datos meteorológicos recogidos a lo largo de varias décadas para llegar a la conclusión de que las turbulencias graves sobre el Atlántico Norte habían aumentado un 55 por ciento entre 1979 y 2020. (El estudio solo tuvo en cuenta las turbulencias de aire despejado, que se producen cuando un avión no vuela a través de una tormenta o por encima de una cordillera; ese tipo de turbulencia es especialmente difícil de predecir).

“He pensado muchas veces que sería maravilloso si pudiéramos hacer que los viajes en avión fueran un poco más agradables”, dijo Birnir, quien dirige el Centro de Ciencias Complejas y No Lineales de la Universidad de California en Santa Bárbara, y también preside el departamento de matemáticas de dicha universidad. Su última contribución a este esfuerzo es un artículo publicado recientemente en la revista científica Physical Review Research, en el que, según dijo, se presenta posiblemente el modelo más avanzado de movimiento turbulento. Este modelo podría, a su vez, ayudar a los ingenieros que buscan hacer los vuelos más seguros y menos estresantes.

“El diseño de aviones se va a beneficiar”, dijo Birnir. “Sin duda veremos mejores modelos meteorológicos”.

Thomas Q. Carney, profesor jubilado de tecnología de la aviación en la Universidad de Purdue, quien ha realizado más de 11.000 horas de vuelo como piloto, dijo: “Cuanto mejor sea el modelo, cuanto más capte del campo turbulento concreto, mejor será la previsión, que es lo que va a utilizar el piloto”.

Volar en compañías estadounidenses aún es excepcionalmente seguro, pero los accidentes recientes han empezado a erosionar la confianza en la aviación comercial. Este mes, la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte publicó un informe provisional sobre un vuelo de Delta Air Lines en el que, a finales de julio, resultaron heridas varias personas durante un encuentro con un aire inesperadamente agitado sobre Wyoming. Los pilotos habían intentado evitar el mal tiempo, solo para verse zarandeados inesperadamente por corrientes turbulentas. (El cambio climático también puede estar influyendo, ya que el calentamiento de la atmósfera afecta a la presión atmosférica y a la velocidad del viento).

La turbulencia ha planteado durante mucho tiempo un reto a los científicos, aunque en los últimos años los investigadores han introducido cambios significativos en la comprensión de su funcionamiento. Richard P. Feynman, físico galardonado con el Premio Nobel, la llamó en una ocasión “el problema sin resolver más importante de la física clásica”. Una de las razones es que la turbulencia “se basa en muchos factores en movimiento, por así decirlo: temperatura, presión, viento, etc.”, dijo Patrick Smith, quien escribe sobre aviación en su sitio web, Ask the Pilot. “Los factores y condiciones que provocan el aire agitado pueden cambiar muy rápidamente”.

El sistema es intrínsecamente caótico y se niega a evolucionar por un camino predecible. Las partículas que experimentan un movimiento turbulento “empiezan a divergir en distintas direcciones”, dijo Tanner D. Harms, quien estudió la turbulencia como estudiante de doctorado en el Instituto de Tecnología de California. Esas direcciones son excepcionalmente difíciles de modelar con precisión. “La definición de caos está casi entretejida en la propia turbulencia”.

Olas azules rompiendo bajo la superficie del mar. Vista submarina de olas rompiendo sobre un arrecife en la Polinesia Francesa.Credit...Sean M. Haffey/Getty Images

Para intentar dar sentido al caos, Birnir trabajó con Luiza Angheluta-Bauer, física teórica de la Universidad de Oslo, para idear un modelo que combina dos métodos distintos de observación de la turbulencia: lo que se conoce como mecánicas lagrangiana y euleriana. Los expertos afirman que ninguno de los dos marcos puede explicar plenamente por sí mismo cómo funciona la turbulencia.

Ello se debe a que estos dos marcos observan aspectos fundamentalmente distintos de un sistema turbulento.

En la mecánica lagrangiana, los investigadores observan una simple partícula, mientras que en el marco euleriano observan un único punto en el espacio. En pocas palabras, la mecánica lagrangiana es como observar una hoja que fluye río abajo, sujeta a los caprichos de los remolinos del agua.

En cambio, la mecánica euleriana es como observar una roca que sobresale de la superficie del río y estudiar cómo la turbulencia del agua se mueve alrededor de ese punto fijo.

La turbulencia lagrangiana es más difícil de modelizar porque requiere comprender cómo se comportará una partícula solitaria. Esa partícula solitaria “ejecutará el movimiento más complicado que puedas imaginar”, dijo Birnir.

