Al socaire de la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos, 181 militares retirados difundieron a principios de mes un manifiesto reivindicativo de la “figura militar” del dictador, al que se han adherido varios centenares más. El escrito justifica el golpe de Estado de 1936, que presenta como una reacción de “la España agredida y asediada por el comunismo internacional”. En Alemania, los firmantes serían acusados de apología del fascismo, pero en España un militar jubilado tiene la misma libertad de expresión que cualquier otro ciudadano.
No sorprende que el texto lo suscriban, entre otros, dos condenados por el 23-F (Pardo Zancada, que sigue firmando como militar pese a su expulsión del Ejército, o el comandante Javier Dusmet). Pero es preocupante que en la lista figuren también los nombres de militares en quienes la democracia confió altas responsabilidades, como los generales Alberto Asarta, exjefe de la misión de la ONU en Líbano; Emilio Pérez Alamán, exjefe del Mando Militar de Canarias; o Juan Aparicio Hernández Lastras, exjefe del Mando de Personal del Ejército. Preocupante porque pretenden hacernos creer que, más allá del juicio que merezca su figura política, Franco fue “un militar ejemplar”.
Podrían discutirse los méritos de Franco en las guerras coloniales de Marruecos, caracterizadas por su brutalidad, pero sería como pretender juzgar la figura de Hitler por la Cruz de Hierro que recibió en la Primera Guerra Mundial.
Lo principal es que Franco se sublevó contra el Gobierno legítimo de la II República, vulnerando los principios básicos de la profesión militar: lealtad, disciplina, respeto a la ley. El manifiesto evoca el artículo 21 de las Reales Ordenanzas, que insta a respetar la tradición militar, pero ignora todos los demás, empezando por el que manda cumplir la Constitución vigente; entonces la republicana de 1931.
Franco dividió al Ejército y mandó fusilar a algunos de sus más prestigiosos compañeros de armas, como el general Batet, que sofocó la rebelión de Companys en 1934, o el general Martínez Cabrera, héroe de la guerra de Cuba.
Tampoco parece que Franco fuera técnicamente un buen militar. No, si se entiende por tal a quien alcanza los objetivos en el menor tiempo posible y con el menor daño para las fuerzas propias. Franco pretendía dar un golpe de Estado y acabó ganando una cruenta Guerra Civil.
Cuando en septiembre de 1936 tenía al alcance de la mano tomar Madrid y precipitar el fin del conflicto, se desvió para ocupar Toledo, un objetivo propagandístico de nulo valor militar. Al día siguiente de liberar el Alcázar, fue consagrado como Generalísimo y jefe del Estado en Salamanca. El único beneficiario de prolongar tres años la guerra fue Franco, quien la utilizó para asentarse en un poder que no dejaría en 40 años.
https://elpais.com/politica/2018/08/16/actualidad/1534441611_235753.html
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