lunes, 12 de septiembre de 2011

El PP debate las propuestas más duras que no llevará en su programa

Es difícil que lo que se planteó ayer en el foro sobre empleo del PP en Las Palmas llegue con tanta claridad a un programa electoral diseñado para no asustar. Y sin embargo, parece evidente que por ahí irá la acción de Gobierno. Sobre todo porque hablaron personas muy influyentes en la esfera económica del PP. Entre ellos, Rodrigo Rato, presidente de Bankia, que el PP recuperó ayer como un estandarte. Los populares quieren reivindicar el espíritu de 1996, y nada mejor para reforzar esa idea que una foto en un acto del PP con Rato y José María Fidalgo, exsecretario general de CC OO, que ayer se deshizo en elogios y parabienes al equipo económico del PP.
Rato, distanciado de Mariano Rajoy durante mucho tiempo pero reconciliado cuando, por intercesión del líder, alcanzó la cúpula de Caja Madrid, fue suave en las formas, evitó criticar al PSOE, al contrario que otros intervinientes, y siguió parte del discurso gubernamental, sobre todo el que señala que España no tiene un problema real de deuda pública. Pero marcó una línea clara para el futuro: rebaja de sueldos. (Curiosamente él se ha subido el suyo en Bankia. "El sueldo de Rato ha sido polémico recientemente, al conocerse que entre él y los otros dos principales responsables de Bankia se repartirán hasta 10 millones de euros anuales". Seguimos sin predicar con el ejemplo)
Rato propuso usar los impuestos para incentivar a las empresas más innovadoras y trabajar para acabar con el modelo laboral dual. El economista Manuel Lagares, al que Montoro definió como su maestro, planteó una reforma del Impuesto de Sociedades inmediata y del IRPF más adelante, y descartó subir los impuestos a rentas altas o recuperar pat En el primonio. González Pons reivindicó su “aspiración” de recuperar el empleo perdido, aunque evitó repetir la cifra de los 3,5 millones.
En realidad Rato no habló de bajada, fue Alberto Nadal, miembro de la cúpula de la CEOE y hermano gemelo de Alberto, hombre de confianza de Rajoy en el equipo económico del PP, quien planteó esa necesidad. Nadal propuso una política laboral “más agresiva” que las del PSOE con un contrato único, algo que ha esbozado Rajoy. Pero sin usar el verbo “bajar” salarios, Rato lo apuntó con claridad: “España siempre ha ajustado su empleo vía cantidad [paro] y no vía precio [salarios]. Nuestra estructura salarial necesita una profunda reflexión. El ajuste se produce siempre, tenemos que elegir cómo lo queremos. Debemos plantear una seria discusión sobre nuestro sistema de fijación de salarios. El camino es que haya diferencias entre asalariados en relación con la competitividad y la productividad” aseguró ante un reducido grupo de asistentes al foro, entre los que estaban Cristóbal Montoro, el organizador, Dolores de Cospedal, Ana Mato o Esteban González Pons.
La idea de vincular salarios y productividad está muy extendida también en sectores del PSOE, aunque en el PP se evita hablar con tanta claridad de una modificación de la estructura salarial. Rajoy fue muy criticado cuando en una entrevista planteó la necesidad de “trabajar unas poquitas horas más o ganar un poquito menos” y dejó de decirlo.
Fidalgo (Anterior Secretario General de CC.OO.) fue el más comentado en pasillos, ya que aunque reivindicó su independencia, utilizó un tono muy entregado con sus “amigos” del equipo económico del PP y aplaudió casi todos sus planteamientos. Les dijo incluso que no deben temer a la calle porque “no habrá contestación social como se entendía en el pasado” a sus medidas. Sentado junto al abogado Íñigo Sagardoy, remató con un mensaje a la cúpula del PP: “Tenéis que hacerlo muy bien. Necesitamos que acertéis. Porque hay una cosa peor que os echen, y es no tener alternativa”. Leer todo el artículo en El País.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahí Fidalgo con dos...

Anónimo dijo...

Podríamos decir mejor, ¡ahí Fidalgo con dos felones!,... Por decir se pueden decir muchas cosas, pero no todas serán éticamente correctas.
Es evidente que Fidalgo ha sido Secretario General de CC.OO. Sindicato que sufrió la represión máxima durante la dictadura, por defender a los trabjadores, con miles de años de cárcel de condenas, por ejemplo en el famoso proceso 1001. Y también, fundamentalmente, ese sindicato dirigió las luchas reivindicativas de los trabajadores. Si ahora, a su anterior secretario, lo vemos a sueldo de un Banco (el Santander) y asesorando como “intelectual” a un partido conservador y de derechas (el PP) hay que aceptar que el “compañero hidalgo” ha experimentado un cambio extremo. De "defender" a los trabajadores pasa, sin solución de continuidad, a defender a los patronos. Algo no cuadra, excepto que ya fuese un sutil defensor de la patronal. Vamos, claramente, un tapado.
Así se explicarían muchas de las decisiones que últimamente ha adoptado el Sindicato y que parecen incomprensibles. Los errores y peligros de la clase obrera han sido siempre la traición (gente que trabaja por y para el adversario) y los errores; hacer o decir lo que no lleva al progreso y la mejora de la vida de los trabajadores, de lo cual sabemos bastante los que hemos trabajado en sus organizaciones. Si, además, se permite aconsejar que de sus actuaciones (bajar los sueldos, despedir endurecer la vida de tantos trabajadores en un País que tiene los índices de paro que conocemos) "no teman nada porque no habrá contestación en la calles". Ante quién estamos? No creo que nos merezca ningún respeto, pues o antes estaba equivocado o lo está ahora,... o lo ha estado siempre pues no ha creído nunca en sus palabras. Ha imitado a la zorra en la fábula de “La Zorra y el cuervo”, decir siempre aquello y sólo aquello que le pueda revertir beneficios personales. Y aunque él lo niegue, sí habrá contestación y lucha pues ya las ha habido y las hay (vean las huelgas generales y el 15-M). Aunque con sus palabras pretenda desanimar a los trabajadores. Así que, si niega la realidad, nos muestra una voluntad de disfrazar o edulcorar esa realidad para congraciarse con los que ahora le pagan y, muy a su pesar, se muestra como un pésimo asesor. Dice lo que sabe, o supone, que quieren oír, pero no lo que debería decir sobre la realidad, para conocerla bien y actuar en consecuencia. Las cosas, así, se presentan feas.