Saber cómo encaja cada tipo de turbulencia en el panorama general es similar a seleccionar la lente adecuada para un microscopio, ya que ambas dependen en gran medida de la perspectiva. “La misma turbulencia, historias diferentes”, dijo Tomek Jaroslawski, investigador postdoctoral del Centro de Investigación de la Turbulencia de Stanford. “Ninguno de los dos puntos de vista es erróneo, solo son formas distintas de plantear una pregunta a la naturaleza”.

Él y Angheluta-Bauer utilizaron enfoques tanto teóricos como estadísticos. Anteriormente, los físicos no habían conseguido llegar a un modelo tan completo del movimiento turbulento. “El resultado es novedoso, de eso no hay duda”, dijo Katepalli Sreenivasan, exdecano de la Escuela Tandon de Ingeniería de la Universidad de Nueva York, y reconoció que algunos expertos no estaban de acuerdo con su valoración.

“La turbulencia plenamente desarrollada es donde las cosas son una locura”, dijo J. Doyne Farmer, catedrático de sistemas complejos y caóticos de la Universidad de Oxford. “Esos remolinos se comportan de forma muy caótica, y hay muchos grados de libertad”.

Birnir dijo que creía que el vuelo de Delta sobre Wyoming “parece ser un ejemplo típico de intermitencia grave en la turbulencia euleriana”, aunque afirmó que no podía hacer un análisis definitivo sin tener acceso a los datos brutos. Dijo que un modelo más matizado del modelo de turbulencia podría haber permitido a los pilotos tomar medidas preventivas, como reducir la potencia del motor, para contrarrestar la irregularidad euleriana por la que estaban volando.

Carney, de la Universidad de Purdue, confesó que parte del trabajo que habían realizado Birnir y Angheluta-Bauer estaba más allá de su entendimiento y que probablemente estaría fuera del alcance de cualquier piloto sin experiencia en dinámica de fluidos computacional. Pero eso no disminuía su utilidad potencial. “Confío en que contribuyan al estado de los conocimientos”, dijo.

https://www.nytimes.com/es/2025/09/26/espanol/turbulencia-aviones-fisica.html

domingo, 26 de octubre de 2025

‘Carottes râpées’, la fresca ensalada de zanahoria de los bistrós franceses. La hortaliza rallada y aliñada con limón, aceite de oliva, hierbas y algunos extras es la muestra de que lo simple y bien hecho triunfa

Receta carottes râpées ensalada de zanahoria
La ensalada de carottes râpées, de zanahoria cruda rallada, es un imprescindible de los cafés y bistrós franceses, tan clásico que incluso se vende como plato preparado en charcuterías y hasta supermercados. 

Se trata de una ensalada minimalista de zanahoria cruda rallada con un aliño muy ligero de limón y aceite de oliva, con hierbitas, y amenizada, de forma optativa, con un toque crujiente de frutos secos y algo de mostaza. Esto último va a gustos, pero si las zanahorias están dulces y ricas, el resultado es estupendo.

Los nativos dicen que el tamaño en el que se sirve la zanahoria es importante… que no lo digo yo, lo afirman ellos. Debe rallarse bastante fina, en un rallador de agujeros pequeños o con uno de esos ralladores circulares típicos franceses, los mouli julienne a manivela. No hace falta tener un robot rallador ni nada de eso. Aunque si lo tienes, pues lo usas.

Dificultad: 

Rallar bien la zanahoria y tener la paciencia de dejar reposar la ensalada un rato

Ingredientes

400 g de zanahorias
Un puñado de hojas de perejil
2 cucharadas de pasas (opcional)
2 cucharadas de piñones (opcional)
45 ml de aceite de oliva virgen
30 ml de zumo de limón (o al gusto)
De 1 cucharada a 1 cucharadita de mostaza de Dijon, al gusto
Sal y pimienta recién molida

Instrucciones

1. Pelar las zanahorias con un pelaverduras. Rallarlas por tu método favorito.

2. Ponerlas en una ensaladera y agregar el perejil, las pasas y los piñones, si se ponen.

3. Mezclar en un bol el aceite de oliva con el zumo de limón, la mostaza, la sal y la pimienta (se pueden mezclar en un tarro con tapa y mezclar agitando vigorosamente para que emulsione).

4. Verter este aliño sobre las zanahorias y remover bien para que se impregnen.

5. Tapar y reposar en la nevera 30 minutos para que las zanahorias se ablanden ligeramente, los sabores se asienten bien y el conjunto se refrigere. Remover de nuevo antes de servirla bien fresquita.

sábado, 25 de octubre de 2025

¿Para qué sirve la filosofía en la empresa?


