Y vio la Iglesia que era bueno.
Un día reconoció a Óscar Romero.
"San Romero de América", santo para el pueblo católico de El Salvador desde el momento en que el arzobispo de la capital fue asesinado mientras daba misa 35 años atrás, es desde este sábado beato.
En una ceremonia en la capital del país de poco más de dos horas y media de duración, el cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, dijo la palabra tan esperada.
"Beato".
Al leer una carta del papa Francisco, aseguró: "En virtud de nuestra autoridad apostólica facultamos para que el venerado siervo de Dios, Oscar Arnulfo Romero Galdámez, obispo, mártir, pastor según el corazón de Cristo, evangelizador y padre de los pobres, testigo heroico de los reinos de Dios, reino de justicia fraternidad y paz, en adelante se le llame beato".
Era lo que los cientos de miles de fieles presentes en la Plaza Salvador del Mundo habían venido a escuchar.
Por la canonización. Beatificación de Óscar Romero
La ceremonia se extendió por poco más de horas y media.
Pero los católicos salvadoreños no se conforman.
Casi en un acto de gula santoral, aseguran que ahora van por más.
"Ahora a orar por la canonización. Que el Papa lo haga santo oficialmente en el Vaticano. En mi corazón monseñor Romero ya lo es", le dice Lilián a BBC Mundo.
"Tus paisanos esperamos tu pronta canonización", se lee en las camisetas que llevan un grupo de jóvenes de Ciudad Barrios, lugar de nacimiento de Romero.
Uno de ellos, Erbert Cruz, de 19 años, asegura que "tiene que ser reconocido como santo porque luchó por la justicia en El Salvador y por los oprimidos, por ellos luchó Romero".
Romero alcanzó el arzobispado en San Salvador en un momento ríspido de la historia del país, que se agravaría con su muerte.
Beatificación de Óscar Romero
Romero alcanzó el arzobispado en San Salvador en un momento ríspido de la historia del país, que se agravaría con su muerte.
La guerra civil que se inició poco después de su asesinato a manos de la extrema derecha, y culminó en 1992, dejó unos 70.000 muertos.
Es la cantidad de víctimas en crímenes que ha sufrido El Salvador desde entonces, un país que se consume por la violencia de las pandillas.
Un tema presente en la ceremonia, en menciones y en omisiones.
Por respeto a Romero, las maras prometieron evitar actos violentos durante el fin de semana.
Día de ceremonia
Fue un día en el que dos palabras se repitieron sin césar: Romero y agua.
Si algo no tuvo piedad este sábado, fue el sol; inclemente, abrasó pieles. La brisa, ocasional, se prestaba a la plegaria.
Pero el cielo también regaló el momento perfecto: un arcoiris que formó un halo sobre una imagen gigantesca de Romero colocada sobre el lateral de un edificio.
Beatificación de Óscar Romero
A la celebración asistieron los presidentes Rafael Correa, de Ecuador, y Juan Carlos Varela, de Panamá.
Ni los previsores que llegaron con paraguas se salvaron.
"El que no baja la sombrilla no es católico", gritó una mujer tres o cuatro veces.
Si el sol golpeó durante la mañana, fue la lluvia la que puso a prueba a los fieles durante la noche.
Pisando los 60 años, a Doris Villalba y a su amiga no les importó llegar a las seis de la tarde del viernes y pasar la noche a la intemperie.
Dieciséis horas de espera. Cantando alabanzas, rezando, en vigilia, celebrando.
"Esto se vive una vez en la vida, era grato para nosotros vivir con los demás hermanos este momento. Es importante estar acá porque Romero dio la vida por el pueblo oprimido", asegura.
"Me gustaría", añade, "que fuera canonizado para que sea reconocido en el mundo entero".
Doris es una de las tantas personas que lleva la indumentaria (casi) oficial de la beatificación: una camiseta con la cara del ahora beato.
El rol de Francisco
El papa Francisco logró estar presente sin dejar el Vaticano.
"Gracias papa Francisco", decía el cartel que Julio y César Segura, padre e hijo, sostenían durante la ceremonia.
Un día antes compraron un par de camisetas para venir a juego con una frase que Romero dijo en 1977: "Hay que obedecer la ley de Dios aún cuando suponga el riesgo de morir".
Beatificación de Óscar Romero
La ropa ensangrentada de Romero fue enseñada durante la ceremonia.
César, de 20 años, destaca la "iniciativa" del primer Papa latinoamericano, el argentino Jorge Mario Bergoglio.
"Hemos estado esperando 35 años por esto. Sabíamos por ahí que había algunos cardenales latinoamericanos que se oponían (a la beatificación)", le dice a BBC Mundo.
"Pero hoy gracias a Dios, gracias al papa Francisco, que conoce muy bien la historia latinoamericana, cómo se vive la fe aquí en El Salvador, se beatifica a monseñor".
Los sectores más conservadores dentro del Vaticano habían tenido éxito en ir bloqueando el proceso.
Fue en febrero pasado, tras la decisión de Francisco de declararlo "mártir", de haber sido asesinado "en odio a la fe", que se abrió la puerta a que fuera beatificado sin que se compruebe que haya realizado un milagro.
Muchos salvadoreños piden que Beato Romero ahora sea canonizado.
A la distancia, dijo Francisco en un momento de la ceremonia del sábado: "La voz del nuevo beato sigue resonando hoy".
La gente asintió.
El mensaje de Romero "está vivo", le dice a BBC Mundo Israel Sánchez, "porque hay necesidad de sus "homilías de amor al prójimo".
"Su lema, estar siempre con los pobres. Romero encontró a Dios en los pobres, ahí se manifestó Dios", agrega.
El "santo" Romero es ahora beato.
Un momento trascendente para el catolicismo latinoamericano. Una ceremonia de beatificación y, para muchos también, una instancia de reivindicación.
BBC
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