domingo, 19 de febrero de 2012

Más sobre la Reforma Laboral

A pesar de estar anunciada previamente la dureza de la reforma laboral aprobada el pasado 10 de febrero por el gobierno de Rajoy, su contenido ha sobrepasado los temores más pesimistas. Se trata de un verdadero terremoto en las relaciones laborales en el Estado español. Y eso que, como ha difundido CCOO, desde 1980, fecha en que se aprobó el Estatuto de los Trabajadores, se han sucedido 52 reformas laborales en España.
La fachada propagandística para vender esta reforma por parte del gobierno Rajoy es la de ayudar a crear empleo, una mentira tan grosera que, incluso, una parte del mismo gobierno reconoce abiertamente su falsedad. El objetivo real se desprende claramente del propio conjunto de medidas, dotar a la patronal española de un poder incontestable, atando de pies y manos a la clase trabajadora ante un dominio discrecional de los empresarios, y debilitando aún más a los sindicatos.
Esta reforma reaccionaria ha sido posible gracias a una conjunción de circunstancias excepcionales. Una crisis económica que ha elevado la tasa de paro a un 23% (5,5 millones de parados) provocando un efecto de shock en las clases populares. Un contexto europeo orientado en la misma dirección que el gobierno conservador español, aunque la reforma española se encuentre entre las más duras hasta el momento. Una actitud del gobierno socialista que abrió, con menos dureza, el camino de la reforma seguido ahora por el PP. Una victoria electoral de este partido en noviembre que le ha otorgado la mayoría absoluta en el Parlamento y el control de la mayoría del poder regional y local. Y una actitud a la defensiva y con retrocesos de los sindicatos mayoritarios a nivel estatal, que después de la huelga general de septiembre de 2010 motivada por la reforma laboral del gobierno del PSOE, pactó 4 meses más tarde la reforma que empeoró todas las condiciones relacionadas con la jubilación.
En estas condiciones, el gobierno de Rajoy, representante natural de los intereses de la patronal, ha hecho realidad las continuas demandas exigidas en este sentido por la propia patronal, por la burguesía europea (que se expresa sobre todo a través de Merkozy) y por los mercados mundiales (la expresión popular de los grandes poderes financieros internacionales).
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