No necesitamos tantos libros de teoría del ‘management’ y liderazgo para orientarnos en un mundo empresarial tan complejo como el de hoy

Un día preguntaron a Nuccio Ordine, ese gran maestro que nos dejó hace un par de años, si la filosofía servía para algo. Contestó que “es inútil y no sirve porque la filosofía no es servil. La filosofía te enseña a ser un hombre libre. Hoy en día hay un desprecio en nuestra sociedad hacia los saberes que no producen beneficio económico. Hemos perdido totalmente la idea del conocimiento como experiencia en sí: estudiar para ser mejores”. En 2023, Ordine recibió el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.

El pasado mes de julio participé en un desayuno del Proyecto Tendencias de este periódico, conducido por Ricardo de Querol, junto a Adriana Ugarte, actriz y licenciada en Filosofía; y Rafael Narbona, escritor y profesor de filosofía. Adriana habló sobre filosofía y arte, y Rafael sobre filosofía y vida. Aprendí de ellos tanto como disfruté.

Me tocó a mí responder a la pregunta, provocadora, como es el hecho mismo de pensar, de si la filosofía servía para algo en el mundo de la empresa. Y me acordé del entrañable profesor Ordine. Pensé en que él hubiera dicho que no. Que claro que no. Que no sirve para nada. Y, que, por eso, sirve para todo. Que es del todo inútil y, que, por eso, es tan valiosa. Tan útil. Tan esencialmente necesaria.

Nuestro mundo cambia a unos niveles de incertidumbre sin precedentes, geopolíticamente liderado por autocracias consolidadas o en ciernes. Con extremismos respaldados por amplios sectores sociales y en el que formular una visión de futuro a medio plazo corre el riesgo de caer en la soberbia o en la ingenuidad. Nos cuesta ver hacia dónde va el mundo y, con ello, hacia dónde vamos nosotros.

Vivimos en una sociedad nebulosa de saturación informativa permanente, que a veces confunde más que orienta. De beatificación de una tecnología a la que empezamos a estar tentados en delegar nuestras decisiones más humanas, convirtiendo así un medio en un fin en sí mismo. De las pesadas cadenas de la falta de tiempo con las que nos arrastramos, sabiendo que son cadenas que nos hemos puesto nosotros mismos en esa autoesclavitud de multiactividades, urgencias e inmediateces que nacen y mueren en el día, en la semana. Qué brillo el del filósofo alemán-coreano Byun-Chul Han.

En el mundo de la empresa y la gestión empresarial, en medio de la niebla y ante la inevitable inquietud que genera no saber dónde estamos, emergen voces bienintencionadas que, a base de repetirse, porque suenan bien, empiezan a convertirse en clichés. Autores americanos de business management que están en la frontera de los libros de autoayuda de aeropuerto que nos dicen que pongamos a las personas en el centro. Que demos la mejor versión de nosotros mismos. Que llevamos dentro un líder. Que seamos optimistas porque todo va a ir bien. Que si queremos podemos.

Nada que objetar a estas máximas, que son muletas que pueden levantarnos el ánimo o ayudarnos a enfatizar lo evidente. Pero creo francamente que no necesitamos tantos libros de teoría del management y liderazgo para orientarnos en un mundo empresarial tan complejo como el de hoy.

Creo que podemos descubrir en los grandes filósofos de la historia reflexiones de enorme valor sobre los grandes temas actuales. Y no por esnobismo, originalidad o moda vintage, sino porque sus ideas, pensamiento y convicciones han resistido el despiadado ataque intelectual de la crítica por los filósofos posteriores, año tras año, siglo tras siglo. Pasa lo mismo con la literatura, la poesía o la música, y por eso hoy tenemos una Odisea, un Romancero Gitano o una Tocata y Fuga en Re Menor. Qué mayor prueba de dureza intelectual, de perdurabilidad, de verdad.

Y así, cuando pensamos en la empresa en la importancia del tiempo y la presión de la inmediatez, es muy estimulante escuchar a Séneca decir que “no es que tengamos poco tiempo; es que perdemos mucho”. O a Montaigne y a Descartes, que nos proponen meditar sobre la muerte y la finitud de nuestra existencia para darnos cuenta de que una vida vivida con verdadera conciencia es la aventura más asombrosa en que podemos embarcarnos, por cotidiana que aparentemente nos parezca.

