domingo, 26 de febrero de 2012

PALABRAS PARA TEJERSE.

Nos recordaba Santos Juliá en este periódico, hace un par de domingos, a Larra: por desgracia, hoy tan oportuno como en su época, cuando en su opúsculo magistral "Dios nos asista", don Mariano (el bueno) José se refería a las fuerzas políticas alternativamente imperantes en la España de entonces: “Tejedores: tejer y destejer. Nadie vende su tela y nadie hace tela nueva”

Andaba yo estos días con la indignación crecida y la confianza bajo mínimos, y leer a Juliá, que citaba también a Juan Valera, colocó delante de mi un espejo nada deformante de la realidad, tan exacto que ponía los pelos de punta. Venían estas jornadas mía de desánimo –compartidas por mis amigos de las redes sociales- de la caverna jurídica que ha alumbrado la condena a Garzón- digan lo que digan los equidistantes arrepentidos de su radicalismo de antaño-; del reciente parto gubernamental de esa criatura innoble llamada reforma laboral, difícilmente no interpretable como un castigo a una clase social entera, la de los trabajadores; venían del renovado sadismo de las agencias de calificación, de la codicia de los mercados, del dolor que provoca la insoportable tragedia griega. Venían de las vejaciones aplicadas al cuerpo médico de la sanidad pública, de la mofa que suponen esos pacientes de pago operados en instalaciones pagadas por todos, de las escabechinas perpetradas en colegios públicos, del morro de las escuelas concertadas que se han pedido bacalao y pescado para Cuaresma. Venían de todo lo que ustedes saben y de más.

VENÍAN DE ESTE PASMO NUESTRO PARA REACCIONAR.
Cuando miro a Grecia y la veo en la calle, puedo afirmar que no es eso lo que quiero para mi país. No quiero que la ira desemboque en vandalismo, pero puedo comprenderla porque el vandalismo y la violencia de guante blanco que Gobiernos y banqueros ejercen sobre los ciudadanos resultan tan insultantes, tan devastadores, tan desproporcionados y sin respuesta por parte de ninguna entidad civilizada que lo único que le quede a la gente es salir a la calle y protestar. Y la protesta, cuando sale de tan adentro, nunca puede medirse.

No así los pasos que se han ido dando para saturnizar las relaciones entre los poderosos y su mano de obra. No basta con que les salga barata; necesitan tenerla arrodillada. Lo repito siempre, que la lucha de clases sigue en pie, pero desde hace años –desde que cayó el Muro- en su versión repulsiva; la clase de más arriba contra todas las demás.

Pues habría seguido yo así, con el pecho de plomo, de no haber sido porque en una de las noches del fin de semana previo al artículo de Santos Juliá, durante un feliz insomnio, me encontré en Radio Barcelona con la última entrevista que Rosa Badía realizó, en su programa Tot és comedia, a la catedrática de Ética y Filosofía Política Adela Cortina. Les recomiendo que busquen el post, en www.cadenaser.com, escribiendo el nombre de la entrevistada. Vale la pena por el contenido, por supuesto, y vale la pena por el tono.

APARTE DE LA PLACIDEZ profesional que siempre me produce comprobar el buen pulso periodístico de Rosa y su deliberado alejamiento de los alaridos propios de esa época, encontrar la voz de esa catedrática –más o menos de mi generación: qué gran madurez, la suya – supuso una especie de relativización importante, de esas que tan poco le gustan al Papa. Es decir, pese a referirse a temas tan amplios como la perdida de valores generalizada, la desconfianza de los ciudadanos en su clase política y económica, y el individualismo feroz en que vivimos, pese a ello, digo, el foco de Cortina se centra en mejorar la sociedad. Y sus reflexiones, aunque realistas, conducen al pensamiento de que, por mucho que nos cueste y por difícil que resulte, podemos hacerlo. Podemos aspirar a cambiarnos y a cambiar la sociedad.

Después de todo, si hay empresas que le encargan –a ella y al instituto que preside- una “auditoría moral”, ¿por qué no puedo creer que podemos contribuir a la creación de un mundo más ético?
Civilización contra barbarie. No es nuevo. Palabra para tejerse y resistir para que no nos destejan. Maruja Torres, en El País Semanal de 26 de febrero de 2012. www.marujatorres.com

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