O cuando pensamos en valores, códigos de conducta y desarrollo de personas en la empresa, qué luminosas son las reflexiones de un Kant que nos invita a actuar “de tal modo que trates a la humanidad siempre como un fin y nunca como un medio”; o que nos preguntemos: “¿Qué sucedería si todos actuasen igual que yo?”, con ese imperativo categórico que nos llega con extraordinaria actualidad. Emmanuel Levinas lo reforzó siglos después con una belleza que aún nos sobrecoge: “la ética no empieza en principios abstractos, sino en el rostro del otro”.

O cuando reflexionamos sobre liderazgo auténtico, qué inspirador resulta oír de nuevo a nuestra María Zambrano decir eso de que “la autenticidad no es algo que se tiene, sino algo que se conquista cada día”. Ay, María, cuánta razón. Por eso la cultura de una empresa es tan humanista como lo es la de quienes la gestionan.

Y qué estimulante, al hablar sobre propósito empresarial, puede ser recordar al eterno Viktor Frankl diciendo que “vivimos por nuestras razones y morimos por falta de ellas”. No se puede expresar una verdad así con mayor belleza. O cuando pensamos en nuestras metas, esas libremente elegidas personal, profesional, empresarial y corporativamente; me imagino qué tipo tan extraordinario para tener de coach o sentar en un consejo de administración sería Aristóteles y qué gran código de conducta su Ética a Nicómaco.

Y quizás, por encima de todo, hablando de filosofía, podríamos encontrarnos con esa gran enseñanza de todos los filósofos de la historia, la única quizás universalmente compartida por ellos a lo largo de los siglos: la duda. Ellos nos enseñan a dudar, a cuestionarnos la realidad aparente, a reflexionar críticamente, a dialogar. A preguntar, como hacía Sócrates, incomodando a sus interlocutores cuando paseaba por Atenas hace más de 25 siglos.

Mi pregunta sería: ¿es posible una empresa humanista? Creo que sí. Pero creo que requiere ir más allá de la pura gestión empresarial. Requiere que nos adentremos en los mares de la filosofía y la ética, del arte y la historia, de la antropología y la psicología, de la música y la literatura. De todo aquello que es inútil. Que no sirve para nada. O que precisamente por eso sirve para todo. Para hacernos mejores. Para ayudar al otro. Para ser más libres. Más felices. Más humanos.

Fede Linares es presidente de EY España

viernes, 24 de octubre de 2025

El cráneo de un millón de años que "cambia totalmente" nuestra comprensión de la evolución humana, según los científicos

Cráneo gris con una gran caja craneana sobre una tela negra. Conserva algunos dientes. Presenta grandes cuencas oculares y orificios nasales.

Fuente de la imagen,BBC News

Pie de foto,Reproducción del cráneo de un millón de años en la que pueden observarse algunas características modernas.

Un cráneo humano de un millón de años de antigüedad hallado en China sugiere que nuestra especie, el Homo sapiens, comenzó a surgir al menos medio millón de años antes de lo que pensábamos, según indican investigadores en un nuevo estudio.

También afirman que demuestra que coexistimos con otras especies hermanas, incluidos los neandertales, durante mucho más tiempo del que creíamos.

Los científicos aseguran que su análisis "cambia totalmente" nuestra comprensión de la evolución humana y, de ser correcto, sin duda reescribiría un capítulo clave de nuestra historia.

Pero otros expertos en un campo en el que abundan los desacuerdos sobre nuestra aparición en el planeta, dicen que las conclusiones del nuevo estudio son plausibles pero lejos de ser seguras. El descubrimiento, publicado en Science, una de las revistas científicas más importantes del mundo, conmocionó al equipo de investigación, que incluía científicos de una universidad china y del Museo de Historia Natural de Reino Unido.

"Desde el principio, cuando obtuvimos el resultado, nos pareció increíble. ¿Cómo podía ser algo tan remoto?", declaró el profesor Xijun Ni, de la Universidad de Fudan, quien codirigió el análisis.

"Pero lo probamos una y otra vez para comprobar todos los modelos, utilizando todos los métodos, y ahora confiamos en el resultado y estamos realmente entusiasmados".

Tres científicos chinos se sientan alrededor de una mesa con cinco cráneos. Tres parecen ser los fósiles originales distorsionados, dos son reconstrucciones de color gris azulado y otro cráneo blanco parece pertenecer a otra especie. Dos de los científicos sostienen réplicas de cráneos.

Tres científicos chinos se sientan alrededor de una mesa con cinco cráneos. Tres parecen ser los fósiles originales distorsionados, dos son reconstrucciones de color gris azulado y otro cráneo blanco parece pertenecer a otra especie. Dos de los científicos sostienen réplicas de cráneos.

Fuente de la imagen,Fudan University


Pie de foto,
Los cráneos fueron descubiertos por un equipo chino en la provincia de Hubei, en el centro de China, que los comparó con otras especies humanas. 


Cuando los científicos encontraron el cráneo, llamado Yunxian 2, asumieron que pertenecía a un ancestro anterior, el Homo erectus, los primeros humanos con cerebros grandes. Esto se debe a que data de hace aproximadamente un millón de años, mucho antes de que se creyera que habían surgido humanos más avanzados.

El Homo erectus finalmente evolucionó y comenzó a divergir hace 600.000 años, dando lugar a los neandertales y a nuestra especie, el Homo sapiens.

Sin embargo, el nuevo análisis de Yunxian 2, revisado por expertos independientes del equipo de investigación, sugiere que no se trata de un Homo erectus.

Ahora se cree que es una versión temprana del Homo longi, una especie hermana con niveles de desarrollo similares a los de los neandertales y el Homo sapiens.

La evidencia genética sugiere que existió junto a ellos, así que si Yunxian 2 caminó sobre la Tierra hace un millón de años, según los científicos, las versiones tempranas del neandertal y de nuestra propia especie probablemente también lo hicieron.

Este sorprendente análisis ha cambiado drásticamente la cronología de la evolución de los humanos con cerebros grandes al datar su aparición al menos medio millón de años ante de lo que se creía, según el profesor Chris Stringer, del Museo de Historia Natural, quien ejerció de codirector de la investigación.

Afirmó que es probable que existan fósiles de Homo sapiens de millones de años en algún lugar de nuestro planeta, pero aún no los hemos encontrado.

Cuatro calaveras sobre una mesa. Dos calaveras blancas están distorsionadas y junto a ellas hay dos calaveras grises sin distorsión.

Cuatro calaveras sobre una mesa. Dos calaveras blancas están distorsionadas y junto a ellas hay dos calaveras grises sin distorsión.

Fuente de la imagen,Fudan University


Pie de foto,

Los cráneos blancos son los fósiles originales distorsionados y los grises son réplicas que han sido corregidas por computadora. 

La búsqueda de evidencias

Hay dos maneras de identificar la especie de un humano primitivo y determinar cuándo habitó la Tierra: analizando la forma del cráneo y analizando sus datos genéticos.

En el caso de Yunxian 2, se utilizaron ambos métodos, y ambos llegaron a la misma conclusión.

Sin embargo, otros investigadores, como el Dr. Aylwyn Scally, genetista evolutivo de la Universidad de Cambridge, afirman que ambos métodos presentan considerables incertidumbres.

"Hay que ser especialmente cauteloso con las estimaciones temporales, ya que son muy difíciles de realizar, independientemente de la evidencia que se esté analizando, ya sea genética o fósil", afirmó.

"Incluso con la mayor cantidad de datos genéticos, es muy difícil determinar el momento en que estas poblaciones pudieron haber coexistido con una diferencia de 100.000 años, o incluso más", agregó.

Añadió que, si bien las conclusiones de los profesores Ni y Stringer eran plausibles, distaban de ser seguras, y apunto que se necesitaban más pruebas para estar seguros.

"Ese panorama aún no está del todo claro para nosotros, así que si las conclusiones de esta investigación se sustentan en otros análisis, idealmente a partir de algunos datos genéticos, creo que empezaríamos a tener cada vez más confianza", declaró a BBC News.

La evidencia más antigua conocida del Homo sapiens primitivo en África data de hace 300.000 años, por lo que es tentador concluir que nuestra especie podría haber evolucionado primero en Asia.

Sin embargo, según el profesor Stringer, no hay suficiente evidencia para asegurarlo en este momento, ya que existen fósiles humanos en África y Europa que también tienen un millón de años y que deben incorporarse al análisis.

"Existe evidencia genética que apunta a la aparición aún más temprana de nuestra especie, que podría haberse recombinado con nuestro linaje, pero esto aún no está probado", declaró a BBC News.

Esta cronología anterior significa que las tres especies humanas coexistieron en el planeta durante unos 800.000 años, mucho más tiempo del que se creía, posiblemente interactuando y cruzándose durante ese tiempo.

Los "tres grandes"

La aparición más temprana también ayuda a comprender docenas de restos fósiles humanos que datan de hace 800.000 y 100.000 años, y que los científicos han encontrado difíciles de clasificar y ubicar en el árbol genealógico humano, la llamada "confusión intermedia".

Pero la aparición temprana del Homo sapiens, el Homo longi y los neandertales resuelve claramente el problema. Esto significa que ahora es posible agrupar los fósiles difíciles de clasificar como subgrupos pertenecientes a uno de los "tres grandes", o a sus ancestros más primitivos, el Homo erectus asiático y el Homo heidelbergensis, según el profesor Ni.

"La evolución humana es como un árbol", dijo. "Este árbol incluía varias ramas, y había tres ramas principales estrechamente relacionadas, que podrían haberse cruzado entre sí y coexistido durante casi un millón de años. Así que este es un resultado increíble".

El cráneo fue excavado junto con otros dos en la provincia de Hubei. Sin embargo, estaban dañados y aplastados, lo cual es una de las razones por las que Yunxian 2 fue clasificado erróneamente como erectus.

Para restaurarlos a su forma original, el equipo del profesor Ni escaneó los cráneos y les devolvió su forma mediante técnicas de modelado informático. Posteriormente, imprimió réplicas en una impresora 3D.

Al observarlos tal como eran, los científicos pudieron reclasificarlos como un grupo humano separado y más avanzado.

jueves, 23 de octubre de 2025

Carol Tavris: “Una mentira se puede identificar. Pero la autojustificación es como una serpiente que se enrosca en tu interior”

Carol Tavris
La psicóloga social y feminista estadounidense analiza en su libro ‘Se han cometido errores (pero yo no fui)’ cómo los seres humanos justifican “decisiones equivocadas, creencias ridículas y actos daniños”.

Carol Tavris, especializada en el pensamiento crítico, la disonancia cognitiva, la ira y el género, escribe junto al psicólogo Elliot Aronson Chelsea Se han cometido errores (pero yo no fui) (Capitán Swing, 2025), un libro en el que analizan cómo el cerebro está preparado para la autojustificación. El texto alude también a la danza de la ambigüedad de la que habla la psicóloga social Deborah Davis, que los psicólogos aseguran beneficia a ambos miembros de la pareja. Sin embargo, mientras que la ambigüedad evita herir los sentimientos, también causa problemas, y es ahí cuando exploran cómo afecta incluso a las violaciones. “La mujer realmente piensa que el hombre debería haber sabido que ella quería que parara, y él realmente piensa que ella dio su consentimiento”, escriben.

¿Sabe un violador que es un violador?
Los violadores, como todos los criminales y villanos, justificarán su comportamiento porque no quieren verse ni identificarse como violadores. ‘Ella quería’, ‘Llevaba una falda corta’, ‘Ella me provocó’... Entra en juego la autojustificación. Obviamente, hay hombres psicópatas que se enorgullecen de violar mujeres, pero en la vida cotidiana, un hombre que coacciona a una mujer no se considera un violador. Ese tipo de autojustificación no difiere psicológicamente de lo que dijo Augusto Pinochet: ‘Puedo dormir por la noche habiendo asesinado a miles de personas porque estoy protegiendo al país del caos y el comunismo. Soy una buena persona, soy un ángel’. Todos nos consideramos ángeles, ¿no? Así que, cuanto mayor sea el crimen que cometemos, mayor será la necesidad de justificar lo que hacemos.

¿Cuál es la diferencia entre la autojustificación y poner excusas?
Poner excusas es lo que hacemos cuando sabemos que hemos hecho algo malo, estúpido, insensato, hiriente o criminal. Inventamos una excusa para evitar un castigo o una sanción, para que nuestra pareja no se enfade, para que nuestro jefe no nos despida… La autojustificación es diferente porque no se trata de mentirle a otra persona, sino a nosotros mismos. Es el mecanismo que nos impide creer que hicimos algo malo, insensato o hiriente. Sirve para evitar que se abofetee nuestra autoestima. La autojustificación es peligrosa porque cuanto más inteligentes, capaces, competentes y amables nos consideramos, más difícil es aceptar que hemos cometido un error. Y por eso estamos más motivados a justificar lo que hacemos que a reconocerlo.

¿Es más peligroso que una mentira explícita?
Una mentira explícita se puede identificar y descubrir. Pero la autojustificación es como una serpiente que se enrosca en tu interior. Al aferrarnos tanto a esas justificaciones, se vuelve muy difícil cambiar de opinión. Es más peligroso cuando una empresa, un profesional, un médico o un experto no pueden aceptar que están equivocados para corregir su postura en un futuro, y es ahí es donde se convierte en un problema grave. Es esencial que seamos capaces de admitir nuestros errores si queremos mejorar.

 

La portada del libro 'Se han cometido errores'.

¿Diría que es más complicado que un hombre acepte sus errores?

Empecemos diciendo que sí. Pero las mujeres pueden ser igual de obstinadas, testarudas y autojustificativas. No es que un sexo sea peor que el otro admitiendo errores. También tiene que ver con nuestro autoconcepto y nuestra identidad. Si le preguntas a una mujer cómo cría a sus hijos, cómo cocina o si fue realmente cruel con su mejor amiga, justificará sus propios errores y deslices cuando le convenga. Así que, lo siento: la autojustificación es universal. Pero es cierto que las posiciones de poder las suelten ocupar ellos y suelen bloquear cualquier insulto a su sentimiento de competencia. Hay un ejemplo famoso de esto. Virginia Apgar, que desarrolló un sistema de evaluación de la salud de los recién nacidos asistió a un cirujano experimentado en una cirugía cuando era médica residente. Pensó que, durante la operación, había pinzado una arteria del paciente y que este había fallecido por ello. Le preguntó al médico si ella era la responsable de la muerte del paciente y él le dijo que se olvidara de lo ocurrido. Pero ella fue a la morgue donde le estaban haciendo la autopsia al paciente y descubrió que efectivamente, había pinzado la arteria por error y que por ende, había causado la muerte del paciente. Aunque fue durísimo, aseguró que tenía que saberlo para no volver a hacerlo. Esa es la diferencia. El cirujano también tendría que haber querido saberlo. Son las personas en la cima, las que por cierto suelen ser las más competentes y hábiles, quienes tienen la mayor necesidad de justificar su error. Pero no confundamos género con poder porque cuando las mujeres ocupan puestos poderosos, cuando dirigen países y cuando dirigen empresas, lamento decir que son igualmente vulnerables a la autojustificación.

Señala que la sociedad es eminentemente egocéntrica. ¿Por eso nos cuesta más asumir los errores?
Depende de cuál sea el error. La distancia cognitiva es universal. Depende de si resulta herida la parte que más nos importa de nuestro ego. Puedes insultar mi paella, porque no forma parte de mi identidad hacer la mejor paella del mundo. Pero si me ganara la vida vendiendo mi paella mundialmente famosa, entonces defendería mi forma de hacerlo, no la de usted. El ego es más o menos importante según lo central que sea el tema.

Explica que el cerebro está diseñado con puntos ciegos y que, sin querer, nos cegamos y pasamos por alto eventos vitales. ¿Es lo que ocurre cuando en una relación tóxica se ignoran las ‘red flags’?
Siempre enfatizo la pirámide de la elección. Lo central de la disonancia cognitiva es el choque de dos creencias que no encajan. Por ejemplo, amo a una persona pero me trata fatal. Cada vez que elegimos sentimos disonancia por la elección que no hicimos. Si compro un coche solo voy a pensar en todo lo bueno que tiene y voy a ignorar a quien me diga que hice una estupidez terrible. Si estás enamorada, vas a ver todo lo bueno en la decisión tomada y vas a ignorar todas esas pequeñas discordancias sobre la persona. Ahora bien, esa es la base de una buena relación: centrarse en lo bueno e ignorar lo malo. Eso es cierto en todas las relaciones. Pero lo que podría suceder con el tiempo, a medida que descendemos en la pirámide, es que si lo malo empeora, no queremos darnos cuenta ni prestar atención a la creciente evidencia de que hicimos algo mal. Es completamente normal y es la razón por la que nos quedamos estancados. Lo curioso es que cuando la gente decide separarse, es como si se invirtiera esa pirámide. Ya no puede ver nada bueno de la que era su pareja. Es normal y universal: se basa en por qué justificamos una decisión que hemos tomado. Significa que todos debemos encontrar el equilibrio y aceptar cosas de la otra persona que quizás no nos gusten tanto, pero que no van a cambiar.

miércoles, 22 de octubre de 2025

Todo lo que decimos sin decirlo

El cuerpo y los gestos, incluidos los silencios, resultan imprescindibles en el acto de comunicar y de aprehender lo que se comunica. Estudiarlos e interpretarlos puede mejorar nuestras relaciones sociales

Dos personas conversan tranquilamente. O, al menos, eso parece. Mientras uno de ellos habla, sus pies apuntan a la puerta. Sus palabras dicen una cosa, pero su cuerpo empieza a contar otra distinta. Escuchamos a alguien decir que está bien, pero su mirada nos evita y sus labios se aprietan. Algo no encaja y no hacen falta más comentarios. El cuerpo lo dice todo, incluso cuando callamos, fingimos o intentamos pasar inadvertidos. Como reconocía uno de los grandes padres de la comunicación no verbal, Paul Watzlawick, “no podemos no comunicar”. Tenemos la capacidad de captar las señales que emite quien tenemos enfrente de una forma u otra. Este radar intuitivo, además, puede afinarse, lo que nos ayudaría en nuestras relaciones diarias, tal y como nos enseñan los expertos en comunicación no consciente, como Juan Manuel García, miembro de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. Además de su experiencia en el terreno, es divulgador, con más de seis millones de seguidores en sus redes sociales, y autor del reciente libro Ciencias del comportamiento (Temas de Hoy, 2025). “Lo que expresamos con el cuerpo, con la mirada o con los silencios, muchas veces es más importante que lo que decimos con palabras”, explica. En la medida que conozcamos la comunicación no consciente, asegura García, “podremos expresarnos mejor, prevenir conflictos, mejorar nuestras relaciones o, incluso, evitar engaños”.

Pero no basta con observar a los demás: también necesitamos escuchar a nuestro propio cuerpo para entender lo que sentimos. La postura que adoptamos, por ejemplo, no es un detalle menor. Un estudio realizado en la Universidad de Auckland en 2015 reveló que las personas que están erguidas en situaciones estresantes no solo se sienten más seguras, sino que también muestran una mayor autoestima, un estado de ánimo más positivo y menos miedo. Estudios posteriores de la Universidad Libre de Ámsterdam reafirmaron cómo una postura encorvada favorece pensamientos negativos. Esto sugiere que el cuerpo no es solo un reflejo pasivo de nuestras emociones, sino un agente activo que influye en cómo nos sentimos y nos recuperamos internamente. Percibir cuándo apretamos los labios, encogemos los hombros o desviamos la mirada nos permite entender mejor lo que sentimos en cada momento.

García nos propone un método en tres fases: analizar, conocer e influir. Y la primera, según los expertos, es la más difícil de todas. Ahora bien, hemos de observar los comportamientos, gestos, posturas, expresiones o microseñales del cuerpo sin sacar conclusiones precipitadas. Tampoco hemos de encasillar lo que vemos en un diccionario universal de gestos, que no existe. Por ejemplo, si conversamos con alguien que tiene los brazos cruzados no significa necesariamente que esté desinteresado o molesto, quizá esté distraído con sus propios problemas.

¿Cuántas veces hemos creído entender a alguien solo por una primera impresión? Nuestro cerebro es maravilloso, pero también resulta perezoso. Cuando conocemos a una persona, preferimos las suposiciones rápidas, los atajos o los sesgos mentales, antes que detenernos a pensar. Por ello, corremos el riesgo de confundir simpatía con competencia, o belleza con honestidad.

Al observar, merece la pena prestar atención a aquellos gestos que solemos pasar por alto. Las pupilas, por ejemplo, se dilatan con el interés o con el deseo, y se contraen con el rechazo. El parpadeo cambia de ritmo según nuestras emociones. La mandíbula, cuando se tensa y palpita, puede revelar contención emocional. Y los pies, esos grandes olvidados, como dice García, a menudo apuntan a donde realmente queremos estar.

Una vez que hemos aprendido a mirar sin tantos filtros, llega el momento de contextualizar lo que vemos. En esta segunda fase es fundamental saber cuál es la línea base o el patrón natural de comportamiento de cada persona. Como explica García, hay personas que comunican con gran intensidad, como el presidente argentino, Javier Milei, mientras que otras lo hacen con contención, como es Angela Merkel, antigua canciller alemana. Ambos estilos son naturales en ellos: hemos de conocer el comportamiento base de la otra persona para identificar cualquier desviación e indagar en la causa.

Toda la información anterior nos ha de ayudar a actuar mejor desde la comprensión. Es decir, a influir, que es la tercera fase del modelo, para crear una conexión genuina y favorecer el entendimiento mutuo. Mientras escuchamos a alguien que cuenta algo difícil —una enfermedad o una pérdida—, si parpadeamos lenta y suavemente nuestro cuerpo expresará mayor empatía. O si queremos el apoyo de alguien para un proyecto y detectamos una señal de protección, quizá valga la pena parar la exposición y reconducir la conversación hacia preguntas que le resulten cómodas para la otra persona y relajar el ambiente.

Entender al otro —y también a nosotros mismos— no comienza con una respuesta, sino con una pausa. Una observación atenta. Una mirada sin juicio. Porque, a veces, lo que no se dice en voz alta es lo que más nos une.

Pilar Jericó es doctora en Organización de Empresas y experta en comportamiento humano.